24 de agosto de 2008

¡CUÁNTO DAÑO HACE INTERNET!

O no. Este agosto he estado leyendo (entre otras cosas... tiempo ganado al blog) el libro Cómo aprendemos a leer. Historia y ciencia del cerebro y la lectura, de la psicóloga Maryanne Wolf (el título original es mucho mejor: Proust y el calamar). Es hartamente recomendable, aunque su estilo tiene algunas peculiaridades que pueden hacer un poco antipática su lectura (p.ej., la manía de citar a todo el mundo con su referencia académica, ese "tu de quién eres" yanki del que cada vez está más contagiado nuestro periodismo... "el ganador de un oscar(R) Pitichín...", etc.).
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Aborda tres temas diferentes, aunque interrelacionados: en primer lugar, el desarrollo de la escritura, las bases neurológica que lo hicieron posible y su (muy hipotética esta parte de la obra) influencia en el desarrollo cognitivo de la humanidad; segundo, la neurología de la lectura; y tercero, la dislexia y otros problemas relacionados con la lectura.
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Además de lo interesante que es, de por sí, el tema del libro, constituye también un abono para el actual debate sobre si internet es beneficioso o perjudicial para la lectura. No os perdáis, de paso, este reciente artículo de Nicolas Carr. ¿Leemos de manera diferente "por culpa" (o "a causa") de la creciente familiarización con los textos e hipertextos electrónicos? A falta de estudios científicos significativos sobre el tema, a partir de la propia experiencia tan bien relatada por este último autor (y a la que sumo la mía), la respuesta parece ser que sí... Estamos perdiendo capacidad de atención y concentración en la lectura. Maryanne Wolf pone este miedo en contraste con el que Sócrates expresaba (según su biógrafo, Platón, ese gran novelista) hacia la propia escritura: con los papeles escritos no se puede conversar, decía el viejo ateniense. ¿Y si hubiera conocido los blogs?
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En mi caso, no sé si será por culpa de internet, por los años, por la disminución de la presión por investigar y publicar, o por qué, el caso es que cada vez me cuesta más trabajo leer los artículos académicos que me descargo (a patadas). De muchos de ellos tendría que ponerme a tomar notas (como hacía de joven), hacer esquemas, escribir artículos metiéndome con ellos, pero es tal la pereza que siento, tan resbalosa la pendiente que me lleva de una página a otra (¡cuánto daño ha hecho el avPag!), tan yermo el tiesto en donde planto las pocas ideas que saco de esas lecturas...
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Mi propio caso me recuerda (y perdón por la comparación) a una anécdota que se cuenta de Einstein, a quien un conocido (y pedante) escritor francés, de cuyo nombre no quiero acordarme, le comentó, hacia los años veinte, que siempre llevaba en el bolsillo un cuadernito para ir apuntando las ideas que se le ocurrían. "¿Hace Vd. lo mismo, profesor Einsten?", le preguntó, a lo que el bueno de Albert respondió: "A mí, hace años que no se me ocurre nada".
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[La gran memoria google me dice que el escritor en cuestión era Paul Valéry: Frabetti cuenta la anécdota de otra manera, menos graciosa pero más verosímil]
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Pero, en fin, hay que ser optimistas. En los últimos tiempos he escrito menos artículos académicos, pero he sacado a flote el Otto Neurath a pesar de las tormentas. Y, en el fondo, las nuevas generaciones, sobre todo las de científicos, vienen con las búsquedas en internet ya de serie (¿funcionará con ellas el efecto Baldwin?; depende de si sirve para ligar).
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Y una curiosidad más, para terminar: con estas lecturas me he enterado (tal vez muchos ya lo sepáis) de quién fue el primer gran filósofo en escribir a máquina... (grandísima sorpresa para mí) lo que tuvo efectos perceptibles sobre su estilo, y tal vez sobre su muy influyente pensamiento. ¿Qué revolución no traerá Google a la filosofía?

4 comentarios:

  1. Pues la verdad es que mi imagen de Nietzsche escribiendo era la de un miope absoluto escribiendo cagaditas de mosca en un papel a pocos centímetros de los ojos, o dictando con una toalla enrollada en la cabeza cuando le daban las jaquecas.

    Jaté lo que aprende uno.

    Yo sí que he notado mucho la diferencia en la forma de escribir desde que empecé a mano a pasar a la máquina y luego el ordenador. Si no tengo las ideas muy claras, y como todo es corregible, apliable e intercalable, a veces se tiende espontáneamente al galimatías.

    Sobre lo de leer, es una tendencia que existe incluso antes de Internet. El número medio de palabras en un diario inglés no ha hecho sino disminuir desde hace más de un siglo, y lo mismo está pasando incluso con las noticias de los telediarios, que se van acortando cada vez más y por tanto tienden a simplificar la información. Los blogs que escribimos entradas que tarden en leerse más de uno o dos minutos no sólo somos pocos, sino que además son descartados automáticamente por un buen número de lectores.

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  2. Perdón por la licencia, pero creo que viene al caso:

    "[...] los seres humanos necesitamos filtros. En ausencie de éstos, lo que tendremos es el problema que muy apropiadamente podemos denominar "de la Biblioteca de Babel", en homenaje al famoso cuento borjiano"

    ZAMORA, J. (2005), Ciencia pública-Ciencia privada, Fondo de Cultura Económica, p28

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  3. SuperSanti: además de merecerte un premio por enviar tu comentario tan rápido, resulta que eres el pasajero 40.000 del barco. Felicidades.
    (Lamento que no haya regalo).

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  4. Hola, recién leí tu entrada (gracias al resumen que me llego a Google Reader), a pesar que hace un tiempito sigo tu blog (me encanta!!!)

    Pues bien, a mi me paso que deje de leer libros por estar conectado, al llegar la red a casa el tiempo libre se convirtió en navegar y navegar (si lo se, mal hecho) y un buen día me di cuenta que de mis 3 o 4 libros al mes (aparte de los de la facultad) pasé a cero... Tenia que hacer algo!! Y bueno, encontré una buena solución (funciona para mi) Hay muchos lugares donde descargar libros electrónicos, y hay programas para convertir texto a mp3, así que simplemente comencé a convertir muchos libros-e en audio y ahora salgo a la calle con un reproductor de mp3 y todo el tiempo de viajes y esperas disfruto de la "lectura" además de que me posibilita ir tomando notas en papel casi como dictado.

    Es un rollo hacerlo, ya que por comodidad hay que separar el texto en capítulos y convertir archivo por archivo pero vale la pena.

    Y por cierto, igual a la hora de escribir uso un programa de dictado, lo que me ha permitido mejorar el ritmo de trabajo; eso si, el calorcillo de tocar un libro de papel, prestarlo a los amigos y comentarlo, escribir a mano con pluma fuente, tener un verdadero mercado de papeles a la hora de escribir, eso no lo cambio!!!

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