Inicio con esta entrada una serie de pequeñas (pero espero que interesantes) reflexiones sobre el problema del libre albedrío. En principio quiero proponerlas como tesis que se siguen sin necesidad de razonamientos muy enrevesados a partir de premisas fácilmente aceptables (aunque alguna puede haber que requiera un poco de gimnasia mental); en cualquier caso, prefiero que los argumentos complejos vayan surgiendo a partir de vuestros comentarios y críticas. La mayor parte de las tesis (en realidad, creo que todas menos una, y a lo mejor ni esa) no son originales, ni mucho menos, pero lo gracioso de la filosofía es filosofar, por supuesto. ¡Tampoco vamos a renunciar al sexo porque no sea uno mismo quien lo haya descubierto!
Algunas de estas tesis aparecen en una recensión que escribí el año pasado sobre el libro de Carlos Moya Moral Responsibility, y que está disponible en mi página de la UNED.
Pero bueno, a lo que vamos; empecemos con una reflexión que puede servir de pórtico a las tesis con verdadera enjundia metafísica:
A) LA DISCUSIÓN SOBRE EL LIBRE ALBEDRÍO NO TIENE NINGUNA RELEVANCIA MORAL EN LA PRÁCTICA.
Prueba: empezaré diciendo que, en mi opinión, la libertad es el valor moral más importante de todos, el que da sentido a los demás y les sirve de prerrequisito; ahora bien, el hecho de que sea importante luchar por la libertad y defenderla en la práctica contra los abundantes ataques que recibe, significa que ESA libertad por la que luchamos puede tenerse o no tenerse, que unos seres humanos pueden tener más que otros, que se puede perder o conquistar. El libre albedrío, en cambio, se postula como una característica que necesariamente posee todo ser humano racional; sería absurdo, por lo tanto, "luchar por el libre albedrío". La libertad que es importante desde el punto de vista moral y político, la que queremos que nuestra sociedad confiera a sus ciudadanos, esa libertad no es el "libre albedrío" del que estamos discutiendo aquí.
De hecho, podemos imaginar un mundo exactamente igual que el nuestro, en el que la gente hace y siente exactamente las mismas cosas que ha hecho aquí, pero en el que los seres humanos carezcan de libre albedrío (aunque no de nuestros sentimientos, repito). En ese otro mundo, habrá las mismas luchas por la libertad, las mismas revoluciones, las mismas víctimas y verdugos, la misma libertad o falta de libertad en sus sociedades, la misma ilusión y desesperación, pero no habrá en él ni una pizca de libre albedrío. (Tal vez pueda argumentarse que, si los "humanos" de ese mundo paralelo no tienen libre albedrío, no podrán hacer las mismas cosas que nosotros, pero esta es una cuestión que discutiremos en otra entrada).
Así pues, con independencia de si uno cree o no en el libre albedrío, la libertad (como ausencia de coacción o de dominación) sigue siendo algo que puede valorarse y por lo que tiene todo el sentido del mundo sentido seguir luchando, pues tenemos (sobre todo algunos de nuestros congénees) mucha menos de la que desearíamos.
Como el sol cuando amanece (2)
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ResponderEliminarDe la misma forma que podemos definir "libertad" como la capacidad real de ejecutar acciones, echo en falta una definición clara de libre albedrío.
ResponderEliminarLa libertad, al ser algo verificable y cotidiano, no me presenta problemas: Puede razonablemente disgregarse en categorías para su evaluación, libertad de opinión, por ejemplo, y someterse a una evaluación aproximada.
¿Podrías dar una definición de libre albedrío? Así podré seguir leyendo con una idea más precisa de sobre qué estamos hablando.
Saludos
Nota: el comentario que borré era esto mismo pero con un par de erratas.
¿Qué tal, Angel?
ResponderEliminarAl distinguir el "libre albedrío" (como una supuesta capacidad intrínseca de todos los seres racionales) de la "libertad" (como algo que se puede tener o no tener, en función de las condiciones sociales, políticas, etc.) me refiero, en el primer caso, a AL HECHO DE QUE, EN CADA MOMENTO QUE TOMAMOS UNA DECISIÓN, LA REALIZACIÓN EFECTIVA DE LAS OPCIONES QUE ESTAMOS CONSIDERANDO NO ESTÉ DETERMINADA (POR LAS LEYES FÍSICAS U OTRAS CAUSAS), SINO QUE AL MENOS DOS DE ELLAS ESTÉN "ABIERTAS", SEAN "POSIBLES".
Dicho de otra manera: es la tesis de que, cuando hemos tomamos una decisión, PODRÍAMOS haber tomado otra.
Esta es la tesis que quiero mostrar como una ilusión.
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ResponderEliminarSólo quiero hacer un apunte, que no pretendo relacionar con el libre albedrío para no entrar en polémicas (tal como hice en el tema anterior):
ResponderEliminarLas leyes físicas de la naturaleza permiten la existencia de probabilidad en su comportamiento. Esto no significa ausencia de determinación, sino que la determinación es la acotación de los efectos posibles y su probabilidad. A efectos prácticos, puede haber una o más opciones perfectamente posibles, e incluso, equiprobables para la misma situación.
Muy pertinente el comentario de Ashkar; para tenerlo en cuenta, debe tenerse en cuenta en la definición de "libre albedrío" que no se trata de que un individuo pueda hacer una cosa o hacer otra, sino que puede tomar varias DECISIONES alternativas, es decir, que cada una de las alternativas no sería el resultado de una determinación aleatoria (como si hubiera en el cerebro una ruleta), sino el resultado de una "verdadera decisión".
ResponderEliminarEn fin, intentaré ser más claro sobre esto en las próximas entradas.
Dicho de otra manera: es la tesis de que, cuando hemos tomamos una decisión, PODRÍAMOS haber tomado otra.
ResponderEliminarEsta es la tesis que quiero mostrar como una ilusión.
Sólo hay una necesidad auténticamente fatal e insoslayable: la necesidad lógica, cuyos efectos en la regulación del mundo son sin embargo de tipo privativo. Es decir, evita que una serie de hechos sucedan de forma simultánea, pero no es causa positiva de ningún acontecimiento. Por ella no resulta posible que yo esté vivo y muerto, o que sea y no sea un hombre, aunque ella no me diga por qué soy yo -y la suma de lo que conduce a mí- en lugar de la nada.
Veámoslo en tres puntos:
1) Toda existencia es por definición contingente, a no ser que se pretenda la validez del argumento ontológico y se desee, además, extrapolarlo a los entes finitos. La contingencia que se acaba de establecer con respecto al todo vale también de un modo distributivo para las partes que lo integran.
2) La necesidad lógica, pues, operará desde estas coordenadas deterministas: dado que el presente universo existe, no puede seguirse de él nada distinto a su noción y, por tanto, nada que no derive de ella ocurrirá naturalmente. Así, si la noción del universo prevé que haya causas espontáneas (esto es, relativamente autodeterminadas en vistas a ciertos fines), las habrá; y si no, no las habrá.
3) Ahora bien, de la simple constatación de que cualquier universo determinado existe no se infiere apriorísticamente la existencia o inexistencia eventual de causas espontáneas, en tanto que éstas respeten la lógica a un nivel interno o de posibilidad (no ser contradictorias consigo mismas) y externo o de composibilidad (no serlo frente al universo en el que se encuadran).
Se pide, entonces, al negador del libre albedrío dos clases de prueba para verificar su tesis:
a) Una prueba negativa según la cual quede evidenciado que las causas espontáneas no existen.
b) Una prueba positiva por la que se aprecie que dichas causas no pueden existir o, al menos, no en este universo.
Sin estas pruebas, la tesis defendida y la contraria permanecen como hipótesis equiprobables.
Eso me recuerda a lo del gato de Schrödringer... xD
ResponderEliminarHola Jesús,
ResponderEliminarA mí me parece evidente que los humanos, así como otros seres inteligentes, toman algunas decisiones en sus vidas cotidianas ( las cuales suelen tener consecuencias ).Evidentemente, los grados de libertad dependen de la capacidad cognoscitiva, el nivel de información y circunstancias personales. Sin duda, el presidente de una nación poderosa tiene mayor capacidad de decidir cosas que un campesino pobre de Africa. No obstante, es posible que un error de cálculo en este último puede tener consecuencias dramáticas (hambre, más pobreza, muerte a bordo de una patera...)
No entiendo cuál es el problema filosófico del libre albedrío. Para mí lo interesante es qué capacidad cognoscitiva es necesaria para tomar decisiones (y cuáles son los mecanismos neurológicos subyacentes)
Un saludo
Pablo
Del DRAE (22 edición, consultado el 15 de diciembre de 2007):
ResponderEliminarlibertad.
(Del lat. libertas, -ātis).
1. f. Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos.
2. f. Estado o condición de quien no es esclavo.
3. f. Estado de quien no está preso.
4. f. Falta de sujeción y subordinación. A los jóvenes los pierde la libertad.
5. f. Facultad que se disfruta en las naciones bien gobernadas de hacer y decir cuanto no se oponga a las leyes ni a las buenas costumbres.
6. f. Prerrogativa, privilegio, licencia. U. m. en pl.
7. f. Condición de las personas no obligadas por su estado al cumplimiento de ciertos deberes.
8. f. Contravención desenfrenada de las leyes y buenas costumbres.
9. f. Licencia u osada familiaridad. Me tomo la libertad de escribir esta carta. Eso es tomarse demasiada libertad. En pl., u. en sent. peyor.
10. f. Exención de etiquetas. En la corte hay más libertad en el trato; en los pueblos se pasea con libertad.
11. f. Desembarazo, franqueza. Para ser tan niña, se presenta con mucha libertad.
12. f. Facilidad, soltura, disposición natural para hacer algo con destreza. Algunos pintores tienen libertad de pincel. Ciertos grabadores tienen libertad de buril.
Para terminar de complicarlo, se puede comprobar también las diferentes perspectivas del "libre albedrío" que hay en Wikipedia
http://es.wikipedia.org/wiki/Libre_albedr%C3%ADo
¿A alguien le extraña que haya malentendidos a la hora de ponerse a discutir sobre esto?.
Para ponerlo claro:
ResponderEliminarTomar una decisión, es tomar una decisión en función de una circunstancia; entonces, si cambia la circunstacia, cambia también la decisión o simplemente ya no se nos de la posibilidad de tomarla.
Llega un punto en que intentar encontrarle la lógica a la definición del libre albedrío es absurdo, por el simple hecho de que toda decisión viene posibilitada a priori por una serie de circunstancias.
Se pide,
ResponderEliminarUsá bien la primera persona.
Una prueba negativa según la cual quede evidenciado que las causas espontáneas no existen.
Las "causas espontaneas" (Como las llamás vos en tu jerga arcaica) existen, pero no sé cómo podrían conspirar para producir lo que ustedes llaman "libre albedrío". Un átomo de carbono 14 puede desintegrarse espontaneamente en el interior de una de mis neuronas, tal vez afectando levemente mi conducta, pero otro átomo similar puede hacer lo mismo en medio de un jarrón de arcilla y no decimos que ese jarrón tenga libre albedrío.