El artículo de Enrique Gil Calvo ayer en El País ("Metáfora, metamorfosis, meteorología") es un paradigma de la pseudocomprensión científica que ilumina (o más bien, oscurece) a muchos de nuestros intelectuales. (Dicho entre nosotros, creo que va a ser una mina para usarlo con mis alumnos del máster en Periodismo Científico y Comunicación de la Ciencia, en la UNED).
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La tesis del artículo es que la ciencia "tradicional" se basa (y no sólo se basa, sino que está estructuralmente constituida por ella) en la metáfora de la naturaleza como un libro (Bacon), que, por demás, está escrito en caracteres matemáticos (Galileo). Merece la pena citar al ilustre sociólogo extensamente:
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¡Ahí es nada! ¡Lo que da de sí una metáfora! No sólo es que investigadores con estrategias metodológicas y heurísiticas tan diferentes entre sí como Galileo, Newton, Bernouilli, Lavoisier, Laplace, Carnot, Darwin, Faraday, etc., estuvieran "en el fondo" haciendo poco más que "leer un libro", y, además, no un libro cualquiera, sino una narración (con su planteamiento, su nudo y su desenlace). Además, es que el agarrotamiento mental que supone someter la concepción de la naturaleza (y de la sociedad) a un esquema de "planteamiento, nudo y desenlace" implica necesariamente el pretender descubrir una narración gobernada por la "continuidad lineal, lógica causal consecutiva, regularidad legal, crecimiento acumulativo, predicción de futuro y conocimiento último" (de eso intenta convencernos Gil Calvo con su "es decir").
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Nótese que la imaginación de este gran intérprete de la ciencia nos ha llevado hasta el momento a dar dos saltos escalofriantes (que no serán los últimos) a partir de una premisa anecdótica:
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PREMISA: Dos grandes iniciadores de la ciencia moderna (y también muchos otros, es cierto) usaron la metáfora de la investigación científica como lectura (o, en realidad, desciframiento) del "libro de la naturaleza". [NOTA: téngase en cuenta que, más que una narración novelesca, como parece traslucirse del artículo, aquellos autores estarían pensando, o querrían que su audiencia pensara, en "el Libro", o sea, la Biblia: si ésta era la palabra de Dios revelada, la Naturaleza era Su obra, y podía llegarse a conocer a Dios tanto a través del estudio de la Biblia como del estudio del mundo. Lo cual, en el fondo, es más una estrategia comercial -o sea, publicidad- que otra cosa: los primeros científicos estaban razonablemente muy preocupados por conseguir al menos la misma credibilidad y honorabilidad social que los teólogos, y comparar la investigación científica con la exégesis bíblica era un argumento poderoso en esta guerra. De hecho, los científicos dejaron de usar la metáfora del "libro de la Naturaleza" cuando el prestigio de las Escrituras como fuente de conocimiento fiable sobre la realidad cayó en picado; entonces la metáfora ya no era rentable].
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PRIMERA CONSECUENCIA INFUNDADA: Por lo tanto, para la ciencia moderna, la investigación "consiste" en la lectura de una obra narrativa.
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Hemos visto que esto es un non sequitur: de hecho, la metáfora indica que la naturaleza debe ser "leída" en el sentido que estudiada (como hacían los teólogos con la Biblia), no "leída" en el sentido de "disfrutar de una narración novelesca" (como el Quijote, pongamos; o, en todo caso, la naturaleza debía ser "leída" como un filólogo lee el Quijote, no como un lector que intenta divertirse con las aventuras del Caballero de la Triste Figura). Por supuesto, tampoco se sigue que el contenido del libro de la Naturaleza tenga que estar estructurado con el esquema de "planteamiento, nudo y desenlace", como, por ejemplo, ¡sí que lo está el propio artículo de Gil Calvo!, pese a su disfraz de abanderado de la superación de la modernidad.
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SEGUNDA CONSECUENCIA INFUNDADA: La estructura narrativa presupuesta en el libro de la naturaleza (y de la sociedad) implica que éstas sólo puedan entenderse mediante la "causalidad lineal y regular", y que el desarrollo de la ciencia y de la sociedad sólo pueda interpretarse como un "progreso acumulativo" hacia la "verdad absoluta".
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No necesitamos negar la tesis de que los científicos de la Edad Moderna presuponían que la naturaleza seguía leyes estrictas que, con esfuerzo, podían ser descubiertas, para rascarnos la cabeza sin conseguir averiguar de qué manera esa presuposición se puede fundamentar en la supuesta creencia de que el libro de la naturaleza tiene la estructura de una narración (por cierto, que no se me ocurre si algo así como el descubrimiento newtoniano de que la luna y una piedra arrojada están ambas cayendo hacia la tierra impulsadas por exactamente la misma fuerza, forma parte del "planteamiento", del "nudo" o del "desenlace" de no sé qué narración). Pero es que, además, la "historia lineal de progreso acumulativo" a la que se referiría Gil Calvo en el caso de la ciencia (no me refiero ahora a los otros ejemplos que cita), no sería otra cosa sino la historia de la investigación científica, de Galileo a Darwin, digamos, pero no la "historia" que los científicos estarían intentando leer en el libro de la naturaleza. En este sentido, el bueno de Darwin parece estar pésimamente traído a colación, pues su gran descubrimiento fue, precisamente, el de que la historia de la naturaleza (en este caso, la de los seres vivos) no era una narración lineal en la que el ser humano fuese el protagonista, sino un jardin de millones de senderos que se bifurcan y, en general, acaban muriendo sin aportar ni un gramo de sentido narrativo al cosmos. A pesar del papel de malo que el sociólogo le adjudica, hay mucho más que une a Darwin con Stephen Gould que con un Comte o un Lamarck.
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Preso en el esquema que él mismo critica, Gil Calvo proclama que en el presente hemos logrado superar la ilusión de la metáfora del libro: los héroes de la aventura han (hemos) conseguido romper el hechizo que nos había lanzado la bruja Linealidad, y hemos descubierto por fin la Verdad con mayúsculas, a saber, que el mundo está gobernado, no por leyes regulares, sino por la "metamorfosis", por "el cambio súbito e imprevisto de la realidad hacia formas irreconocibles por monstruosas, ilógicas, deformes o grotescas". Es sintomático que la mejor forma en que el sociólogo sea capaz de relatarnos el fin del paradigma de la ciencia como lectura de relatos, sea justo sometiéndose al mismo esquema narrativo. Tal vez eso indique que el paradigma en cuestión no está ni mucho menos tan agotado.
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Pero, disquisiciones literarias aparte, la pena es que las intenciones de Gil Calvo son buenas, y su mensaje final sobre el estado de nuestro conocimiento no está excesivamente desencaminado, y ha sido sólo (o eso creo) la tentación de erguirse como abanderado del cambio de paradigma, o Buena Nueva, que predica, lo que le ha llevado a descuidar la necesidad de comprender cabalmente aquello de lo que está hablando. Porque el mensaje no es otro que la muy conocida (y aún más malinterpretada) teoría del caos: la teoría matemática que describe de qué manera la evolución de ciertos sistemas (no necesariamente muy complejos) se hace impredecible en muchos casos. Gil Calvo tiene toda la razón al afirmar que muchísimas cosas, en la naturaleza y en la sociedad, son "sistemas caóticos", lo cual no quiere decir que sean "monstruosos" o "deformes", ni mucho menos "ilógicos", sino algo tan sencillo de entender (y tan fácil de olvidar) como lo siguiente:
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1) El sistema sigue unas leyes absolutamente estrictas y deterministas, leyes puede que muy sencillas matemáticamente, y en ocasiones bien conocidas por los científicos (es decir, el sistema no es "misterioso", ni está formado por "materia oscura" o algo así, sino que su funcionamiento se comprende perfectamente); pero
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2) a partir de aquellas leyes matemáticas se puede demostrar que dos estados del sistema, diferentes entre sí, pero tan parecidos que no pudiéramos distinguirlos empíricamente, evolucionarán (obedeciendo esas mismas leyes) hasta dar lugar a dos estados muy diferentes; eso quiere decir que la evolución del sistema, aunque es determinista (o sea, sigue de hecho una causalidad lineal y obedece una regularidad legal), para nosotros es impredecible, pues cualquier incertidumbre en la determinación del estado que el sistema tiene hoy hace posible que haya muchos estados muy distintos en los que el sistema podría hallarse mañana.
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Por lo tanto, en sistemas muy complejos, en los que hay muchos elementos que pueden tener influencias causales (cada una de ellas totalmente lineal, a la antigua usanza) sobre los demás, el desconocimiento de uno solo de esos factores puede fácilmente arruinar nuestra capacidad de predicción. Así son, ciertamente, muchos aspectos de la sociedad y de la naturaleza, pero, por suerte o por desgracia, no son así todos los aspectos relevantes, ni mucho menos. Queda una larga vida de éxitos (ahora sí, por fortuna) para los proyectos de investigación que pretendan descubrir los mecanismos causales que gobiernan los fenómenos, en la esfera humana y la natural. Hay muchas regularidades pendientes de ser halladas tras una búsqueda perspicaz, y otras muchas pendientes de ser producidas tras una inteligente creación artificial por nuestra parte. Hemos descubierto, claro, que no podremos conocerlo todo, y que el mundo y nuestros semejantes siempre nos pueden sorprender, ¡menos mal! Pero también sabemos que los mecanismos mediante los que dichas sorpresas se llevan a efecto son, en general, susceptibles de ser investigados al viejo modo de Galileo, de Lavoisier o de Pasteur, o sea, según el más tradicional "método científico", que lejos de caducar, está más vigoroso que nunca.
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La tesis del artículo es que la ciencia "tradicional" se basa (y no sólo se basa, sino que está estructuralmente constituida por ella) en la metáfora de la naturaleza como un libro (Bacon), que, por demás, está escrito en caracteres matemáticos (Galileo). Merece la pena citar al ilustre sociólogo extensamente:
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"Desde entonces, el programa científico se dedicó a investigar el conocimiento a partir de dicha metáfora, entendiendo la realidad natural y social como si estuviera ordenada en forma de relato narrativo a descifrar: planteamiento, nudo y desenlace. Es decir, continuidad lineal, lógica causal consecutiva, regularidad legal, crecimiento acumulativo, predicción de futuro y conocimiento último. Un programa científico, pero en el fondo literario, cuyo paradigma es la teoría darwinista de la evolución de las especies, que puede generalizarse para explicar las distintas esferas de la realidad social: la filosofía de la historia dominada por la idea del progreso, el poder político volcado en la busca del control social, la sociología glosando los procesos de racionalización y modernización, las vanguardias artísticas creadoras de diseños cada vez más innovadores y autónomos...".
.¡Ahí es nada! ¡Lo que da de sí una metáfora! No sólo es que investigadores con estrategias metodológicas y heurísiticas tan diferentes entre sí como Galileo, Newton, Bernouilli, Lavoisier, Laplace, Carnot, Darwin, Faraday, etc., estuvieran "en el fondo" haciendo poco más que "leer un libro", y, además, no un libro cualquiera, sino una narración (con su planteamiento, su nudo y su desenlace). Además, es que el agarrotamiento mental que supone someter la concepción de la naturaleza (y de la sociedad) a un esquema de "planteamiento, nudo y desenlace" implica necesariamente el pretender descubrir una narración gobernada por la "continuidad lineal, lógica causal consecutiva, regularidad legal, crecimiento acumulativo, predicción de futuro y conocimiento último" (de eso intenta convencernos Gil Calvo con su "es decir").
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Nótese que la imaginación de este gran intérprete de la ciencia nos ha llevado hasta el momento a dar dos saltos escalofriantes (que no serán los últimos) a partir de una premisa anecdótica:
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PREMISA: Dos grandes iniciadores de la ciencia moderna (y también muchos otros, es cierto) usaron la metáfora de la investigación científica como lectura (o, en realidad, desciframiento) del "libro de la naturaleza". [NOTA: téngase en cuenta que, más que una narración novelesca, como parece traslucirse del artículo, aquellos autores estarían pensando, o querrían que su audiencia pensara, en "el Libro", o sea, la Biblia: si ésta era la palabra de Dios revelada, la Naturaleza era Su obra, y podía llegarse a conocer a Dios tanto a través del estudio de la Biblia como del estudio del mundo. Lo cual, en el fondo, es más una estrategia comercial -o sea, publicidad- que otra cosa: los primeros científicos estaban razonablemente muy preocupados por conseguir al menos la misma credibilidad y honorabilidad social que los teólogos, y comparar la investigación científica con la exégesis bíblica era un argumento poderoso en esta guerra. De hecho, los científicos dejaron de usar la metáfora del "libro de la Naturaleza" cuando el prestigio de las Escrituras como fuente de conocimiento fiable sobre la realidad cayó en picado; entonces la metáfora ya no era rentable].
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PRIMERA CONSECUENCIA INFUNDADA: Por lo tanto, para la ciencia moderna, la investigación "consiste" en la lectura de una obra narrativa.
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Hemos visto que esto es un non sequitur: de hecho, la metáfora indica que la naturaleza debe ser "leída" en el sentido que estudiada (como hacían los teólogos con la Biblia), no "leída" en el sentido de "disfrutar de una narración novelesca" (como el Quijote, pongamos; o, en todo caso, la naturaleza debía ser "leída" como un filólogo lee el Quijote, no como un lector que intenta divertirse con las aventuras del Caballero de la Triste Figura). Por supuesto, tampoco se sigue que el contenido del libro de la Naturaleza tenga que estar estructurado con el esquema de "planteamiento, nudo y desenlace", como, por ejemplo, ¡sí que lo está el propio artículo de Gil Calvo!, pese a su disfraz de abanderado de la superación de la modernidad.
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SEGUNDA CONSECUENCIA INFUNDADA: La estructura narrativa presupuesta en el libro de la naturaleza (y de la sociedad) implica que éstas sólo puedan entenderse mediante la "causalidad lineal y regular", y que el desarrollo de la ciencia y de la sociedad sólo pueda interpretarse como un "progreso acumulativo" hacia la "verdad absoluta".
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No necesitamos negar la tesis de que los científicos de la Edad Moderna presuponían que la naturaleza seguía leyes estrictas que, con esfuerzo, podían ser descubiertas, para rascarnos la cabeza sin conseguir averiguar de qué manera esa presuposición se puede fundamentar en la supuesta creencia de que el libro de la naturaleza tiene la estructura de una narración (por cierto, que no se me ocurre si algo así como el descubrimiento newtoniano de que la luna y una piedra arrojada están ambas cayendo hacia la tierra impulsadas por exactamente la misma fuerza, forma parte del "planteamiento", del "nudo" o del "desenlace" de no sé qué narración). Pero es que, además, la "historia lineal de progreso acumulativo" a la que se referiría Gil Calvo en el caso de la ciencia (no me refiero ahora a los otros ejemplos que cita), no sería otra cosa sino la historia de la investigación científica, de Galileo a Darwin, digamos, pero no la "historia" que los científicos estarían intentando leer en el libro de la naturaleza. En este sentido, el bueno de Darwin parece estar pésimamente traído a colación, pues su gran descubrimiento fue, precisamente, el de que la historia de la naturaleza (en este caso, la de los seres vivos) no era una narración lineal en la que el ser humano fuese el protagonista, sino un jardin de millones de senderos que se bifurcan y, en general, acaban muriendo sin aportar ni un gramo de sentido narrativo al cosmos. A pesar del papel de malo que el sociólogo le adjudica, hay mucho más que une a Darwin con Stephen Gould que con un Comte o un Lamarck.
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Preso en el esquema que él mismo critica, Gil Calvo proclama que en el presente hemos logrado superar la ilusión de la metáfora del libro: los héroes de la aventura han (hemos) conseguido romper el hechizo que nos había lanzado la bruja Linealidad, y hemos descubierto por fin la Verdad con mayúsculas, a saber, que el mundo está gobernado, no por leyes regulares, sino por la "metamorfosis", por "el cambio súbito e imprevisto de la realidad hacia formas irreconocibles por monstruosas, ilógicas, deformes o grotescas". Es sintomático que la mejor forma en que el sociólogo sea capaz de relatarnos el fin del paradigma de la ciencia como lectura de relatos, sea justo sometiéndose al mismo esquema narrativo. Tal vez eso indique que el paradigma en cuestión no está ni mucho menos tan agotado.
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Pero, disquisiciones literarias aparte, la pena es que las intenciones de Gil Calvo son buenas, y su mensaje final sobre el estado de nuestro conocimiento no está excesivamente desencaminado, y ha sido sólo (o eso creo) la tentación de erguirse como abanderado del cambio de paradigma, o Buena Nueva, que predica, lo que le ha llevado a descuidar la necesidad de comprender cabalmente aquello de lo que está hablando. Porque el mensaje no es otro que la muy conocida (y aún más malinterpretada) teoría del caos: la teoría matemática que describe de qué manera la evolución de ciertos sistemas (no necesariamente muy complejos) se hace impredecible en muchos casos. Gil Calvo tiene toda la razón al afirmar que muchísimas cosas, en la naturaleza y en la sociedad, son "sistemas caóticos", lo cual no quiere decir que sean "monstruosos" o "deformes", ni mucho menos "ilógicos", sino algo tan sencillo de entender (y tan fácil de olvidar) como lo siguiente:
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1) El sistema sigue unas leyes absolutamente estrictas y deterministas, leyes puede que muy sencillas matemáticamente, y en ocasiones bien conocidas por los científicos (es decir, el sistema no es "misterioso", ni está formado por "materia oscura" o algo así, sino que su funcionamiento se comprende perfectamente); pero
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2) a partir de aquellas leyes matemáticas se puede demostrar que dos estados del sistema, diferentes entre sí, pero tan parecidos que no pudiéramos distinguirlos empíricamente, evolucionarán (obedeciendo esas mismas leyes) hasta dar lugar a dos estados muy diferentes; eso quiere decir que la evolución del sistema, aunque es determinista (o sea, sigue de hecho una causalidad lineal y obedece una regularidad legal), para nosotros es impredecible, pues cualquier incertidumbre en la determinación del estado que el sistema tiene hoy hace posible que haya muchos estados muy distintos en los que el sistema podría hallarse mañana.
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Por lo tanto, en sistemas muy complejos, en los que hay muchos elementos que pueden tener influencias causales (cada una de ellas totalmente lineal, a la antigua usanza) sobre los demás, el desconocimiento de uno solo de esos factores puede fácilmente arruinar nuestra capacidad de predicción. Así son, ciertamente, muchos aspectos de la sociedad y de la naturaleza, pero, por suerte o por desgracia, no son así todos los aspectos relevantes, ni mucho menos. Queda una larga vida de éxitos (ahora sí, por fortuna) para los proyectos de investigación que pretendan descubrir los mecanismos causales que gobiernan los fenómenos, en la esfera humana y la natural. Hay muchas regularidades pendientes de ser halladas tras una búsqueda perspicaz, y otras muchas pendientes de ser producidas tras una inteligente creación artificial por nuestra parte. Hemos descubierto, claro, que no podremos conocerlo todo, y que el mundo y nuestros semejantes siempre nos pueden sorprender, ¡menos mal! Pero también sabemos que los mecanismos mediante los que dichas sorpresas se llevan a efecto son, en general, susceptibles de ser investigados al viejo modo de Galileo, de Lavoisier o de Pasteur, o sea, según el más tradicional "método científico", que lejos de caducar, está más vigoroso que nunca.
Me encantó el artículo de Gil Calvo, que recordemos está en un periódico común y no en una revista científica.
ResponderEliminarSupongo, que la incertidumbre de H., la no exactitud de las matemáticas, la extrema especialización, aumentar las condiciones de contorno a globales o universales, incluso la sustitución de las personas físicas por personas jurídicas (o colectivos)en la mayoría de las iniciativas actuales, se refleja en el título, como una premonición a un nuevo pensamiento superior, tal vez mas neuronal o difuso, comparable al salto del espacio euclídeo a otros curvos, no-euclidianos, en el que por dos puntos cualesquiera, se pueden trazar infinitas líneas y por tres puntos infinidad de triángulos.
Esto es sólo un comentario
Muy buena réplica.
ResponderEliminarCierto lo de el libro de la Naturaleza. Efectivamente sólo era una forma de pedir clemencia a la iglesia para el quehacer de la ciencia. Y no digamos ya el tema de los sistemas caóticos de los que la mayoría de la gente habla sin haberlos estudiado.
Sin embargo y por aportar una nota disonante, sí que hasta ahora nos hemos encontrado con que la realidad tiene un molde determinado, a saber, que es computable y por tanto que, en el plano teórico, Laplace tenía razón respecto a la posbilidad de conocer todos los estados futuros sabidos los anteriores.
¿Aparecerá un nuevo paradigma en la ciencia? Yo así lo espero porque ello supondría superar las limitaciones epistemológicas ineherentes a las matemáticas computables.
Esta frase no tiene desperdicio: "el cambio súbito e imprevisto de la realidad hacia formas irreconocibles por monstruosas, ilógicas, deformes o grotescas". Términos pseudocientíficos y magufos unos detrás de otros.
ResponderEliminarMe he dado cuenta que tienes un conocimiento bastante bueno de la teoría del caos. La sociedad no suele entenderlo, porque el uso de "caos" es muy desafortunado. Dentro del caos es un orden.
Somos finitos y la realidad nos supera en grados de libertad, sólo podemos tratar con aproximaciones e idealizaciones. Pero ello no significa que no conozcamos nada ni que la ciencia sea un fraude. Sólo significa que si controlamos las variables adecuadas (cateres paribus)o usamos aparatos de medida con la resolución pertinente, podemos aplicar nuestras leyes, teorías y modelos. Querer aplicarla más allá de sus límites es "investigar".
Muy bonito eso de leer la naturaleza, muy platónico-galileano. En serio, bonito, pero pasado de moda. Las matemáticas no fallan, la física no falla, erramos nosotros al aplicarlas allá donde no se debe. Y no falla porque es nuestro "invento" para describir un mundo complejo, como tú dices: "Hemos descubierto, claro, que no podremos conocerlo todo, y que el mundo y nuestros semejantes siempre nos pueden sorprender, ¡menos mal!" Colosal.
Por cierto, se habla mucho de las limitaciones humanas. Pero también tenemos otro tipo de limitaciones, las que nos impone la misma naturaleza:
ResponderEliminar- Limitación humana: Los sitemas complejos (cualquier sistema natural, en realidad) no se dejan concoer porque la multitud de grados de libertad supera con creces nuestras capacidades cognitivas. En realidad también es una limitación natural.
- Limitación natural. Se debería hablar de principio de "indeterminación" y no de "incertidumbre". La razón está en que no es que no podamos conocer posición y momentum perfectamente porque seamos torpes, se trata de que la naturaleza no nos lo puede ofrecer. (Aquí estamos en lo que decía antes, el querer extender este resultado a la vida "macroscópica" es un error de principiante, de neófito antirealista)
Mi estimado capitán.
ResponderEliminarVaya por delante mi confesión de que soy un hombre de letras. Es decir un agnóstico de la ciencia, que abandonó tempranamente esa fe “impenitente” y fervorosa que los positivistas como usted dicen tener al respecto de las capacidades cognitivas del legendario “bípedo implume” que venimos siendo. Tan agnóstico me siento, que hasta me jubilé del pensamiento filosófico la mañana en que descubrí un pequeño agujero en mi cerebro, cuyas características apuntaban a un embrión de aquella úlcera cerebral unamuniana, que el genial Don Miguel describía como un proceso de endofagia mental, en la que la conciencia acababa por devorarse a si misma en el inútil esfuerzo de justificar su propia existencia. Desde entonces sólo como, y lloro, y trempo, sin pedirle mayor explicación a la naturaleza sobre que cosa sea el hambre, la tristeza o esta tiranía hormonal de mis obstinadas gonadas.
Leído esto, quizá no desee usted seguir avanzando en este jardín de incredulidades que conformará mi respuesta, y cuyo idioma, le puedo asegurar que se anda en las antípodas de esa lengua optimista y postmoderna que según algunos de ustedes alcanzará por si sola a descifrar el mundo. No sólo entendería su deserción, si no que en cierto modo se la aconsejo.
Hecha la advertencia, paso a expresarle mi enorme estupor a cuenta del suyo, pues al margen de una “metáfora narrativa” no entiendo que otra cosas busca usted en esa narración arriesgada, incompleta y absolutamente mutable con que la teoría científica busca definir los infinitos azares de la naturaleza. Y al decir “azares” soy consciente de que le ofendo en lo más profundo de su sensibilidad positivista, donde jamás se agosta la esperanza de que el funcionamiento de las cosas sea y haya sido siempre de una manera unívoca y concienzudamente reglamentada, aunque lo ignoremos casi todo sobre dichos reglamentos, y hayamos descartado por desesperada la versión legendaria y antropomórfica del autor omnisciente. Si me hablase usted del hecho práctico e incontrovertible de extirpar tumores o suspender pesadas aeronaves en el cielo, yo no podría hacer otra cosa que felicitar a sus colegas, por lo ajustados que resultan en general sus cálculos a propósito del objetivo definido. Pero el caso es que lo usted viene proponiendo en este viaje del Otto Neurath, por lo demás ameno, es poco más o menos la santificación de los datos acumulados por la investigación científica, y la creación de una Iglesia Positivista que de razón de lo existente, sustituyendo una única verdad absoluta, por un conjunto tan unitario como disperso de múltiples y entresacadas verdades concretas. Lo digo, porque, dejando al margen la vertiente tecnológica, y por lo tanto práctica de nuestro conocimiento, al renegar de la función descriptiva de nuestro corpus científico, se coloca usted en la picota de “dar el salto”, para proponernos alguna suerte de peregrina trascendencia en la capacidad interpretativa de nuestra especie. Y eso, amigo mío, amen de descaradamente pretencioso, es sencillamente un ejercicio de autoreferencia. El sentido transcendental de lo existente, de sus orígenes y de sus devenires, es un concepto ausente en el estudio de los procesos naturales, pues su desarrollo se haya únicamente en nuestra concepción subjetiva del mundo, como observadores, como actores, como individuos de una colectividad evolucionada en torno a su propia relación con el entorno. Es decir, en sentido estricto, cualquier interpretación del mundo más allá de una función meramente descriptiva de lo observado, responde a una implicación psicológica o emocional del sujeto ante dichas observaciones, cuyo referente real no contiene una cualidad valorativa sobre si mismo.
Supongo que al final, como casi siempre, la cuestión se reduce a un problema epistemológico, que es como dejarlo todo fiado al dudoso aval de nuestro engreimiento. Desconozco cual es ese universo analítico no lineal, no causal y no regular, que usted maneja al margen de la tiranía gramatical de nuestro pensamiento, que nunca supo fundamentarse en otro esquema que no fuera aquel rígido y escolar de sujeto y predicado, de causa y consecuencia. Le queda, eso sí, al margen del limitado instrumento interpretativo que nos deparó el azar (¡siempre el azar!) evolutivo, esa otra suerte de imaginario colectivo que se fundamenta en las impresiones, en la interpretación egoísta y sesgada de nuestros afectos, a la que muchos dan en llamar arte, intuición, locura, poesía. Y en el que una premisa no es siempre sucedida de su consecuencia lógica, si no de un alarido frenético, caótico y narcisista.
Lo de que el Ser Humano no sea el objeto último de su Historia, de su Ciencia y de su concepción del mundo, resulta de una ingenuidad candorosa. Pretender aparentar que el árbol abigarrado, y en ocasiones monstruoso, de la ciencia es un legado impoluto, ajeno en todo al paso convulso de nuestra existencia, va más allá de lo religioso, de lo ufológico, y de todo lo esperable por una raza amamantada en la observación umbilical de sus propias pasiones. No concibo la conciencia dormitante de los sabios, retrayendo sus pulsiones, sus temores, sus anhelos, sus melancolías, sus euforias; aislando el bagaje indisociable de su humanidad ante el análisis pulcro y desinteresado del hecho científico, en cuyas conclusiones se fundaran inevitablemente los nuevos argumentos sobre el enigma cotidiano de su existencia. ¡Emplazarnos a nosotros mismos en el mapa del Universo sin que nos vaya nada en ello! Me suena a la eterna cantinela del historiador objetivo, del estadista honesto, del empresario desinteresado. Todo tan ajeno al angustioso histerismo ideológico de nuestra propia supervivencia, indeleblemente impreso en el código genético desde nuestros más peludos ancestros.
Registre usted su propia conciencia, Don Jesús, y ya verá si “es sistema” es jodidamente determinista. Suponga que el Universo, tras incalculables y caprichosos azares no hubiese acabado deparando al simpático y optimista profesor de gesto amable y actitud decididamente positivista, al mismo Don Jesús que cada mañana se aplica con devoción al enérgico ejercicio de sus inquietudes. Trate de imaginar en que limbo dormiría ahora su objetiva, por científica, percepción del mundo, si usted, mi capitán, ¡oh mi capitán!, no hubiese sido un destino paradójicamente necesario ante el insondable principio de incertidumbre. Fíjese bien en la paradoja de pretender que la “no-existencia” o su contraria son sencillamente el resultado de una cadena de hechos contingentes, porque al afirmar que usted podría perfectamente no haber existido en modo alguno, está negando la única evidencia que tiene de que el mundo es como usted pretende que sea. El único vínculo entre el acto imaginario de su pensamiento y la realidad del mundo que usted pretende comprender, es su propia existencia, Don Jesús. Con ella se genera su necesidad de alcanzar certezas, y sin ella, el Universo podría no existir, o ser sencillamente un conjunto de cosas y “no cosas” suspendidas en el vacío, perfectamente ajenas a cualquier valoración sobre su comportamiento o su impertinencia.
En mi humilde opinión de lego torticero, si la ciencia no es un elemento más de la humilde estrategia de supervivencia adoptada por el último contingente no extinguido de los homínidos, no puede ser otra cosa que un conjunto de enunciados que tratan de traducir los procesos naturales a un lenguaje comprensible para el hombre. Es decir, un discurso narrativo sobre lo existente, sobre sus formas de ser y de comportarse, que en nuestro limitado equipamiento cerebral sólo puede ser encajado en el esquema rígido de las causas y sus consecuencias. Lo demás son interpretaciones personales, anhelos, ensoñaciones… poesía científica.
apostata:
ResponderEliminarperdone que meta mis narices en su conversación, pero sólo quería decirle tres cosas:
1. Lamento su situación personal y le ofresco todos mis respetos
2. Creo que su situación personal le condiciona terriblemente en su forma de tergiversar el pensamiento científico y se desahoga en el capitán del barco, que no es más que un interlocutor.
3. El grave fallo que tiene su discurso (es de una lectura elocuente que se agradece) es que le asigna a la ciencia unos objetivos que no les corresponde. Parece verse entre líneas que usted piensa que la ciencia busca la verdad. Se ha recorrido mucho desde que la boca de científicos y filósofos abandonaron esa idea. Veo en usted un relativista galopante cerrado ante las evidencias de la ciencia, que hace un uso personal de la palabra "azar" y que rechaza toda posibilidad de realismo, con ligeros tintes instrumentalistas. Pues sepa usted que estamos hablando por aquí gracias a todo lo que se conoce sobre la naturaleza interna de la materia. Y esos no son azares ni "arreglos matemáticos" para salvar las apariencias.
La ciencia se convierte en religión cuando se vuelven estáticos sus métodos y productos (teorías). Pero la ciencia no es así, así es como la pinta usted.
Apostata:
ResponderEliminarLo que acaba de hacer usted, ¿qué es, sino poesía científica? Una interpretación personal y sesgada de conceptos como el azar, el principio de incertidumbre, y en último término la propia ciencia, sus principios y sus objetivos, todo ello adornado con rebuscadas palabras y abigarradas sentencias. ¿En qué limbo dormiría ahora su percepción del mundo si usted no hubiera existido? Nos vemos en las mismas, según su argumentación. Está tirando piedras indiscriminadamente, contra su tejado y el de los demás. Partiendo de una hipótesis (la posible existencia o no existencia) está haciendo suposiciones totalmente arbitrarias (que ello sea nuestra única evidencia de que el mundo es así o asá).
Por otro lado, afirma que nuestro pensamiento se limita a sujeto y predicado, a causa y efecto, y seguidamente afirma que tenemos el arte "en el que una premisa no es siempre sucedida de su consecuencia lógica, si no de un alarido frenético, caótico y narcisista". Decídase.
En resumen, que escribe usted muy bien, mas su ejercicio es de literatura, no de argumentación.
Estimado señor Fernández.
ResponderEliminar1.- No acabo de entender lo que usted lamenta de mi “situación personal”, si que llore o que trempe. En cualquier caso, usted como hombre de ciencia, entenderá que ambas circunstancias responden a una sana actividad hormonal de la que espero que usted también goce regularmente.
2.- En el mismo sentido que le deseo un desarrollo fisiológico sano, espero que no hable por propia experiencia, cuando adjudica al ejercicio de las capacidades sexuales y emocionales la categoría de una severa disfunción cognitiva, invirtiendo así los términos de la sabia prédica romana del “primum vivire, deinde philosophare”, pues en tal caso me vería tentado de interpretar que a usted le cuadra más un pleito que una jodienda.
Respecto a mi presunto desahogo con el señor Capitán, al que le aseguro que respeto y admiro profundamente, le recomiendo que se relea el post del don Jesús sobre el artículo de Gil Calvo, para que vea como es posible disentir de la opinión de otra persona sin que ello conlleve malquerencia ni ensañamiento personal. Le aseguro que con idéntica y sana intención crítica, aunque con menor talento, he tratado yo de dirigir mis objeciones a don Jesús. En cualquier caso, si él se sintiese insultado o menospreciado por una sola de mis palabras, sepa que no dudaré un instante en pedirle disculpas.
3.- Le confieso que en este punto me veo superado por la pulcritud y precisión de su nomenclatura científica, que rebasa en mucho la engolada e ineficaz elocuencia de mi discurso pseudoliterario. Me dice usted que los científicos y los filósofos (sin especificar porcentajes ni afinidades, como si se tratase de una estirpe solidaria) han abandonado la busca de la verdad (así con minúsculas, como si hubiesen desistido de hallar bermellones o espárragos trigueros) Luego me llama “relativista galopante”, cualidad, que a mi modo de ver, habría de agradar necesariamente a esa pléyade de científicos “fuenteovejunos” que han renunciado por completo a la búsqueda de la verdad absoluta. Pero finalmente se acoge a la paradoja de rectificar el enunciado anterior, y concluye que la ciencia desprende unas evidencias, que yo me muestro incapaz de ver, y que supongo que a los susodichos “fuenteovejunos”, en su actual posición antidogmática, les deberían parecer poco más que simples fuegos de artificio, para acabar en una espectacular pirueta dialéctica, en la que el “realismo” vuelve a existir, por más que yo me muestre incapaz de verlo.
Honestamente, usted me confunde. Según usted, del Universo Científico se desprende un cierto REALISMO, en el que sin haber VERDAD, hay EVIDENCIAS. Y me remata con un acto de Fe basado en los fundamentos científicos de la Internet, qué se parece mucho a los ejemplos milagreros de la vieja escolástica: “Hay Dios, porque hay cielo, y es hermoso, y está repleto de estrellas”. Lo que usted me pide, es que confiado en la apariencia de que dos más dos casi siempre son cuatro, a temperatura y presión constante, acabe por pensar que el “Pensamiento Científico” es algo así como un certificado de calidad para las Grandes Ideas, y que todo lo que lleve su prestigiosa vitola ha de comerse crudo y tenerse por evidente (aunque no por verdadero).
EPÍLOGO: Aprieto el “enter”, y la red absorbe mi discurso en un prodigioso ejemplo de que estos científicos son gente de fiar. Sonrío pensando que a poco que se pongan acabarán entregándonos los infinitos secretos del Universo felizmente amordazado.
Apostata:
ResponderEliminarDebería saber que "evidencia", en ciencia, no toma el significado que usted le está dando (certeza de la que no se puede dudar), sino más bien como "prueba" de un hecho, una teoría, o lo que sea. Como decía Eugenio en un comentario anterior, somos finitos, y la realidad nos supera. Podemos recoger evidencias, pruebas, formar hipótesis e intentar validarlas recogiendo nuevas pruebas. De ahí se desprende realismo, sí, porque esas teorías que luego se prueban permiten que estemos hablando ahora mismo, como muchos otros ejemplos. Y no se buscan verdades en el sentido de verdades absolutas, porque, repito, nuestra percepción tiene un límite.
Mejor no se pierda en terminologías confusas, dilatadas y tergiversadas mediante su dialéctica. El pensamiento científico no es eso. Tampoco es "mire usted, créase esto porque es ciencia". El pensamiento científico es una metodología basada en la razón que busca conocer la realidad y entenderla.
Me da la impresión de que a usted le encantan los textos difusos llenos de literatura, mediante los que se puede defender casi cualquier opinión gracias a su composición enrevesada. Me da la impresión de que a usted le gusta la demagogia a la antigua usanza (no con el significado peyorativo que se le atribuye ahora). No busque esos senderos. La ciencia huye de eso: busca claridad.
Alycie:
ResponderEliminarNada de lo que usted menciona implicó un cambio de paradigma fundamental. La mecánica cuántica funciona teniendo en cuenta la incertidumbre. No se a que se refiere con la inexactitud de las matemáticas. Lo mismo que las geometrías no euclidianas, la cuántica y el desarrollo de la teoría del caos, si bien cambiaron la forma de entender la naturaleza no implicaron cambios fundamentales o el estancamiento del conocimiento.
Por otro lado el postulado al que usted se refiere correctamente formulado es: cuantas paralelas se pueden trazar por un punto externo a una recta. Una sola en el caso de la geometría euclídea. Ninguna o infinitas en el caso de geometrías no euclídeas-
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Hector:
Justamente la teoría del caos (o dinámica no -lineal ) dice que NO es computable. NO se pueden conocer todos los estados futuros a partir de los actuales en muchos sistemas.
Pero eso no significa que pueda pasar cualquier cosa. Por ejemplo a corto tiempo se pueden computar con presicion las orbitas de asteroides. A mas largo tiempo se puede delimitar un volumen donde podrian estar sin poder ser específicos de donde estaran dentro de ese volumen espacial.
A mas largo plazo ya no se puede calcular donde estaran esos asteroides.
Todo dependiendo de lo caotico o no-lineal que sea el sistema en cuestión
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Apostata:
" no entiendo que otra cosas busca usted en esa narración arriesgada, incompleta y absolutamente mutable con que la teoría científica busca definir los infinitos azares de la naturaleza. "
Es interesante que esa narración " arriesgada, incompleta y absolutamente mutable" le permita escribir lo que escribió, que yo lo lea y leer esta respuesta. Todo basado en la narración "arriesgada, incompleta y absolutamente mutable" del electromagnetismo (disco duro, alimentacion eléctrica de su computador, su monitorr), de la mecánica cuántica (disco rígido, propiedades de los semiconductores, etc, etc.)
Espero que lo lea rápido ya que si llega a mutar la narración quizas su computador deje de funcionar, los transistores dentro de su computador dejen de obedecer las leyes del electromagnetismo ya que la propia ley mutará.
"Si me hablase usted del hecho práctico e incontrovertible de extirpar tumores o suspender pesadas aeronaves en el cielo, yo no podría hacer otra cosa que felicitar a sus colegas, por lo ajustados que resultan en general sus cálculos a propósito del objetivo definido"
Eso no nos concentremos en esos "pequeños detalles" verdad. Casualidades quizás??
Su postura se resume a : " No lo entiendo y lo que entiendo no me gusta, por lo tanto al diablo con todo"
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Aprieto el “enter”, y la red absorbe mi discurso en un prodigioso ejemplo de que estos científicos son gente de fiar. Sonrío pensando que a poco que se pongan acabarán entregándonos los infinitos secretos del Universo felizmente amordazado.
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Esa es SU idea. Usted es el que alguna vez deseó que los científicos le entreguen los secretos del universo ya.
No le parece que la comprensión del universo ha aumentado enormemente??? Y que se va revelando de a poco y parcialmente como es lo que nos rodea y como funciona??
Claro, la respuesta no está completa, no sabemos si podremos lograrla.
O acaso si un policía tarda más de cierto tiempo en resolver un crimen o aparecen hechos no explicado dentro del mismo, debemos dejar el crimen totalmente impune porque no tenemos la respuesta YA!????
Supongo que mientras usted vuela en avión o maneja su automóvil o escucha su IPOD o habla por su teléfono celular.
Mientras navega en internet y toma su antibiótico supone que todas son simples aciertos afortunados.
Y se concentra con gran placer en todos los fallos, cambios y todo lo que usted DESEA pero no se le da.
Kewois
Para nada Kewois.
ResponderEliminarLos sistemas caóticos son computables. De verdad.
De hecho el tiempo se calcula en superodenadores!!
Todavía no existe ningún fenómeno físico que no sea computable
Habrá que ver que pasa en la ciencia en eñ futuro...
Por supuesto Kewois cuando digo que todos los fenómenos físicos son computables me refiero a que idealmente pueden ser resueltos por una máquina Turing independientemente de que lo haga en un tiempo polinómico o no (tal vez a esto último querías hacer referencia respecto a la imposibilidad de calcular las órbitas de los asteroides)
ResponderEliminarPero es que eso pasa con innumerables problemas físicas desde una carambola de billar hasta la fuerza gravitatoria que ejerce el sol teniendo en cuenta a la luna.
En su libro ¿Dios juega a los dados?, Ian Stewart saca un ejemplo de dinámica caótica ¡con la calculadora! Con eso te lo digo todo.
Y la cuestión no es baladí porque está directamente relacionado con el hecho de si se ajusta o no las leyes del universo con nuestras potencialidades cognitivas
Estimado Iñaki:
ResponderEliminarNo desestime usted las virtudes del lenguaje “abigarrado”, hasta que no posea un eficiente y preciso lenguaje matemático desde el que formular el Universo. Porque al margen de las rigurosas ecuaciones y nomenclaturas químicas reservadas a resolver las aplicaciones estrictamente prácticas de la ciencia, toda la actividad autoreflexiva que ustedes aplican sobre el pensamiento científico, resulta de una verbosidad tan efectista e inverificable como la de la propia literatura. Los giros lógicos sobre los que sustentan sus hipótesis “metacientíficas”, responden a la misma esgrima dialéctica con la que se solventaría una discusión ideológica, social o religiosa. En sus presunciones teóricas sobre el conocimiento científico, no existe ni puede existir constatación estadística, ni apriorismo científico, ni ninguna otro signo incontestable de que lo que ustedes dicen sobre los límites y la calidad de nuestro conocimiento sea otra cosa que un largo y optimista poema, en el que la rima y el metro han sido substituidos por un interminable paralelismo de causas y consecuencias lógicas. Todas ellas expresadas en una escrupulosa y sintagmática sucesión de sujetos verbos y predicados.
No me pida a mí que elija entre la tiranía del pensamiento gramatical o el alarido narcisista, cuando mi elección resulta confesa y evidente, Sean ustedes los electores, y decidanse a terminar por siempre con la irrelevante y desmedida palabrería con la que gustan envolver el hecho científico. Decídanse, y déjense absorber por el silencio interpretativo de la observación pura, sin impregnarla con cualidades tan absolutamente antropomórficas. El Hombre, la Sociedad , la Historia, dios, el Universo, son representaciones míticas y legendarias que el Ser Humano a creado a partir de su entorno más inmediato, y que en modo alguno se corresponden con una realidad ajena a la de nuestra propia existencia. Analizarlas a golpe de hecho científico es de una ingenuidad francamente religiosa. Y en esta labor discursiva de indudable intención positivista, las ecuaciones, las formulaciones puras y las aplicaciones tecnológicas de nuestras diversas disciplinas científicas, asoman sólo como reliquias milagreras destinadas a corroborar el fervor de los creyentes. Lo demás, créame usted, es un residuo atávico de la vieja alquimia, transformado en una prestigiosa literatura de ficción.
Apostata:
ResponderEliminarMe desanima su verborrea, igual que me desanima un cuadro de Pollock, por el batiburrillo que me transmite.
Cómo me puede usted hablar de "reliquias milagreras" mientras está sentado delante de ese ordenador... ¿No es capaz de mirar a su alrededor? No estamos hablando de un santo momificado al que "dicen" que le crece la barba, ni de una virgen de madera que "dicen" que llora sangre. No. Hablamos de curiosidad: "cómo funciona esto", "qué es aquello", "qué desencadena esto otro". Hablamos de observación, de razonamiento, de lógica. Y, por supuesto, hablamos de aplicaciones y de resultados tangibles, palpables, objetivos verificables.
Piense usted lo que quiera. La próxima vez que vuele en avión dé las gracias si así lo desea a los "azares de la naturaleza", pero esa "caja de faraday", además de llevarle a su destino, impedirá que le parta un rayo. Y no será por casualidad.
Estimado señor Kewois
ResponderEliminarComo ya le dije al señor Fernández, me asombra que mientras la comunidad científica exige infinitas comprobaciones antes de aceptar la publicación de un resultado, por mínimo que sea, en cualquier disciplina de nuestro conocimiento, a ustedes les sobre y les baste con que la Internet funcione para inferir una larga cadena de felices inferencias sobre la ilimitada capacidad epistemológica del hombre: “funciona la Internete, ergo es cuestión de tiempo que acorralemos al Demiurgo en el último rincón del Universo”.
También le recuerdo que la posesión de un ordenador personal, o de una tarjeta electrónica de la seguridad social, no se basa exclusivamente en que estos objetos hayan sido inventados, si no en un sinfín de circunstancias sociales, económicas y políticas que facilitan nuestro acceso a la tecnología, así que, cuando vaya a rezar a Faraday, no olvide ponerle también una vela a Adam Smith, a Cristóbal Colón o a Eisenhower, según considere usted que el pensamiento, y los hechos de estos personajes hayan influido en su actual situación socio-economica.
Ya ve usted como el “azar” se interpone tan inopinadamente en nuestro camino, sin tener en cuenta la infinitesimal probabilidad científica de que entre miles de millones de estúpidos e invidentes espermazoides , ganasen durante miles de años aquellos que más nos cuadraban a usted y a mí para acabar manteniendo esta improbable conversación en la Internete (¡oh internete te adoramos!).
Le felicito por haber descartado la casualidad de su vida, y haber encajado su feliz existencia en el acolchado pesebre del “acierto” científico. Me alegro también de la inquebrantable fe que manifiesta en esa todopoderosa “policía científica”, que se anda ya tras la pista del criminal o criminales que perpetraron este infeliz Universo. Espero que el planeta aguante 100.000 años más de desafueros para que los supernietos de nuestra egregia raza alcancen un veredicto definitivo sobre nuestros eternos enigmas.
Mientras tanto, aunque a usted le parezca que ya vamos sabiendo un largo rato, el plazo diminuto de nuestra existencia seguirá transcurriendo como una sucesión de inexplicables segundos, emparedados entre esas dos extensiones infinitas que nos preceden y nos suceden respectivamente en el tiempo. Y para rellenar ese instante de ignorancia que denominamos vida, cada cual elegiremos a nuestro gusto un particular placebo: católicos, Positivistas, Mahometanos, Agnósticos, Biologicistas, Frikis o Maricones, cualquier cosa puede valer con tal de andar entretenidos.
“Así es, si así os parece”, nos dijo el clásico, y como contradecirle a usted que la instalación del alumbrado eléctrico y el hilo musical resultan un confortable avance respecto a los tanatorios de la Antigua Grecia, por más que la expresión de incomprensión y de dolor se haya mantenido intacta hasta nuestros días… ¡Ah, calle! ¡No! Qué ya se inventó el valium para estas cosas.
Pues se lo diré si quiere en Roman Paladino: yo no pongo duda la aplicación tecnología de nuestro conocimiento, que por otra parte resultó ser la más primitiva de sus funciones, lo que cuestiono es la retórica científica que trata de explicarse a sí misma como fuente reveladora más allá de su simple aplicación práctica. Detesto la presunción filosófica que se autoinviste de apreciación científica, cuando no es más que un juego vulgar de conjeturas bastante lejano al rigor metodológico que se le supone siempre a toda investigación científica. Un científico metido a filósofo es un diletante, como lo somos todos los que acudimos a la lógica o a la metafísica buscando encontrar las pautas de lo incomprensible. Sólo que el científico es en estos casos un hombre más “religioso”, porque se acerca provisto de una fe inquebrantable en que su rústica habilidad tecnológica le inspirará para resolver estos enigmas.
ResponderEliminarSi lo que opina usted de el mundo y de su propia existencia es lo que reflejan sus dos últimos comentarios, entonces me adscribo a lo dicho por Eugenio anteriormente:
ResponderEliminar"Lamento su situación personal".
Si no le parece indiscreción, me gustaría preguntarle: ¿en qué cree usted? ¿cree en algo? ¿cómo se define a sí mismo?
Estimado don Iñaki,
ResponderEliminarAgradezco su bienintencionada compasión, aunque sólo aceptaré la minúscula parte que me corresponde, el resto envíesela usted por medio de la prodigiosa Internete a los otros casi 7000 millones individuos que comparten conmigo su incierta condición de ser humano.
Respecto a desvelarle aquello en lo que creo, mire don Iñaki, ignoro como se formula química o matemáticamente el concepto “creencia” en esa formidable codificación del universo que ustedes llaman pensamiento científico, lo cierto es que atendiendo a sus humildes acepciones lexicográficas, dice la RAE que una creencia es un “firme asentimiento y conformidad con algo”, en cuyo caso le diré que es importante establecer primero el plano en que se decide dar algo por cierto.
Cómo supongo que no se refiere usted a mis creencias cotidianas (afectivas, económicas, profesionales…), sino a las metafísicas, inmutables y “trascendentes” (¡por Júpiter, como me rechina la palabreja!) le diré que sinceramente, y en vista de lo visto, no puedo permitirme ninguna. Ignoro el lugar que ocupamos usted y yo en los planes del Universo, aunque sospecho que es el nuestro un papel efímero y bastante secundario, y no acierto a imaginar como habría de prolongarse nuestra existencia más allá de nuestra escueta frontera biológica, cuando nuestras neuronas sirvan sólo de pasto para las amebas. No entiendo que cosa sea un Dios, así con mayúsculas, paseándose orgulloso y en batín por los confines de su creación. Ni si quiera se decirle que coño pueda ser un Ser Humano, si no es ese conjunto peculiarmente ordenadamente de materia orgánica, que hace coincidir sus anhelos y necesidades con los de la propia Naturaleza.
No lo se, don Iñaki, no se quien soy. Pero tampoco entiendo que tal afirmación le resulte impensable a un semejante. Usted y yo estamos fabricados en el mismo compuesto milenario y caduco de nuestros antepasados. Componemos un mismo callejón biológico, distinguido apenas por sendos fogonazos: el de su vida, y el de la mía, don Iñaki, dos manifestaciones imperceptibles de la química carbónica, gratuitamente combustionadas en un punto insignificante de la inmensidad espacio-tiempo. No se de que se admira don Iñaki, ni porque se conmisera de mis “problemas”, sólo porque a usted le continúan asombrando aún esos juguetes para niños grandes, que su apreciada ciencia, a pachas con la mercadotecnia, sigue colocando en nuestras manos a modo de placebo. ¿Cómo le han ayudado a usted a “definirse” la física y las matemáticas? ¿En qué lugar del Universo le ha colocado a usted el desarrollo de la Geología, de la Antropología, de la Medicina? ¿Cuántos misterios sobre su propia existencia le ha revelado a usted su infinita fe en la investigación científica?
Es curioso, este mamífero engreído que somos, que sin saber apenas nada de si mismo, se inventa los dioses y los universos, formula los designios secretos de la naturaleza, y hasta se enfrenta con sus iguales cuando no acatan esa infinita sabiduría de la que ellos mismos se sienten investidos. Religiosos, Patriotas, Revolucionarios, Moralistas, Hooligans, Enamorados, Positivistas… todos los hombres sostienen una causa verdadera que agitar sobre la irreverente ignorancia del prójimo. Le aseguro, don Iñaki, que si de algo anda sobrado el mundo, es de creyentes ensoberbecidos.
Qué quiere que le diga... Como declamación teatral está muy bien. De todas formas, no me ha contestado, porque todo el mundo tiene creencias. Incluso usted, sí; pues, para empezar, cree en todo eso que está diciendo.
ResponderEliminarEntonces, ¿a qué conclusión llegamos? ¿nos sentamos en una silla a pensar en lo insignificantes que somos? ¿Nos suicidamos?
Como está escribiendo en esta anotación, es que no ha llevado a cabo ninguna de las acciones anteriores. Y si no ha sido así, será porque disfruta de algo usted en la vida, ¿no? Porque como afronte todo con esa palabrería "negativista" (porque si Jesús es positivista, usted es un "negativista" impenitente), se van a morir de asco a su lado los que le rodeen. Y perdón por ser brusco, pero es que...
Estimado don Iñaki.
ResponderEliminar“De todas formas, no me ha contestado, porque todo el mundo tiene creencias. Incluso usted, sí; pues, para empezar, cree en todo eso que está diciendo.”
A mi modo de ver le he contestado: “no se nada”, ya ve usted que poco original, que aristotélico, que antiguo. Pero si el grado de convencimiento en las cosas que expresamos fuese la carta credencial para legitimar las ideas, el fanatismo de cada cual acabaría sustituyendo cualquier suerte de razonamiento. Yo expreso mis dudas, sobre la Ciencia, sobre dios, sobre el Hombre, y al expresarlas trato de salvaguardar el espacio diáfano, y a su manera de ver triste, de mis no-creencias, En el caso contrario, este espacio estrictamente individual se llenaría de los trastos inútiles y mendaces que la religión, la filosofía o cualquier otra manifestación de la angustia humana, suelen arrojar sobre el patio de nuestras conciencias.
”Entonces, ¿a qué conclusión llegamos? ¿nos sentamos en una silla a pensar en lo insignificantes que somos? ¿Nos suicidamos?”
Es usted quien parece expresar el deseo de alcanzar una “conclusión”, y los deseos son siempre un acto subjetivo del hombre, no una exigencia implícita en la Naturaleza. Por otra parte, nada garantiza la realización de un deseo, que en su caso es “la Conclusión”, y en el de otros es simplemente un mendrugo de pan. No universalice sus pretensiones, y consuélese, por que en su caso la insatisfacción del deseo implica sólo una llevadera ignorancia, mientras que en muchos de sus semejantes el resultado es el Hambre.
”Como está escribiendo en esta anotación, es que no ha llevado a cabo ninguna de las acciones anteriores. Y si no ha sido así, será porque disfruta de algo usted en la vida, ¿no? Porque como afronte todo con esa palabrería "negativista" (porque si Jesús es positivista, usted es un "negativista" impenitente), se van a morir de asco a su lado los que le rodeen. Y perdón por ser brusco, pero es que...”
Yo no se si disfruta más de la vida perseverando en el error o en el “negativismo”, aunque ambas cosas, me parecen sólo dos actitudes distintas ante un mismo fenómeno de ignorancia. Acaso se imagine usted que sólo es dado disfrutar del proceso vital si se llega conocer hasta el último de sus mecanismos, en cuyo caso, le aseguro que don Jesús, usted y yo, estamos bastante lejos de poder afrontar con optimismo el resto de nuestras vidas. Quizá se necesite conocer al dedillo el funcionamiento del sistema límbico, para entregarse felizmente a la coyunta, o sea imprescindible conocer la interminable sucesión de códigos binarios que se están sucediendo dentro de una computadora para pasar un buen rato al frente del ordenador, pero yo creo que eso es más bien una deformación profesional, fruto de su pasión desmedida por el hecho científico. Dudo que usted conozca en detalle los millones de procesos astrofísicos, geológicos, bioquímicos, históricos y familiares que han acabado deparado su feliz existencia. Si acaso se conformará con una hipótesis general (necesariamente narrativa y causal) sobre los procesos naturales, que quizá se acabe desmoronando con los descubrimientos científicos del próximo siglo, en cuyo caso, usted debería volverse un “infeliz” con carácter retroactivo.
No sólo le perdono la brusquedad, si no todas las valoraciones personales que usted deduce a partir de mi escepticismo, y que son en general una manera poco científica de prejuiciar la vida del prójimo. Le diría incluso, que es perfectamente literaria esa manera suya de diseñarme como un personaje arquetípico a partir de un puñado de párrafos en los que básicamente vengo a expresar mi falta de fe en la inspiración científica de la filosofía.
Por último, y siempre según usted, el suicidio ha de ser la consecuencia lógica de no alcanzar conclusiones. ¿Curioso no? Qué sea usted quien se plantee la necesidad de alcanzarlas, y luego me adjudique una solución tan drástica por no haber obtenido resultados en una empresa que ni siquiera me he propuesto.
Dijo Schopenhauer, que el suicida es un hombre que ama tanto la vida, que se plantea renunciar a ella por no desarrollarse en los términos que él hubiera deseado. En ese sentido, yo he aceptado que mi vida se desarrolla en los términos que “son”, y no en los que a mi me hubieran apetecido, y por tanto me alejo un tanto de ese perfil un tanto romántico del suicida. Es usted en sus afirmaciones, el que manifiesta esa proximidad al enunciado de Schopenhauer, como si él no poseer los medios de alcanzar esas benditas “Conclusiones”, fuese causa necesaria para apearse del viaje. Es usted quien ha de tener cuidad con esas cosas, don Mikel, porque si hay un momento de su vida en el que la Duda (así, con mayúsculas) se acerca a merodear por su cerebro, le acabará rondando también ese deseo de declarar impertinente el esfuerzo de seguir vivo.
No sabe nada, en cambio hace las interpretaciones que le viene en gana y lleva los conceptos al terreno que le interesa en cada momento. Sin embargo, creo que me ha entendido perfectamente lo que le quiero decir.
ResponderEliminarPara empezar, no tiene nada que ver el convencimiento con que uno exprese sus opiniones con el fanatismo. El fanatismo tiene más que ver con la cerrazón, con no querer escuchar las opiniones de los demás y no querer ejercer autocrítica. Se puede estar muy convencido de algo y no ser ningún fanático.
Yo no veo triste sus no-creencias. La tristeza la trasmiete usted a través de lo literario de sus comentarios. A lo mejor no es su intención, o a lo mejor lo estoy malinterpretando. No lo sé. Si es así, dígamelo. El ser humano es curioso por naturaleza, en mi opinión. Tal vez usted no, tal vez perdió ese gen por el camino. Que me diga que la religión es una manifestación de la angustia humana, bien; pero, ¿de verdad le parece la ciencia lo mismo? No me fastidie, hombre.
Las discusiones y las argumentaciones se llevan a cabo con el fin de alcanzar algún tipo de conclusión. Tienen esa meta (lo cual no quiere decir que se alcance siempre, o que nos rasguemos las vestiduras si no se alcanza), o por lo menos lo intentan; si no, ¿de qué sirven? Con "a qué conclusión llegamos" me refiero a esto que estamos debatiendo. No se lo lleve a un "sentido metafísico", por favor. Para no creer en la filosofía, parece usted querer escribir un ensayo filosófico constantemente.
Y no, no disfruto del "proceso vital" sabiendo como funciona todo al dedillo. No sé si no entiende, o no quiere entender. Se disfruta haciendo el camino: aprendiendo, satisfaciendo la curiosidad. Que, por otra parte, es un deseo igual que cuando te da hambre o tienes ganas de fornicar. Así que no, no es una pasión desmedida por lo que usted llama "hecho científico", sino por conocer. La religión, por ejemplo, supone constreñir ese deseo. Por lo tanto, no, no me volveré infeliz si mañana mismo me cambian los esquemas de lo que ya conozco. AL REVÉS, me satisfará en mayor medida.
Tiene razón cuando dice que mis valoraciones sobre usted son poco científicas y muy literarias. Por eso mismo le preguntaba, para cambiarlas, porque hasta el momento, todo lo que me ha ofrecido es bastante literario. Qué quiere que haga...
No estoy poniendo el suicidio como consecuencia lógica de nada. Intentaba hacerle ver la tristeza y la angustia que transmite (como le he dicho antes). Vuelve a hacer lo mismo. No sé si no me entiende o no me quiere entender, repito. O no me explico, que también es posible e incluso probable.
Constantemente me asaltan dudas, y la reacción es el de mitigarlas. Y en el camino, soy feliz. Para ello utilizo la ciencia porque me denomino un escéptico (no tan extremista como usted, obviamente) y creo que es el procedimiento que mejor se adapta a mis exigencias. De todas formas, yo no "creo" a pies juntillas en la ciencia y en todo lo que dicen los científicos. Yo creo en el método científico y CONFÍO en la ciencia. Creo firmemente en las cosas de las que poseo evidencias, pruebas; hasta que se demuestre lo contrario, claro está. En cuyo caso, no me supone ninguna tristeza. Todo lo contrario.
Y así soy feliz yo. ¿Es tan horrible? ¿Es tan difícil de entender?
Naturalmente que se puede estar muy convencido de algo sin ser un fanático. Pero para ello no sólo basta con que se le tolere al prójimo la libertad de desarrollar diferentes creencias, si no de desestimar por completo el hecho de tenerlas. De lo contrario, seríamos como aquellos musulmanes que respetaban a los judíos y a los cristianos, por ser “gentes del libro”, pero se ensañaban con los ateos por ser absolutamente descreídos.
ResponderEliminarYo lamento parecerle un hombre triste, aunque estará conmigo en que el verbo “parecer” no implica necesariamente una esencia en lo observado, si no cierto grado de interpretación subjetiva por parte del observador. Coincidimos en que el Ser Humano es curioso por naturaleza, y le aseguro que yo soy de los que no resiste la tentación de desarmar la tostadora, aunque se acabe jodiendo. Lo que no he sido capaz de transmitirle todavía, es que no estoy en contra de la curiosidad o de la ciencia, si no de la interpretación especulativa que se hace de esta a cuenta de aquella. El conocimiento vertical, ordenado, consecutivo, comprobado estadísticamente hasta la saciedad, es Ciencia, los saltos, las cabriolas, las hipótesis metafísicas arrancadas a partir de un lejano hecho científico, son a lo sumo un pariente lejano y desnutrido. Y en ese sentido, la Filosofía Científica es poco más o menos que un acto de desesperación, más ilustre si lo prefiere que el hecho religioso, pero igualmente desesperado.
Le entiendo, Mikel, y aunque no comparto su Fe científica, ni me dejo llevar siquiera por el asombro tecnológico, también encuentro cierto placer en conocer el funcionamiento de mi entorno. Lo que pasa es que a mí, de todos los sendas biológicas que don Jesús encuentra pausibles en el desarrollo natural, la que más me preocupa es la que “ha sido”, la que es, ese callejón oscuro en el que usted y yo nos encontramos al final de tanta expansión universal, tanta selección biológica y tanta especialización cultural. Y en ese callejón oscuro, en el que usted ve a un Hombre especialmente dotado para encender la luz del conocimiento, a través del desarrollo científico y la felicidad, yo veo un último eslabón de la cadena homínida, eternamente salvaje y aterrado. Soberbio, cruel con sus semejantes e imbécil hasta la saciedad. Un ser incapaz de hacer una proyección geométrica de sus actos, y que sólo se arrepiente de ellos cuando se ve estrellado sin remedio, o pendiente del vacío
Yo supongo que a usted esto le parece ciertamente deprimente, pero a mí me parece una visión mucho más “científica” y realista que la suya. Repase los datos de nuestra evolución genética, saque proyecciones sobre la extinción de los recursos naturales de nuestro hábitat, revise los repartos socio-económicos que se dan hoy en el mundo y compárelos con los que se han venido dando a lo largo de la Historia, analice las actuales prioridades de la investigación científica, y poniéndose en el mejor de los casos, imagínese que se realizan más pronto que tarde. Si después de analizar toda esta realidad sobre lo que sabemos “positivamente” que somos, sobre el lugar del que venimos, y sobre el lugar al que nos encaminamos, me dice usted que es optimista, y que la perspectiva es una Humanidad equilibrada y feliz que camina hacia el progreso tecnológico y científico, no me quedará más remedio que concluir que el hombre de letras es usted, y que sabe mantenerse muy bien al margen de toda evidencia científica.
¿Ve cómo podemos entendernos? Así, mejor. No sólo estamos llegando a alguna conclusión, sino que además hemos conseguido charlar y no escribir una novela.
ResponderEliminarYa me quedan más claras las cosas. No me parece usted triste. Lo parecían sus comentarios. Me alegra pensar que goza de su curiosidad intacta.
En cuanto a la Filosofía Científica, no me parece un acto de desesperación. Me parece necesario pensar sobre lo que hacemos, y sobre todo hablarlo, como estamos haciendo aquí. A veces se dan cabriolas y saltos arriesgados, es cierto, pero no menos que en otras ramas de la filosofía. ¿Qué son esos escritos de los grandes pensadores sino compendios llenos de cabriolas? Sin embargo, creo que se pueden sacar muchas cosas en claro de todos ellos (aunque sea que el autor en cuestión se había fumado un porro, ya es algo ;-) ).
En los dos últimos párrafos, usted mezcla también la política y la economía. Pensaba que durante los comentarios anteriores nos estábamos refiriendo estrictamente a aspectos de la ciencia. Pero si nos ponemos a mirar al mundo que nos rodea y a la sociedad y entramos en esos temas que propone, obviamente no puedo más que estar de acuerdo con usted.
Por cierto, es Iñaki, no Mikel. No se preocupe me pasa bastante.
Es el filósofo alemán Hans Blumenberg quien quizá más ha explotado la metáfora del libro como parte determinante de la imaginación de Occidente en La legibilidad del mundo. El mismo, por cierto, fundador de la metaforología: postura filosófica inscrita en la Begriffsgeschichte.
ResponderEliminarApreciado Apóstata:
ResponderEliminarpuedes estar seguro de que soy el primero (bueno, pongamos el vigésimo cuarto, que hay mucho adelantado en esto) en lamentar la retórica cientificista, o sea, tanto el uso de la ciencia como artimaña para ocultar otras oscuras intenciones, como el uso de las estrategias meramente "propagandísticas" dentro del discurso científico propiamente dicho, pasando por cualquier intento de convertir a la ciencia en una especie de "religión" o "ideología". Si algún aspecto de la entrada, o de otras partes del blog, te han hecho pensar que apruebo (expresa o tácitamente) tales cosas, te agradecería que me indicases cuáles, para aplicarme públicamente la penitencia debida.
Por otro lado, tus ¿críticas? me suenan un poco, lo confieso, a la perorata de los fundamentalistas islámicos contra la inmoralidad de los occidentales al rebajar la dignidad de "nuestras" mujeres permitiéndolas comportarse como prostitutas, etc., etc. Sencillamente, en ambos casos no puedo darme por aludido en absoluto: ni me parece que dejar que las mujeres accedan a cualquier puesto en la sociedad en igualdad de condiciones que los hombres, o se vistan como les dé la gana, es "rebajar su dignidad", ni me parece que la ciencia tenga como objetivo "descubrir la esencia del universo", "la verdad con mayúsculas", o cualquier otra cosa que vaya ni un milímetro más allá de conseguir meros logros "puramente pragmáticos"... con la salvedad de que ser capaz de descubrir cosas como que "cierto tipo de supernovas tienen tales y cuales propiedades, lo que da lugar a tales y cuales predicciones que... vaya, se cumplen", lo considero también un logro "puramente pragmático": uno que satisface por lo menos una necesidad para nosotros tan natural como el sexo: la pura curiosidad. La diferencia yo la establecería, primero, entre aquellos que aborrecen que la gente satisfaga su curiosidad (los DOGMÁTICOS), e intentan impedirlo, y aquellos que la fomentan; y luego, entre quienes se dan por contentos con cualquier cuentecillo bien contado y vestido que satisface su curiosidad (los CRÉDULOS), y aquellos, más insatisfechos (los ESCÉPTICOS), que hunden el dedo en la llaga y le dicen al que está contando el cuentecillo: "ya, pero si eso fuera verdad, entonces pasaría tal cosa... y mira, no pasa; así que, hay que buscar otro cuentecillo".
Creo que hay que ser DEMASIADO escéptico para negar que, a base de pergeñar cuentecillos y cuentecillos, cada vez, por fuerza, más alejados del sentido común, los humanos hemos conseguido inventar algunas historietas que explican y predicen de manera SORPRENDENTE el funcionamiento de algunos fenómenos; no de todos, por supuesto (no creo que nunca logremos eso... ni siquiera creo que sea posible formular con sentido qué sea eso de "averiguar la verdad sobre todo"), pero sí de bastantes, para como estábamos de explicaciones y predicciones así de buenas hace nada más que trescientos años.
A mi, Don Jesús, con Gil Calvo me pasa casi siempre lo mismo: que veo un título atractivo y un comienzo interesante y me pongo a leer el artículo, para antes de la mitad caer en la perplejidad y antes del final, si llego, en la irritación.
ResponderEliminarTotal, que eso es lo que pasa por hacer bueno aquel aforismo: "o se hace precisión, o se hace literatura". Gil Calvo hace literatura (él sí) cuando lo que toca es hacer precision. Lo cual tampoco contribuye a la buena fama de la literatura.
De todas formas vengo observando que para pasar por un intelectual serio de los que publican en El País o ABC, es imprescindible el ejercicio de deplorar, se trate de lo que se trate, esta sociedad y estos tiempos, con alguna variante del tema que incluya "deshumanización", "mecanicismo", "falta de valores" o el final de la civilización como la conocemos. Yo creo que ha llegado a ser una jaculatoria tan obligada que hasta en un artículo donde supuestamente se celebra el rescate de la ciencia de su metáfora-madrastra malvadamente lineal predomina el mismo tono obligatorio de humanista jeremíaco, con la realidad como amenaza y materia oscura, la decadencia de la galaxia Gutemberg, los vendavales de impotencia que nos barren y demás.
Resumen del artículo:
"Señores, no somos nada".
("Y si esto les parece una perogrullada, sepan que desde que yo me he enterado de que la realidad es compleja, aunque no me he coscado mucho de cómo ni por qué, somos menos todavia")
El problema es que usted, a pesar de todo, adora la metáfora incluso como forma deductiva. ¿Si no de qué tan delirante paralelismo entre el machismo musulmán y mi escepticismo sobre el papel de la ciencia en el discurso filosófico? La próxima vez decláreme directamente nazi o psicópata a cuenta de mi imperdonable delito de “no-creer”. Dice que odia la retórica cientificista, y en mi humilde opinión, en el presente artículo no ha hecho otra cosa. Ya que me lo pide, le indicaré sobre el terreno porque le considero a usted en este caso concreto (a lo largo de todo su blog sería un tema demasiado largo) un retórico y un hombre puramente de letras, alejado en todo de la inspiración científica que dice predicar.
ResponderEliminarEl texto se abre con un “ilumina-más bien oscurece”, que a mi modo de ver constituye un acierto de contraposición rotundamente literario, hasta el punto de que pocas líneas más abajo, se vuelve a repetir el esquema con idéntico éxito en un en delicioso “se basa-y no sólo se basa”. Ignoro si estás figuras literarias son fruto de la casualidad, o cumplen la misma función de reclamo estético con el que cualquier poeta, sacerdote o parapsicólogo trataría de reclamar la atención de su auditorio. De lo que estoy convencido es que en estos dos párrafos de introducción no hay una sola línea de formulación científica, si no una elaborada y literaria manera de expresar un simple “no me gusta”.
La entrada en harina ya es toda una declaración de intenciones, pues se abre con sendos y sonoros signos de admiración entre los que se encierran otras tantas ironías: “¡Ahí es nada! ¡Lo que da de sí una metáfora!”. Tras lo cual se sigue deslizando por el camino literario de la ironía, en una serie de frases que puestas en positivo constituyen en sí una sucesión de deducciones causales (¿Será también irónica esta manera de negar con un discurso causal la causalidad científica?): “Dado un conjunto de científicos ilustres, se dan a su vez un conjunto respectivo y diverso de estrategias metodológicas y heurísticas, ERGO, no pueden coincidir en un concepto narrativo de su actividad científica”. ¡Chupaté esa mandarina! Esta escueta máxima deductiva que se desprende entre tanta floritura, no sólo no contiene el más mínimo rigor científico, si no que desde el punto de vista estrictamente lógico-causal supone un falso entinema, del que usted nos ha escamoteado una premisa necesaria, absolutamente incómoda por su evidente incongruencia, como es la de que dos estrategias diferentes de abordar un problema científico, no puedan desembocar un idéntico resultado. Pero esto es igual, el “efecto literario” está creado, y para rematarlo, se refuerza con una nueva ironía, esta vez ad hominem: “Nótese que la imaginación de este gran intérprete de la ciencia nos ha llevado hasta el momento a dar dos saltos escalofriantes”.
Aquí le reconozco que en el análisis de lo que usted llama “Premisa” hace un pequeño giro, abandonando el temperamento literario, para arrojarse en manos de la exégesis histórica, que ignoro cuanto pueda tener de científica. Usted, a quien no le gusta nada la Biblia, viene manifestando desde el origen de su Blog una verdadera obsesión por ver la sombra de los evangelios hasta en el teorema de Bernoulli. Casi diría que su empeño se acerca más a un ejercicio de demolición religiosa que al entibado del edificio positivista. Naturalmente esta es una apreciación personal acuñada en las largas y deliciosas horas que me ha deparado este viaje a bordo del Otto Neurath, y cuya confirmación habría de ser por tanto contextual, sin que se puediera desprender aisladamente del presente texto. En cualquier caso, usted, querido Capitán, vuelve a utilizar la negación de “lo Legendario”, como base argumental. Lo que me hace pensar que le bastaría con leerse la Biblia del revés para acabar resolviendo de un plumazo todos los enigmas del Universo. Qué quiere que le diga, si la obsesión por apartarse del Dios judeo-cristiano constituye en si misma un argumento científico, las facultades de Física debería estar presididas por un crucifijo inverso.
Siguen en el desarrollo de la “primera consecuencia infundada”, una serie de paralelismos con “La Biblia”, “El Quijote” y la “lectura filológica” (¿?), a los que honestamente no encuentro la menor metodología científica.
Le extraeré de la “segunda consecuencia infundada”, un extracto que me parece enormemente significativo del escaso rigor metodológico con el que aborda su crítica del articulo de Gil Calvo:
“En este sentido, el bueno de Darwin parece estar pésimamente traído a colación, pues su gran descubrimiento fue, precisamente, el de que la historia de la naturaleza (en este caso, la de los seres vivos) no era una narración lineal en la que el ser humano fuese el protagonista, sino un jardin de millones de senderos que se bifurcan y, en general, acaban muriendo sin aportar ni un gramo de sentido narrativo al cosmos.”
Resulta curioso, porque no hay un discurso más narrativamente literario de la naturaleza que este expone usted sobre las teorías Darvinianas. Esta estructura me recuerda a los grandes novelones decimonónicos, al estilo de Guerra y Paz, Los Miserables o Fortunata y Jacinta, donde el lector se va encontrando en el planteamiento el sin fin de personajes que luego se irán desarrollando a lo largo de la novela en función de las circunstancias y de los acontecimientos que se van sucediendo. Personajes que sobreviven o mueren en sucesivas guerras, tragedias y desencuentros, o que evolucionan psicológicamente, maduran o sencillamente dan origen a una nueva generación de personajes con un destino igualmente incierto. Parece como si la historia de la naturaleza hubiese planteado el mismo juego narrativo, en el que sus personajes, esta vez representado por las distintas especies, se hubieran debatido en la misma historia lineal de una novela, resolviéndose a modificar sus hábitos, o a perecer en los sucesivos escenarios que “la autora” les iba proponiendo. La Historia Natural, que nuestro limitado sistema lógico sólo puede distribuir a lo largo del tiempo, se desarrolla en capítulos que tratamos de definir cada vez con mayor precisión, capítulos lineales, cuyo comienzo es siempre necesariamente el final del anterior, y cuyo final en la antesala del siguiente. Es una Historia sin interrupciones, donde, como no podría ser de otra manera, es sólo uno el camino que se elige en cada caso para su desarrollo, por más que en el limbo de “lo posible” se queden infinitas versiones que nunca se dieron. Cuando Victor Hugo se enfrentó al primer folio en blanco de Los Miserables, este no le exigió a priori el arrepentimiento de Jean Valjean, ni la muerte de Cosette, ni el nacimiento de Fantine, ni la derrota de Javert. Eso fueron sólo “posibilidades” que fueron elegidas en el transcurso de la novela, en una réplica idéntica del impecable discurso lineal y contingente con el que la Naturaleza va escogiendo el éxito y el fracaso de sus criaturas. Mal ejemplo el suyo, don Jesús, mal ejemplo.
Y aún me permito someter a su consideración una frase más de su literario talento: “Es sintomático que la mejor forma en que el sociólogo sea capaz de relatarnos el fin del paradigma de la ciencia como lectura de relatos, sea justo sometiéndose al mismo esquema narrativo”. Y con ella le digo que es sintomático que la mejor forma en que el pensador positivista sea capaz de negar el discurso narrativo de la Ciencia, sea emprendiendo un discurso eminentemente metafórico y literario.
Acaba usted entonando un hermoso canto a que las cosas son como son pero podrían haber sido de otra manera, en el que quizá podamos encajar que nuestro esquema de entender el funcionamiento de las cosas es absolutamente lineal y causal, pero que tal vez podría haber sido de otra manera. Podría no incluirse el signo de igualdad o equivalencia en mitad de una ecuación para esperar siempre una distribución de causa y consecuencia a ambos lado de su presencia. Podrían proliferar en nuestra gramática los verbos impersonales, aunque un fondo lógico nos incline siempre a pensar que las que “llueven” son siempre las nubes. Podríamos desordenar nuestro discurso, pensar in media res, colocar la respuesta antes de la pregunta… pero eso sólo serían trucos circenses y literarios, porque las estrictas reglas de nuestro sentido común exigirían siempre una reordenación narrativa del discurso, en el que los hechos y sus causas acabarían siempre ordenados en el tiempo.
Su estilo y su discurso son siempre divulgativos y literarios. Siempre se suceden en el tiempo con un ánimo más impecable en las formas que en el contenido. Sus textos son en sí una “metáfora” de sus pensamientos, de sus creencias, de sus hipótesis, de sus opiniones, adornados con los viejos e inevitables efectismos de la dialéctica, y aderezados con un salpicado disperso de dudosa lógica deductiva, con su inevitable equipaje de “causalidad” a las espaldas. Puede que usted se entretenga imaginando que bien pudiera no haber sido el Hombre que es, sometido a las mismas rigurosas normas linealmente biológicas que el resto de sus congéneres, pero lo cierto es que a la hora de expresar ese plausible deseo, se muestra tan teatralmente expresivo, y tan discursivamente retórico como el señor Gil Calvo, como yo, como la mismisima Biblia.
Apostata,
ResponderEliminarCualquier discurso para que sea comprensible, dada la flecha de nuestra conciencia, tendra que ser causal y, en la medida en que se quiera ser entendido fácilmente, lineal. Pero eso no implica que la ciencia despliegue una narrativa.
Precisamente la ciencia construye teorías o paradigmas de naturaleza tiempo reversibles que tratan de tener tanto carácter posdictivo como predictivo y para cuya explicación, divulgación o ilustración SÍ se ha de construir discursos narrativos.
Ahora bien, a día de hoy, no hay una metateoría que integre todas esas teorías o paradigmas y hay muchos, como parece que es el caso de Jesús a la luz de su último comentario, que no creen que pueda existir, luego no tiene sentido hablar siquiera de la Ciencia como un discurso narrativo.
Una recomendación. Prueba a leer las Poéticas de Joyce de Umberto Eco. Allí comprobarás como Finnegans Wake, al no seguir un trazado lineal y causal, puede precisamente explicar, o mejor dicho, ilustrar mejor que cualquier otro libro teorías como la relatividad.
Y es que el señor Gil Calvo parece que sólo ha leído la literatura del s.XIX y anteriores.
Three Quarks for Mr.Mark!!
Estimado Hector,
ResponderEliminarEs curioso, porque esa forma de iluminar al “lego” con un discurso lineal, causal y narrativo, sobre lo no-lineal, no-causal y no-narrativo del discurso científico, se me asemeja mucho a la manera antropomórfica y racional con la que la escolástica trataba de hacernos comprensible a un dios presuntamente inabarcable e incomprensible. Quizá el siguiente paso sea pasar a soneto las conclusiones científicas, para que los que no alcancen a comprender la estricta metodología científica que nos ha llevado a su formulación, puedan al menos disfrutarlas de una manera amena y didáctica. El problema es que la mayoría del pensamiento especulativo científico se convertiría en una larga sucesión de hermosos poemas divulgativos sin la menor formulación científica a sus espaldas, como de hecho así viene siendo en los últimos siglos.
La consecuencia es muy triste, pues parece la vieja máxima de Don Lope, de que hay que hablarle al vulgo en necio porque así lo demanda. Y respetando las leyes más elementales de la mercadotecnia, hay que hacer de la ciencia divulgativa un oficio de traducción a la linealidad narrativa y comercial requerida por el gran público. Eso sí, con un pie de página en el que se especifique que antes de ser remasticadas literariamente, aquellas tesis habían tenido un origen reversible, posdictivo, predictivo y pseudoabstracto. Vamos, como hacer versiones del Guernica para niños.
A mi modo de ver el asunto es algo más sencillo. La metodología científica aplicada originalmente para extraer conclusiones concretas sobre problemas concretos de la matemática, la física o la biología, llegó a adquirir tanto prestigio, merced a sus indudables avances, que ha pretendido ser exportada a todas y cada una de las disciplinas del conocimiento humano. Cosechando en mi opinión algunos fracasos tan aburridos como desmoralizadores en aquellos terrenos en el que el número de factores y circunstancias a computar resulta sencillamente aterrador. Paradójicamente la “metaciencia” o la autoreflexión que hace el hombre sobre sus propias estrategias y capacidades para afrontar el hecho científico, resulta ser una actividad puramente filosófica y humanística, en tanto en cuanto el sujeto del estudio es el hombre en sus distintas perspectivas, estrategias y capacidad para afrontar la ciencia, y no el hecho científico en sí, que en un sentido puro se reduce a la observación, deducción y comprobación de objetivos mucho más concretos y definidos.
Un científico deja de ejercer como tal en el momento que abandona sus métodos y sus actividades sobre objetivos concretos, para dedicarse a una amplia y difusa reflexión sobre el sentido general no sólo de estas actividades, si no de las de todos sus colegas habidos y por haber en la Historia de la humanidad. Esa, amigo Hector, es una actividad puramente filosófica, antropológica, historicista, deductiva, causal, estrictamente hipotética y del todo inverificable. Entretenida, si quiere, pero absolutamente narrativa, como lo es su posterior divulgación popular, cuando miles de autoreflexivos científicos (si es que en realidad lo han sido) se arrojan a los blogs y a las editoriales de turno para hacernos saber sus particulares versiones sobre el asunto.
Leéte bien mi comentario. Nada que ver con una humanización de lo incognoscible. La fórmula E=mcc es cognoscible. Pero al describir su incidencia en la nuestras vidas se usa un discurso narrativo. Y sin emabargo bien pudiéramos ilustrarlo de otro modo. V.gr: Finnegans Wake
ResponderEliminarPor ejemplo, Dennett llama en su teoría de la mente a la conciencia máquina memética Joyceana dando a entender que nuestra conciencia es como la voz interior de Molly ¡pero para que lo entiendes su libro es lineal, causal y narrativo! Tal vez tú lo necesites, te sientes ofendido de que traten de ser claros contigo y prefieras la oscuridad. En tal caso te recomiendo la obra de Virginia
En cuanto a las filosofías metacientíficas sólo pretenden establecer un criterio de demarcación entre lo que puede ser considerado conocimiento científico y lo que no.
No tienen carácter ontólogico, no establecen lo que es real y lo que no (hasta Dawkins admite que la tetera de Russell puede existir) y sobre todo no tienen carácter narrativo porque sólo establecen una criba en base al cumplimiento o no de unas reglas.
A lo que vamos tuerta, que se rifa un ojo. Vamos a ver, lo que quería decir nuestro querido Capitán es que las leyes de la naturaleza no son un discurso narrativo. Punto. El señor Gil Calvo pretende introducir la Teoría del Caos como si fuera algo "nuevo" en cuanto a que rompe con la "narrativa" de las teorías anteriores. ¡Pero es que no hay tal narrativa en esas teorías! Como bien dice Jesús, al final el mensaje que quiere transmitir no va muy desencaminado, porque la Teoría del Caos rompe, claro que sí, pero no en el sentido que pretende, que se deriva de que ha malinterpretado ciertas cosas.
ResponderEliminarLo que tiene un discurso narrativo INEVITABLE es la explicación que pueda dar un humano a otro de esas leyes y teorías. Porque el lenguaje nos condiciona, está claro. Lo dice muy bien Héctor: "La fórmula E=mcc es cognoscible. Pero al describir su incidencia en la nuestras vidas se usa un discurso narrativo. Y sin emabargo bien pudiéramos ilustrarlo de otro modo".
Así que no veo ningún inconveniente en que nuestro Capitán utilice metáforas, y todos los recursos del lenguaje que desee para transmitirnos lo que quiere decir. Se está volviendo una discusión absurda, porque el trasfondo de este post no iba por esos cauces. La esencia de este post se encuentra en el título.
¿Quiere más muestras de que esta conversación se está volviendo absurda? Le pondré un ejemplo rápido:
Usted, apostata, quejándose de un "delirante paralelismo": "¿Si no de qué tan delirante paralelismo entre el machismo musulmán y mi escepticismo sobre el papel de la ciencia en el discurso filosófico? La próxima vez decláreme directamente nazi".
Usted de nuevo, más tarde: "Es curioso, porque esa forma de iluminar al “lego” con un discurso lineal, causal y narrativo, sobre lo no-lineal, no-causal y no-narrativo del discurso científico, se me asemeja mucho a la manera antropomórfica y racional con la que la escolástica trataba de hacernos comprensible a un dios presuntamente inabarcable e incomprensible".
Señor Apostata: Manejar con eficacia y recursos la propia lengua no es una profesión (la de literato) o un estado del alma (ser de letras): es simplemente ser un hablante competente y tener las herramientas afiladas en el oficio de ser humano.
ResponderEliminarUsted parece creer que gran parte de la capacidad para comprender la ciencia consiste en escribir con torpeza. Yo creo que se debe esperar que escriba bien incluso del autor de un libro de matemáticas.
Escribir bien, por supuesto, no es hacer literatura en alguno de los malos sentidos de la palabra. Uno de ellos es al que yo me refería citando aquello de que "o se hace precisión o se hace literatura". El otro (mal) sentido es entender que "hacer literatura" es escribir farragosa y recargadamente. Creo que usted mismo debería hacer un esfuerzo para no caer en esta última confusión.
Yo creo que escribir bien es escribir con claridad y justeza. Y si se puede, con amenidad. Lo demás no es escribir bien, y si se hace lieteratura sin escribir bien, será mala. Como si se hace cualquier reflexión sin escribir bien, dificilmente alcanzará a explicarse el que la haga.
Hablando de otro punto de su comentario:
Una cosa completamente molesta de un montón de gente que tiene alguna clase de síndrome de Estocolmo con la religión (católica generalmente), es que se pasan la vida afeando a los demás que hablen, citen o recurran a metáforas, relatos o expresiones bíblicas o religiosas cuando no son fieles del rebaño.
Mire, majo: hablando por mi (pero podría hablar por la mayor parte de los españoles) me han educado, machacado, imbuido y macerado en una sociedad, una escuela, una cultura y entornos obsesiva y autoritariamente católicos.
He respirado liturgia y autoridad de la iglesia y me salen por los poros los tópicos eclesiásticos y la tradición.
¿Y resulta que yo me he buscado una obsesión? ¿De donde salen nuestras referencias culturales, y no porque las hayamos elegido?
Don Jesús dirá lo que le dé la gana, desde luego, no hablo por él, pero yo me doy por aludida, y por ofendida.
He adquirido el derecho, y pagado bien caro, de hablar todo lo que me salga y me dé la gana del evangelio, de la Iglesia y de cualquier tema conexo. Sin devocion y sin ninguna simpatía, desde luego, porque no se las debo y porque no quiero.
Si a la jerarquía eclesiastica o a los que son más papistas que el papa les molesta, que lo hubieran pensado antes de imponerme la educación que me impusieron y fabricar el entorno cultural que nos fabricaron (y a cuyo amparo siguen prosperando).
Y por último: la evolución biológica no tiene planteamiento, nudo y desenlace. No tiene intenciones. No fabrica objetos de arte. No hace, en ningun sentido, una narración.
Puede que Darwin hiciera, en cierto sentido, narrativa, al escribir el Origen: pero de ningún modo la historia que cuenta es la que usted dice. Cuenta, en cierto sentido, la historia de su propio descubrimiento (no la de la vida), y lo hace, creo yo, de esa forma, porque lo que tenía que decir era muy fuerte para su época, y lo va diciendo con mil cuidados y poquito a poco, como quien cuenta una historia escabrosa a su tía abuela, cuando ya no le queda más remedio, y casi a su pesar. Detalle a detalle, intentando convencer e implicar a su auditorio, para que no se le eche encima, encantandole con la historia.
Ciertamente, la historia de la vida es una historia, y ahora que la conocemos más o menos, se ajusta hasta cierto punto a una narración. Pero no es lineal, no tiene proposito, no tiene desenlace ni sentido, como tiene una novela. La evolución es precisamente el mejor paradigma de lo complejo como objeto científico, eso que parece haber descubierto ayer Gil Calvo, con lo que da la impresión de no haber entendido ni por el forro de qué va la evolución.
La cual es un proceso caótico todavía con más grados de libertad, más contingencia y más variables dinámicas que el tiempo metereológico. Y está bien claro desde hace mucho.
Querido Apóstata:
ResponderEliminarsuscribo todo lo que ha dicho Áloe, así que me ahorra una gran parte de mi respuesta. Aún así, insisto en que ERES TÚ el único que está aquí presuponiendo que las metáforas y las narraciones no deben entrar en la ciencia. ¡Claro que deben entrar! Son absolutamente esenciales: ¿de dónde saldrían los nuevos conceptos y las nuevas hipótesis, si no?
Dices además que mi "estilo y su discurso son siempre divulgativos y literarios. Siempre se suceden en el tiempo con un ánimo más impecable en las formas que en el contenido". Con lo primero estoy totalmente de acuerdo (igual que cuando dices que yo soy "un retórico y un hombre de letras": ¡a ver!, si soy filósofo, yo no HAGO ciencia (en el sentido más estrecho de la palabra), sino que intento COMPRENDER cómo es la ciencia). Pero lo segundo es rotundamente falso: mi "ánimo" es el de lanzar BUENOS ARGUMENTOS, es decir, argumentos que tengan estas tres propiedades:
1) que sean pertinentes
2) que sean correctos (o sea, que nos lleven, preferiblemente, a conclusiones verdaderas a partir de premisas verdaderas), y
3) que "enganchen".
No hay "argumentos de ciencias" y "argumentos de letras" como dos categorías esencialmente o transcendentalmente distintas. Hay argumentos buenos y argumentos malos (tanto en las "ciencias" como en las "humanidades", como en la política, como en el comercio, como en el amor). Y lo mismo pasa con las metáforas.
Por último, no he pretendido afirmar que el análisis literario de la ciencia sea una pérdida de tiempo; al contrario, me parece muy pertinente. Lo que decía en mi entrada es que el argumento de Gil Calvo EN PARTICULAR me parece muy malo.
(Por cierto, recomiendo echar un vistazo a mis artículos de los que doy el enlace abajo, para que no se me siga tachando de enemigo de la retórica y de la persuasión:
http://www.uned.es/dpto_log/jpzb/docs/2006%20SCIENCE%20AS%20A%20PERSUASION%20GAME.pdf
http://www.uned.es/dpto_log/jpzb/docs/2006%20RHETORIC,%20INDUCTION,%20AND%20FREE%20SPEECH%20DILEMMA.pdf
Estimado Héctor.
ResponderEliminarPuede que la formula E=mcc esté implícita en la naturaleza de una manera incomprensible para él hombre. Y que la realidad que nos rodea, la que no nos rodea y la que pudo haber sido y no fue, no se moleste en aplicarla de una manera lineal y narrativa, si no que simplemente la contenga, sea una con ella, o vaya usted a saber de que atemporal y extradimensional manera se relacione la “realidad” con sus innumerables formas de manifestarse, de ser, de querer ser, de poder haber sido, etcétera, etcétera, etcétera. Lo que le puedo asegurar es que no sólo la fórmula en sí, si no la forma de llegar a ella, la forma de aplicarla y la forma de entenderla por usted, por mí, por Einstein, y por cualquier otro mamífero de nuestra especie, es absolutamente causal, lineal, y metafórica, como lo es cualquier actividad intelectual que pueda llegar a imaginar un individuo de nuestra especie. Y ello es, seguramente, porque nuestro pensamiento es puro lenguaje, y nuestro lenguaje pura abstracción representativa, pura simbología combinativa, pura metáfora. De ahí que el salto a lo no-metafórico, se quede sencillamente en eso, en una negación de su contrario, que es la manera inversa de afirmar algo, es decir el mismo mecanismo lógico ejercido en sentido contrario. Dicho de otra manera, para negar algo se ha de haber concebido primero su existencia, por eso un principio de concepción metafórica se elabora a partir de un discurso metafórico, y una concepción no-metafórica… también. Si por el contrario, existiese una manera de colocar nuestra mente en “modo” no-metafórico, sería plausible definir en positivo las características de esa otra suerte de concepción científica, que algunos imaginan, estiman, desean, que podría llevarse mejor con el funcionamiento de la Naturaleza. Para que se defina en positivo, y no por negación, esta forma no-metafórica de entender el mundo, habremos de esperar no una evolución cultural, si no una mutación natural en nuestras circunvoluciones neuronales que nos permita relacionar y combinar de otra manera nuestras percepciones del mundo. Porque aunque exista en “lo Posible” un resultado evolutivo diferente para lo que hoy conocemos como Ser Humano, el rígido e inamovible punto de vista desde el que afrontamos la existencia de esa posibilidad es el que ha sido, el que es, con las limitaciones que ello conlleva.
Estimado amigo Iñaki.
Ya me disculpara por mi anterior error con su nombre. Lo de que “el lenguaje nos condiciona” es como decir que las piernas condicionan nuestro sistema locomotriz, en lugar de decir que sencillamente lo hacen posible. Yo más bien diría que el lenguaje, como representación imaginaria de lo existente (o lo percibido, si lo prefiere) nos permite articular el pensamiento, es en si mismo un equivalente del pensamiento, como lo es la ecuación E=mcc. La afirmación “El universo se expande” no es una expansión en sí del universo, es una representación mental de dicha posibilidad. Puede existir cierta tentación a calificar como lenguaje únicamente la representación fonética o gráfica, y la estructura formal de la frase, pero le aseguro que en cualquier forma en la que usted tratase de expresar la misma idea, existiría un sujeto conceptual, que es una representación metafórica de lo que usted entiende como Universo, y un verbo-predicado, que indicaría la actividad o la evolución que usted cree que esta llevando a cabo el Universo. El Lenguaje es el instrumento que hemos desarrollado a imagen y semejanza de nuestra estructura intelectiva, y yo le pediría que se fuese a buscar en las lenguas amazónicas o polinesias, o en los idiomas de otras culturas perdidas en el tiempo, un esquema gramatical diferente del de nuestras más modernas y avanzadas lenguas. ¿Acaso haya una parte del cerebro del Homo Sapiens Sapiens que lleva miles de años aletargada esperando a que se invente una forma de lenguaje “no condicionante”? Resulta curioso que subsanando un pequeño problema lexicográfico, usted pueda explicar en cualquier lengua de cualquier tiempo el concepto científico más avanzado del que dispongamos. Y ya se que alguien pensará que el “lenguaje científico” es diferente al resto de los lenguajes. Y yo le diré que no, que lo que resulta diferente es su notación, o el tiempo y el estudio que hay que dedicarle a aprenderlo, porque si prueba usted a leer en voz alta cualquier formulación matemática, física o química, estará usted expresándose de la misma manera lógica, causal y lineal con la que describiría cualquier suceso cotidiano, más difícilmente comprensible para quien desconozca el “léxico expecífico”, pero con un discurrir esencialmente idéntico.
La conversación, amigo Iñaki, se vuelve absurda porque el tema lo es en sí. Si estuviésemos planteando la validez o invalidez de una hipótesis científica, bastaría (y soy consciente de lo insignificante que parece aquí este término) con realizar las comprobaciones oportunas sobre los resultados. Pero como estamos hablando de “humo”, no hacemos más que divagar inútilmente. Toda la historia del pensamiento filosófico, histórico y antropológico es “humo”, y las reflexiones sobre la Ciencia, que no la Ciencia en si, guardan un poco de estas tres cosas. Lo opinable y conjeturable es siempre gaseoso y absurdo, sólo lo comprobable es sólido y pragmático, aunque a veces sólo se mantenga así por una temporada.
Estimado Aloe.
Ser “competente” es algo que viene definido por la consecución de objetivos concretos. La expresión oral o escrita no resulta “competente” en si misma por el mero hecho de ser aseada, elegante o efectista, salvo que se pretenda hacer simplemente literatura, si no porque alcance a definir el objetivo que se propone. Cuando se trata de alcanzar resultados concretos, como el de perfilar la perspectiva histórica o actual del pensamiento científico, la ironía y la lógica incompleta no suponen un acto de “competencia”, sino de desestimación sobre el objetivo propuesto. En ese sentido, expreso mi farragosa y recargada opinión de que el señor Capitán es un literato, que es una visión mucho más amable que la de declararle sencillamente un filósofo “incompetente”.
Respecto a sus “problemas” religiosos, yo los lamento tan profundamente como otros usuarios lamentaron anteriormente mis incredulidades. No sabe cuanto me entristece que se haya visto usted tan torturada por nuestra Santa y Puñetera Iglesia Católica, hasta el punto de que ha decidido invocar su nombre invariablemente, sea cual sea la cuestión que se esté dirimiendo. Usted dice que ha pagado con creces su derecho a declarar continuamente está obsesión, y no lo dudo, de la misma manera que no pongo en duda que en pleno mes de Agosto, alguien decida salir a la calle con una estola de visón por la que pagó a un alto precio. Ya entenderá que no puedo asimilar la actitud de exhibir a todas horas el anticlericalismo, sea cual sea la circunstancia, como una demostración de competencia científica, ni tan siquiera filosófica, si no más bien como esa inoportuna obsesión que usted confesa y don Jesús practica. Nunca es bueno razonar con las vísceras, aunque no le quito su efecto catártico.
No sabemos lo que la evolución sea en sí, si no lo que nosotros pensamos de ella. Sobre el terreno, las evidencias materiales y sus circunstancias se colocan en una larga línea temporal para ser analizadas. Y le aseguro que se le da una enorme importancia a que respeten escrupulosamente esa ordenación temporal. Luego lo que se estudia es esa línea temporal, sus procesos, sus cambios, las posibles causas ambientales y genéticas que los producen, hasta tratar de completar una línea sin discontinuidades hasta nuestros días. En ese mapa lineal, absolutamente narrativo, histórico si quiere, se tienen en cuenta cómo y porque se han sucedido los hechos que “han sido”, que son los únicos hechos sometibles a comprobación CI-EN-TI-FI-CA. El CI-EN-TI-FI-CO le entrega a usted, a mi, y al mundo entero, esa narración lineal de los hechos sucediéndose causalmente en el tiempo. Las valoraciones subjetivas que cada cual le pueda dar a esa secuencia ordenada de hechos ya no es ciencia, si no filosofía, religión o arte, todo depende del enfoque. Concebir que el resultado de lo realmente existente (o de lo observado, que desde nuestra perspectiva humana viene a ser lo mismo) es una manifestación de la voluntad divina, un entrañable cuento protagonizado por la Naturaleza, o una simple manifestación contingente de los infinitos universos paralelos, oblicuos o intemporales que pudieran haberse dado o de hecho se estén dando en este preciso no-momento, es una valoración personal del hecho científico, una conjetura incomprobable, una creencia, y como tal, una metáfora de la propia metáfora científica. Y es por ello que existen tantas versiones como individuos. Al contrario de lo que ocurre con el hecho científico puro, que es “universalmente” aceptado por todos. Y entrecomillo lo de universal, porque ya se sabe que el conocimiento está en perpetua evolución, pero es innegable que algunos hechos y principios científicos (conveniencias científicas, si lo prefiere) se aceptan en la práctica por la comunidad científica. Veasé el dichoso E=mcc, que por más que se zarandee, sigue prestado su impagable servicio a efectos pragmáticos.
En resumen, y para todos, tengo las sensaciones, de que ustedes andan ya glosando la forma de concebir el mundo que podríamos llegar a tener, en lugar de la que en realidad siempre hemos tenido. Consideran que con sólo desear el desarrollo de esa prometedora forma no-metafórica, no-lineal, no-lingüística, de entender el mundo, esta se acabará dando irremediablemente. No pueden aún practicarla, y de hecho consideran que todavía no pueden hacer otra cosa que ir a buscarla, y hablar de ella con las pesadas muletas del discurso dialéctico, causal y tradicional. Incluso quizá se imaginen que existen ya en el mundo grandes hombres que están llevando a cabo esta revolución, pero que se muestran aún incapaces de mostrarnosla sin acudir a la didáctica narrativa de lo metafórico. Yo sólo les puedo decir que la esperanza que se mantiene sobre algo inconcreto, indemostrable y anunciado por terceras personas que dicen hallarse en la posesión del secreto, tiene un nombre, y se llama FE. Y aunque el objeto de la FE sea la capacidad del hombre para dar culturalmente un salto evolutivo en su racionalidad, no deja de ser FE.
Apóstata ni el pensar humano, a pesar de los modernistas, se reduce a lenjuage (te remito a Pinker) ni el discurso científico escoge arbitrariamente las metáforas (como tú los llamas) sino que hay unas constricciones a nuestra mente. Te remito a este post:
ResponderEliminarhttp://www.revolucionnaturalista.com/2007/09/el-mito-del-mito-de-la-ciencia.html
E insisto, y no quieres o no puedes comprender, la fórmula Einsteniana así como cualquier otra fórmula científica es causal (porque como ya he dicho hasta el momento todo fenómeno físico es computable) ¡pero no lineal! ¡Métetelo en la cabeza! La física precisamente lo que desarrolla son teorías tiempo reversibles justo lo contrario de lo que es una narración lineal. Es al trasladarlo a un lenguaje cotidiano y al hacerlo entendible donde desarrollamos una narración.
Saludos
Apóstata:
ResponderEliminarfrancamente, no entiendo qué es lo que estás criticando de mi entrada, porque de tus últimos comentarios puedo suscribir el 90 por ciento (es más, casi todo son trivialidades).
Con lo que sigo sin coincidir son sobre todo dos cosas:
sobre la causalidad y la linealidad, una cosa es que nuestro lenguaje sólo nos permita ir poniendo las palabras de una en una, y otra que no podamos hacer ciertos trucos lingüísticos para saltarnos esta limitación ¡¡¡Y COMPRENDER ASÍ AQUELLOS FENÓMENOS QUE NO SON "CAUSALES" (p.ej., la desintegración radiactiva) NI "LINEALES" (p.ej., los fenómenos caóticos)!!! Es más, la misma idea de representación de un sistema físico, económico, o lo que sea, mediante un sistema de ecuaciones simultáneas es ya una forma de saltarse la linealidad.
2) Por favor, indíqueme alguna parte de mi entrada que desprenda "anticlericalismo" (en otras entradas ya lo hay abundantemente).
¿Qué significa eso de que la desintegración radiactiva no es causal? No será determinista pero SÍ causal. Aunque aún así seguirá siendo computable....
ResponderEliminarNo te pases, no hay nada que no tenga causa. Al menos hasta donde yo sé.
Héctor:
ResponderEliminarmea culpa, me refería a que no era determinista; la desintegración es "causal" en el sentido de que obedece una regularidad, punto. ¿En qué otro sentido podría ser? (Lo que nos lleva a percibir que la expresión "causalidad lineal" es una chorrada; lo único importante es que haya alguna FÓRMULA que describa el fenómeno, sea "lineal" o no)
Bueno, bien pensado todo depende de cómo definas la causalidad.
ResponderEliminarSi yo tiro una moneda al aire no va salir cualquier cosa sino cara o cruz de forma que si sale cara, a pesar del carácter probabilístico de que haya salido así, sí tiene, al menos para mi una causa, el haber tirado una moneda.
Al fin y al cabo que una moneda salga cara no puede suceder por cualquier razón que es lo que yo entiendo por falta de causalidad sino sólo si previamente se ha tirado la moneda. No sé si me explico...
Vaya se han solapado nuestros comentarios.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con lo que dices. Gracias por la aclaración.
Estimado don Héctor;
ResponderEliminar“Apóstata ni el pensar humano, a pesar de los modernistas, se reduce a lenjuage (te remito a Pinker) ni el discurso científico escoge arbitrariamente las metáforas.”
No, si se entiende por lenguaje únicamente su código. Es un mero problema lexicográfico, decidir si utiliza el término “lenguaje” únicamente para definir el aspecto formal del pensamiento, o si englobamos también el mecanismo que lo produce, y que obedece a una idéntica regla lógica, lineal y causal. Es como decidir si las “Matemáticas” son sólo sus nomenclaturas y notaciones, o incluyen el proceso lógico que subyace detrás de ellas, a sabiendas de que ambos conceptos constituyen respectivamente el aspecto formal y el abstracto de un mismo sistema, y que por lo tanto son indisolubles. No existe idea sin expresión lingüística, sea de esta en forma de ecuación, de texto gramatical, o de una sucesión mental de representaciones abstractas, que en última instancia no son otra cosa con un conjunto de símbolos/metáforas mentales de lo percibido.
Respecto a la no arbitrariedad del discurso científico, ha elegido usted una palabra ciertamente confusa. Si por arbitrario se refiere a “azaroso”, no entiendo muy bien como se compadece esto con sus versiones multilineales de los procesos Naturales, salvo que piense usted que el Hombre, sus sistemas de valores y sus capacidades son una excepción al margen de estos procesos. No siendo, como veo que no somos, hombres religiosos, hemos decidido que nuestro resultado, lo que somos y en la manera que lo somos, es sólo una versión contingente de las múltiples o infinitas formas en las que podían haber transcurrido estos procesos naturales. El pensamiento científico es por tanto una manifestación concreta de ciertas habilidades cogniscientes desarrolladas por la especie Homo Sapiens Sapiens al final de un larguísimo proceso de formación química, biológica y cultural de las especies. Decidir que nuestro discurso científico no es “arbitrario”, supondría una concepción determinista de la evolución, en la que esta no tendría más remedio que desembocar en ese producto “necesario” que somos, y que nos permite decidir nuestro discurso científico de una manera “no arbitraria”, es decir no condicionada a las capacidades, limitaciones y contextos que la propia Naturaleza nos ha dado. En esta versión posible del Universo que habitamos, no somos seres libres, que escogen libremente sus metáforas, ni de una manera necesariamente coincidente con el propio discurso Natural.
Si por arbitrario, se refiere usted a lo establecido por convención, no entiendo de que otra manera se podría desarrollar la actividad científica. Ignoro si Tarzán o Mowgly desarrollaron en su soledad selvática un concepto científico de su entorno, de lo que estoy convencido es que el nuestro, el de usted y el mío, son un producto social, y por tanto convencional de nuestra Historia. Ni usted, ni Hawkings piensan aisladamente, si no apoyados en milenarias convenciones lingüísticas, conceptuales o metodológicas. Su pensamiento actual es el resultado de un sinfín de prejuicios y convenciones históricas, no un hecho puro y espontáneo surgido intemporalmente en mitad del universo. La capacidad de éxito que tienen una hipótesis científica depende de los datos y los sistemas en que se basa, y tanto los unos como los otros son puramente convencionales. La mitológica cantinela del libre albedrío, depende en última instancia del número de elecciónes posibles. Y las nuestras, amigo Hector, están terriblemente limitadas por el discurso biológico y cultural del que procedemos.
Estimado don Jesús:
Usted me halaga, la trivialidad es sin duda el grado máximo de la certeza colectiva. Y hasta me arriesgo a proponer que hagamos de la trivialidad el punto de apoyo de nuestro sistema lógico, en lugar de cedérselo a la difusa conjetura filosófica. ¡Trucos lingüísticos! dice, ya apareció el peine. Tanto denostar la equivalencia lenguaje-pensamiento, y ahora resulta que hay que hacer trampas con aquel para medrar en este. Puede que los noúmenos no sean lineales, pero le aseguro que los fenómenos, en tanto que percepciones humanas, lo son definitivamente. Pídale a Dios una ciencia noúmenica, esencial, no lineal, no narrativa, no metafórica y no lingüística, porque hasta la fecha, la nuestra, la realizada por el hombre, es fenomenológica, subjetiva, causal, temporal, simbólica y gramatical, como nuestro propio sistema cognitivo.
Me vuelvo a la trivialidad metafórica. Recuerdo como en mi infancia nos bombardeaban con aquel anuncio de “ponga un Vanguard en su vida”, en él se sucedían un conjunto de presuntas imágenes en color, fondos marinos, playas, bosques, singulares jardines, que el locutor juraba que a través de una Vanguard eran poco menos que reales. Yo lo observaba atónito imaginándome lo hermoso que debería de ser todo aquello, pero lo cierto es que yo veía aquel anuncio en una Marconi en blanco y negro, de esas que cuando las apagabas se quedaba durante minutos un punto de luz hipnotizante en el centro de la pantalla. De modo que para mí, y para la mayoría de los españolitos que veíamos el mundo a través una Marconi o similar, el color de aquel anuncio, era como el valor en la mili, que no se ve pero se le supone, y aún así era ciertamente hermoso imaginarlo. Sus “trucos lingüísticos” son como la voz en off de aquel anuncio, anunciando el noumeno intemporal del Universo a traves de una emisora milenariamente fenomenológica y temporal. La Vanguard llegó, don Jesús, y hasta las vecinas se nos subían a casa para ver las maravillas submarinas del profesor Cousteau. El problema es que en este caso, NOSOTROS somos la Marconi, y la única solución para que emitamos “en color”, es que se nos substituya.
Respecto al asunto religioso, fue Aloe quien me hizo extenderme un poco más en el tema del anticlericalismo, el anticatolicismo, o llámenlo como ustedes prefieran, que para eso es suyo (y lo pagaron). En la parte concreta en la que yo había hablado anteriormente de él, se refería al siguiente apartado de su crítica sobre el artículo de Gil Calvo: “Hemos visto que esto es un non sequitur: de hecho, la metáfora indica que la naturaleza debe ser "leída" en el sentido que estudiada (como hacían los teólogos con la Biblia)”. Ya le reconocí que hay que haberle leído antes a usted (como “homo-lineal”, determinado por sus antecedentes reales y no por los posibles) para entender que en este “como hacían los teólogos con la Biblia”, se contiene una negación del argumento metafórico basado en su propia aversión por el hecho interpretativo religioso. Lamento hacer una interpretación contextual de sus palabras, pero es que me parece la única coherente. En el supuesto caso de que yo desconociese por completo su “pasión evangélica”, podría estar tentado de pensar que usted indica la similitud bíblica del argumento metafórico como una feliz coincidencia, pero no es así ¿verdad? Usted establece deliberadamente este paralelismo entre la visión de Gil Calvo y la perspectiva teológica como un hecho peyorativo, sin tener en cuenta que el propio Gil Calvo ya reconoce en su primera parte del artículo esta coincidencia Histórica entre ambos conceptos. Quizá porque quienes escribieron y quienes interpretaron la Biblia estaban tan humanamente determinados por su capacidad discursiva estructural, como Darwin, como usted o como yo.
A ambos;
Es curioso que definan ustedes la multiplicidad de respuestas posibles ante un hecho dado, como un potencial natural y no como una incapacidad humana para predecir el resultado del hecho. Cuando dos gotas de agua del mismo tamaño y dimensión escurren por un cristal idéntico describiendo trayectorias distintas, no están presentando dos resultados distintos de un mismo fenómeno, si no dos resultados invariables ante dos eunómenos diversos. El problema está en que ustedes no pueden computar el factor o factores imperceptibles a la observación humana que han permitido que ambos contextos sean ligeramente distintos, ya desde su orígen, y que por tanto han ido forzando sucesivamente respuestas cada vez más diversificadas en ambos fenómenos. Ustedes llaman plano no-lineal al contexto circunstancial que ha permitido que un hecho suceda en el tiempo de una manera y no de otra, sin tener en cuenta que ese contexto tiene su propia linealidad con otros adyacentes en el espacio y en el tiempo. Ese contexto es un resultado lineal, y los otros, los que no han sido, también lo serían, de no haber resultado físicamente imposibles por una interminable sucesión de circunstancias que a ustedes y a mí se nos escapan.
Si a usted le financiaran adecuadamente el estudio de su “lanzamiento de moneda”, y tuviera una vida lo suficientemente larga, acabaría presentando un principio determinista sobre dicho lanzamiento, en el que una larguísima retahíla de circunstancias basadas en el peso, la trayectoria del pulgar, el impulso ejercido, las condiciones ambientales, etcétera, etcétera, etcétera, terminarían dando un resultado invariable. La multiplicidad del hecho Natural es una conjetura basada en nuestra limitada computación de sus factores, y no basada en la esencia de la propia Naturaleza, cuyos designios, si los tiene, desconocemos por completo.
Un saludo
PD.: Imprimí su artículo, don Héctor, y lo leeré detenidamente esta tarde.
Bueno ahora no tengo tiempo para responder pero sí quería hacer una aclaración cuando dices Imprimí su artículo, don Héctor
ResponderEliminarentiendo que te refieres al artículo que te linké ¡pero no pienses que lo escribí yo!
Creo que la segunda parte de tu objeción queda respondida en ese post
QUERIDO APÓSTATA: VOY INTERCALANDO MIS COMENTARIOS EN MAYÚSCULAS.
ResponderEliminarUsted me halaga, la trivialidad es sin duda el grado máximo de la certeza colectiva. Y hasta me arriesgo a proponer que hagamos de la trivialidad el punto de apoyo de nuestro sistema lógico, en lugar de cedérselo a la difusa conjetura filosófica.
OK
¡Trucos lingüísticos! dice, ya apareció el peine. ???
Tanto denostar la equivalencia lenguaje-pensamiento,
YO NO LA DENUESTO, ME PARECE MUY SENSATA; LO ÚNICO QUE AÑADIRÍA ES QUE EL LENGUAJE -COMO MECANISMO QUE PERMITE LA COMUNICACIÓN: EN EL QUE PONEMOS PALABRA TRAS PALABRA- ES UN SISTEMA COGNITIVO QUE NO ES CAPAZ DE REPRESENTAR (SALVO CON "TRUCOS") TODAS AQUELLAS COSAS QUE PUEDEN HACER EL RESTO DE NUESTROS SISTEMA COGNITIVOS "SUPERIORES" (O SEA, SOMOS CAPACES DE DARNOS CUENTA DE MUCHAS COSAS QUE NO SOMOS CAPACES DE DECIR; UN SIMPLE EJEMPLO: YO PERCIBO CIERTAS RELACIONES ENTRE VARIOS SONIDOS, QUE NO PUEDO EXPLICAR CON PALABRAS... ¡HASTA QUE APRENDO ARMONÍA EN EL CONSERVATORIO!... ¡O HASTA QUE ALGUIEN FORMULA POR PRIMERA VEZ ESAS RELACIONES ARMÓNICAS!... LUEGO PENSAMIENTO Y LENGUAJE NO COINCIDEN EXACTAMENTE, AUNQUE SE RETROALIMENTEN)
y ahora resulta que hay que hacer trampas con aquel para medrar en este.
¡EFECTIVAMENTE! SOMOS ASÍ DE LISTOS.
Puede que los noúmenos no sean lineales, pero le aseguro que los fenómenos, en tanto que percepciones humanas, lo son definitivamente.
CREO QUE CADA VEZ ENTIENDO MENOS LO QUE QUIERES DECIR CON "LINEAL": ¿QUE SIGUE UN ORDEN TEMPORAL, EN EL SENTIDO DE QUE PRIMERO VA UNA COSA Y LUEGO OTRA, Y LUEGO OTRA, ETC.? SI ES ESO, ENTONCES EL HECHO DE QUE SOBRE UN CUERPO SE EJERZAN DOS FUERZAS SIMULTÁNEAMENTE, ES JUSTO UN CONTRAEJEMPLO DE LA TESIS DE QUE "TODO LO FENOMÉNICO ES LINEAL".
Pídale a Dios una ciencia noúmenica, esencial ?????
, no lineal,
PUES UN SISTEMA DE ECUACIONES SIMULTÁNEAS
no narrativa,
IDEM
no metafórica
ESO SÍ QUE NO SE LO PIDO: TODO ES METAFÓRICO
y no lingüística,
TAMPOCO SE LO PIDO: LA CIENCIA HAY QUE PONERLA EN PALABRAS. PERO CUANDO AVERIGUAMOS UNA COSA QUE LOS CONCEPTOS QUE TENEMOS NO SON CAPACES DE EXPRESAR, ES EL LENGUAJE EL QUE TERMINA MODIFICÁNDOSE PARA GENERAR NUEVAS CAPACIDADES DE EXPRESIÓN (P.EJ., LOS NÚMEROS IRRACIONALES, A PARTIR DE LOS RACIONALES)
porque hasta la fecha, la nuestra, la realizada por el hombre, es fenomenológica,
(¿= EMPÍRICA? SI ES ASÍ, OK)
subjetiva,
¿QUIERES DECIR QUE ES IGUAL DE SUBJETIVA QUE LAS PREFERENCIAS SOBRE UNOS SABORES U OTROS? NO TE OBSESIONES CON LA DIFERENCIA ENTRE "OBJETIVO" Y "SUBJETIVO": TODO ES SUBJETIVO, PERO ALGUNAS COSAS SON MENOS SUBJETIVAS QUE OTRAS.
causal,
¿Y ESO QUÉ ES?
temporal,
IDEM
simbólica
¡PUES CLARO!
y gramatical,
¡NOS HA JODÍO! NO VA A SER AGRAMATICAL.
como nuestro propio sistema cognitivo.
Me vuelvo a la trivialidad metafórica. Recuerdo como en mi infancia nos bombardeaban con aquel anuncio de “ponga un Vanguard en su vida”, en él se sucedían un conjunto de presuntas imágenes en color, fondos marinos, playas, bosques, singulares jardines, que el locutor juraba que a través de una Vanguard eran poco menos que reales. Yo lo observaba atónito imaginándome lo hermoso que debería de ser todo aquello, pero lo cierto es que yo veía aquel anuncio en una Marconi en blanco y negro, de esas que cuando las apagabas se quedaba durante minutos un punto de luz hipnotizante en el centro de la pantalla. De modo que para mí, y para la mayoría de los españolitos que veíamos el mundo a través una Marconi o similar, el color de aquel anuncio, era como el valor en la mili, que no se ve pero se le supone, y aún así era ciertamente hermoso imaginarlo. Sus “trucos lingüísticos” son como la voz en off de aquel anuncio, anunciando el noumeno intemporal del Universo a traves de una emisora milenariamente fenomenológica y temporal.
¡DE NINGUNA MANERA! YO NO DIGO QUE CON LOS "TRUCOS" SEAMOS CAPACES DE "TRASCENDER LO FENOMÉNICO Y CAPTAR LA ESENCIA", O ALGO ASÍ. ESO TE LO ESTÁS INVENTANTO TÚ. LO QUE YO DIGO ES QUE, PARA ENTENDER CIERTOS FENÓMENOS QUE NUESTRO SISTEMA CONCEPTUAL Y LINGÜÍSTICO NO NOS PERMITE EXPRESAR NI COMPRENDER, HACEMOS "TRUCOS" QUE, SIMPLEMENTE, INCREMENTAN LA CAPACIDAD EXPRESIVA Y DEDUCTIVA DE ESE SISTEMA.
UN EJEMPLO: GRACIAS AL "INVENTO" DEL CÁLCULO DIFERENCIAL, PODEMOS RESOLVER PROBLEMAS DE FÍSICA QUE NO PODRÍAMOS SI NO TUVIÉRAMOS EL CONCEPTO DE DERIVADA. PERO ESO NO QUIERE DECIR QUE ESE PROBLEMA DE FÍSICA TRATE SOBRE "NOÚMENOS".
La Vanguard llegó, don Jesús, y hasta las vecinas se nos subían a casa para ver las maravillas submarinas del profesor Cousteau. El problema es que en este caso, NOSOTROS somos la Marconi, y la única solución para que emitamos “en color”, es que se nos substituya.
TAMBIÉN DECÍAN LOS ANTIGUOS QUE EL HOMBRE NO PODÍA VOLAR. NUESTRO SISTEMA COGNITIVO Y LINGÜÍSTICO NO ESTÁ DADO DE UNA VEZ POR TODAS: EVOLUCIONA CULTURALMENTE, Y AHORA SOMOS CAPACES DE RESOLVER ECUACIONES DIFERENCIALES, MIENTRAS QUE LOS BABILONIOS NO SABÍAN. NO HAY EN ESTO NINGÚN RASTRO DE "TRASCENDENCIA". TODO QUEDA EN EL "MUNDO DE LOS FENÓMENOS".
Respecto al asunto religioso, fue Aloe quien me hizo extenderme un poco más en el tema del anticlericalismo, el anticatolicismo, o llámenlo como ustedes prefieran, que para eso es suyo (y lo pagaron). En la parte concreta en la que yo había hablado anteriormente de él, se refería al siguiente apartado de su crítica sobre el artículo de Gil Calvo: “Hemos visto que esto es un non sequitur: de hecho, la metáfora indica que la naturaleza debe ser "leída" en el sentido que estudiada (como hacían los teólogos con la Biblia)”.
¿Y DIGO AHÍ QUE ESTÁ MAL LO QUE HACÍAN LOS TEÓLOGOS? ¿O IMITARLOS EN ESE ASPECTO?
Ya le reconocí que hay que haberle leído antes a usted (como “homo-lineal”, determinado por sus antecedentes reales y no por los posibles) para entender que en este “como hacían los teólogos con la Biblia”, se contiene una negación del argumento metafórico
¿CUÁL?
basado en su propia aversión por el hecho interpretativo religioso.
NO, Y MIL VECES NO: LO QUE YO DIGO EN LA ENTRADA ES SIMPLEMENTE QUE LO QUE HACÍAN LOS CIENTÍFICOS CUANDO DECÍAN QUE "ELLOS LEÍAN EL LIBRO DE LA NATURALEZA" NO ES LO QUE GIL CALVO DICE (LEER UNA NARRACIÓN), SINO UNA EXÉGESIS, COMO LA QUE HACÍAN LOS TEÓLOGOS CON LA BIBLIA (Y SIN ABSOLUTAMENTE NINGÚN SENTIDO PEYÓRATIVO EN EL CONCEPTO DE "EXEGESIS").
Lamento hacer una interpretación contextual de sus palabras, pero es que me parece la única coherente.
PUES AHÍ ACABO DE DAR LA CORRECTA.
En el supuesto caso de que yo desconociese por completo su “pasión evangélica”, podría estar tentado de pensar que usted indica la similitud bíblica del argumento metafórico como una feliz coincidencia, pero no es así ¿verdad? Usted establece deliberadamente este paralelismo entre la visión de Gil Calvo y la perspectiva teológica como un hecho peyorativo
EN ABSOLUTO: SIMPLEMENTE COMO UNA CUESTIÓN HISTÓRICA.
, sin tener en cuenta que el propio Gil Calvo ya reconoce en su primera parte del artículo esta coincidencia Histórica entre ambos conceptos. Quizá porque quienes escribieron y quienes interpretaron la Biblia estaban tan humanamente determinados por su capacidad discursiva estructural, como Darwin, como usted o como yo.
NO VEO QUE ESTO TENGA NADA QUE VER CON EL PUNTO QUE ACABO DE EXPLICAR. ¡CLARO QUE LOS EXÉGETAS (Y LOS CIENTÍFICOS, Y LOS FILÓSOFOS DE LA CIENCIA) SON HUMANOS!
A ambos;
Es curioso que definan ustedes la multiplicidad de respuestas posibles ante un hecho dado, como un potencial natural y no como una incapacidad humana para predecir el resultado del hecho.
UNA COSA NO ES INCOMPATIBLE CON LA OTRA. YO, DE TODAS FORMAS, NO ME HE METIDO EN ESTA DISCUSIÓN.
Cuando dos gotas de agua del mismo tamaño y dimensión escurren por un cristal idéntico
¿IDÉNTICO EN QUÉ NIVEL DE DESCRIPCIÓN? ¿ELECTRÓN POR ELECTRÓN? ¿Y LA GOTA CAE EXACTAMENTE DESDE EL MISMO SITIO? POR EL MISMO PRINCIPIO DE INCERTIDUMBRE DE HEISENBERG, ESO ES IMPOSIBLE AL NIVEL SUBATÓMICO.
describiendo trayectorias distintas, no están presentando dos resultados distintos de un mismo fenómeno, si no dos resultados invariables ante dos eunómenos diversos.
??????
El problema está en que ustedes no pueden computar el factor o factores imperceptibles a la observación humana que han permitido que ambos contextos sean ligeramente distintos, ya desde su orígen, y que por tanto han ido forzando sucesivamente respuestas cada vez más diversificadas en ambos fenómenos.
NO SÉ DE QUÉ VA LO QUE ESTÁS DICIENDO.
Ustedes llaman plano no-lineal
YO NO HE LLAMADO "PLANO NO-LINEAL" A NADA. DE HECHO, NO SÉ LO QUE SIGNIFICA ESO (AQUÍ EL LENGUAJE VA MUCHO MÁS POR DELANTE QUE MI PENSAMIENTO, SE CONOCE).
al contexto circunstancial que ha permitido que un hecho suceda en el tiempo de una manera y no de otra, sin tener en cuenta que ese contexto tiene su propia linealidad con otros adyacentes
SI TE REFIERES A LA SIMULTANEIDAD, ESO ES JUSTO LO CONTRARIO DE LA "LINEALIDAD": ¿VAN LAS COSAS UNA DETRÁS DE OTRA, O TAMBIÉN PUEDEN DARSE VARIAS A LA VEZ?
en el espacio y en el tiempo. Ese contexto es un resultado lineal, y los otros, los que no han sido, también lo serían, de no haber resultado físicamente imposibles por una interminable sucesión de circunstancias que a ustedes y a mí se nos escapan.
¿Y QUÉ? REALMENTE NO ENTIENDO TU ARGUMENTO (BUENO, SOSPECHO QUE NO TIENE NADA QUE ENTENDER, CUANDO SE LO INTENTARA EXPRESAR DE MANERA MÁS CLARA)
Si a usted le financiaran adecuadamente el estudio de su “lanzamiento de moneda”, y tuviera una vida lo suficientemente larga, acabaría presentando un principio determinista sobre dicho lanzamiento, en el que una larguísima retahíla de circunstancias basadas en el peso, la trayectoria del pulgar, el impulso ejercido, las condiciones ambientales, etcétera, etcétera, etcétera, terminarían dando un resultado invariable.
NO, DE NUEVO POR EL PRINCIPIO DE INDETERMINACIÓN DE HEISENBERG.
La multiplicidad del hecho Natural es una conjetura basada en nuestra limitada computación de sus factores, y no basada en la esencia de la propia Naturaleza, cuyos designios, si los tiene,
ESTO SÍ QUE ES LENGUAJE TEOLÓGICO EN EL MAL SENTIDO
desconocemos por completo.
Señor Apostata: ... Y vuelta la mula al trigo. Verá, señor, no existe tal obsesión. Eso es lo que quería decirle antes, pero veo que no lo quiere entender. Es completamente normal tratar con los elementos bíblicos o católicos de nuestra tradición cultural como con todos los demás. Lo que no es normal, y sí peculiar y digno de reflexión (y algo obsesivo) es esa manía de reprochar a otros que se conduzcan de esa manera, que es absolutamente normal y razonable. Reproche que no se dirige a los que son creyentes, sino sólo a los que se supone o sabe descreídos.
ResponderEliminar¿Por qué lo critica y por que lo considera equivocadamente como obsesión? ¿Y por qué es tan frecuente encontrar gente que hace lo mismo?
Cuando lo hacen creyentes, pienso que es por un sentido patrimonialista de los temas religiosos como si fueran de su propiedad, y porque les molesta que todo el mundo no trate esas cosas con la reverencia que consideran obligada. Cuando lo hace alguien que dice que no es católico (o que no es cristiano) la cosa es más misteriosa, pero yo imagino que es un tipo de síndrome de Estocolmo o sus propios problemas de fe sin resolver, que hacen que reaccione con el mismo sentimiento de propietario usurpado y de exigencia de la "debida" reverencia acrítica al tocar cualquier asunto más o menos cristiano.
De ahí mi argumento anterior: mire, no soy un invitado en casa ajena que se está portando con grosería al tratar sin miramiento a los dueños. Estoy en mi casa, igual que los creyentes, y tengo el mismo derecho a cambiar los cuadros de sitio que ellos.
De modo que ahórrese la compasión hacia mi (al fin y al cabo, yo no tengo que lamentarme de su maltrato, sino alegrarme, porque he ganado) y quizá vuélvala hacía sí mismo, que reacciona con la misma piel delicada que los creyentes más obedientes, y se autodenomina "apóstata". Curioso, porque yo técnicamente lo soy también para la Iglesia desde la adolescencia y no creo que me acuerde de ello ni una vez al año.
De los demás comentarios que le haría, ya se han desmenuzado casi todos, y no pretendo ser exhaustiva, que es otra forma de ser pelma, pero espero que le quede claro que nuestro pensamiento no es puro lenguaje. De eso al menos estamos razonablemente seguros, porque las neurociencias lo tienen averiguado. Que eso contradiga una opinión filosófica tradicional es otra de las desgracias del mundo contemporáneo, que no hace mas que darnos disgustos.
Tampoco nuestro lenguaje es pura metáfora ni todo es metáfora (y aqui estoy en desacuerdo con Jesús, aunque al final sea probablemente una cuestión de léxico). Me parece que usted usa "metáfora" en lugar de "concepto abstracto" o de "símbolo". Y no, no son lo mismo.
Lo cual no quiere decir que nos podamos pasar sin metáforas: no podemos. No sólo de literalidad vive el hombre, sino de todo sentido figurado y traslación semántica que sale de nuestro córtex. Incluyendo metáforas.
El "hablante competente" viene a ser el que es capaz de expresarse con eficacia, mediante el uso experto de los recursos que le ofrece la lengua en la que se expresa. Es decir, "hablante competente" es simplemente un hablante nativo normal con sus capacidades cerebrales en buen estado, y una educación que le permite utilizar bien el registro adecuado, sea el nivel escrito culto o el argot de los camioneros. Que luego diga tonterías o no, es cosa distinta.
O sea, no hablamos de ninguna competencia esotérica, sino de la de casi todo el mundo -para el nivel coloquial- y de una gran parte de los universitarios -para el nivel escrito culto-, incluyendo hasta a algunos periodistas, probablemente.;-)
Y si se acuerda, mis requisitos exigibles al efecto no eran el aseo o el efectismo, sino la claridad y la justeza de expresión.
Respecto a la evolución biológica, yo sigo creyendo que usted equivoca los niveles del discurso, o de la explicacion. La realización concreta que ha tenido efectivamente la evolución en nuestro planeta se puede entender narrativamente porque es una historia, algo que ha sucedido a lo largo del tiempo y una única vez. Lo mismo le pasa a la historia de la galaxia, o del universo, o a la historia de la escritura.
Pero, en el nivel de la explicacion del por qué así y no asá, no hay ninguna narración lineal, ningún determinismo no caótico, ninguna predicción que podamos hacer sobre los capítulso futuros de esa historia.
Y las razones son exactamente las mismas (no vagamente las mismas, sino matemáticamente las mismas) que en lo que respecta a la metereología (pero con más grados de libertad y más variables todavía) por lo que la comparación de Gil Calvo oponiendo ambas es especialmente desafortunada.
También la metereología es causal, cuenta una historia concreta (ayer llovió o no llovió), cumple las leyes de la hidrodinámica y la termodinámica, etc., y ... sin embargo, no permite predicciones exactas a medio y largo plazo, porque el sistema tiene demasiadas variables dinámicas. Es un objeto científico complejo y único, con historia, y los estados anteriores condicionan los estados futuros (no es reversible, ni intemporal) pero cada estado en sí mismo es contingente (no predecible). O sea, que lo temporalmente desarrollado como irreversible y único es pecisamente lo menos lineal (los sistemas lineales son reproducibles por definición y permiten predicciones exactas).
Igual que la contingente metereología estudia un objeto complejo e histórico, con sucesos irreversibles, pero lo hace a partir de leyes intemporales y reversibles , la evolución en la Tierra es un proceso único, histórico y complejo, irrepetible y resultado de billones de contingencias, pero a la vez tiene leyes intemporales que la determinan: el caos no es absoluto, ni caprichoso, es un caos determinista.
Estas leyes son las de la seleccion natural y la deriva genética: ambas son tan intemporales que podemos predecir que se cumplirán siempre que se den las condiciones para ello, en sistemas vivos o no vivos, y de hecho se pueden programar en simulacros informáticos, y se hace por ejemplo con los algoritmos genéticos.
No sé si me he explicado bien. Sospecho que no, al menos no para usted, y es que a mi su terminología me resulta muy difícil de comprender. Tampoco acabo de ver qué quiere decir con "lineal" ni con otras cosas.
La metafísica es una cosa muy necesaria y respetable, siempre que no se salga de madre.
Una de las formas en que se sale de madre es cuando se emplea fuera de lugar, en un nivel del discurso equivocado. Uno de los perjuicios que esto causa es contaminar todo el vocabulario de vaguedad, más vaga cuanto más rigurosa pretende ser.
Que no sepamos si lo que sabemos lo sabemos de verdad, que sepamos que todo lo que sabemos lo sabemos con la limitación y quizá el espejismo de nuestras entendederas, vale, me parece muy bien. Es así. Pero ¿y qué? Yo no tengo inconveniente en vivir con certezas provisionales, ni tampoco tengo inconveniente en admitir que todo lo que podemos aprender lo aprendemos bajo la hipótesis de que nuestras entendederas sean capaces de entender algo y conocer algo del mundo, siquiera imperfectamente. Supongamos que es lo contrario: ¿cual es la diferencia? Desde mi punto de vista, y en la práctica, ninguna en absoluto. La salvedad de que sabemos hipotéticamente (o de que todo es opinión, en el sentido clasico de la palabra) ya la tengo presente siempre en la trastienda mental, pero no vale la pena detenerse en ella, porque da lo mismo.
Nos esforzamos todo lo que podemos. Si es todo el velo de Maya y no nos coscamos de nada, mala suerte, pero no podemos saberlo. Y la verdad, no importa, porque en ese caso tampoco hay nada que perder.
O SEA, SOMOS CAPACES DE DARNOS CUENTA DE MUCHAS COSAS QUE NO SOMOS CAPACES DE DECIR; UN SIMPLE EJEMPLO: YO PERCIBO CIERTAS RELACIONES ENTRE VARIOS SONIDOS, QUE NO PUEDO EXPLICAR CON PALABRAS... ¡HASTA QUE APRENDO ARMONÍA EN EL CONSERVATORIO!... ¡O HASTA QUE ALGUIEN FORMULA POR PRIMERA VEZ ESAS RELACIONES ARMÓNICAS!... LUEGO PENSAMIENTO Y LENGUAJE NO COINCIDEN EXACTAMENTE.
ResponderEliminarPues francamente, yo lo veo al revés. La armonía y el contrapunto musical no se elabora espontáneamente en la naturaleza, de manera que ni usted ni ningún otro ser humano ha podido percibir antes esas relaciones entre sonidos hasta que alguien logró formularlas, es decir describirlas “lingüísticamente” para su utilización en la música occidental (recuerde que hay sistemas pentatónicos o dodecafónicos en los que un europeo no percibe tan fácilmente las “relaciones”). Mucho antes de que usted supiera de las leyes concretas que rigen la armonía, usted ya las había incorporado culturalmente a su conocimiento a través de una experiencia sensorial
continua con un modelo musical concreto y elaborado por sus semejantes. La música, aunque ponga en relación determinadas características físicas del sonido con nuestros recursos de percepción sensorial, es un producto cultural, y como tal se fabrica, se percibe y se aprende. Volvamos al “Salvaje” de Truffaut, y preguntémosle que opina sobre las relaciones entre armónicos (y eso que a este nos le idealizaron un poco).
CREO QUE CADA VEZ ENTIENDO MENOS LO QUE QUIERES DECIR CON "LINEAL": ¿QUE SIGUE UN ORDEN TEMPORAL, EN EL SENTIDO DE QUE PRIMERO VA UNA COSA Y LUEGO OTRA, Y LUEGO OTRA, ETC.? SI ES ESO, ENTONCES EL HECHO DE QUE SOBRE UN CUERPO SE EJERZAN DOS FUERZAS SIMULTÁNEAMENTE, ES JUSTO UN CONTRAEJEMPLO DE LA TESIS DE QUE "TODO LO FENOMÉNICO ES LINEAL".
Nosotros observamos la naturaleza como una realidad compuesta. Son muchos los fenómenos que podemos individualizar en ella con el ánimo de estudiarlos por separado, pero el estado del sistema en su conjunto es uno en cada momento, y este único estado se sucede inmediatamente de otro que es resultado del anterior. En ese sentido, nuestro concepto del Universo es lineal y continuo en el tiempo y en el espacio, dimensional si lo prefiere. Y como dije anteriormente, la única forma en la que podemos concebir que no lo sea, es precisamente pasando a negativo el concepto dimensional que tenemos de la realidad, pero esa negación no nos revela en si misma de que otra manera podemos concebir el entorno. Dos fuerzas ejercidas simultáneamente sobre un cuerpo constituyen un único sistema, una fotografía única del estado y circunstancias de ese cuerpo, que, según nuestra certeza humana, será sucedido de un nuevo estado y circunstancias consecuencia del anterior. El discurso, aunque aparentemente simultáneo, se produce en nuestra mente de una manera perfectamente narrativa. Usted puede obviar la evolución del sistema para evitar su “narratividad”, pero lo único que estará haciendo es estudiar la fotografía concreta de un momento determinado en la vida del sistema, y en cierto modo lo estará descontextualizando de su momento anterior. Que podamos aislar e individualizar diversos componentes y factores que intervienen en los fenómenos que observamos no hace en modo alguno que nuestra visión deje de ser narrativa.
ESO SÍ QUE NO SE LO PIDO: TODO ES METAFÓRICO
Bien, discútalo con Aloe. Ella dice que Naranjas de la china, que la metáfora es necesaria pero no imprescindible. Eso sí, lo dice entre metáforas.
¿QUIERES DECIR QUE ES IGUAL DE SUBJETIVA QUE LAS PREFERENCIAS SOBRE UNOS SABORES U OTROS? NO TE OBSESIONES CON LA DIFERENCIA ENTRE "OBJETIVO" Y "SUBJETIVO": TODO ES SUBJETIVO, PERO ALGUNAS COSAS SON MENOS SUBJETIVAS QUE OTRAS.
No me refería a subjetivo como una cuestión de gustos, pero ahora que lo dice, pues también. ¿Acaso me vaya a negar un punto de obsesión tautológica en nuestra manera de pensar? Nuestras creencias religiosas, políticas o morales son también un condicionante apriorístico de nuestro “pensamiento científico”, y determinan el criterio con el que decidimos en ocasiones elegir una u otra línea de hipótesis o incluso de metodología. No es cuestión de psicoanalizar a nadie, pero hasta las posiciones con una apariencia más puramente racional y científica esconden una intencionalidad, y están diseñadas, consciente o inconscientemente, para desembocar en una conclusión “necesaria”, de la que se parte por prejuicios personales. Hay personas inteligentes y con una buena formación científica que se obstinan en mantener el creacionismo, y otras, igualmente válidas y preparadas, que hacen lo propio en idealizar los límites de nuestra mamífera capacidad intelectiva. En los primeros pesa la necesidad de acabar justificando la existencia de Dios a toda costa, y en los segundos la de independizarse definitivamente de él sin tener que prescindir por ello de una desesperada definición del Universo. Desde mi punto de vista, ambas posturas son exageradas, quizá porque, aún no siendo tan inteligente ni tan preparado, también he hecho de mi escepticismo un prejuicio.
En cualquier caso no me refería a subjetivo desde el punto de vista del deseo o la voluntad que cada cual tenga de componer el mundo a su manera, si no desde las limitaciones de perspectiva y capacidad que impone nuestra condición humana.
TAMBIÉN DECÍAN LOS ANTIGUOS QUE EL HOMBRE NO PODÍA VOLAR. NUESTRO SISTEMA COGNITIVO Y LINGÜÍSTICO NO ESTÁ DADO DE UNA VEZ POR TODAS: EVOLUCIONA CULTURALMENTE, Y AHORA SOMOS CAPACES DE RESOLVER ECUACIONES DIFERENCIALES, MIENTRAS QUE LOS BABILONIOS NO SABÍAN. NO HAY EN ESTO NINGÚN RASTRO DE "TRASCENDENCIA". TODO QUEDA EN EL "MUNDO DE LOS FENÓMENOS".
Su Fe científica le hace ver saltos cualitativos en donde yo no veo más que saltos cuantitativos. Aunque quizá, desde el punto de vista positivista puro, el aumento de la cantidad suponga en si mismo una cualidad. A más información más evolución, un concepto revolucionario que sobrepone la transformación cultural del hombre a sus propios condicionamientos y limitaciones naturales, o que sencillamente considera que dichos límites son tan convencionales como nuestra propia cultura.
Al final si que vamos a tener que ir a lo subjetivo/volitivo de una vez y para siempre, y decidir que es lo que cada quien espera de la Ciencia, y darse por satisfecho o no en función de las expectativas. ¿Usted que quería, don Jesús? ¿Volar y resolver ecuaciones diferenciales? ¡Date!, pues ya hemos llegado. ¿Qué es lo siguiente? ¿Un viaje a Marte? ¿Un poquito de claridad en el batiburrillo de la física quántica? Pues enhorabuena don Jesús, porque alberga usted unas esperanzas muy plausibles. (Aunque a mi me da que por algunos de sus escritos, también espera un fusilamiento científico del Demiurgo, que se me antoja un tanto más difícil de lograr a corto plazo)
Lo que pasa es que para este viaje no se necesitaban tantas alforjas filosóficas. Y si lo importante son los objetivos aislados y concretos como forma de aumentar el cauce de nuestra información, basta con aplicarse en los laboratorios sobre esos objetivos y alcanzar una adecuada financiación de los proyectos específicos. Como se hace por ejemplo en la investigación militar, donde el prosaico objetivo de volarle el culo a un mayor número de personas en un espació menor de tiempo, se convierte sólo en una cuestión de plazos, dinero y estrategia.
Nos sobra toda la carga metacientífica, toda la autorreflexión sobre el sentido de la actividad científica, toda la Historia de la Ciencia, que bien se puede encargar a los “profesionales” de la Historia, para que nos presenten una larga nómina de fechas, hombres, hitos y contextos. Desde luego nos sobra la pesada carga ética, social y humana que a veces dificulta tanto el avance objetivo de la ciencia. ¡Objetivos! Sin trascendentalismo ninguno. Acumulación de información sin dirección definida, salvo el ánimo de satisfacer las espectativas de cada prójimo. Entonces sí, don Jesús. Qué viva la ciencia, y yo, por si cuela, pido el elixir de la eterna juventud, a poder ser para estos Reyes, a no ser que se pueda aplicar con carácter retroactivo.
NO, Y MIL VECES NO: LO QUE YO DIGO EN LA ENTRADA ES SIMPLEMENTE QUE LO QUE HACÍAN LOS CIENTÍFICOS CUANDO DECÍAN QUE "ELLOS LEÍAN EL LIBRO DE LA NATURALEZA" NO ES LO QUE GIL CALVO DICE (LEER UNA NARRACIÓN), SINO UNA EXÉGESIS, COMO LA QUE HACÍAN LOS TEÓLOGOS CON LA BIBLIA (Y SIN ABSOLUTAMENTE NINGÚN SENTIDO PEYÓRATIVO EN EL CONCEPTO DE "EXEGESIS").
Esta bien, pues si usted lo dice aplicaré la presunción de inocencia, y de aquí en adelante procuraré no hacer interpretaciones contextuales. Tengo la manía de pensar que las palabras tienen en cada cual un simbolismo concreto, aparte del general y propio del imaginario colectivo. Por eso interpreté que en su caso particular la palabra “Biblia” estaba dotada de un especial sentido irracional, mitológico, anticientífico. ¡Fijese que tontería! También tiene mucho que ver con lo que le dije antes de la tautología y el prejuicio a la hora de escoger nuestros discursos.
¡CLARO QUE LOS EXÉGETAS (Y LOS CIENTÍFICOS, Y LOS FILÓSOFOS DE LA CIENCIA) SON HUMANOS!
Ergo metafóricos y narrativos en su manera de ver el mundo.
¿IDÉNTICO EN QUÉ NIVEL DE DESCRIPCIÓN? ¿ELECTRÓN POR ELECTRÓN? ¿Y LA GOTA CAE EXACTAMENTE DESDE EL MISMO SITIO? POR EL MISMO PRINCIPIO DE INCERTIDUMBRE DE HEISENBERG, ESO ES IMPOSIBLE AL NIVEL SUBATÓMICO.
Entonces la Ciencia teórica también es imposible, y sólo cabe realizar una ciencia práctica de ensayo y error estadístico. Es absurdo plantear hipótesis puramente teóricas partiendo del principio de que son inviables en la práctica. Si no se pueden plantear modelos hipotéticamente iguales no hay ciencia, como mucho un empirismo aproximativo, reproduciendo condiciones similares para obtener resultados similares a efectos prácticos. Volvemos al concepto de Ciencia como tecnología aplicada.
En cualquier caso, los principios de incertidumbre y de indeterminación constituyen una cuestión epistemológica. Ojo, que yo no estoy cuestionando su validez desde el punto de vista de la física cuántica, para lo cual no tengo ni por asomo la más mínima preparación, y de lo cual ya se han encargado otros al establecer sus teorías sobre las ondas. Lo que estoy cuestionando es la aplicación que cada cual pueda hacer de ellos en el terreno de la especulación y según le venga en gana. Porque la imposibilidad de contemplar con exactitud los estados simultaneos de un sistema concreto no dice nada del sistema en sí, si no de nuestra capacidad para estudiarlo. No estamos diciendo que las características del sistema sean inajustables a nuestra manera de concebir el mundo, estamos diciendo que nosotros somos incapaces de ajustar esta combinación concreta de magnitudes atómicas a nuestro modo de entender el mundo, y precisamente por eso las desconocemos. Heisenberg creyó haber encontrado un límite en nuestras posibilidades de conocer y estudiar una parte concreta de la Naturaleza, pero que yo sepa, y se poco, nadie ha superado esa limitación con un nuevo modelo capaz de vencer el principio de indeterminación. Luego lo que se ha dado es una confirmación relativa de las fronteras de nuestro conocimiento científico tradicional, pero no un nuevo modelo que las supere.
Por otra parte, es curioso que saque usted aquí a Heisenberg después de haber defendido la posibilidad de percepción científica como un fenómeno simultáneo, cuando este señor propuso exactamente la limitación de percibir con exactitud esa simultaneidad en determinados fenómenos atómicos.
Bueno sobre si todo el lenguaje se reduce a metáforas o no hay una interesante polémico entre Lakoff y Pinker. Yo estoy con Pinker: No, no todo es metáforas
ResponderEliminarhttp://pinker.wjh.harvard.edu/articles/media/2006_09_30_thenewrepublic.html
¡Pero da igual! El hecho es que, dado el método científico y las constricciones neurobiológicas que tiene el pensar humano, el pensamiento científico puede y consigue construir "metáforas" no sólo no arbitrarias sino terriblemente adaptadas a la realidad. Tanto la cuántica como la relativida hacen precisiones exactas de innumerables decimales.
Cuenta la leyenda que a Rutherford en una cena le dijeron que el átomo todavía no sabíamos si existía y él, que había hecho la teoría que explicaba cómo era, le respondió que era capaz de verlos ahí mismo como quien ve a un cochino comer. Acertó, ¿por qué?
En fin no sé coger más de tu texto Apóstata porque es larguísimo se lo dejo a los demás pero al menos anotar que dos fuerzas ejercidas simultáneamente sobre un cuerpo constituyen un único sistema, una fotografía única del estado y circunstancias de ese cuerpo, que, según nuestra certeza humana, será sucedido de un nuevo estado y circunstancias consecuencia del anterior. El discurso, aunque aparentemente simultáneo, se produce en nuestra mente de una manera perfectamente narrativa
¿Y?
Para que dos fuerzas puedan ser estudiadas de forma narrativa y por tanto mejor comprendida su incidencia en la realidad, previamente deberá haber una teoría, la de Newton, que establece una serie de ecuaciones que son tiempo reversibles y por tanto aplicables en cualquier instante.
Precismante lo que estableció Newton es que la realidad no es un libro donde las leyes se van cambiando como si de un discurso que avanza se tratara sino que hay unas leyes que en todo momento rigen el universo y que no tienen por tanto carácter de trama alguna.
Otros discursos que intentarán suspender la linealidad o incluso la causalidad como el que se realiza en el último libro de Joyce ilustrarían más fielmente, pero no más comprensiblemente, la realidad.
Creo que nos repetimos...
Estimada Aloe, ya le he dicho que me parece perfecto su derecho a taconear sobre las sagradas escrituras que tantísimo perjuicio le han causado a nivel personal. Lo que pasa es que me da la sensación de que este discurso del “ellos me hicieron parte de la Iglesia, y por lo tanto yo tengo derecho a cagarme dentro de la sacristía”, lo tiene usted muy ensayado, y lo suelta en cualquier lugar y a cualquier hora, aunque esté completamente descontextualizado. La prueba es que se lo está usted soltando a un señor, que la única vez que intervino en este foro antes de ahora, fue para poner a la Iglesia como chupa de dómine por falsaria, por colaboracionista y por asesina. Por lo tanto, lo improcedente no es el argumento en sí, que puedo llegar a compartir, si no el lugar en él que lo coloca.
ResponderEliminarPrecisamente porque a mi tampoco me conmueve la idea de haber sido educado en el seno de esa secta dogmática, castrante y culpabilizadora que es Nuestra Reverenda Iglesia, trato en lo posible de conseguir que lo que ya me jodieron en su día por imposición, no me lo siga jodiendo yo mismo a puro golpe de rencor y negación de doctrina. De modo que, sin conseguirlo del todo, trato de ser como el león nietzcheciano, que aunque lo tenga crudo para llegar a ser niño, al menos trata de dar por superada su fase de Camello.
Hay otros mundos aparte de la Iglesia. Y aunque usted haya decidido seguir teniéndola a ella como referencia única de toda creencia, mi apostasía se refiere no sólo a mi excondición de católico, sino a todas las demás. Trato de apostatar de la Iglesia, de la Religión, de la ideología política, de la moral, de todas aquellas conveniencias históricas que han posicionado al hombre en cómodos rebaños a los que manejar a capricho desde las distintas jerarquías. Doy por seguro que no lo he logrado del todo, porque el día que lo haga no me será necesaria la apostasía, que es en definitiva un acto de afirmación por negación, como el suyo con la Iglesia, como el de don Jesús con la Ciencia Narrativa.
“No sólo de literalidad vive el hombre, sino de todo sentido figurado y traslación semántica que sale de nuestro córtex”, bonita y literaria figura si señor, lo mejor de ella, sin duda, incluir esa metáfora pseudocientífica de llamarle “nuestro córtex” a ese “misterioso y fisiológico generador de nuestra actividad cerebral”. No es que vaya usted a determinar como y en que manera lo hace, pero la potencia literaria del término “cortex” es arrolladora, y da un sentido biologicista a la frase como si toda ella fuese pura formulación química. La próxima vez no olvide incluir en su composición poética sobre el descifrado biológico de nuestro pensamiento referentes tan evocadores como las afasias, Brocca, Wernick… que seguro que le darán un aire mucho más verídico a su prosa, aunque el sentido último de esta sea puramente especulativo y filosófico.
"Hablante competente es simplemente un hablante nativo normal con sus capacidades cerebrales en buen estado”. Eliminaré entonces a Poe, a Dostoievsky y a Kafka de mi lista de “hablantes competentes”.
“La realización concreta que ha tenido efectivamente la evolución en nuestro planeta se puede entender narrativamente porque es una historia, algo que ha sucedido a lo largo del tiempo y una única vez.” ¿Qué sabe usted de las otras veces?
“los sistemas lineales son reproducibles por definición y permiten predicciones exactas”. Menudo axioma para no ser creyente. Queda excluida la posibilidad de un sistema lineal inexacto pero aplicable en la práctica, a pesar de que sea el que se haya venido usando en el desarrollo científico y tecnológico hasta nuestros días. De hecho, las leyes, deducciones, descubrimientos e inventos que se hayan desarrollado a la luz este dudoso sistema lineal predictivo quedan derogadas, hasta que se puedan conseguir un desarrollo de las teorías físicas y biológicas que haga imposible que por un principio de linealidad consecutiva los aviones vuelen y los vasodilatadores supriman la presión craneal. ¡Es una vulgaridad establecer previsiones incompletas a partir de un sistema eminentemente narrativo!
En fin, mecanicismo biológico crudo y duro para definir la actividad cerebral, y pureza teórica para buscar solidez en la percepción del sistema. Todo ello aderezado con cierta necesidad de amortiza el rencor religioso. El conjunto es bello pero extraño.
Como una metáfora del desconsuelo humano.
Aclaración por alusión:
ResponderEliminarLo que yo decía es: Las metáforas son necesarias, por lo que sí son imprescindibles, pero no todo es metáfora.
NOTA: La frase anterior no contiene metáforas.
Usted dice: "...pero el estado del sistema en su conjunto es uno en cada momento, y este único estado se sucede inmediatamente de otro que es resultado del anterior. En ese sentido, nuestro concepto del Universo es lineal...".
NO.
En ese sentido precisamente nuestro concepto no es lineal. Es lineal cuando extraemos un fenómeno o ley aislados de la maraña y lo definimos o encontramos que se ajusta a relaciones lineales, que se comporta linealmente.
Creo que usted confunde "linealidad" con "sucesión temporal". No es lo mismo.
El tiempo en sí mismo, desde luego, es una flecha de una sola dirección, y además de un solo hilo temporal, tal como somos capaces de experimentarlo. Eso es así, pero los fenómenos complejos que suceden en el tiempo no son por ello lineales.
En cuanto a los condicionantes del descubrimiento o elaboración científica, creo que confunde de nuevo dos niveles: el "contexto de descubrimiento" y el de "justificación", como se suelen llamar, y que debería hacer la distinción entre ambos. Por explicarlo con un ejemplo: el contexto de descubrimiento de Newton era el de un individuo profundamente religioso, afecto a ese concepto del Dios relojero, creyente en cosas como la alquimia, donde también investigó bastante, y con los prejuicios de un hombre inglés acomodado de su siglo. El contexto de justificación de su física está formado por todas las pruebas y demostraciones racionales que encontró y elaboró, y es independiente conceptualmente del primero. Es decir, seguimos aceptando su teoría (en un margen limitado no relativista) independientemente de sus prejuicios, ideología y falsas creencias. Para sus teorías alquimicas en cambio, no hay contexto de justificación suficiente, y no son aceptables. Y el contexto de descubrimiento es el mismo para ambas, pues fue el mismo hombre.
Para decirlo ingenuamente, "la gravedad es cierta independientemente de que Newton fuera un tío antipático, un funcionario lleno de prejuicios y un hombre limitado, y la alquimia no lo es independientemente de que Newton fuera un fenómeno de inteligencia".
Lo "narrativo" no es lo mismo que "aquello-que-tiene-historia, porque sucede en el tiempo de manera irreversible".
La naturaleza no hace narraciones.
El mundo no es narrativo.
Los narrativos somos nosotros. Y podemos hacer narraciones con cualquier materia prima: lo que sucede temporalmente en la naturaleza y lo que no.
La narración humana propiamente dicha se caracteriza por el sentido.
Algo es una narración porque lo contamos dándole un sentido, una estructura narrativa. El hilo sucesivo de la narración puede o no responder a la misma sucesión temporal en la naturaleza o en la otra materia bruta de que se trate la narración, pero raramente coincidirá del todo, porque la narración ordena los elementos para darles sentido. Las sucesiones temporales en el mundo no hacen tal cosa.
Otra cosilla: la imposibilidad de observar a la vez la posicion y la velocidad de una partícula no es por nuestra limitación: es efectivamente inherente al sistema. Ese es el tema y la gracia del asunto, precisamente, y por eso la física cuantica es tan antiintutiva y no hay dios que la entienda.
Oiga, señor Apostata: este asunto de la obsesión católico-cultural la empezó usted, con sus reproches al dueño del sitio. No yo. Y es usted el que sigue dándole vueltas al molino (que yo hice mi comentario y por mi ahí se acabó), porque no se queda tranquilo hasta que no consiga colar que yo tengo alguna obsesión con el asunto: la única obsesión es la suya.
ResponderEliminarVale que yo repliqué a lo mejor cuando no tocaba, pero no es porque yo dé la lata con el tema a la menor ocasión, sino porque la actitud de usted es demasiado habitual en bastantes personas para considerarla una ocurrencia aislada de usted.
Yo distingo bastante bien entre la Iglesia Católica (a la que detesto no principalmente por el daño que me haya hecho a mi, que yo he salido relativamente bien librada, sino por le daño social que sigue haciendo a mucha gente) y el contexto cultural cristiano-bíblico-católico al que pertenezco naturalmente y al que pertenecen mis referentes culturales (en parte, que tambien tengo otros).
Como le decía, en ese contexto no estoy taconeando sobre nadie, sino que estoy en mi casa, y en casa de uno uno hace lo que le da la gana.
Yo no me acuerdo de la Biblia ni a causa de lo mala que es la Iglesia ni a pesar de lo mala que es la Iglesia.
Me acuerdo porque de cada mil páginas que haya leído en mi vida, ochocientas estaban escritas por personas que se movían en un contexto cultural de tradicion cristiana.
O mirándolo de otro modo, las iglesias románicas (que adoro y de las que he visitado centenares) las hicieron mis antepasados, y presidieron sus cabañas de adobe y sus penas y alegrías durante siglos, y en ese sentido son tan mías como mi lengua materna y el Cantar de Mio Cid. Eso no quiere decir ni que mi lengua no contenga estereotipos que me disgustan (sí los tiene) ni que el Cid me parezca un héroe simpático. Es lo que tiene la familia, que es la familia, incuyendo al tío abuelo impresentable.
Cada uno tiene su carácter y sus demonios. Como yo he sido esceptica de nacimiento, y serlo no me cuesta el más mínimo trabajo, yo no me esfuerzo en desligarme de adhesiones que me pesen, sino en ligarme a alguna que pueda reconocer sin asco. por lo tanto, no tengo aspiraciones de apostatar de la moral, ni de la pertenencia a alguna comunidad del género humano, sino en sentirme ligada a las que racionalmente pueda estimar, y así conseguir adherirnme a alguna solidaridad colectiva que no me revuelva las tripas.
Por tanto, no considere que todo el mundo tiene sus mismos síntomas, ni cojea del mismo pie.
En resumen: como institución actual, detesto a la iglesia Católica, como a los evangelistas, los wahabitas o los neocon. Si les maldigo más que a algunos de los citados, es porque los tengo más cerca y me acuerdo más, pero no pienso mejor de los otros.
Como parte (pero no todo) de mi historia y mi cultura, el contexto bíblico y cristiano son míos, son mi herencia (una parte de ella), y no tengo ni que renunciar a ella ni que andar con traumas al respecto. Puedo hacer las alusiones festivas, cariñosas o burlonas que quiera, pero igual (no más ni menos) que a Carlos III, a Colón o a Don Pelayo. Puedo usar latiguillos bíblicos como puedo usar los de Ortega o los refranes.
O sea, sin complejos. Eso es lo que hace falta, pero no a mi, sino a usted.
Sobre el resto de su último post:
ResponderEliminar"Cortex" designa una parte de nuestro cerebro, de manera literal, no figurada. Mi licencia poética esta en todo caso en no poner "neocortex" porque sonaba peor, aunque es más exacto. Es efectivamente nuestro neocórtex el que destila traslaciones semánticas, y de eso estamos bastante seguros. Eso nos caracteriza como humanos. Aunque esto es mi opinión, creo que el ser humano se distinguiría mucho más precisamente de sus parientes cercanos no llamándole "animal político" "animal que piensa" o "animal que habla", sino concretamente "animal que elabora pensamiento simbólico". Esa elaboración se hace en el neocórtex, con toda probabilidad. Esto no es conocimiento completo, desde luego, pero no es especulación filosófica: es una hipótesis cientifica razonablemente bien fundada, de la que me apearé en cuanto vea otra más convincente. Y sin rencores.
Es muy extraño que yo diga que pensamos con nuestro cerebro y me acuse de biologista irredenta. Dígame: ¿con qué cree que pensamos? ¿En donde reside nuestro yo y todas esas cosas? ¿En el hìgado? ¿En un disco duro virtual en el mundo de las ideas? ¿en el alma inmortal? ¿entre los universales platónicos?
En cuanto a la linealidad inexacta, es meterse quizá en un berenjenal donde hay que explayarse demasiado, pero vamos a ver: hay una cosa que se llama error de medida, según la cual cualquier coeficiente empíricamente determinado tiene un cierto error, debido a la imperfección de nuestra medida. Sin embargo, a pesar de ello, si la relacion subyacente es lineal, la medida empírica tiende a converger al valor cierto, o sea, el error no se desmadra, por lo que se puede confiar en que nuestra aproximacion empírica se acerca los suficiente a un valor cierto, con un intervalo de confianza conocido. Así que podemos hablar tranqulamente del valor estimado como valor cierto, con ese margen. Por tanto, es perfectamente reproducible, y da lugar a predicciones exactas descontando el margen del error de medida original.
Otra fuente de "linealidad aproximada" es que de hecho extraemos una relación lineal de la maraña de la naturaleza dejando aparte variables que influyen poco y/o que no varian en condiciones controladas: es la cláusula "caeteris paribus". En esas condiciones, la linealidad en la realidad dependerá de que se mantenga o no la claúsula "caeteris paribus", es decir, de que en las condiciones de que se trate las variables no consideradas sigan siendo insignificantes o constantes. La reproducibilidad y la capacidad de prediccion del modelo lineal estarán evidentemente condicionados a que las condiciones sean esas. En la medida en que sean algo distintas, nuestro modelo será aproximadamente lineal, y en la medida en que se separen mucho y tengamos demasiadoas variables dinámicas, dejaremos de tener un sistema lineal.
Jesús:
ResponderEliminarCreo que el mejor resumen de la Filosofía de la Ciencia es su párrafo
"La diferencia yo la establecería, primero, entre aquellos que aborrecen que la gente satisfaga su curiosidad (los DOGMÁTICOS), e intentan impedirlo, y aquellos que la fomentan; y luego, entre quienes se dan por contentos con cualquier cuentecillo bien contado y vestido que satisface su curiosidad (los CRÉDULOS), y aquellos, más insatisfechos (los ESCÉPTICOS), que hunden el dedo en la llaga y le dicen al que está contando el cuentecillo: "ya, pero si eso fuera verdad, entonces pasaría tal cosa... y mira, no pasa; así que, hay que buscar otro cuentecillo"."
aloe:
ResponderEliminarMe encanta la literatura, pero creo que como dices en estos comentarios, cuando se convierte en palabrería farragosa simplemente es MALA literatura.
Yo también comencé a leer el artículo de Gil Calvo y lo dejé a la mitad, aburrido. Me ha pasado lo mismo con las respuestas excesivamente largas de "apostata" y me recuerda que yo a veces escribo más palabras que contenido.
Colgaré una tijera al lado de la pantalla, como recordatorio.
Mea culpa, sursum corda. Yo he caído en lo mismo, venga a contestar y a largar. Podía haberle dado la razón a Hector y haberme callado. .-)
ResponderEliminarApóstata:
ResponderEliminarcon respecto a la música,está claro que MI experiencia musical viene dada por la cultura, pero eso lo único que demuestra es que ESA MÚSICA existe antes de que yo pueda hablar de ella, lo cual yo no pongo en duda: lo que quiero que aceptes es que YO puedo PENSAR cosas sobre esa música sin saber cómo EXPRESARLAS (aunque haya OTROS que sí saben cómo expresarlas). De todas formas, es de un linguocentrismo atroz el pensar que quienes descubrieron ciertas relaciones musicales, PRIMERO aprendieron a expresarlas, y LUEGO (o sólo entonces) aprendieron a percibirlas. Es mucho más razonable pensar que las dos cosas iban como en una carrera continua, en la que el pensamiento a veces iba por delante del lenguaje, y otras veces era éste el que llevaba la delantera. Somos capaces de SABER muchas cosas que somos incapaces de EXPRESAR (recuerda el cuento de Cortázar sobre cómo bajar una escalera), pero eso no es nada mágico, es simplemente una consecuencia TRIVIAL del hecho de que el LENGUAJE es UNO de los MÚLTIPLES mecanismos cognitivos que poseemos.
Sigo con la respuesta de Apóstata:
ResponderEliminarlo que dices sobre la linealidad se resume en la idea de que el tiempo tiene una sola dimensión (no como el espacio, que tiene tres). O sea, que cada sistema está en un único estado en cada instante (bueno, la idea de superposición de estados en física cuántica, o la interpretación de los muchos mundos, serían más difíciles de encajar en esta tesis). Lo que yo digo es que, aunque eso sea verdad al hablar de UN sistema, no lo es al hablar de los ELEMENTOS del sistema (y, por ende, tampoco al hablar de UN sistema, ya que puedes referirte también a la suma de ESE sistema y otros, formando un sistema más amplio).
Pero, con independencia de esto, de lo que intento que te des cuenta es del hecho de que esa CERTEZA que tenemos de que el tiempo es lineal es una HIPÓTESIS forjada (seguramente) por nuestro pasado evolutivo, y sin duda refinada por la historia cultural. En cuanto hipótesis, puede que sea correcta, o puede que no: también teníamos la certeza subjetiva de que el concepto de simultaneidad era absoluto, y Einstein mostró que no podía serlo. La hipótesis de la linealidad del tiempo es una hipótesis BASTANTE BUENA, porque en el nivel en el que se desarrolla nuestra experiencia funciona bastante bien, pero tal vez haya que sustituirla por otra al estudiar otros fenómenos.
Hablé brevemente sobre esta posibilidad en la entrada:
http://abordodelottoneurath.blogspot.com/2008/02/pregunta-para-fsicos-puede-haber-ms-de.html
Por otro lado, Apóstata, tanto tú como Gil Calvo dais un salto injustificado desde el concepto de "linealidad" al de "narratividad". El segundo presupone acciones intencionales (a menos que vacíes el concepto de "narratividad" para designar con él a "cualquier cosa que puede ser dicha").
ResponderEliminarCon respecto a si la metáfora es o no imprescindible, yo creo que sí lo es (lo que no quiere decir que tengamos que estar forjando metáforas TODO EL RATO). También es imprescindible el sexo, y algunos no lo practicamos todo el rato.
Esto requiere más detalle; vuelvo a las mayúsculas:
ResponderEliminarNo me refería a subjetivo como una cuestión de gustos, pero ahora que lo dice, pues también. ¿Acaso me vaya a negar un punto de obsesión tautológica en nuestra manera de pensar?
NO ENTIENDO QUÉ QUIERES DECIR CON "UN PUNTO DE OBSESIÓN TAUTOLÓGICA"
Nuestras creencias religiosas, políticas o morales son también un condicionante apriorístico de nuestro “pensamiento científico”,
ADMITO "APRIORISTICO" EN EL SENTIDO DE "PREJUICO", NO EN EL DE "VERDAD NECESARIA". NINGUNA INVESTIGACIÓN PARTE DE LA NADA; PERO LO QUE DISTINGUE A LOS ESCÉPTICOS DE LOS DOGMÁTICOS ES QUE ESTÁN DISPUESTOS A SOMETER A CRÍTICA (Y LLEGADO EL CASO, A RECHAZAR) SUS PREJUICIOS. ES CIERTO QUE MUCHOS PREJUICIOS PUEDEN PASAR DESAPERCIBIDOS PARA QUIEN LOS TIENE, PERO PARA ESO ES BUENA LA DISCUSIÓN CON OTROS, QUE TENGAN PREJUICIOS DISTINTOS.
y determinan el criterio con el que decidimos en ocasiones
ESO, EN OCASIONES.
elegir una u otra línea de hipótesis o incluso de metodología.
DESDE LUEGO: PERO CONFUNDES "DECIDIR SEGUIR UNA METODOLOGÍA" CON "SER IMPOSIBLE LLEGAR A UNA CONCLUSIÓN INCOHERENTE CON LO QUE PENSÁBAMOS AL PRINCIPIO". NUESTROS PREJUICIOS NOS HACEN ADOPTAR CIERTOS MÉTODOS, PERO LOS "MÉTODOS" SON LAS FORMAS QUE TENEMOS DE DECIR CÓMO SACAMOS NUESTRAS CONCLUSIONES (Y NO QUÉ CONCLUSIONES SACAMOS). SI NUESTROS MÉTODOS (BASADOS EN PREJUICIOS) NOS LLEVAN A UNA CONCLUSIÓN QUE HACE INSOSTENIBLE ESOS PREJUICIOS, ALGO HABREMOS AVANZADO.
No es cuestión de psicoanalizar a nadie, pero hasta las posiciones con una apariencia más puramente racional y científica esconden una intencionalidad
Y LAS CHICAS QUE LLEVAN MINIFALDA VAN PROVOCANDO, ¿NO?
, y están diseñadas, consciente o inconscientemente, para desembocar en una conclusión “necesaria”, de la que se parte por prejuicios personales.
SUPONGO QUE QUIERES DECIR "PARA DESEMBOCAR EN LA CONCLUSIÓN A LA QUE QUERÍAMOS LLEGAR, INDEPENDIENTEMENTE DE SI ESA CONCLUSIÓN ES VERDADERA O FALSA".
ME TEMO QUE ERES TÚ EL QUE TIENE LA CARGA DE LA PRUEBA: NO NIEGO QUE HABRÁ CASOS EN LOS QUE SE ADOPTA UN MÉTODO PARA LLEGAR A LAS CONCLUSIONES QUE QUEREMOS (P. EJ., "MAQUILLAR" LAS ESTADÍSTICAS; NO HAY MÁS QUE VER LAS ENCUESTAS QUE HACEN SOBRE EL MISMO TEMA DISTINTOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN), PERO TÚ PRETENDES QUE NOS TRAGUEMOS QUE TODOS LOS CASOS EN LOS QUE SE ADOPTA UN MÉTODO SON ASÍ.
BIEN, AUNQUE LA CARGA DE LA PRUEBA SEA TUYA, VOY A DIFICULTARTE UN POCO LA TAREA CON UN SENCILLO CONTRAEJEMPLO: LAS CUATRO REGLAS ARITMÉTICAS QUE APRENDISTE EN LA ESCUELA; SON UN MÉTODO PARA HALLAR NÚMEROS (P.EJ., CUÁNTO ES 354 MULTIPLICADO POR 23), PERO ESE MÉTODO (LAS REGLAS DE LA MULTIPLICACIÓN) NO ESTÁ DISEÑADO PARA QUE EL NÚMERO QUE TE SALGA SEA EL QUE TÚ QUIERES (IMAGINA QUE HAS COMPRADO 23 COSAS A 354 EUROS CADA UNA: TÚ QUIERES QUE SALGA 1000, Y EL VENDEDOR QUIERE QUE SALGA 15000... ¡POR QUERER!). EN CAMBIO, EL MÉTODO ESTÁ DISEÑADO PARA QUE EL NÚMERO QUE OBTIENES SEA EL QUE DE VERDAD RESULTA DE SUMAR 354 VEINTITRÉS VECES.
Hay personas inteligentes y con una buena formación científica que se obstinan en mantener el creacionismo,
Y MUCHAS PERSONAS INTELIGENTES QUE PIENSAN QUE SUS HIJOS NO SE EMBORRACHAN NUNCA.
y otras, igualmente válidas y preparadas, que hacen lo propio en idealizar los límites de nuestra mamífera capacidad intelectiva.
PEOR PARA ELLOS. NO CONVIENE IDEALIZAR NADA.
En los primeros pesa la necesidad de acabar justificando la existencia de Dios a toda costa, y en los segundos la de independizarse definitivamente de él sin tener que prescindir por ello de una desesperada definición del Universo.
NO: YO PUEDO CREER EN DIOS, Y POR ESO CREER QUE EL SER HUMANO TIENE UNAS CAPACIDADES INTELECTUALES IDEALIZADAS.
Desde mi punto de vista, ambas posturas son exageradas, quizá porque, aún no siendo tan inteligente ni tan preparado, también he hecho de mi escepticismo un prejuicio.
TAMBIÉN HAY PERSONAS QUE, CUANDO TIENEN UNA DUDA, INTENTAN SEGUIR AQUELLOS PROCESOS DE RAZONAMIENTO O DE INVESTIGACIÓN QUE TENGAN UNA MAYOR PROBABILIDAD DE LLEVARLES A CONCLUSIONES VERDADERAS.
En cualquier caso no me refería a subjetivo desde el punto de vista del deseo o la voluntad que cada cual tenga de componer el mundo a su manera, si no desde las limitaciones de perspectiva y capacidad que impone nuestra condición humana.
TOTALMENTE DE ACUERDO, ENTONCES. TAMBIÉN USAIN BOLT TIENE LIMITACIONES DE VELOCIDAD POR SER HUMANO, PERO CORRE BASTANTE MÁS RÁPIDO QUE YO. A MÍ ME TRAE SIN CUIDADO AQUELLAS COSAS QUE ESTÉN FUERA DEL ALCANCE DE LAS CAPACIDADES HUMANAS, PERO DENTRO DE ESE ALCANCE HAY TANTAS COSAS MARAVILLOSAS QUE MERECE LA PENA ESFORZARSE POR LOGRARLAS.
Su Fe científica le hace ver saltos cualitativos en donde yo no veo más que saltos cuantitativos.
ResponderEliminarPRIMERO, YO NO TENGO "FE CIENTÍFICA": ALGUNAS COSAS QUE DICEN LOS CIENTÍFICOS ME LAS CREO, SI ME PARECEN CONVINCENTES, Y OTRAS NO. DE HECHO, LOS CIENTÍFICOS NO CREEN EL 90% DE LAS COSAS QUE DICEN SUS COLEGAS.
SEGUNDO: LA DICOTOMÍA "O CUALITATIVO, O CUANTITATIVO" ES ERRÓNEA, EN PARTE PORQUE HAY COSAS QUE NO SON NI CUALITATIVAS NI CUANTITATIVAS (P.EJ., LA TOPOLOGÍA).
Aunque quizá, desde el punto de vista positivista puro, el aumento de la cantidad suponga en si mismo una cualidad. A más información más evolución, un concepto revolucionario que sobrepone la transformación cultural del hombre a sus propios condicionamientos y limitaciones naturales, o que sencillamente considera que dichos límites son tan convencionales como nuestra propia cultura.
NO HE ENTENDIDO NADA.
Al final si que vamos a tener que ir a lo subjetivo/volitivo de una vez y para siempre, y decidir que es lo que cada quien espera de la Ciencia, y darse por satisfecho o no en función de las expectativas. ¿Usted que quería, don Jesús? ¿Volar y resolver ecuaciones diferenciales? ¡Date!, pues ya hemos llegado. ¿Qué es lo siguiente? ¿Un viaje a Marte? ¿Un poquito de claridad en el batiburrillo de la física quántica? Pues enhorabuena don Jesús, porque alberga usted unas esperanzas muy plausibles.
NO VEO QUÉ PRETENDES CON ESTO. TÚ MISMO EMPEZASTE ESTA DISCUSIÓN HABLANDO DEL VALOR PRAGMÁTICO.
(Aunque a mi me da que por algunos de sus escritos, también espera un fusilamiento científico del Demiurgo, que se me antoja un tanto más difícil de lograr a corto plazo)
EL "FUSILAMIENTO CIENTÍFICO" DEL DEMIURGO ES MÁS VIEJO QUE EL MEAR (AL MENOS DESDE HUME). LO QUE ES MÁS DIFÍCIL ES CONVENCER A MUCHA GENTE DE QUE CREER EN EL DEMIURGO ES LO MISMO QUE CREER EN LOS REYES MAGOS.
Lo que pasa es que para este viaje no se necesitaban tantas alforjas filosóficas. Y si lo importante son los objetivos aislados y concretos como forma de aumentar el cauce de nuestra información, basta con aplicarse en los laboratorios sobre esos objetivos y alcanzar una adecuada financiación de los proyectos específicos. Como se hace por ejemplo en la investigación militar, donde el prosaico objetivo de volarle el culo a un mayor número de personas en un espació menor de tiempo, se convierte sólo en una cuestión de plazos, dinero y estrategia.
Nos sobra toda la carga metacientífica, toda la autorreflexión sobre el sentido de la actividad científica, toda la Historia de la Ciencia, que bien se puede encargar a los “profesionales” de la Historia, para que nos presenten una larga nómina de fechas, hombres, hitos y contextos.
POR SOBRAR, TAMBIÉN SOBRA BEETHOVEN.
Desde luego nos sobra la pesada carga ética, social y humana que a veces dificulta tanto el avance objetivo de la ciencia.
ESO DIGO YO. VAYAMOS TODOS A PODAR ESA CARGA.
¡Objetivos! Sin trascendentalismo ninguno.
ESO DIGO YO. PERO CUALQUIERA QUE LEA ESTA DISCUSIÓN LLEGARÁ A LA CONCLUSIÓN DE QUE EL "TRASCENDENTALISTA" ERES TÚ.
Acumulación de información sin dirección definida, salvo el ánimo de satisfacer las espectativas de cada prójimo.
CLARO. ¡SI YO SOY LIBERAL! DE GUSTIBUS NON EST DISPUTANDUM. ¿TE PARECEN POCAS "DIRECCIONES DEFINIDAS"?
Entonces sí, don Jesús. Qué viva la ciencia, y yo, por si cuela, pido el elixir de la eterna juventud, a poder ser para estos Reyes, a no ser que se pueda aplicar con carácter retroactivo.
EFECTIVAMENTE: SI LA GENTE NO TUVIERA DESEOS, NO HABRÍA CIENCIA.
Entonces la Ciencia teórica también es imposible, y sólo cabe realizar una ciencia práctica de ensayo y error estadístico.
ResponderEliminarROTUNDAMENTE FALSO: TÚ DEBES ENTENDER POR "CIENCIA TEÓRICA" EL SACAR LA TEORÍA VERDADERA DE LA CABEZA DE MINERVA (O DEL GENIO EN CUESTIÓN). PARA MÍ, "CIENCIA TEÓRICA" QUIERE DECIR EL ESFUERZO DE INVENTAR UN MARCO CONCEPTUAL QUE NOS PERMITA UN VIRTUOSISMO DEDUCTIVO NOTABLE Y A LA VEZ UN ENCAJE CON LOS FENÓMENOS EMPÍRICOS LO MAYOR POSIBLE.
Es absurdo plantear hipótesis puramente teóricas partiendo del principio de que son inviables en la práctica.
NO, PORQUE SON MODELOS QUE NOS AYUDAN EN LAS DEDUCCIONES.
Si no se pueden plantear modelos hipotéticamente iguales
CLARO QUE SE PUEDE: PERO NO DEBEMOS PRETENDER QUE EL MODELO DESCRIBE EXACTAMENTE LA REALIDAD. ES SÓLO UN MODELO.
no hay ciencia, como mucho un empirismo aproximativo,
OJALÁ MUCHAS CIENCIAS TUVIERAN UN POQUITO MÁS DE ESO
reproduciendo condiciones similares para obtener resultados similares a efectos prácticos.
IDEM
Volvemos al concepto de Ciencia como tecnología aplicada.
En cualquier caso, los principios de incertidumbre y de indeterminación constituyen una cuestión epistemológica. Ojo, que yo no estoy cuestionando su validez desde el punto de vista de la física cuántica, para lo cual no tengo ni por asomo la más mínima preparación, y de lo cual ya se han encargado otros al establecer sus teorías sobre las ondas. Lo que estoy cuestionando es la aplicación que cada cual pueda hacer de ellos en el terreno de la especulación y según le venga en gana. Porque la imposibilidad de contemplar con exactitud los estados simultaneos de un sistema concreto no dice nada del sistema en sí, si no de nuestra capacidad para estudiarlo. No estamos diciendo que las características del sistema sean inajustables a nuestra manera de concebir el mundo, estamos diciendo que nosotros somos incapaces de ajustar esta combinación concreta de magnitudes atómicas a nuestro modo de entender el mundo, y precisamente por eso las desconocemos. Heisenberg creyó haber encontrado un límite en nuestras posibilidades de conocer y estudiar una parte concreta de la Naturaleza, pero que yo sepa, y se poco, nadie ha superado esa limitación con un nuevo modelo capaz de vencer el principio de indeterminación. Luego lo que se ha dado es una confirmación relativa de las fronteras de nuestro conocimiento científico tradicional, pero no un nuevo modelo que las supere.
NO: LO QUE TÚ PLANTEAS ES LA INTERPRETACIÓN QUE HACÍA EINSTEIN DE LA FÍSICA CUÁNTICA; ÉL MOSTRÓ QUE, A PARTIR DE ESA INTERPRETACIÓN, SE SEGUIRÍAN CIERTAS PREDICCIONES EMPÍRICAS "ABSURDAS" (EL "EXPERIMENTO EINSTEIN-PODOLSKI-ROSEN"); EN LOS AÑOS 80 SE DEMOSTRÓ EMPÍRICAMENTE QUE ESAS PREDICCIONES SE CUMPLÍAN, POR LO QUE LA INTERPRETACIÓN DE EINSTEIN NO ERA CORRECTA... ES DECIR, LA INDETERMINACIÓN ESTÁ EN LOS OBJETOS CUÁNTICOS, NO SÓLO EN NUESTRO CONOCIMIENTO.
Por otra parte, es curioso que saque usted aquí a Heisenberg después de haber defendido la posibilidad de percepción científica como un fenómeno simultáneo, cuando este señor propuso exactamente la limitación de percibir con exactitud esa simultaneidad en determinados fenómenos atómicos.
LO QUE YO HE DEFENDIDO ES LA CAPACIDAD DE PENSAR EN TÉRMINOS DE RELACIONES SIMULTÁNEAS.
Asumo la responsabilidad de haber querido responder a demasiada gente y a demasiados argumentos al mismo tiempo, desparramando excesivamente la conversación, tanto en su volumen como en sus objetivos. La parte positiva de esto es el enriquecimiento intelectual y el disfrute personal que he obtenido a partir de los conocimientos y puntos de vista que me han ofrecido la mayoría de ustedes. Antes de que el árbol de la conversación se siga ramificando y sea necesario dedicarle un tiempo del que ninguno disponemos, me gustaría concretar algunos aspectos a modo de conclusión personal.
ResponderEliminar1.- Lo que he querido manifestar en todo momento es mi falta de fe en la interpretación filosófica del hecho científico, precisamente por eso, por filosófica, especulativa y poco científica. De suerte que nuestra concepción individual de la Ciencia resulta tan subjetiva e intencionada como nuestra visión de la Historia, nuestros gustos literarios o nuestra ideología política. En ese sentido, las tesis de Gil Calvo y de Jesús Zamora Bonilla son elecciones personales incontrastables e igualmente convencionales (en el sentido de pactos acomodaticios que sustituyen el conocimiento de una realidad), a las que sólo cabe sumarse según el gusto de cada cual.
2.- Naturalmente, yo también tengo una visión particular sobre el hecho científico, que sostengo no como verdad absoluta, sino como también una convención personal, que me ayuda a situar este concepto dentro de mi sistema de referencias. Doy por cierto que mi “sistema de referencias” carece de toda validez universal, porque responde únicamente a mi necesidad de ubicarME dentro del entorno. Y le doy mayúsculas al “ME”, porque sigo pensando que nuestra actividad cerebral y nuestra cultura es un desarrollo específico de nuestra especie que tiene como último objetivo la viabilidad del animal que somos. En ese sentido, ya no solo el Hombre con mayúsculas, si no el hombre concreto que cada uno es, sigue siendo el punto de partida y de llegada de nuestra actividad científica, social o artística.
3.- Mi visión de la Ciencia es antigua, por no decir Clásica, que queda más pretencioso. Según él, el conocimiento científico es vertical, en la medida que unos preceptos se apoyan necesariamente sobre los otros. Numeración-Suma-Multiplicación-Potenciación; Celula-Tejido-Órgano-Organismo. Los conceptos superiores tienden a englobar los principios de los inferiores, heredando sus propiedades, y sin que puedan existir contradicciones entre ambos. Naturalmente, como en todo, el conocimiento científico Ideal es impensable, pues supondría componer un mapa continuo desde su origen sin el menor salto entre los diferentes niveles. La solución es sólo aproximativa, y por lo tanto tendemos a simplificar el sistema remontándonos a un origen aceptable, y admitiendo saltos “tolerables” en la cadena. ¿Qué considero yo un “salto tolerable”? Aquel que se puede dar sin que los resultados se desvíen significativamente de lo observable.
4.- Según lo anterior, acepto la actividad científica como una actividad aproximativa y pragmática. Es decir, que un principio científico no contiene VERDAD, en el sentido Natural, esencial o nouménico, por ser necesariamente impreciso, pero desde el punto de vista pragmático es indudablemente predictivo y productivo.
5.- “Lo Científico”, es a mi modo de ver una cualidad de la que todos los principios teóricos pueden gozar en mayor o menor medida. La ley de gravitación universal posee un altísimo rango cualidad científica en comparación, por ejemplo con la teoría de la Santísima Trinidad, ya que los efectos de la primera tienen un mayor rango observable y predictivo que los de la segunda. Lamentablemente no poseemos, ni creo que lleguemos a poseer nunca, una escala de medición de la cualidad científica de un enunciado, como la que tenemos del peso o de la velocidad. Pero es indudable que cuanto más aproximativo resulte un principio, tanto más científico resultará, de la misma manera que resulta imposible que un principio elaborado por el hombre alcance un grado científico absoluto, pues eso conllevaría describir cada punto infinitesimal de la cadena, y eso, según las matemáticas, conllevaría un tiempo y una capacidad infinitas para desarrollarlos, de las que creo que no disponemos. También nos podríamos volver tarumbas diseñando un patrón universal de comportamiento que contuviese las pautas de todos los fenómenos observables, aunque la experiencia dice que esa reducción de toda la “realidad” a un conjunto limitado de principios matemáticos nos acaba convertiendo en una especie de tarados obsesivos, cuando no da con nuestros huesos en una secta de adoración al dios π, o algo por el estilo.
6.- Entiendo que para algunas personas “Lo científico” suponga únicamente una cuestión metodológica, aunque en realidad el resultado viene a ser el mismo. Porque la metodología científica exige comprobación, y en última instancia, por mucho que se sigan paso por paso los preceptos metodológicos más escrupulosos, el resultado ha de ser siempre comprobable, es decir aproximado y pragmáticamente predictivo.
7.- En ese sentido, cualquier conjetura sobre las consecuencias de un hecho científico (es decir, de un hecho cuyo nivel de aproximación ha sido aceptado en la práctica como tolerable) es sólo una hipótesis cuya fiabilidad última dependerá siempre de su comprobación. Cualquier confianza que otorguemos a priori a estas hipótesis dependerá en última instancia de nuestra intuición, de nuestros prejuicios o de nuestra fe. Particularmente mi nivel de confianza ante la conjetura tiende al 0, y aumenta mínimamente en función de la cercanía o la distancia que “aparente” guardar respecto a los hechos científicos en los que dice sostenerse, pero también esta “apariencia” es un acto de Fe intuitiva. De ahí que la utilización a lo largo de un discurso de prestigiosas referencias científicas como “neocortex”, “propiedades de los semiconductores” o “Heisenberg”, no constituya en si mismo un principio científico, sino de Fe, dado que están siendo utilizadas conjeturalmente, a una distancia muy lejana de la verdad aproximativa que representan estos referentes en el desarrollo vertical y pseudo-continuo del conocimiento científico. A eso le llamo yo “Literatura de ambientación científica”, pues no deja de suponer una entretenida narración de cómo nos apetece o se nos antoja a cada cual el Universo, en la que algunos enunciados ilustres de nuestra Hª científica, se van desperdigando como objetos de decoración a lo largo del discurso.
8.- A mi modo de ver, la identificación que algunas personas hacen entre lo “Verdadero” y lo “Científico”, es un acto equívoco y una desviación religiosa de la actividad científica. Es un acto de Fe antropocéntrica menos plausible incluso que la legendaria versión teocéntrica de las religiones monoteístas. La explicación causal y mitología del Universo, se molestaba al menos en inventarse un “algo” misterioso y externo a realidad capaz de crear y ordenarlo todo a partir de la nada; mientras una interpretación “cientificista” del Universo adjudica una profundidad fisiológicamente improbable a la habilidad intelectiva específica de un individuo biológicamente desarrollado a partir de un contexto natural concreto (¿Azaraoso?).
La versión mecanicista del Universo es una paradoja, pues el propio mecanicismo sitúa al hombre en un nivel subjetivo y limitado del “Sistema”, a una distancia indeterminable de las realidades posibles que pudieran integrarlo. La planta carece de un sistema nervioso central desde el que percibir el mundo, el murciélago no tiene posibilidades de percibir la incidencia de la luz en su entorno, el orangután no posee condiciones de abstracción suficientes para desarrollar un sistema lingüístico complejo y articulado, y en la misma línea, es biológicamente esperable que al ser humano le falten habilidades y capacidades, evidentemente no definibles por nosotros mismos, desde las que afrontar el conocimiento de la Naturaleza en todos sus componentes, pues es perfectamente cabal que no hallamos desarrollado habilidades cognitivas para percibir y analizar todos y cada uno de estos componentes, y ni siquiera es esperable que poseamos una manera infalible y exhaustiva de interpretar aquellos factores que si somos capaces de tener en cuenta.
CONCLUSIÓN LITERARIA: Usain Bolt es cuantitativamente más veloz que cualquier otro ser humano sobre la tierra. Pero su sistema locomotriz es el mismo que el de un obeso zampabollos, y sus posibilidades biológicas de volar son exactamente las mismas. En ese sentido, nuestra generación posee una cantidad de enunciados científicos más extensa y aproximada que cualquier otra generación de la que tengamos noticia a lo largo de la Historia, pero cualitativamente seguimos siendo el mismo animal ignorante, brutal y vanidoso que siempre hemos sido, y sólo hemos modificado en parte la comodidad con la que vivimos (algunos), o la contundencia con la que somos capaces de eliminarnos los unos a los otros. Dos actividades esencialmente idénticas a las que llevamos dedicándonos desde el inicio de la especie. Según el cine, la distancia entre tallar un bifaz de silex y viajar al espacio es cuestión de unos pocos fotogramas, según el tiempo geológico, es aún una distancia más reducida, casí insignificante. Si lo observamos desde un tiempo astronómico, lo único Universal en nosotros es nuestra petulancia.
Apóstata:
ResponderEliminarestupendo resumen; si no fuera por alguna derrama post-moderna, queda muy bien como exposición del positivismo.
Saludos, y hasta cuando quieras.
El artículo es un buen ejemplo de lo que denuncia Carlos Elías en "La razón estrangulada", a la que hacías referencia en un artículo anterior.
ResponderEliminar(Por si no lo has leído todavía, he hecho un comentario en mi blog)
Y permíteme un comentario sobre los comentarios: ¡no deberían ser más largos que el artículo original! :-)