Acabo de terminar de leer el libro El gusano que usaba el caracol como taxi (y otras historias naturales), del biólogo francés Jean Deutsch, y traducido y publicado en español por FCE-Argentina. Ha sido más o menos como asistir a una resurrección de uno de mis santos profetas, nada menos que a la resurrección de Stephen Jay Gould. Si me hubieran dicho que era un libro nuevo de san Stephen, y yo no hubiera sabido que el pobre había muerto hace (¡¡¿ya?!!) ocho largos años, lo habría podido tomar como una nueva entrega de sus deliciosos relatos biopaleontológicos. Hay, por supuesto, las suficientes referencias históricas, culturales y estilísticas que le pueden hacer a uno sospechar que está leyendo un libro francés, pero las peculiaridades, no ya del estilo, sino sobre todo del género, están perfectamente ensambladas por Deutsch, y el resultado es tan agradable e interesante como las obras del maestro.
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No voy a destripar nada del argumento de estas "historias" (pero no me resisto a mencionar que hay un descubrimiento -para mí- sorprendente sobre los genes hox de las anémonas, que me extraña no haber encontrado antes en los blogs antidarwinianos que frecuenté en los últimos meses), sino que quiero aprovechar para reflexionar un poco sobre el género literario mismo al que la propia obra El gusano que usaba el caracol como taxi se refiere como "historias naturales", haciendo un juego de palabras perfecto en francés y en español, y difícil de traducir al inglés (una mezcla de "natural history" y "natural stories"). Puesto que el género no se limitaría necesariamente a la biología y demás ciencias naturales, yo prefiero llamarlo gouldianas, aun sabiendo que el género propiamente dicho no es invención de Gould (¿quién no recuerda los encantadores relatos de El electrón es zurdo, de Asimov, por ejemplo?).
Una gouldiana es una mezcla de artículo de divulgación sobre un hecho científico (o un presunto hecho científico), y de relato periodístico o histórico sobre las andanzas humanas que llevaron al descubrimiento (o aparente descubrimiento) de ese hecho. Como buen artículo de divulgación, debe presentar de manera honesta e inteligible los datos relevantes, los argumentos esenciales, las principales fuentes de posibles dudas. Como relato, debe contener su planteamiento (situación del conocimiento previa a los descubrimientos; situación social o intelectual de los protagonistas; caldo de cultivo cultural o político), nudo (las acciones que llevaron a cabo éstos, y las dificultades a las que se enfrentaron) y desenlace (el estado del conocimiento, de la organización social de la ciencia, etc.), organizados de tal forma que el proceso sea a la vez lógico y sorprendente.
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Es un género sumamente difícil, porque el autor debe tener un conocimiento a la vez muy profundo y muy vasto, tanto de los contenidos científicos de los que habla (a menudo no pertenecientes directamente a su especialidad como investigador, si es que acaso es un científico), como de las circunstancias históricas, sociales, culturales, pasadas o presentes, que sean relevantes para la historia, y debe poseer también una técnica literaria que permita llevarte a leer cada aventura de un tirón.
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Es en parte por eso, tal vez, que el género de las gouldianas no se practica demasiado a menudo, en particular en nuestro país, donde el científico metido a divulgador prefiere "hablar de lo suyo" y tiende más a la autobiografía científica, y el periodista metido a divulgador prefiere limitarse a la mera "masticación" de descubrimientos. No se lea ninguna de estas cosas como una crítica: ambos géneros son importantes para que exista una sana actividad divulgadora en un país; sólo que echo de menos que hubiera algunos autores españoles dedicados a la elaboración artesanal y cuidadosa de gouldianas encantadoras. Sobre todo, en relación con mi propuesta de intensificar la actitud emocional del público hacia la ciencia, sería muy deseable el que tuviéramos una bella colección de gouldianas sobre trabajos de investigación llevados a cabo por investigadores españoles, de hoy y de anteayer. Es un reto que propongo a la nueva generación de divulgadores de la ciencia y de jóvenes científicos deseosos de darse a conocer al público.
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¡Ánimo, y a escribir gouldianas!
Me ha gustado la palabra.
ResponderEliminarA ver si me animo.
Saludos
Pues ánimo. Ya me contarás.
ResponderEliminarSaludos