"Por más hermosa que sea la moralidad del Nuevo Testamento, apenas puede negarse que su perfección depende en parte de la interpretación que hacemos ahora de sus metáforas y alegorías."
Preciosa y justísima frase de las que la esposa de Darwin censuró en la Autobiografía de su marido (según El País de ayer). Parece sacada del mismo God delusion de Dawkins y su insistencia sobre el zeitgeist.
Y dijo Jesús: "El Reino de los Cielos es como un moco duro con cola blanda, que se aferra a las narices, pero tiene una línea directa que lo conecta osmóticamente al cerebro. Llegó entonces el dueño del moco y lo extrajo con su meñique, y lo arrojó sobre una higuera, mas luego lo lamentó al notar la pérdida de masa encefálica."
Mas los fariseos murmuraban "a este se le va la olla", y decidieron echarle haloperidol al agua del Jordán, aunque aún era Sábado.
Una parábola no es una metáfora, sino una enseñanza moral ejemplificada de forma ficticia. El Nuevo Testamento, lo supiera Darwin o no, se interpreta literalmente, al no ser signo de nada futuro ("todo se ha cumplido ya"), con la notable excepción del Apocalipsis.
De ahí que las únicas polémicas significativas con los herejes sobre este particular conciernan o bien a la cuestión del canon (gnósticos), o bien a discusiones doctrinales entresacadas de las epístolas de San Pablo (naturaleza de la gracia e identidad de la Iglesia, básicamente). Ahora bien, de la interpretación literal acostumbrada no se sigue que quepa prescindir de la autoridad del magisterio. Las leyes también se interpretan a la letra, pero requieren de jueces.
¿De verdad que cabe subjetividad en la interpretación de las parábolas? Creo que son lo más claro y fácil de interpretar del Nuevo Testamento. Muchas estaban dirigidas a gentes sin formación alguna. Se puede ahondar mucho en su significado, pero no creo que se presten a interpretaciones divergentes. No se a qué se refiere Darwin con su afirmación. Yo le hubiera pedido una explicación mayor. También ignoro las razones que llevaron a su mujer a censurarla. Y mucho menos entiendo a Jesús (Zamora), cuando afirma que esta afirmación es "preciosa" y "justísima". O sea, que no entiendo nada.
Se puede ahondar mucho en su significado, pero no creo que se presten a interpretaciones divergentes.
A mí la que me mola es la del Hijo Pródigo. Es cierto que no hay equívocos en ella: si eres un drogata ladrón e hijoputa, serás más querido por el Señor. Si, por el contrario, siempre obedeces al Señor, ayudas a tu padre en el curro, etc, etc, éste te despreciará y te dará por el antifonario. Esa moraleja y la alabanza de los pobres de espíritu definen el cristianismo.
Aquí, aunque de paso, hablé del hijo pródigo en estos términos:
Las obras no son buenas en sí, sino que resultan mejores o peores dependiendo de quién las haga. Ved la parábola del hijo pródigo. Regresó a casa tras una vida de dispendio, pero recibió más amor de su padre que su buen hermano, recto desde el principio. ¿Por qué? Porque para el pródigo fue más duro cambiar y retomar el sendero; y el desenlace, aunque tardío, resultó más bello. De nuevo el mal como medio para el bien. De nuevo la subjetividad del agente por encima de la objetividad moral de la obra. De nuevo la pobreza espiritual contrapuesta a la crematística.
Demorar la conversión es un demérito, pero si es sincera y se desea por sí misma -aunque se demore- resulta excusable. El arrepentimiento, en realidad, está un grado por debajo de la conversión y no puede desearse: se siente o no. Todas las especulaciones sobre la gracia parten de esta constatación.
Bueno, en el peor de los casos (que Dios exista, que sea un dios vengativo, y que no se trague mis disculpas), siempre me quedará la posibilidad de responderle lo mismo que Bertrand Russell:
El problema es la discrepancia entre lo que se puede interpretar de las parábolas y otras acciones o hechos de Jesús. Pero eso es típico. Nada mejor que tener un versículo que afirme algo y otro que lo niegue para que los interpretadores puedan hacer cosas tan coherentes como abogar por la paz y bendecir armas.
Cristo enseñó que había que estar dispuesto a morir por la religión, y ello si no había más remedio, esto es, si sólo podía evitarse causando otra injusticia. Así, escapó a las multitudes enfurecidas por su prédica, pero no a la autoridad del Sanedrín, puesto que lo contrario habría supuesto rebeldía. No predicó la sumisión, sino la mansedumbre; recomendó que nos humilláramos, no que nos dejásemos humillar; y, en fin, no nos animó a dejarnos matar en cualquier caso, sino a renunciar a aquello que entorpeciera a nuestra salvación, aun al precio de nuestra vida.
En fin, no se pierda de vista que Cristo instruye a los hombres, no a los príncipes. Hay exigencias morales a las que el Estado no está sujeto, ya que no es propietario incondicional de todos los bienes que defiende (i.e., la vida de sus súbditos), por lo que tampoco puede renunciar a ellos.
¡Pero eso ya lo sabían los babilonios y los egipcios! Excepto que a la Y griega la llamarían "el pubis de Inanna" o algún otro nombre sumerio y cachondo.
(coño: mirad una Y mayúscula con objetividad y decidme a qué se parece)
Esto quizá merezca interpretación: Permanezca cada cual en el estado en que estaba al ser llamado. ¿Eras esclavo cuando fuiste llamado? No te preocupes. E incluso, aunque pudieras hacerte libre, harías bien en aprovechar tu condición de esclavo. Porque la llamada del Señor convierte en libre al esclavo, y de modo semejante, al que era libre, lo convierte en esclavo de Cristo. Habéis sido comprados a buen precio; no os hagáis esclavos de hombres. Que cada cual, hermanos, continúe ante Dios en el estado que tenía al ser llamado. - 1 Co, 7, 20-24
¿Cuales son las metáforas y alegorías de la moralidad del Nuevo Testamento?
ResponderEliminarCoño, José Luis: las parábolas.
ResponderEliminarA Yisus no lo mataron por incordiar a los romanos, sino por pasarse el día dando la brasa con las parabolitas de las narices.
ResponderEliminarSan Freman 69:69
ResponderEliminarY dijo Jesús: "El Reino de los Cielos es como un moco duro con cola blanda, que se aferra a las narices, pero tiene una línea directa que lo conecta osmóticamente al cerebro. Llegó entonces el dueño del moco y lo extrajo con su meñique, y lo arrojó sobre una higuera, mas luego lo lamentó al notar la pérdida de masa encefálica."
Mas los fariseos murmuraban "a este se le va la olla", y decidieron echarle haloperidol al agua del Jordán, aunque aún era Sábado.
Una parábola no es una metáfora, sino una enseñanza moral ejemplificada de forma ficticia. El Nuevo Testamento, lo supiera Darwin o no, se interpreta literalmente, al no ser signo de nada futuro ("todo se ha cumplido ya"), con la notable excepción del Apocalipsis.
ResponderEliminarDe ahí que las únicas polémicas significativas con los herejes sobre este particular conciernan o bien a la cuestión del canon (gnósticos), o bien a discusiones doctrinales entresacadas de las epístolas de San Pablo (naturaleza de la gracia e identidad de la Iglesia, básicamente). Ahora bien, de la interpretación literal acostumbrada no se sigue que quepa prescindir de la autoridad del magisterio. Las leyes también se interpretan a la letra, pero requieren de jueces.
¿De verdad que cabe subjetividad en la interpretación de las parábolas? Creo que son lo más claro y fácil de interpretar del Nuevo Testamento. Muchas estaban dirigidas a gentes sin formación alguna. Se puede ahondar mucho en su significado, pero no creo que se presten a interpretaciones divergentes.
ResponderEliminarNo se a qué se refiere Darwin con su afirmación. Yo le hubiera pedido una explicación mayor. También ignoro las razones que llevaron a su mujer a censurarla. Y mucho menos entiendo a Jesús (Zamora), cuando afirma que esta afirmación es "preciosa" y "justísima". O sea, que no entiendo nada.
Se puede ahondar mucho en su significado, pero no creo que se presten a interpretaciones divergentes.
ResponderEliminarA mí la que me mola es la del Hijo Pródigo. Es cierto que no hay equívocos en ella: si eres un drogata ladrón e hijoputa, serás más querido por el Señor. Si, por el contrario, siempre obedeces al Señor, ayudas a tu padre en el curro, etc, etc, éste te despreciará y te dará por el antifonario. Esa moraleja y la alabanza de los pobres de espíritu definen el cristianismo.
Aquí, aunque de paso, hablé del hijo pródigo en estos términos:
ResponderEliminarLas obras no son buenas en sí, sino que resultan mejores o peores dependiendo de quién las haga. Ved la parábola del hijo pródigo. Regresó a casa tras una vida de dispendio, pero recibió más amor de su padre que su buen hermano, recto desde el principio. ¿Por qué? Porque para el pródigo fue más duro cambiar y retomar el sendero; y el desenlace, aunque tardío, resultó más bello. De nuevo el mal como medio para el bien. De nuevo la subjetividad del agente por encima de la objetividad moral de la obra. De nuevo la pobreza espiritual contrapuesta a la crematística.
Por si el sermón resulta de algún interés.
Vale. Entonces seguiré la doctrina de Bart Simpson, y me arrepentiré en el lecho de muerte. Hasta Pascal aprobaría mi plan.
ResponderEliminarDemorar la conversión es un demérito, pero si es sincera y se desea por sí misma -aunque se demore- resulta excusable. El arrepentimiento, en realidad, está un grado por debajo de la conversión y no puede desearse: se siente o no. Todas las especulaciones sobre la gracia parten de esta constatación.
ResponderEliminarBueno, en el peor de los casos (que Dios exista, que sea un dios vengativo, y que no se trague mis disculpas), siempre me quedará la posibilidad de responderle lo mismo que Bertrand Russell:
ResponderEliminarNot enough evidence, God! Not enough evidence!
>El Nuevo Testamento,[...] , al no >ser signo de nada futuro
ResponderEliminarMateo 23, Mateo 24, Marcos 13, Lucas 21.....
Bueno, no se cumplió. Segunda venida no hubo no?.
Kewois
El problema es la discrepancia entre lo que se puede interpretar de las parábolas y otras acciones o hechos de Jesús.
ResponderEliminarPero eso es típico.
Nada mejor que tener un versículo que afirme algo y otro que lo niegue para que los interpretadores puedan hacer cosas tan coherentes como abogar por la paz y bendecir armas.
Kewois
Cristo enseñó que había que estar dispuesto a morir por la religión, y ello si no había más remedio, esto es, si sólo podía evitarse causando otra injusticia. Así, escapó a las multitudes enfurecidas por su prédica, pero no a la autoridad del Sanedrín, puesto que lo contrario habría supuesto rebeldía. No predicó la sumisión, sino la mansedumbre; recomendó que nos humilláramos, no que nos dejásemos humillar; y, en fin, no nos animó a dejarnos matar en cualquier caso, sino a renunciar a aquello que entorpeciera a nuestra salvación, aun al precio de nuestra vida.
ResponderEliminarEn fin, no se pierda de vista que Cristo instruye a los hombres, no a los príncipes. Hay exigencias morales a las que el Estado no está sujeto, ya que no es propietario incondicional de todos los bienes que defiende (i.e., la vida de sus súbditos), por lo que tampoco puede renunciar a ellos.
A mí la que me gusta es: "En verdad, en verdad os digo, que i griega es igual a equis al cuadrado".
ResponderEliminar¡Pero eso ya lo sabían los babilonios y los egipcios! Excepto que a la Y griega la llamarían "el pubis de Inanna" o algún otro nombre sumerio y cachondo.
ResponderEliminar(coño: mirad una Y mayúscula con objetividad y decidme a qué se parece)
Freman: te recuerdo que "i griega" se escribe con i latina (la RAE también admite el nombre "ye", aunque a mí me suena a los Beatles).
ResponderEliminar:) Sí, ya lo sé (sería redundante, de lo contrario). Pero de haberla escrito correctamente, no podría haber hecho el chiste púbico.
ResponderEliminarEsto quizá merezca interpretación:
ResponderEliminarPermanezca cada cual en el estado en que estaba al ser llamado. ¿Eras esclavo cuando fuiste llamado? No te preocupes. E incluso, aunque pudieras hacerte libre, harías bien en aprovechar tu condición de esclavo. Porque la llamada del Señor convierte en libre al esclavo, y de modo semejante, al que era libre, lo convierte en esclavo de Cristo. Habéis sido comprados a buen precio; no os hagáis esclavos de hombres. Que cada cual, hermanos, continúe ante Dios en el estado que tenía al ser llamado.
- 1 Co, 7, 20-24