23 de septiembre de 2013

Deflactando la verdad (1 y 2)

Os dejo el enlace a la segunda parte de la serie sobre "Deflactar la verdad" que estoy sacando en Mapping Ignorance.
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Como prometía, os pongo la traducción de las dos primeras entradas.

I.

La verdad ha sido, y aún es, uno de los temas más importantes en la historia del pensamiento filosófico. Cómo distinguir lo verdadero de lo falso, cómo acercarnos a la verdad, o la conexión entre la verdad, la sabiduría y el sentido de la vida, todo ello ha sido objeto de interminables debates. La propia naturaleza de la verdad es una de las cuestiones centrales en la filosofía: qué tipo de propiedad es, qué tipo de entidades la poseen, etc. Para quien busque respuestas muy profundas a estas cuestiones, este artículo será un poco decepcionante, pues lo que voy a hacer es presentar la más “minimalista” (y reciente) teoría sobre la verdad: la teoría conocida como “pro-oracional”.

Antes de explicar la noción de “pro-oración” en la que se basa esta teoría, es útil comenzar planteando una pregunta aparentemente simple, no directamente relacionada con el concepto de verdad, sino con las palabras “verdad” o “verdadero”: ¿qué ganamos por el hecho de tener esas palabras en nuestro lenguaje? Es decir, ¿qué cosas podemos decir, o expresar, gracias a esos términos, que no podríamos decir si no los poseyéramos? Esta pregunta parece un poco ridícula; al fin y al cabo, si no tuviéramos la palabra “verdadero”, no podríamos decir que tal o cual cosa es verdadera, ¿no?

Por desgracia, no está tan claro. Uno puede reconocer que “verdadero”, como casi cualquier otra palabra, es una palabra un poco redundante porque uno podría sustituirla, cada vez que aparece, por su definición o por una perífrasis. Pero en el caso de “verdadero”, podemos justificar que esa redundancia es mucho más profunda. Pues, al fin y al cabo, lo que queremos decir cuando decimos algo como “el teorema de Euclides es verdadero” es exactamente lo que el propio teorema de Euclides dice, o sea, que hay infinitos números primos. Expresamos exactamente el mismo hecho acerca de los números al afirmar que hay infinitos números primos que al afirmar que es verdad que hay infinitos números primos. Esta propiedad del término “verdadero” es tan importante que ha sido tomada (al menos por el lógico Tarski y quienes le siguen en el análisis lógico-semántico del concepto de verdad) como un requisito que cualquier definición del término debe cumplir, a saber:

La oración “X” es verdadera si y sólo si X

lo que se conoce como “esquema de Tarski”. Con un ejemplo:

La oración “hay infinitos números primos” es verdadera si y sólo si hay infinitos números primos

            La teoría pro-oracional de la verdad comparte con otras concepciones modernas sobre el tema no sólo la idea de que éste es un requisito necesario que debe cumplir una definición aceptable del término “verdadero”, sino que es lo único que debe cumplir. Es decir, que el esquema de Tarski es todo lo necesario para entender el concepto de verdad. A estas teorías se las conoce como “desentrecomilladoras”, porque según ellas lo que hace el término “verdadero” es algo así como transformar la proposición “X” con comillas en algo que es equivalente a la proposición X sin comillas. También se las llama “deflacionistas”, porque afirman que cualquier otra cosa que añadamos al concepto (algo metafísico o epistemológico, p.ej.) es superfluo para nuestra comprensión de la verdad.

            Así, no es sólo que el significado de la palabra “verdadero” podría expresarse mediante una perífrasis en vez de con esa palabra (lo que sucede en la mayoría de las palabras); lo curioso en este caso es que añadir el término “verdadero” a una proposición parece no añadir absolutamente nada a lo que esa proposición dice. Así que nuestra primera pregunta sigue siendo pertinente: si al afirmar que la oración “hay infinitos números primos” es verdadera expresamos exactamente el mismo hecho acerca de los números que al afirmar que hay infinitos números primos… ¿para qué demonios nos preocupamos en tener en nuestro lenguaje el predicado “es verdadera”?

            Por supuesto, un poquito de reflexión nos muestra que hay casos en los que el uso de esa expresión no es tan redundante. Imaginemos que la adolescente Susana le ha contado a su madre Carmen lo que hizo en la fiesta de anoche; como Carmen no se fía mucho de su hija, le pregunta a la Laura, la amiga de Susana, y Laura contesta:

Lo que ha contado Susana es verdad

Laura podría haber contado, en vez de eso, todas y cada una de las cosas que contó Susana a su madre, pero habría sido cuando menos aburrido. Es mucho más sencillo decir que todo ello era verdad. Más importante: hay casos en los cuales aún sería más difícil decir todo lo que hay que decir en este caso. P.ej., Laura podría haber dicho:

Todo lo que te cuente en el futuro Susana es verdad

incluso si Laura todavía no sabe lo que Susana contará en el futuro a su madre. (Nota importante: para nuestra discusión es por completo irrelevante si lo que cuentan Susana o Laura es verdadero o falso, pues sólo estamos preguntándonos por lo que quiere decir Laura cuando usa la expresión “es verdad”).

            Pero es que hay casos aún más interesantes, en los que es directamente imposible saber de antemano qué dicen las proposiciones de las que decimos que son verdad; p.ej.

Todas las consecuencias lógicas de axiomas verdaderos son verdaderas

Si las predicciones de una teoría no son verdaderas, hemos de rechazar la teoría

            En estos dos casos, no podemos sustituir la expresión “verdadero” con aquellas proposiciones de las que decimos que son verdaderas… porque no sabemos qué proposiciones son, en la mayoría de los casos. Nuestros dos ejemplos son enunciados que se refieren a un conjunto posiblemente infinito de otras proposiciones, no algo de lo que podamos ofrecer una lista. Así, el término “verdadero” parece que acaba siendo menos redundante de lo que parecía. De  hecho, es menos redundante que muchos otros términos, pues invito a los lectores a hallar una perífrasis con la que sustituirlo en nuestros dós últimos ejemplos. Verán que no es tarea fácil.



II

            Pasemos a ver qué dice exactamente la teoría pro-oracional de la verdad, y veamos en primer lugar qué es eso de una “pro-oración”. La idea básica es que las pro-oraciones son a las oraciones como los pronombres son a los nombres. Consideremos esta frase:

Si tiramos una piedra al agua, ella se hundirá

            ¿Cuál es la función gramatical de “ella” en esta frase? Obviamente, está directamente relacionada con la expresión previa “una piedra”, pero curiosamente, no podemos sustituir “ella” por la expresión a la que sustituye, pues esta frase no significa lo mismo que la anterior:

Si tiramos una piedra al agua, una piedra se hundirá

(pues, si la primera frase es verdadera, también lo es la segunda, pero no al revés). Este ejemplo muestra que la función de “ella” es indicar que estamos hablando del mismo objeto en la primera parte de la frase (cuando decimos “una piedra”) y en la segunda  (cuando decimos “ella”). Esta relación entre una expresión que se refiere a una cosa, y otra expresión (en este caso, un pronombre) que se refiere a la misma cosa que la primera expresión, se conoce como “anáfora”. Pero no son los pronombres las únicas formas lingüísticas que pueden  estar en relación anafórica con otras. Por ejemplo:

Juan estaba pintando su casa; mientras lo hacía, le llamaron por teléfono.

            Aquí el verbo “lo hacía” se refiere a la misma acción que “estaba pintando”. Podríamos decir que “hacer”, cuando sustituye a otro verbo, funciona como un “pro-verbo”. Pensemos también en el siguiente diálogo:

-¿Cómo era de grande la pizza?
- Así [separando las manos 40 cm]

            “Así” funciona en este caso como un pro-adjetivo, si bien el adjetivo al que se refiere (la descripción el tamaño de la pizza) es implícito. En fin, la cuestión es, ¿puede haber elementos lingüísticos que estén en relación anafórica, no con un elemento sub-oracional, como un nombre, un verbo, un adjetivo, etc., sino con una oración completa? Y la respuesta obvia es:


            En efecto, “sí” y “no” son los casos más sencillos de pro-oraciones. En este caso, “sí” reemplaza a la oración “puede haber elementos lingüísticos que estén en relación anafórica con una oración completa”: yo podría haber respondido con la frase entrecomillada, en vez de con “sí”, pero en ambos casos habría transmitido exactamente la misma información. Otro ejemplo sería:

Susana dijo que había estado con su amiga, y Carmen creyó lo que decía Susana.

            En este caso, “lo que decía Susana” se refiere, naturalmente, a “he estado con mi amiga” (dicho por Susana), y tiene una relación anafórica con esta última frase. Pero “lo que decía Susana”, al contrario que “sí” en el ejemplo anterior, no funciona como una oración (es sólo una forma de nombrar una oración, no de afirmarla). Una pro-oración será, por tanto, una expresión que sustituye a una oración y que funciona como una oración, es decir, que al pronunciarla o escribirla estamos afirmando la oración a la que esa oración sustituye (es lo que ocurre en el caso de “sí”, y también, obviamente, en el de “no”, aunque en ese caso sustituye a la negación de la oración en cuestión).
            Es importante tener clara la diferencia entre estos dos tipos de expresiones. Veámoslo con un ejemplo más:

La primera oración de la Metafísica de Aristóteles

            Esta última expresión no es una oración, sino el “nombre” de una oración (la oración “Todos los hombres desean por naturaleza conocer”), o una forma de referirse a ella. Exactamente lo mismo sucede con

“Todos los hombres desean por naturaleza conocer”

que tampoco es una oración, sino una forma de referirse a esta oración:

Todos los hombres desean por naturaleza conocer

            La diferencia entre los dos casos está indicada, obviamente, por el hecho de que la expresión que es una oración no necesita comillas. Esta diferencia es fácil de entender fijándonos en que podemos construir una oración gramaticalmente correcta con la primera de estas expresiones como sintagma nominal, pero no con la segunda. Es decir, esto es gramaticalmente correcto:

“Todos los hombres desean por naturaleza conocer” tiene siete palabras

Pero esto no:

Todos los hombres desean por naturaleza conocer tiene siete palabras

Nótese que esto, en cambio, sí que es correcto:

La primera oración de la Metafísica de Aristóteles en español tiene siete palabras

            En resumen, los lenguajes naturales (y también muchos de los formales) nos dan la posibilidad de referirnos a oraciones o enunciados, y para ello usan nombres de esas oraciones (o pronombres, perífrasis, etc.). Podemos llamar “nominalización de enunciados” a este procedimiento mediante el que se construye el nombre de una oración. Si estás empezando a gruñir porque todo esto parece que no tiene absolutamente nada que ver con el tema de esta entrada, ni con la filosofía ni con la metafísica, sólo tienes razón en parte: quizá no tenga mucho que ver con la metafísica, pero tiene todo que ver con la verdad. Pues considera cuál es la ventaja de poseer “nombres de oraciones”: obviamente, poder decir cosas sobre esas oraciones (como en nuestro ejemplo inmediatamente anterior). Pero, espera: ¿qué ocurre si lo que queremos decir usando el nombre de un enunciado no es algo sobre ese enunciado, sino, en cambio, lo que el enunciado dice? Por ejemplo, ¿qué podemos hacer para decir, con ayuda del nombre-de-enunciado “la primera oración de la Metafísica de Aristóteles”, justo eso que esa oración afirma? Pues muy sencillo: podemos usar este truco lingüístico

La primera oración de la Metafísica de Aristóteles es verdadera

O, de modo equivalente:

“Todos los hombres desean por naturaleza conocer” es verdadero

            Los dos últimos ejemplos son pro-oraciones que están en relación anafórica con el enunciado:

Todos los hombres desean por naturaleza conocer

            Así pues, el predicado “es verdadero” desempeña justo la función inversa a la “nominalización-de-enunciados”, y por lo tanto, podemos llamar a esa función “denominalización-de-enunciados”, algo directamente relacionado con lo que en la primera parte llamamos “desentrecomillar”. Dicho de una manera un poco más compleja: el predicado “es verdadero” permite transformar el nombre de una oración en una pro-oración semánticamente equivalente a la oración que ese nombre nombraba.
            Combinando esta idea con el hecho de que el nombre-de-oración al que se aplica el predicado “es verdadero” puede ser una expresión con la que nos referimos a proposiciones no específicas, arbitrarias, desconocidas, etc., podemos ver fácilmente de qué forma ese predicado nos ayuda a construir frases como la que vimos arriba:

Todas las consecuencias lógicas de axiomas verdaderos son verdaderas

que se puede reformular como:

Para todo par de proposiciones p y q, si p es verdadera, y q se sigue lógicamente de p, entonces q es verdadera

Tener en cuenta que “p” y “q” no son proposiciones, sino nombres de proposiciones (o sea, “variables”, en términos lógicos), por lo que una expresión parecida, como la siguiente, no sería correcta gramaticalmente:

Para todo par de proposiciones p y q, si p, y q se sigue lógicamente de p, entonces q

aunque el dialecto de las clases de lógica pueda hacer que esa frase nos suene bien.



            En las siguientes entradas veremos las consecuencias filosóficas de esta explicación del significado lingüístico del predicado “es verdadero”.

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Sigue aquí.

11 de septiembre de 2013

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También podéis consultar otras cuestiones sobre los cursos a través de los comentarios de esta entrada.
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7 de septiembre de 2013

¿Por qué es inconsistente la idea de progreso moral?

Os copio los principales tuits de la TwiTALK de anoche.
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De qué NO voy a hablar: no intento demostrar que el mundo no puede ir cada vez mejor

No hay incoherencia en esperar que la sociedad del futuro sea mejor en términos morales que la nuestra, o la nuestra mejor que el pasado

Pero niego que sea coherente pensar que puede haber #progresomoral
Es decir, progreso DE la moral (no progreso RESPECTO a la moral)

En general, podemos decir que nuestra sociedad es mejor, moralmente hablando, que las del pasado
Cf.Pinker "Los ángeles que llevamos dentro"

Y es concebible que las sociedades del futuro sean mejores aún que la nuestra, valoradas según NUESTROS criterios morales

Pero, ¿qué afirmamos cuando decimos que las sociedades del futuro tendrán unos CRITERIOS MORALES mejores que los nuestros?

¿Puede haber #progresomoral en el sentido de que LOS PROPIOS CRITERIOS MORALES vayan siendo "cada vez mejores"?

Yo puedo pensar fácilmente que mis criterios morales son mejores que los de alguien en el pasado. 

Pero... ¿puedo pensar que los criterios morales de mis biznietos serán MEJORES que los míos?

Insisto: no hablo de si la CONDUCTA moral de mis biznietos será mejor que la mía SEGÚN MIS CRITERIOS (obviamente, puede serlo), sino...

...de si puedo pensar, sin contradecirme, que los criterios morales de mis biznietos serán "mejores (moralmente hablando) que los míos"

Pensar que alguien tiene criterios morales mejores que los míos consiste en pensar que mis criterios no son los mejores posibles...

Pero si pienso que mis criterios no son los mejores posibles, ¿con qué criterios los estoy juzgando? Deben ser los míos, pues lo PIENSO yo

@jzamorabonilla Para Singer el círculo que abarca a las entidades dignas de consideración moral se ha engrandado a lo largo de la historia

@funambul Estoy intentando justo argumentar que eso es irrelevante para concluir que ha habido "progreso en la moral"

Supongamos que mi nieto tiene un criterio moral en concreto distinto del mío. P.ej., el respeta a los animales más que yo

Si yo pienso AHORA que el criterio moral de mi biznieto es moralmente mejor que el mío, es que AHORA acepto YA su criterio, no el mío

Luego, si pienso que hay criterios morales X mejores que los míos, es que PIENSO YA que esos criterios X son los que yo DEBO tener

Por tanto, si un criterio futuro X (que puedo concebir ahora) me parece mejor que el que tengo ahora, es que NO TENGO EL QUE TENGO AHORA...

...sino que el criterio que tengo realmente AHORA es ese criterio X que creo que tendrán en el futuro y que me parece mejor que el "mío"

Supongamos ahora, como sugiere @funambul que imaginamos que habrá un criterio Z, QUE AHORA NO SABEMOS CUÁL ES, pero que será mejor...

Pensar que ese criterio Z es mejor que el mío actual (llamémosle W), significa, o bien creo que en el futuro habré CAMBIADO W por Z...

...pero lo habré cambiado SIN RAZONES QUE LO JUSTIFIQUEN, sólo porque de repente, sin poderlo explicar, prefiero Z en vez de W...

...o bien porque ES JUSTO UTILIZANDO MI CRITERIO ACTUAL W, que puedo razonar que Z es mejor que W

Lo primero (cambiar W por Z "sin razón justificada") no puede verse como #progresomoral sino meramente como CAMBIO

Si mi criterio es W,me parecerá mejor W. Si mi criterio es Z,me parecerá mejor Z. Pero no hay ningún sentido "objetivo" en que uno sea mejor

Luego,si hay progreso moral al pasar de tener el criterio W a tener el criterio Z (ojo,se supone que ambos criterios son contradictorios)...

...es pq existe algún argumento racional que toma W como premisa (mi criterio actual) y lleva a la conclusión Z (el criterio futuro)...

Pero, si Z se puede deducir de W, entonces, como Z y W se contradicen, significa que W implica algo contradictorio con W...

O sea, si tengo ahora unos criterios morales que permiten justificar que OTROS criterios morales son MEJORES que los míos...

...entonces es que mis criterios morales actuales son autocontradictorios, implican su propia negación

Este argumento no requiere que SEPAMOS cuáles son los criterios morales futuros (Z). Sólo hemos supuesto que, sean cuales sean...

...podremos demostrar, UTILIZANDO NUESTROS CRITERIOS ACTUALES, que los actuales NO SON LOS QUE TENEMOS QUE TENER

Si son criterios diferentes, habrá al menos una cosa que W diga que es buena y Z que es mala, o al revés. Luego se contradicen

En consecuencia, uno no puede pensar (sin contradecirse) que puede haber criterios morales MEJORES que los suyos

Así que, cuando alguien imagina que en el futuro habrá progreso DE la moral, lo que piensa realmente es que...

...habrá MÁS GENTE que comparta los criterios morales que EL o ELLA tiene AHORA

Mi argumento es que, si AHORA crees que un criterio "más afinado" que el tuyo es mejor, es que YA tienes ese, no el "tuyo"

Lo relevante en mi argto no es si esa otra moral te es "asequible" o no. Se trata de qué afirmas al afirmar que es MEJOR que la tuya

Exacto: sólo podemos pensar que hay criterios morales mejores que los nuestros si los nuestros son incoherentes ("defectuosos")








3 de septiembre de 2013

La e-canción del pirata

Con diez gigas de ancha banda,
navegando a toda vela,
descarga que se las pela
un tipo en su ordenador;

busca páginas que llaman
"de descargas gratuitas",
donde ni unas pesetitas
van a parar al autor.

Publicas una novela,
y no pasa ni un momento
hasta que la lleva el viento
a una página de epubs;

¡si al menos fuerais tan majos
de dedicar un segundo
a recomendarle al mundo
la novela de Jesús...!

Descarga, pirata mío
sin pudor,
que no voy a armar un lío
ni a rajarte por la panza
clamando justa venganza
por mis derechos de autor.

te descargas,
no me amargas
ni un pelín,
si la trama
te cautiva
y motiva
hasta su fin.

Es mi libro mi tesoro;
que lo goces, mi pasión;
para mí, mejor que el oro,
es que atraiga tu atención.

Que se den de bofetadas
brownzafones
por suculentas tiradas,
y que se pongan las botas
mientras sus tramas idiotas
venden cientos de millones;

no es mi libro
para esos
tan obsesos
por creer,
que se tragan
cualquier cosa
por sosa
que pueda ser 

Es mi libro mi tesoro;
que lo goces, mi pasión;
si hablas bien de él en tu foro
lo agradeceré un montón.

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Más sobre derechos de propiedad