El Ministerio de Educación va a aprobar la regulación del nuevo "Máster en profesorado", que va a sustituir al CAP de infausta memoria (yo lo hice y lo único que recuerdo es que una profesora me dictaba los apuntes). ¿Se convertirá ésto en una batalla digna de Piratas del Caribe, con los navíos de los pedagogos enfrentados a los de las otras facultades por conseguir cada uno un trozo del tesoro de la matrícula? Conociendo la universidad española, me temo que sí. En el Otto Neurath tenemos guardada una bandera negra con la calavera, por si acaso.
Lo bueno del nuevo máster es que resultaba totalmente necesario un verdadero aprendizaje pedagógico por parte de los futuros profesores (yo he propuesto que se adopte un sistema análogo al MIR de los médicos: profesores "residentes" bajo la supervisión de pedagogos y profesores de calle ante alumnos de carne y hueso, por un par de años, y el que no lo supere, que no se quede). Los profesores de didáctica tendrían que estar mostrando a los novatos lo que hay que hacer, pero haciéndolo ellos mismos (como los médicos veteranos en los hospitales universitarios). Si los demandantes de servicios sanitarios tienen a los mejores médicos a su disposición en esos hospitales, ¿por qué los demandantes de servicios educativos -i.e., alumnos- no han de tener a los mejores expertos en pedagogía ayudándoles a aprender a ellos -y de paso a los profes en prácticas-? Y cuanto más necesitados estén los alumnos -léase, cuanto más "problemáticos" sean-, más razón para que los atiendan los expertos en pedagogía -en vez de los más recién llegados-]. [Por cierto, ¿está previsto garantizar de alguna manera la calidad didáctica de los que ya son profesores de secundaria, o los de la universidad?]
La duda es que no está muy claro si el nuevo máster mejorará realmente la situación. Si el CAP no ha funcionado, tal vez no se debía a que era "poco", sino a que estaba mal concebido. Si el máster es sólo lo mismo que el CAP pero más largo y más caro, es como si te estabas tomando antibióticos para la gripe y, como no hacían efecto, triplicas la dosis. Los que han pasado por el CAP, que digan si han aprendido allí mucho que les haya servido realmente para dar clase. Y si la respuesta es no, que piensen si es porque el CAP duraba poco, o porque quienes lo impartían daban más bien la impresión de tener poco que enseñar. Cada cual que opine según su experiencia. [La mía, desde luego, no fue positiva. Lo que aprendí de didáctica fue por ensayo y error, y sobre todo, viendo lo que hacían los profesores que me gustaban. No sé si realmente hay otro método. Ahora bien, si el problema es que los profesores tienen que resolver ahora demasiados conflictos en las aulas -y no precisamente académicos-, tal vez más que un máster en didáctica, les haría falta uno en trabajo social, o en artes marciales].
Por último, lo malo es que, al obligar a hacer este máster a los alumnos que quieran tener la opción de trabajar como docentes de secundaria, la demanda del resto de los másteres disminuirá (sobre todo si los 60 créditos del máster de profesorado son suficientes para pasar directamente a hacer la tesis doctoral). Esto puede ocurrir muy posiblemente en las facultades de humanidades. En la práctica, esto significará que el camino de la investigación y de la docencia universitaria, por un lado, y el de la docencia en secundaria, por el otro, en vez de unirse más, como es absolutamente necesario, van a separarse por culpa de un nuevo gran obstáculo. [¿Por qué no se ha previsto un camino claro y sencillo para la promoción de los profesores de secundaria a la universidad? De paso, tampoco vendría mal establecer un camino inverso para algunos... Pero no, borro este último pensamiento maligno: al fin y al cabo, ¿qué culpa tienen los alumnos y profes de secundaria de que muchos profesores de universidad sean bastante negados?].
¡Que los dioses del mar nos acompañen!
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Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy interesante noticia, sobretodo para mí, que precisamente tengo cierta vocación docente.
ResponderEliminarTal como están las cosas a día de hoy, es más rentable y fácil poner una academia (que con el nivel educativo que hay sabes que nunca te van a faltar los alumnos) que currarse un máster y/o unas oposiciones.
Y estoy completamente de acuerdo que lo mejor sería un periodo de prueba como el MIR, pero conociendo como funcionan las cosas en este país pasaría que, en muchos casos, funcionase por amiguismo, por enchufe o por criterios subjetivos del centro (sobretodo si no es público).
Yo al menos, como soy de física, no tengo ningún tipo de disputa moral o política. Como podría tenerlo alguien de biología o alguien de historia: si no le gusta lo que dices en clase, no vales.
En definitiva, que mientras este sea un país de "analfaburros", no va a faltar el pan a profesores particulares y academias. Y creo que ningún plan que introduzcan serán realmente positivo, porque el problema aquí lo tenemos en las personas y no en los planes.
Me parece bien lo del "MIR docente", no sólo para apear a los que no demuestran aptitudes, sino para que los aspirante adviertan a pie de trincheras los placeres que ofrece el intentar domesticar adolescentes refractarios, algo que es muy diferente a soltar la lección magistral a un rebaño sumiso.
ResponderEliminarHice el CAP hace una burrada de años. Duró 3 meses. Fue una auténtica pérdida de tiempo.
http://comoquerais.blogspot.com/2008/12/el-culto-los-expertos-i-la-pedagoga.html
ResponderEliminarNo puedo estar de acuerdo con la entrada, porque sólo muy parcialmente puedo estar de acuerdo con el artículo.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que el CAP es una farsa, y siempre lo ha sido. Añado que ha sido una farsa muy conveniente para los implicados, una farsa que les ha permitido habilitarse para ser profesores sin haber estudiado nada, sin haber hecho prácticas, y sin demostrar que sepan hacer la O con un canuto. De las continuas protestas gremiales de los profesores esa es de las pocas que no he oído nunca.
Estoy también de acuerdo en que para enseñar Matemáticas hay que saber Matemáticas, para enseñar Geografía hay que saber Geografía, y así sucesivamente. Que eso sea lo único que hay que saber, y que la habilidad para enseñar se adquiera por concesión del Espíritu Santo al licenciarse en la mediocre tirando a pésima Universidad española, pues va a ser que no.
Enseñar Matemáticas está claro que tiene en parte su propia técnica, diferente de enseñar Geografía. De ahí a decir que no tiene técnica ningúna, media un abismo, y esa es una afirmación que va en contra de toda experiencia.
De toda experiencia sufrida como alumno de Matemáticas. Yo he tenido como una docena y media de profesores que me han dado matemáticas, con uno u otro nombre, en secundaria y enseñanza universitaria (dejemos de momento la primaria). Pues bien, creo que he tenido entre ellos, dos aceptablemente buenos: uno era el profesor de la academia a la que había que ir porque con el profesor titular no se aclaraba nadie. El otro era un suplente que tuve tres meses. Ese es el panorama de la enseñanza de la matemática a nivel secundaria y universidad. Puedo añadir los de Física y asignaturas colaterales tranquilamente a la nómina, y hacen las dos docenas. Y eso ya empieza a ser casi una muestra apta para ajustar a la Normal. O sea, representativa.
¿Los profesores de Matemáticas es que no saben bastantes matemáticas o es que son constitucionalmente incapaces de enseñarlas?
Sinceramente, no lo sé. Probablemente un poco de cada cosa.
Pero decir "como enseñando a la buena de Dios como ha sido toda la vida nos va mal, vamos a seguir enseñando exactamente igual sin saber una mierda del asunto, para que nos vaya mejor".
Porque eso es lo que se viene a sostener por el artículo y por ti: puesto que el CAP es una farsa, y es lo mismo que si no existiera. No es que se enseñen cosas inútiles, es que se hace como que se enseña algo (que no se sabe si sería útil o inútil, en caso de que sí se enseñara).
Por tanto, habra que plantearse qué habría que hacer para que la cosa vaya mejor, no sostener que habrá que seguir haciendo lo mismo que hasta ahora.
Claro, se da por supeuesto que el famoso Master va a ser la misma farsa. Quizá es una suposición realista, a la vista de cómo está el patio universitario y cómo son los intereses del grupo afectado (candidatos a profesores y profesores) que son algo así como intocables.
¿Pero sustitir el CAP por prácticas porque lo que se enseñaba en él era una farsa? Pero si el CAP ya incluye prácticas, que son igualmente una farsa. ¿Que garantiza que estas serían distintas? Porque la misma resistencia y los mismos intereses habrá contra una cosa como contra la otra.
¿Un master en didactica de la matematíca será necesariamente la misma farsa que el CAP? ¿Y las prácticas en cambio no serán la misma farsa que el CAP?
A ver si va a suceder que lo que hace falta es que la formación universitaria sea mejor: de esa manera, igual los aspirantes a profesores saben más matemáticas, e igual los que enseñan didactica de la matemática saben algo de lo que enseñan (porque ellos también aprendieron esa considerada bazofia en la misma Universidad) e igual las practicas, con cualquier nombre, se hacen y evalúan de verdad.
Y por cierto ¿quien las iba a evaluar? ¿Los mismos pesimos profesores de matemáticas de ahora?
En los países donde hacen estas cosas mejor, tienden a tener algo de ambas cosas: formación específica para enseñar (supongo que orientada a la materia concreta) y prácticas serias. Que duran bastante, porque durante bastante tiempo (o siempre), un profesor no alcanza el nirvana del puesto fijo e inamovible, que es el busilis del asunto.
Y encima, en bastantes de estos países, alcanzar la titulación exigida para enseñar no es un paseíto como es aqui titularse en la Universidad en muchas carreras.
Conste que no estoy defendiendo a los pedagogos vituperados, que me merecen a priori la misma mediocre opinión que los demás involucrados (pero por hipótesis inductiva, porque de los otros lo sé seguro).
También sé seguro que los "clásicos" de la pedagogía, aunque tal vez más los de primaria que son más conocidos, fueron todos maestros, y desarrollaron sus métodos (entonces novedosos) para lidiar con trmendos problemas a pie de aula. Español hay alguno, aunque todos de antes de la Guerra y la feroz depuración en masa de los maestros que la siguió. Algo tendrá que ver.
Leída con más atención tu entrada, estoy bastante de acuerdo con ella en casi todos sus puntos. Realmente mi comentario anterior se referiría más adecuadamente al artículo que enlazas elogiosamente, pero cuya posición es bastante diferente de la que reproduces de tu entrada anterior.
ResponderEliminarSoluciones para que el master en profesorado no sea el absorbente de todos los másteres para los de letras, hay una muy fácil (je, je, fácil) y que tendría varios efectos positivos:
Limitarlo a unas pocas plazas.
Algo parecido hacen en Finlandia y otros países, donde acceder a los estudios para ser profesor/maestro es muy difícil y muy competitivo: solo los mejores lo consiguen.
Algo parecido pasó muchos años con el MIR, al que acceder era difícil y requería sacar plaza en una oposición reñida.
La justificación es evidente: si se van a hacer prácticas serias eso tiene un coste alto y unas plazas limitadas.
Una última discrepancia, y esta es lateral, aunque bastante seria para mi: el oficio de profesor de secundaria debería ser (y así es en gran parte donde la cosa educativa va medio bien) básicamente el de maestro (no el de profesor de universidad, aunque cambiar de profesión también podría y debería ser algo normal).
Que maestro de Primaria tenga sus especialidades y peculiaridades como lo tiene ser profesor de matematicas o música, está claro.
Pero que "maestro" (la única palabra realmente honrosa de todo el catálogo de denominaciones) en cambio sea "menos", exija menos titulación y dé menos derechos, categoría y sueldo es una aberración como suponer que un pediatra debe ser menos y cobrar menos que otros médicos, porque como se ocupa de los niños...
Hubo una época en que el que había estudiado en la Universidad era la rehostia, y tenía el monopolio de unos saberes muy difíciles de conseguir en otra parte o por cualquier otra persona. El maestro, en cambio, era un profesional a medio camino de la "élite" porque al fin y al cabo leer y escribir era un saber común, mientras que las estructuras algebraicas o el latín no lo eran.
Las cosas ya no son así. El valor aportado por un profesor no es ya poseer un repertorio de saberes de difícil acceso (el acceso está a un clic), sino saber enseñar, motivar y educar: es decir, ser un maestro.
(Lo que de todas maneras, los que eran buenos fueron toda la vida con ese u otro nombre).
Que para ser un maestro de matemáticas al nivel de bachillerato haya que saber muchas matematicas es cierto, pero es algo instrumental, no lo que importa del asunto.
Áloe:
ResponderEliminarme habías dejado preocupado, así que me alegro de que compartas mi opinión en mayor medida de lo que parecía en tu comentario anterior (ahora que no nos oye nadie, te confieso que también me parece demasiado pretencioso el tono del artículo del País: "nosotros sí que somos buenos profesores, y nadie nos ha enseñado").
Sobre lo de que los profesores de primaria y secundaria deberían tener iguales requisitos de entrada, condiciones laborales, y sueldo, totalmente de acuerdo. Yo añadiría que, en ambos casos,se debería pasar -entre otras cosas- un examen de MUY AMPLIA cultura general, porque un maestro creo que debe tener, ante todo, un gran amor por el conocimiento, al menos tan grande como el amor por su transmisión.
Pues sí, en eso tienes razón.
ResponderEliminarEn resumidas cuentas, yo diría que aunque los lamentos jeremíacos de los profesores en general van en el sentido de deplorar el poco nivel de los alumnos y lo poco que curran, los principales problemas de la educación vienen de lo poco que aprendieron en la Universidad los profesores y los pedagogos (ambos grupos, que han estudiado en el mismo sitio). Igual en donde había que currar más es en la Universidad.
Mejorando lo presente, desde luego.
Totalmente de acuerdo con los comentarios de Aloe. Soy profesor de secundaria en ejercicio desde hace muchos años y debo ser de los poquísimos que aprendieron y disfrutaron haciendo el CAP en su día (¡qué vergüenza!),porque me dio la oportunidad de reflexionar y discutir sobre cuestiones que no me había planteado antes, relacionadas con el mundo de la educación.Debe ser que iba bien predispuesto.
ResponderEliminarEn cuanto al nuevo master, opino que probablemente sea una farsa, como dice Aloe y como en muchos casos lo será el CAP. Pero no confundamos términos: La licenciatura que cursé (Biología) fue también una farsa, y, sin embargo, me sigue apasionando la Biología (a pesar de la mayoría de mis profesores)y no se me ocurre pedir que eliminen esta licenciatura. Probablemente muchos especialistas en pedagogía sean mediocres, como lo son muchos universitarios de ciencias, de humanidades etc. y muchos alumnos.y muchos de mis colegas,... porque, la cuestión es, en mi modesta opinión, que el nivel intelectual de nuestra universidad (alumnos y profesores) es mediocre, con todas las honrosísimas excepciones que todos conocemos.
Ahora bien, eso no me lleva a suponer que para enseñar basta con tener muchos conocimientos de mi materia, y que puedo despreciar olímpicamente los conocimientos acerca de cómo es un grupo de adolescentes, cómo se aprende (y cómo no se aprende), cómo graduar la adquisición de conocimientos en distintos niveles y edades, qué funciones cumple la escuela y cuáles debería cumplir,etc., amén de muchas técnicas y destrezas necesarias en aquellas profesiones en las que se trabaja con personas y no con objetos. El dominio de una disciplina es, como bien dicen los matemáticos, "condición necesaria pero no suficiente" para ser un buen profesional de la enseñanza.
Por otro lado, leyendo muchos de estos escritos, uno tiene la impresión de que antes vivíamos en una Edad de Oro de la enseñanza. ¿De verdad era así? Pues yo no lo recuerdo , de verdad, y no por falta de edad. Además ¿dónde está esa generación de soberbios profesionales, extraordinarios intelectuales, humanistas y científicos formados en aquella mítica escuela de hace 20, 30, 40 años? ¿De verdad era tan maravilloso nuestro pasado?
Rubén Nieto, me has alegrado el día.
ResponderEliminarSuscribo tu comentario hasta la última coma.
Lo que me alegra el día no es ver que alguien dice exactamente las cosas que me paso el día diciendo sobre este tema (espero no ser tan narcisista) sino que haya profesores que a pesar del discurso dominante, de los tópicos y de los intereses autojustificativos y gremiales que en el fondo los sustentan, tenga una opinión propia y distinta, y vea las cosas desde un punto de vista más imparcial y menos autocomplaciente.
Seguro que por eso ya tienes todas las papeletas para ser un buen profesor. Mis humildes felicitaciones, por lo que valgan.
Aloe, me alegro de que coincidas con mis planteamientos. Efectivamente, no somos mayoría entre los enseñantes los que pensamos así, aunque tampoco creo que seamos tan poquísimos como puede parecer. Deduzco de tu comentario que no eres profesor/a. ¿Es así?
ResponderEliminarSoy una estudiante de Magisterio, y conozco tanto a alumnos recientes y antiguos del CAP, los cuales recalcan que éste no es más que un mero cursillo para acallar las conciencias y que parezca que das clases porque estás preparado, y a profesores que lo imparten, pues también son mis profesores. Si es cierto que la idea del "MIR docente" es buena, pero no parece haber muchos profesores, que debido a la "calidad" de sus clases quieran ser el centro de las miradas de alumnos ávidos de aprender. Otro factor importante en este ámbito es la vocación. No es fácil la sálida al mundo laboral con la mayoría de titulaciones de humanidades, y es bastante evidente que la opción más factible, que no por ello la más fácil, es la de la docencia. Seguro que todos hemos escuchado de boca de más de un profesor "yo es que no quería ser profesor". Hoy en día en muchos casos se lidia con los niños, en vez de trabajar con ellos, pero es sobre todo por su futuro por lo que algun@s deberían plantearse la docencia. El problema es de raíz, si no hay buenos docentes desde la base (educación infantil y primaria), ¿cómo pretendemos enseñar en secundaria? ¿cómo van a llegar esos chavales a la universidad? ¿y cómo van a ejercer de médicos, abogados, electricistas, etc.? yo sólo espero que todos aquellos que tengan la idea de dedicarse a la docencia se plantee porqué y después se esfuerce en que el CAP (ya sea de 3 meses o de 3 años) sea el adecuado para que no sea un mero trance.
ResponderEliminarRubén: No, no lo soy, aunque tengo parientes, amigos y conocidos que sí lo son, y dos hijos en secundaria. O sea, que llevo viendo el percal (e interesándome por él) hace bastante.
ResponderEliminarNo querría dar la impresion de que pretendo dar tiza a los profesores como si fueran algo diferente del resto de la función pública y de los titulados universitarios.
Entre los problemas más graves de España están (me parece a mi) la mediocridad de la Universidad y la ineficiencia y descontrol de la función pública en general.
Sin emabargo eso no se oye mucho, porque las clases medias universitarias y funcionarias, al fin y al cabo privilegiadas, no es algo que quieran oir.
(No es resentimiento o algo, porque aunque no del profesorado, soy de las otras dos categorias y sé la parte que me corresponde :-))
La pedagogía ha sido una disciplina que a lo largo de los años ha sido despreciada por el licenciado universitario.Como el CAP, un cursillo teórico más que práctico, les permitía acceder a la enseñanza con relativa facilidad se encontraban "capacitados" para la enseñanza de forma rápida pero sin formación metodológica ni didáctica alguna y con el convencimiento en general de que dicha disciplina carecía de importancia. Que bastaba para hacer frente a los alumnos con "saber mucho" del área o asignatura de la cual estaba licenciado. Pero esto en el aula se comprobó que no era así.
ResponderEliminarEl licenciado en Matemáticas o en Historia tenía unos conocimientos efectivamente de su especialidad amplios pero le faltaba la metodología, el saber transmitir esos conocimientos. Pero, ojo, transmitir, expresar verbalmente no es enseñar...esto es mucho más complejo. Necesitas conocer las características epistemológicas de la disciplina que impartes(las Matemáticas o la Geografía) pero sobre todo las características de los alumnos, su comportamiento individual y su interacción en grupo.
Sólo aquellos que por su personalidad o por sus características personales tenían determinadas cualidades afines para la transmisión de los conocimientos triunfaban y se hacía "naturalmente" con los docentes. Pero esto no se puede generalizar: hay personas sabias, con amplios conocimientos que son "pozos de ciencia", es decir, sin capacidades ni habilidades para transmitir conocimientos, sin los recursos metodológicos que permitan que la disciplina sea entendida y comprendida adecuadamente...no es por tanto tan sencillo enseñar. Se necesitan conocimientos pero también recursos y técnicas que según cada área son diferentes y que hay que adaptar a los alumnos...lo que tampoco significa que a estos el profesor se lo dé todo hecho. El proceso de enseñanza corresponde al profesor (y aquí estarán presentes los conocimientos de la asignatura o área, la metodología y los recursos) y luego está el proceso de aprendizaje que efectivamente corresponde al alumno(atención, recogida de datos y conocimientos, asimilación y estudio de los mismos, el esfuerzo y el hábito de estudio) pero aquí es donde el profesor debe tambien exigir y responsabilizar.
Todo este doble proceso no es fácil y no todo el mundo es capaz de ser eficaz en la enseñanza. Puede y de hecho hay muchos errores en ese doble proceso pero en cuanto más nos aproximemos a esa realidad la enseñanza podría mejorar sustancialmente.
La propuesta de un MIR educativo podría ser interesante en cuanto que corrigiese ese desnivel en el profesor universitario entre sus conocimientos y su bagaje pedagógico.
Naturalmente aquí habría también que trabajar el ambiente familiar en el sentido de que el colegio o el instituo no pueden ni deben suplir la responsabilidad de la familia. Ambas partes deben ir en la misma línea en favor del seguimiento del discente.
Salu2.