30 de septiembre de 2008

EL NUEVO LÍDER MUNDIAL

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¿Quién será, será... el que dominará el planeta después de la crisis? ¿Serán los rusos? ¿Serán los chinos? ¿Será Juan Manuel de Prada...?
Para salir de dudas, pincha en la interrogación.
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28 de septiembre de 2008

DE UN CURSO DE DOCTORADO DE SOCIOLOGÍA DE LA CIENCIA

Reproduzco aquí tres fragmentos memorables de sendos trabajos de alumnos de mi curso de doctorado "La sociología del conocimiento científico: un enfoque racionalista", en la Facultad de Filosofía de la UNED.

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Enhorabuena a los tres autores.

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1. Ramón Manuel Álvarez Halcón:

"La idea de construcción social de la realidad de los antropólogos posmodernos de la ciencia se tiñe de una amplia jerga con el único propósito de salvar las apariencias de la coherencia interna de su discurso, que es circular, cerrado, impenetrable para un observador no imbuido de la teoría que sustenta esta corriente de pensamiento. Todos los intentos por comprender qué quieren decir resultarán en vano, porque cambian su discurso desde la ambigüedad de sus expresiones, los argumentos falaces y la terminología ad hoc. Reconocer el desconocimiento de la “tribu” que investigan. Como acertadamente demostró Sokal, no están instalados en la esfera de la racionalidad, sin en la de la ambigüedad, luego entonces se llega a la conclusión de que sus afirmaciones son, o verdaderas, pero banales, o sorprendentes, pero manifiestamente falsas.

La aportación que se hace aquí es que, además de argumentos banales o manifiestamente falsos, las ambigüedades de Latour y demás autores de la antropología posmoderna que se ocupan de “lo científico” o bien son obras de la irracionalidad o bien son argumentos calculados para mantener un cierto estilo de vida académico a costa de la libertad de cátedra. Bajo la máxima de que cuando no se tiene nada que decir, se lo inventan en forma de órdago, hasta el punto de creerse sus propias invenciones y, si luego hace falta, desdibujar toda la obra.Efectivamente, en su obra La Esperanza de Pandora, Latour cae en el mayor de los cinismos (en sentido propio), cuando rehúsa de su tesis constructivista social manteniéndose en cierta equidistancia, a favor de una tercera cultura, después de haber expresado claramente la tesis de la construcción social de la ciencia en sus obras de “juventud”. ¿Cómo, si no, cabe interpretar tanta confusión? Y sin embargo, sus tesis se perpetúan."

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2. Eugenio Manuel Fernández Aguilar:

"En la transmisión de toda información entra en juego siempre el factor ruido, así, la transmisión del mensaje divulgativo sufrirá siempre una pérdida debida a la inconmensurabilidad de los lenguajes de emisor y receptor. Pérdida que puede paliarse mediante la alfabetización, la divulgación y la popularización de la ciencia. Este gap entre científicos y el gran público puede ser minimizado si los esfuerzos se concentraran en los siguientes tres problemas:

- El receptor no conoce todos los conceptos (de ahí la necesidad de la popularización).

- Muchos conceptos no tienen equivalentes verbales (aquí es más importante la alfabetización).

- El tiempo necesario para comprender un concepto puede ser elevado. El sujeto divulgado no siempre está dispuesto a perder su valioso tiempo en entender conceptos que, aparentemente, no le conciernen ni le aportan nada para su vida cotidiana (con la divulgación se intenta que los fenómenos sean atractivos, la inversión de tiempo será tanto más productiva cuanto mejor alfabetizado esté el sujeto y más “popularizado” estén los conceptos que se manejen en el acto divulgativo). Es una cuestión económica, algunas personas piensan que el coste por entender un mensaje divulgado es mayor que sus beneficios."

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3. Francisco Molina Artaloytia:

“Si aceptamos que existen dosis de politización de la ciencia, aunque ciencia y política sean cosas diferentes, y que la red de instituciones sociales, valores compartidos y formas de vida influyen no sólo en el saber lego sino que se trasladan con frecuencia a la ciencia, la cuestión quizá no sea tanto prevenir esas “contaminaciones” sino ser conscientes de ellas y – esto ya se sale hacia la ética y la filosofía política – procurar contextos sociales que hagan una ciencia democratizada y al servicio de la consecución de los Derechos Humanos. La creencia de que la ciencia es algo descarnado y que se eleva con sus teorías por encima de la sociedad, como las coronas por encima de los escudos populares en la heráldica absolutista, es también ideología. Los resultados de la ciencia, las líneas de investigación, a medida que se alejan de la ciencia básica y se acercan a las ciencias aplicadas y las ciencias sociales se cargan ética y políticamente.

Hecho ese alegato, con independencia de que el discurso racional sistemático de la ciencia sea una forma de conocimiento fetén y ampliamente objetiva, contrastable, no

cabe duda de que ese discurso está contextualizado y que en el caso que nos ha ocupado, la medicina, tiene fuertes componentes de creencias y políticas, tanto por su papel social como por la idea de salud social e higiene.

La propia lectura de los cuerpos como “cuerpos políticos” se traslada al discurso científico. Los nuevos movimientos sociales, tanto feministas como LGTB, han reivindicado arrebatar a la medicina el monopolio del discurso y han pasado a conformar el primer plano de lucha sin permitir a la ciencia médica un discurso monolítico. La reacción conservadora, especialmente la derivada de las terapias reparadoras y del sacerdocio “ex gay” que pretende reconvertir a los enfermos, se viste de ciencia pero luego no tiene problemas en invocar a la Divinidad para la consecución de la mejora terapéutica. Hay que decir además que dichas terapias y movimientos de defensa de la normalidad se han visto envueltos en escándalos de lo más variopinto relacionados directamente con lo que intentaban demoler.”

26 de septiembre de 2008

UN EJERCICIO DE METAFÍSICA

Para las necesidades de la calle, tenemos un criterio de individualidad relativamente claro para los objetos materiales: si se lo puede separar sin romperlo, entonces es un objeto independiente. ¿La correa del reloj es una cosa, y el reloj otra cosa? Bueno, o algo así. Los filósofos, en cambio, se han comido la cabeza notablemente con esta cuestión; incluso le han dado un nombre a la investigación y a la teoría sobre el tema del todo y las partes: mereología.
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Pero es más divertido, y más electrizante para nuestras neuronas desmotivadas, pensar en los posibles criterios de individuación de los hechos (no de los objetos). El hecho de que España ganó la final de la Eurocopa 2008, ¿es UN hecho? El gol de Torres en ese partido, ¿es OTRO hecho?, ¿o es parte del primero? ¿Y en qué sentido "parte"?
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Pero, para los que penséis que esto es un mero pasatiempo filosófico, sabed que estáis profundamente equivocados: es una cuestión sobre la que puede haber enormes cantidades de dinero en juego (exactamente, 3.500 millones de dólares).
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¿Que cómo? Pues muy fácil: el contrato de seguro de las Torres Gemelas especificaba una indemnización de esa cuantía, a recibir por los propietarios de las Torres por cada "evento" (o "acontecimiento", o "hecho") que causara la pérdida de los edificios. Los propietarios afirmaban que las Torres habían sufrido DOS ataques (un ataque cada torre). Las aseguradoras, por supuesto, preferían la interpretación de que había habido UN ataque mediante dos aviones.
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¿Y vosotros qué pensáis?

21 de septiembre de 2008

ESPECULAR CON RED (EL NUEVO "NEW DEAL")

Sostiene Díaz Ferrán, el presi de la CEOE, que hay que apoyar a las empresas (en especial, las grandes) para que no caigan. Va en la misma onda del "gran rescate" decidido por la administración Bush, para comprar los "activos tóxicos" del sistema e intentar que dejen de contaminar a los sanos. No puedo evitar, ante este intercambio de signos de SOS, acordarme de la metáfora que el economista David Anisi utilizaba para defender el keynesiano estado social: tenemos que exigir "trabajar con red", someter el esfuerzo de los trabajadores a la disciplina del mercado para aprovechar su productividad, pero con garantías de que no quedarán tirados en la cuneta cuando vengan mal dadas. Ante las historias de prestidigitación financiera que han llevado a la crisis actual, o al menos han pavimentado el camino hacia ella, parece que al nuevo keynesianismo le correspondería más bien el eslogan de "especular con red".
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Se ha comparado mucho este "rescate" con el "New Deal" de los años 30. Lo que a mí me gustaría proponer es, en cambio, que se aprovechara para firmar otro "trato": de acuerdo con que el Estado (o los bancos centrales, o el FMI, o quien sea) acudan a evitar las caídas de empresas en peligro, pero hágase en forma de préstamo, pagadero con intereses a cuenta de un nuevo impuesto sobre los beneficios (en cualquiera de sus formas) y sobre las remuneraciones escandalosas de los directivos (idem), de aquí a... ¿la próxima crisis?
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Porque... de utilizar una devolución de esos beneficios y remuneraciones obtenidas a lo largo de la última década, ni hablamos ¿no?
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¿O sí?

17 de septiembre de 2008

TODOS AL INEM




Comprendo que, tal como está la cosa, algunos os podáis asustar. Pero tranquilos, no tiene nada que ver con el paro. El (o la) INEM es la International Network of Economic Methodology, de la que hemos organizado en Madrid la semana pasada el congreso bienal, en el edificio "Escuelas Pías" del centro de la UNED en Madrid... y en su estupenda terraza de verano sobre los tejados de Lavapiés.
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Uno de los asistentes, Larry Boland, nos hizo un montón de afotos. En la primera estamos los organizadores (el Madrid Group of Philosophy of Social Science, como nos presentábamos: de izquierda a derecha (de pie): Miranda del Corral, yo, Juan Urrutia y Juan Carlos García-Bermejo; (sentados) Julian Reiss, David Teira, María Jiménez y Paco Álvarez.
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13 de septiembre de 2008

FABRICANTES DE IGNORANCIA


Decía hoy Philip Mirowski (una mezcla de filósofo-payaso-historiador de la economía) en el congreso de la INEM que hemos estado celebrando en Madrid esta semana (por cierto, que la INEM nada tiene que ver con el paro), decía este señor, digo, que el "sistema neoliberal de mercado" tiene como objetivo la producción de ignorancia, más que la producción de conocimiento. No voy a discutir el tema aquí, aunque da para mucho (y en algo lleva razón), pero me he acordado de ello al encontrarme con esta delirante y autosatisfecha exhibición de la propia ignorancia, a propósito del LHC. No sé por qué Mirowski se admira tanto de la supuesta capacidad del sistema de mercado para generar desconocimiento, cuando nuestra Santa Madre lleva dos mil años haciéndolo tan de maravilla.
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P.D.: para quienes no desprecéis la ciencia de manera tan alegre, irreflexiva y falta de humor, aquí va un vídeo explicando el funcionamiento del LHC; el que se lo pierda es un agujero negro.

9 de septiembre de 2008

EL SÍNDROME MCCARTNEY



Un test rápido:

- Tararéame una canción compuesta por Paul McCartney después de 1970.
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Si, como yo, tenéis dificultades para responder esta pregunta, sabréis a qué me refiero cuando hablo del "síndrome McCartney": muchos grandes creadores parecen serlo sólo hasta la treintena. Las creaciones sublimes, los descubrimientos espectaculares, por no hablar de los teoremas asombrosos, parece que se alcanzan en una "ventana" que está abierta sobre todo entre los veinticinco y los treinta y cinco años, aunque depende del ámbito del que estemos hablando (los buenos novelistas parecen ganar con la edad, aunque suelen volverse menos prolijos; los grandes compositores clásicos hacían auténticas maravillas a los cincuenta y tantos; los filósofos, afortunadamente, suelen producir sus obras maestras pasados -y a menudo olvidados- los cuarenta). Y, desde luego, siempre hay excepciones, como el Joaquín Sabina de 19 días y 500 noches.
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Pero, más extraño que el hecho de que haya un "pico" de creatividad alrededor de los treinta años (tal vez la edad perfecta, en la que aún hierven la insolencia y la valentía de la juventud, pero ya se han acumulado conocimientos y experiencias en buena cantidad), más extraño que la existencia de ese máximo, es su habitual ser sucedido por un descenso tan brusco hacia el abismo de la mediocridad.
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Seguro que hay muchas teorías que intentan explicar esta humana condición, pero ninguna es un consuelo (bueno, salvo si Armstrong vuelve a ganar el Tour).