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El principal problema de esta tesis es, en mi opinión, el que presentó Karl Popper (ya en los primeros tiempos del Círculo de Viena, cuando la publicación original de su Lógica de la investigación científica - 1934): sencillamente, no es posible hacer la distinción entre conceptos teóricos y conceptos observacionales que la tesis presupone. Ya vimos en la otra entrada que los positivistas terminaron empleando como criterio para determinar si un concepto es "empírico", el hecho de que, en la práctica, los científicos lo consideran como empíricamente (es decir, "aproblemáticamente") determinable... lo que nos podría llevar a considerar que la inmensa mayoría de los conceptos científicos son "empíricos" en ese sentido: una vez que se está de acuerdo en que un procedimiento de medición es fiable, lo que ese procedimiento mide, ya sería "empírico".
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Pero hay otra razón, como señaló Popper, y posteriormente Joseph Sneed elaboró con más precisión: en lugar de considerar la categoría de "teórico" como sencillamente el opuesto de "empírico" (es decir, que un concepto sea "teórico" significaría que NO es "empírico"), parece más razonable apuntar que, cuando decimos que el concepto X es "teórico", lo que queremos decir es que depende de UNA teoría determinada (o, mejor dicho, PRESUPONE la validez de alguna teoría o hipótesis). Y el caso es que, en este sentido, TODOS, absolutamente todos los conceptos son teóricos, pues no hay ningún concepto que pueda aplicarse sin presuponer que algunos enunciados (no tautológicos) son verdaderos, y más en particular, sin presuponer que alguna regularidad (y en ese sentido, una "teoría") es verdadera. Popper pone el ejemplo del concepto "agua": afirmar que "esto es un vaso de agua" presupone que son correctas algunas REGULARIDADES (si lo que llamamos "agua" se comportara cada vez de una manera distinta... no lo identificaríamos como una CLASE de material, así que ni siquiera se nos ocurriría darle el mismo nombre cada vez; ojo, no me refiero a regularidades del tipo "el agua es H20", sino más bien a las que nos permiten identificar algo como agua en nuestra vida cotidiana, cosas como "es transparente", "es líquida a temperatura ambiente", "la del mar está salada", etc.).
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Así pues, aplicar un concepto, cualquier concepto (al menos, cualquier concepto "no meramente formal"), implica presuponer algunas hipótesis sobre las regularidades que se cumplen en el mundo.
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Joseph Sneed transformó esta idea en un problema epistemológico bastante serio (al que, de paso, dio una solución). Consideremos los conceptos que aparecen en la segunda ley de Newton ("fuerza igual a masa por aceleración"); ¿cómo averiguar si esa ley es correcta? Ingenuamente, podríamos pensar que sometemos a una misma masa a diversas fuerzas, medimos las aceleraciones resultantes, y comprobamos si se cumple la famosa ecuación. Pero esto no es tan sencillo; primero: ¿cómo medimos la masa de ese objeto? Sneed nos señala el hecho de que cualquier procedimiento de medición de la masa de un objeto (p.ej., una balanza) PRESUPONE ya que la ley de Newton es válida, y de modo aún más obvio, lo mismo sucede para cualquier procedimiento con el que queramos medir una fuerza. Por lo tanto, señala Sneed, ¡¡¡cualquier aplicación de los conceptos de "masa" y "fuerza" es, en cierto sentido, circular, pues presupone que la segunda ley de Newton es válida!!!
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Sneed explica esto refiriéndose a sistemas concretos (es decir, cualquier conjunto determinado de cuerpos sobre el que queremos determinar si cumple las leyes de Newton o no), y la forma como expresa el problema es la siguiente: para determinar si un sistema físico cumple las leyes de Newton, tenemos que presuponer que algunos otros sistemas físicos (en general, aquellos sistemas que utilizamos como "aparatos" de medición) las cumplen.
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Dicho de otra manera, como explicaba en los comentarios de la reciente entrada sobre el constructivismo: decir que un concepto es "teórico" (o que un enunciado es "teórico") no significa que se refiere a algo "inobservable directamente", sino más bien que es imposible utilizarlo sin aceptar además algunos otros enunciados. O sea, un concepto es teórico si, para utilizarlo, tienes que creer algunas cosas (en especial, algunas "regularidades" o "leyes" sobre el mundo). Y en este sentido, TODOS los conceptos son teóricos, incluso los más aparentemente "observacionales", como "verde", "caliente", "aquí", "longitud", etc. [Un buen ejercicio de reflexión sería pensar qué regularidades son las que están presupuestas en el uso de cada uno de estos conceptos; estáis invitados a sugerirlas en los comentarios]. Es decir, el uso de CUALQUIER concepto presupone aceptar alguna "teoría" sobre la realidad. (Naturalmente, no todos los conceptos presuponen las mismas teorías; ni todos los individuos estarán de acuerdo en qué regularidades es necesario presuponer al utilizar el mismo concepto; ni hay garantía alguna de que las teorías que presupone un agente al utilizar cualesquiera dos conceptos vayan a ser lógicamente consistentes entre sí).
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Esto, por supuesto, conduce a alguna forma de holismo (que no es una teoría sobre maneras informales de saludar); en la versión de Sneed, el holismo se introduce mediante la solución que dio al "círculo vicioso de la medición de funciones teóricas": cuando hacemos CUALQUIER afirmación sobre las masas o las fuerzas que intervienen en un sistema concreto determinado, estamos haciendo, en realidad, una afirmación sobre TODOS los sistemas físicos a los que pensamos que es aplicable la mecánica newtoniana; en particular, cuando decimos, p.ej., que esta barra de hierro pesa 2 Kg, lo que estamos haciendo es afirmar, entre otras cosas, que en TODOS los sistemas físicos en los que se ejerza alguna fuerza sobre esa barra, ésta sufrirá una aceleración que obedecerá la segunda ley de Newton, y que a su vez las masas y las fuerzas determinadas para los objetos de esos sistemas se podrán trasladar mediante la ley de Newton a cualesquiera otros sistemas en los que esos objetos intervengan, etc., etc. O dicho de otro modo, la teoría de Newton no puede descomponerse en una serie de afirmaciones independientes sobre sistemas u objetos concretos, sino como una única afirmación sobre todos esos sistemas y sus relaciones mutuas.
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Seguro que esto os suena a la famosa "tesis de Duhem y Quine", pero esto ya será materia de otra entrada.
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Así pues, aplicar un concepto, cualquier concepto (al menos, cualquier concepto "no meramente formal"), implica presuponer algunas hipótesis sobre las regularidades que se cumplen en el mundo.
ResponderEliminarUmberto Eco lo explica también pero desde la semiótica:
De esto se deduce que las propiedades o marcas conceptuales son meros artificiosn estenográficos que los diccionarios utilizan para no tener que proporcionar otras informaciones 'sobreentendidas' y no complicar las definiciones. Si la comunidad de los hablantes acepta que un líquido es una sustancia evaporable, contenible, capaz de mojar, entonces definir el agua como líquido entraña un notavle ahorro de energía. Esta y no otra es la función de los hiperónimos en un sistema léxico. Las marcas 'semánticas' de Putnam no poseen ningún régimen lógico o metafísico especial: sólo tienen un régimen lexicográfico. Son artificios hiperonímicos. Así como los géneros y las especies de un árbol de Porfirio sólo son nombres para paquetar diferencias, estas marcas conceptuales son meras abreviaturas léxicas para paquetes de propiedades fácticas cuyos detalles no se considera oportuno mencionar.
Es por esto que se puede recurrir a las marcas de diccionarios: hay infinitos contextos en los que cabe poner en tela de juicio diversas propiedades de /agua/, /hombre/, o /gato/, salvo las propiedades de ser, respectivamente, un líquido, un ser humano y un animal. La organización local de un diccionario establece cuáles de las propiedades, asignadas anteriormente a una unidad de contenido, no deben ser puestas en tela de juicio en el ámbito de determinado discurso, porque cada discurso (cada contexto) presupone que algunas nociones 'se aceptan sin discusión'. Esto último no significa que dichas nociones se consideren en mayor o menor grado semánticamente necesarias, sino sólo que, para la buena marcha de la interacción comunicativa, es pragmáticamente necesario que se acepten algunas cosas como presupuestas.
(...)
En este sentido, pues, organizamos un diccionaria cada vez que nos interesa circunscribir el área de consenso en que mueve un discurso.
Si la enciclopedioa es un conjunto no ordenado (y potencialmente contradictorio) de marcas, la estructura de diccionario que le vamos imponiendo trata de reducirla, en forma transitoria, a unos conjuntos lo más jerarquizados posible.
En absoluto es lo mismo, Héctor, o al menos, si es lo mismo, tú no estás mirando hacia donde señala el dedo (o sea, el hiperónimo).
ResponderEliminar.
Lo IMPORTANTE que estoy señalando aquí no es que el hiperónimo sea una "herramienta para ahorrar esfuerzo mental" (aunque, en efecto, lo sea), sino que la RAZÓN por la que lo es, y la razón por la que algunos conceptos son EFECTIVAMENTE ÚTILES como hiperónimos, y otros no (p.ej., la clasificación borgiana de los animales), es porque los hiperónimos "exitosos" son aquellos que aciertan a señalar a HIPÓTESIS PREDICTIVAMENTE EXITOSAS SOBRE EL COMPORTAMIENTO REGULAR DE LOS OBJETOS O SISTEMAS QUE "CAEN" BAJO DICHO HIPERÓNIMO.
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Es decir, aquí hay en juego DOS elementos, y tú te empeñas en querer mirar sólo uno. El elemento al que miras tú es el que dice que los conceptos son herramientas para la coordinación de nuestras acciones, y bla, bla, bla. El elemento al que te niegas a mirar es el que dice que, aunque podríamos usar muchísimos conjuntos distintos de tales herramientas, hay algunos conjuntos que funcionan, y otros que no (o no tanto), y los que lo hacen, lo hacen PORQUE capturan correctamente (en el sentido de que hacen muchas predicciones correctas, y pocas incorrectas) las regularidades que, de hecho, se cumplen en nuestra experiencia.
Hola Jesús. Aprovecho el tema con tag de positivismo para plantearte una duda que me surgió hace tiempo, al ver la expresión “positivista impenitente”. ¿Qué filósofos de la ciencia actuales se califican a sí mismos de “positivistas”? En general, los que conozco (incluso los de orientación empirista y naturalista) no usan ese término, y varios cuestionan explícitamente algunas de las tesis del positivismo (e.g. el inductivismo, el fenomenismo, el verificacionismo).
ResponderEliminarSeeker:
ResponderEliminarpues muy buena pregunta. Que yo sepa, ningún filósofo importante se califica a sí mismo hoy en día como "positivista" (pero me gustaría equivocarme, y conocer alguno), pues "positivista" se acabó convirtiendo casi en un insulto.
Hay muchos, eso sí, que comparten bastantes de las cosas esenciales del positivismo, aunque no se denominarían a sí mismos "positivistas" (p.ej., Van Fraasen, Niiniluoto, Kuipers, Hintikka, Michael Friedman...)
Por cierto, no sé si conoces la primera "serie" que publiqué en el blog, precisamente sobre este tema.
ResponderEliminarJesús:
ResponderEliminarCreo que hemos debatido de esto por fragmentos en otras entradas: que si los conceptos son teorías acerca de la estructura de la realidad, que si la justificación de todos los conceptos y teorías es su capacidad para explicar la experiencia, que si lo importante es eso y si tenemos acceso a la estructura de la realidad o si sólo tenemos un formalismo útil.
Pero lo volveremos a debatir aquí si te parece y si y esto no va ser otro ping pong Jesús-Héctor.
Sursum:
ResponderEliminarpor mí, encantado.
A ver si tengo un rato y mi abuelita no se da cuenta.
ResponderEliminarOK, lo que decís coincide con mi impresión: que los filósofos actuales no se califican a sí mismos como “positivistas”, aunque muchos comparten algunos aspectos del positivismo (por ejemplo, el empirismo, la idea de progreso científico, o el ideal de unificación de las ciencias). La duda que se me plantea entonces es: ¿cuáles de los aspectos del positivismo conviene preservar, y cuáles conviene modificar, o incluso abandonar por completo? Por ejemplo, ¿qué opinás de las críticas de Popper al inductivismo? ¿Qué opinás las críticas de Bunge (y otros realistas científicos, como Psillos) al fenomenismo y al instrumentalismo? ¿Qué opinás las críticas de Quine a los “dos dogmas” (la dicotomía analítico/sintético, y el atomismo semántico)? (Seguramente las preguntas dan para largo, pero si me das una orientación y alguna referencia bibliográfica, lo investigo antes de repreguntar).
ResponderEliminarSeeker
ResponderEliminarparte de las respuestas irán en entradas posteriores de la serie, naturalmente. Otras las intento dar en la serie "El positivismo es un humanismo", que te enlazo arriba.
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Por otro lado, en mi libro "Cuestión de protocolo" (Tecnos, 2005) es donde doy mis argumentos más detallados sobre muchas de esas cuestiones.
Hola Jesús. Estoy averiguando si alguna librería puede traer de España tu libro “Cuestión de protocolo”. Leí tu entrada “El positivismo es un humanismo”, y no encontré allí respuestas a mis preguntas.
ResponderEliminarUna primera duda: allí definiste al positivismo como “la unión de dos tesis, una epistemológica y otra político-moral”, la primera afirma que “los únicos métodos que nos garantizan en alguna medida la verdad de los conocimientos son la demostración formal y la constrastación empírica” y la segunda afirma que “conviene fomentar el espíritu científico en nuestra sociedad”. Desde tu definición, habría que incluir como positivistas a Popper, Bunge, Quine y Laudan, por ejemplo. ¿Vos los incluís en el positivismo? Ellos no se calificaron a sí mismos como positivistas sino como “críticos” del positivismo (Popper se define como falsacionista, Bunge como realista científico, Quine y Laudan como pragmatistas y naturalistas). Tal vez se está usando la misma palabra para distintos conceptos. Yo diría que tu definición refiere a una “actitud pro-científica” en sentido amplio, que incluye al positivismo, pero también a muchas otras posturas.
La segunda cuestión. En la entrada respondiste 5 críticas que habitualmente utilizan los relativistas (“no hay observación neutral”, “no hay semántica neutral”, “no hay neutralidad del científico respecto a intereses no-epistémicos”, “la ciencia responde a intereses no-epistémicos”, “hay cuestiones importantes para los seres humanos que no pueden abordarse con la demostración formal y la constrastación empírica”). Estoy de acuerdo con tus respuestas, pero las críticas de los relativistas nunca me parecieron sólidas. Me interesa más que me orientes acerca de cómo responderías a las críticas al positivismo que plantearon autores no-relativistas, como Popper o Bunge.
Jesús, te hago otra pregunta: estuve leyendo tu pdf “Historia y filosofía de la ciencia. Una introducción bibliográfica”. En el índice figuran 3 apéndices, el tercero es “Cómo enseñar ciencias a los estudiantes de Filosofía”, pero esos apéndices no están en el pdf. ¿Dónde los puedo leer?
ResponderEliminarSeeker:
ResponderEliminarel problema con el término "positivista" (como "demócrata", o "liberal", o "aristocrático") es que cada uno lo define como quiere. En general, si se da una definición muy laxa de un concepto (como hago yo), mucha gente estaría incluida bajo él, pero, como a la gente le gusta definirse por oposición, aquellas posturas que critican las definen mediante conceptos mucho más estrictos. Así, con el fin de oponerse al positivismo, se ha identificado a esta corriente con algunas tesis que NO TODOS los positivistas aceptan, y que, por lo tanto, yo no considero esenciales; p.ej., la tesis de la verificabilidad ("sólo son científicos los enunciados que son empíricamente verificables"): alguna vez habría algún autor positivista que formulara esta tesis, pero pronto se vio que no se podía mantener (p.ej., los conocidos argumentos de Popper), con lo que la inmensa mayoría de los positivistas la rechazaron; o lo mismo con la tesis del fenomenismo ("todo el conocimiento debe reducirse a los datos sensoriales"); tal vez Mach afirmara esto, pero la inmensa mayoría de los positivistas no.
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Así que mi respuesta a esas "críticas al positivismo" son, más bien, el ACEPTARLAS. No creo que por criticar la exigencia de verificación, o la reducción de todo el conocimiento a datos sensoriales, se esté criticando EL positivismo, sino sólo algunas VERSIONES EXAGERADAS Y POCO REPRESENTATIVAS del positivismo, que los supuestos "críticos" convierten en gigantes a los vencer en combate singular.
La cuestión INTERESANTE, desde mi punto de vista, es más bien la de plantearse que lo que se intentaba hacer con la tesis de la verificabilidad y con la tesis de la reducción a los datos sensoriales, o con la de la acumulatividad del progreso científico, o la del reduccionismo..., lo que se pretendía hacer con estas tesis era señalar hacia algunas características IMPORTANTES de la ciencia: el caso es que, aunque no es posible "verificar" una ley científica, muchas de ellas las consideramos "verificadas fuera de toda duda razonable", p.ej., y entonces lo que hay que hacer es preguntarse: ¿CÓMO se las apaña la ciencia para conseguir ESO? Es decir, ¿por qué muchos aspectos de la ciencia son PARECIDOS en cierta medida a lo que decían aquellos positivistas "exagerados"?, ¿y CUÁNTO de parecidos exactamente?, etc.
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Por último, si quieres, puedes enviarme un correo a mi dirección (jpzb@fsof.uned.es) y te mando los apéndices por los que me preguntas.
Jesús, me parece bien tu planteo. Reformulo mi pregunta entonces: de las diferentes propuestas existentes dentro del positivismo en sentido amplio, ¿cuál te parece mejor en lo que respecta a la polémica “inductivismo vs falsacionismo” y a la polémica “instrumentalismo vs realismo”?
ResponderEliminarSeeker:
ResponderEliminara lo mejor suena un poco (o muy) friki mi postura, o incluso muy "dialéctica", pero allá va:
sobre la polémica entre falsacionismo e inductivismo, me parece más correcto el falsacionismo (las teorías o hipótesis científicas no son verificables inductivamente, pero sí que debemos formularlas de tal manera que puedan ser "en principio" refutadas por datos empíricos, y podemos aceptar provisionalmente aquellas que han sido sometidas a contrastación y no han sido refutadas...
Pero, ¡¡¡y aquí viene la sorpresa dialéctica!!!, si aceptamos esta postura, entonces la HIPÓTESIS de que las teorías que han tenido un gran éxito empírico hasta ahora lo seguirán teniendo (o sea, la hipótesis de que la inducción "funciona") ha tenido un gran éxito empírico hasta ahora (ha "sobrevivido muchos intentos de refutación"; hay que matizar muchas cosas, pero no es muy complicado), así que, SI ADOPTAMOS EL FALSACIONISMO, PODEMOS DEFENDER UNA METODOLOGÍA INDUCTIVISTA COMO UNA BUENA "HIPÓTESIS META-CIENTÍFICA" SOBRE EL MÉTODO CIENTÍFICO ("buena" en el sentido falsacionista del término).
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Con respecto a la disputa entre instrumentalismo y realismo, la situación es parecida: creo que desde el punto de vista lógico, el instrumentalismo es superior (no hay forma de demostrar que las teorías mejor confirmadas nos describan la realidad tal cual es, sino que lo máximo que podemos decir es que son buenos instrumentos para generar predicciones), así que hay que preferir aquellas teorías que tengan más utilidad como instrumentos; pero dicho esto, mi conclusión es que LA HIPÓTESIS DE QUE HAY UNA REALIDAD INDEPENDIENTE DE NOSOTROS, Y QUE NUESTRAS TEORÍAS INTENTAN DESCRIBIR, ES LA HIPÓTESIS QUE MEJOR HA FUNCIONADO HASTA EL MOMENTO COMO GENERADORA DE PREDICCIONES, y por lo tanto, desde la posición del instrumentalismo, el realismo es la teoría que se ha comportado mejor como instrumento.
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Moraleja: en el fondo, un falsacionista tiene que terminar defendiendo que algo parecido al método inductivo funciona bastante bien en la ciencia, y un instrumentalista tiene que terminar defendiendo que la hipótesis del realismo es la más útil.
Gracias por la respuesta. Muy bueno el planteo de llegar al inductivismo partiendo del falsacionismo, y llegar al realismo partiendo del instrumentalismo.
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