17 de enero de 2008

COMO EL SOL CUANDO AMANECE - LA ILUSIÓN DEL LIBRE ALBEDRÍO (7)

RECAPITULANDO

Las discusiones suscitadas por las últimas entradas de esta serie han sido sumamente profundas e interesantes. Lo malo es que, como han sido tan largas, es probable que muchos de vosotros os las hayáis perdido. Así que dedicaré esta entrada a resumir los principales puntos que defendía en esos "combates cuerpo a cuerpo" (si las magulladuras me lo permiten). Iremos etiquetando estas tesis continuando la serie anterior:

I) lo único que nuestra experiencia cotidiana nos muestra sobre nuestras decisiones y acciones es lo siguiente (en los casos en que podemos hablar con mayor propiedad de "elecciones voluntarias"; omito "actos impulsivos" y cosas así):
1) imaginamos varias acciones alternativas,
2) asociamos cada una de esas acciones con las consecuencias que cabe experar de ellas,

3) anticipamos una mayor o menor satisfacción por disfrutar esas consecuencias, de insatisfacción por sufrirlas (incluyendo todo tipo de satisfacciones, entre ellas la "satisfacción moral"),
4) deseamos realizar una de esas acciones,
y
5)
de manera inmediata, nuestros músculos se mueven de tal manera que esa acción se comienza a realizar (con o sin éxito).

La tesis siguiente es una reflexión sobre ésta, en combinación con la tesis de Hume sobre la causalidad:

J) no percibimos de ningún modo el carácter "activo" de la voluntad. Sólo percibimos que ciertos movimientos musculares (y ciertas representaciones mentales: imágenes, pensamientos, recuerdos) van regularmente a continuación de nuestro deseo de realizarlos.

K) aprendemos el significado del concepto de "acción", "actuar", "decisión", "voluntad", etc., exclusivamente a partir de nuestra experiencia de las acciones que llevamos a cabo: "actuar" es "ese tipo de cosas que hago cuando juego al fútbol, doy un paseo, escribo..." (en contraposición a "observar", que significa el tipo de cosas que hago cuando veo un partido de fútbol, me llevan de paseo en una silla de ruedas, etc., todo lo cual podría "hacerlo" estando tetrapléjico, p.ej.).

L) por lo tanto, no tiene sentido la afirmación de que "si el determinismo es correcto, entonces cuando actuamos y decidimos, en realidad no actuamos y decidimos". Esta afirmación equivale a "el tipo de cosas que hacemos cuando jugamos al fútbol -etc.
-, no es 'en realidad' el tipo de cosas que hacemos cuando jugamos al fútbol -etc.-". "Actuar" y "decidir" significan precisamente lo que experimentamos que hacemos al jugar al fútbol. Quien critica el determinismo añade al concepto de "acción" y "decisión" algo que es totalmente superfluo (algo que no está en la lista de la tesis I), y que nuestra experiencia no nos muestra ni nos puede mostrar de ninguna manera.

Por último, respecto a las implicaciones éticas (es decir, filosóficas; no confundir con "morales"):

K) desde una perspectiva empirista, sólo tiene sentido valorar una situación más que otra si existe algún medio de distinguir por la experiencia si estamos en una situación o en la otra. Lo contrario es pura mitología. Si la diferencia entre dos situaciones "no se nota", entonces deberíamos darle la misma valoración a las dos. Por tanto, dos mundos que fueran iguales en el sentido de la tesis I), y que se diferenciaran porque en uno de ellos nuestras acciones son 'meramente' el resultado del movimiento de los átomos, mientras que en el otro fueran el resultado de una "voluntad libre y autónoma" (en sentido metafísico), tendrían para nosotros exactamente el mismo valor.

Como el sol cuando amanece (1) * Como el sol cuando amanece (8)
>>


16 comentarios:

  1. Don Jesús:

    Le agradezco su visita y comentario que ha dejado en mi blog. He procedido a responderle aquí, aunque creo que se trata de una cuestión bastante difícil.

    Quizá en el futuro podamos discutir al respecto con más detenimiento.

    También he ampliado lo dicho en ese post sobre Heidegger aquí.

    Enbuenahgora me entero de su blog. Lo trataré de seguir.

    Saludos

    ResponderEliminar
  2. Hola, no sé si llegarás a leer este comentario. Estoy de acuerdo con lo que proponer sobre el libre albedrío. No sé si has tratado acerca de los experimentos de Libet cuantificando el tiempo de reacción para realizar un movimiento voluntario y el momento en el que los sujetos eran conscientes de tal movimiento (había un restraso del segundo con respecto al primero). Algunos , como Kandel o Zeki, sostienen que sin embargo, cuando se trata de decisiones que se pueden tomar de forma meditada ese tiempo ya no es relevante porque ha dado tiempo a que los elementos importantes de la decisión sean conscientes y por tanto la decisión podá ser tomada libremente. El problema es que no se plantean siquiera si esa supuesta elección está ya determinada de antemano.

    En cuanto a las implicaciones de la ausencia de libre albedrío, no tienen por qué ser importantes sobre la moral. Independientemente de que el acto sea determinado o no, sabenmos que matar a alguien no está bien. Los genes de alguien le pueden predisponer a ser agresivo, pero siempre existe la posibilidad de imponer normas que frenen dicha agresividad de algún modo. El cerebro no es una piedra inamovible, sino un órgano pklástico (aunque dicha plasticidad es limitada, eso sí) de modo que imponiendo normas e sposible modificar esa predeterminación ante las posibles consecuencias que pueda tener dicha acción (eso estará grabado en forma de redes neuronales en el cerebro y en el momento de tomar la decisión de atacar o no, será importante para elaborar una respuesta).

    No entro en cuestiones filosóficas porque creo que no es la forma de resolver los problemas científicos. La filosofía me parece interesante para evaluar las implicaciones de lo que sabemos sobre la realidad, pero no puede construir la realidad. Para construir la realidad hay que recurrir a las herramientas empíricas. Por mucho que pensemos no podremos saber, por ejemplo, cuáles son los mecanismos de la conciencia.

    Enhorabuena por el blog. Me parece muy interesante.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  3. Si la diferencia entre dos situaciones "no se nota"

    Es que justamente eso es lo que niego yo.

    Yo no podría vivir sabiendo que estoy determinado. Me parecería una vida absurda y completamente sin sentido.

    El chiste del café puede ser análogo al caso de que el té me causara problemas graves de salud...

    Y en cualquier caso, la analogía podría venir si tenemos en cuenta que el sabor del café es como conocer o no nuestro determinismo.

    ¡¡Pero tú afirmas saber que estamos determinados!!

    No puede haber analogía salvo que dicho conocimiento sea inútil a efectos prácticos. Y si es inútil... ¿por qué tanta importancia si no es demostrable?

    Un saludo

    ResponderEliminar
  4. Brainy:

    Los genes de alguien le pueden predisponer a ser agresivo, pero siempre existe la posibilidad de imponer normas que frenen dicha agresividad de algún modo

    Normas también determinadas.

    Independientemente de que el acto sea determinado o no, sabenmos que matar a alguien no está bien.

    Bueno... lo sabemos porque estamos determinados a ello. Bien podríamos estar determinados a lo contrario... y en ningún caso dependería de nosotros pensar una cosa o la contraria.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  5. Brainy,
    muchas gracias por tu comentario; estoy totalmente de acuerdo, sobre todo en lo que afirmas sobre la filosofía y la ciencia.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  6. Iván:
    el objeto de mis últimos comentarios es mostrar que en nuestras decisiones hay dos aspectos que podemos conocer mediante la experiencia:
    A) lo que sabemos por nuestra propia experiencia consciente (los pasos 1 a 5 que digo en la entrada), y
    B) lo que podemos averiguar investigando el cerebro.
    Eso es todo a lo que podemos referirnos cuando hablamos de "nuestras decisiones".

    Tú añades con tu imaginación un elemento mitológico (C: el "libre albedrío"); no es un problema tuyo, desde luego, sino que nuestro aparato cognitivo está diseñado para que nos parezca que son posibles actos distintos a los que de hecho llevamos a cabo (la próxima entrada espero poder dediacarla al concepto de "posibilidad"). Pero este elemento añadido no es necesario para que nuestras decisiones sean decisiones "reales", porque precisamente lo que hace "reales" nuestras decisiones son los aspectos A y B, no el C. No puedes decir, "si no tiene C, no es 'realmente' una decisión", porque con la palabra 'decisión' nos referimos precisamente a las cosas que tienen las propiedades A y B. Todo el valor moral de nuestras acciones tiene que depender de lo que está dado en A y en B, porque lo demás son sólo sueños.

    Es como si te imaginaras que algunas personas pueden ser "Djwuins", designados por un espíritu invisible, sólo que no hay manera de saber si uno es un "Djwuin" o no. Si dejamos pasar el tiempo imaginándonos muchas historias sobre los "Djwuins", nos llegará a parecer que "realmente queremos decir algo" con ese concepto, y podremos llegar a estar muy preocupados por saber si nuestros hijos (pongamos) son "Djwuins" o no. Incluso podríamos llegar a sufrir mucho por la posibilidad de que lo sean (o de que no lo sean, vete tú a saber). Pero lo saludable en ese caso sería reconocer que la expresión "Djwuin" no significa absolutamente nada real, y que nos debería traer al fresco.

    Más historietas: imagínate que Dios tuviera un obturador con el que pudiera quitarnos y ponernos el libre albedrío (como esto no afecta a las leyes naturales, todo lo que pasa en el universo físico seguiría igual, y no notaríamos ninguna diferencia). Imagina que decide dejarnos sin libre albedrío todos los miércoles (y nos lo deja "encendido" el resto de la semana). Imagina que ha sido así durante toda la historia. ¿Te parece que este cuento alteraría un miligramo nuestros juicios morales sobre las cosas que han ocurrido hasta ahora? ¿Diríamos acaso: "¡ah!, como este asesinato se ha cometido en miércoles, no hay nada que condenar"? Esto sería una bobada: lo que necesitamos es una teoría ética que nos permita juzgar los actos de las personas basándonos exclusivamente en aquellos aspectos de esos actos que es posible conocer empíricamente; no necesitamos una teoría ética que nos obligue a imaginarnos entidades misteriosas como prerrequisito para juzgar los actos humanos.

    Por último, efectivamente afirmo que estamos determinados, y afirmo que eso lo podemos saber empíricamente. Que nuestros actos están determinados es una afirmación sobre la parte B a la que me refería arriba (pues las moléculas de nuestro cerebro están sujetas a las leyes de la física); y también sobre la parte A, pues nuestra experiencia consciente también es algo que hacen nuestro cerebro. Así que el chiste del café puede que no venga muy a cuento, o no sea muy exacto. Tal vez la analogía sería más exacta si el "té" y el "café" se refirieran a dos maneras mitológicas diferentes de intentar fundamentar los juicios morales (pongamos: la creencia en el libre albedrío, y la creencia en que son buenas personas las que son amadas por los dioses -aunque sus actos estén determinados-).

    ResponderEliminar
  7. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  8. Al hilo de mi última anotación se me ha ocurrido una pregunta:

    ¿Qué tiene de relevante para ti, desde el plano ético, el estar determinados frente a que realmente exista algo tal como el libre albedrío?

    Simple curiosidad...

    Un saludo

    ResponderEliminar
  9. Iván:
    Tiene exactamente la misma que la cuestión de si yo soy un "Djwuin" o no.
    Lo único importante de una acción desde el punto de vista moral es lo que se puede saber empíricamente sobre ella.
    Fíjate que, si no fuera así, todos los acusados en los juicios tendrían que ser absueltos, en tanto no se pudiera demostrar que poseían "libre albedrío" (la libertad que es relevante moralmente debe ser algo que se pueda poner empíricamente delante de un tribunal para que considere si uno la tiene o no la tiene).
    Recuerda la primera entrada de la serie: no tiene sentido "hacer una manifestación a favor de la libertad-en-el-sentido-del-libre albedrío".

    ResponderEliminar
  10. Fíjate que, si no fuera así, todos los acusados en los juicios tendrían que ser absueltos, en tanto no se pudiera demostrar que poseían "libre albedrío"

    Jesús, esta afirmación pasa ya por ser tirar balones fuera.

    ¿No era una certeza empírica el determinismo humano? Entonces no es que no se pueda demostrar el libre albedrío... es que debemos descartarlo.

    Mira que la justicia presupone para su actuación la existencia de "voluntad libre" humana. ¿Estamos inventando un "Hollywood" donde integrar nuestras vidas y encima juzgarnos?

    Pero para colmo: ¿te parece irrelevante que el determinismo conlleve la necesaria absolución de todo delincuente? ¿Igual de relevante que ser djwuin o no?

    Yo hay días que sinceramente, y con todo el respeto, ya no entiendo nada.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  11. Iván:
    vamos a ver si me explico: lo que se presupone en la justicia es que debe ser posible diferenciar empíricamente a la persona que actúa voluntariamente, de la persona que actúa involuntariamente. "Voluntario" e "involuntario" debe ser algo que se refiera, por tanto, a aquello que podemos observar en la conducta de las personas.

    Sigues empeñado en el lío mental de que "si el determinismo es cierto, entonces no elegimos". ¡Claro que elegimos! Lo que pasa es que el concepto "elegir" se refiere a un tipo de actividad que se puede discriminar empíricamente.

    Es sólo cuando te empeñas en añadir algo más, indemostrable, a ese concepto, cuando resultaría que habría que absolver a los delincuentes (es decir, debes absolverlos si te empeñas en que, además de poder demostrar por medios empíricos que su acción es voluntario, es necesario probar que poseen una cualidad metafísica que les permite violar las leyes de la naturaleza; eso es lo que es imposible de demostrar).

    ResponderEliminar
  12. Último ejemplo:

    Me tiran de una rascacielos. Yo caigo inevitablemente, pero el susto me hace perder la cabeza y pensar que estoy volando y que soy yo el que decido caer (al fin y al cabo, caigo por mi propia constitución) y que por eso caigo.

    ¿Realmente decido yo caer?

    Si en mi vuelo caigo encima de una persona y yo no muero... ¿se me debería condenar por pensar que he caído encima de la persona por propia iniciativa?

    Un saludo

    ResponderEliminar
  13. Iván:
    Evidentemente, no se trata sólo de que tú desees realizar una acción, sino que el deseo sea la causa (en el sentido empírico del término) de tu acción.
    Distinguir entre acciones voluntarias e involuntarias no requiere ningún talento metafísico especial. Cualquier árbitro de fútbol lo hace (desde luego, no de forma infalible, como pasa con todo lo empírico).
    El concepto de "acción voluntaria" es tan empírico como el concepto de "floración". Si un juez considera relevante para un caso el saber si determinado árbol había florecido el día de autos, se hará una comprobación empírica para averiguarlo. Si considera relevante si el disparo que yo hice fue voluntario o involuntario, también se hará una investigación, y ahí no hay nada metafísico que investigar: la cuestión es meramente si la forma como yo sostuve la pistola, apunté y apreté el gatillo corresponde con la forma en la que eso se hace como resultado de una intención voluntaria, o si fue un "accidente" en el que mis deseos e intenciones no desempeñaron papel causal alguno.
    Ahora bien, si el juez considerase relevante que, además de lo anterior, hubiese que probar que yo tenía "libre albedrío" en el sentido metafísico de la expresión, me tendrían que declarar inocente, porque, por supuesto, eso no sería posible probarlo. Fíjate que he supuesto que ya se ha probado que mi acción era voluntaria (lo que llamamos "acción voluntaria" a partir de la experiencia: puntos 1 y 5 de esta entrada), y que lo que se añade ahora es que, además de todo eso, las acciones proceden de una entidad no sujeta a las leyes de la naturaleza.

    ResponderEliminar
  14. Distinguir entre acciones voluntarias e involuntarias no requiere ningún talento metafísico especial. Cualquier árbitro de fútbol lo hace

    Sí... pero es que los árbitros de fútbol no han llegado mediante su razonamiento a la conclusión irrefutable de que estamos determinados. Ellos siguen pensando que la voluntad es libre.

    sino que el deseo sea la causa (en el sentido empírico del término) de tu acción.

    Pero es que el deseo también está determinado... ¿Qué valor puede tener un deseo obligatorio para la responsabilidad?

    Imaginemos: me drogan, y eso me lleva a un deseo irrefrenable e inevitable de matar. Y dado que no puedo evitarlo, mato. ¿Soy responsable del acto? El deseo es la causa del acto. ¿Es voluntario?

    La justicia responderá: no, porque dicha voluntad, dicho deseo, no era libre. Y tú deberías responder: ¡¡pero si nuestro deseo SIEMPRE está determinado por leyes externas!!¡¡Nuestra voluntad NUNCA es libre!!

    Y a tomar viento fresco el invento.

    Pero tú no quieres darte cuenta. Eres capaz de contemplar empíricamente que nuestra actuación es libre y que no lo es, y eres lo suficientemente inteligente como para autoengañarte y pensar que no es contradictorio. ¿Qué se puede hacer ante eso?

    Pues lo dicho: alegrarse por ti... no tendrás que sufrir el vacío al que lleva el determinismo.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  15. Iván:

    * árbitros: lo único que tiene sentido determinar empíricamente (y lo único que es relevante en el fútbol y en la vida) es si una acción es voluntaria o involuntaria. Que tenemos la sensación de que cuando hacemos una acción voluntaria "podríamos haber hecho otra cosa", no te lo pongo en duda; admito incluso que es constitutiva del proceso cognitivo de decidir; lo único que pongo en duda es que esa sensación se corresponda con la realidad (de hecho, no hace ninguna falta que se corresponda con la realidad para que funcione: lo que nos permite tomar decisiones es el imaginar que hay varias posibilidades abiertas, no el que las haya).

    * ¿Nuestros deseos están determinados? Obviamente. Que yo sienta el deseo de tomarme una caña es un estado de mi cerebro que viene determinado por el estado previo de mi organismo (incluyendo mi cerebro) y a veces de mi percepción del entorno. De hecho, los deseos no sólo no son "libres" sino que, salvo raras excepciones, no son ni siquiera voluntarios (yo no puedo hacer que ahora mismo tenga unas ganas tremendas de comer coliflor).

    En el caso de la persona drogada, no es sólo que sus deseos procedan de una causa externa, sino que es mi capacidad de tomar decisiones la que está alterada con respecto a su funcionamiento normal. Nosotros atribuimos responsabilidad a aquellos cuyas facultades psíquicas (no sólo la voluntad) funcionan normalmente, y liberamos de responsabilidad a quien tiene sus facultades psíquicas alteradas. Esto es una pura convención: en otras culturas, a los esquizofrénicos se les atribuía un "mérito" por serlo, y en otras incluso no era necesario que alguien hubiera hecho nada para atribuirle responsabilidad (p.ej., el castigo podía recaer en los descendientes del "culpable", o uno podía ser castigado por los crímenes que había cometido ¡en los sueños del jefe de la tribu!).
    Las normas legales son convenciones que dependen de lo que la gente en una determinada sociedad quiere: nosotros simplemente no queremos que nos puedan meter en la cárcel si hacemos algo drogados o hipnotizados; pero si una sociedad decide que de esas acciones sí que es responsable quien las hace, pues establecerán esa ley.

    Por otro lado, hay argumentos todavía más bonitos en contra de lo que dices. Por ejemplo:
    PREMISA 1: la existencia del libre albedrío no se puede establecer por medios empíricos;
    PREMISA 2: la diferencia entre una persona con facultades psíquicas normales, y otra que tiene sus facultades mentales disminuídas (p.ej., cuya voluntad está alterada por la ingestión de una droga), sí que se puede establecer empíricamente.
    CONCLUSIÓN: la diferencia entre una persona con facultades psíquicas normales, y otra que tiene sus facultades mentales disminuídas (p.ej., cuya voluntad está alterada por la ingestión de una droga) no es la misma diferencia que la diferencia entre una persona que tiene libre albedrío y una que no lo tiene (pues la primera diferencia se puede establecer empíricamente, y la segunda no).

    Otro argumento:
    Premisa 1: La libertad autónoma no depende de causas físicas.
    Premisa 2: La ingestión de una droga afecta a mi capacidad de tomar decisiones.
    Conclusión: Mi capacidad de tomar decisiones no es identificable con una libertad autónoma.
    Prueba: Si mi capacidad de tomar decisiones tuviera que ver con una libertad autónoma, entonces, puesto que esta libertad no se puede ver afectada por causas físicas, y la ingestión de una droga es una causa física, esta ingestión no podría afectar a mi capacidad de tomar decisiones.
    (¿O es que la droga "desconecta" el "receptor" con el que mis neuronas "escuchan" las decisiones de mi voluntad? Pero, si las neuronas están hechas de moléculas físicas, ¿cómo pueden "recibir" esas decisiones incluso sin la droga?).

    Un saludo

    ResponderEliminar
  16. Iván:

    por supuesto que me alegro de que te alegres por mí; yo también me alegro de que el darme cuenta de que somos un remolino de moléculas no me lleve a la desesperación, sino que me permita tomarme la vida con alegría.

    Lo que no entiendo es por qué alguien tendría que echar ni siquiera una lágrima por reconocer eso. Al contrario, me parece que lo triste no es el aceptar que somos un bichejo con cierta gracia; no, lo triste es necesitar (o pensar que uno necesita) inventarse una serie de mitologías para "rellenar" lo que la experiencia nos dice que somos.

    Creo que he argumento suficientemente que, de todo lo que hablamos cuando decimos "decisión", "voluntad", "libertad", etc., la única parte valiosa es aquella que podemos conocer a través de la experiencia; lo demás son mitos. Un determinista no niega que podamos tomar decisiones (yo veo a gente que toma decisiones, igual que veo a las plantas florecer, y también veo que hay gente que a veces hace cosas sin tomar la decisión), ni niega que sea mejor tener las facultades mentales sanas que enfermas (puedo distinguir ambos tipos de personas), de modo que el mundo en que yo vivo tiene las mismas cosas experimentables que el mundo en el que vives tú. En conclusión, por mucho que me esfuerzo, realmente no consigo entender cuál es el "mal" que te alegras que yo no "sufra" cuando dices que "te alegras por mí".

    Un saludo

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.