14 de febrero de 2008

YO VENDO UNOS VOTOS NEGROS, ¿QUIÉN ME LOS QUIERE COMPRAR? (3)

POR UNA DEMOCRACIA PLURICAMERAL

Tendría que ser obligatorio cambiar la ley electoral cada cierto tiempo. Una de las ventajas de la democracia es que se puede cambiar el partido en el gobierno si a la gente se le pone en las narices, pero también estaría bien que pudieran cambiarse a menudo otras cosas. En particular, las leyes electorales se suelen establecer pensando en una determinada situación, pero cuando la situación pasa, los ciudadanos preferiríamos otras. El problema es que, como la ley se hizo para favorecer cierto tipo de opciones y partidos, los que se benefician con ella no la quieren cambiar nunca. Debería ser una situación muy grave la que llevara a los "grandes" a proponer una modificación de la ley electoral, y a los partidos regionalistas a aceptarla. ¿Hay otra solución?
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Yo ya puse mi voto en venta en una entrada anterior para un partido que propusiera cambiar en serio el sistema electoral español. Pero no me llegan muchas ofertas (salvo de Izquierda Unida).
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No voy a machacaros con las ventajas y desventajas de cada sistema, que seguro que ya os las sabéis (y si no, ahí está la wikipedia). Indicaré, a modo de resumen, que hay una tensión entre estabilidad y representación (a mayor proporcionalidad en el reparto de escaños, más difícil es fomar gobiernos, y más inestables son -p.ej., Italia-; a menor proporcionalidad, más sabe cada ciudadano quién en su representante en el parlamento -p.ej., EEUU-). Aquí tenemos un sistema que intenta reunir lo mejor de los dos mundos, pero que puede estar uniendo lo peor de ambos (gobiernos poco estables, debido a mayorías muy exiguas, y representación por los suelos).
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Más que hablar del sistema que tenemos, y de alguna modificación aritmética que lo mejorase, prefiero inventarme uno totalmente distinto. Es lo que llamo democracia pluricameral.
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A ver: si voy a comprar a un híper, no se me obliga a comprar todos los productos de la misma marca; es más, ni siquiera tengo que comprar todo en el mismo esablecimiento. ¿Por qué no pasa lo mismo con la política? Es verdad que el gobierno produce bienes públicos, y que estos (simplificando un poco) deben proporcionarse iguales para todo el mundo. Aquí no hay generalmente nada que hacer, salvo cambiar de país (y según el caso, de comunidad autónoma, aunque a la vista de lo que tenemos, no hay mucha diferencia). Pero la uniformidad a la que me refiero no es la de los bienes públicos: cada uno de estos debe ser homogéneo (una carretera es igual para todo el que pasa por ahí), pero de aquí no se sigue que quien me ofrezca cada bien público deba ser el mismo que ofrece los demás. ¿Por qué tiene que hacer las carreteras el mismo gobierno que hace los hospitales?
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En parte, esta pregunta se responde con el sistema de división de competencias entre las autonomías y el estado (y Europa), pero cada uno de estos agentes políticos tiene, en mi opinión, demasiadas competencias concentradas en la misma unidad de decisión, sin contar con que, más que un reparto de competencias ("ésta para mí, esta para ti"), lo que tenemos es un descuartizamiento de cada competencia individualmente considerada ("sobre la sanidad, yo legislo estas cosas, y tú legislas otras").
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Lo que a mí me gustaría, en cambio, es poder coger los programas electorales de cada partido y decir: de éste me gusta esta propuesta, de éste me gusta esta otra, de aquél me gusta aquello, etc. Dicho así, es seguramente inviable (aunque los expertos en la teoría de la elección pública tendrán algo que decir, espero que no muy negativo), pues los paquetes políticos que resultarían serían en muchos casos bastante caóticos (aunque a lo mejor no estaría tan mal el que lo fueran; seguro que mi amigo Juan Urrutia encuentra más de una virtud en ese caos).
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Pero, puestos a elegir una solución menos drástica, propongo que se divida el parlamento en varias cámaras, no al modo actual (congreso y senado), sino más bien que hubiera, por ejemplo:
1) una cámara de asuntos económicos (finanzas, impuesos, trabajo, industria...),
2) una cámara de asuntos culturales (ciencia, cultura, universidades, formación profesional...),
3) una cámara de asuntos sociales (sanidad, educación primaria y secundaria, pensiones...),
4) una cámara de asuntos relacionados con la seguridad (policía, justicia, ejército...),
5) una cámara de asuntos políticos (cuestiones territoriales, relaciones exteriores, derechos fundamentales...)
Cada año podía elegirse a los miembros de una de estas cámaras consecutivamente, y cada una de ellas podría nombrar la parte del gobierno responsable de ejecutar las políticas de cada área. La cámara de asuntos políticos elegiría también al presidente del gobierno, con una función de coordinar todas las políticas en la medida de lo razonable.
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En fin, y ya no sigo, que es tarde y tengo sueño. Espero que la propuesta se pula (o se tale) con vuestros comentarios.
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POST-DATA (16-FEBRERO): Téngase en cuenta que la propuesta de la democracia pluricameral es en cierto sentido semejante a la idea de consultar todas las leyes en referendums. Quien piense que las consultas populares masivas son una buena cosa (yo mismo), tiene que aceptar que la democracia pluricameral es mejor que la que tenemos, pues en ella se tendría más en cuenta la opinión verdadera de los ciudadanos acerca de cada proyecto legislativo.
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13 comentarios:

  1. Jesús Zamora:

    Es usted un optimista y cree que todo el mundo es tan racional como usted es (o usted -y yo y Rita- cree que es).

    El debate y la elección por temas choca con la pasividad mayoritaria para los temas concretos y tratados racionalmente. Lo frecuente es creer que todo está más o menos relacionado con una visión del mundo -cosa no tan descaminada- o con un proyecto o voluntad. Y lo que se vota, por tanto, es el proyecto o visión globales.

    Quizá se cede en esto para conseguir aquello o se apoya a fulano para conseguir el apoyo de mengano. Pero no se desliga cada tema para tratarlo por sí mismo, e incluso dudo de que eso se pueda hacer.

    Un saludo.

    surscrd

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  2. Yo prefiero una solución a la Asimov:
    MULTIVAC

    y a tomar por saco xD

    Aunque lo de las múltiples cámaras suena bastante curioso, en fin, soñar es gratis ^^U (al menos por ahora que a saber si los de SGAE echarán también mano a eso... "es que ha soñado usted con Ramoncín...")

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  3. Salud:

    Si se fuera riguroso en esto del escrutinio (en el sentido de examen y averiguación exacta y diligente que se hace de algo para formar juicio de ello) electoral, las abstenciones contarían, con lo que no se cubrirían los escaños por ellas "no-obtenidos" (actualmente, la abstención, es la tercera fuerza política de España; muy por encima de los votos obtenidos por Izquierda Unida y muy cerca de los que obtienen los dos partidos mayoritarios).

    Lo que pasa es que el rigor, en política (en esta 'política'), no cuenta. El rigor debe ser para asuntos más banales como las ciencias, la lógica y la metodología. La 'política' consiste en el "yo me lo guiso y yo me lo como y, el rigor, me lo paso por el arco del triunfo". Así, nunca se podrán hacer lecturas de la realidad.

    Los analistas políticos -sobre todo los que pululan por las televisiones-, practican análisis de salón y de despacho (éste último, en el mejor de los casos), nunca desde el rigor científico. Son paniaguados de posturas o imposturas -que de todo hay- más interesados en la polémica y la audiencia que en la explicación de la realidad o una aproximación a la misma.

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  4. Lo de las abstenciones no es cuestión de rigor, sino de pura convención (se ha decidido que sea así, porque interesa). Pero sí que estaría bien que al menos los botos en blanco (para que la gente se tomara la molestia de expresarse) dieran lugar a escaños vacíos.

    Y lo de que la propuesta choca con la pasividad y la visión "holística" de los votantes, puede que sea cierto, pero creo que mi propuesta tendría valor pedagógico: se fomentarían los debates temáticos, y además se reduciría el compromiso de los votantes con ciertos partidos.

    Además, aunque votara menos gente (cosa que dudo), sí que votarían para cada tema quienes tienen más interés en él. Si a los demás les da igual que en materia de educación haya una política u otra, pues pasan de votar y ya está (para eso está el derecho de abstención), pero entonces la política educativa se haría teniendo en cuenta las preferencias de quienes sí que tienen interés en ella.

    A mí, por ejemplo, me gusta más la política educativa propuesta por el PP que la que propone el PSOE (aunque ninguna de las dos sea para tirar cohetes... bueno, sí, pero no digo a dónde... ¡y no digamos de la distancia entre hay en ambos casos entre lo que proponen y lo que hacen!), pero me gusta más la política social del PSOE que la del PP. ¿Por qué no tiene que tener en cuenta esta diversidad el sistema electoral?

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  5. Y no veo por qué tiene que ser incompatible el ser positivista con el ser reivindicativo, ¿no?

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  6. Ingeniosa propuesta la de Jesús pero poco efectiva, ya que sigue siendo una propuesta que se hace desde la centralidad. El problema de la política es la lejanía entre el centro de decisión y los votantes. No puede ser que el centro de atención social de Ayamonte se decida en Madrid.
    Dejando nacionalismos aparte que no llevan a ningún sitio, lo que mejor funciona es un estado con gestión descentralizada, donde el centro de decisión este cerca del cliente de esas decisiones. Los ayuntamientos (y los barrios de las grandes ciudades) deberían tener un mayor presupuesto. El menor el Estado, que para promulgar leyes y pagarle al Rey con mucho menos basta.

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  7. Íñigo:
    el prejuicio que hay hoy n día contra la "centralidad" me parece excesivo. Hay cosas que es más lógico que se decidan a nivel local, otras a nivel regional, y otras a nivel mundial. Lo bueno de la "centralidad" son sobre todo dos cosas:
    1. las economías de escala: algunas cosas salen muchísimo más baratas si se gestionan en cantidades enormes (una de las grandes catástrofes del Estado de las Autonomías es que multiplican los costes burocráticos y administrativos de manera fenomenal, además de otros costes, para, al final, tener casi exactamente el mismo servicio aquí que en el pueblo de al lado)
    2. (lo que creo que es más importante): la "centralidad" consiste precisamente en que el derecho de los individuos a determinadas prestaciones no se vea sometido al capricho de sus vecinos; no es lógico que la contrata de limpieza del centro de atención social de Ayamonte se gestione en Madrid -o en Sevilla-, ni que las llamadas de teléfono las atiendan en Barcelona, pero no es lógico que mi derecho a recibir esa atención o no, la decida el Cantón de Ayamonte, y pueda tomar una decisión diferente que el Cantón de Huelva.

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  8. Jesús,
    De acuerdo, todo tiene su límite. Pero es tiene fundamento la uniformidad cuando las necesidades son totalmente diferentes. Veamos, por ejemplo, la educación. Aunque hay que poner unas condiciones básicas para todo el mundo, no parece que deban de tener gestiones uniformes los siguientes un institutos: uno gallego con dos lenguas oficiales, uno de Álmería con 80% de emigrantes, uno del centro de Madrid o uno de un pueblo de Cáceres con 10000 habitantes.
    Otro ejemplo: no puede haber la misma política agraria en Jaén, con un marcado carácter latifundista, que en la Rioja, ya que en lo único que coinciden en es en la palabra agraria.
    Por otro lado, es mentalidad centralista creer que en todas partes es bueno que se actúe igual, cuando los recursos son escasos y tienen que ser utilizados en aquellos aspectos que haya mayor necesidad. En Canarias no parece que se deba gastar dinero en piscinas cubiertas y sí en depuradoras de agua; en Asturias es al contrario.
    Pero si vamos a lo de la pluricámara, vemos que donde hay que trabajar hombro con hombro, esto es, en los ayuntamientos se llegan a acuerdos entre todos los partidos (y más si les dejarían desde las sedes centrales de los mismos) e imprimen la política que creen mejor independiente de quien sea el que lo proponga.

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  9. Iñigo:
    desde luego, pero una cosa es la gestión (que es lógico que se haga "en el tajo"), y otra cosa es la legislación (que lo que recoje -o debe recojer- son los derechos y deberes).
    La política agraria, p.ej., debe tener en cuenta no sólo cómo se gestiona una zona determinada, sino también cosas como de qué manera se garantizan las rentas de los habitantes de las zonas rurales, de qué manera se controla -o se deja de controlar- el mercado de productos alimentarios básicos, y cosas así, que no puede gestionarse comarca por comarca, porque afectan a millones de personas (de hecho, me parece más lógico que se haga a nivel europeo).
    La política fiscal es otro ejemplo que no tiene sentido dejar a niveles muy regionales, porque su objetivo es la redistribución de la renta.
    Lo importante es decidir qué cosas se hacen en cada nivel de administración, pero decidir ESO (el reparto del poder) es algo que tiene que hacerse al mayor nivel posible, precisamente.

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  10. Si el poder emana del pueblo, las decisiones deberían estar cercanas al pueblo.

    El sistema que se propone de cámaras me parece utópico y que tiene el mismo problema que el actual sistema español, el exceso burrocrático.
    Para ejemplo un botón, ¿ Qué cámara decide la política científica? De hecho este problema ya pasa en la actualidad.

    Yo para ser diferente instauraría el "Ministerio de la Evolución". Sería el Ministerio encargado de inspeccionar, auditar y exponer los resultados de las actuaciones del resto de ministerios, de esta forma se establecería una selección de los más aptos. De esta forma se podrían eliminar leyes anacrónicas, obsoletas, absurdas. Vamos eliminar los apéndices que tiene el estado para evitar la perdida de energías en vías evolutivas muertas.

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  11. Jesús,
    La más difícil decisión de los que tienen poder es delegar y distribuir ese poder; ó trasferirlo a otro órgano a más nivel.
    Yo creo que la eficacia está ligada a la descentralización, ya sea en los Estados o en las empresas. Eso no significa que tiene que haber políticas comunes o que haya una central de compras.
    Deberíamos fijarnos en las grandes empresas exitosas que hace tiempo que han solucionado este tipo de problemas.

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  12. JuanMa:
    Cualquier sistema puede tener más o menos burocracia, según queramos ponerla o prescindir de ella.
    Con respecto a la división de competencias entre las distintas cámaras, eso es algo que las cámaras en su conjunto (o una comisión permanente formada por representantes de todas ellas) deberían decidir, por supuesto. Aunque yo pondría la política científica con la universitaria.

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  13. Íñigo:
    una cosa es que el proceso de decisión esté centralizado (en el sentido de que las órdenes vayan jerárquicamente de arriba hacia abajo, sin dejar autonomía a los organismos inferiores), y otra cosa muy distinta es que los derechos y deberes de los individuos sean iguales en todas partes.

    Lo primero es una cuestión empírico: hay que averiguar qué distribución de la autonomía es más eficiente. Tal vez lleguemos a la conclusión de que las unidades de gestión óptimas son los ayuntamientos, y entonces quitamos las comunidades autónomas y los estados (?). De todas formas, para cada tipo de política y de problema, un determinado nivel de gestión puede ser óptimo, y no tiene por qué coincidir con el de los otros problemas.

    Con respecto a lo segundo, se trata más bien de una cuestión moral: ¿quiénes son los que deciden en qué unidades de gestión se divide una población, y qué competencias tiene cada una? ¿Cada barrio lo decide por su cuenta? Confieso que me dan mucho miedo las decisiones "a lo Kosovo". La pertenencia a un grupo más amplio que el de tus vecinos más cercanos es precisamente lo que te permite defenderte frente a la explotación por parte de esos vecinos. La autogestión está muy bien cuando todos los autogestinados se llevan a partir un piñón, pero si hay intereses contrapuestos, la cosa no está tan clara.

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