LA CRISIS DE VOCACIONES CIENTÍFICAS: UN ESTUDIO ESTADÍSTICO
Tras esperar en vano cinco años a que la FECYT considerase la posibilidad de publicar este estudio que ella encargó y yo dirigí, he decidido colgarlo yo aquí (la verdad es que ya casi me había olvidado de él). Siento que los datos no estén actualizados. Para descargar los pdf's, pinchar primero en el símbolo de Scribd, y luego la pensaña "download".
Pues no entiendo por qué, con las grandes expectativas laborales y de realización que ofrece una carrera científica en España. Que sí, que ya sé que son una mierda, pero más o menos igual que en cualquier otro campo, así que no hay excusa.
Soy incapaz de sacar nada en limpio de esto, la verdad. Me hubiera gustado ver los porcentajes de alumnos de final de secundaria y bachillerato sobre el total de sus cohortes (tasas de escolarización) y lo mismo para los ingresos en la universidad (sobre legalmente habilitados para ingresar y sobre cohortes completas). Una observación adicional que yo haría es que los aprobados en la selectividad/pau sobre presentados no nos dice demasiado, o al menos dice menos que la tasa sobre matriculados del último curso de bachillerato. La razón es que, al menos los concertados, tienden a manejar las cifras que obtienen en selectividad aprobando o suspendiendo el curso en función de las expectativas de aprobar selectividad. Tener las cifras en proporción a las cohortes y tenerlas también en función de los ingresos familiares permitiría quizá intentar contrastar alguna hipótesis algo más enjundiosa. Por ejemplo: ¿hay un handicap para estudiar ciencias si la familia tiene pocos ingresos? ¿La expansión en la serie temporal de la enseñanza secundaria se ha hecho en las capas sociales que sufren este handicap? ¿Hay quizá, percibida o inducida, en secundaria una mayor dificultad de elegir ciencias para los "recién llegados" de capas sociales con poca educación e ingresos? ¿Se puede contrastar esto separando concertados de públicos? Las peculiares variaciones en Andalucía me lo han hecho pensar. Las de Navarra son también bastante extrañas, aunque a saber si la Universidad del Opus produce un sesgo en las cifras (allí no estudian solo navarros).
Por cierto a ver si rehaces el estudio actualizando las cifras, que esto es dejar con la miel en la boca.
Lo siento, Áloe, los datos que teníamos son los que encontramos; no sé si ahora tendrán datos más detallados que relacionen los resultados con el nivel socioeconómico y cosas así. Y me temo que la tarea de actualizar quedará para otro; yo estoy un poco mayor.
Ya lo comentaba Eduard Punset cuando se le interrogaba sobre el espíritu emprendedor en España, dentro de las muchas conclusiones se hablaba por ejemplo de que mientras la mayor parte de nuestra sociedad crea que “un esfuerzo encomiable y de debido reconocimiento publico” es preparar una oposiciones y superarlas. Mientras lo mejor visto sea ser juez, maestro, policía, funcionario.. mientras la meta sea pertenecer a la nueva burguesía, tener un “empleo de la corona” como decía Lázaro de Tormes, un salario seguro para toda la vida como decía mi abuela.. poco se puede hacer.
Quién quiere ser Einstein, quién quiere ser Hawking, quién Newton, Copérnico, Galileo ?. Hace diez años un modelo para los jóvenes universitarios españoles era Mario Conde (un Bill Gates a la española al que hicieron Doctor Honoris Causa), diez años después quieren ser “famosos” o “funcionarios”, pero están más dispuestos a soportar aunque sea sin vocación alguna el tedio de lo segundo, que pagar el precio de la fama, sea esta por el motivo que sea.
Mientras algo no venga a cambiar esta forma de pensar, esta filosofía de vida o mejor dicho la falta de filosofía de vida, poco habrá que hacer. Un saludo.
Mientras lo mejor visto sea ser juez, maestro, policía, funcionario.. mientras la meta sea pertenecer a la nueva burguesía.
Meeeeek. Estás hablando de funcionarios, no de burgueses.
Mario Conde (un Bill Gates a la española...
Meeeeeeeeeek. Bill Gates fabricó un sistema operativo llamado Windows, que te guste o no, está en la mayoría de los ordenadores actuales. Mario Conde no fabricó nada.
Bill Gates compró (no escribió, ni dirigió el desarrollo) un sistema operativo llamado DOS para cubrir un encargo con muy poco plazo de cumplimiento que su madre le había conseguido de IBM, empresa que era su cliente (porque los papás de Bill Gates ya eran ricos, por cierto). Negoció con mucha habilidad y sentido de lo que iba a pasar en los años siguientes en la informática del ordenador doméstico, y poco a poco, copiando el sistema de ventanas de Apple (que Apple había mejorado partiendo de copiar a Xerox) y que superpuso una interfaz gráfica más amigable al arcano DOS, se llegó a Windows. (Ahora el nucleo del SO ya no es DOS, pero lo fue creo que hasta windows NT, que debe ser el primer SO que fabricó Ms). Yo no le quitaría mérito en cuanto a visión comercial, endiablada habilidad negociadora y capacidad de gestión y de llevarse el gato al agua hasta formar un monopolio de hecho y casi arruinar al gran IBM (y a otros muchos). Por esas cosas está donde está, no por fabricar Windows. Será por sistemas operativos, hombre.
Por otra parte en España no ha habido que yo sepa incompatibilidad entre la vocación por estudiar una carrera técnica o de ciencias naturales y el funcionariado más apoltronado (o su similar en las empresas públicas o cuasi-públicas). Los cuadros de élite y directivos, los sentados a la derecha de dios padre, eran los ingenieros. Lo más de lo más hasta quizá los noventa era ser ingeniero de Minas (pequeña élite que monopolizaba los puestos majos en las eléctricas y con monopolio legal en el manejo de minas y explosivos), ingeniero de otra especialidad super considerada (como aeronaútico o caminos), ingeniero en general (industriales cayó en el ranking poco a poco, mientras teleco fue ascendiendo). En resumen: La mejor manera de ser el equivalente español al francés de Grande École era ser ingeniero y hacer carrera cuasifuncionarial pero con sueldos tres o cuatro veces mejores. Lo mismo aunque menos se puede decir de otras carreras "difíciles" como Medicina o Arquitectura. Y el resto de carreras de ciencias naturales, como Química, Física y similares. O sea, no es que hubiera vocación investigadora ni científica a paladas, ni vocación de arriesgarse. Lo que había era un nicho profesional difícil de alcanzar y reservado a unos pocos privilegiados, pero que daba seguridad en el empleo y posibilidades muy lucrativas a la vez.
Eso es lo que ha cambiado poco a poco, a medida que la competencia hace que el nirvana con excelente sueldo ya no está garantizado, a medida que los directivos de estas grandes empresas han ido dejando de tener que ser ingenieros, y a medida que el mercado laboral es más ancho, variado y reñido, por lo que hay formas menos agobiantes de conseguirse un título universitario con las que a la postre igual se consigue el mismo éxito laboral (o más).
Por tanto, yo niego la mayor mientras no me la demuestren: no creo que haya tal crisis de "vocaciones cientificas". Lo que creo que hay es que los términos del cálculo coste-beneficio han cambiado. Y aun con tanta queja, exportamos más talento científico del que importamos, lo cual debe significar algo respecto a las infraestructuras científicas y empresariales que investigan e innovan. Algo malo, quiero decir.
Lo que sea. Lo importante: no puedes comparar a Mario Conde con Gates. Ni siquiera con el chuloputas de Larry Ellison (es un chuloputas, sí).
El problema es que existe una especie de filtro perverso que transforma los fenómenos yanquis en caricaturas hispanas. Madonna se convierte en Alaska. David Bowie/Life on Mars en "La chica de ayer" y comosellame el tipo que la escribió. La AT&T en Timofónica. Y así sucesivamente...
La Historia se escribe primero en EE.UU. como tragedia. Y luego aquí la repetimos como farsa.
Bueno, je, je: el as en la manga que me he guardado es que, si se ven los datos del estudio, NO había (al menos en el periodo estudiado) algo que se pudiera identificar como una "crisis de vocaciones científicas". Al contrario, el porcentaje de alumnos de ciencias y técnicas en la universidad aumentaba (donde sí bajaba era en secundaria, pero creo que eso es más bien un reflejo del descenso de nivel).
Freman: Desde luego comparar a Gates con Conde es algo absurdo. En todo caso, se podría comparar a Gates con el fundador de Zara (salvo por el importante hecho de que éste actúa en un sector antiguo y maduro y Gates en lo que eran NT rabiosas, diferencia que de nuevo de lo que dice más es del tejido productivo y la capacidad tecnológica de los países respectivos, y a favor del español está que él no empezó recibiendo el primer millón de papi). De comparar a Conde con algún exitoso americano sería más bien con el cerebro de Enron, aquel mago de las finanzas... bueno, este último año nos hemos enterado de que en realidad había de estos magos a docenas.
Jesús Zamora: ¿Y por qué un reflejo del descenso de nivel en lugar de un reflejo del aumento de nivel o un reflejo de que el nivel permanece igual pero los alumnos son más heterogéneos? Vamos, que no digo que sea una u otra, pero puede ser igual cualquiera de las tres.
Jesús Zamora, miré las cifras el otro día y efectivamente no se ve esa disminución de la elección de ciencias globalmente. Lo que pasa es que queda bastante poco claro qué carreras están en cada grupo según los cuadros, lo que lía bastante sacar conclusiones. Lo que tengo entendido, no por estas cifras sino por otras fuentes, es que los alumnos de Fïsica, Matemáticas y otras "ciencias puras" si que están en declive. Lo que yo creo es que eso es normal: si se puede con las matematícas pertinentes y las notas de corte han bajado, ya no hay que hacer Física porque una ingenieria tenga notas de corte más altas o no se pueda ir a estudiar en otra ciudad (ambas cosas creo que pasaban antes en cierto grado). Si se puede con las matemáticas pertinentes pero a duras penas y no se tiene una gran vocación por el asunto, ya no hay una diferencia de expectativas laborales que justifique sudar ocho años para hacer ni física ni ingeniería, pudiendo hacer cómodamente otra cosa más fácil.
Áloe: si te fijas en los datos de selectividad (se ve mejor en el documento de los gráficos), el porcentaje de aprobados de letras en selectividad ha disminuido, y el de ciencias ha aprobado. Es el principal (por no decir único) dato que tengo para afirmar lo de la "caída del nivel" (si cada vez hay más de letras, de letras cada vez suspenden más en selectividad, eso hace "bajar" el nivel... aunque los de ciencias aprueban cada vez más - pero son menos).
Jesús, no entiendo bien el razonamiento. En primer lugar, habría que controlar el nivel de los propios exámenes de selectividad, para descartar que no hayan variado durante el periodo que analizas (en dificultad). Una forma de hacerlo que sería útil es ver la puntuación en los exámenes comunes para todos y usarla como control, por ejemplo analizando las series de diferencias (prueba común - prueba específica). Igualmente, ver el rendimiento de los alumnos en estas pruebas comunes aisladamente tendría bastante valor informativo.
En segundo lugar, si he entendido lo que dices, parece ser que el número proporcional de aprobados de letras disminuye a la vez que aumenta el número total de presentados (y lo contrario pasa con ciencias): eso puede interpretarse como una "disminución de nivel", pero en realidad también puede ser un artefacto derivado de la propia extensión de la secundaria, que no selecciona a los alumnos como hace una generación (o lo hace en menor medida). Combinada, evidentemente, con una selección diferente: una selección silenciosa en los centros, que sabemos de primera mano que efectivamente existe: los centros forman los grupos de ciencias puras, ciencias sociales y "pelotón de los torpes" en orden decreciente de rendimiento y comportamiento (simplifico un poco, pero es lo que vienen a hacer en los de Madrid que conozco y lo hacen a sabiendas, así que no serán una excepción). Según esto, una hipótesis que cubriría las apariencias es que los "reción llegados" a secundaria engrosan desproporcionadamente tanto las cifras de suspensos como las cifras de letras, y esta correlación no es casualidad, sino que debido a la mayor dificultad de aprobar ciencias los centros los clasifican así (y los propios alumnos, hasta cierto punto).
Por lo tanto, me parece que una comparación más pertinente sería la comparación de los deciles o quintiles superiores de cada periodo y tramo, o una comparación después de controlar la variable "estrato socioeconómico de la familia". Porque si no, tienes un hecho bruto que no te dice nada, o te dice cosas contradictorias.
(O lo mismo no te he entendido, que bien puede ser.)
Áloe, ¡ya habría querido yo tener esos datos!, pero lo único que tuve a mi disposición fueron los porcentajes de aprobados en cada rama. . Por otro lado, mi impresión subjetiva sobre los exámenes de selectividad (que estuve viendo desde 1990 al 2001, más o menos) es que cada vez eran más fáciles, pero reconozco que eso es una impresión subjetiva, y tal vez sea el "síndrome de Manrique" ("cualquiera tiempo pasado, etc.").
Pues vaya birria de datos, con perdón. Si no se puede desagregar por ningún criterio, no sé qué quieren esas lumbreras que se pueda sacar en limpio que valga la pena. En realidad para hacerlo bien-bien, habría que tener los datos individuales, para poder hacer regresiones como es debido, análisis factoriales o multivariantes... tampoco se necesitaría la población completa. Con una muestra extensa aleatoria, quizá estratificada por comunidades, se sacaría lo mismo que con toda la población.
En fin, supongo que las estadísticas disponibles reflejan el nivelazo educativo ese que teníamos antes y que es el que ilumina a los figuras de la burocracia educativa.
Las conclusiones son muy claras y coinciden con lo que todo el mundo en el instituto y en la universidad conoce. Lo que ocurre es que a algunas personas ajenas a la docencia como Aloe les cuesta admitirlas (por estar de forma natural sesgados como padres, supongo centrados en la percepción de sus hijos y no de la globalidad).
Como bien concluyes, no disminuye el número de matriculados en carreras de Ciencias. En particular aumenta en las que tienen mayor salida laboral, como Ingnierías, Arquitectura y sanitarias como Medicina y relacionadas. Disminuye en las ciencias puras, porque hay muy poca salida laboral. Una empresa corriente prefiere un ITI antes que a un físico. La salida en ciencias generalmente será el preparar oposiciones de instituto. Como puedes prepararte las oposiciones de Matemáticas, Física o Química siendo biólogo, que es muchísimo mas fácil, pues eso hace la gente. Así podrás observar que los matriculados en Biología han disminuido mucho menos. Simplemente se trata de minimizar el esfuerzo, y olvidar vocaciones siguiendo un sentido práctico, pues el nivel ha descendido bastante, y a la gente le cuesta horrores sacar una carrera de ciencias puras. También en las ingenierías, aún disminuyendo el nivel exigido como se hace hoy, a la gente le cuesta terminar las carreras mucho mas. El nivel del alumno ha bajado, su preparación también, pero sobre todo ha disminuido el sentido último del sacrificio y el esfuerzo para un futuro que ellos no ven, están mucho mas centrados que antes en el presente y en el ocio.
Esta misma razón, simple y práctica (ahorro de esfuerzo), hace que no escojan el bachillerato de ciencias: porque es mucho mas difícil. Además no se ven capaces, porque su nivel ha disminuido mucho, en matemáticas es alarmante. En general, las ciencias requieren mas horas de trabajo que las letras, mas esfuerzo, y a algunos con el bajo nivel de motivación y con su escasa preparación, no les compensa. Por eso si no van a ir a la universidad a una carrera científica o técnica, consideran absurdo esforzarse en un bachillerato de ciencias. Al bachillerato de ciencias solo van los mejores, que a su vez son los que tienen habilidades en matemáticas y que están decididos a llegar a una carrera científica. Bueno, ahí queda mi expriencia, simple, llana y empírica. Enhorabuena de nuevo.
Quiero completar mi comentario anterior. Las únicas carreras "de ciencias" que actualmente tienen un elevado número de alumnos son las ingenierías (arquitectura también, aunque admite menor número de alumnos). En el resto de carreras de ciencias puras no se matriculan casi alumnos (pues medicina y similares requieren bachillerato biosanitario, no son realmente "de ciencias").
Las ingenierías siempre han tenido un índice de fracaso elevado, por su dificultad inherente. Ante el fracaso el alumno se sobreponía con esfuerzo, su nivel de conocimientos y su motivación eran mas altos, y le motivaba también un futuro laboral mas o menos seguro. Hoy en día el alumno es incapaz de este nivel de sacrificio, pues no está entrenado para superar la frustración y para mantener un esfuerzo continuado, el nivel ha disinuido mucho en la ESO y Bachillerato. Esto hace que la media para realizar una ingeniería de 3 años sea de 6.
Este fracaso universitario se quiere resolver con Bolonia. El fracaso escolar ha llegado a la universidad y la sociedad no lo tolera. Muchos alumnos pasan 5 años matriculados en primer curso vagando, divirtiéndose, sin asistir a clase y en unas eternas vacaciones pagadas. Por eso se obligará mas o menos la asistencia y se conmina a las ingenierías a bajar el nivel, los 2 primeros años de Bolonia constituirán un nivel similar a lo que antes era un COU de Ciencias. En USA ya pasa esto, los primeros años son casi de nivelación.
Lo que yo me pregunto es, cuando este nivel disminuya en la forma prevista a la que se obligará al profesor, y el alumno que supere un grado no disponga de capacidad suficiente (pues serán casi 4 años de guarda-jóvenes y maquillaje del paro), cuando esta persona llegue a una empresa con un título y se observe que ni tiene conocimientos ni tampoco capacidad de trabajo, ¿qué impedirá contratar a un FP2? ¿No se piensa que perjudicarán enormemente para la gente el sentido de la universidad? Ya está deteriorada la imagen de los universitarios anivel de calle, la gente sabe que en muchas carreras son sólo muchos años de juerga, pero creo que será mucho peor, se desvalorizarán terriblemente los títulos. Es una impresión mía y de mucha gente en contacto con la que se avecina, no sé qué opinas al respecto. Mi opinión es que nada puede resolverse mientras no cambie la LOGSE y los esquemas sociales respecto a la misión en la vida que tiene una persona entre los 18 y los 28 (actualmente es exprimir esos años como si la vida muriera a los 25 o 30, no lo entiendo). Bueno otro saludo.
Anónimo: Explica cuales son esas consecuencias tan claras y de qué venero de sabiduría interpretativa las sacas. De momento un mérito que sí te veo es que eres muy gracioso: los padrs estamos sesgados por nuestro interés, pero los docentes sinencambio no tienen sesgo alguno por el suyo. Verdaderamente curioso, y más teniendo en cuenta que el interés de los padres es, a priori y salvo prueba en contrario, el interés del usuario, es decir, el único que importa (o el principal en todo caso). Item más, cualquier persona que examine datos o estudie la educación e intente comprender algo, se ve imposibilitada para ello completamente si además es padre. Desgracia que no les sucede a los docentes, por gracia divina seguramente.
Dejo el resto de tus comentarios porque no son más que una combinación de perogrulladas y de suposiciones gratuitas (lo cual por supuesto es en lo que consiste generalmente una conversación como ésta, pero además me resultan aburridas). Sólo mencionaré que cuando yo hice una Ingeniería técnica (hace muuuchos años) sólo la cuarta parte o menos de los alumnos la terminaban en los años prescritos. Añadiré que el nivel de la enseñanza proporcionada era pésimo con encomiables excepciones, los programas de enseñanza absurdos en un 50% y salías con tu título sin saber hacer nada desde el punto de vista laboral. Eso sí, la "exigencia" consistía en suspender mucho y no poner jamás notas altas, no en enseñar bien. Había profesores que presumían de aprbar siempre un máximo porcentaje de exámenes, independientemente de cómo estuvieran hechos, y otros que presumían de no haber puesto un sobresaliente en toda su vida. El 90% de los alumnos íbamos a una academia para aprobar las asignaturas de matematícas y dibujo técnico (los buenos, los malos estudiantes iban a más asignaturas). Este era el nivel y la calidad de las ingenierías, y si entras en blogs o foros de estudiantes o ex-estudiantes de ingeniería verás que mi experiencia no es una excepción. Añado que no sabíamos un pijo de inglés, ni siquiera para leerlo o comprender especificaciones, y que había una asignatura de inglés que curiosamente era la única maría (bueno, y la de rudimentos de computación, que daba pena también). En todas la carreras de ciencias o tecnología el nivel de enseñanza es hoy en día mejor, aunque no sea para tirar cohetes ni mucho menos. Esto no lo digo sin argumentos, como haces tú: hay uno excelente, y es comparar los niveles de la investigación hace una generación y ahora. Ahora no son excelentes en general, pero hay muchos Departamentos, aquí y allá, que sí son competitivos internacionalmente y no tienen que avergonzarse de sí mismos. ¿Cuál era ese nivel hace una generación? Pues inexistente. Cero. Nada.
Todos los hechos del pasado que usted cuenta son conocidos por todo el mundo. Sobre el presente, dice usted: "En todas la carreras de ciencias o tecnología el nivel de enseñanza es hoy en día mejor". Si los profesores son iguales o mejores, es obvio que los alumnos vienen cada día peor, y los padres deberían preocuparse por ello, porque sus hijos no podrán alcanzar trabajos bien cualificados ni tan siquiera con título. Si los padres no ven el problema, ni les importa, a los docentes pronto les importará un rábano (ya ocurre). Están pidiendo auxilio, de la administración, de los padres, y nadie tiene interés en resolver nada. Es perder el tiempo y usted es la prueba viviente de lo que el odio y la falta de sentido de la realidad generan. El país se hundirá en el futuro con profesionales cada vez mas mediocres.
En un primero de ingeniería, sé que actualmente muchos alumnos no saben resolver una ecuación de 2º grado ni la ecuación de la recta, por poner un caso. Y estos son los "buenos", los del bachillerato de ciencias. Son conceptos que hace años se tenían claros con 12 años. Aparte de que muchos carezcan de la mínima educación y respeto requeridos para estar en un aula de una universidad y de que no puedan concentrarse en una tarea mas allá de 20 minutos.
Si supiera los argumentos que tengo yo para hablar, jamás volvería usted a abrir la boca. Pero quiero exponer hechos e ideas de buena fé, no experiencias personales ni currículums. Hablar con padres hoy es imposible. Están ciegos, como "usuarios" sólo ven el cómodo hoy y no el mañana, y del daño que están haciendo a sus hijos no serán conscientes hasta el futuro, y ya será muy tarde. Aparte de la comodidad, quizá están intentando que no les hagan el daño que a ellos les hicieron, lo que hoy les lleva a arrastrar un amargura como la de usted, pero buscan el sistema opuesto y por tanto, equivocan el camino de forma irreversible.
"Sin encambio" (al rectificar rápidamente sin embargo por en cambio ha surgido este nuevo vocablo para contento de su cinismo, y mire, si en algo se le ha aliviado a usted ese rencor que le carcome, me alegra), a pesar de su amargura y su mal humor, le deseo suerte, como a tantos "padrs" (al escribir usted rápidamente padres le ha surgido este otro nuevo "palabro"). Les va a hacer falta mucha suerte. No tienen humildad ni la mayoría de padres, ni sus hijos. Y sin reconocimiento de errores propios, sólo se avanza hacia el desastre mas y mas. En fin, veo que este es el foro equivocado para intentar resolver la realidad de buena fé. "Sin encambio", le repito, suerte, pues su respuesta indica que es del gupo de agresivos "padrs", que con su mala fé y su mala gestión, puede que la necesiten.
Yo, a usted, Anónimo, sí le voy a dar la razón. Quien diga que hoy el nivel cultural de nuestros jóvenes es igual o mejor que el de hace unas décadas, gusta del autoengaño. Las causas del fracaso escolar son diversas, desde luego. Se habla de pocos recursos materiales y personales, de escasa formación del profesorado (aferrados a las denominadas y obsoletas “clases magistrales”), de escasa implicación de la Administración, de división irreconciliable de modelos educativos entre la derecha y la izquierda, etc. Los progres, y por aquí hay unos cuantos, enseguida tachan de catastrofistas y retrógrados a quienes denunciamos el paupérrimo nivel de los alumnos. A mí nadie me lo tiene que contar, que lo sé por experiencia. Se nos señala como “nostálgicos” de aquella lamentable consigna “educativa” que decía que “la letra con sangre entra”. Ironía insuperable, por lo menos en lo que a mí respecta, pues me reconozco una víctima de la práctica brutal, institucionalmente consentida, de alguno de los maestros de mi infancia, muy amigo de repartir leña a diestro y siniestro. Poco importa que aclaremos que no se trata, ni muchísimo menos, de volver al uso de varazos, capones y tortazos, justamente proscrito. Da igual, todo lo que no sea bendecir la situación actual (con su “laissez faire”, su sacrosanta “atención a la diversidad”, sus “adaptaciones curriculares y demás panoplia “logsera”), merecerá la acusación de “nostálgico”. Da igual cualquier intento en este sentido. La etiqueta de “retrógrado y déspota” la llevarás pegada a la espalda, cual doloroso e injusto estigma. Las nuevas consignas, que se pretende contrarias a aquéllas que uncían sangre y letras, son: “no castigues al niño, que lo frustraras o te cogerá manía”; “déjalo hacer, no lo corrijas, la naturaleza (la que describió Rousseau) es sabia”; “no le des órdenes, dialoga con él eternamente”; “no ejerzas la autoridad, gánatela, o gánatelo”; “sé su mejor amigo, para que haya una relación de igualdad y cooperación”; “repítele las cosas mil veces si es necesario”; “hazte la víctima: educar es dificilísimo hoy día”; “procura que haga siempre sus deberes motivado”; “háblales como si fueran adultos, tus iguales, aunque tengan 2 años”, “no dejes de prestarle atención, para que se sienta uno más y no crezca con carencias emocionales”; “acalla sus rabietas con juguetes y demás concesiones, que no es bueno que padezca”; “si no aprueba, bueno, no pasa nada, lo importante es que sea feliz”, “que no le falte de nada, para que no sufra las carencias que tú sufriste”, “jamás le des un cachete: eso es maltrato”…
Un amigo mío tiene una academia de música. Cuando paso para saludarlo, me encuentro con un panorama circense: niños pequeños correteando por los pasillos, revolcándose por los suelos, jugando al “pillao”, propinando patadas a las puertas de las aulas… ante la presencia impasible y complaciente de sus padres, dotados de infinita pachorra y condescendencia para con sus hijitos. Mi amigo, que intenta dar clase en una de esas aulas, me cuenta que, de vez en cuando, tiene que salir a pedir un poco de silencio. Lo hace con mucho tacto, no sea que los papás se ofendan con semejante arranque disciplinar. Y esto lo puede comprobar cualquier progre malaleche que lo desee.
¿Es éste un caso aislado? Los jueces de menores saben que no. Los mismos atribulados padres, también. Cada año, miles de padres denuncian a sus hijos (hace unos años, Garrido, un psicólogo especialista en violencia, habló de unas 5.500 denuncias anuales, y esto es, por razones obvias, la punta del iceberg). Los maestros y profesores que piden auxilio o consejo al “defensor del profesorado” también se cuentan por miles. Muchos son los agredidos, verbal o físicamente por sus alumnos. Nuestros críos son, según nos dicen las autoridades sanitarias, los terceros más gordos del mundo. Por primera vez en la historia moderna, se asegura que los hijos vivirán menos que sus padres. La razón es clara: si llora el crío, dale lo que le pide y santas pascuas. Y suele pedir bollos.
Casi literalmente hablando: muchos críos crecen “sin padres”. Éstos hacen dejación de sus obligaciones paternas, las que vienen recogidas en los artículos 154 y 155 del Código Civil.
Precisamente porque me he dedicado a dar clases a jóvenes y a hablar con sus padres, compruebo, una y otra vez, que una inmensa mayoría de éstos no tiene ni puñetera idea de cómo controlar al niño, con independencia de su edad. La palabra “control” ya les suena a veneno, a cosa inicua y contraria al espíritu democrático incubado en el florido mayo del 68. No podrían hacerlo peor. Para cuando quieren reaccionar, el crío o la cría ya se ha hecho un bigardo o bigarda muy capaz de mandar a sus papás (o “papis”, como ahora se estila decir) a freír espárragos, por no decir lo que ustedes tiene ya en mente. Muy capaces, demasiados de ellos, de propinar un buen tortazo o empellón a la permisiva y pasmada mamá (máxime en el caso, muy frecuente, de que el papá esté ausente “gracias” a las revolucionarias y progresistas leyes que, en este país, otorgan la custodia, en exclusiva, a la madre de la criatura).
Y a todas éstas, cuando muchos de nuestros jóvenes se “empolvan” la nariz cada sábado, cuando cogen unas melopeas de aquí te espero, cuando tienen más caprichos y juguetes que nunca, cuando dan órdenes a sus mayores con miliciano desparpajo… a todas éstas venimos aquí preguntándonos por si baja o sube su rendimiento académico. Llevamos camino de que eso sea, en muchos casos, “asunto menor”.
Y, ahora, a esperar la airada y reaccionaria reacción de la progresía políticamente correcta.
Raus, desde el mismo anonimato, le agradezco que pertenezca a ese pequeño sector de la sociedad que admite la verdad de lo que expongo. De todas formas, no vale de nada, la verdad no interesa a casi nadie, y además, a la gente le llena de agresividad.
Una verdad, sobre todo en educación, hoy se considera flame (según wikipedia, mensaje deliberadamente hostil o insultante enviado sin ningún propósito constructivo).
La verdad, constructiva o no (parece ser mas constructivo cerrar los ojos), es que la brecha que se va abriendo entre padres y profesores es cada vez mas insalvable. Para muestra, este artículo:
"Los docentes vinculan el fracaso escolar al desinterés de los padres y la desmotivación"
Se observa en los duros comentarios que la gente escribe sobre el artículo, que el entendimiento que antes existía entre estos dos colectivos se está rompiendo ya de forma casi definitiva, y diría que agresiva.
Para muchos padres de hoy, sus criaturas son su perfecta y consentida creación, criatura que sin embargo está acostumbrada normalmente a engañarles con total desfachatez, algo que ellos asumen con amor, comodidad y naturalidad. Señalar los defectos del niño o adolescente, incluso un simple suspenso, es percibido por los padres como una agresión y una señal de su propio fracaso, en lugar de una oportunidad de cambio de actitud. Como bien explica usted, el fracaso escolar es solo la punta del iceberg de muchos hijos tiranos, muchos padres desbordados, desorientados, cómodos y temerosos de perder el amor del niño. El miedo a perder el amor produce la tiranía.
No hace falta que estos padres sean progres, las ideas educativas que usted describe tan bien, han calado ya en toda la sociedad, como respuesta a los excesos del pasado. Lo que está ocurriendo en educación es como la burbuja inmobiliaria, todos sabían que estallaría, pero a todo el mundo le convenía que existiera. Hoy me beneficio, mañana me da igual. Hasta que reventó. Estalla poco a poco la generación ni-ni (ni estudia ni trabaja):
Muchos de estos "ni-nis" están escolarizados en la ESO y muchísmimos en la universidad (aún matriculados, ni estudian ni trabajan).
Pero, ¿para qué señalar a la sociedad el problema? Pensarán automáticamente que eres alarmista, negativo, mala persona, y un reaccionario de derechas añorando disciplina. Y QUE TUS PALARAS SON UN FLAME. Y sólo se pide cordura. Quizá sea mucho pedir, el problema es difícil, e ignorarlo está socialmente mucho mejor visto. La asquerosa e hipócrita corrección política así lo impone. ¿Quién quiere líos? Allá los padres y pedagogos, creo que ya no hay marcha atrás, y en verdad, como a tanto cínico, no debería importarnos.
"Si los profesores son iguales o mejores, es obvio que los alumnos vienen cada día peor"
Osito de peluche para el caballero por su puntería lógica. Eso es un silogismo, sí señor. Que demuestra el nivelazo de la asignatura de Filosofía que diste en tu bachillerato.
¿Preocupa a los padres que sus hijos alcancen un buen nivel escolar, y ya puestos, incluso que aprendan algo? Pues es como todo, a la mayoría les preocupa mucho o bastante, y a algunos poco o nada. Cierta cantidad de aquellos a los que nos preocupa bastante protestamos vivamente contra la mala formación y peor actitud de la mayoría del profesorado, y contra la ignorancia, poltronería, cobardía y dejadez de nuestros burócratas y políticos. Alguno incluso lo decimos en este blog.
"El país de hundirá en el futuro con profesionales cada vez más mediocres" No seas tan pesimista, hombre. Si no se hundido del todo con los que hay ahora, que peores no los venden en casi ninguna parte...
La ecuación de segundo grado en aquellos felices tiempos se veía a los 14 años, no a los doce. Entenderse se entendía, con suerte, varios años después, siempre que no se hiciera el bahillerato de letras o FP, en cuyos casos no se volvía a ver nunca. Que no hablas con suecos, así que no cuentes bolas. En cuanto a lo que sepan ahora los de primero de ingeniería, lo que dices es completamente falso. El análisis de funciones, la geometría cartesiana y esas cosas se ven y se examinan exactamente igual que antes. Que algunos no entiendan su significado intuitivamente me lo creo: es lo mismo que pasaba antes, porque eso ni se explicaba antes ni se explica ahora. Lo llegabas a entender por tu cuenta y poco a poco, a base de manejarlo en al universidad (o donde fuera). ¿Que digo tonterías? Hazme el favor de preguntar a tus amigos de cuarenta o cincuenta con bachiller (pero que se dediquen a otra cosa) por el significado del coeficiente de la variable en la ecuación de primer grado, o por las curvas cónicas, o por la derivada de una función polinómica y lo que significa: a ver cuántos saben siquiera de qué hablas. ¿El 10%? ¿O soy optimista?
Los argumentos que tienes me los puedo figurar, y la boca no se me abriría, desde luego, porque de los profesores de este país ya no hay nada que me asombre.
¿Que por qué sé que eres profesor? Pues por esa mala fe necia de suponer que si yo pongo humorísticamente "sinencambio", y en cursiva encima para que le quede claro a las personas como tú, te falta tiempo para venir corriendo a suponer que me has pillado en una falta lingüistica. Te faltan a ti varias vueltas en el puchero para eso, sin ánimo de faltar. Pero es un reflejo típico-típico de los profesores, siempre a la defensiva, siempre buscando la superioridad y siempre llenos de solemnidad para lo insignificante.
¿Estoy de acuerdo en que no se puede hablar con los padres? Pues seguramente no se puede hablar cómodamente si es para despreciarlos y defenderse de ellos, que son las dos cosas que saben hacer, con honrosas excepciones, los profesores de secundaria de la enseñanza pública. Mi experiencia es que hablar con los profesores es muy difícil, porque hacen todo lo posible en los centros para que se sienta uno malvenido, y se mantenga lejos. Mi opinión es que la razón principal de esa actitud es que eso (hablar con los padres cuandp las cosas no van como la seda) les pone en evidencia: de su escaso esfuerzo, de su mal cumplimiento y de sus pocas ganas.
Raus: Si tienes datos que apoyen tus opiniones, me gustaría leerlos. Si no los tienes, perdona que te diga que no pienso dar valor a tu opinión, porque creo que no tiene ninguno. En cuanto a las escuelas elementales de música, una observacion evidente que se puede hacer es que los niños pequeños son niños pequeños, y que un centro medianamente organizado no tendría multitudes de ellos esperando en los pasillos. No sé cuántos niños pequeños crías tú, pero sospecho que ninguno, y que por lo tanto, ni sabes de qué hablas.
Nota para la tranquilidad de Anónimo: Es "El país se hundirá en el futuro", "Si no se ha hundido del todo", "manejarlo en la universidad". El resto de la gente ya sé que lo entiende igual, pero a Anónimo no hay que ponerle la cosas muy difíciles...
Tranquila, Aloe. Siempre mucha tranquilidad. Por cierto: revisa el estilo de escritura de los mensajes, y a lo mejor uno de los que firma como Anónimo te resulta familiar.
Una de las características del flamer no es lo que dice, que puede incluso tener razón o parte de ella, sino su tono y su afán provocador. Es a los blogs y los foros lo del chico del pueblo que entra en la taberna del pueblo de al lado cuando está en fiestas y dice todo chulo: "Los de este pueblo son todos maricones, y al que que quiera discutírmelo lo espero ahí fuera".
Terminar una diatriba que no viene a cuento con un simpatiquísimo "Y, ahora, a esperar la airada y reaccionaria reacción de la progresía políticamente correcta" viene a ser lo mismo. Luego la gente se queja de que no hace amigos.
Al flamer, ni agua: que se consuma sólo en su propia justa cólera.
Esto te pasa, Jesús, por no moderar los comentarios. Ya, sé que es más divertido, pero pasa lo que pasa.
José Antonio Marina ha recibido 5500 solicitudes en su "Escuela de Padres", solicitudes que no puede atender. Al menos hay padres que ya se saben perdidos:
Respecto a usted, Aloe, me dan lástima su frustración y odio (entre otros, su particular odio hacia los pobres profesores de Secundaria). Su cerebro es brillante pero se advierte que le nublan los dolores no superados y los prejuicios. ¿Cree que tiene capacidad para molestarme a través de insultos? Se equivoca en todas sus ideas preconcebidas, no sabe cuánto. Le repito, suerte, Aloe, pero ése no es el camino. Yo hace tiempo que tengo el mío, he logrado todas mis metas, olvidando las dificultades del camino y los resentimientos. Por lo que le leo, quizá usted no encontró lo que esperaba. Para mayor disparate, encuentra culpables de su frustración a sus profesores de instituto y universidad, y a los profesores de Secundaria que hoy supongo deben tener sus hijos. En fin, no debe uno tener en cuenta a quien arrastra tanto dolor y resentimiento. Lo siento de verdad por usted.
No pasa nada, Santiego, no se preocupe, donde ya me he convencido de que a nadie le interesa un tema con un determinado enfoque, no vuelvo a intervenir. Me equivoqué, y lamento, no sabe cuánto, el tiempo perdido. No tenga la pobreza mental de pensar que quien dice crudamente lo que cree que ocurre en la realidad quiere provocar. Que quien advierte en un individuo concreto la representación viva de un grave problema social encubierto, quiere provocar malestar. Sólo quiere señalar lo que cree es verdad. Pero la verdad es muy dura. Lo dicho, lo lamento. Y normalmente, intento no tropezar 2 veces en la misma piedra.
Y como de todo intento aprender, esta experiencia me ha terminado de convencer (no lograba convencerme aunque lo intentaba), de la inutilidad y perjuicios que acarrean el criticar los problemas del actual sistema educativo y los procedimientos y actitudes de los padres. Ha sido en el fondo muy positivo. En cierto modo, gracias.
Y como despedida, dejo esta observación porque la veo hoy en día muy necesaria: los padres que desprecian al colectivo de profesores, o a varios profesores de sus hijos, tienen casi siempre asegurado el fracaso escolar. Este desprecio de los padres hacia el profesor se transmite al chico, que no puede aprender nada de aquel al que no respeta.
Aloe, a mí también me importa un carajo tu opinión. Difícilmente me podría importar menos. No tengo yo otra cosa que hacer que ir buscándote a ti datos, para que luego les des el peor de los destinos. Pero chica, los datos, salvo que seas ciega o sorda, los tienes delante de tus narices, a cada instante: por las calles, en las tiendas, en las casas de tus amigos, en las aulas… ¿No los ves, verdad? Ni los verás nunca. ¿Sabes por qué? porque tú misma los produces, siendo fiel devota del espíritu que los anima.
Bastante sabrás tú lo organizado que está la academia de que hablo. Si se juntan muchos padres y niños es porque muchos de aquéllos demandan los mismos horarios para que reciban clase sus hijos, y los mismos días de la semana, por más que mi amigo desee organizarlo de otra manera. ¡Ya quisiera! Hasta que llegan los diferentes profesores, es inevitable que allí confluyan bastantes personas.
Quienes no están organizados son los padres de esos niños, que no es lo mismo. Los niños pequeños, precisamente por ser pequeños, no tienen por qué ir sueltos dando reiteradas patadas a las puertas de ningún establecimiento público. Si tú lo consientes, ya veo lo buena educadora que eres. Tú serías, claro está, de esas mamás que miran para otro lado mientras el crío se desahoga con la puerta: “Es que son niños pequeños.”
Me preguntas por datos: tú eres un dato. Regístrate como tal.
Tus sospechas tienen el valor que tienen: ninguno.
Supersantiego: ¿Me quejo yo de que no hago amigos? Se nota que tú sí que vas haciéndolos. ¿Te has dado por aludido, verdad? Haces bien, mi escrito iba dirigido a gente como tú. Es decir: a los censores del nuevo régimen de lo políticamente correcto, tan irritante como necio. Iba dirigido a los insobornables guardianes del nuevo “orden”. Por eso mismo echas en falta que Zamora actúe como censor. Cuánto mejor luciría, según tú, este blog si sólo estuvieseis los políticamente correctos, a modo de club o partido político: ¡Disciplina de partido, por favor!
Cuando dije aquello de esperar la reacción de los reaccionarios, me refería, precisamente, a cualquiera como la tuya.
Dices que no es constructivo lo que he dicho. ¿Cómo va ser constructivo decir todo lo contrario de lo que tú dices? Lo que está ocurriendo con la educación es muy grave. Y, si se perpetúan los problemas, es debido, en gran medida, a la reacción de los reaccionarios del nuevo régimen ideológico, de sus hormigas guardianes. ¡Cuestionar las prácticas de los padres! ¡Eso merece anatemas!
Hablas de provocación. No hombre, no. La provocación no proviene de quien se queja de la censura: proviene de la censura. Proviene, continuamente, a cada instante, de quien se niega en redondo a aceptar un pensamiento diferente, una crítica, una actitud de rebeldía. La provocación está en el censor, en el reaccionario.
Ah, sí, es verdad: hacen falta estudios en mano para poder afirmar que las prácticas paternas promueven el fracaso escolar; que muchos críos no entienden lo que leen; que muchos niños padecen sobrepeso; que cada año hay miles y miles de menores que abortan o tienen un hijo que no buscaban; que el número de jóvenes que consume cocaína es alarmante; que la angustia y la impotencia invaden a una cantidad ingente de padres; que eso del “síndrome del emperador” afecta a miles y miles de chavales…
Manuel Torreiglesias, el anterior presentador de “Saber vivir”, se lamentó un día de que cuando se anunciaba la sección en que se hablaba de los problemas entre padres e hijos, indefectiblemente, se producía un bajón tremendo en los índices de audiencia. ¿Acaso no les interesa a los padres dicha sección? ¿No les afectan los problemas de que allí hablaban expertos en educación? ¿O quizá, más bien, hacían zapping por esquivar una sensación de angustia e impotencia?
Lleva usted razón, Anónimo: el problema no es sólo de padres progres. Puede constatarse en cualquier capa social, ya sea de izquierdas o de derechas. Eso lo hace más grave. Y lleva razón, también, en lo inútil y dañoso que es criticar los problemas del actual sistema educativo y los procedimientos y actitudes de los padres. No obstante, ha sido un placer coincidir con usted. Quiero creer que no todo está perdido.
Anónimo, chico: Yo estoy supertranquila y mis odios los administro con parsimonia, como para desperdiciarlos aquí con cualquiera que interrumpa una conversación que iba de otra cosa, mucho más entretenida por cierto.
Pero como me decía mi mamá, yo soy "abogada de causas pobres" sin remedio, y me pone entrar a los trapos, o por lo menos a algunos. Eso no quiere decir que me invada la cólera o algo así. Es que soy tirando a entusiasta de las discusiones, y más cuando me llama ignorante y tonta de entrada uno que no sabe lo que acaba de hacer con ello, el infeliz. Yo no te he insultado, majete. Si algún día te insulto, notarás perfectamente la diferencia. Tú creo que lo has intentado, pero con éxito mediano.
En cuanto a los padres, los que nos tomamos la educación de nuestros hijos en serio somos precisamente los que inevitablemente llegamos a ciertas conclusiones sobre el sistema educativo y sus agentes, conclusiones que no suelen gustarles a éstos.
Pues ajo y agua, que lo que os falta es costumbre de que os lleven la contraria de igual a igual. Que no es inevitable tener esos tics sobredefensivos e impostados lo demuestra Supersantiego, que es del gremio y va sueltecito de cuerpo sin más problemas.
Y Raus: para decirme lo poco que te importa lo que yo opine hay que ver cuanta tecla gastas. Por mi vale, como si te importa muchísimo. A mi lo que me importan son otras cosas: la educación en sí misma, mis hijos y los hijos de los demás, y hasta, por raro que te parezca, adónde van mis conciudadanos y mi país con una casta de hidalgüelos intocables que por haber sacado una oposición (vaya cosa, yo también) se creen acreedores a una renta vitalicia y a la reverencia de los pecheros, porque ellos ya tienen carta de hidalguía. Y así va la educación y el país.
Una cosa que sí es importante dejar clara, no sea que parezca que es que es normal escribir y oir algunas cosas absurdas, es que, en efecto, SI hacen falta datos y estudios para decir esto o aquello en el tema que nos ocupa, como en cualquier otro de índole general. La suposición de que los tópicos e ideas recibidas y los lugares comunes más zarrapastrosos sustituyen a esos datos y proporcionan conocimiento verdadero, es ciertamente una superstición, y de las peores.
Es actitud revela lo pooo extendida que se halla la mentalidad científica y lo poco extendido que se halla el espíritu crítico. Y suponer que repetir lugares comunes es "ir contracorriente" y "ser políticamente incorrecto" es risible, si no fuera tan dañino.
En otras épocas el sentido común, las ideas recibidas y los lugares comunes daban por sentado la idea inamovible de que había brujas y había que perseguirlas, o que las mujeres no estaban dotadas para el raciocinio. Y a cualquiera que hubiera pedido datos objetivos o pruebas imparciales de tales cosas también le contestarían escandalizados que eso estaba a su alrededor por todas partes, que se trataba de cosas evidentes y a la vista, y que el preguntón era, con su estulticia o su poca fe, buena prueba de tales cosas.
Se le podría argumentar al conformista sin criterio: "Oiga, que en Holanda han dejado de perseguir brujas y no creen en ellas y sus asuntos van mejor y no peor que donde se las persigue ¿No será que eso es UN HECHO que vale la pena analizar?" O bien: "Oiga, que en cuanto a una mujer por excepción se le da educaciòn y autoestima resulta que razona perfectamente y aprende latín como cualquier estudiante de la Sorbona ¿no será eso UN HECHO que vale la pena analizar?". Pero donde los lugares comunes conformistas reinan con el beneplácito del dueño de ese cerebro, que está encantado de haberse conocido, no hay nada que hacer. Ni quiere conocer hechos ni quiere oir los conocidos. Quiere acunarse en sus complacientes cuatro tópicos, y sentirse además de la aristocracia del espíritu, o alguna cosa igual de pretenciosa.
Santiago, yo no tengo tanta agudeza para el análisis de estilos en el texto. Me come la curiosidad de a quíén debería de haber identificado. Igual tienes la amabilidad de darme alguna pista. Y gracias por la tolerancia y las buenas maneras. Sigo tu blog a menudo y no defraudas.
"los padres que desprecian al colectivo de profesores, o a varios profesores de sus hijos, tienen casi siempre asegurado el fracaso escolar"
Pues yo añadiría que: los profesores que desprecian a los alumnos y a sus padres, tienen siempre asegurado su fracaso como docentes y,en muchos casos, el fracaso escolar de sus alumnos.
"los datos, salvo que seas ciega o sorda, los tienes delante de tus narices, a cada instante: por las calles, en las tiendas, en las casas de tus amigos, en las aulas… ¿No los ves, verdad? Ni los verás nunca. ¿Sabes por qué? porque tú misma los produces, siendo fiel devota del espíritu que los anima."
Raus, eso sí que es objetividad, ¿nunca te has parado a pensar que eres tú el que ves las cosas de forma distorsionada? Creo que eres psicólogo (o que tienes el título) ¿nunca has oído hablar del sesgo de confirmación?
Anónimo (2), veo que te sientes capacitado y autorizado para dar lecciones de psicología al psicólogo, como imagino que te creerás facultado para darle lecciones a los maestros o profesores de tu(s) hijo(s) (si es que tienes).
Aloe, no te confundas: tu opinión me da igual, pero gastaré tantas teclas como estime necesario para combatir las ideas erróneas que imperan sobre educación. No tengo la esperanza de que tú cambies de ideas. No aspiro a tan alta hazaña. Y esas ideas son, como mínimo, rocambolescas. Primero te remueves en el asiento tras leer el estudio de Zamora sobre la crisis de vocaciones científicas en España. Según tú, no hay datos objetivos para concluir que exista tal crisis. Cuando luego se trata el problema del rendimiento académico de nuestros alumnos, nos sales con que ahora no rinden menos que hace una generación. Nos remites a los niveles de investigación:
“En todas la carreras de ciencias o tecnología el nivel de enseñanza es hoy en día mejor, aunque no sea para tirar cohetes ni mucho menos. Esto no lo digo sin argumentos, como haces tú: hay uno excelente, y es comparar los niveles de la investigación hace una generación y ahora. Ahora no son excelentes en general, pero hay muchos Departamentos, aquí y allá, que sí son competitivos internacionalmente y no tienen que avergonzarse de sí mismos. ¿Cuál era ese nivel hace una generación? Pues inexistente. Cero. Nada.”
Vaya, resulta que son competitivos internacionalmente y no tienen que avergonzarse de sí mismos. Sin embargo, a mí me contestas con las siguientes palabras:
"A mi lo que me importan son otras cosas: la educación en sí misma, mis hijos y los hijos de los demás, y hasta, por raro que te parezca, adónde van mis conciudadanos y mi país con una casta de hidalgüelos intocables que por haber sacado una oposición (vaya cosa, yo también) se creen acreedores a una renta vitalicia y a la reverencia de los pecheros, porque ellos ya tienen carta de hidalguía. Y así va la educación y el país."
A ver, que yo me aclare: por un lado estás diciendo que ahora hay muchos Departamentos de investigación internacionalmente competitivos y, por otro, que no sabes adónde van tus conciudadanos y tu país con esta casta de “hidalgüelos” intocables. Es decir, que no sabes adónde van tus conciudadanos y tu país con esta casta de “hidalgüelos” intocables, pero responsable (en gran medida, ¿no?) de la existencia de muchos departamentos de investigación internacionalmente competitivos. (?) Y si lo niveles de investigación eran, hace una generación, inexistentes, ¿no habrá que reconocer el esfuerzo y el interés de los hidalgos intocables para ponerse, en el curso de unas pocas décadas, a una altura internacionalmente competitiva?
¿Te importa la educación y el destino de este país, Aloe? ¿De verdad? Quién lo diría, chica, cuando los problemas que te apunté sobre obesidad infantil, drogadicción juvenil, consumo de tabaco y alcohol, abortos y embarazos no deseados, denuncias de padres a hijos por sufrir maltrato de éstos… no constituyen para ti “datos” relativos a problemas educativos. Sencillamente increíble. ¿Los problemas educativos son únicamente los problemas en rendimiento académico? Que los niños españoles sean los terceros más gordos del mundo, ¿no te parece un problema de educación? ¡Sólo faltaría que me dijeras que no! ¿No es para ti un asunto grave que muchos de nuestros niños estén condenados a vivir menos que sus padres y que se vean aquejados de enfermedades como la diabetes, la hipertensión, la hipercolesterolemia…? Pues esos niños, Aloe, son tus conciudadanos, y dices que te preocupan.
Si acaso la casta de los intocables fuera el agente educativo con mayor culpa del bajo rendimiento de nuestros alumnos (aunque tú ya dices de esa casta que es una hidalguía internacionalmente competitiva en cuestiones de investigación científica), si acaso le das un suspenso a dicha casta, ¿qué nota le pondrías al colectivo de padres que consiente que sus retoños se inflen a hamburguesas, chocolate y bollos? ¿Te parecen esos padres merecedores de matrícula de honor? ¿Los apruebas?
Ah, pero falta saber si tú consideras que los padres tienen alguna responsabilidad en la salud y hábitos dietéticos de sus hijos. Pues, como todos sabemos, suele ocurrir que se encuentren muchas “razones” para “justificar” ese “problemilla” del sobrepeso infantil… y muchos otros. Por ejemplo: vivimos en una sociedad consumista; los niños están tentados por los anuncios publicitarios sobre comida-basura; ahora los críos no corren mucho porque juegan todo el día con el ordenador; la población carece de información sobre hábitos alimenticios saludables… ¿O quizá la culpa del sobrepeso infantil la tiene también la casta de los intocables?
De las demás cuestiones aludidas (tabaquismo, consumo de drogas, abortos, violencia juvenil, plétora de juguetes y regalos…) también hay datos, los cuales, a algunos, nos parecen preocupantes: afectan a personas o, si lo prefieres, a tus conciudadanos. Podemos hablar de ellos, pero antes falta saber, como con respecto a la obesidad infantil, lo siguiente:
1. Si a vosotros os parecen cuestiones educativas. 2. Si los creéis problemas anecdóticos y pasajeros o arraigados y graves (o en qué grado lo uno o lo otro) 3. Si se os antoja que los padres tienen o no algún grado de responsabilidad sobre ellas. 4. Si os parece que la culpa es de la sociedad, el consumismo, la televisión… 5. Si todos esos problemas los genera la incompetencia de la escuela y sus intocables hidalgos.
Raus: Tú no puedes cambiar las ideas erróneas de nadie si renuncias a los hechos y a la imparcialidad para "elaborar" las tuyas. Tus ideas sobre mi actitud y mis motivos son tan arbitrarias y preconcebidas como las demás que estás exhibiendo en este asunto.
A mi me interesan mucho los estudios empiricos sobre educación, y sobre otros temas referentes a la gestión y los servicios públicos. Elegí sobre estos temas varios trabajos en la facultad y después por otros motivos, laborales o voluntarios. Esa es la razón de que haya repasado el que publica Jesús. Por otra parte, la conclusión que me achacas a mi es la suya, no la mía. A ver si aprendemos a leer antes de adivinar lo que los demás sienten y piensan. Andar suele venir antes que correr. ¿Qué es lo que dije yo? Lo que dije es que no veía mucho que sacar en limpio.
Creo efectivamente que la educación no ha empeorado, por la sencilla razón de que antes ya era mala de solemnidad. Y estoy dispuesta a cambiar de idea en cuanto vea hechos y argumentos, no pamplinas y tópicos.
Una de las cosas sin sentido que haces, y que creo que es producto de cierta empanada mental, es confundir la secundaria y la universidad, el rendimiento del conjunto de los alumnos y el nivel de la enseñanza ofrecida, y así sucesivamente.
Vamos a ver: la universidad ahora es mala. Antes era aún peor. En este sentido es en el que creo que el nivel de la investigación ofrece una prueba sólida, entre otras posibles. La universidad se supone que hace dos cosas: enseñar e investigar. Aunque haya cierto trade-off entre ambas, también están muy correlacionadas, porque si la calidad del centro y los pofesores es baja, será baja para ambas cosas, y si el nivel de exigencia de los gestores y la sociedad es bajo, será bajo para ambas cosas.
Lo que caracteriza a la secundaria es sobre todo lo poco que ha cambiado en cincuenta o cien años. Es mala ahora, y era mala antes. Y sobre todo, es muy parecida, aunque antes dejaba algo más de libertad personal y tenía menos asignaturas y un horario más racional, pero en conjunto los curriculos, los profesores, el método, los objetivos, la evaluación, la "cultura organizacional" era la misma antes y ahora. En cuanto al rendimiento de los alumnos, hay una diferencia fundamental: ahora están todos por mandato legal, antes sólo los de buena familia y/o buenos alumnos (o mejor dicho, alumnos fáciles, de los que naturalmente se adaptan al sistema escolar sin problemas). Esa es la diferencia fundamental, pero por eso mismo, si comparamos el quintil de mejor rendimiento de ahora con el quintil de mejor rendimiento de antes, o la mitad mejor de ahora con la totalidad de antes cuando la totalidad era la mitad de la población de esa edad, tampoco creo que haya diferencias significativas. Eso viene a significar que la mitad peor de ahora es la mitad que estaba fuera de sistema escolar antes.
¿Los Departamentos universitarios que constituyen la minoría que hace investigación de calidad son la misma gente que llena ls IES y la burocracia que gestiona la escuela? Pues va a ser que no, no es las misma gente, ni yo he dicho eso.
En cuanto a los demás temas que mencionas, tú debes de ser de esa gente que se cree a pies juntillas que lo importante es lo que sale en lso periódicos y que cuando no sale, o no salía, eso no existía... la obesidad infantil es un problema, un problema de recién llegados a la prosperidad, así como el problema de los que tienen 60 años era el hambre. Quizá tú pienses que donde hay ahora obesidad antes había una salud mejor: no, no la había. Había peor alimentación, peores cuidados médicos, peores dentaduras, reúma infantil, y muchas otras cosas. En resumen: había estatura más baja y CI más bajo, o sea, menos bienestar. La obesidad es un problema, desde luego, pero no aparece donde antes no habia ninguno. Aparece como problema de ex-pobres recientes en el mismo lugar de los problemas de toda la vida de la pobreza tradicional. Con los malos tratos lo mismo. Hay que perseguirlos, estudiarlos, minimizarlos... así es, y seguro que me preocupa eso tanto o más que a ti, pero no se ocurre creer que cuando no se hablaba de ellos eran inexistentes, sino omnipresentes, aunque invisibles. No se hablaba de malos tratos a niños, cuando se pegaba a casi todos. Ni se hablaba de malos tratos dentro de la familia en general, porque eso era asunto interno de las familias y no se trataba públicamente, ni se consideraba un poblema público en ninguna agenda pública. ¿Tú crees que en Arabia Saudí, donde es legal pegar a la esposa y a los hijos hay menos malos tratos porque no se habla de ellos ni se los juzga? Yo creo que hay más, por pura lógica.
La mayoría de los padres quieren a sus hijos, aunque a menudo se equivoquen, sobre todo si quieren darles lo que ellos no tuvieron, y si tienen ellos mismos poca educación. ¿Disminuye eso la responsabilidad de los gestores y los profesores de la enseñanza obligatoria? Creo que no, que más bien la aumenta, porque ellos son de la élite que sí recibió educación y que cobra de ella, y no suple en absoluto las carencias de las familias, suplencia que es además la única justificación de que exista enseñanza obligatoria.
¿Sabes qué venden en el IES de mi hijo para comer algo en la maratoniana jornada intensiva que tiene? Pues basura envasada de máquina expendedora, ninguna otra cosa porque ya no hay cafetería ni cantina. (¿Para qué? Ya no harían negocio, con 20 minutos de recreo y el centro cerrado a las 3) ¿Y quien ha protestado de eso? Pues algunas madres. ¿Y que´les han dicho? Pues la callada por respuesta, y una cara que significa: "más madres histéricas, ufff". Las máquinas esas darán un dinerito, y punto pelota al tema. Y esos son los que están obligados a saber lo que hacen: porque es su trabajo, porque cobran de ello y porque el Estado nos obliga a dejar nuestros hijos en sus manos.
Se me olvidaba una puntualización impícita, pero que igual hay que decirla: supongamos que hay un 20% de departamentos universitarios que hacen investigación digna y no enseñan espantosamente mal. Eso es una mejora comparado con que no haya ninguno, desde luego. Y es a la vez perfectamente posible que un porcentaje similar de profesores de secundaria sean currantes, bien formados y profesores potencialmente buenos, si estuvieran en una buena organización. ¿Donde está la contradicción?
Estoy completamente de acuerdo con Aloe. En cuanto a los datos sesgados otro ejemplo sería ver que durante el franquismo "no" había suicidios, si nos fiamos de los datos oficiales la muerte de Franco supuso un aumento espectacular de los mismos (supongo que el "psicólogo" lo interpretaría como una muestra de lo felices que eran los españoles en aquella época de Ley y Orden).
Otra cosa interesante que comentas sobre la obesidad es su realción con el paso de una sociedad pobre a una rica; no pretendo quitarle importancia a los hábitos de vida sin embargo, parece ser que la biología (en concreto la epigenética) también puede explicar parte de estos índices tan elevados. Se ha observado que la alimentación produce cambios epigenéticos en los gamentos y que por tanto, son heredables (no se sabe a cuántas generaciones pueden afectar estos cambios)y que pueden predisponer a sufrir obesidad a los hijos y nietos de personas que han padecido hambrunas.
A ti, Aloe, no te interesa más que llegar a la conclusión de la que ya has partido, y para eso no hace falta juzgar, sino prejuzgar: feliz ahorro neuronal, señora. A mí no me cabe la menor duda de que tú perteneciste al grupito de los alumnos “fáciles” (que no “buenos”). ¿O al de las buenas familias? Quizá ser de los “fáciles”, de los que fácilmente se los llevaba el sistema educativo al “huerto”, parece estar asociado, eso sí, con la capacidad de formar buenos Departamentos de investigación. ¿”Buenos” Departamentos de investigación? Perdón, quise decir “fáciles” Departamentos de investigación.
“pero hay muchos Departamentos, aquí y allá, que sí son competitivos internacionalmente y no tienen que avergonzarse de sí mismos”
¿Muchos, cuánto de “muchos”? Nos lo aclaras: “la minoría”.
Esto me recuerda a cuando ibas a comprar un tubo de dentífrico a la tienda y el de tamaño pequeño llevaba el rótulo “gigante”, mientras que al de tamaño grande lo anunciaban como “familiar”. Ahora resulta que “muchos” (departamentos) son la minoría. Pura demagogia, pura propaganda engañosa. Cuando tu previsible interés en la discusión era subrayar la diferencia académica existente a favor del sistema actual, cargaste las teclas con “ahora hay muchos Departamentos internacionalmente competitivos”. Cuando tu ostensible intención ha sido desprestigiar la casta de los intocables, arguyes que esos “muchos” son “la minoría”. Para cuadrar el círculo pruebas a decir que “la minoría” son “muchos” si tenemos en cuenta que se pasa de tener cero Departamentos de investigación a tener, digamos, un 20% de los internacionalmente competitivos.
En realidad, nada tiene de extraño que el nivel de los alumnos haya bajado, pues, en efecto, el sistema tenía que acoger, por ley, al sector de chavales que antes se salía de la escuela en cuanto podía. El porcentaje de fracasados de hoy es, probablemente, el porcentaje de chicos que se retiraba “prematuramente” (o, por lo que vemos, “razonablemente”). Pero esos porcentajes no indican nada. Lo que habría que estudiar son las medias y las varianzas de los alumnos de antes y de ahora en cuanto a conocimientos se refiere. Entonces, probablemente, nos encontraríamos con que la exigencia académica para aprobar hoy es menor que la de antes. ¡Nada más lógico! Nada más lógico, puesto que el sistema, como digo, se vio en la obligación de aceptar entre sus filas a chavales que antes tomaba las de Villadiego. Y lo que pueda haber pasado es que, ni siquiera bajando ostensiblemente el listón, ha sido posible sacar provecho de quien, por ser alumno de “familia no bien” o alumno “difícil y casto”, o vaya usted a saber por qué, ha seguido sin encajar en el sistema. Lo que no tendría sentido, ni pies ni cabeza, es que la inclusión de los alumnos “difíciles” generara en los profesores la intención heroica de subir el listón, ni siquiera de mantenerlo. Eso no tiene ni siquiera plausibilidad psicológica: “Ahora que viene el pelotón de los “torpes” (o “difíciles”, perdón”) voy a mantener los niveles de exigencia académica. Es lo más lógico.” Con un ejemplo: si a partir de ahora se incluyese entre el pelotón de la vuelta ciclista a Francia un 30% de ciclistas aficionados, ¿mantendrían los organizadores del evento la misma dureza en el recorrido de ediciones anteriores, cuando sólo corrían profesionales? ¿Mantendría esa dureza teniendo en cuenta que el propósito es que los aficionados también llegasen a meta vivos?
Así pues, nada tiene de raro que, dado que el sistema se las tiene que ver con el grupo de los antiguos “disidentes”, los niveles de exigencia hayan bajado, y bastante. De lo contrario, el porcentaje de fracasados sería, seguramente, todavía mucho mayor, cosa que ningún gobierno podría permitirse ante sus electores. En otras palabras, que el sistema ha hecho, probablemente, lo que ha podido, pero no ha podido mucho.
“En cuanto a los demás temas que mencionas, tú debes de ser de esa gente que se cree a pies juntillas que lo importante es lo que sale en lso periódicos y que cuando no sale, o no salía, eso no existía... la obesidad infantil es un problema, un problema de recién llegados a la prosperidad, así como el problema de los que tienen 60 años era el hambre.”
1. Quizá yo no soy tan crédulo como crees con los medios de comunicación. Apuesto a que tú lo eres más que yo. Y quizá tus castos oídos de feminista lloricona y políticamente correcta se escandalicen cuando leas que son las madres quienes más maltratan a sus hijos (y no porque estén, de media, más tiempo con ellos que los padres), y quienes más infanticidios perpetran. Se trata de cientos o miles de niños descalabrados por sus madres al cabo del año. Y, vaya, no parece que esto salga mucho en los medios de comunicación.
2. Nos dices que la obesidad infantil es un problema de recién llegados a la prosperidad. Ya, de lo cual se deduce que Estados Unidos y Gran Bretaña (con mayores tasas de obesidad infantil y adulta que las nuestras), han conocido la prosperidad después que nosotros.
“Quizá tú pienses que donde hay ahora obesidad antes había una salud mejor: no, no la había. Había peor alimentación, peores cuidados médicos, peores dentaduras, reúma infantil, y muchas otras cosas.”
1. La comparación con los tiempos de antes la haces tú, no yo. Pero, ya puestos, te diré que te equivocas. Según las autoridades médicas (¿sabrás más que ellas también?) la presente generación de niños va a vivir menos que la de sus progenitores (la de sus progenitores, digo). Hasta en eso estás equivocada y mal informada. Yo cuando hablo de “ahora”, no hay confusión: hablo de lo que ahora te encuentras en la calle. Tú, sin embargo, se acoger al cajón de sastre de “antes”. ¿Cuándo “antes”? ¿Antes de la guerra civil? ¿En la posguerra? ¿En los años 50, 60…? ¿Cuándo? Te creerás que con el recurso fácil de comparar el presente con el pasado, das una respuesta satisfactoria. Creerás, en tu ingenuidad, que de esa manera “neutralizas” o “justificas” el problema (de la obesidad o de lo que sea). Lo que haces es intentar truncar demagógicamente la discusión, saliéndote por la tangente. Porque la cuestión no era comparar el presente con el pasado, sino saber si tú consideras responsables (y en qué grado) a los padres de hoy de la gordura u obesidad de sus hijos. Tus respuestas no pueden ser más previsibles ni intelectualmente más pobres.
2. Actúas como los políticos: la corruptela de uno se “justifica” con la corruptela del otro. “¿Yo corrupto? Tú más” ¿Dónde he establecido yo esa comparación? Muéstramelo. Menos mal que tú sí sabes leer.
“Con los malos tratos lo mismo. Hay que perseguirlos, estudiarlos, minimizarlos... así es, y seguro que me preocupa eso tanto o más que a ti, pero no se ocurre creer que cuando no se hablaba de ellos eran inexistentes, sino omnipresentes, aunque invisibles.”
No es concebible mayor cerrilidad, fanatismo e inclinación al prejuicio que el tuyo, señora. Dime dónde he dicho yo que “antes” no existían los malos tratos. Dime de qué palabras mías puedes tú sacar la conclusión de que yo crea eso. Lo que a mí no se me ocurre, señora, es tergiversar descaradamente el sentido de la cuestión planteada, que es clara hasta para un caletre de párvulos: me he estado refiriendo -insistiré de nuevo- a la cuota de responsabilidad paterna respecto de la obesidad (y lo demás), y a la cuota de responsabilidad de los maestros y profesores. A eso exclusivamente. Se hace evidente que tú no puedes pensar en ello sin desviar la atención hacía lo que ocurría en el pasado. ¿Es un tic, un acto reflejo de tu ideología? “Vamos a dilucidad quién es responsable de tal problema actual”. Y tú, con tu particular mantra: “Antes peor, antes peor, antes peor, antes peor…” Alcanzarás el nirvana, no lo dudo.
“La mayoría de los padres quieren a sus hijos, aunque a menudo se equivoquen, sobre todo si quieren darles lo que ellos no tuvieron, y si tienen ellos mismos poca educación.”
Trabajando a todo vapor la máquina de exonerar a papás, sí señor. Unos renglones más arriba leíamos que la culpa de la gordura infantil la tenía el cambio de época, el hecho de pasar de una época de penuria a una época de abundancia. Por si ésta no fuera suficiente “justificación”, ahora apuntas que los pobres papás tienen poca educación.
“¿Disminuye eso la responsabilidad de los gestores y los profesores de la enseñanza obligatoria? Creo que no, que más bien la aumenta, porque ellos son de la élite que sí recibió educación y que cobra de ella, y no suple en absoluto las carencias de las familias, suplencia que es además la única justificación de que exista enseñanza obligatoria.”
No, por favor, cómo va disminuir la responsabilidad de éstos. Lo que yo quisiera saber es si tú atribuyes alguna responsabilidad a los papás. Veo que no, que la culpa es el cambio de una época a otra y que carecen de educación.
“¿Sabes qué venden en el IES de mi hijo para comer algo en la maratoniana jornada intensiva que tiene? Pues basura envasada de máquina expendedora, ninguna otra cosa porque ya no hay cafetería ni cantina. (¿Para qué? Ya no harían negocio, con 20 minutos de recreo y el centro cerrado a las 3) ¿Y quien ha protestado de eso? Pues algunas madres. ¿Y que´les han dicho? Pues la callada por respuesta, y una cara que significa: "más madres histéricas, ufff".”
¿Cómo no haber caído antes? Si era previsible: la culpa la tienen los IES. ¡Cómo no! Sí, porque cuando los críos toman vacaciones de verano y quedan al cuidado dietético de sus papás, enseguida se comprueba cómo van recobrando la esbeltez perdida en los comedores escolares. Para cuando llega septiembre, las carnes superfluas se han esfumado bajo el régimen paterno de frutas, verduras, pescado y carreras lúdicas a que quedan sometidos los infantes.
“Y esos son los que están obligados a saber lo que hacen: porque es su trabajo, porque cobran de ello y porque el Estado nos obliga a dejar nuestros hijos en sus manos.
¡¡¡Ésos son los que están obligados a saber lo que hacen!!! ¡Ahí queda eso! Dicho de otra manera: “los padres no están obligados a saber lo que hacen: porque no es su trabajo, porque no cobran de ello.”
¿Es concebible canto más entonado a la negligencia paterna? En resumen: puesto sobre la mesa el problema de la obesidad infantil en España, Aloe resuelve que:
1. “Antes” la cosa era peor. Había hambre, reúma infantil... 2. Es consecuencia de pasar de la penuria a la abundancia. 3. Los padres quieren dar a sus hijos lo que a ellos les faltó. 4. Los padres tienen poca educación. 5. Los padres no están obligados (los maestros y profesores sí) a saber lo que hacen, porque no es su trabajo ni cobran de ello.
Tantas teclas para decir, a lo llano, que los padres no son responsables ni culpables de la obesidad de sus hijos. La interpretación que también hace Anónimo de que yo estaba cotejando lo de ahora con los tiempos de franco, es gratuita, estúpida, ridícula y malintencionada. Condeno rotundamente el régimen franquista. Ya lo hice en mi primer mensaje. Lo cual no es incompatible con condenar la repugnante negligencia paterna que defiende la corrección política de Aloe y compañía. La cuestión era la que era, no la que vosotros os dé la gana que sea. Sencillamente, sois incapaces de responder claramente a la pregunta de si los padres son o no responsables de la obesidad de sus hijos. Os limitáis a hacer comparaciones que no estaban sobre el tapete. Bueno, sí que lo sois: respondéis que no. Sois peligrosos.
Sí, Raus, yo soy de una familia con tres generaciones de bachillerato, y fui una alumna bastante "fácil" y con bastantes buenas notas. Procuro no olvidarme de que eso fue una suerte y un privilegio en una generación en la que eso no era la norma, y en gran parte sigue sin serlo. Procuro no olvidarme tampoco de que a mis compañeras y a mi nos pegaban habitualmente en el colegio, sin que mis padres se enteraran nunca de ello: hay que desconfiar de las apariencias de "extraordinaria placidez", por emplear el lenguaje de nuestros próceres, donde no hay libertad.
Si yo me dedicara a prejuzgar sin interesarme por la verdad, me habría quedado en esa sensación de lo "fácil" que era estudiar y sacar buenas notas, y en la aparente felicidad de un tiempo en el que los males se escondían debajo de la alfombra, y sólo conocías los que te afectaban directamente, sin saber nada más. Yo creo que eso -prejuzgar sin tener ningún interés por la realidad- es precisamente lo que haces tú.
La investigación científica universitaria es de las pocas cosas del sector educativo que se viene midiendo hace mucho tiempo de manera internacionalmente homogénea y bastante fiable. Y lo que se deduce de esos datos es indiscutible: antes la investigación era risible, en cantidad y calidad, y ahora es bastante mejor, sin llegar ni de lejos a lo que debiera ser. Si tienes datos mejores, dilos.
Y sí, puede haber "muchos" en número absoluto y ser una minoría. ¿Donde ves tú el problema, salvo que manejes tan mal tu lengua materna como lo demás?
Si tú crees que "probablemente" los alumnos que tienen éxito ahora tienen menos nivel que los que tenían éxito antes, demuéstralo. NO tienes datos para ello.
Mientras tanto, yo puedo decir que "probablemente" el nivel de esos alumnos no ha bajado, para lo cual me atengo: a los curriculos oficiales, a los temarios de los libros de texto, al mayor número de asignaturas, a la absoluta continuidad sin saltos que ha habido en el sistema educativo, y al hecho de que en algunas materias que antes se daban extraordinariamente mal (música e inglés, por ejemplo) el nivel no ha variado demasiado, pero en lo poco que lo ha hecho ha sido indiscutiblemente para mejor y no para peor. No son datos concluyentes, pero son los que hay. Podemos añadir el nivel de conocimientos de la población adulta, que es innegablemente pobre en general, incluso en los que estudiaron bachillerato. Ahora bien, puedo equivocarme. Pues dame datos REALES mejores si los tienes, no pamplinas, y cambiaré de opinión.
Tú tienes una equivocación de partida considerable, y es seguir en la idea (bastante extendida) de que un sistema escolar es un ente pasivo, que se limita a subir o bajar listones, pero donde la calidad y el esfuerzo lo ponen los alumnos solos, porque los "listones" se limitan a la exigencia de los profesores en los exámenes, no a lo que ellos mismos proporcionan para alcanzarlos.
Es precisamente lo contrario. Los alumnos son lo que son, fáciles y difíciles, buenos, medianos y malos. La diferencia la da el propio sistema escolar, que donde es bueno no se limita a poner pasivamente listones, sino que se esfuerza en que los alumnos consigan los objetivos: Si un alumno es disléxico, no se limita a suspenderlo, sino que lo diagnostica y se adapta a sus ncesidades. Si es inmigrante, no se limita a suspenderlo, sino que le enseña el idioma y se adapta a sus necesidades. Si viene de una familia que no le motiva, no se limita a suspenderlo, sino que se esfuerza en rescatarlo de eso y motivarlo. Luego lo hará mejor o peor, y siempre habra fracasos, pero no considera de entrada que sus obligaciones se limitan a poner listones y el que pueda que los salte sólo: porque para eso nos sobra la enseñanza y los profesores, sólo necesitamos examinadores.
En cuanto a que el sistema ha hecho lo que ha podido, la desgracia es que precisamente no ha hecho eso: realmente no ha hecho nada en absoluto.
Raus, yo me escandalizo de pocas cosas, y si las madres son las que maltratan a sus hijos y los matan, y no porque estén más tiempo con ellos, pues vale. la condición humana no me produce grandes ilusiones. Perdonarás, no obstante, que no me crea tales cosas hasta que me des datos fiables. Porque los que yo conozco dicen que casi el 90% de los homicidios y delitos violentos los cometen los varones, y aunque puede ser que los niños sean una excepción, prefiero tener datos que avalen eso, si no te importa.
Los países que llegaron antes a la abundancia de comida llegaron también antes a la obesidad infantil. En esos países, por otra parte, hay una relación muy clara entre la clase social media-alta y la magnitud del problema (menos obesidad = llevan más tiempo comiendo suficiente y tienen más educación). Es posible que los niños de ahora vivan menos que sus padres (no lo sabemos) pero sus padres están viviendo muchísimo más que las generaciones anteriores: la relativa pobreza de pequeños protegió a muchos de ellos de la sobrealimentación, y la prosperidad de mayores les ha dado mayor esperanza de vida que la de sus padres. Son una generación de transición, y en ese aspecto (no en otros) han tenido lo mejor de las situaciones anterior y actual. Y aun asi, eso es sólo cierto si nos limitamos a una generación y nos olvidamos de los que ahora son abuelos: si nos olvidamos de todos sus hermanos que murieron de pequeños, y si hacemos abstracción de la calidad de vida de muchos mayores, que se resiente de la dureza de la que han padecido. Nada hay en lo que dices, por lo tanto, que contradiga lo que he dicho yo. En España ha habido hambre hasta bien entrados los cincuenta, si quieres fechas. Y atención médica mala y escasa hasta bien entrados los setenta, como mínimo.
Por otra parte, yo no intento justificar nada. Intento comprender. Los males como la obesidad infantil tú los tratas como si vinieran del cielo de repente porque los sabios padres de antes se hubieran vuelto padres de ahora tontos y malvados. Y como si los males sociales fueran una novedad y antes no hubiera: yo digo que resolver un mal trae males nuevos, aunque con suerte menos graves que los anteriores, y que muchos males sociales no se extinguen de repente, sino que van aminorándose poco a poco, a menudo cambiando su manifestación externa en el camino.
Los malos tratos son un mal grave. En mi opinión, son un mal mucho menos extendido que antes, lo que significa que nos preocupa mucho más que antes. A mi y a casi todo el mundo. No entiendo donde ibas a parar sacando eso a colación ni qué tenía que ver con nada, excepto intentar acusarme de dios sabe qué. ¿O acusar a los padres en general? Sinceramente no entiendo ni qué defiendes ni a donde quieres llegar. ¿Que hay malos padres? Efectivamente. ¿Que hay una nueva epidemia de malos padres, como pareces querer decir? No, no la hay, antes los padres maltrataban más, te he contestado yo.
¿Viene eso al caso de nada? Creo que no, salvo intentar acusarme de algo, sea lo que sea, y por traído de los pelos que esté.
Hablando en general, si tus argumentos respecto a lo mal que va todo y la catástrofe que nos estamos buscando no se basan en que "antes esto no pasaba", no sé a qué otra finalidad argumentativa pueden responder. ¿Que esa no era tu finalidad argumentativa, defender en general que ahora los padres son peores padres, la sociedad es una sociedad peor y el bienestar ha disminuido? Pues vale, pues me alegro. Entonces no estamos discutiendo de nada, porque ni tu mismo sabes a donde quieres llegar y lo que quieres defender.
Pienso sinceramente que en los males sociales que mencionas no se ve un cambio social en conjunto a peor, pero por otra parte los males son reales, y tenemos que luchar para disminuirlos. Si no defiendes que "antes todo era mejor" pues estamos de acuerdo y no hay nada más que decir.
Y ahora vamos a terminar con el asunto de la responsabilidad de los padres. Yo creo que la responsabilidad de la crianza y la educación de los hijos la tienen (la tenemos) fundamental y principalmente sus padres. Creo que la responsabilidad de que coman bien, estén bien atendidos, se instruyan, estén protegidos, se sientan seguros y queridos, la tenemos sus padres. Así como de educarlos para la responsabilidad, la autonomía y principalmente ser buenas personas (en la medida en que podamos). Creo que es nuestra obligación enterarnos lo mejor que podamos de todo lo que debamos saber para hacer mejor todo ello, sin perder de vista que quererlos es la principal garantía de hacer las cosas bien, o medio bien.
Ahora bien: ¿El Estado (y la sociedad) cree que esto es suficiente? No, no lo cree, porque estipula un montón de obligaciones concretas que debemos cumplir, desde escolarizarlos hasta vacunarlos y muchas más, porque tiene sólo una relativa fe en que lo hagamos bien dejados a nuestra voluntad y nuestras fuerzas.
¿Tiene razón el Estado en creer esto? Pues hasta cierto punto sí, porque hay algunos padres malos, que no ponen voluntad en hacerlo bien si no se los obliga, e incluso hay algunos padres tan malos que no se merecen ni deben tener a sus hijos con ellos. Esto no se aplica a la mayoría, pero las normas para proteger a los niños deben tener en cuenta a los peores casos, no al promedio.
¿Además de la maldad hay algún otro motivo para meterse en la crianza y educación de los niños por parte del Estado? Pues sí, hay otra mucho más extendida que la mala voluntad, y es la insuficiencia: si no tienes educación ni saber bastante, habrá muchas cosas que harás peor de lo que podrías. Si no tienes medios bastantes (salud, dinero, tiempo) hay muchas cosas adonde no puedes llegar, aunque pongas la mejor voluntad. Por ejemplo, pagar colegios privados, o médicos privados, o saber que el exceso de grasa y la comida industrial son malos, o muchas otras cosas.
¿Cumple bien el Estado cuando se mete a suplir la insuficiencia de los padres (o a evitar su mala voluntad)? Pues cumple bastante mal, si: - Da educación obligatoria para que todo el mundo la pueda tener, pero luego la da mala y realmente no suple la insuficiencia de los padres mal dotados para darla ellos (sino que sólo la da medio suficiente a los que de todas maneras la tendrían). - Cae, cuando los niños están bajo su custodia, en los mismos males que caen los padres de "capacidad insuficiente" en ciertos aspectos: como darles el propio Estado comida basura, p.e. - ¿Tiene sentido que, ya que hay padres con algunas capacidades insuficientes que lo hacen medio mal, que sus propios empleados y agentes sean también "insuficientes" en esos mismos aspectos? No, eso no es admisible, porque los padres son como son y hay entre ellos de todo (por eso el Estado se mete por medio), pero los agentes que emplea y paga para suplir las insuficiencias de algunos padres se supone que los emplea para que hagan eso: suplir, y si no son suficientemente buenos y están suficientemente formados para no caer en esas deficiencias, mejor que no se metiera a arreglar nada, para hacerlo igual de mal o peor.
O resumiendo: un profesor cobra porque ha estudiado lo bastante -se supone- para tener un conocimiento profesional cualificado en determinados asuntos, conocimiento cualificado que la generalidad de la población no tiene, o bien porque no disfrutó de educación adecuada (caso de la comida basura) o bien porque no tiene por qué tenerla (caso de enseñar matemáticas). Si no tiene ese conocimiento y no se esfuerza, no debería estar ahí.
El Estado no nos deja escoger a los padres qué educación queremos para nuestros hijos: nos obliga sí o sí a tomar la que nos ofrece, y a dejar nuestros hijos en un centro. La única justificación para eso es que lo haga mejor de lo que lo haríamos nosotros (o al menos igual de bien que los padres "suficientes") y si no es capaz, que renuncie a imponernosla... y admita el fracaso social que eso significa.
PREGUNTA: - ¿SON RESPONSABLES LOS PADRES (O EN QUÉ MEDIDA) DE LA OBESIDAD (SALUD) DE SUS HIJOS? RESPUESTA: -¡FRANQUISTA!
“MUCHOS SON UNA MINORÍA.”
¿Tiene significado “mucho” en sentido absoluto, Aloe? Veo una bandada de 200 pájaros y digo: “Muchos pájaros van ahí”. Mi acompañante ve otra cosa: “Bah, son pocos pájaros”. ¿Quién lleva razón? “Mucho” es sólo una apreciación personal, ni más ni menos, pero carente de sentido si no se justifica. ¿”Mucho” en relación a qué? ¿Por qué un 20% de departamentos es mucho en sentido absoluto? Se dice que “mucho” es lo abundante, lo que sobrepasa lo normal. ¿Estamos por encima de lo normal en estos bienes? No lo sabía. En otras palabras: que no pasa nada si tenemos un 80% de universidades sin departamentos de investigación buenos, o sin departamentos. Con que tengamos un 20% está bien, porque eso supera lo normal.
Los profesores universitarios responsables de buenos departamentos y de enseñar a investigar, ¿en qué sistema educativo aprendieron? ¿Se convirtieron en buenos profesores-investigadores bajo los planes de la Reforma? ¿Surgen por generación espontánea? ¿En la excelencia de su formación no tuvo nada que ver la escuela y la secundaria? Si son investigadores provectos, entonces estuvieron formados en el sistema anterior a la Reforma. Si son investigadores jóvenes (de la Reforma), sus formadores recibieron su educación en las aulas tradicionales. Lo mires como lo mires, el sistema que tú tanto deploras está necesariamente detrás de la investigación actual. Tú, Aloe, hablas peyorativamente de continuismo del sistema educativo. Ya, pero ese continuismo –que tú denuncias pero que es inexistente- es también el origen de esos departamentos de investigación internacionalmente competitivos. Reconocer las virtudes –sean pocas o muchas- de lo que, en general, no nos agrada, no es hacer un acto de apología, sino de llana justicia.
No es difícil comprender cuál es la fuente de tus manifiestas contradicciones, Aloe. Te debates entre dos odios o fobias que nublan la sindéresis. Por un lado tenemos tu obsesión contra el pasado franquista, al que tienes como referente absoluto para tratar cualquier problema social actual, venga o no a cuento. Esa obsesión te inspira todas tus declaraciones acerca de lo buena que es hoy la enseñanza en comparación con la del pasado. Por otro lado está tu fobia a quienes tú atribuyes privilegios de casta intocable: los maestros y profesores (o, para ser más exactos: maestras y profesoras, que son mayoría). Les achacas todos los males de la educación. Cuando ensalzas la educación actual frente a la pasada, satisfaces tu primer odio. Pero, claro, se te queda pendiente y contrariado el otro. Entonces “matizas” tu primer mensaje como puedes.
1. Los estudiantes salen hoy mejor preparados hoy que los de antes. (Primera tirria satisfecha. Insatisfecha la segunda)
2. El sistema no ha hecho absolutamente nada. (Segunda tirria satisfecha)
1. Ahora hay muchos departamentos de investigación, antes ninguno. La investigación era risible. (Primera tirria satisfecha. Insatisfecha la segunda)
2. Esos departamentos constituyen una minoría. (Segunda tirria satisfecha).
Hablas de, quizá, un 20% de profesores currantes. Éstos son tus datos de buen cubero. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) nos ofrece algunos de los suyos. Expongo los relativos al profesorado español:
- El informe realizado por la Organización para la Cooperación y del Desarrollo (OCDE) con el apoyo de la Comisión Europea para evaluar la calidad de la enseñanza en 23 países, que incluye a España pero deja fuera a Estados miembros como Francia o Alemania, señala la falta de incentivos y el mal comportamiento en las aulas como los dos elementos fundamentales que dificultan la labor pedagógica de los profesores de educación secundaria obligatoria en los países estudiados. Tres de cada cuatro profesores consultados "sienten que les faltan incentivos para mejorar la calidad de su trabajo", mientras que las aulas de tres de cada cinco centros escolares se ven alteradas por el mal comportamiento de los alumnos.
- El 16% del tiempo lectivo es empleado por los profesores a poner orden en clase. A mandar que se callen, que no molesten…
- En las aulas de tres de cada cinco centros escolares se ven alteradas por el mal comportamiento de los alumnos.
- El portavoz de la OCDE también ha indicado que el 89% de los profesores encuestados participa en acciones de formación y que, además, el 55% de los docentes demanda más formación de la que reciben, especialmente en el uso de tecnologías de información y comunicación o cómo responder a las necesidades específicas de un tipo de alumnado. En el caso de España, el 16% de los profesores debe asumir el coste del 100% de los gastos que suponen este tipo de cursos, una cifra que dobla la media del informe. Sólo el 54,8% recibe formación sin que le suponga coste alguno, mientras que la media es de un 65%.
¿Es ésta la casta de los intocables, de epulones? ¿Dan a entender estos datos que el profesorado español sea vago, irresponsable o poco currante? Rotundamente no. ¿Y son malvados los padres españoles? No, jamás he dicho eso. El problema, tanto de profesores como de padres, es otro, muy otro. Principalmente de ideología errónea (la cultura de la permisividad) en materia de educación, la cual afecta a ambos conjuntos por igual (aunque, por razones obvias, el profesorado se percata antes del error de la ideología que subyace a la educación actual). Lo lamentable, como intentaré explicar, no es el manifiesto error en que se incurre al tratar de educar a los niños, sino que, contumazmente, ese error se dilate en el tiempo, que se haga la vista gorda y espeso el oído, que no se esté dispuesto a reaccionar de una vez por todas.
Dices, Aloe: “Si tú crees que "probablemente" los alumnos que tienen éxito ahora tienen menos nivel que los que tenían éxito antes, demuéstralo. NO tienes datos para ello."
"Mientras tanto, yo puedo decir que "probablemente" el nivel de esos alumnos no ha bajado, para lo cual me atengo: a los curriculos oficiales, a los temarios de los libros de texto, al mayor número de asignaturas, a la absoluta continuidad sin saltos que ha habido en el sistema educativo, y al hecho de que en algunas materias que antes se daban extraordinariamente mal (música e inglés, por ejemplo) el nivel no ha variado demasiado, pero en lo poco que lo ha hecho ha sido indiscutiblemente para mejor y no para peor. No son datos concluyentes, pero son los que hay.”
Aloe, andas muy escasa de imaginación. Los currículos oficiales, los temarios de los libros de texto, el mayor número de asignaturas, etc., no indican, en rigor, nada. Te olvidas de una cosa que llamamos “currículo oculto”: los profesores pueden hacer muchas cosas para facilitar la tarea de aprobar a sus alumnos, sin despeinarse, incluso con el programa delante de las narices, aparentando “ceñirse” a él: pueden soltar indirectas sobre qué apartados o epígrafes saldrán en el examen; pueden recortar material para el examen u obviar determinadas preguntas complejas; pueden hacer preguntas de lo más fáciles; pueden sobrevalorar la nota de un examen en atención al esfuerzo (real o supuesto) que haya hecho el alumno; pueden hacer la vista gorda ante determinadas contestaciones en los exámenes que corrigen, pueden sobrevalorar el rendimiento, etc. Puede enmascararse el fracaso de muchos alumnos con la licencia para pasar de curso con varias asignaturas (no marías) suspensas (de hecho, la LOGSE impuso la promoción automática incluso para secundaria). Los planes pueden ser, en teoría, lo complicados que se quiera. Otra cosa es que se cumplan.
Es evidente de todo punto que la media del rendimiento ha bajado significativamente con respecto a antes de la Reforma. Pero esto, insisto, no constituye una crítica, de por sí, a la Reforma. Era totalmente previsible. Si escogiésemos dos muestras aleatorias de estudiantes anteriores a la Reforma y comparásemos su rendimiento académico con otra muestra aleatoria de jóvenes de hoy, aquéllos les darían sopa con onda a éstos. La razón es clara y sencilla de entender: A partir de la LOGSE las aulas se llenan de chicos que, si por ellos fuera, no estarían allí. Es decir, se extiende la escolarización obligatoria hasta los 16 años, para todos. Esto significa que el profesor se va a enfrentar a una clase con una porción de alumnos que, en general, estará poco entusiasmada con verse allí, que será “difícil”, que se negará a estudiar. Por supuesto, una parte de esos alumnos es, sencillamente, torpe para los estudios, y requeriría una atención especial del sistema. Cuando el profesor tenga que explicar la fotosíntesis, se encontrará con que los “fáciles” entienden y asimilan el fenómeno con bastante rapidez, bien por entendederas, bien por hábitos de estudio sólidos; pero que una parte de los incorporados por la fuerza no lo entiende con tanta facilidad. En consecuencia, el profesor deberá emplear tiempo y energía extras en intentar que los forzosos anden al paso de los voluntarios. Es decir: se ralentiza la marcha de los mejores, de modo que el programa, seguramente, no podrá ser visto en su totalidad, ni con la hondura propia de antes de la Reforma. No sólo baja la media del grupo: también baja el rendimiento del subgrupo de los mejores por un efecto de “lastre” o “ralentización”.
Por otra parte, la desgana de los forzosos se transmitirá, seguramente, a más de uno de los buenos, que tornarán a ser alumnos forzosos.
Sin embargo, tú, Aloe, nos dices que los mejores de hoy son mejores que los de antes. ¿Cómo es eso posible? ¿Por arte de magia? ¿Por intervención divina? ¿Cómo es posible que pienses que la incorporación forzosa de alumnos “difíciles” no ha bajado la media grupal y la de los “fáciles”? Para que se mantuviera el rendimiento medio de los “fáciles”, el sistema (¡y los alumnos!) tendría que haber hecho un sobreesfuerzo tremendo. Empero, lo que tú afirmas es:
1. Que hay “una absoluta continuidad sin salto en el sistema educativo”.
2. Que el sistema no ha hecho absolutamente nada.
En otras palabras: que el sistema educativo no se ha adaptado o esforzado para mejorar el nivel de los alumnos. Podemos llamarle “inmovilismo” del sistema educativo.
Tenemos, entonces, lo siguiente:
- Una situación de clase objetivamente más difícil para el profesor que antes de la incorporación de los alumnos difíciles (antes de la LOGSE). (¡Supongo que reconocerás que estamos ante una situación objetivamente más difícil!)
- Una absoluta continuidad sin saltos del sistema educativo (inmovilismo), según tú.
- Un sistema educativo que no ha hecho, a tu juicio, absolutamente nada.
Pese a todas estas premisas (mucha mayor dificultad pedagógica en el aula y absoluto inmovilismo del sistema), tú, Aloe, afirmas que el rendimiento académico de los alumnos de hoy es mejor que el de los alumnos de antes de la Reforma. Eso es, sencillamente, imposible. Si lo es, soy todo oídos.
¿Podrías alegar algo contra las razones que te he presentado? Supongo que para ti siguen siendo pamplinas. Tú quieres pruebas, datos. Haciendo caso omiso de la lógica, te aferras al prejuicio ideológico de que el rendimiento y los conocimientos no han bajado. Eso sí, reconoces que los datos que tú manejas no permiten concluir nada: no son concluyentes. Dices que son lo que hay. ¿Qué podemos hacer, entonces? ¿Simplemente conjeturar? ¿Y si preguntamos a alguien que, en buena lógica, sí disponga de datos más fiables y seguramente concluyentes?
¿Qué tal si le preguntamos a Mar Moreno, Consejera de Educación en el Gobierno andaluz, sobre esta cuestión?
(PERIODISTA): -“¿PARA INCLUIR A MUCHOS SE HA BAJADO EL NIVEL?”
(MAR MORENO, CONSEJERA DE EDUCACIÓN): -“NO HEMOS BAJADO EL NIVEL, BAJA LA MEDIA. LOS BUENOS ALUMNOS SIGUEN TENIENDO ÉXITO PERO LAS MEDIAS BAJAN CUANDO EL RENDIMIENTO DE LOS QUE SE INCORPORAN ES PEOR. SE HA DEMOCRATIZADO EL ACCESO, AHORA TENEMOS QUE DEMOCRATIZAR EL ÉXITO.”
Exactamente lo que dije yo. Lógica e inevitablemente, la media baja. Ahora bien, tú, Aloe, puedes seguir pensando que la respuesta de esta consejera de educación es otra pamplina. Tú sabrás. Pero yo tengo bastante claro que Moreno no tiene ningún interés político (ni de otro tipo) en afirmar que la media de rendimiento ha bajado. No lo puede tener quien, precisamente, pertenece, muy de lleno, al partido político que aprobó la LOGSE para nuestras aulas.
La contestación de la consejera de educación no es, a ojos vista, interesada, sino honrada y sincera. Y suponemos que sí debidamente informada.
¿Y el rendimiento de los mejores qué? Ya lo he explicado: es imposible que lleven el ritmo anterior a la Reforma, debido a que el paso de los alumnos forzosos es más lento o mucho más lento. Siguen teniendo éxito, claro, pero respecto de una media más baja que la de antes de la LOGSE. ¿Tiene algún sentido negarse a aceptar esta evidencia?
Parece, Aloe, que aplicas aquí la famosa ley del péndulo. Otrora se pasó hambre (hasta los años 50, me apuntas). Eso traumatizó a nuestros padres, abuelos o bisabuelos, quienes transmitieron a sus retoños hábitos dietéticos compensadores: el gusto por las comidas calóricas y grasientas. Y así, rulando las generaciones, hasta los rollizos críos de hoy. Probemos la misma fórmula con otros problemas. En tiempos de Franco hubo una gran represión sexual. El sexo fuera del matrimonio era motivo de escándalo, escarnio y censura.
Esta represión fue traumática para nuestros abuelos o bisabuelos, quienes transmitieron a sus descendientes ideas o conductas sexualmente liberales. Eso explicaría por qué, hoy, se producen unos 11.000 embarazos no deseados entre nuestras menores. ¿Es descabellado este planteamiento? En el caso de la obesidad infantil lo es por diferentes razones: - Los niños no necesitan ser “entrenados” para que coman comida-basura. Ellos –como los adultos- están naturalmente inclinados a comer alimentos híper calóricos y grasientos. Más bien, necesitan lo contrario. - Los padres podrían reforzar esa inclinación natural de los críos, desde luego; pero, si lo hacen, no es porque, en general, carezcan de la información dietética necesaria. Las bondades de la dieta mediterránea han sido divulgadas a bombo y platillo. Los perjuicios de la comida-basura también. Cualquier persona en sus cabales sabe qué significa la terminante expresión “comida-basura”. Creer otra cosa es suponer a la gente no ya inculta, sino imbécil. - Los mensajes médicos y publicitarios pro-delgadez inundan las revistas, los anuncios, los programas de televisión.... - Los mensajes públicos (médicos o estéticos) contra la gordura y sus riesgos se cuentan por millones. - La obsesión por estar delgado es patente y manifiesta. Incluso peligrosa. - Salvo alguna persona obesa resignada con su peso, nadie hace apología de la gordura. Cuando se hace, es a modo de autodefensa. - Hay personas de noventa años que, pese a haber pasado penurias en su juventud y carecer de estudios, se mantienen voluntariamente delgadas.
Es decir, probablemente, no ha habido en la historia humana una época tan ferozmente enemiga de la gordura como la nuestra. No sólo la de España, sino, en general, la de Occidente. España es el tercer país en que más operaciones de cirugía plástica se hacen al cabo del año, sólo por detrás de EE.UU. y Brasil.
Pero con esto no estoy diciendo que la ley del péndulo no haya de ser tenida en cuenta a la hora de explicar lo que está pasando. Al contrario: es una ley de gran poder explicativo. Simplemente no es aplicable al caso de la obesidad infantil que padecemos.
En efecto: el “destapismo” y el nudismo han sucedido a una época de cuerpos tapados de cabeza a pies; a la represión sexual le ha seguido el amor libre y la pornografía; al machismo, el feminismo de igualdad o el de género (“hembrismo”); a las relaciones sociales jerárquicas, el igualitarismo; al influjo eclesial, el laicismo; a la era del deber, la era de la seducción; a los valores carpetovetónicos, la anglofilia y el gusto por lo exótico; a la homofobia, la “homofilia”; al ninguneo de los menores, su idolatría; a la familia tradicional, los divorcios, las parejas de hecho, la “familia” “monoparental”; a la reprobación de los “vicios”, la pública exhibición de las adicciones; al autoritarismo, la permisividad; a la distancia entre padres e hijos, el ensalzamiento de la amistad entre aquéllos y éstos; a los arrepentimientos, la desvergüenza; a la era de la voluntad, la de la motivación y la abulia…
Sí, las sociedades (no sólo la sociedad española) occidentales de hoy son, en gran medida, la imagen invertida de las sociedades de ayer, su negativo. Lo malo del asunto es que los excesos del pasado han sido sustituidos por excesos opuestos, pero excesos al fin y al cabo. A una caricatura (a una forma de irracionalidad) le ha sucedido otra, la del signo contrario. En muchas cosas se ha ido de extremo a extremo, haciendo caso omiso de la moderación y el buen juicio. Los rasgos represivos de antaño se han reconvertido en rasgos liberadores, pero sin contención, rozándose el simple y llano libertinaje.
Cuando yo llamo la atención sobre los problemas y excesos de hoy no es con la intención de hacer un velado o explícito elogio del pasado, ni una ponderación de sus virtudes. Nada de eso, y a las pruebas me remito. Deploro los despropósitos de entonces y deploro los de ahora. Lo que quisiera es ver la manera de solucionar los problemas que hoy nos toca vivir. Cuando hago referencia a nuestro pasado (la hago ahora), no es para tomarlo como modelo a recuperar, sino para explicar que de sus excesos han nacido los de signo contrario. Sí, pero el pasado no nos sirve para justificar nada. Una cosa es explicar y otra justificar. Los seres humanos tenemos cabeza no sólo para llevar sombrero, y debemos ser conscientes de que un dislate social o histórico no se enmienda con el dislate inverso.
No nos vale el pasado como coartada: ni para justificar la obesidad de los críos ni para excusar ningún otro desatino de la educación que reciben los niños y los jóvenes. El pasado podría excusar el presente si simplemente fuésemos animales irracionales que, sin juicio ni reflexión, huyésemos de un extremo para caer en el opuesto. El problema es que, en muchas ocasiones, obramos a la manera de criaturas irracionales. Evidentemente, nos podemos exigir más.
Los 11.000 embarazos anuales de nuestras menores no pueden ser justificados con el “argumento” de que, hace décadas, reinaba la represión sexual. Tampoco la obesidad infantil se justifica así, ni de otra manera. Ni ningún otro problema actual. La necesidad de huir de los fantasmas del pasado es comprensible, pero no que la huida sea ciega y torpe, como la practicada hoy.
Dices, Aloe: “Los malos tratos son un mal grave. En mi opinión, son un mal mucho menos extendido que antes, lo que significa que nos preocupa mucho más que antes. A mi y a casi todo el mundo. No entiendo donde ibas a parar sacando eso a colación ni qué tenía que ver con nada, excepto intentar acusarme de dios sabe qué. ¿O acusar a los padres en general? Sinceramente no entiendo ni qué defiendes ni a donde quieres llegar. ¿Que hay malos padres? Efectivamente. ¿Que hay una nueva epidemia de malos padres, como pareces querer decir? No, no la hay, antes los padres maltrataban más, te he contestado yo.
¿Viene eso al caso de nada? Creo que no, salvo intentar acusarme de algo, sea lo que sea, y por traído de los pelos que esté.
Hablando en general, si tus argumentos respecto a lo mal que va todo y la catástrofe que nos estamos buscando no se basan en que "antes esto no pasaba", no sé a qué otra finalidad argumentativa pueden responder. ¿Que esa no era tu finalidad argumentativa, defender en general que ahora los padres son peores padres, la sociedad es una sociedad peor y el bienestar ha disminuido? Pues vale, pues me alegro. Entonces no estamos discutiendo de nada, porque ni tu mismo sabes a donde quieres llegar y lo que quieres defender.”
De verdad, Aloe, que ya me da grima volver a la misma explicación que, al parecer, estás ideológicamente incapacitada para entender. Pero te lo voy a explicar con un ejemplo que, la fortuna lo quiera, te ayude a comprender mi cansancio cuando, una y otra vez, sorda e impenitente, vuelves con la cantinela de comparar el presente con el pasado.
Juan es un ingeniero aeronáutico, de ésos que trabajan en coches de fórmula 1. El director del proyecto llama a todos los ingenieros y mecánicos para hablar del modelo que han hecho.
Director: - ¿Cómo va el nuevo modelo? Juan: -Va muy bien, señor. Pedro (otro ingeniero): -Bueno, va bien, pero los frenos dejan algo que desear. Al frenar, las ruedas de atrás hacen un pequeño extraño. Hay que averiguar la causa y corregirlo. Juan: -¿Acaso no son mejores los frenos de este coche que los del anterior modelo? Pedro: -sí, no digo que no, pero el problema que señalo hay que tratar de eliminarlo. También hay algún problema con la aerodinámica del alerón. Presenta un exceso de resistencia al aire. Todavía no sabemos por qué. Juan. -¿Me estás diciendo, acaso, que la aerodinámica del modelo anterior era mejor? Ofrecía mucha más resistencia al aire. No sé cómo puedes decir tal cosa. ¿Es que quieres que volvamos a diseñar en modelo anterior? Pedro:- Vale, ¿pero qué sacamos con esa comparación? Lo que tenemos que hacer es centrarnos en el problema presente e intentar solucionarlo: hacer un buen diagnóstico, diseñar nuevas piezas si fuera necesario, ponerlas a prueba y evaluar el rendimiento del coche en esos aspectos. No propongo incurrir, ni por asomo, en los fallos del anterior modelo, sino mejorar el de ahora. Juan: -Qué pronto te olvidas de los problemas tremendos que nos dio el anterior modelo: corría menos, frenaba peor, no era fiable en las curvas, no era competitivo, los pilotos salían del coche arrugados como pasas… No sé dónde quieres ir a parar. …
En realidad, no hace falta inculcación ideológica para que los niños y jóvenes coman alimentos sabrosos (los muy calóricos y grasientos), consuman drogas, retocen sin engorros profilácticos, vistan como quieran, no hagan nada si no están “motivados”, etc. Basta con que se aplique el consabido y catastrófico “laissez faire” glorificado por la antipsiquiatría y por psicólogos y pedagogos progres de la hornada sesentera.
El colmo es cuando ese “laissez faire” es reforzado por ideologías afines a las inclinaciones naturales de niños y jóvenes, irreflexivos de por sí. ¿Algo más “natural” que el deseo sexual, por poner un ejemplo? La excarcelación de ese deseo nos lleva al disparate de encumbrar y a afamar a “actores” y “actrices” porno, como si de eminencias se tratara. Enciendo la televisión y veo a la famosísima Lucía Lapiedra haciendo de periodista, preguntando, en un plató de televisión, a no sé quien sobre cuestiones de curandería. ¿Qué pinta ahí esa mujer? Antiguamente hubiese sido cruelmente vituperada y estigmatizada; hoy es reverenciada por ser un símbolo del placer carnal, del hedonismo y el narcisismo más exacerbados. Imposible imaginar gilipollez más acabada. Cuando un crío vea estos insólitos encumbramientos en la “educativa” televisión que tenemos, no podrá extrañarnos que desee ser futbolista, puto/a de relumbrón, o cocinero con fundamento, o periodista de prensa amarilla. Son oficios que dan fama, vidilla a la entrepierna, gusto al paladar y materia prima para cotillear. Gran rentabilidad a cambio de “poco” esfuerzo. ¿Nos puede extrañar que haya una crisis de vocaciones científicas en nuestro país?
Pero la televisión que tenemos es, la más de las veces, la que nos merecemos, pues en ella quedan reflejados los deseos, las maneras, y las ideas de buena parte de la población: la chabacanería en el hacer y el decir, el narcisismo de los cuerpos, la fama arrabalera, la mitificación de la pornografía, la violencia gratuita, el analfabetismo como bandera de “igualdad”, los tacos sin cuento, la procacidad, la libertad sin límites, el pan y circo, la demagogia barata, la mentira, los chismorreos, las tonterías sin fondo.
La televisión también maleduca. ¿Lo digo (sólo) yo? No, también Arturo Canalda, el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid. Muchos niños ingieren comida-basura, y muchos ven televisión-basura. ¿Quiénes son los responsables? Evidentemente: los padres. Ellos deberían impedir que sus hijos viesen programas y teleseries vomitivos. ¿Por qué no lo impiden? Canalda nos dice que muchos padres no protegen a sus hijos de esas teleseries horripilantes “ideadas” para niños y jóvenes, como, por ejemplo, “Física y Química”. Son series en que se encanija la autoridad de los padres, o se les ridiculiza.
Sí, la televisión que tenemos es horrible, pero es responsabilidad de los padres evitar que los niños vean lo que no deben ver, o de que vean esos programas con la presencia crítica de un adulto que cuestione los contenidos emitidos.
No podemos hablar de continuismo en educación. Estaríamos faltando a la verdad. Ha habido muchos cambios, pero la mayoría erróneos por su desmesura. El modelo anterior a la Reforma convertía al alumno en (casi) el único responsable de sus éxitos o fracasos. Si le aprobaban, era porque estudiaba (empollaba) o era inteligente. Si suspendía, porque era vago, torpe o no valía. Era él quien tenía que “moverse”. Dicho con alguna exageración: el maestro explicaba la lección, si el alumno no la entendía o asimilaba, allá él. Esto, llevado al extremo, fue fatal para muchos alumnos que, simplemente, estaban emocionalmente apartados del sistema, con independencia de su nivel intelectual. El sistema no sólo “expulsaba” a los vagos o torpes: también a alumnos que, aunque capaces, repudiaban unos métodos más o menos escleróticos de enseñanza, aliñados, no pocas veces, con el vinagre de la crueldad. Muchos –demasiados- se quedaban por el camino. Los derechos del niño eran cosa desconocida. Era necesario un cambio para hacer disminuir el fracaso y el abandono escolares. Ése fue, en parte, el objetivo de la Reforma. Cuestión de humanidad, justicia y rentabilidad para todos.
¿Cambió el espíritu del sistema educativo? Por supuesto: por fortuna, ya ningún maestro o profesor se atreve a imponer castigos físicos a ningún alumno (ni puede por ley); en cada centro hay diversos profesionales que apoyan a los profesores para que los alumnos con necesidades educativas especiales (acnee) no se rezaguen. La Administración imparte de continuo cursos para formar pedagógicamente a los maestros y profesores. En las academias que preparan a opositores de psicopedagogía, se hace gran hincapié en que los pupitres deben estar en forma de U invertida para fomentar la comunicación y la participación del alumnado; en que las clases deben ser activas y participativas; en que hay que buscar la manera de motivar al alumno; en que hay que formar grupos de trabajo, de debate, de investigación; en que el aprendizaje no debe ser meramente memorístico, sino significativo… Mas, como en tantas otras cosas de la vida, lo malo no era el (nuevo) medicamento, sino la dosis: la sobredosis.
El modelo de enseñanza propuesto por la Reforma es, sin duda, la imagen invertida del anterior: ahora el responsable único (o casi) del éxito o fracaso en los estudios es el sistema: los profesores, sus formas de enseñar, de explicar, de “motivar”… Si el alumno fracasa, la culpa es del sistema, que no se ha implicado lo suficiente: no ha motivado al alumno. Del alumno responsable de su suerte, se ha pasado al alumno a-responsable. Del sistema inocente de toda culpa se ha pasado al sistema sospechoso o culpable del fracaso del alumno. Ya no hay alumnos torpes o vagos. Hay diversidad: son “especiales” o “difíciles”, jamás torpes o vagos.
¿Cómo mantener en el sistema a niños de toda condición y procedencia (diversidad)? El factor clave, para los reformadores, era la “motivación” del alumno. Para que ésta no decayese, se arbitraron medidas que lenificaran la estancia de niños y adolescentes en clase:
- Se propagó la idea de que el sistema no buscaba formar empollones. Éstos fueron desacreditados: aprendían de memoria, no aprendían significativamente, olvidaban lo estudiado tras el examen… El esfuerzo, la voluntad y la memorización tesonera quedaron, pues, en la cuneta. El que no fuera capaz de hincar los codos, seguiría, no obstante, formando parte de la proteica y “enriquecedora” diversidad del grupo. - Los empollones, además, desalentaban al resto. Suscitaban envidias, representaban la estructura piramidal y jerárquica de tiempos pasados. - Las notas numéricas en las evaluaciones también desalentaban. Recordaban a la escuela de la que se venía: una escuela de “listones” para alumnos competidores. Se ideó lo de “progresa adecuadamente y necesita mejorar”, metiendo en el mismo saco lo normal, lo bueno, lo notable y lo excelente. - Los suspensos, cómo no, también desalentaban al personal. Por eso, los gobiernos que implantaron la Reforma permitieron que los alumnos pasasen de curso automáticamente (esto hasta el 2003). - Además, lo importante ya no sería tanto el rendimiento académico del alumno como que fuera feliz, solidario, colaborador, democrático, tolerante, progresista...
Estas medidas, y otras, nos llevaron a la progresiva institucionalización de “vista gorda”, en un régimen educativo más centrado en las actividades y “procesos” que en los resultados y el rendimiento. Cuando digo “vista gorda”, digo autoengaño causado por la impotencia. La media del rendimiento bajó forzosamente desde la retención forzosa en clase de alumnos que, de ser por ellos, no estarían allí. Inevitablemente, también “había” que bajar el nivel, exigir menos para no desmotivar y provocar deserciones prematuras. Pero muchos alumnos, a quienes ya no se les exigía hincar codos, seguían descolgándose. Sus cuerpos estaban físicamente presentes, pero no su imaginación. Procedía, de nuevo, bajar el nivel. ¿Cómo es posible que los críos se desmotivaran en una escuela que les ponía (que les pone) las cosas tan fáciles? Muy sencillo: porque lo que no cuesta, no se valora; y lo que no se valora, no se respeta. Lección sencilla que, sin embargo, parecen desconocer los reformadores de la LOGSE.
La escuela anterior a la Reforma necesitaba cambios importantes, pero no los que trajo la Reforma (o no todos). Con unas ideas psicopedagógica que sitúan al niño en el trono, padres y profesores tratan de escribir derecho sobre renglones torcidos. De todo hay, claro está, pero yo diría que tanto profesores como padres hacen lo que pueden: simplemente su margen de acción es limitado, porque así creen, confundidos como están, que debe serlo. ¿Qué puedo hacer para clavar un clavo sin martillo ni nada parecido? Sin los instrumentos de autoridad necesarios para educar, tanto la escuela como los hogares se han visto desbordados e impotentes ante críos idolatrados por el “laissez faire” de inspiración roussoniana y providencias políticamente ultracorrectas cada vez más extremistas.
Tanto en los hogares como en las aulas, la autoridad del adulto se ha visto mermada por una corriente ideológica que demoniza la disciplina y el deber, y bendice el diálogo y la imitación social como principales instrumentos educativos. “Si mi hijo me ve comer verdura, comerá verdura”. “Si mi hijo me ve leer, leerá". “Si le explico a mi hijo las bondades de la verdura, tomará verdura.” Por desgracia, no es tan sencillo. ¿Por qué habrían de imitar los niños a sus mayores? Los niños –como los adultos- imitan a quienes admiran o respetan. Y son muchos los padres que no se hacen respetar de sus hijos porque una red invisible de falsas creencias se lo impide. Hoy sabemos que muchos padres, maestros y profesores acaban agotados tras unas pocas horas (o minutos) de estar con los niños, tras infinitos intentos de que les escuchen o imiten. Literalmente agotados, de los nervios, a punto de estallar. Andan continuamente buscando las palabras adecuadas que hagan sonar la flauta. Repiten mil veces el mismo mensaje trémulo y amoroso, ya suplicante, con la esperanza vana de que el crío coma verduras, lea, haga sus deberes, la cama, recoja los juguetes, vuelva a sus horas, deje la Play, deje de ver la tele,… Temen la rabieta del niño, que les chantajee emocionalmente, que les grite el temible “¡no te quiero!”, que les coja manía, que se frustre, que se enoje… Como nada de esto funciona, la vista se espesa, se les deja hacer… o se recurre a los gritos y los golpes.
Pues, para colmo de males, las prácticas permisivas, masivamente empleadas en nuestros hogares, suelen acabar en violencia verbal y física, tanto de los adultos como de los niños y jóvenes. Las palabras, por sí solas, no funcionan. Los padres, al final, suelen recurrir al expeditivo azotazo, a gritos y enfados. Pero el grito y el cachete desesperados no solucionan nada cuando ya estamos ante niños que, desde la cuna, saben por experiencia que a base de rabietas, palabrotas y discusiones consiguen la mayoría de las cosas que antojan. Las luchas de poder entre menores y mayores ya están establecidas, bien arraigadas.
Nunca he creído que la Reforma se concibiese con mala fe o por intereses espurios. Estoy seguro de que quienes la idearon creyeron de buena fe que los cambios que proponían eran necesarios. Que la parte de la población infantil que abandonaba los estudios tras la etapa obligatoria, tenía derecho a otro tipo de escuela, más humana y preocupada por ajustarse a la idiosincrasia y necesidades particulares de cada alumno. Que era necesario cambiar las estructuras obsoletas de la educación formal, acoger a todos, brindar las mismas oportunidades a los menos pudientes o necesitados, reconocer la dignidad intrínseca de los niños, etc. Y el sistema –así lo creo- hizo (hace) lo que pudo. Hoy hay activos profesionales que tratan de ayudar al profesor a vérselas con la diversidad: niños de extracción social humilde, o inmigrantes, o con problemas familiares y emocionales, o de otras culturas y lenguas extrañas, o con diversas taras físicas, psíquicas o intelectuales…
Y estoy seguro de que los profesores que creyeron en la Reforma hicieron un notable esfuerzo por estar a la altura del reto a que se enfrentaban: el reto de intentar motivar a una población de alumnos más heterogénea, efectivamente “difícil” por unas y otras razones. Y no dudo de que la mayoría de ellos tratara de formarse pedagógicamente mediantes cursos y demás estudios, de ponerse al día, de conocer técnicas para facilitar el aprendizaje a los educandos (véanse los datos que ofrece un estudio de la OCDE al inicio de este artículo). Hay que recordar que los profesores en este país no son profesionales de la enseñanza. Es decir, ellos mismos son, ante las tremendas dificultades educativas actuales, víctimas de unos gobiernos (o una sociedad si se prefiere) que han destinado pocos recursos a la formación pedagógica de base de sus educadores. Por eso, un 89% de los profesores participa en cursos de formación, y un 55% demanda más formación de la recibida.
Luego, claro está, tenemos a los profesores que nunca congeniaron con la Reforma. Los que, sí, quizá veían buenas intenciones en ella, pero poco más. Quienes vieron venir el trágala sin poder hacer nada. Quienes comprendieron que, sin duda, la enseñanza necesitaba un cambio importante, pero no en el sentido y los extremos pergeñados en la LOGSE. ¿Mala intención, maldad de los legisladores? No. Los reformadores creyeron sinceramente que la promoción automática del alumno, con independencia de su rendimiento, motivaría al alumno.
Creyeron en la libertad, y que ésta no era otra cosa que espontaneidad. Cortar la espontaneidad del niño sería, por tanto, obrar contra su libertad. Creyeron en todas esas cosas. Creyeron en la bondad del “laissez faire”.
Tampoco es pertinente hablar de “maldad” en los padres que adoptaron ese “laissez faire” de tan lamentables consecuencias. Nada de eso. Muy al contrario. La infancia está idolatrada. Probablemente no ha habido una generación de padres tan preocupada por sus retoños, de que no les falte de nada, de procurarles una existencia entre algodones y felicidad ilimitada.
Pero a la vista está que los resultados no se corresponden con las intenciones. Es el momento de usar la brújula, de que los padres dirijan a sus hijos, que combinen amor y disciplina, que sepan hacer responsable de sus actos al niño.
Yo, por lo tanto, no percibo mala fe en los planes progresistas de cuando se implantó la LOGSE. Ni creo que el grueso de los profesores se cruzara de brazos ante las nuevas dificultades. Tanto los que creían en la LOGSE como los que no, hicieron lo posible para sacar la cosa adelante. Ciertamente, los cambios eran tan extremados en el espíritu y la letra de la Reforma, que ya hubo quien predijo el desastre venidero. No obstante, concedamos que muchos no vieran el error desde un principio. De acuerdo, concedido. Pero ya no ha lugar a más concesiones. ¡Ya no! Errar es humano, porfiar en el error, de necios, de ésos que tropiezan infinidad de veces en la misma piedra. No más autoengaño.
Lo que cansa y preocupa, pues, de todo esto no es que las ideas y métodos “educativos” masivamente empleados por las familias españolas y la escuela sean erróneos (constituyen legión las familias que tienen la LOGSE metida en casa). Aquéllas y éstas han sido corresponsables a la vez que víctimas de la cultura de la permisividad. Lo que cansa es la reluctancia de muchos para deshacerse del modelo de enseñanza permisivo pese a los malos resultados que producen a ojos vista. En vez de pararse a pensar que “algo estaré haciendo mal” y buscar la solución en uno mismo, es preferible echar culpas a los demás.
Hace unas décadas, el psicoanálisis (especialmente de Fraçoise Dolto) y la pedagogía recogieron el espíritu progresista de la época y lo vocearon a los cuatro vientos: “sea el mejor amigo de su hijo; no frustre sus deseos; dialogue con él; déjelo hacer: la naturaleza es sabia; sea comprensivo; no le dé órdenes: sugiérale las cosas; trátelo como a su igual; jamás le dé un cachete, aunque él patee la espinilla del abuelo: sería maltrato; evite todo signo de autoritarismo: queremos educar, no adiestrar…” Sin embargo, ya hay voces discordantes en la misma psicología desde hace años. Psicólogos que han comprendido el error; que, ahora, escriben libros para alertar a la población de cuán contraproducentes son las prácticas permisivas instauradas en colegios y hogares. También hay ya programas de televisión que hablan y tratan problemas educativos, que enseñan a los padres a decir “no” a sus hijos con la firmeza necesaria, a cómo conseguir que los menores se sientan responsables de sus actos.
Por desgracia, encontramos en todos lados una oposición incompresible y ya decididamente contumaz, con las calderas del autoengaño trabajando a toda máquina.
No necesitamos extremos. Ya hemos tenido bastantes. Ni una educación formal esclerótica ni una educación formal infinitamente “plástica” o, mejor dicho, “líquida”. El esfuerzo debe exigirse a todos: a padres, profesores y alumnos. Y precisamos, con urgencia, que los padres –en especial los padres- se hagan responsables de las conductas de sus hijos; y que todos los adultos –en especial los padres- enseñemos a los niños y jóvenes a responsabilizarse de sus actos, tanto si hablamos de estudios como si hablamos de conducir sobrio las noches de los sábados. Y a encajar las frustraciones inherentes a la vida. Nuestro problema –quizá nuestro mayor problema- es que concebimos la libertad como ausencia de responsabilidad y de deberes. La libertad es justo lo contrario.
Huy, Raus, lo que te da de sí el verano, no había visto el testamento que te has largado aquí. Solo algún comentario, pero realmente con cansancio, porque cuando no se quiere ver ni escuchar, hay poco que hacer. COMIDA BASURA: La mayoría de la población no ha interiorizado ni conoce suficientemente y de forma coherente la información dietética que le atribuyes. Cambiar los hábitos de toda la vida requiere mucho más que haber oído campanas sin saber donde, aunque las campanas sonasen a diario. Requiere un propósito sostenido y difícil (como dejar de fumar), requiere mucha más información que algunos programas divulgativos, requiere cambiar las prioridades famialires y requiere gastar más dinero en comida. Lo que tú defiendes ¿qué es? Si la población 1) no es tonta, 2) está bien informada y 3) es partidaria fanática de la salud y la delgadez, tu explicación de los hechos ¿exactamente cuál es?
LA LEY DEL PENDULO: Por muchas comillas que les pongas a las palabras como familia y demás, los excesos de hoy son los mismos que los excesos de ayer: autoritarismo, clericalismo, sociedad jerárquica y desigual, machismo, asimetria de poder y de acceso a la información. Esas cosas se defienden menos, o se defienden menos abiertamente, pero siguen existiendo y dominando. Puede que algunas un poco menos, eso sí.
Por cierto, el problema de que las menores se embaracen solo es un problema en la modernidad que deploras y en la infantilización que desapruebas. Antes las adolescentes se embarazaban pero no era problema ninguno. Por tanto, que yo lo considere un problema está claro, pero tú no sé por qué lo ves como problema.
EL PASADO SIEMPRE PRESENTE: Muy bien, raus. Tu crítica del presente no tiene que ver con la nostalgia de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Acepto pulpo como animal de compañía. Y como yo también creo que los malos tratos a menores son un mal contra el que hay que luchar, pues estamos de acuerdo. Ahora, luego no te vuelvas atrás de esa posición y empieces de nuevo con lo de que los padres han empeorado ¿eh? Porque de esas afirmaciones tuyas venía mi oposición.
TELEBASURA: Yo ahí no me meto: no conozco ni a un solo personaje de los que mencionas y no tenía idea de que fueran reverenciados y tal. Así que tendrás razón en lo del mal ejemplo de payaso televisivo como opción de vida más atractiva que ser científico. Pero Raus ¿es la telebasura o es la sociedad en general? porque tendrias la misma o más razón si hablaras de futbolistas o músicos pop, si lo aplicaras a especuladores inmobiliarios y otros vividores en los entresijos del poder... Es el chou bisnes, y es el sistema económico entero. Aunque Messi y Botín fueran buenas personas de gusto y moral impecables, me temo que sería lo mismo.
Yo no permito a mis hijos ver telebasura, pero muchos padres no tienen el mismo criterio sobre lo que es malo que tú o que yo. Es un problema de diferencias de opinión, ideología y criterios educativos. Si fuera por mi gusto o el tuyo, no verian telebasura, pero por la misma razón, si fuera por mi gusto no recibirían tampoco adoctrinamiento religioso, que me parece todavía más pernicioso. Es inevitable que educar a los hijos de los demás nos parezca facilísimo, y no veamos más que defectos en lo que hacen los padres. Pero las diferencias de criterio educativo son inevitables.
LA EDUCACION FORMAL: Te equivocas completamente, Raus, negando el continuismo de la educación formal: es su característica más sobresaliente. Tú te dejas liar por oropeles, collares y abalorios distintos: pero es el mismo perro con otro collar, o la misma mona vestida de Prada. Los cambios que inevitablemente se han producido en la escuela han sido porque los actores han cambiado (alumnos, profesores y padres), pero esos cambios han sido fuera de la escuela.
Es falso que "en cada centro haya diversos profesionales que apoyan a los profesores para que lso alumnos (...) no se rezaguen". Está el Departamento de Orientacion y punto, que de ninguna manera da refuerzos ni dedica mucho tiempo a ningún alumno. Aproximadamente cuenta con una persona por cada 200-300 alumnos, así que su labor no es esa.
Es falso que la formación del profesorado se tome en serio. Yo se lo que es formación continua tomada en serio y te lo puedo asegurar.
Es falso que los profesores, en su mayoría, se tomen en serio o sepan lago de psicopedagogía y tal, y que todo eso que cuentas se aplique: se aplica con seriedad en Infantil 3-5, en Primaria un poquito, en Secundaria cero.
No ha habido ningún medicamento nuevo, ni con sobredosis ni sin ella. Tu descripción del alumno de antes, que salía adelante o fracasaba él solito, sigue siendo exactamente igual de válida. Habría que añadir la ayuda de la familia cuando puede darla, claro, pero también lo mismo antes que ahora.
En cuanto a la actitud de los profesores, da bastante risa lo que dices (tengo bastante edad para reirme porque he visto a conocidos y parientes recibir de uñas la Logse desde el principio, quedarse bastante aliviados después de que no cambiara nada, como temían, y entrar poco a poco en la moda de los lamentos jeremíacos "la culpa es de la Logse" que viene cojonudamente para no tener que buscar las causas del fracaso cuando se sienten fracasados. A tal respecto, una lectura excelentemente útil (y cortita) para dar contexto, que encontré en el agregador de blogs "Planeta educativo" (altamente recomendable él mismo): El blob
Ah, Raus, en medio de tu grafomanía se me ha pasado lo de la media y la bajada de rendimiento escolar. Te lo voy a explicar, y a ver si en agradecimiento a mis desvelos evitas el seguir insultándome por costumbre ;-): que tu dices que yo me reboto (lo que no es verdad, si no me divierto no escribo) pero debe ser un caso de proyección, porque el que no para desde el principio de hacer comentarios personales peyorativos hacia mí eres tú.
Mira, majo, cuando no se sabe palote de estadística hay que andar con cuidado interpretando lo que no se entiende. Te voy a poner un ejemplo simplificado para que entiendas que la Consejera no dice nada distinto que yo (dice de hecho lo mismo) y que el que no ha comprendido lo que dice eres tu. En mi ejemplo simplificado, érase que había una sociedad de escolarización escasa, en la que un 30% de población de clase alta y media decentita recibía educación y tenía éxito en proporcion considerable (digamos un 70%) porque las condiciones sociales, educativas y económicas de sus familias lo hacían fácil o posible para la mayoría. Teníamos además otro 10% procedente del resto de la población, que por ser especialmente espabilados, listos o afortunados metía la cabeza en el grupo aventajado, y cuyo éxito era también del 70% (porque por eso estaban ahí, por ser los más listos, esforzados y bien adaptados entre los desfavorecidos). Por lo tanto, tenemos que el 40% de la población accede a esa educación, con una tasa de éxito del 70% de esa población, lo que nos da un 28% de éxito en el total de la población, o sea, que tenemos dos tasas distintas, según que contemos a todo el mundo o sólo a los que estudian.
Pasa el tiempo, y la educación se hace obligatoria y universal para ese grupo de edad. Así que ese 60% que quedaba fuera, ahora está dentro. Pero como gran parte de los que quedaban fuera son los que tienen un considerable handicap social, familiar y económico para estudiar (por eso estaban fuera antes), resulta que de ese 60% de "nuevos estudiantes" sólo tiene éxito un 40%, en ausencia de cualquier adaptación del sistema a sus necesidades mayores, de cualquier esfuerzo de las autoridades en suplir sus deficiencias, etc. Así que el 40% del 60% es el 24% del total de la población. Teniendo en cuenta a los dos grupos, 28+24= 52: El 52% de la población total tiene éxito ahora.
¿Ha bajado el rendimiento? No, no lo ha hecho. El criterio de las calificaciones para determinar el éxito hemos quedado en que no ha bajado, y el 70% de éxito entre los "viejos alumnos" no ha bajado, porque sigue siendo el mismo. La media de éxito, sin embargo, sobre la población escolar sí ha bajado, pasando del 70% al 52%. Pero claro, es que la población de ahora es toda, y la de antes era la parte más afortunada.
De hecho, si medimos la tasa de fracaso del sistema no sobre la población escolar sino sobre la población total, la tasa de fracaso del sistema ha pasado del 72% al 48%. Si la medimos exclusivamente sobre la población escolar, ha pasado del 30% al 48%.
Carlos Elías, periodista, científico y profesor universitario, ha retomado los resultados de este estudio para su libro "La razón estrangulada", en el que analiza precisamente el fenómeno de la crisis de vocaciones científicas.
Miguel, aunque el título del libro disuade bastante de interesarse por él, he leído la reseña que comentas, y francamente... ¿Es lo mismo la "razón" que la "ciencia"? Yo creo que no, aunque es se escamotee un tanto mencionando "la razón científica" de vez en cuando. ¿Es lo mismo el declive de las matrículas en carreras científicas que el el declive de "la razón" y "la ciencia" en la sociedad? Yo creo que no. Finalmente, y a salvo de no haber leído el libro, por lo que pido disculpas de opinar sobre una reseña (bueno, es que estoy opinando sobre la reseña, no sé lo fiel que sera al libro)... ¿no sería más sencillo, obvio, científico y empírico que, antes de ponernos a analizar las etéreas influencias de los mass media sobre tan deplorables sucesos, no hicieramos un cálculo coste-beneficio del esfuerzo y recompensa respectivos de la carrera científica vs. por ejemplo Derecho o Publicidad? Porque a lo mejor no es más que eso.
Pues no entiendo por qué, con las grandes expectativas laborales y de realización que ofrece una carrera científica en España. Que sí, que ya sé que son una mierda, pero más o menos igual que en cualquier otro campo, así que no hay excusa.
ResponderEliminarSoy incapaz de sacar nada en limpio de esto, la verdad.
ResponderEliminarMe hubiera gustado ver los porcentajes de alumnos de final de secundaria y bachillerato sobre el total de sus cohortes (tasas de escolarización) y lo mismo para los ingresos en la universidad (sobre legalmente habilitados para ingresar y sobre cohortes completas).
Una observación adicional que yo haría es que los aprobados en la selectividad/pau sobre presentados no nos dice demasiado, o al menos dice menos que la tasa sobre matriculados del último curso de bachillerato. La razón es que, al menos los concertados, tienden a manejar las cifras que obtienen en selectividad aprobando o suspendiendo el curso en función de las expectativas de aprobar selectividad.
Tener las cifras en proporción a las cohortes y tenerlas también en función de los ingresos familiares permitiría quizá intentar contrastar alguna hipótesis algo más enjundiosa. Por ejemplo: ¿hay un handicap para estudiar ciencias si la familia tiene pocos ingresos? ¿La expansión en la serie temporal de la enseñanza secundaria se ha hecho en las capas sociales que sufren este handicap? ¿Hay quizá, percibida o inducida, en secundaria una mayor dificultad de elegir ciencias para los "recién llegados" de capas sociales con poca educación e ingresos?
¿Se puede contrastar esto separando concertados de públicos?
Las peculiares variaciones en Andalucía me lo han hecho pensar. Las de Navarra son también bastante extrañas, aunque a saber si la Universidad del Opus produce un sesgo en las cifras (allí no estudian solo navarros).
Por cierto a ver si rehaces el estudio actualizando las cifras, que esto es dejar con la miel en la boca.
Lo siento, Áloe, los datos que teníamos son los que encontramos; no sé si ahora tendrán datos más detallados que relacionen los resultados con el nivel socioeconómico y cosas así. Y me temo que la tarea de actualizar quedará para otro; yo estoy un poco mayor.
ResponderEliminarYa lo comentaba Eduard Punset cuando se le interrogaba sobre el espíritu emprendedor en España, dentro de las muchas conclusiones se hablaba por ejemplo de que mientras la mayor parte de nuestra sociedad crea que “un esfuerzo encomiable y de debido reconocimiento publico” es preparar una oposiciones y superarlas. Mientras lo mejor visto sea ser juez, maestro, policía, funcionario.. mientras la meta sea pertenecer a la nueva burguesía, tener un “empleo de la corona” como decía Lázaro de Tormes, un salario seguro para toda la vida como decía mi abuela.. poco se puede hacer.
ResponderEliminarQuién quiere ser Einstein, quién quiere ser Hawking, quién Newton, Copérnico, Galileo ?. Hace diez años un modelo para los jóvenes universitarios españoles era Mario Conde (un Bill Gates a la española al que hicieron Doctor Honoris Causa), diez años después quieren ser “famosos” o “funcionarios”, pero están más dispuestos a soportar aunque sea sin vocación alguna el tedio de lo segundo, que pagar el precio de la fama, sea esta por el motivo que sea.
Mientras algo no venga a cambiar esta forma de pensar, esta filosofía de vida o mejor dicho la falta de filosofía de vida, poco habrá que hacer.
Un saludo.
Mientras lo mejor visto sea ser juez, maestro, policía, funcionario.. mientras la meta sea pertenecer a la nueva burguesía.
ResponderEliminarMeeeeek. Estás hablando de funcionarios, no de burgueses.
Mario Conde (un Bill Gates a la española...
Meeeeeeeeeek. Bill Gates fabricó un sistema operativo llamado Windows, que te guste o no, está en la mayoría de los ordenadores actuales. Mario Conde no fabricó nada.
Bill Gates compró (no escribió, ni dirigió el desarrollo) un sistema operativo llamado DOS para cubrir un encargo con muy poco plazo de cumplimiento que su madre le había conseguido de IBM, empresa que era su cliente (porque los papás de Bill Gates ya eran ricos, por cierto).
ResponderEliminarNegoció con mucha habilidad y sentido de lo que iba a pasar en los años siguientes en la informática del ordenador doméstico, y poco a poco, copiando el sistema de ventanas de Apple (que Apple había mejorado partiendo de copiar a Xerox) y que superpuso una interfaz gráfica más amigable al arcano DOS, se llegó a Windows. (Ahora el nucleo del SO ya no es DOS, pero lo fue creo que hasta windows NT, que debe ser el primer SO que fabricó Ms).
Yo no le quitaría mérito en cuanto a visión comercial, endiablada habilidad negociadora y capacidad de gestión y de llevarse el gato al agua hasta formar un monopolio de hecho y casi arruinar al gran IBM (y a otros muchos).
Por esas cosas está donde está, no por fabricar Windows. Será por sistemas operativos, hombre.
Por otra parte en España no ha habido que yo sepa incompatibilidad entre la vocación por estudiar una carrera técnica o de ciencias naturales y el funcionariado más apoltronado (o su similar en las empresas públicas o cuasi-públicas).
ResponderEliminarLos cuadros de élite y directivos, los sentados a la derecha de dios padre, eran los ingenieros.
Lo más de lo más hasta quizá los noventa era ser ingeniero de Minas (pequeña élite que monopolizaba los puestos majos en las eléctricas y con monopolio legal en el manejo de minas y explosivos), ingeniero de otra especialidad super considerada (como aeronaútico o caminos), ingeniero en general (industriales cayó en el ranking poco a poco, mientras teleco fue ascendiendo). En resumen:
La mejor manera de ser el equivalente español al francés de Grande École era ser ingeniero y hacer carrera cuasifuncionarial pero con sueldos tres o cuatro veces mejores.
Lo mismo aunque menos se puede decir de otras carreras "difíciles" como Medicina o Arquitectura. Y el resto de carreras de ciencias naturales, como Química, Física y similares.
O sea, no es que hubiera vocación investigadora ni científica a paladas, ni vocación de arriesgarse. Lo que había era un nicho profesional difícil de alcanzar y reservado a unos pocos privilegiados, pero que daba seguridad en el empleo y posibilidades muy lucrativas a la vez.
Eso es lo que ha cambiado poco a poco, a medida que la competencia hace que el nirvana con excelente sueldo ya no está garantizado, a medida que los directivos de estas grandes empresas han ido dejando de tener que ser ingenieros, y a medida que el mercado laboral es más ancho, variado y reñido, por lo que hay formas menos agobiantes de conseguirse un título universitario con las que a la postre igual se consigue el mismo éxito laboral (o más).
Por tanto, yo niego la mayor mientras no me la demuestren: no creo que haya tal crisis de "vocaciones cientificas". Lo que creo que hay es que los términos del cálculo coste-beneficio han cambiado.
Y aun con tanta queja, exportamos más talento científico del que importamos, lo cual debe significar algo respecto a las infraestructuras científicas y empresariales que investigan e innovan. Algo malo, quiero decir.
Bill Gates compró...
ResponderEliminarLo que sea. Lo importante: no puedes comparar a Mario Conde con Gates. Ni siquiera con el chuloputas de Larry Ellison (es un chuloputas, sí).
El problema es que existe una especie de filtro perverso que transforma los fenómenos yanquis en caricaturas hispanas. Madonna se convierte en Alaska. David Bowie/Life on Mars en "La chica de ayer" y comosellame el tipo que la escribió. La AT&T en Timofónica. Y así sucesivamente...
La Historia se escribe primero en EE.UU. como tragedia. Y luego aquí la repetimos como farsa.
Bueno, je, je: el as en la manga que me he guardado es que, si se ven los datos del estudio, NO había (al menos en el periodo estudiado) algo que se pudiera identificar como una "crisis de vocaciones científicas". Al contrario, el porcentaje de alumnos de ciencias y técnicas en la universidad aumentaba (donde sí bajaba era en secundaria, pero creo que eso es más bien un reflejo del descenso de nivel).
ResponderEliminarFreman: Desde luego comparar a Gates con Conde es algo absurdo. En todo caso, se podría comparar a Gates con el fundador de Zara (salvo por el importante hecho de que éste actúa en un sector antiguo y maduro y Gates en lo que eran NT rabiosas, diferencia que de nuevo de lo que dice más es del tejido productivo y la capacidad tecnológica de los países respectivos, y a favor del español está que él no empezó recibiendo el primer millón de papi).
ResponderEliminarDe comparar a Conde con algún exitoso americano sería más bien con el cerebro de Enron, aquel mago de las finanzas... bueno, este último año nos hemos enterado de que en realidad había de estos magos a docenas.
Jesús Zamora: ¿Y por qué un reflejo del descenso de nivel en lugar de un reflejo del aumento de nivel o un reflejo de que el nivel permanece igual pero los alumnos son más heterogéneos? Vamos, que no digo que sea una u otra, pero puede ser igual cualquiera de las tres.
Jesús Zamora, miré las cifras el otro día y efectivamente no se ve esa disminución de la elección de ciencias globalmente. Lo que pasa es que queda bastante poco claro qué carreras están en cada grupo según los cuadros, lo que lía bastante sacar conclusiones.
ResponderEliminarLo que tengo entendido, no por estas cifras sino por otras fuentes, es que los alumnos de Fïsica, Matemáticas y otras "ciencias puras" si que están en declive.
Lo que yo creo es que eso es normal: si se puede con las matematícas pertinentes y las notas de corte han bajado, ya no hay que hacer Física porque una ingenieria tenga notas de corte más altas o no se pueda ir a estudiar en otra ciudad (ambas cosas creo que pasaban antes en cierto grado).
Si se puede con las matemáticas pertinentes pero a duras penas y no se tiene una gran vocación por el asunto, ya no hay una diferencia de expectativas laborales que justifique sudar ocho años para hacer ni física ni ingeniería, pudiendo hacer cómodamente otra cosa más fácil.
Áloe:
ResponderEliminarsi te fijas en los datos de selectividad (se ve mejor en el documento de los gráficos), el porcentaje de aprobados de letras en selectividad ha disminuido, y el de ciencias ha aprobado. Es el principal (por no decir único) dato que tengo para afirmar lo de la "caída del nivel" (si cada vez hay más de letras, de letras cada vez suspenden más en selectividad, eso hace "bajar" el nivel... aunque los de ciencias aprueban cada vez más - pero son menos).
Jesús, no entiendo bien el razonamiento. En primer lugar, habría que controlar el nivel de los propios exámenes de selectividad, para descartar que no hayan variado durante el periodo que analizas (en dificultad). Una forma de hacerlo que sería útil es ver la puntuación en los exámenes comunes para todos y usarla como control, por ejemplo analizando las series de diferencias (prueba común - prueba específica). Igualmente, ver el rendimiento de los alumnos en estas pruebas comunes aisladamente tendría bastante valor informativo.
ResponderEliminarEn segundo lugar, si he entendido lo que dices, parece ser que el número proporcional de aprobados de letras disminuye a la vez que aumenta el número total de presentados (y lo contrario pasa con ciencias): eso puede interpretarse como una "disminución de nivel", pero en realidad también puede ser un artefacto derivado de la propia extensión de la secundaria, que no selecciona a los alumnos como hace una generación (o lo hace en menor medida).
Combinada, evidentemente, con una selección diferente: una selección silenciosa en los centros, que sabemos de primera mano que efectivamente existe: los centros forman los grupos de ciencias puras, ciencias sociales y "pelotón de los torpes" en orden decreciente de rendimiento y comportamiento (simplifico un poco, pero es lo que vienen a hacer en los de Madrid que conozco y lo hacen a sabiendas, así que no serán una excepción). Según esto, una hipótesis que cubriría las apariencias es que los "reción llegados" a secundaria engrosan desproporcionadamente tanto las cifras de suspensos como las cifras de letras, y esta correlación no es casualidad, sino que debido a la mayor dificultad de aprobar ciencias los centros los clasifican así (y los propios alumnos, hasta cierto punto).
Por lo tanto, me parece que una comparación más pertinente sería la comparación de los deciles o quintiles superiores de cada periodo y tramo, o una comparación después de controlar la variable "estrato socioeconómico de la familia". Porque si no, tienes un hecho bruto que no te dice nada, o te dice cosas contradictorias.
(O lo mismo no te he entendido, que bien puede ser.)
Áloe, ¡ya habría querido yo tener esos datos!, pero lo único que tuve a mi disposición fueron los porcentajes de aprobados en cada rama.
ResponderEliminar.
Por otro lado, mi impresión subjetiva sobre los exámenes de selectividad (que estuve viendo desde 1990 al 2001, más o menos) es que cada vez eran más fáciles, pero reconozco que eso es una impresión subjetiva, y tal vez sea el "síndrome de Manrique" ("cualquiera tiempo pasado, etc.").
Pues vaya birria de datos, con perdón. Si no se puede desagregar por ningún criterio, no sé qué quieren esas lumbreras que se pueda sacar en limpio que valga la pena.
ResponderEliminarEn realidad para hacerlo bien-bien, habría que tener los datos individuales, para poder hacer regresiones como es debido, análisis factoriales o multivariantes... tampoco se necesitaría la población completa. Con una muestra extensa aleatoria, quizá estratificada por comunidades, se sacaría lo mismo que con toda la población.
En fin, supongo que las estadísticas disponibles reflejan el nivelazo educativo ese que teníamos antes y que es el que ilumina a los figuras de la burocracia educativa.
ENHORABUENA POR EL ESTUDIO JESÚS.
ResponderEliminarLas conclusiones son muy claras y coinciden con lo que todo el mundo en el instituto y en la universidad conoce. Lo que ocurre es que a algunas personas ajenas a la docencia como Aloe les cuesta admitirlas (por estar de forma natural sesgados como padres, supongo centrados en la percepción de sus hijos y no de la globalidad).
Como bien concluyes, no disminuye el número de matriculados en carreras de Ciencias. En particular aumenta en las que tienen mayor salida laboral, como Ingnierías, Arquitectura y sanitarias como Medicina y relacionadas. Disminuye en las ciencias puras, porque hay muy poca salida laboral. Una empresa corriente prefiere un ITI antes que a un físico. La salida en ciencias generalmente será el preparar oposiciones de instituto. Como puedes prepararte las oposiciones de Matemáticas, Física o Química siendo biólogo, que es muchísimo mas fácil, pues eso hace la gente. Así podrás observar que los matriculados en Biología han disminuido mucho menos. Simplemente se trata de minimizar el esfuerzo, y olvidar vocaciones siguiendo un sentido práctico, pues el nivel ha descendido bastante, y a la gente le cuesta horrores sacar una carrera de ciencias puras. También en las ingenierías, aún disminuyendo el nivel exigido como se hace hoy, a la gente le cuesta terminar las carreras mucho mas. El nivel del alumno ha bajado, su preparación también, pero sobre todo ha disminuido el sentido último del sacrificio y el esfuerzo para un futuro que ellos no ven, están mucho mas centrados que antes en el presente y en el ocio.
Esta misma razón, simple y práctica (ahorro de esfuerzo), hace que no escojan el bachillerato de ciencias: porque es mucho mas difícil. Además no se ven capaces, porque su nivel ha disminuido mucho, en matemáticas es alarmante. En general, las ciencias requieren mas horas de trabajo que las letras, mas esfuerzo, y a algunos con el bajo nivel de motivación y con su escasa preparación, no les compensa. Por eso si no van a ir a la universidad a una carrera científica o técnica, consideran absurdo esforzarse en un bachillerato de ciencias. Al bachillerato de ciencias solo van los mejores, que a su vez son los que tienen habilidades en matemáticas y que están decididos a llegar a una carrera científica. Bueno, ahí queda mi expriencia, simple, llana y empírica. Enhorabuena de nuevo.
Quiero completar mi comentario anterior. Las únicas carreras "de ciencias" que actualmente tienen un elevado número de alumnos son las ingenierías (arquitectura también, aunque admite menor número de alumnos). En el resto de carreras de ciencias puras no se matriculan casi alumnos (pues medicina y similares requieren bachillerato biosanitario, no son realmente "de ciencias").
ResponderEliminarLas ingenierías siempre han tenido un índice de fracaso elevado, por su dificultad inherente. Ante el fracaso el alumno se sobreponía con esfuerzo, su nivel de conocimientos y su motivación eran mas altos, y le motivaba también un futuro laboral mas o menos seguro. Hoy en día el alumno es incapaz de este nivel de sacrificio, pues no está entrenado para superar la frustración y para mantener un esfuerzo continuado, el nivel ha disinuido mucho en la ESO y Bachillerato. Esto hace que la media para realizar una ingeniería de 3 años sea de 6.
Este fracaso universitario se quiere resolver con Bolonia. El fracaso escolar ha llegado a la universidad y la sociedad no lo tolera. Muchos alumnos pasan 5 años matriculados en primer curso vagando, divirtiéndose, sin asistir a clase y en unas eternas vacaciones pagadas. Por eso se obligará mas o menos la asistencia y se conmina a las ingenierías a bajar el nivel, los 2 primeros años de Bolonia constituirán un nivel similar a lo que antes era un COU de Ciencias. En USA ya pasa esto, los primeros años son casi de nivelación.
Lo que yo me pregunto es, cuando este nivel disminuya en la forma prevista a la que se obligará al profesor, y el alumno que supere un grado no disponga de capacidad suficiente (pues serán casi 4 años de guarda-jóvenes y maquillaje del paro), cuando esta persona llegue a una empresa con un título y se observe que ni tiene conocimientos ni tampoco capacidad de trabajo, ¿qué impedirá contratar a un FP2? ¿No se piensa que perjudicarán enormemente para la gente el sentido de la universidad? Ya está deteriorada la imagen de los universitarios anivel de calle, la gente sabe que en muchas carreras son sólo muchos años de juerga, pero creo que será mucho peor, se desvalorizarán terriblemente los títulos. Es una impresión mía y de mucha gente en contacto con la que se avecina, no sé qué opinas al respecto. Mi opinión es que nada puede resolverse mientras no cambie la LOGSE y los esquemas sociales respecto a la misión en la vida que tiene una persona entre los 18 y los 28 (actualmente es exprimir esos años como si la vida muriera a los 25 o 30, no lo entiendo). Bueno otro saludo.
Anónimo: Explica cuales son esas consecuencias tan claras y de qué venero de sabiduría interpretativa las sacas.
ResponderEliminarDe momento un mérito que sí te veo es que eres muy gracioso: los padrs estamos sesgados por nuestro interés, pero los docentes sinencambio no tienen sesgo alguno por el suyo. Verdaderamente curioso, y más teniendo en cuenta que el interés de los padres es, a priori y salvo prueba en contrario, el interés del usuario, es decir, el único que importa (o el principal en todo caso).
Item más, cualquier persona que examine datos o estudie la educación e intente comprender algo, se ve imposibilitada para ello completamente si además es padre. Desgracia que no les sucede a los docentes, por gracia divina seguramente.
Dejo el resto de tus comentarios porque no son más que una combinación de perogrulladas y de suposiciones gratuitas (lo cual por supuesto es en lo que consiste generalmente una conversación como ésta, pero además me resultan aburridas). Sólo mencionaré que cuando yo hice una Ingeniería técnica (hace muuuchos años) sólo la cuarta parte o menos de los alumnos la terminaban en los años prescritos. Añadiré que el nivel de la enseñanza proporcionada era pésimo con encomiables excepciones, los programas de enseñanza absurdos en un 50% y salías con tu título sin saber hacer nada desde el punto de vista laboral. Eso sí, la "exigencia" consistía en suspender mucho y no poner jamás notas altas, no en enseñar bien. Había profesores que presumían de aprbar siempre un máximo porcentaje de exámenes, independientemente de cómo estuvieran hechos, y otros que presumían de no haber puesto un sobresaliente en toda su vida. El 90% de los alumnos íbamos a una academia para aprobar las asignaturas de matematícas y dibujo técnico (los buenos, los malos estudiantes iban a más asignaturas).
Este era el nivel y la calidad de las ingenierías, y si entras en blogs o foros de estudiantes o ex-estudiantes de ingeniería verás que mi experiencia no es una excepción.
Añado que no sabíamos un pijo de inglés, ni siquiera para leerlo o comprender especificaciones, y que había una asignatura de inglés que curiosamente era la única maría (bueno, y la de rudimentos de computación, que daba pena también).
En todas la carreras de ciencias o tecnología el nivel de enseñanza es hoy en día mejor, aunque no sea para tirar cohetes ni mucho menos. Esto no lo digo sin argumentos, como haces tú: hay uno excelente, y es comparar los niveles de la investigación hace una generación y ahora. Ahora no son excelentes en general, pero hay muchos Departamentos, aquí y allá, que sí son competitivos internacionalmente y no tienen que avergonzarse de sí mismos. ¿Cuál era ese nivel hace una generación? Pues inexistente. Cero. Nada.
Todos los hechos del pasado que usted cuenta son conocidos por todo el mundo. Sobre el presente, dice usted: "En todas la carreras de ciencias o tecnología el nivel de enseñanza es hoy en día mejor". Si los profesores son iguales o mejores, es obvio que los alumnos vienen cada día peor, y los padres deberían preocuparse por ello, porque sus hijos no podrán alcanzar trabajos bien cualificados ni tan siquiera con título. Si los padres no ven el problema, ni les importa, a los docentes pronto les importará un rábano (ya ocurre). Están pidiendo auxilio, de la administración, de los padres, y nadie tiene interés en resolver nada. Es perder el tiempo y usted es la prueba viviente de lo que el odio y la falta de sentido de la realidad generan. El país se hundirá en el futuro con profesionales cada vez mas mediocres.
ResponderEliminarEn un primero de ingeniería, sé que actualmente muchos alumnos no saben resolver una ecuación de 2º grado ni la ecuación de la recta, por poner un caso. Y estos son los "buenos", los del bachillerato de ciencias. Son conceptos que hace años se tenían claros con 12 años. Aparte de que muchos carezcan de la mínima educación y respeto requeridos para estar en un aula de una universidad y de que no puedan concentrarse en una tarea mas allá de 20 minutos.
Si supiera los argumentos que tengo yo para hablar, jamás volvería usted a abrir la boca. Pero quiero exponer hechos e ideas de buena fé, no experiencias personales ni currículums. Hablar con padres hoy es imposible. Están ciegos, como "usuarios" sólo ven el cómodo hoy y no el mañana, y del daño que están haciendo a sus hijos no serán conscientes hasta el futuro, y ya será muy tarde. Aparte de la comodidad, quizá están intentando que no les hagan el daño que a ellos les hicieron, lo que hoy les lleva a arrastrar un amargura como la de usted, pero buscan el sistema opuesto y por tanto, equivocan el camino de forma irreversible.
"Sin encambio" (al rectificar rápidamente sin embargo por en cambio ha surgido este nuevo vocablo para contento de su cinismo, y mire, si en algo se le ha aliviado a usted ese rencor que le carcome, me alegra), a pesar de su amargura y su mal humor, le deseo suerte, como a tantos "padrs" (al escribir usted rápidamente padres le ha surgido este otro nuevo "palabro"). Les va a hacer falta mucha suerte. No tienen humildad ni la mayoría de padres, ni sus hijos. Y sin reconocimiento de errores propios, sólo se avanza hacia el desastre mas y mas. En fin, veo que este es el foro equivocado para intentar resolver la realidad de buena fé. "Sin encambio", le repito, suerte, pues su respuesta indica que es del gupo de agresivos "padrs", que con su mala fé y su mala gestión, puede que la necesiten.
Yo, a usted, Anónimo, sí le voy a dar la razón. Quien diga que hoy el nivel cultural de nuestros jóvenes es igual o mejor que el de hace unas décadas, gusta del autoengaño. Las causas del fracaso escolar son diversas, desde luego. Se habla de pocos recursos materiales y personales, de escasa formación del profesorado (aferrados a las denominadas y obsoletas “clases magistrales”), de escasa implicación de la Administración, de división irreconciliable de modelos educativos entre la derecha y la izquierda, etc. Los progres, y por aquí hay unos cuantos, enseguida tachan de catastrofistas y retrógrados a quienes denunciamos el paupérrimo nivel de los alumnos. A mí nadie me lo tiene que contar, que lo sé por experiencia. Se nos señala como “nostálgicos” de aquella lamentable consigna “educativa” que decía que “la letra con sangre entra”. Ironía insuperable, por lo menos en lo que a mí respecta, pues me reconozco una víctima de la práctica brutal, institucionalmente consentida, de alguno de los maestros de mi infancia, muy amigo de repartir leña a diestro y siniestro. Poco importa que aclaremos que no se trata, ni muchísimo menos, de volver al uso de varazos, capones y tortazos, justamente proscrito. Da igual, todo lo que no sea bendecir la situación actual (con su “laissez faire”, su sacrosanta “atención a la diversidad”, sus “adaptaciones curriculares y demás panoplia “logsera”), merecerá la acusación de “nostálgico”. Da igual cualquier intento en este sentido. La etiqueta de “retrógrado y déspota” la llevarás pegada a la espalda, cual doloroso e injusto estigma.
ResponderEliminarLas nuevas consignas, que se pretende contrarias a aquéllas que uncían sangre y letras, son: “no castigues al niño, que lo frustraras o te cogerá manía”; “déjalo hacer, no lo corrijas, la naturaleza (la que describió Rousseau) es sabia”; “no le des órdenes, dialoga con él eternamente”; “no ejerzas la autoridad, gánatela, o gánatelo”; “sé su mejor amigo, para que haya una relación de igualdad y cooperación”; “repítele las cosas mil veces si es necesario”; “hazte la víctima: educar es dificilísimo hoy día”; “procura que haga siempre sus deberes motivado”; “háblales como si fueran adultos, tus iguales, aunque tengan 2 años”, “no dejes de prestarle atención, para que se sienta uno más y no crezca con carencias emocionales”; “acalla sus rabietas con juguetes y demás concesiones, que no es bueno que padezca”; “si no aprueba, bueno, no pasa nada, lo importante es que sea feliz”, “que no le falte de nada, para que no sufra las carencias que tú sufriste”, “jamás le des un cachete: eso es maltrato”…
(Sigue).
Un amigo mío tiene una academia de música. Cuando paso para saludarlo, me encuentro con un panorama circense: niños pequeños correteando por los pasillos, revolcándose por los suelos, jugando al “pillao”, propinando patadas a las puertas de las aulas… ante la presencia impasible y complaciente de sus padres, dotados de infinita pachorra y condescendencia para con sus hijitos. Mi amigo, que intenta dar clase en una de esas aulas, me cuenta que, de vez en cuando, tiene que salir a pedir un poco de silencio. Lo hace con mucho tacto, no sea que los papás se ofendan con semejante arranque disciplinar. Y esto lo puede comprobar cualquier progre malaleche que lo desee.
ResponderEliminar¿Es éste un caso aislado? Los jueces de menores saben que no. Los mismos atribulados padres, también. Cada año, miles de padres denuncian a sus hijos (hace unos años, Garrido, un psicólogo especialista en violencia, habló de unas 5.500 denuncias anuales, y esto es, por razones obvias, la punta del iceberg). Los maestros y profesores que piden auxilio o consejo al “defensor del profesorado” también se cuentan por miles. Muchos son los agredidos, verbal o físicamente por sus alumnos. Nuestros críos son, según nos dicen las autoridades sanitarias, los terceros más gordos del mundo. Por primera vez en la historia moderna, se asegura que los hijos vivirán menos que sus padres. La razón es clara: si llora el crío, dale lo que le pide y santas pascuas. Y suele pedir bollos.
Casi literalmente hablando: muchos críos crecen “sin padres”. Éstos hacen dejación de sus obligaciones paternas, las que vienen recogidas en los artículos 154 y 155 del Código Civil.
Precisamente porque me he dedicado a dar clases a jóvenes y a hablar con sus padres, compruebo, una y otra vez, que una inmensa mayoría de éstos no tiene ni puñetera idea de cómo controlar al niño, con independencia de su edad. La palabra “control” ya les suena a veneno, a cosa inicua y contraria al espíritu democrático incubado en el florido mayo del 68. No podrían hacerlo peor. Para cuando quieren reaccionar, el crío o la cría ya se ha hecho un bigardo o bigarda muy capaz de mandar a sus papás (o “papis”, como ahora se estila decir) a freír espárragos, por no decir lo que ustedes tiene ya en mente. Muy capaces, demasiados de ellos, de propinar un buen tortazo o empellón a la permisiva y pasmada mamá (máxime en el caso, muy frecuente, de que el papá esté ausente “gracias” a las revolucionarias y progresistas leyes que, en este país, otorgan la custodia, en exclusiva, a la madre de la criatura).
Y a todas éstas, cuando muchos de nuestros jóvenes se “empolvan” la nariz cada sábado, cuando cogen unas melopeas de aquí te espero, cuando tienen más caprichos y juguetes que nunca, cuando dan órdenes a sus mayores con miliciano desparpajo… a todas éstas venimos aquí preguntándonos por si baja o sube su rendimiento académico. Llevamos camino de que eso sea, en muchos casos, “asunto menor”.
Y, ahora, a esperar la airada y reaccionaria reacción de la progresía políticamente correcta.
Saludos.
Eso, espera, que aquí nadie sabe lo que es un "flame".
ResponderEliminarYo no, desde luego. ¿Me lo explica usted, señor SuperSantiEgo?
ResponderEliminarRaus, desde el mismo anonimato, le agradezco que pertenezca a ese pequeño sector de la sociedad que admite la verdad de lo que expongo. De todas formas, no vale de nada, la verdad no interesa a casi nadie, y además, a la gente le llena de agresividad.
ResponderEliminarUna verdad, sobre todo en educación, hoy se considera flame (según wikipedia, mensaje deliberadamente hostil o insultante enviado sin ningún propósito constructivo).
La verdad, constructiva o no (parece ser mas constructivo cerrar los ojos), es que la brecha que se va abriendo entre padres y profesores es cada vez mas insalvable. Para muestra, este artículo:
"Los docentes vinculan el fracaso escolar al desinterés de los padres y la desmotivación"
http://elperiodicoextremadura.com/
noticias/noticia.asp?pkid=449625
Se observa en los duros comentarios que la gente escribe sobre el artículo, que el entendimiento que antes existía entre estos dos colectivos se está rompiendo ya de forma casi definitiva, y diría que agresiva.
Para muchos padres de hoy, sus criaturas son su perfecta y consentida creación, criatura que sin embargo está acostumbrada normalmente a engañarles con total desfachatez, algo que ellos asumen con amor, comodidad y naturalidad. Señalar los defectos del niño o adolescente, incluso un simple suspenso, es percibido por los padres como una agresión y una señal de su propio fracaso, en lugar de una oportunidad de cambio de actitud. Como bien explica usted, el fracaso escolar es solo la punta del iceberg de muchos hijos tiranos, muchos padres desbordados, desorientados, cómodos y temerosos de perder el amor del niño. El miedo a perder el amor produce la tiranía.
No hace falta que estos padres sean progres, las ideas educativas que usted describe tan bien, han calado ya en toda la sociedad, como respuesta a los excesos del pasado. Lo que está ocurriendo en educación es como la burbuja inmobiliaria, todos sabían que estallaría, pero a todo el mundo le convenía que existiera. Hoy me beneficio, mañana me da igual. Hasta que reventó. Estalla poco a poco la generación ni-ni (ni estudia ni trabaja):
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Generacion/ni-ni/estudia/trabaja/elpepusoc/20090622elpepisoc_1/Tes
Muchos de estos "ni-nis" están escolarizados en la ESO y muchísmimos en la universidad (aún matriculados, ni estudian ni trabajan).
Pero, ¿para qué señalar a la sociedad el problema? Pensarán automáticamente que eres alarmista, negativo, mala persona, y un reaccionario de derechas añorando disciplina. Y QUE TUS PALARAS SON UN FLAME. Y sólo se pide cordura. Quizá sea mucho pedir, el problema es difícil, e ignorarlo está socialmente mucho mejor visto. La asquerosa e hipócrita corrección política así lo impone. ¿Quién quiere líos? Allá los padres y pedagogos, creo que ya no hay marcha atrás, y en verdad, como a tanto cínico, no debería importarnos.
"Si los profesores son iguales o mejores, es obvio que los alumnos vienen cada día peor"
ResponderEliminarOsito de peluche para el caballero por su puntería lógica. Eso es un silogismo, sí señor. Que demuestra el nivelazo de la asignatura de Filosofía que diste en tu bachillerato.
¿Preocupa a los padres que sus hijos alcancen un buen nivel escolar, y ya puestos, incluso que aprendan algo?
Pues es como todo, a la mayoría les preocupa mucho o bastante, y a algunos poco o nada. Cierta cantidad de aquellos a los que nos preocupa bastante protestamos vivamente contra la mala formación y peor actitud de la mayoría del profesorado, y contra la ignorancia, poltronería, cobardía y dejadez de nuestros burócratas y políticos. Alguno incluso lo decimos en este blog.
"El país de hundirá en el futuro con profesionales cada vez más mediocres"
No seas tan pesimista, hombre. Si no se hundido del todo con los que hay ahora, que peores no los venden en casi ninguna parte...
La ecuación de segundo grado en aquellos felices tiempos se veía a los 14 años, no a los doce. Entenderse se entendía, con suerte, varios años después, siempre que no se hiciera el bahillerato de letras o FP, en cuyos casos no se volvía a ver nunca. Que no hablas con suecos, así que no cuentes bolas.
En cuanto a lo que sepan ahora los de primero de ingeniería, lo que dices es completamente falso. El análisis de funciones, la geometría cartesiana y esas cosas se ven y se examinan exactamente igual que antes. Que algunos no entiendan su significado intuitivamente me lo creo: es lo mismo que pasaba antes, porque eso ni se explicaba antes ni se explica ahora. Lo llegabas a entender por tu cuenta y poco a poco, a base de manejarlo en al universidad (o donde fuera).
¿Que digo tonterías? Hazme el favor de preguntar a tus amigos de cuarenta o cincuenta con bachiller (pero que se dediquen a otra cosa) por el significado del coeficiente de la variable en la ecuación de primer grado, o por las curvas cónicas, o por la derivada de una función polinómica y lo que significa: a ver cuántos saben siquiera de qué hablas. ¿El 10%? ¿O soy optimista?
Los argumentos que tienes me los puedo figurar, y la boca no se me abriría, desde luego, porque de los profesores de este país ya no hay nada que me asombre.
¿Que por qué sé que eres profesor? Pues por esa mala fe necia de suponer que si yo pongo humorísticamente "sinencambio", y en cursiva encima para que le quede claro a las personas como tú, te falta tiempo para venir corriendo a suponer que me has pillado en una falta lingüistica. Te faltan a ti varias vueltas en el puchero para eso, sin ánimo de faltar. Pero es un reflejo típico-típico de los profesores, siempre a la defensiva, siempre buscando la superioridad y siempre llenos de solemnidad para lo insignificante.
¿Estoy de acuerdo en que no se puede hablar con los padres? Pues seguramente no se puede hablar cómodamente si es para despreciarlos y defenderse de ellos, que son las dos cosas que saben hacer, con honrosas excepciones, los profesores de secundaria de la enseñanza pública. Mi experiencia es que hablar con los profesores es muy difícil, porque hacen todo lo posible en los centros para que se sienta uno malvenido, y se mantenga lejos. Mi opinión es que la razón principal de esa actitud es que eso (hablar con los padres cuandp las cosas no van como la seda) les pone en evidencia: de su escaso esfuerzo, de su mal cumplimiento y de sus pocas ganas.
Raus: Si tienes datos que apoyen tus opiniones, me gustaría leerlos. Si no los tienes, perdona que te diga que no pienso dar valor a tu opinión, porque creo que no tiene ninguno. En cuanto a las escuelas elementales de música, una observacion evidente que se puede hacer es que los niños pequeños son niños pequeños, y que un centro medianamente organizado no tendría multitudes de ellos esperando en los pasillos. No sé cuántos niños pequeños crías tú, pero sospecho que ninguno, y que por lo tanto, ni sabes de qué hablas.
Nota para la tranquilidad de Anónimo: Es "El país se hundirá en el futuro", "Si no se ha hundido del todo", "manejarlo en la universidad".
ResponderEliminarEl resto de la gente ya sé que lo entiende igual, pero a Anónimo no hay que ponerle la cosas muy difíciles...
Tranquila, Aloe. Siempre mucha tranquilidad. Por cierto: revisa el estilo de escritura de los mensajes, y a lo mejor uno de los que firma como Anónimo te resulta familiar.
ResponderEliminarUna de las características del flamer no es lo que dice, que puede incluso tener razón o parte de ella, sino su tono y su afán provocador. Es a los blogs y los foros lo del chico del pueblo que entra en la taberna del pueblo de al lado cuando está en fiestas y dice todo chulo: "Los de este pueblo son todos maricones, y al que que quiera discutírmelo lo espero ahí fuera".
Terminar una diatriba que no viene a cuento con un simpatiquísimo "Y, ahora, a esperar la airada y reaccionaria reacción de la progresía políticamente correcta" viene a ser lo mismo. Luego la gente se queja de que no hace amigos.
Al flamer, ni agua: que se consuma sólo en su propia justa cólera.
Esto te pasa, Jesús, por no moderar los comentarios. Ya, sé que es más divertido, pero pasa lo que pasa.
José Antonio Marina ha recibido 5500 solicitudes en su "Escuela de Padres", solicitudes que no puede atender. Al menos hay padres que ya se saben perdidos:
ResponderEliminarhttp://www.laverdad.es/alicante/
20080427/elche/primera-escuela-
padres-internet-20080427.html
Respecto a usted, Aloe, me dan lástima su frustración y odio (entre otros, su particular odio hacia los pobres profesores de Secundaria). Su cerebro es brillante pero se advierte que le nublan los dolores no superados y los prejuicios. ¿Cree que tiene capacidad para molestarme a través de insultos? Se equivoca en todas sus ideas preconcebidas, no sabe cuánto. Le repito, suerte, Aloe, pero ése no es el camino. Yo hace tiempo que tengo el mío, he logrado todas mis metas, olvidando las dificultades del camino y los resentimientos. Por lo que le leo, quizá usted no encontró lo que esperaba. Para mayor disparate, encuentra culpables de su frustración a sus profesores de instituto y universidad, y a los profesores de Secundaria que hoy supongo deben tener sus hijos. En fin, no debe uno tener en cuenta a quien arrastra tanto dolor y resentimiento. Lo siento de verdad por usted.
No pasa nada, Santiego, no se preocupe, donde ya me he convencido de que a nadie le interesa un tema con un determinado enfoque, no vuelvo a intervenir. Me equivoqué, y lamento, no sabe cuánto, el tiempo perdido. No tenga la pobreza mental de pensar que quien dice crudamente lo que cree que ocurre en la realidad quiere provocar. Que quien advierte en un individuo concreto la representación viva de un grave problema social encubierto, quiere provocar malestar. Sólo quiere señalar lo que cree es verdad. Pero la verdad es muy dura. Lo dicho, lo lamento. Y normalmente, intento no tropezar 2 veces en la misma piedra.
ResponderEliminarY como de todo intento aprender, esta experiencia me ha terminado de convencer (no lograba convencerme aunque lo intentaba), de la inutilidad y perjuicios que acarrean el criticar los problemas del actual sistema educativo y los procedimientos y actitudes de los padres. Ha sido en el fondo muy positivo. En cierto modo, gracias.
ResponderEliminarY como despedida, dejo esta observación porque la veo hoy en día muy necesaria: los padres que desprecian al colectivo de profesores, o a varios profesores de sus hijos, tienen casi siempre asegurado el fracaso escolar. Este desprecio de los padres hacia el profesor se transmite al chico, que no puede aprender nada de aquel al que no respeta.
ResponderEliminarAloe, a mí también me importa un carajo tu opinión. Difícilmente me podría importar menos. No tengo yo otra cosa que hacer que ir buscándote a ti datos, para que luego les des el peor de los destinos. Pero chica, los datos, salvo que seas ciega o sorda, los tienes delante de tus narices, a cada instante: por las calles, en las tiendas, en las casas de tus amigos, en las aulas… ¿No los ves, verdad? Ni los verás nunca. ¿Sabes por qué? porque tú misma los produces, siendo fiel devota del espíritu que los anima.
ResponderEliminarBastante sabrás tú lo organizado que está la academia de que hablo. Si se juntan muchos padres y niños es porque muchos de aquéllos demandan los mismos horarios para que reciban clase sus hijos, y los mismos días de la semana, por más que mi amigo desee organizarlo de otra manera. ¡Ya quisiera! Hasta que llegan los diferentes profesores, es inevitable que allí confluyan bastantes personas.
Quienes no están organizados son los padres de esos niños, que no es lo mismo. Los niños pequeños, precisamente por ser pequeños, no tienen por qué ir sueltos dando reiteradas patadas a las puertas de ningún establecimiento público. Si tú lo consientes, ya veo lo buena educadora que eres. Tú serías, claro está, de esas mamás que miran para otro lado mientras el crío se desahoga con la puerta: “Es que son niños pequeños.”
Me preguntas por datos: tú eres un dato. Regístrate como tal.
Tus sospechas tienen el valor que tienen: ninguno.
Supersantiego:
ResponderEliminar¿Me quejo yo de que no hago amigos? Se nota que tú sí que vas haciéndolos. ¿Te has dado por aludido, verdad? Haces bien, mi escrito iba dirigido a gente como tú. Es decir: a los censores del nuevo régimen de lo políticamente correcto, tan irritante como necio. Iba dirigido a los insobornables guardianes del nuevo “orden”. Por eso mismo echas en falta que Zamora actúe como censor. Cuánto mejor luciría, según tú, este blog si sólo estuvieseis los políticamente correctos, a modo de club o partido político: ¡Disciplina de partido, por favor!
Cuando dije aquello de esperar la reacción de los reaccionarios, me refería, precisamente, a cualquiera como la tuya.
Dices que no es constructivo lo que he dicho. ¿Cómo va ser constructivo decir todo lo contrario de lo que tú dices? Lo que está ocurriendo con la educación es muy grave. Y, si se perpetúan los problemas, es debido, en gran medida, a la reacción de los reaccionarios del nuevo régimen ideológico, de sus hormigas guardianes. ¡Cuestionar las prácticas de los padres! ¡Eso merece anatemas!
Hablas de provocación. No hombre, no. La provocación no proviene de quien se queja de la censura: proviene de la censura. Proviene, continuamente, a cada instante, de quien se niega en redondo a aceptar un pensamiento diferente, una crítica, una actitud de rebeldía. La provocación está en el censor, en el reaccionario.
Ah, sí, es verdad: hacen falta estudios en mano para poder afirmar que las prácticas paternas promueven el fracaso escolar; que muchos críos no entienden lo que leen; que muchos niños padecen sobrepeso; que cada año hay miles y miles de menores que abortan o tienen un hijo que no buscaban; que el número de jóvenes que consume cocaína es alarmante; que la angustia y la impotencia invaden a una cantidad ingente de padres; que eso del “síndrome del emperador” afecta a miles y miles de chavales…
Manuel Torreiglesias, el anterior presentador de “Saber vivir”, se lamentó un día de que cuando se anunciaba la sección en que se hablaba de los problemas entre padres e hijos, indefectiblemente, se producía un bajón tremendo en los índices de audiencia. ¿Acaso no les interesa a los padres dicha sección? ¿No les afectan los problemas de que allí hablaban expertos en educación? ¿O quizá, más bien, hacían zapping por esquivar una sensación de angustia e impotencia?
Lleva usted razón, Anónimo: el problema no es sólo de padres progres. Puede constatarse en cualquier capa social, ya sea de izquierdas o de derechas. Eso lo hace más grave.
Y lleva razón, también, en lo inútil y dañoso que es criticar los problemas del actual sistema educativo y los procedimientos y actitudes de los padres. No obstante, ha sido un placer coincidir con usted. Quiero creer que no todo está perdido.
Anónimo, chico: Yo estoy supertranquila y mis odios los administro con parsimonia, como para desperdiciarlos aquí con cualquiera que interrumpa una conversación que iba de otra cosa, mucho más entretenida por cierto.
ResponderEliminarPero como me decía mi mamá, yo soy "abogada de causas pobres" sin remedio, y me pone entrar a los trapos, o por lo menos a algunos.
Eso no quiere decir que me invada la cólera o algo así. Es que soy tirando a entusiasta de las discusiones, y más cuando me llama ignorante y tonta de entrada uno que no sabe lo que acaba de hacer con ello, el infeliz.
Yo no te he insultado, majete. Si algún día te insulto, notarás perfectamente la diferencia. Tú creo que lo has intentado, pero con éxito mediano.
En cuanto a los padres, los que nos tomamos la educación de nuestros hijos en serio somos precisamente los que inevitablemente llegamos a ciertas conclusiones sobre el sistema educativo y sus agentes, conclusiones que no suelen gustarles a éstos.
Pues ajo y agua, que lo que os falta es costumbre de que os lleven la contraria de igual a igual.
Que no es inevitable tener esos tics sobredefensivos e impostados lo demuestra Supersantiego, que es del gremio y va sueltecito de cuerpo sin más problemas.
Y Raus: para decirme lo poco que te importa lo que yo opine hay que ver cuanta tecla gastas. Por mi vale, como si te importa muchísimo. A mi lo que me importan son otras cosas: la educación en sí misma, mis hijos y los hijos de los demás, y hasta, por raro que te parezca, adónde van mis conciudadanos y mi país con una casta de hidalgüelos intocables que por haber sacado una oposición (vaya cosa, yo también) se creen acreedores a una renta vitalicia y a la reverencia de los pecheros, porque ellos ya tienen carta de hidalguía. Y así va la educación y el país.
Una cosa que sí es importante dejar clara, no sea que parezca que es que es normal escribir y oir algunas cosas absurdas, es que, en efecto, SI hacen falta datos y estudios para decir esto o aquello en el tema que nos ocupa, como en cualquier otro de índole general.
ResponderEliminarLa suposición de que los tópicos e ideas recibidas y los lugares comunes más zarrapastrosos sustituyen a esos datos y proporcionan conocimiento verdadero, es ciertamente una superstición, y de las peores.
Es actitud revela lo pooo extendida que se halla la mentalidad científica y lo poco extendido que se halla el espíritu crítico. Y suponer que repetir lugares comunes es "ir contracorriente" y "ser políticamente incorrecto" es risible, si no fuera tan dañino.
En otras épocas el sentido común, las ideas recibidas y los lugares comunes daban por sentado la idea inamovible de que había brujas y había que perseguirlas, o que las mujeres no estaban dotadas para el raciocinio. Y a cualquiera que hubiera pedido datos objetivos o pruebas imparciales de tales cosas también le contestarían escandalizados que eso estaba a su alrededor por todas partes, que se trataba de cosas evidentes y a la vista, y que el preguntón era, con su estulticia o su poca fe, buena prueba de tales cosas.
Se le podría argumentar al conformista sin criterio: "Oiga, que en Holanda han dejado de perseguir brujas y no creen en ellas y sus asuntos van mejor y no peor que donde se las persigue ¿No será que eso es UN HECHO que vale la pena analizar?" O bien: "Oiga, que en cuanto a una mujer por excepción se le da educaciòn y autoestima resulta que razona perfectamente y aprende latín como cualquier estudiante de la Sorbona ¿no será eso UN HECHO que vale la pena analizar?".
Pero donde los lugares comunes conformistas reinan con el beneplácito del dueño de ese cerebro, que está encantado de haberse conocido, no hay nada que hacer. Ni quiere conocer hechos ni quiere oir los conocidos. Quiere acunarse en sus complacientes cuatro tópicos, y sentirse además de la aristocracia del espíritu, o alguna cosa igual de pretenciosa.
Santiago, yo no tengo tanta agudeza para el análisis de estilos en el texto. Me come la curiosidad de a quíén debería de haber identificado. Igual tienes la amabilidad de darme alguna pista.
ResponderEliminarY gracias por la tolerancia y las buenas maneras. Sigo tu blog a menudo y no defraudas.
"los padres que desprecian al colectivo de profesores, o a varios profesores de sus hijos, tienen casi siempre asegurado el fracaso escolar"
ResponderEliminarPues yo añadiría que: los profesores que desprecian a los alumnos y a sus padres, tienen siempre asegurado su fracaso como docentes y,en muchos casos, el fracaso escolar de sus alumnos.
"los datos, salvo que seas ciega o sorda, los tienes delante de tus narices, a cada instante: por las calles, en las tiendas, en las casas de tus amigos, en las aulas… ¿No los ves, verdad? Ni los verás nunca. ¿Sabes por qué? porque tú misma los produces, siendo fiel devota del espíritu que los anima."
Raus, eso sí que es objetividad, ¿nunca te has parado a pensar que eres tú el que ves las cosas de forma distorsionada? Creo que eres psicólogo (o que tienes el título) ¿nunca has oído hablar del sesgo de confirmación?
Anónimo (2), veo que te sientes capacitado y autorizado para dar lecciones de psicología al psicólogo, como imagino que te creerás facultado para darle lecciones a los maestros o profesores de tu(s) hijo(s) (si es que tienes).
ResponderEliminarAloe, no te confundas: tu opinión me da igual, pero gastaré tantas teclas como estime necesario para combatir las ideas erróneas que imperan sobre educación. No tengo la esperanza de que tú cambies de ideas. No aspiro a tan alta hazaña. Y esas ideas son, como mínimo, rocambolescas. Primero te remueves en el asiento tras leer el estudio de Zamora sobre la crisis de vocaciones científicas en España. Según tú, no hay datos objetivos para concluir que exista tal crisis. Cuando luego se trata el problema del rendimiento académico de nuestros alumnos, nos sales con que ahora no rinden menos que hace una generación. Nos remites a los niveles de investigación:
“En todas la carreras de ciencias o tecnología el nivel de enseñanza es hoy en día mejor, aunque no sea para tirar cohetes ni mucho menos. Esto no lo digo sin argumentos, como haces tú: hay uno excelente, y es comparar los niveles de la investigación hace una generación y ahora. Ahora no son excelentes en general, pero hay muchos Departamentos, aquí y allá, que sí son competitivos internacionalmente y no tienen que avergonzarse de sí mismos. ¿Cuál era ese nivel hace una generación? Pues inexistente. Cero. Nada.”
Vaya, resulta que son competitivos internacionalmente y no tienen que avergonzarse de sí mismos. Sin embargo, a mí me contestas con las siguientes palabras:
"A mi lo que me importan son otras cosas: la educación en sí misma, mis hijos y los hijos de los demás, y hasta, por raro que te parezca, adónde van mis conciudadanos y mi país con una casta de hidalgüelos intocables que por haber sacado una oposición (vaya cosa, yo también) se creen acreedores a una renta vitalicia y a la reverencia de los pecheros, porque ellos ya tienen carta de hidalguía. Y así va la educación y el país."
A ver, que yo me aclare: por un lado estás diciendo que ahora hay muchos Departamentos de investigación internacionalmente competitivos y, por otro, que no sabes adónde van tus conciudadanos y tu país con esta casta de “hidalgüelos” intocables. Es decir, que no sabes adónde van tus conciudadanos y tu país con esta casta de “hidalgüelos” intocables, pero responsable (en gran medida, ¿no?) de la existencia de muchos departamentos de investigación internacionalmente competitivos. (?) Y si lo niveles de investigación eran, hace una generación, inexistentes, ¿no habrá que reconocer el esfuerzo y el interés de los hidalgos intocables para ponerse, en el curso de unas pocas décadas, a una altura internacionalmente competitiva?
¿Te importa la educación y el destino de este país, Aloe? ¿De verdad? Quién lo diría, chica, cuando los problemas que te apunté sobre obesidad infantil, drogadicción juvenil, consumo de tabaco y alcohol, abortos y embarazos no deseados, denuncias de padres a hijos por sufrir maltrato de éstos… no constituyen para ti “datos” relativos a problemas educativos. Sencillamente increíble. ¿Los problemas educativos son únicamente los problemas en rendimiento académico? Que los niños españoles sean los terceros más gordos del mundo, ¿no te parece un problema de educación? ¡Sólo faltaría que me dijeras que no! ¿No es para ti un asunto grave que muchos de nuestros niños estén condenados a vivir menos que sus padres y que se vean aquejados de enfermedades como la diabetes, la hipertensión, la hipercolesterolemia…? Pues esos niños, Aloe, son tus conciudadanos, y dices que te preocupan.
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ResponderEliminarSi acaso la casta de los intocables fuera el agente educativo con mayor culpa del bajo rendimiento de nuestros alumnos (aunque tú ya dices de esa casta que es una hidalguía internacionalmente competitiva en cuestiones de investigación científica), si acaso le das un suspenso a dicha casta, ¿qué nota le pondrías al colectivo de padres que consiente que sus retoños se inflen a hamburguesas, chocolate y bollos? ¿Te parecen esos padres merecedores de matrícula de honor? ¿Los apruebas?
ResponderEliminarAh, pero falta saber si tú consideras que los padres tienen alguna responsabilidad en la salud y hábitos dietéticos de sus hijos. Pues, como todos sabemos, suele ocurrir que se encuentren muchas “razones” para “justificar” ese “problemilla” del sobrepeso infantil… y muchos otros. Por ejemplo: vivimos en una sociedad consumista; los niños están tentados por los anuncios publicitarios sobre comida-basura; ahora los críos no corren mucho porque juegan todo el día con el ordenador; la población carece de información sobre hábitos alimenticios saludables… ¿O quizá la culpa del sobrepeso infantil la tiene también la casta de los intocables?
De las demás cuestiones aludidas (tabaquismo, consumo de drogas, abortos, violencia juvenil, plétora de juguetes y regalos…) también hay datos, los cuales, a algunos, nos parecen preocupantes: afectan a personas o, si lo prefieres, a tus conciudadanos. Podemos hablar de ellos, pero antes falta saber, como con respecto a la obesidad infantil, lo siguiente:
1. Si a vosotros os parecen cuestiones educativas.
2. Si los creéis problemas anecdóticos y pasajeros o arraigados y graves (o en qué grado lo uno o lo otro)
3. Si se os antoja que los padres tienen o no algún grado de responsabilidad sobre ellas.
4. Si os parece que la culpa es de la sociedad, el consumismo, la televisión…
5. Si todos esos problemas los genera la incompetencia de la escuela y sus intocables hidalgos.
Raus: Tú no puedes cambiar las ideas erróneas de nadie si renuncias a los hechos y a la imparcialidad para "elaborar" las tuyas.
ResponderEliminarTus ideas sobre mi actitud y mis motivos son tan arbitrarias y preconcebidas como las demás que estás exhibiendo en este asunto.
A mi me interesan mucho los estudios empiricos sobre educación, y sobre otros temas referentes a la gestión y los servicios públicos. Elegí sobre estos temas varios trabajos en la facultad y después por otros motivos, laborales o voluntarios.
Esa es la razón de que haya repasado el que publica Jesús. Por otra parte, la conclusión que me achacas a mi es la suya, no la mía. A ver si aprendemos a leer antes de adivinar lo que los demás sienten y piensan. Andar suele venir antes que correr. ¿Qué es lo que dije yo? Lo que dije es que no veía mucho que sacar en limpio.
Creo efectivamente que la educación no ha empeorado, por la sencilla razón de que antes ya era mala de solemnidad. Y estoy dispuesta a cambiar de idea en cuanto vea hechos y argumentos, no pamplinas y tópicos.
Una de las cosas sin sentido que haces, y que creo que es producto de cierta empanada mental, es confundir la secundaria y la universidad, el rendimiento del conjunto de los alumnos y el nivel de la enseñanza ofrecida, y así sucesivamente.
Vamos a ver: la universidad ahora es mala. Antes era aún peor. En este sentido es en el que creo que el nivel de la investigación ofrece una prueba sólida, entre otras posibles. La universidad se supone que hace dos cosas: enseñar e investigar. Aunque haya cierto trade-off entre ambas, también están muy correlacionadas, porque si la calidad del centro y los pofesores es baja, será baja para ambas cosas, y si el nivel de exigencia de los gestores y la sociedad es bajo, será bajo para ambas cosas.
Lo que caracteriza a la secundaria es sobre todo lo poco que ha cambiado en cincuenta o cien años. Es mala ahora, y era mala antes. Y sobre todo, es muy parecida, aunque antes dejaba algo más de libertad personal y tenía menos asignaturas y un horario más racional, pero en conjunto los curriculos, los profesores, el método, los objetivos, la evaluación, la "cultura organizacional" era la misma antes y ahora.
En cuanto al rendimiento de los alumnos, hay una diferencia fundamental: ahora están todos por mandato legal, antes sólo los de buena familia y/o buenos alumnos (o mejor dicho, alumnos fáciles, de los que naturalmente se adaptan al sistema escolar sin problemas).
Esa es la diferencia fundamental, pero por eso mismo, si comparamos el quintil de mejor rendimiento de ahora con el quintil de mejor rendimiento de antes, o la mitad mejor de ahora con la totalidad de antes cuando la totalidad era la mitad de la población de esa edad, tampoco creo que haya diferencias significativas. Eso viene a significar que la mitad peor de ahora es la mitad que estaba fuera de sistema escolar antes.
¿Los Departamentos universitarios que constituyen la minoría que hace investigación de calidad son la misma gente que llena ls IES y la burocracia que gestiona la escuela? Pues va a ser que no, no es las misma gente, ni yo he dicho eso.
En cuanto a los demás temas que mencionas, tú debes de ser de esa gente que se cree a pies juntillas que lo importante es lo que sale en lso periódicos y que cuando no sale, o no salía, eso no existía... la obesidad infantil es un problema, un problema de recién llegados a la prosperidad, así como el problema de los que tienen 60 años era el hambre.
ResponderEliminarQuizá tú pienses que donde hay ahora obesidad antes había una salud mejor: no, no la había. Había peor alimentación, peores cuidados médicos, peores dentaduras, reúma infantil, y muchas otras cosas. En resumen: había estatura más baja y CI más bajo, o sea, menos bienestar. La obesidad es un problema, desde luego, pero no aparece donde antes no habia ninguno. Aparece como problema de ex-pobres recientes en el mismo lugar de los problemas de toda la vida de la pobreza tradicional.
Con los malos tratos lo mismo. Hay que perseguirlos, estudiarlos, minimizarlos... así es, y seguro que me preocupa eso tanto o más que a ti, pero no se ocurre creer que cuando no se hablaba de ellos eran inexistentes, sino omnipresentes, aunque invisibles.
No se hablaba de malos tratos a niños, cuando se pegaba a casi todos. Ni se hablaba de malos tratos dentro de la familia en general, porque eso era asunto interno de las familias y no se trataba públicamente, ni se consideraba un poblema público en ninguna agenda pública. ¿Tú crees que en Arabia Saudí, donde es legal pegar a la esposa y a los hijos hay menos malos tratos porque no se habla de ellos ni se los juzga? Yo creo que hay más, por pura lógica.
La mayoría de los padres quieren a sus hijos, aunque a menudo se equivoquen, sobre todo si quieren darles lo que ellos no tuvieron, y si tienen ellos mismos poca educación.
¿Disminuye eso la responsabilidad de los gestores y los profesores de la enseñanza obligatoria? Creo que no, que más bien la aumenta, porque ellos son de la élite que sí recibió educación y que cobra de ella, y no suple en absoluto las carencias de las familias, suplencia que es además la única justificación de que exista enseñanza obligatoria.
¿Sabes qué venden en el IES de mi hijo para comer algo en la maratoniana jornada intensiva que tiene? Pues basura envasada de máquina expendedora, ninguna otra cosa porque ya no hay cafetería ni cantina. (¿Para qué? Ya no harían negocio, con 20 minutos de recreo y el centro cerrado a las 3)
¿Y quien ha protestado de eso? Pues algunas madres. ¿Y que´les han dicho? Pues la callada por respuesta, y una cara que significa: "más madres histéricas, ufff".
Las máquinas esas darán un dinerito, y punto pelota al tema.
Y esos son los que están obligados a saber lo que hacen: porque es su trabajo, porque cobran de ello y porque el Estado nos obliga a dejar nuestros hijos en sus manos.
Se me olvidaba una puntualización impícita, pero que igual hay que decirla: supongamos que hay un 20% de departamentos universitarios que hacen investigación digna y no enseñan espantosamente mal. Eso es una mejora comparado con que no haya ninguno, desde luego. Y es a la vez perfectamente posible que un porcentaje similar de profesores de secundaria sean currantes, bien formados y profesores potencialmente buenos, si estuvieran en una buena organización. ¿Donde está la contradicción?
Estoy completamente de acuerdo con Aloe. En cuanto a los datos sesgados otro ejemplo sería ver que durante el franquismo "no" había suicidios, si nos fiamos de los datos oficiales la muerte de Franco supuso un aumento espectacular de los mismos (supongo que el "psicólogo" lo interpretaría como una muestra de lo felices que eran los españoles en aquella época de Ley y Orden).
ResponderEliminarOtra cosa interesante que comentas sobre la obesidad es su realción con el paso de una sociedad pobre a una rica; no pretendo quitarle importancia a los hábitos de vida sin embargo, parece ser que la biología (en concreto la epigenética) también puede explicar parte de estos índices tan elevados. Se ha observado que la alimentación produce cambios epigenéticos en los gamentos y que por tanto, son heredables (no se sabe a cuántas generaciones pueden afectar estos cambios)y que pueden predisponer a sufrir obesidad a los hijos y nietos de personas que han padecido hambrunas.
A ti, Aloe, no te interesa más que llegar a la conclusión de la que ya has partido, y para eso no hace falta juzgar, sino prejuzgar: feliz ahorro neuronal, señora.
ResponderEliminarA mí no me cabe la menor duda de que tú perteneciste al grupito de los alumnos “fáciles” (que no “buenos”). ¿O al de las buenas familias? Quizá ser de los “fáciles”, de los que fácilmente se los llevaba el sistema educativo al “huerto”, parece estar asociado, eso sí, con la capacidad de formar buenos Departamentos de investigación. ¿”Buenos” Departamentos de investigación? Perdón, quise decir “fáciles” Departamentos de investigación.
“pero hay muchos Departamentos, aquí y allá, que sí son competitivos internacionalmente y no tienen que avergonzarse de sí mismos”
¿Muchos, cuánto de “muchos”? Nos lo aclaras: “la minoría”.
Esto me recuerda a cuando ibas a comprar un tubo de dentífrico a la tienda y el de tamaño pequeño llevaba el rótulo “gigante”, mientras que al de tamaño grande lo anunciaban como “familiar”. Ahora resulta que “muchos” (departamentos) son la minoría. Pura demagogia, pura propaganda engañosa. Cuando tu previsible interés en la discusión era subrayar la diferencia académica existente a favor del sistema actual, cargaste las teclas con “ahora hay muchos Departamentos internacionalmente competitivos”. Cuando tu ostensible intención ha sido desprestigiar la casta de los intocables, arguyes que esos “muchos” son “la minoría”. Para cuadrar el círculo pruebas a decir que “la minoría” son “muchos” si tenemos en cuenta que se pasa de tener cero Departamentos de investigación a tener, digamos, un 20% de los internacionalmente competitivos.
En realidad, nada tiene de extraño que el nivel de los alumnos haya bajado, pues, en efecto, el sistema tenía que acoger, por ley, al sector de chavales que antes se salía de la escuela en cuanto podía. El porcentaje de fracasados de hoy es, probablemente, el porcentaje de chicos que se retiraba “prematuramente” (o, por lo que vemos, “razonablemente”). Pero esos porcentajes no indican nada. Lo que habría que estudiar son las medias y las varianzas de los alumnos de antes y de ahora en cuanto a conocimientos se refiere. Entonces, probablemente, nos encontraríamos con que la exigencia académica para aprobar hoy es menor que la de antes. ¡Nada más lógico! Nada más lógico, puesto que el sistema, como digo, se vio en la obligación de aceptar entre sus filas a chavales que antes tomaba las de Villadiego. Y lo que pueda haber pasado es que, ni siquiera bajando ostensiblemente el listón, ha sido posible sacar provecho de quien, por ser alumno de “familia no bien” o alumno “difícil y casto”, o vaya usted a saber por qué, ha seguido sin encajar en el sistema. Lo que no tendría sentido, ni pies ni cabeza, es que la inclusión de los alumnos “difíciles” generara en los profesores la intención heroica de subir el listón, ni siquiera de mantenerlo. Eso no tiene ni siquiera plausibilidad psicológica: “Ahora que viene el pelotón de los “torpes” (o “difíciles”, perdón”) voy a mantener los niveles de exigencia académica. Es lo más lógico.” Con un ejemplo: si a partir de ahora se incluyese entre el pelotón de la vuelta ciclista a Francia un 30% de ciclistas aficionados, ¿mantendrían los organizadores del evento la misma dureza en el recorrido de ediciones anteriores, cuando sólo corrían profesionales? ¿Mantendría esa dureza teniendo en cuenta que el propósito es que los aficionados también llegasen a meta vivos?
Así pues, nada tiene de raro que, dado que el sistema se las tiene que ver con el grupo de los antiguos “disidentes”, los niveles de exigencia hayan bajado, y bastante. De lo contrario, el porcentaje de fracasados sería, seguramente, todavía mucho mayor, cosa que ningún gobierno podría permitirse ante sus electores. En otras palabras, que el sistema ha hecho, probablemente, lo que ha podido, pero no ha podido mucho.
“En cuanto a los demás temas que mencionas, tú debes de ser de esa gente que se cree a pies juntillas que lo importante es lo que sale en lso periódicos y que cuando no sale, o no salía, eso no existía... la obesidad infantil es un problema, un problema de recién llegados a la prosperidad, así como el problema de los que tienen 60 años era el hambre.”
ResponderEliminar1. Quizá yo no soy tan crédulo como crees con los medios de comunicación. Apuesto a que tú lo eres más que yo. Y quizá tus castos oídos de feminista lloricona y políticamente correcta se escandalicen cuando leas que son las madres quienes más maltratan a sus hijos (y no porque estén, de media, más tiempo con ellos que los padres), y quienes más infanticidios perpetran. Se trata de cientos o miles de niños descalabrados por sus madres al cabo del año. Y, vaya, no parece que esto salga mucho en los medios de comunicación.
2. Nos dices que la obesidad infantil es un problema de recién llegados a la prosperidad. Ya, de lo cual se deduce que Estados Unidos y Gran Bretaña (con mayores tasas de obesidad infantil y adulta que las nuestras), han conocido la prosperidad después que nosotros.
“Quizá tú pienses que donde hay ahora obesidad antes había una salud mejor: no, no la había. Había peor alimentación, peores cuidados médicos, peores dentaduras, reúma infantil, y muchas otras cosas.”
1. La comparación con los tiempos de antes la haces tú, no yo. Pero, ya puestos, te diré que te equivocas. Según las autoridades médicas (¿sabrás más que ellas también?) la presente generación de niños va a vivir menos que la de sus progenitores (la de sus progenitores, digo). Hasta en eso estás equivocada y mal informada. Yo cuando hablo de “ahora”, no hay confusión: hablo de lo que ahora te encuentras en la calle. Tú, sin embargo, se acoger al cajón de sastre de “antes”. ¿Cuándo “antes”? ¿Antes de la guerra civil? ¿En la posguerra? ¿En los años 50, 60…? ¿Cuándo? Te creerás que con el recurso fácil de comparar el presente con el pasado, das una respuesta satisfactoria. Creerás, en tu ingenuidad, que de esa manera “neutralizas” o “justificas” el problema (de la obesidad o de lo que sea). Lo que haces es intentar truncar demagógicamente la discusión, saliéndote por la tangente. Porque la cuestión no era comparar el presente con el pasado, sino saber si tú consideras responsables (y en qué grado) a los padres de hoy de la gordura u obesidad de sus hijos. Tus respuestas no pueden ser más previsibles ni intelectualmente más pobres.
2. Actúas como los políticos: la corruptela de uno se “justifica” con la corruptela del otro. “¿Yo corrupto? Tú más” ¿Dónde he establecido yo esa comparación? Muéstramelo. Menos mal que tú sí sabes leer.
“Con los malos tratos lo mismo. Hay que perseguirlos, estudiarlos, minimizarlos... así es, y seguro que me preocupa eso tanto o más que a ti, pero no se ocurre creer que cuando no se hablaba de ellos eran inexistentes, sino omnipresentes, aunque invisibles.”
ResponderEliminarNo es concebible mayor cerrilidad, fanatismo e inclinación al prejuicio que el tuyo, señora. Dime dónde he dicho yo que “antes” no existían los malos tratos. Dime de qué palabras mías puedes tú sacar la conclusión de que yo crea eso. Lo que a mí no se me ocurre, señora, es tergiversar descaradamente el sentido de la cuestión planteada, que es clara hasta para un caletre de párvulos: me he estado refiriendo -insistiré de nuevo- a la cuota de responsabilidad paterna respecto de la obesidad (y lo demás), y a la cuota de responsabilidad de los maestros y profesores. A eso exclusivamente. Se hace evidente que tú no puedes pensar en ello sin desviar la atención hacía lo que ocurría en el pasado. ¿Es un tic, un acto reflejo de tu ideología? “Vamos a dilucidad quién es responsable de tal problema actual”. Y tú, con tu particular mantra: “Antes peor, antes peor, antes peor, antes peor…” Alcanzarás el nirvana, no lo dudo.
“La mayoría de los padres quieren a sus hijos, aunque a menudo se equivoquen, sobre todo si quieren darles lo que ellos no tuvieron, y si tienen ellos mismos poca educación.”
Trabajando a todo vapor la máquina de exonerar a papás, sí señor. Unos renglones más arriba leíamos que la culpa de la gordura infantil la tenía el cambio de época, el hecho de pasar de una época de penuria a una época de abundancia. Por si ésta no fuera suficiente “justificación”, ahora apuntas que los pobres papás tienen poca educación.
“¿Disminuye eso la responsabilidad de los gestores y los profesores de la enseñanza obligatoria? Creo que no, que más bien la aumenta, porque ellos son de la élite que sí recibió educación y que cobra de ella, y no suple en absoluto las carencias de las familias, suplencia que es además la única justificación de que exista enseñanza obligatoria.”
ResponderEliminarNo, por favor, cómo va disminuir la responsabilidad de éstos. Lo que yo quisiera saber es si tú atribuyes alguna responsabilidad a los papás. Veo que no, que la culpa es el cambio de una época a otra y que carecen de educación.
“¿Sabes qué venden en el IES de mi hijo para comer algo en la maratoniana jornada intensiva que tiene? Pues basura envasada de máquina expendedora, ninguna otra cosa porque ya no hay cafetería ni cantina. (¿Para qué? Ya no harían negocio, con 20 minutos de recreo y el centro cerrado a las 3)
¿Y quien ha protestado de eso? Pues algunas madres. ¿Y que´les han dicho? Pues la callada por respuesta, y una cara que significa: "más madres histéricas, ufff".”
¿Cómo no haber caído antes? Si era previsible: la culpa la tienen los IES. ¡Cómo no! Sí, porque cuando los críos toman vacaciones de verano y quedan al cuidado dietético de sus papás, enseguida se comprueba cómo van recobrando la esbeltez perdida en los comedores escolares. Para cuando llega septiembre, las carnes superfluas se han esfumado bajo el régimen paterno de frutas, verduras, pescado y carreras lúdicas a que quedan sometidos los infantes.
“Y esos son los que están obligados a saber lo que hacen: porque es su trabajo, porque cobran de ello y porque el Estado nos obliga a dejar nuestros hijos en sus manos.
¡¡¡Ésos son los que están obligados a saber lo que hacen!!! ¡Ahí queda eso! Dicho de otra manera: “los padres no están obligados a saber lo que hacen: porque no es su trabajo, porque no cobran de ello.”
¿Es concebible canto más entonado a la negligencia paterna?
En resumen: puesto sobre la mesa el problema de la obesidad infantil en España, Aloe resuelve que:
1. “Antes” la cosa era peor. Había hambre, reúma infantil...
2. Es consecuencia de pasar de la penuria a la abundancia.
3. Los padres quieren dar a sus hijos lo que a ellos les faltó.
4. Los padres tienen poca educación.
5. Los padres no están obligados (los maestros y profesores sí) a saber lo que hacen, porque no es su trabajo ni cobran de ello.
Tantas teclas para decir, a lo llano, que los padres no son responsables ni culpables de la obesidad de sus hijos.
La interpretación que también hace Anónimo de que yo estaba cotejando lo de ahora con los tiempos de franco, es gratuita, estúpida, ridícula y malintencionada. Condeno rotundamente el régimen franquista. Ya lo hice en mi primer mensaje. Lo cual no es incompatible con condenar la repugnante negligencia paterna que defiende la corrección política de Aloe y compañía. La cuestión era la que era, no la que vosotros os dé la gana que sea.
Sencillamente, sois incapaces de responder claramente a la pregunta de si los padres son o no responsables de la obesidad de sus hijos. Os limitáis a hacer comparaciones que no estaban sobre el tapete. Bueno, sí que lo sois: respondéis que no. Sois peligrosos.
Sí, Raus, yo soy de una familia con tres generaciones de bachillerato, y fui una alumna bastante "fácil" y con bastantes buenas notas. Procuro no olvidarme de que eso fue una suerte y un privilegio en una generación en la que eso no era la norma, y en gran parte sigue sin serlo. Procuro no olvidarme tampoco de que a mis compañeras y a mi nos pegaban habitualmente en el colegio, sin que mis padres se enteraran nunca de ello: hay que desconfiar de las apariencias de "extraordinaria placidez", por emplear el lenguaje de nuestros próceres, donde no hay libertad.
ResponderEliminarSi yo me dedicara a prejuzgar sin interesarme por la verdad, me habría quedado en esa sensación de lo "fácil" que era estudiar y sacar buenas notas, y en la aparente felicidad de un tiempo en el que los males se escondían debajo de la alfombra, y sólo conocías los que te afectaban directamente, sin saber nada más. Yo creo que eso -prejuzgar sin tener ningún interés por la realidad- es precisamente lo que haces tú.
La investigación científica universitaria es de las pocas cosas del sector educativo que se viene midiendo hace mucho tiempo de manera internacionalmente homogénea y bastante fiable. Y lo que se deduce de esos datos es indiscutible: antes la investigación era risible, en cantidad y calidad, y ahora es bastante mejor, sin llegar ni de lejos a lo que debiera ser. Si tienes datos mejores, dilos.
Y sí, puede haber "muchos" en número absoluto y ser una minoría. ¿Donde ves tú el problema, salvo que manejes tan mal tu lengua materna como lo demás?
Si tú crees que "probablemente" los alumnos que tienen éxito ahora tienen menos nivel que los que tenían éxito antes, demuéstralo. NO tienes datos para ello.
Mientras tanto, yo puedo decir que "probablemente" el nivel de esos alumnos no ha bajado, para lo cual me atengo: a los curriculos oficiales, a los temarios de los libros de texto, al mayor número de asignaturas, a la absoluta continuidad sin saltos que ha habido en el sistema educativo, y al hecho de que en algunas materias que antes se daban extraordinariamente mal (música e inglés, por ejemplo) el nivel no ha variado demasiado, pero en lo poco que lo ha hecho ha sido indiscutiblemente para mejor y no para peor.
No son datos concluyentes, pero son los que hay.
Podemos añadir el nivel de conocimientos de la población adulta, que es innegablemente pobre en general, incluso en los que estudiaron bachillerato.
Ahora bien, puedo equivocarme. Pues dame datos REALES mejores si los tienes, no pamplinas, y cambiaré de opinión.
Tú tienes una equivocación de partida considerable, y es seguir en la idea (bastante extendida) de que un sistema escolar es un ente pasivo, que se limita a subir o bajar listones, pero donde la calidad y el esfuerzo lo ponen los alumnos solos, porque los "listones" se limitan a la exigencia de los profesores en los exámenes, no a lo que ellos mismos proporcionan para alcanzarlos.
Es precisamente lo contrario. Los alumnos son lo que son, fáciles y difíciles, buenos, medianos y malos.
La diferencia la da el propio sistema escolar, que donde es bueno no se limita a poner pasivamente listones, sino que se esfuerza en que los alumnos consigan los objetivos: Si un alumno es disléxico, no se limita a suspenderlo, sino que lo diagnostica y se adapta a sus ncesidades. Si es inmigrante, no se limita a suspenderlo, sino que le enseña el idioma y se adapta a sus necesidades. Si viene de una familia que no le motiva, no se limita a suspenderlo, sino que se esfuerza en rescatarlo de eso y motivarlo.
Luego lo hará mejor o peor, y siempre habra fracasos, pero no considera de entrada que sus obligaciones se limitan a poner listones y el que pueda que los salte sólo: porque para eso nos sobra la enseñanza y los profesores, sólo necesitamos examinadores.
En cuanto a que el sistema ha hecho lo que ha podido, la desgracia es que precisamente no ha hecho eso: realmente no ha hecho nada en absoluto.
Raus, yo me escandalizo de pocas cosas, y si las madres son las que maltratan a sus hijos y los matan, y no porque estén más tiempo con ellos, pues vale. la condición humana no me produce grandes ilusiones. Perdonarás, no obstante, que no me crea tales cosas hasta que me des datos fiables. Porque los que yo conozco dicen que casi el 90% de los homicidios y delitos violentos los cometen los varones, y aunque puede ser que los niños sean una excepción, prefiero tener datos que avalen eso, si no te importa.
ResponderEliminarLos países que llegaron antes a la abundancia de comida llegaron también antes a la obesidad infantil. En esos países, por otra parte, hay una relación muy clara entre la clase social media-alta y la magnitud del problema (menos obesidad = llevan más tiempo comiendo suficiente y tienen más educación).
Es posible que los niños de ahora vivan menos que sus padres (no lo sabemos) pero sus padres están viviendo muchísimo más que las generaciones anteriores: la relativa pobreza de pequeños protegió a muchos de ellos de la sobrealimentación, y la prosperidad de mayores les ha dado mayor esperanza de vida que la de sus padres. Son una generación de transición, y en ese aspecto (no en otros) han tenido lo mejor de las situaciones anterior y actual.
Y aun asi, eso es sólo cierto si nos limitamos a una generación y nos olvidamos de los que ahora son abuelos: si nos olvidamos de todos sus hermanos que murieron de pequeños, y si hacemos abstracción de la calidad de vida de muchos mayores, que se resiente de la dureza de la que han padecido.
Nada hay en lo que dices, por lo tanto, que contradiga lo que he dicho yo. En España ha habido hambre hasta bien entrados los cincuenta, si quieres fechas. Y atención médica mala y escasa hasta bien entrados los setenta, como mínimo.
Por otra parte, yo no intento justificar nada. Intento comprender. Los males como la obesidad infantil tú los tratas como si vinieran del cielo de repente porque los sabios padres de antes se hubieran vuelto padres de ahora tontos y malvados. Y como si los males sociales fueran una novedad y antes no hubiera: yo digo que resolver un mal trae males nuevos, aunque con suerte menos graves que los anteriores, y que muchos males sociales no se extinguen de repente, sino que van aminorándose poco a poco, a menudo cambiando su manifestación externa en el camino.
Los malos tratos son un mal grave. En mi opinión, son un mal mucho menos extendido que antes, lo que significa que nos preocupa mucho más que antes. A mi y a casi todo el mundo. No entiendo donde ibas a parar sacando eso a colación ni qué tenía que ver con nada, excepto intentar acusarme de dios sabe qué.
¿O acusar a los padres en general? Sinceramente no entiendo ni qué defiendes ni a donde quieres llegar.
¿Que hay malos padres? Efectivamente.
¿Que hay una nueva epidemia de malos padres, como pareces querer decir?
No, no la hay, antes los padres maltrataban más, te he contestado yo.
¿Viene eso al caso de nada? Creo que no, salvo intentar acusarme de algo, sea lo que sea, y por traído de los pelos que esté.
Hablando en general, si tus argumentos respecto a lo mal que va todo y la catástrofe que nos estamos buscando no se basan en que "antes esto no pasaba", no sé a qué otra finalidad argumentativa pueden responder. ¿Que esa no era tu finalidad argumentativa, defender en general que ahora los padres son peores padres, la sociedad es una sociedad peor y el bienestar ha disminuido?
Pues vale, pues me alegro. Entonces no estamos discutiendo de nada, porque ni tu mismo sabes a donde quieres llegar y lo que quieres defender.
Pienso sinceramente que en los males sociales que mencionas no se ve un cambio social en conjunto a peor, pero por otra parte los males son reales, y tenemos que luchar para disminuirlos. Si no defiendes que "antes todo era mejor" pues estamos de acuerdo y no hay nada más que decir.
Y ahora vamos a terminar con el asunto de la responsabilidad de los padres.
ResponderEliminarYo creo que la responsabilidad de la crianza y la educación de los hijos la tienen (la tenemos) fundamental y principalmente sus padres.
Creo que la responsabilidad de que coman bien, estén bien atendidos, se instruyan, estén protegidos, se sientan seguros y queridos, la tenemos sus padres. Así como de educarlos para la responsabilidad, la autonomía y principalmente ser buenas personas (en la medida en que podamos).
Creo que es nuestra obligación enterarnos lo mejor que podamos de todo lo que debamos saber para hacer mejor todo ello, sin perder de vista que quererlos es la principal garantía de hacer las cosas bien, o medio bien.
Ahora bien:
¿El Estado (y la sociedad) cree que esto es suficiente?
No, no lo cree, porque estipula un montón de obligaciones concretas que debemos cumplir, desde escolarizarlos hasta vacunarlos y muchas más, porque tiene sólo una relativa fe en que lo hagamos bien dejados a nuestra voluntad y nuestras fuerzas.
¿Tiene razón el Estado en creer esto? Pues hasta cierto punto sí, porque hay algunos padres malos, que no ponen voluntad en hacerlo bien si no se los obliga, e incluso hay algunos padres tan malos que no se merecen ni deben tener a sus hijos con ellos. Esto no se aplica a la mayoría, pero las normas para proteger a los niños deben tener en cuenta a los peores casos, no al promedio.
¿Además de la maldad hay algún otro motivo para meterse en la crianza y educación de los niños por parte del Estado? Pues sí, hay otra mucho más extendida que la mala voluntad, y es la insuficiencia: si no tienes educación ni saber bastante, habrá muchas cosas que harás peor de lo que podrías. Si no tienes medios bastantes (salud, dinero, tiempo) hay muchas cosas adonde no puedes llegar, aunque pongas la mejor voluntad. Por ejemplo, pagar colegios privados, o médicos privados, o saber que el exceso de grasa y la comida industrial son malos, o muchas otras cosas.
¿Cumple bien el Estado cuando se mete a suplir la insuficiencia de los padres (o a evitar su mala voluntad)? Pues cumple bastante mal, si:
- Da educación obligatoria para que todo el mundo la pueda tener, pero luego la da mala y realmente no suple la insuficiencia de los padres mal dotados para darla ellos (sino que sólo la da medio suficiente a los que de todas maneras la tendrían).
- Cae, cuando los niños están bajo su custodia, en los mismos males que caen los padres de "capacidad insuficiente" en ciertos aspectos: como darles el propio Estado comida basura, p.e.
- ¿Tiene sentido que, ya que hay padres con algunas capacidades insuficientes que lo hacen medio mal, que sus propios empleados y agentes sean también "insuficientes" en esos mismos aspectos? No, eso no es admisible, porque los padres son como son y hay entre ellos de todo (por eso el Estado se mete por medio), pero los agentes que emplea y paga para suplir las insuficiencias de algunos padres se supone que los emplea para que hagan eso: suplir, y si no son suficientemente buenos y están suficientemente formados para no caer en esas deficiencias, mejor que no se metiera a arreglar nada, para hacerlo igual de mal o peor.
O resumiendo: un profesor cobra porque ha estudiado lo bastante -se supone- para tener un conocimiento profesional cualificado en determinados asuntos, conocimiento cualificado que la generalidad de la población no tiene, o bien porque no disfrutó de educación adecuada (caso de la comida basura) o bien porque no tiene por qué tenerla (caso de enseñar matemáticas). Si no tiene ese conocimiento y no se esfuerza, no debería estar ahí.
El Estado no nos deja escoger a los padres qué educación queremos para nuestros hijos: nos obliga sí o sí a tomar la que nos ofrece, y a dejar nuestros hijos en un centro. La única justificación para eso es que lo haga mejor de lo que lo haríamos nosotros (o al menos igual de bien que los padres "suficientes") y si no es capaz, que renuncie a imponernosla... y admita el fracaso social que eso significa.
PREGUNTA: - ¿SON RESPONSABLES LOS PADRES (O EN QUÉ MEDIDA) DE LA OBESIDAD (SALUD) DE SUS HIJOS?
ResponderEliminarRESPUESTA: -¡FRANQUISTA!
“MUCHOS SON UNA MINORÍA.”
¿Tiene significado “mucho” en sentido absoluto, Aloe? Veo una bandada de 200 pájaros y digo: “Muchos pájaros van ahí”. Mi acompañante ve otra cosa: “Bah, son pocos pájaros”. ¿Quién lleva razón? “Mucho” es sólo una apreciación personal, ni más ni menos, pero carente de sentido si no se justifica. ¿”Mucho” en relación a qué? ¿Por qué un 20% de departamentos es mucho en sentido absoluto? Se dice que “mucho” es lo abundante, lo que sobrepasa lo normal. ¿Estamos por encima de lo normal en estos bienes? No lo sabía. En otras palabras: que no pasa nada si tenemos un 80% de universidades sin departamentos de investigación buenos, o sin departamentos. Con que tengamos un 20% está bien, porque eso supera lo normal.
Los profesores universitarios responsables de buenos departamentos y de enseñar a investigar, ¿en qué sistema educativo aprendieron? ¿Se convirtieron en buenos profesores-investigadores bajo los planes de la Reforma? ¿Surgen por generación espontánea? ¿En la excelencia de su formación no tuvo nada que ver la escuela y la secundaria? Si son investigadores provectos, entonces estuvieron formados en el sistema anterior a la Reforma. Si son investigadores jóvenes (de la Reforma), sus formadores recibieron su educación en las aulas tradicionales. Lo mires como lo mires, el sistema que tú tanto deploras está necesariamente detrás de la investigación actual. Tú, Aloe, hablas peyorativamente de continuismo del sistema educativo. Ya, pero ese continuismo –que tú denuncias pero que es inexistente- es también el origen de esos departamentos de investigación internacionalmente competitivos. Reconocer las virtudes –sean pocas o muchas- de lo que, en general, no nos agrada, no es hacer un acto de apología, sino de llana justicia.
No es difícil comprender cuál es la fuente de tus manifiestas contradicciones, Aloe. Te debates entre dos odios o fobias que nublan la sindéresis. Por un lado tenemos tu obsesión contra el pasado franquista, al que tienes como referente absoluto para tratar cualquier problema social actual, venga o no a cuento. Esa obsesión te inspira todas tus declaraciones acerca de lo buena que es hoy la enseñanza en comparación con la del pasado. Por otro lado está tu fobia a quienes tú atribuyes privilegios de casta intocable: los maestros y profesores (o, para ser más exactos: maestras y profesoras, que son mayoría). Les achacas todos los males de la educación. Cuando ensalzas la educación actual frente a la pasada, satisfaces tu primer odio. Pero, claro, se te queda pendiente y contrariado el otro. Entonces “matizas” tu primer mensaje como puedes.
1. Los estudiantes salen hoy mejor preparados hoy que los de antes. (Primera tirria satisfecha. Insatisfecha la segunda)
2. El sistema no ha hecho absolutamente nada. (Segunda tirria satisfecha)
1. Ahora hay muchos departamentos de investigación, antes ninguno. La investigación era risible. (Primera tirria satisfecha. Insatisfecha la segunda)
2. Esos departamentos constituyen una minoría. (Segunda tirria satisfecha).
¿PROFESORES A LA BARTOLA?
ResponderEliminarHablas de, quizá, un 20% de profesores currantes. Éstos son tus datos de buen cubero. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) nos ofrece algunos de los suyos. Expongo los relativos al profesorado español:
- El informe realizado por la Organización para la Cooperación y del Desarrollo (OCDE) con el apoyo de la Comisión Europea para evaluar la calidad de la enseñanza en 23 países, que incluye a España pero deja fuera a Estados miembros como Francia o Alemania, señala la falta de incentivos y el mal comportamiento en las aulas como los dos elementos fundamentales que dificultan la labor pedagógica de los profesores de educación secundaria obligatoria en los países estudiados. Tres de cada cuatro profesores consultados "sienten que les faltan incentivos para mejorar la calidad de su trabajo", mientras que las aulas de tres de cada cinco centros escolares se ven alteradas por el mal comportamiento de los alumnos.
- El 16% del tiempo lectivo es empleado por los profesores a poner orden en clase. A mandar que se callen, que no molesten…
- En las aulas de tres de cada cinco centros escolares se ven alteradas por el mal comportamiento de los alumnos.
- El portavoz de la OCDE también ha indicado que el 89% de los profesores encuestados participa en acciones de formación y que, además, el 55% de los docentes demanda más formación de la que reciben, especialmente en el uso de tecnologías de información y comunicación o cómo responder a las necesidades específicas de un tipo de alumnado. En el caso de España, el 16% de los profesores debe asumir el coste del 100% de los gastos que suponen este tipo de cursos, una cifra que dobla la media del informe. Sólo el 54,8% recibe formación sin que le suponga coste alguno, mientras que la media es de un 65%.
http://mitarima.wordpress.com/2009/06/17/uno-de-cada-cuatro-profesores-dedica-el-30-de-la-clase-a-hacer-callar-a-sus-alumnos/
¿Es ésta la casta de los intocables, de epulones?
¿Dan a entender estos datos que el profesorado español sea vago, irresponsable o poco currante? Rotundamente no.
¿Y son malvados los padres españoles? No, jamás he dicho eso. El problema, tanto de profesores como de padres, es otro, muy otro. Principalmente de ideología errónea (la cultura de la permisividad) en materia de educación, la cual afecta a ambos conjuntos por igual (aunque, por razones obvias, el profesorado se percata antes del error de la ideología que subyace a la educación actual). Lo lamentable, como intentaré explicar, no es el manifiesto error en que se incurre al tratar de educar a los niños, sino que, contumazmente, ese error se dilate en el tiempo, que se haga la vista gorda y espeso el oído, que no se esté dispuesto a reaccionar de una vez por todas.
DATOS OFICIALES Y CURRÍCULO OCULTO.
ResponderEliminarDices, Aloe:
“Si tú crees que "probablemente" los alumnos que tienen éxito ahora tienen menos nivel que los que tenían éxito antes, demuéstralo. NO tienes datos para ello."
"Mientras tanto, yo puedo decir que "probablemente" el nivel de esos alumnos no ha bajado, para lo cual me atengo: a los curriculos oficiales, a los temarios de los libros de texto, al mayor número de asignaturas, a la absoluta continuidad sin saltos que ha habido en el sistema educativo, y al hecho de que en algunas materias que antes se daban extraordinariamente mal (música e inglés, por ejemplo) el nivel no ha variado demasiado, pero en lo poco que lo ha hecho ha sido indiscutiblemente para mejor y no para peor.
No son datos concluyentes, pero son los que hay.”
Aloe, andas muy escasa de imaginación. Los currículos oficiales, los temarios de los libros de texto, el mayor número de asignaturas, etc., no indican, en rigor, nada. Te olvidas de una cosa que llamamos “currículo oculto”: los profesores pueden hacer muchas cosas para facilitar la tarea de aprobar a sus alumnos, sin despeinarse, incluso con el programa delante de las narices, aparentando “ceñirse” a él: pueden soltar indirectas sobre qué apartados o epígrafes saldrán en el examen; pueden recortar material para el examen u obviar determinadas preguntas complejas; pueden hacer preguntas de lo más fáciles; pueden sobrevalorar la nota de un examen en atención al esfuerzo (real o supuesto) que haya hecho el alumno; pueden hacer la vista gorda ante determinadas contestaciones en los exámenes que corrigen, pueden sobrevalorar el rendimiento, etc. Puede enmascararse el fracaso de muchos alumnos con la licencia para pasar de curso con varias asignaturas (no marías) suspensas (de hecho, la LOGSE impuso la promoción automática incluso para secundaria). Los planes pueden ser, en teoría, lo complicados que se quiera. Otra cosa es que se cumplan.
SOBRE EL RENDIMIENTO DE LOS ALUMNOS.
ResponderEliminarEs evidente de todo punto que la media del rendimiento ha bajado significativamente con respecto a antes de la Reforma. Pero esto, insisto, no constituye una crítica, de por sí, a la Reforma. Era totalmente previsible. Si escogiésemos dos muestras aleatorias de estudiantes anteriores a la Reforma y comparásemos su rendimiento académico con otra muestra aleatoria de jóvenes de hoy, aquéllos les darían sopa con onda a éstos. La razón es clara y sencilla de entender: A partir de la LOGSE las aulas se llenan de chicos que, si por ellos fuera, no estarían allí. Es decir, se extiende la escolarización obligatoria hasta los 16 años, para todos. Esto significa que el profesor se va a enfrentar a una clase con una porción de alumnos que, en general, estará poco entusiasmada con verse allí, que será “difícil”, que se negará a estudiar. Por supuesto, una parte de esos alumnos es, sencillamente, torpe para los estudios, y requeriría una atención especial del sistema. Cuando el profesor tenga que explicar la fotosíntesis, se encontrará con que los “fáciles” entienden y asimilan el fenómeno con bastante rapidez, bien por entendederas, bien por hábitos de estudio sólidos; pero que una parte de los incorporados por la fuerza no lo entiende con tanta facilidad. En consecuencia, el profesor deberá emplear tiempo y energía extras en intentar que los forzosos anden al paso de los voluntarios. Es decir: se ralentiza la marcha de los mejores, de modo que el programa, seguramente, no podrá ser visto en su totalidad, ni con la hondura propia de antes de la Reforma.
No sólo baja la media del grupo: también baja el rendimiento del subgrupo de los mejores por un efecto de “lastre” o “ralentización”.
Por otra parte, la desgana de los forzosos se transmitirá, seguramente, a más de uno de los buenos, que tornarán a ser alumnos forzosos.
Sin embargo, tú, Aloe, nos dices que los mejores de hoy son mejores que los de antes. ¿Cómo es eso posible? ¿Por arte de magia? ¿Por intervención divina? ¿Cómo es posible que pienses que la incorporación forzosa de alumnos “difíciles” no ha bajado la media grupal y la de los “fáciles”? Para que se mantuviera el rendimiento medio de los “fáciles”, el sistema (¡y los alumnos!) tendría que haber hecho un sobreesfuerzo tremendo. Empero, lo que tú afirmas es:
1. Que hay “una absoluta continuidad sin salto en el sistema educativo”.
2. Que el sistema no ha hecho absolutamente nada.
En otras palabras: que el sistema educativo no se ha adaptado o esforzado para mejorar el nivel de los alumnos. Podemos llamarle “inmovilismo” del sistema educativo.
Tenemos, entonces, lo siguiente:
- Una situación de clase objetivamente más difícil para el profesor que antes de la incorporación de los alumnos difíciles (antes de la LOGSE). (¡Supongo que reconocerás que estamos ante una situación objetivamente más difícil!)
- Una absoluta continuidad sin saltos del sistema educativo (inmovilismo), según tú.
- Un sistema educativo que no ha hecho, a tu juicio, absolutamente nada.
Pese a todas estas premisas (mucha mayor dificultad pedagógica en el aula y absoluto inmovilismo del sistema), tú, Aloe, afirmas que el rendimiento académico de los alumnos de hoy es mejor que el de los alumnos de antes de la Reforma. Eso es, sencillamente, imposible. Si lo es, soy todo oídos.
DATOS Y NO PAMPLINAS.
ResponderEliminar¿Podrías alegar algo contra las razones que te he presentado? Supongo que para ti siguen siendo pamplinas. Tú quieres pruebas, datos. Haciendo caso omiso de la lógica, te aferras al prejuicio ideológico de que el rendimiento y los conocimientos no han bajado. Eso sí, reconoces que los datos que tú manejas no permiten concluir nada: no son concluyentes. Dices que son lo que hay. ¿Qué podemos hacer, entonces? ¿Simplemente conjeturar? ¿Y si preguntamos a alguien que, en buena lógica, sí disponga de datos más fiables y seguramente concluyentes?
¿Qué tal si le preguntamos a Mar Moreno, Consejera de Educación en el Gobierno andaluz, sobre esta cuestión?
(PERIODISTA): -“¿PARA INCLUIR A MUCHOS SE HA BAJADO EL NIVEL?”
(MAR MORENO, CONSEJERA DE EDUCACIÓN): -“NO HEMOS BAJADO EL NIVEL, BAJA LA MEDIA. LOS BUENOS ALUMNOS SIGUEN TENIENDO ÉXITO PERO LAS MEDIAS BAJAN CUANDO EL RENDIMIENTO DE LOS QUE SE INCORPORAN ES PEOR. SE HA DEMOCRATIZADO EL ACCESO, AHORA TENEMOS QUE DEMOCRATIZAR EL ÉXITO.”
http://www.elpais.com/articulo/espana/Mar/Moreno/regresa/Gobierno/andaluz/consejera/Educacion/elpepuesp/20090422elpepunac_12/Tes
Exactamente lo que dije yo. Lógica e inevitablemente, la media baja. Ahora bien, tú, Aloe, puedes seguir pensando que la respuesta de esta consejera de educación es otra pamplina. Tú sabrás. Pero yo tengo bastante claro que Moreno no tiene ningún interés político (ni de otro tipo) en afirmar que la media de rendimiento ha bajado. No lo puede tener quien, precisamente, pertenece, muy de lleno, al partido político que aprobó la LOGSE para nuestras aulas.
La contestación de la consejera de educación no es, a ojos vista, interesada, sino honrada y sincera. Y suponemos que sí debidamente informada.
¿Y el rendimiento de los mejores qué? Ya lo he explicado: es imposible que lleven el ritmo anterior a la Reforma, debido a que el paso de los alumnos forzosos es más lento o mucho más lento. Siguen teniendo éxito, claro, pero respecto de una media más baja que la de antes de la LOGSE. ¿Tiene algún sentido negarse a aceptar esta evidencia?
OBESIDAD.
ResponderEliminarParece, Aloe, que aplicas aquí la famosa ley del péndulo. Otrora se pasó hambre (hasta los años 50, me apuntas). Eso traumatizó a nuestros padres, abuelos o bisabuelos, quienes transmitieron a sus retoños hábitos dietéticos compensadores: el gusto por las comidas calóricas y grasientas. Y así, rulando las generaciones, hasta los rollizos críos de hoy.
Probemos la misma fórmula con otros problemas. En tiempos de Franco hubo una gran represión sexual. El sexo fuera del matrimonio era motivo de escándalo, escarnio y censura.
Esta represión fue traumática para nuestros abuelos o bisabuelos, quienes transmitieron a sus descendientes ideas o conductas sexualmente liberales. Eso explicaría por qué, hoy, se producen unos 11.000 embarazos no deseados entre nuestras menores.
¿Es descabellado este planteamiento? En el caso de la obesidad infantil lo es por diferentes razones:
- Los niños no necesitan ser “entrenados” para que coman comida-basura. Ellos –como los adultos- están naturalmente inclinados a comer alimentos híper calóricos y grasientos. Más bien, necesitan lo contrario.
- Los padres podrían reforzar esa inclinación natural de los críos, desde luego; pero, si lo hacen, no es porque, en general, carezcan de la información dietética necesaria. Las bondades de la dieta mediterránea han sido divulgadas a bombo y platillo. Los perjuicios de la comida-basura también. Cualquier persona en sus cabales sabe qué significa la terminante expresión “comida-basura”. Creer otra cosa es suponer a la gente no ya inculta, sino imbécil.
- Los mensajes médicos y publicitarios pro-delgadez inundan las revistas, los anuncios, los programas de televisión....
- Los mensajes públicos (médicos o estéticos) contra la gordura y sus riesgos se cuentan por millones.
- La obsesión por estar delgado es patente y manifiesta. Incluso peligrosa.
- Salvo alguna persona obesa resignada con su peso, nadie hace apología de la gordura. Cuando se hace, es a modo de autodefensa.
- Hay personas de noventa años que, pese a haber pasado penurias en su juventud y carecer de estudios, se mantienen voluntariamente delgadas.
Es decir, probablemente, no ha habido en la historia humana una época tan ferozmente enemiga de la gordura como la nuestra. No sólo la de España, sino, en general, la de Occidente. España es el tercer país en que más operaciones de cirugía plástica se hacen al cabo del año, sólo por detrás de EE.UU. y Brasil.
LA LEY DEL PÉNDULO.
ResponderEliminarPero con esto no estoy diciendo que la ley del péndulo no haya de ser tenida en cuenta a la hora de explicar lo que está pasando. Al contrario: es una ley de gran poder explicativo. Simplemente no es aplicable al caso de la obesidad infantil que padecemos.
En efecto: el “destapismo” y el nudismo han sucedido a una época de cuerpos tapados de cabeza a pies; a la represión sexual le ha seguido el amor libre y la pornografía; al machismo, el feminismo de igualdad o el de género (“hembrismo”); a las relaciones sociales jerárquicas, el igualitarismo; al influjo eclesial, el laicismo; a la era del deber, la era de la seducción; a los valores carpetovetónicos, la anglofilia y el gusto por lo exótico; a la homofobia, la “homofilia”; al ninguneo de los menores, su idolatría; a la familia tradicional, los divorcios, las parejas de hecho, la “familia” “monoparental”; a la reprobación de los “vicios”, la pública exhibición de las adicciones; al autoritarismo, la permisividad; a la distancia entre padres e hijos, el ensalzamiento de la amistad entre aquéllos y éstos; a los arrepentimientos, la desvergüenza; a la era de la voluntad, la de la motivación y la abulia…
Sí, las sociedades (no sólo la sociedad española) occidentales de hoy son, en gran medida, la imagen invertida de las sociedades de ayer, su negativo. Lo malo del asunto es que los excesos del pasado han sido sustituidos por excesos opuestos, pero excesos al fin y al cabo. A una caricatura (a una forma de irracionalidad) le ha sucedido otra, la del signo contrario. En muchas cosas se ha ido de extremo a extremo, haciendo caso omiso de la moderación y el buen juicio. Los rasgos represivos de antaño se han reconvertido en rasgos liberadores, pero sin contención, rozándose el simple y llano libertinaje.
Cuando yo llamo la atención sobre los problemas y excesos de hoy no es con la intención de hacer un velado o explícito elogio del pasado, ni una ponderación de sus virtudes. Nada de eso, y a las pruebas me remito. Deploro los despropósitos de entonces y deploro los de ahora. Lo que quisiera es ver la manera de solucionar los problemas que hoy nos toca vivir. Cuando hago referencia a nuestro pasado (la hago ahora), no es para tomarlo como modelo a recuperar, sino para explicar que de sus excesos han nacido los de signo contrario.
Sí, pero el pasado no nos sirve para justificar nada. Una cosa es explicar y otra justificar. Los seres humanos tenemos cabeza no sólo para llevar sombrero, y debemos ser conscientes de que un dislate social o histórico no se enmienda con el dislate inverso.
No nos vale el pasado como coartada: ni para justificar la obesidad de los críos ni para excusar ningún otro desatino de la educación que reciben los niños y los jóvenes. El pasado podría excusar el presente si simplemente fuésemos animales irracionales que, sin juicio ni reflexión, huyésemos de un extremo para caer en el opuesto. El problema es que, en muchas ocasiones, obramos a la manera de criaturas irracionales. Evidentemente, nos podemos exigir más.
Los 11.000 embarazos anuales de nuestras menores no pueden ser justificados con el “argumento” de que, hace décadas, reinaba la represión sexual. Tampoco la obesidad infantil se justifica así, ni de otra manera. Ni ningún otro problema actual. La necesidad de huir de los fantasmas del pasado es comprensible, pero no que la huida sea ciega y torpe, como la practicada hoy.
EL PASADO SIEMPRE PRESENTE.
ResponderEliminarDices, Aloe:
“Los malos tratos son un mal grave. En mi opinión, son un mal mucho menos extendido que antes, lo que significa que nos preocupa mucho más que antes. A mi y a casi todo el mundo. No entiendo donde ibas a parar sacando eso a colación ni qué tenía que ver con nada, excepto intentar acusarme de dios sabe qué.
¿O acusar a los padres en general? Sinceramente no entiendo ni qué defiendes ni a donde quieres llegar.
¿Que hay malos padres? Efectivamente.
¿Que hay una nueva epidemia de malos padres, como pareces querer decir?
No, no la hay, antes los padres maltrataban más, te he contestado yo.
¿Viene eso al caso de nada? Creo que no, salvo intentar acusarme de algo, sea lo que sea, y por traído de los pelos que esté.
Hablando en general, si tus argumentos respecto a lo mal que va todo y la catástrofe que nos estamos buscando no se basan en que "antes esto no pasaba", no sé a qué otra finalidad argumentativa pueden responder. ¿Que esa no era tu finalidad argumentativa, defender en general que ahora los padres son peores padres, la sociedad es una sociedad peor y el bienestar ha disminuido?
Pues vale, pues me alegro. Entonces no estamos discutiendo de nada, porque ni tu mismo sabes a donde quieres llegar y lo que quieres defender.”
De verdad, Aloe, que ya me da grima volver a la misma explicación que, al parecer, estás ideológicamente incapacitada para entender. Pero te lo voy a explicar con un ejemplo que, la fortuna lo quiera, te ayude a comprender mi cansancio cuando, una y otra vez, sorda e impenitente, vuelves con la cantinela de comparar el presente con el pasado.
Juan es un ingeniero aeronáutico, de ésos que trabajan en coches de fórmula 1. El director del proyecto llama a todos los ingenieros y mecánicos para hablar del modelo que han hecho.
Director: - ¿Cómo va el nuevo modelo?
Juan: -Va muy bien, señor.
Pedro (otro ingeniero): -Bueno, va bien, pero los frenos dejan algo que desear. Al frenar, las ruedas de atrás hacen un pequeño extraño. Hay que averiguar la causa y corregirlo.
Juan: -¿Acaso no son mejores los frenos de este coche que los del anterior modelo?
Pedro: -sí, no digo que no, pero el problema que señalo hay que tratar de eliminarlo. También hay algún problema con la aerodinámica del alerón. Presenta un exceso de resistencia al aire. Todavía no sabemos por qué.
Juan. -¿Me estás diciendo, acaso, que la aerodinámica del modelo anterior era mejor? Ofrecía mucha más resistencia al aire. No sé cómo puedes decir tal cosa. ¿Es que quieres que volvamos a diseñar en modelo anterior?
Pedro:- Vale, ¿pero qué sacamos con esa comparación? Lo que tenemos que hacer es centrarnos en el problema presente e intentar solucionarlo: hacer un buen diagnóstico, diseñar nuevas piezas si fuera necesario, ponerlas a prueba y evaluar el rendimiento del coche en esos aspectos. No propongo incurrir, ni por asomo, en los fallos del anterior modelo, sino mejorar el de ahora.
Juan: -Qué pronto te olvidas de los problemas tremendos que nos dio el anterior modelo: corría menos, frenaba peor, no era fiable en las curvas, no era competitivo, los pilotos salían del coche arrugados como pasas… No sé dónde quieres ir a parar.
…
TELEBASURA PARA NIÑOS Y JÓVENES.
ResponderEliminarEn realidad, no hace falta inculcación ideológica para que los niños y jóvenes coman alimentos sabrosos (los muy calóricos y grasientos), consuman drogas, retocen sin engorros profilácticos, vistan como quieran, no hagan nada si no están “motivados”, etc. Basta con que se aplique el consabido y catastrófico “laissez faire” glorificado por la antipsiquiatría y por psicólogos y pedagogos progres de la hornada sesentera.
El colmo es cuando ese “laissez faire” es reforzado por ideologías afines a las inclinaciones naturales de niños y jóvenes, irreflexivos de por sí. ¿Algo más “natural” que el deseo sexual, por poner un ejemplo? La excarcelación de ese deseo nos lleva al disparate de encumbrar y a afamar a “actores” y “actrices” porno, como si de eminencias se tratara. Enciendo la televisión y veo a la famosísima Lucía Lapiedra haciendo de periodista, preguntando, en un plató de televisión, a no sé quien sobre cuestiones de curandería. ¿Qué pinta ahí esa mujer? Antiguamente hubiese sido cruelmente vituperada y estigmatizada; hoy es reverenciada por ser un símbolo del placer carnal, del hedonismo y el narcisismo más exacerbados. Imposible imaginar gilipollez más acabada. Cuando un crío vea estos insólitos encumbramientos en la “educativa” televisión que tenemos, no podrá extrañarnos que desee ser futbolista, puto/a de relumbrón, o cocinero con fundamento, o periodista de prensa amarilla. Son oficios que dan fama, vidilla a la entrepierna, gusto al paladar y materia prima para cotillear. Gran rentabilidad a cambio de “poco” esfuerzo. ¿Nos puede extrañar que haya una crisis de vocaciones científicas en nuestro país?
Pero la televisión que tenemos es, la más de las veces, la que nos merecemos, pues en ella quedan reflejados los deseos, las maneras, y las ideas de buena parte de la población: la chabacanería en el hacer y el decir, el narcisismo de los cuerpos, la fama arrabalera, la mitificación de la pornografía, la violencia gratuita, el analfabetismo como bandera de “igualdad”, los tacos sin cuento, la procacidad, la libertad sin límites, el pan y circo, la demagogia barata, la mentira, los chismorreos, las tonterías sin fondo.
La televisión también maleduca. ¿Lo digo (sólo) yo? No, también Arturo Canalda, el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid. Muchos niños ingieren comida-basura, y muchos ven televisión-basura. ¿Quiénes son los responsables? Evidentemente: los padres. Ellos deberían impedir que sus hijos viesen programas y teleseries vomitivos. ¿Por qué no lo impiden? Canalda nos dice que muchos padres no protegen a sus hijos de esas teleseries horripilantes “ideadas” para niños y jóvenes, como, por ejemplo, “Física y Química”. Son series en que se encanija la autoridad de los padres, o se les ridiculiza.
Sí, la televisión que tenemos es horrible, pero es responsabilidad de los padres evitar que los niños vean lo que no deben ver, o de que vean esos programas con la presencia crítica de un adulto que cuestione los contenidos emitidos.
http://www.elsemanaldigital.com/articulos.asp?idarticulo=5600&accion=ext
LAS DOS CARICATURAS DE NUESTRA EDUCACIÓN FORMAL.
ResponderEliminarNo podemos hablar de continuismo en educación. Estaríamos faltando a la verdad. Ha habido muchos cambios, pero la mayoría erróneos por su desmesura. El modelo anterior a la Reforma convertía al alumno en (casi) el único responsable de sus éxitos o fracasos. Si le aprobaban, era porque estudiaba (empollaba) o era inteligente. Si suspendía, porque era vago, torpe o no valía. Era él quien tenía que “moverse”. Dicho con alguna exageración: el maestro explicaba la lección, si el alumno no la entendía o asimilaba, allá él. Esto, llevado al extremo, fue fatal para muchos alumnos que, simplemente, estaban emocionalmente apartados del sistema, con independencia de su nivel intelectual. El sistema no sólo “expulsaba” a los vagos o torpes: también a alumnos que, aunque capaces, repudiaban unos métodos más o menos escleróticos de enseñanza, aliñados, no pocas veces, con el vinagre de la crueldad. Muchos –demasiados- se quedaban por el camino. Los derechos del niño eran cosa desconocida. Era necesario un cambio para hacer disminuir el fracaso y el abandono escolares. Ése fue, en parte, el objetivo de la Reforma. Cuestión de humanidad, justicia y rentabilidad para todos.
¿Cambió el espíritu del sistema educativo? Por supuesto: por fortuna, ya ningún maestro o profesor se atreve a imponer castigos físicos a ningún alumno (ni puede por ley); en cada centro hay diversos profesionales que apoyan a los profesores para que los alumnos con necesidades educativas especiales (acnee) no se rezaguen. La Administración imparte de continuo cursos para formar pedagógicamente a los maestros y profesores. En las academias que preparan a opositores de psicopedagogía, se hace gran hincapié en que los pupitres deben estar en forma de U invertida para fomentar la comunicación y la participación del alumnado; en que las clases deben ser activas y participativas; en que hay que buscar la manera de motivar al alumno; en que hay que formar grupos de trabajo, de debate, de investigación; en que el aprendizaje no debe ser meramente memorístico, sino significativo… Mas, como en tantas otras cosas de la vida, lo malo no era el (nuevo) medicamento, sino la dosis: la sobredosis.
SOBREDOSIS Y CARICATURA ACTUAL.
ResponderEliminarEl modelo de enseñanza propuesto por la Reforma es, sin duda, la imagen invertida del anterior: ahora el responsable único (o casi) del éxito o fracaso en los estudios es el sistema: los profesores, sus formas de enseñar, de explicar, de “motivar”… Si el alumno fracasa, la culpa es del sistema, que no se ha implicado lo suficiente: no ha motivado al alumno. Del alumno responsable de su suerte, se ha pasado al alumno a-responsable. Del sistema inocente de toda culpa se ha pasado al sistema sospechoso o culpable del fracaso del alumno. Ya no hay alumnos torpes o vagos. Hay diversidad: son “especiales” o “difíciles”, jamás torpes o vagos.
¿Cómo mantener en el sistema a niños de toda condición y procedencia (diversidad)? El factor clave, para los reformadores, era la “motivación” del alumno. Para que ésta no decayese, se arbitraron medidas que lenificaran la estancia de niños y adolescentes en clase:
- Se propagó la idea de que el sistema no buscaba formar empollones. Éstos fueron desacreditados: aprendían de memoria, no aprendían significativamente, olvidaban lo estudiado tras el examen… El esfuerzo, la voluntad y la memorización tesonera quedaron, pues, en la cuneta. El que no fuera capaz de hincar los codos, seguiría, no obstante, formando parte de la proteica y “enriquecedora” diversidad del grupo.
- Los empollones, además, desalentaban al resto. Suscitaban envidias, representaban la estructura piramidal y jerárquica de tiempos pasados.
- Las notas numéricas en las evaluaciones también desalentaban. Recordaban a la escuela de la que se venía: una escuela de “listones” para alumnos competidores. Se ideó lo de “progresa adecuadamente y necesita mejorar”, metiendo en el mismo saco lo normal, lo bueno, lo notable y lo excelente.
- Los suspensos, cómo no, también desalentaban al personal.
Por eso, los gobiernos que implantaron la Reforma permitieron que los alumnos pasasen de curso automáticamente (esto hasta el 2003).
- Además, lo importante ya no sería tanto el rendimiento académico del alumno como que fuera feliz, solidario, colaborador, democrático, tolerante, progresista...
Estas medidas, y otras, nos llevaron a la progresiva institucionalización de “vista gorda”, en un régimen educativo más centrado en las actividades y “procesos” que en los resultados y el rendimiento. Cuando digo “vista gorda”, digo autoengaño causado por la impotencia. La media del rendimiento bajó forzosamente desde la retención forzosa en clase de alumnos que, de ser por ellos, no estarían allí. Inevitablemente, también “había” que bajar el nivel, exigir menos para no desmotivar y provocar deserciones prematuras. Pero muchos alumnos, a quienes ya no se les exigía hincar codos, seguían descolgándose. Sus cuerpos estaban físicamente presentes, pero no su imaginación. Procedía, de nuevo, bajar el nivel. ¿Cómo es posible que los críos se desmotivaran en una escuela que les ponía (que les pone) las cosas tan fáciles? Muy sencillo: porque lo que no cuesta, no se valora; y lo que no se valora, no se respeta. Lección sencilla que, sin embargo, parecen desconocer los reformadores de la LOGSE.
EDUCAR SIN AUTORIDAD: PERMISIVIDAD Y AGRESIVIDAD.
ResponderEliminarLa escuela anterior a la Reforma necesitaba cambios importantes, pero no los que trajo la Reforma (o no todos). Con unas ideas psicopedagógica que sitúan al niño en el trono, padres y profesores tratan de escribir derecho sobre renglones torcidos. De todo hay, claro está, pero yo diría que tanto profesores como padres hacen lo que pueden: simplemente su margen de acción es limitado, porque así creen, confundidos como están, que debe serlo. ¿Qué puedo hacer para clavar un clavo sin martillo ni nada parecido? Sin los instrumentos de autoridad necesarios para educar, tanto la escuela como los hogares se han visto desbordados e impotentes ante críos idolatrados por el “laissez faire” de inspiración roussoniana y providencias políticamente ultracorrectas cada vez más extremistas.
Tanto en los hogares como en las aulas, la autoridad del adulto se ha visto mermada por una corriente ideológica que demoniza la disciplina y el deber, y bendice el diálogo y la imitación social como principales instrumentos educativos. “Si mi hijo me ve comer verdura, comerá verdura”. “Si mi hijo me ve leer, leerá". “Si le explico a mi hijo las bondades de la verdura, tomará verdura.” Por desgracia, no es tan sencillo. ¿Por qué habrían de imitar los niños a sus mayores? Los niños –como los adultos- imitan a quienes admiran o respetan. Y son muchos los padres que no se hacen respetar de sus hijos porque una red invisible de falsas creencias se lo impide.
Hoy sabemos que muchos padres, maestros y profesores acaban agotados tras unas pocas horas (o minutos) de estar con los niños, tras infinitos intentos de que les escuchen o imiten. Literalmente agotados, de los nervios, a punto de estallar. Andan continuamente buscando las palabras adecuadas que hagan sonar la flauta. Repiten mil veces el mismo mensaje trémulo y amoroso, ya suplicante, con la esperanza vana de que el crío coma verduras, lea, haga sus deberes, la cama, recoja los juguetes, vuelva a sus horas, deje la Play, deje de ver la tele,… Temen la rabieta del niño, que les chantajee emocionalmente, que les grite el temible “¡no te quiero!”, que les coja manía, que se frustre, que se enoje… Como nada de esto funciona, la vista se espesa, se les deja hacer… o se recurre a los gritos y los golpes.
Pues, para colmo de males, las prácticas permisivas, masivamente empleadas en nuestros hogares, suelen acabar en violencia verbal y física, tanto de los adultos como de los niños y jóvenes. Las palabras, por sí solas, no funcionan. Los padres, al final, suelen recurrir al expeditivo azotazo, a gritos y enfados. Pero el grito y el cachete desesperados no solucionan nada cuando ya estamos ante niños que, desde la cuna, saben por experiencia que a base de rabietas, palabrotas y discusiones consiguen la mayoría de las cosas que antojan. Las luchas de poder entre menores y mayores ya están establecidas, bien arraigadas.
ERRAR ES HUMANO; PORFIAR EN EL ERROR, DE NECIOS.
ResponderEliminarNunca he creído que la Reforma se concibiese con mala fe o por intereses espurios. Estoy seguro de que quienes la idearon creyeron de buena fe que los cambios que proponían eran necesarios. Que la parte de la población infantil que abandonaba los estudios tras la etapa obligatoria, tenía derecho a otro tipo de escuela, más humana y preocupada por ajustarse a la idiosincrasia y necesidades particulares de cada alumno. Que era necesario cambiar las estructuras obsoletas de la educación formal, acoger a todos, brindar las mismas oportunidades a los menos pudientes o necesitados, reconocer la dignidad intrínseca de los niños, etc. Y el sistema –así lo creo- hizo (hace) lo que pudo. Hoy hay activos profesionales que tratan de ayudar al profesor a vérselas con la diversidad: niños de extracción social humilde, o inmigrantes, o con problemas familiares y emocionales, o de otras culturas y lenguas extrañas, o con diversas taras físicas, psíquicas o intelectuales…
Y estoy seguro de que los profesores que creyeron en la Reforma hicieron un notable esfuerzo por estar a la altura del reto a que se enfrentaban: el reto de intentar motivar a una población de alumnos más heterogénea, efectivamente “difícil” por unas y otras razones. Y no dudo de que la mayoría de ellos tratara de formarse pedagógicamente mediantes cursos y demás estudios, de ponerse al día, de conocer técnicas para facilitar el aprendizaje a los educandos (véanse los datos que ofrece un estudio de la OCDE al inicio de este artículo). Hay que recordar que los profesores en este país no son profesionales de la enseñanza. Es decir, ellos mismos son, ante las tremendas dificultades educativas actuales, víctimas de unos gobiernos (o una sociedad si se prefiere) que han destinado pocos recursos a la formación pedagógica de base de sus educadores. Por eso, un 89% de los profesores participa en cursos de formación, y un 55% demanda más formación de la recibida.
Luego, claro está, tenemos a los profesores que nunca congeniaron con la Reforma. Los que, sí, quizá veían buenas intenciones en ella, pero poco más. Quienes vieron venir el trágala sin poder hacer nada. Quienes comprendieron que, sin duda, la enseñanza necesitaba un cambio importante, pero no en el sentido y los extremos pergeñados en la LOGSE. ¿Mala intención, maldad de los legisladores? No. Los reformadores creyeron sinceramente que la promoción automática del alumno, con independencia de su rendimiento, motivaría al alumno.
Creyeron en la libertad, y que ésta no era otra cosa que espontaneidad. Cortar la espontaneidad del niño sería, por tanto, obrar contra su libertad. Creyeron en todas esas cosas. Creyeron en la bondad del “laissez faire”.
PADRES BIENINTENCIONADOS, PERO INEFICACES.
ResponderEliminarTampoco es pertinente hablar de “maldad” en los padres que adoptaron ese “laissez faire” de tan lamentables consecuencias. Nada de eso. Muy al contrario. La infancia está idolatrada. Probablemente no ha habido una generación de padres tan preocupada por sus retoños, de que no les falte de nada, de procurarles una existencia entre algodones y felicidad ilimitada.
Pero a la vista está que los resultados no se corresponden con las intenciones. Es el momento de usar la brújula, de que los padres dirijan a sus hijos, que combinen amor y disciplina, que sepan hacer responsable de sus actos al niño.
Yo, por lo tanto, no percibo mala fe en los planes progresistas de cuando se implantó la LOGSE. Ni creo que el grueso de los profesores se cruzara de brazos ante las nuevas dificultades. Tanto los que creían en la LOGSE como los que no, hicieron lo posible para sacar la cosa adelante. Ciertamente, los cambios eran tan extremados en el espíritu y la letra de la Reforma, que ya hubo quien predijo el desastre venidero. No obstante, concedamos que muchos no vieran el error desde un principio. De acuerdo, concedido. Pero ya no ha lugar a más concesiones. ¡Ya no! Errar es humano, porfiar en el error, de necios, de ésos que tropiezan infinidad de veces en la misma piedra. No más autoengaño.
Lo que cansa y preocupa, pues, de todo esto no es que las ideas y métodos “educativos” masivamente empleados por las familias españolas y la escuela sean erróneos (constituyen legión las familias que tienen la LOGSE metida en casa). Aquéllas y éstas han sido corresponsables a la vez que víctimas de la cultura de la permisividad. Lo que cansa es la reluctancia de muchos para deshacerse del modelo de enseñanza permisivo pese a los malos resultados que producen a ojos vista. En vez de pararse a pensar que “algo estaré haciendo mal” y buscar la solución en uno mismo, es preferible echar culpas a los demás.
Hace unas décadas, el psicoanálisis (especialmente de Fraçoise Dolto) y la pedagogía recogieron el espíritu progresista de la época y lo vocearon a los cuatro vientos: “sea el mejor amigo de su hijo; no frustre sus deseos; dialogue con él; déjelo hacer: la naturaleza es sabia; sea comprensivo; no le dé órdenes: sugiérale las cosas; trátelo como a su igual; jamás le dé un cachete, aunque él patee la espinilla del abuelo: sería maltrato; evite todo signo de autoritarismo: queremos educar, no adiestrar…” Sin embargo, ya hay voces discordantes en la misma psicología desde hace años. Psicólogos que han comprendido el error; que, ahora, escriben libros para alertar a la población de cuán contraproducentes son las prácticas permisivas instauradas en colegios y hogares. También hay ya programas de televisión que hablan y tratan problemas educativos, que enseñan a los padres a decir “no” a sus hijos con la firmeza necesaria, a cómo conseguir que los menores se sientan responsables de sus actos.
Por desgracia, encontramos en todos lados una oposición incompresible y ya decididamente contumaz, con las calderas del autoengaño trabajando a toda máquina.
No necesitamos extremos. Ya hemos tenido bastantes. Ni una educación formal esclerótica ni una educación formal infinitamente “plástica” o, mejor dicho, “líquida”. El esfuerzo debe exigirse a todos: a padres, profesores y alumnos. Y precisamos, con urgencia, que los padres –en especial los padres- se hagan responsables de las conductas de sus hijos; y que todos los adultos –en especial los padres- enseñemos a los niños y jóvenes a responsabilizarse de sus actos, tanto si hablamos de estudios como si hablamos de conducir sobrio las noches de los sábados. Y a encajar las frustraciones inherentes a la vida. Nuestro problema –quizá nuestro mayor problema- es que concebimos la libertad como ausencia de responsabilidad y de deberes. La libertad es justo lo contrario.
Huy, Raus, lo que te da de sí el verano, no había visto el testamento que te has largado aquí.
ResponderEliminarSolo algún comentario, pero realmente con cansancio, porque cuando no se quiere ver ni escuchar, hay poco que hacer.
COMIDA BASURA: La mayoría de la población no ha interiorizado ni conoce suficientemente y de forma coherente la información dietética que le atribuyes. Cambiar los hábitos de toda la vida requiere mucho más que haber oído campanas sin saber donde, aunque las campanas sonasen a diario.
Requiere un propósito sostenido y difícil (como dejar de fumar), requiere mucha más información que algunos programas divulgativos, requiere cambiar las prioridades famialires y requiere gastar más dinero en comida.
Lo que tú defiendes ¿qué es? Si la población 1) no es tonta, 2) está bien informada y 3) es partidaria fanática de la salud y la delgadez, tu explicación de los hechos ¿exactamente cuál es?
LA LEY DEL PENDULO: Por muchas comillas que les pongas a las palabras como familia y demás, los excesos de hoy son los mismos que los excesos de ayer: autoritarismo, clericalismo, sociedad jerárquica y desigual, machismo, asimetria de poder y de acceso a la información.
ResponderEliminarEsas cosas se defienden menos, o se defienden menos abiertamente, pero siguen existiendo y dominando. Puede que algunas un poco menos, eso sí.
Por cierto, el problema de que las menores se embaracen solo es un problema en la modernidad que deploras y en la infantilización que desapruebas. Antes las adolescentes se embarazaban pero no era problema ninguno. Por tanto, que yo lo considere un problema está claro, pero tú no sé por qué lo ves como problema.
EL PASADO SIEMPRE PRESENTE: Muy bien, raus. Tu crítica del presente no tiene que ver con la nostalgia de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Acepto pulpo como animal de compañía.
Y como yo también creo que los malos tratos a menores son un mal contra el que hay que luchar, pues estamos de acuerdo.
Ahora, luego no te vuelvas atrás de esa posición y empieces de nuevo con lo de que los padres han empeorado ¿eh?
Porque de esas afirmaciones tuyas venía mi oposición.
TELEBASURA: Yo ahí no me meto: no conozco ni a un solo personaje de los que mencionas y no tenía idea de que fueran reverenciados y tal. Así que tendrás razón en lo del mal ejemplo de payaso televisivo como opción de vida más atractiva que ser científico.
ResponderEliminarPero Raus ¿es la telebasura o es la sociedad en general? porque tendrias la misma o más razón si hablaras de futbolistas o músicos pop, si lo aplicaras a especuladores inmobiliarios y otros vividores en los entresijos del poder... Es el chou bisnes, y es el sistema económico entero. Aunque Messi y Botín fueran buenas personas de gusto y moral impecables, me temo que sería lo mismo.
Yo no permito a mis hijos ver telebasura, pero muchos padres no tienen el mismo criterio sobre lo que es malo que tú o que yo. Es un problema de diferencias de opinión, ideología y criterios educativos. Si fuera por mi gusto o el tuyo, no verian telebasura, pero por la misma razón, si fuera por mi gusto no recibirían tampoco adoctrinamiento religioso, que me parece todavía más pernicioso.
Es inevitable que educar a los hijos de los demás nos parezca facilísimo, y no veamos más que defectos en lo que hacen los padres. Pero las diferencias de criterio educativo son inevitables.
LA EDUCACION FORMAL:
ResponderEliminarTe equivocas completamente, Raus, negando el continuismo de la educación formal: es su característica más sobresaliente.
Tú te dejas liar por oropeles, collares y abalorios distintos: pero es el mismo perro con otro collar, o la misma mona vestida de Prada.
Los cambios que inevitablemente se han producido en la escuela han sido porque los actores han cambiado (alumnos, profesores y padres), pero esos cambios han sido fuera de la escuela.
Es falso que "en cada centro haya diversos profesionales que apoyan a los profesores para que lso alumnos (...) no se rezaguen". Está el Departamento de Orientacion y punto, que de ninguna manera da refuerzos ni dedica mucho tiempo a ningún alumno. Aproximadamente cuenta con una persona por cada 200-300 alumnos, así que su labor no es esa.
Es falso que la formación del profesorado se tome en serio. Yo se lo que es formación continua tomada en serio y te lo puedo asegurar.
Es falso que los profesores, en su mayoría, se tomen en serio o sepan lago de psicopedagogía y tal, y que todo eso que cuentas se aplique: se aplica con seriedad en Infantil 3-5, en Primaria un poquito, en Secundaria cero.
No ha habido ningún medicamento nuevo, ni con sobredosis ni sin ella. Tu descripción del alumno de antes, que salía adelante o fracasaba él solito, sigue siendo exactamente igual de válida. Habría que añadir la ayuda de la familia cuando puede darla, claro, pero también lo mismo antes que ahora.
En cuanto a la actitud de los profesores, da bastante risa lo que dices (tengo bastante edad para reirme porque he visto a conocidos y parientes recibir de uñas la Logse desde el principio, quedarse bastante aliviados después de que no cambiara nada, como temían, y entrar poco a poco en la moda de los lamentos jeremíacos "la culpa es de la Logse" que viene cojonudamente para no tener que buscar las causas del fracaso cuando se sienten fracasados.
A tal respecto, una lectura excelentemente útil (y cortita) para dar contexto, que encontré en el agregador de blogs "Planeta educativo" (altamente recomendable él mismo):
El blob
Ah, Raus, en medio de tu grafomanía se me ha pasado lo de la media y la bajada de rendimiento escolar.
ResponderEliminarTe lo voy a explicar, y a ver si en agradecimiento a mis desvelos evitas el seguir insultándome por costumbre ;-): que tu dices que yo me reboto (lo que no es verdad, si no me divierto no escribo) pero debe ser un caso de proyección, porque el que no para desde el principio de hacer comentarios personales peyorativos hacia mí eres tú.
Mira, majo, cuando no se sabe palote de estadística hay que andar con cuidado interpretando lo que no se entiende.
Te voy a poner un ejemplo simplificado para que entiendas que la Consejera no dice nada distinto que yo (dice de hecho lo mismo) y que el que no ha comprendido lo que dice eres tu.
En mi ejemplo simplificado, érase que había una sociedad de escolarización escasa, en la que un 30% de población de clase alta y media decentita recibía educación y tenía éxito en proporcion considerable (digamos un 70%) porque las condiciones sociales, educativas y económicas de sus familias lo hacían fácil o posible para la mayoría. Teníamos además otro 10% procedente del resto de la población, que por ser especialmente espabilados, listos o afortunados metía la cabeza en el grupo aventajado, y cuyo éxito era también del 70% (porque por eso estaban ahí, por ser los más listos, esforzados y bien adaptados entre los desfavorecidos).
Por lo tanto, tenemos que el 40% de la población accede a esa educación, con una tasa de éxito del 70% de esa población, lo que nos da un 28% de éxito en el total de la población, o sea, que tenemos dos tasas distintas, según que contemos a todo el mundo o sólo a los que estudian.
Pasa el tiempo, y la educación se hace obligatoria y universal para ese grupo de edad. Así que ese 60% que quedaba fuera, ahora está dentro.
Pero como gran parte de los que quedaban fuera son los que tienen un considerable handicap social, familiar y económico para estudiar (por eso estaban fuera antes), resulta que de ese 60% de "nuevos estudiantes" sólo tiene éxito un 40%, en ausencia de cualquier adaptación del sistema a sus necesidades mayores, de cualquier esfuerzo de las autoridades en suplir sus deficiencias, etc. Así que el 40% del 60% es el 24% del total de la población.
Teniendo en cuenta a los dos grupos, 28+24= 52: El 52% de la población total tiene éxito ahora.
¿Ha bajado el rendimiento?
No, no lo ha hecho. El criterio de las calificaciones para determinar el éxito hemos quedado en que no ha bajado, y el 70% de éxito entre los "viejos alumnos" no ha bajado, porque sigue siendo el mismo.
La media de éxito, sin embargo, sobre la población escolar sí ha bajado, pasando del 70% al 52%.
Pero claro, es que la población de ahora es toda, y la de antes era la parte más afortunada.
De hecho, si medimos la tasa de fracaso del sistema no sobre la población escolar sino sobre la población total, la tasa de fracaso del sistema ha pasado del 72% al 48%.
Si la medimos exclusivamente sobre la población escolar, ha pasado del 30% al 48%.
¿Te ha quedado claro o necesitas un dibujo?
Carlos Elías, periodista, científico y profesor universitario, ha retomado los resultados de este estudio para su libro "La razón estrangulada", en el que analiza precisamente el fenómeno de la crisis de vocaciones científicas.
ResponderEliminarAquí os dejo un enlace a una reseña bibliográfica sobre el libro mencionado.
Miguel, aunque el título del libro disuade bastante de interesarse por él, he leído la reseña que comentas, y francamente...
ResponderEliminar¿Es lo mismo la "razón" que la "ciencia"? Yo creo que no, aunque es se escamotee un tanto mencionando "la razón científica" de vez en cuando.
¿Es lo mismo el declive de las matrículas en carreras científicas que el el declive de "la razón" y "la ciencia" en la sociedad? Yo creo que no.
Finalmente, y a salvo de no haber leído el libro, por lo que pido disculpas de opinar sobre una reseña (bueno, es que estoy opinando sobre la reseña, no sé lo fiel que sera al libro)... ¿no sería más sencillo, obvio, científico y empírico que, antes de ponernos a analizar las etéreas influencias de los mass media sobre tan deplorables sucesos, no hicieramos un cálculo coste-beneficio del esfuerzo y recompensa respectivos de la carrera científica vs. por ejemplo Derecho o Publicidad? Porque a lo mejor no es más que eso.