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30 de noviembre de 2009

YO VENDO UNOS VOTOS NEGROS, ¿QUIÉN ME LOS QUIERE COMPRAR?: LA POLÍTICA, PARA LOS AFICIONADOS


En el cargamento de propuestas insurrectas que lleva el Otto Neurath en sus bodegas para renovar el sistema político, hoy sacamos a cubierta una que seguramente será muy bien recibida por algunos, y pondrá los pelos de punta a otros (aunque a los más, como casi siempre, les parecerá una tontería).
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Se trata de establecer una limitación máxima de dos mandatos para TODOS los cargos políticos: desde ministro a concejal, desde diputado hasta alcalde, desde parlamentario regional a presidente del gobierno, desde asesor a consejero de una empresa pública. Para más efectividad, acompañaría la propuesta con la de exigir un desempeño mínimo de diez años en alguna otra actividad laboral o profesional antes de convertirse en elegible para un cargo político. Tras otros doce años de inactividad política, o "desintoxicación", el sujeto podría volver a ocupar un cargo público.
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Con una medida así desaparecería la figura del "profesional de la política", el individuo que ha pasado casi directamente de la adolescencia al partido, y que lo único que conoce de la realidad (aparte del fútbol) es lo que llega, tras las brumas de cien ecos y distorsiones, a las comisiones internas y órganos colegiados de su agrupación.
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La concepción de la política que surgiría a través de una legislación así, consistiría en un período relativamente breve que cada uno (bueno, por supuesto no todos, sino a quien le tocara por los designios de la voluntad popular) debe sacrificar en favor de la comunidad, abandonando otras actividades, en vez de algo que se puede convertir en una carrera profesional.
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Más doctrina electoral:
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4 de marzo de 2009

LO PEOR DE LAS ELECCIONES


Ya sabemos todos que la democracia es el peor régimen político imaginable (si exceptuamos a todos los demás). Las elecciones son, en particular, una ocasión propicia para que la gente molesta con los resultados ponga en funcionamiento la prodigiosa capacidad humana para la estupidez.
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Lo que más me repatea oir después de unas elecciones son dos chorradas como las siguientes (las copio, claro está, de los últimos post-comicios gallego y vasco, pero ejemplos haylos en todos los demás casos):
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¿Cómo que no? ¿Y los millones en propaganda que se gastan todos los partidos y gobiernos? Manda huebos que, después del gasto, y después de la tabarra electoral, se venga a decir que el problema ha sido "que no nos hemos explicado bien". Pues no, por lo general, la gente entiende perfectamente lo que hacen los políticos, y luego suelen votar en consecuencia cuando lo que se hace son gilipolleces.
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En los sistemas parlamentarios, las elecciones son UN PASO, el primero, en la formación de los ejecutivos; el segundo es la votación de los candidatos en el parlamento. El que "gana" las eleccioens es el que consigue que le apoye una mayoría más amplia EN EL PARLAMENTO.
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Parecido a esto está la tontería de "yo no he votado al PSOE para que pacte con el PP" (o con el PNV, o lo que sea). Nuestro sistema no permite a los votantes modular su voto para que sea interpretado áulicamente de una manera u otra. Lo único que se puede hacer con los votos es CONTARLOS, sean los votos de los electores en los comicios, o los de los parlamentarios en la cámara.
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Más doctrina electoral:
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16 de marzo de 2008

YO VENDO UNOS VOTOS NEGROS, ¿QUIÉN ME LOS QUIERE COMPRAR? (7)

REPRESENTATIVIDAD, LEGITIMIDAD Y NEGOCIACIÓN

(De un comentario mío en el blog "La mirada del mendigo").


Con respecto a la cuestión de la representatividad. Toma los porcentajes obtenidos por cada partido, y asígnales el número ENTERO de diputados más próximo a ese porcentaje "por debajo" (p.ej., si hay 100 diputados, y un partido tiene un 24,68 % de votos, le damos 24 diputados).
Por definición, el ERROR TOTAL que habremos cometido hasta aquí será la diferencia entre el TOTAL DE ESCAÑOS que haya en la cámara (en este caso, 100), y la suma de los escaños que hayamos asignado hasta ahora. Dicho de otra forma: el error total será necesariamente igual a la suma de los restos (decimales) que hemos dejado sin asignar. ¿De acuerdo?

Bien. Lo que yo proponía (no es nada que me haya inventado, aunque ahora no recuerdo de dónde lo saqué) era que los escaños que faltan por asignar se asignen por orden a los partidos que tenían un resto mayor. Es decir, si un partido tiene un 23,67 % de votos, y otro un 37,43 %, se le da un escaño al primero antes que al segundo (pues su resto es mayor).

Y aquí está la gracia: puede demostrarse matemáticamente que este procedimiento hace que la SUMA de las diferencias entre el porcentaje de escaños de cada partido y su porcentaje de votos (o sea, tu noción de "justicia"), sea MÍNIMA. Pues, imagina que no lo fuera; eso querría decir que en algún caso como el anterior, habría que haberle dado el escaño al partido que tenía un resto de 0,43, en vez de al que tenía 0,67. Pero, ¿cuál es el "grado de injusticia total" cometido en cada caso? Si damos el escaño al que tiene un 23,67 % de votos (luego tendrá 24 escaños, y el otro 37) la "injusticia" que provoquemos será de 0,34 + 0,43 = 0,77. En cambio, si hubiéramos dado el escaño al segundo partido, el primero tendría 23 escaños y el segundo 38, y la "injusticia total" será de 0,67 + 0,57 = 1,24.
COROLARIO: el procedimiento de asignación de escaños sobrantes según el principio del resto mayor, es el que minimiza la suma de las diferencias entre los porcentajes de votos y de escaños obtenidos por cada partido.
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SEGUNDO: con respecto a la otra cuestión, estás partiendo de la hipótesis de que todas las leyes son una mera cuestión de "sí" o "no" (o votas a favor, o votas en contra). Esto es una perspectiva simplista. ANTES de votar las leyes (en el parlamento, en referendum, o donde sea), está algo no menos importante: decidir QUÉ ley es la que se va a votar. Y en cada caso (o sea, para cada problema político que intenta ser resuelto mediante una ley) no hay sólo DOS opciones posibles, sino MUCHÍSIMAS.
Por ejemplo, hay, literalmente, infinitas leyes del IRPF posibles. Supongamos que a cada persona se le pregunta cuál de todas las posibles es la prefiere. ¿De todas las POSIBLES? Desde luego, yo no podría responder a esta pregunta. Necesito que me den MENOS opciones entre las que elegir (no infinitas). Pero aquí nos encontramos un problema: ¿QUIÉN decide cuáles son las opciones entre las que elegiremos? Esto ya es un problema para la democracia directa... pero no lo abordaré aquí.
El problema que sí estoy tratando es que, digamos que se hacen 20 propuestas razonables sobre el IRPF. ¿Cómo hacemos la votación? ¿Una por una? (Para cada una, la gente vota "sí" o "no"). Mecachis: entonces lo más probable es que TODAS salgan que NO (porque, para cada opción, hay más gente en contra que a favor). Es lo malo que tienen los problemas con más de dos soluciones, que no hay ninguna garantía matemática de que una de las opciones vaya a obtener más síes que noes.
Entonces, ¿votamos todas de una vez? (cada cual vota la que prefiere). En este caso, es harto problable que la opción victoriosa lo sea con menos de la mitad de los votos a favor (mayoría simple). Pero claro, si los que están en contra de la ley que ha salido elegida no son unos pardillos, pueden pensar "esto nos ha pasado por defender cada uno de nosotros NUESTRAS OPCIONES PREFERIDAS; ¿por qué no nos ponemos de acuerdo en votar todos UNA MISMA opción, que, aunque no coincida con la que cada uno de nosotros prefiere, sí que tenga la propiedad de que todos nosotros la preferimos a la que ha sido elegida?".
Es decir, los votantes descubren la NEGOCIACIÓN: aceptar una ley que no es la que mejor representa tus deseos, pero que tiene más posibilidades de ser aprobada, porque muchos otros votantes han renunciado a SU ley favorita para apoyar la misma ley que tú.
Y así volvemos a la cuestión que planteaba en el comentario anterior: "representar" la voluntad de los ciudadanos no consiste sólo en aplicar el principio de "los que pierden la votación, se joden", sino sobre todo en conseguir que entre todos se lleguen a proponer leyes que puedan ser aprobadas por una mayoría lo más amplia posible (o sea, el principio, "jodamos al menor número posible").

Moraleja: la REPRESENTATIVIDAD de un sistema legislativo depende de cuánto apoyo tienen POR TÉRMINO MEDIO las leyes aprobadas. Un sistema político que garantiza que, por término medio, las leyes se aprueban con un 80 % de votos a favor (por supuesto, hablamos de votos libremente emitidos y basados en opiniones libremente formadas, no hablamos de dictaduras), garantiza una representatividad mayor que un sistema en el que las leyes son aprobadas por término medio con un 51 % de los votos.

Pregunta: ¿qué propones tú para que las leyes cuenten con el mayor apoyo ciudadano posible?

Salud

22 de noviembre de 2010

YO VENDO UNOS VOTOS NEGROS, ¿QUIÉN ME LOS QUIERE COMPRAR? (N)

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Como siempre que se aproximan unas elecciones, el Otto Neurath vuelve a enarbolar una de sus series más polémicas, la de Yo vendo unos votos negros, quién me los quiere comprar, dedicada sobre todo a discutir ideas sobre reformas electorales.
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Como ya sabéis muchos de los que pasáis por las bodegas, mi propuesta favorita en esta materia es la que llamo "democracia pluricameral" (o sea, que haya varios parlamentos diferentes, para votar asuntos diferentes, y se elijan sus miembros por separado), aunque también era interesante aquella propuesta de "votar por coaliciones" (p.ej., que cada ciudadano tuviese un voto y medio, y el medio lo pudiese dar -si quiere- por aquel partido con el que le gustaría que pactase el partido al que ha dado el voto entero; naturalmente, tendrían que ser necesariamente dos partidos distintos).
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La propuesta que me gustaría discutir hoy (que no tiene nada de original, por otro lado) es la que podemos llamar "Voto en Blanco = Escaño Vacío" (VBEV). Se trataría sencillamente de que los electores pudieran introducir un voto en blanco, que los votos en blanco se computaran como votos a un partido más, y que los escaños asignados a ese "partido virtual" según la fórmula electoral se quedaran desiertos durante toda la legislatura, sin asignación económica alguna. El resto del funcionamiento del parlamento seguiría igual, computándose como abstenciones en cada votación parlamentaria los escaños que hayan quedado vacíos, lo que, sobre todo, repercutiría en una mayor dificultad, o incluso imposibilidad, para abrobar leyes que requieran una mayoría cualificada (absoluta, 2/3, etc.).
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Las ventajas de este sistema son enormes y evidentes. La principal es que cada partido tendría un incentivo eficacísimo para conseguir la confianza de los ciudadanos, no pudiendo acogerse a la estrategia (tan común hoy en día) de presentarse implícitamente como la "opción menos mala" ("vótame a mí para que no vengan/sigan éstos"). Con el sistema VBEV, los partidos "reales" saben, en cambio, que los ciudadanos tienen una opción mejor para expresar su descontento, así que tienen que esforzarse en hacer propuestas más aceptables y más creíbles, tienen la responsabilidad de movilizar a los ciudadanos, y luchar, además, de forma honesta contra la abstención.
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Podría argumentarse que la opción del VBEV está YA abierta en cierto sentido: de hecho, hay movimientos que se presentan como partidos con el compromiso explícito de no ocupar el escaño y disolverse cuando la reforma VBEV. Pero no creo que vayan a tener éxito nunca (y de eso se aprovechan los partidos "reales"), porque la gente, sencillamente, no confiará en que se trate de partidos "honrados", y que, una vez que han conseguido ciertos escaños, no vayan a sucumbir a la tentación de aprovecharlos en beneficio propio (por muy altruistamente que ese beneficio sea considerado). También, es fácil que esos movimientos se atomizaran (y los partidos reales tienen un incentivo para crear "partidos virtuales" alternativos que compitan entre sí), con lo que no tendrían posibilidades reales de conseguir escaños se esfumarían. Y además, también es harto difícil que consigan llamar la atención del público lo suficiente.
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Naturalmente, aunque la democracia se fundamenta (entre otras cosas) en el equilibrio de poder y en la cesión mutua de limitaciones, o sea, en la renuncia de los actores políticos a determinadas opciones, los partidos, especialmente los dos "grandes", monopolizan ilegítimamente las condiciones en que se define dicho equilibrio (o sea, las "reglas del juego"), y si hay alguna opción que les interese a ambos, la adoptarán aunque vaya en perjuicio del resto de partidos o de los ciudadanos en general. Las posibilidades de que esos grandes partidos vayan a aceptar una reforma electoral que les perjudique son mínimas, por lo tanto, pero un movimiento social potente a favor de una opción así les forzaría a, por lo menos, debatir públicamente el asunto.
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Así que te pido que te animes y te hagas miembro del club de facebook que he creado para pedir esta reforma. Cuantos más seamos, más probable será que le hagan algún caso.

3 de marzo de 2008

YO VENDO UNOS VOTOS NEGROS, ¿QUIÉN ME LOS QUIERE COMPRAR? (6)

VOTO PONDERADO

Otra posible forma de mejorar la representatividad del parlamento, y de que el gobierno que se forme sea más coherente con los deseos de más ciudadanos (sobre todo teniendo en cuenta las alianzas necesarias en caso de mayorías no absolutas), es que el que sugería el otro día mi amigo Alfonso Dubois:
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En vez de poder votar por un único partido, habría que votar también por el partido con el que te gustaría que tu partido favorito formase coalición. Los votos al primer partido se multiplican por un factor de 1, y los votos al segundo por un factor menor (p.ej., 0,25, 0,50, etc.). Luego se suman las cantidades de votos ponderados, para asignar escaños mediante el sistema proporcional.
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En realidad, con un sistema así estás votando por dos partidos, dándole a uno una ponderación mayor que al otro (el sistema puede adaptarse para que votes por más partidos, cada uno con una ponderación menor que el anterior). Un partido podría obtener así escaños no sólo por las preferencias directas de la gente para que sea el partido gobernante, sino también en función de cuánta gente quiere que sea el "socio". En un sistema puramente proporcional y con circunscripción única, esto fomentaría el que los partidos nacionalistas buscaran las simpatías de los votantes de otras regiones, para que no sólo piensen en ellos como "socios" los partidos más poderosos, sino también los ciudadanos (porque de eso se trata, ¿no?). También beneficiaría, obviamente, a partidos grandes pero minoritarios (e.g., Izquierda Unida).
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Y no hay que ignorar la posibilidad de que mucha gente diese su voto principal a uno de los "grandes" (p.ej., PSOE), y el voto "como socio" al otro partido "grande" (en el ejemplo, PP), fomentando el entendimiento, en vez de sólo la competencia. La ventaja es que el sistema permite también conocer la opinión de los ciudadanos sobre el grado de responsabilidad que quieren que cada partido tenga en el gobierno, y de este modo las coaliciones de gobierno ganarían legitimidad.
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31 de enero de 2008

YO VENDO UNOS VOTOS NEGROS, ¿QUIÉN ME LOS QUIERE COMPRAR? (1)

LOS CUATROCIENTOS GOLPES... DIGO EUROS

La verdad, no sé a quién se habrá buscado de asesores Zapatero (bueno, lo malo es que lo sospecho; tengo cierta idea de quiénes son los que le asesoran en materia de filosofía -todo menos positivistas; bastante postmodernos-, así que deduzco que los asesores económicos serán igual de patéticos). La ocurrencia de los 400 euros por barba (bueno, según qué barbas: sólo asalariados) es para que hasta el catedrático de Hacienda Pública más socialdemócrata de la universidad le casque un 0 en un examen al alumno que la pusiera. Poco han tardado en romper la promesa hecha a Solbes de que el control de los asuntos económicos debería tenerlo él. Tiene razón (como casi siempre) el fabuloso
blog Tabula Rasa cuando indica que la irracionalidad en materia económica de una parte significativa de la intelectualidad izquierdosa es tan profunda y tan temible (o tal vez más, por sus repercusiones) como la de los adalides del creacionismo.
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Hay que reconocer que la propuesta de reforma del PP es más razonable, no porque vaya a cambiar mucho (en el fondo, ambas son una mera rebajilla de impuestos), sino porque al menos se presenta con una cierta apariencia de haber sido elaborada de manera ortodoxa y con las cuentas hechas. Por otro lado, si Rajoy dice en un mitin que a los ciudadanos "les vamos a devolver tanto y tanto gracias a esta reforma del IRPF", la "compra de votos" es exactamente la misma. Sólo que ZP no lo ha sabido disimular.
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Lo malo, de todas formas, es que las dos propuestas ponen de manifiesto que ninguno de los dos grandes partidos tiene absolutamente ninguna intención de entrar de lleno en los problemas principales de nuestro sistema fiscal. (No nos pilla de susto, tampoco tienen intención de cambiar otras cosas igual de importantes, como iremos viendo en próximas entradas). Y el problema más grave del sistema fiscal es, como todo el mundo sabe, que se ceba en las rentas del trabajo. Cuando se estudia Hacienda Pública en la universidad, te enseñan los principios básicos de un sistema tributario: justicia, transparencia, capacidad de pago, etc., pero suele olvidarse que uno de estos principios es el de la facilidad de cobro. Es un principio técnico, más que jurídico, pero no es menos importante por esto: Hacienda tiende a cobrar aquello que al contribuyente le resulta más difícil esconder. Así que las rentas del trabajo y los rendimientos explícitos del capital (los intereses) son las fuentes principales de ingresos para Hacienda. Quien puede cobrar "en negro", o simplemente quien puede hacer que su empresa compre para él ciertos bienes (coches, viajes, viviendas...), se libra de un buen pellizco fiscal. Si algún partido propone multiplicar por veinte el número de inspectores fiscales (y de paso, los de trabajo y sanidad) y ponerles a trabajar a comisión, yo le votaría ahora mismo. Pero está claro que ninguno de los grandes quiere.
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Se argumenta (con razón) que el aumento de la presión fiscal sobre las actividades empresariales haría menos competitiva nuestra economía (pues las empresas se irían a otros países). Pero creo que existen numerosos medios con los que se podría gravar la riqueza de los más ricos, sin temor a que hubiera una desbandada. En particular, creo que la herramienta de los impuestos sobre el consumo de bienes de lujo debería desempolvarse (con permiso de la UE): ¿por qué, p. ej., no un IVA del 50 % sobre la compra de todoterrenos, o en general de coches de más de 30.000 euros?, y lo mismo para la compra muchísimos otros productos que sólo puede consumir quien tiene unas rentas muy elevadas. Una buena parte de ese IVA podría ser devuelto con la declaración de la renta del usuario del vehículo, lo que incentivaría que se declarasen muchas rentas que ahora son ocultadas (y si no, al menos permitiría identificar a las personas cuyos ingresos declarados no justifican los gastos en que han incurrido). También se podía convertir el actual IBI, esa pequeña migaja que el Estado concede a los ayuntamientos, en un verdadero impuesto redistributivo, incrementando su cuota hasta extraer una parte sustancial de los ingresos que el propietario puede obtener de una vivienda, y estableciendo unos mínimos para la primera vivienda, y en función de su valor económico.
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No tengo ninguna duda de que nuestras universidades tienen suficientes expertos en fiscalidad como para idear mecanismos más eficientes e imaginativos, pero seguro que entre la gente con sentido común también pueden surgir propuestas. ¿Alguien más se anima?
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21 de diciembre de 2009

YO VENDO UNOS VOTOS NEGROS, ¿QUIÉN ME LOS QUIERE COMPRAR?: DEMOCRACIA SIN PARTIDOS


La discusión en la anterior entrada de esta serie se ha decantado hacia la cuestión de si un sistema electoral en el que los partidos que se logran establecer una posición dominante no tienen casi posibilidades de ser sustituídos por otros, es un sistema "injusto" (mi tesis), o es el mejor sistema posible en una democracia.
.Como experimento mental, os animo a considerar una posibilidad más radical que la que proponía entonces (os recuerdo aquélla: una limitación a tres mandatos de todos los cargos públicos políticos, con período de dos mandatos de "hibernación"). La propuesta de hoy es una democracia sin partidos políticos, es decir, en la que los electos sean siempre individuos que se presentan como tales, no bajo el paraguas de una organización.
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Naturalmente, la gente tendría el derecho a formar "clubs" por afinidad ideológica o del tipo que fuere, y a anunciarse ante el electorado como miembros de un club (o de varios, ¿por qué no?), y estos clubs podrían organizarse de tal modo que prestaran apoyo técnico a los candidatos. Pero los electos serían siempre PERSONAS, no representantes de partidos.

25 de mayo de 2008

ESTOS SON MIS PRINCIPIOS

Me escribe José Luis Calbarro, miembro de UPD, en la reciente entrada sobre el posible interés del PP en un cambio de la ley electoral, para recordarme que UPD no es un partido de derechas. Me lo apunto y tomo disculpas.
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Acicateado por él, he entrado a mirar el programa electoral del partido, ¡y qué sensación proustiana de té y magdalena, mon dieu! Haría fácilmente quince años o más que no echaba un vistazo a un programa electoral, y en mi memoria eran algo más rollo que lo que he visto ahora. Supongo que también habrá infuido el poderlo mirar por internet.
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Pero la sensación que ha triunfado en mí ha sido la de la certeza de lo pésima que es esta literatura como instrumento político (por lo que no es extraño que lo lea tan poco la gente, además de por su inevitable (?) carácter aburrido). El problema es que, sobre todo en el caso de un partido pequeño como UPD, uno ve claramente que lo que se pide en el programa no se va a aprobar, y en muchos casos ni siquiera proponer en el parlamento. Son, si acaso, los "principios" del partido, pero no un verdadero PROGRAMA en el sentido de algo que tenga la menor posibilidad de INTENTAR ser puesto en práctica.
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Lo que yo, como votante, querría saber de un partido antes de las elecciones es, no sólo "lo que haría si tuviera mayoría asboluta" (que es, en definitiva, lo que dice el programa), sino también "lo que haré si pacto con tal partido, lo que haré si pacto con tal otro, lo que haré si me alío con X e Y". O sea, los "otros principios" de la famosa frase de Groucho Marx.
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Todo sea por mejorar la capacidad de representación de la voluntad popular que pueda llegar a tener el parlamento, como fui defendiendo en la serie de entradas "Yo vendo unos votos negros".

4 de abril de 2008

YO VENDO UNOS VOTOS NEGROS, ¿QUIÉN ME LOS QUIERE COMPRAR? (8)

A VUELTAS CON LOS SISTEMAS ELECTORALES

A los interesados en el problema de los sistemas electorales, les recomiendo el artículo de los amigos Diego Moreno y José Luis Ferreira, "Sistemas electorales e índices de poder en la España democrática", que puede consultarse en la página Sociedad Abierta (un lugar en donde los economistas académicos se mojan sobre temas importantes).
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Es también un baño de seriedad (nada complicado, por otra parte) para los acostumbrados a tantas propuestas y análisis un poco alocados (los míos, sin ir más lejos... aunque, sigo preguntando: ¿por qué en las elecciones sólo se nos pregunta "qué partido quiere que le represente en el parlamento"?... Me gustaría que las muchas y diversas opiniones de cada ciudadano tuvieran tanta importancia como las diversas opiniones de los ciudadanos comparados unos con otros).

18 de febrero de 2008

YO VENDO UNOS VOTOS NEGROS, ¿QUIÉN ME LOS QUIERE COMPRAR? (4)

MÁS SOBRE LA DEMOCRACIA PLURICAMERAL

(Reproduzco mi comentario-de-tercer-grado a una entrada del blog La mirada del mendigo).

Mendigo:

gracias por tus comentarios. En realidad, no estaba "apoyando" la ley de D'Hont, que tiene efectos bastante perniciosos. Simplemente intentaba mostrar que todos los sistemas de votación tienen sus pros y sus contras. De hecho, lo que yo propongo es un sistema proporcional, pero más flexible que el que sugiere la "simple" proporcionalidad.

Veamos: tú afirmas que "cualquier otro sistema de democracia parlamentaria que no refleje con la máxima fidelidad posible (sin necesidad de trocear diputados) los resultados electorales en la cámara de representandes, no es que sea "maligno", sólo que es ILEGÍTIMO."

Bueno, que sea legítimo o ilegítimo no depende de las propiedades que tenga "en sí mismo" el sistema de votación. Lo que hace legítimo a un sistema electoral es que haya una mayoría (constitucionalmente suficiente) que lo apoye. Si la gran mayoría de la población estuviera a favor de un sistema mayoritario, como el que tienen muchos países, pues eso sería lo "legítimo". Incluso aunque a mí no me guste el sistema mayoritario.

Por otro lado, el sistema proporcional tiene una "trampa", que no tiene que ver con la "gobernabilidad", sino con la forma en que DISTORSIONA la voluntad de los ciudadanos. Y es precisamente la trampa que denuncio en la entrada que citaba de mi blog: tú partes de la premisa de que "la gente decide votar IU, o CiU, o PP...", y esas decisiones deberían representarse proporcionalmente en el parlamento. ¡Pero la cuestión es, ¿por qué tengo que elegir entre un partido u otro, si posiblemente habrá cosas que me gusten más de unos y otras de otros?! En realidad, cuando estás votando a un partido (aunque luego la asignación de escaños sea proporcional), YA ha habido una "distorsión" de la opinión de los "votantes", cuando el partido en cuestión ha decidido qué proponer en su programa teniendo en cuenta las opiniones de mucha gente con opiniones MUY distintas.

La verdadera "representación" proporcional es la FALTA total de representación: es decir, que todas las leyes se decidieran mediante referéndum, sin parlamento ni zarandajas. Así no harían falta ni siquiera partidos políticos: los candidatos a presidente del gobierno se presentarían a título particular.

Pero, como es posible que un sistema en el que TODAS las leyes se votaran por referendum fuera un auténtico coñazo (y mucha gente pasaría de votar, y de enterarse de qué va cada ley), es por lo que me parece que la "democracia pluricameral" sería un sustituto razonable. Se elegiría un parlamento (o una sección del parlamento) para cada grupo de temas, y podrías dividir tu voto en función de tu opinión sobre cada tema.

Ten en cuenta que la diversidad de las opiniones no se refleja sólo en la "dimensión" de los distintos partidos (si quieres, imagínatelos en una tabla, uno en cada columna, de izquierda a derecha), sino también en la diversidad de los problemas políticos (las filas de la tabla). Tú (y casi todo el mundo que critica la ley electoral) sólo se fija en la diversidad que viene dada por la dimensión horizontal, pero también hay que tener en cuenta vertical (y yo creo que más, porque es lo que se refiere a los verdaderos problemas de los ciudadanos, de unos más unos, y de otros más otros).

Un saludo
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21 de febrero de 2008

YO VENDO UNOS VOTOS NEGROS, ¿QUIÉN ME LOS QUIERE COMPRAR? (5)

¿DEMOCRACIA DIRECTA?

De nuevo copio un comentario que he enviado a La mirada del mendigo, en su discusión sobre la democracia.

Queridos soñadores:

lo de la democracia directa suena bien, y las posibilidades tecnológicas lo facilitan muchísimo más, pero el problema es que, con independencia de estas nuevas posibilidades, a la inmensa mayoría de la gente le atosigaría muchísimo tener que andar comiéndose la cabeza sobre todas y cada una de las discusiones políticas. ¡Pero si todo el mundo nos escaqueamos todo lo que podemos de las juntas de vecinos! (y mira que los temas que se discuten ahí nos afectan directamente, y hacen falta bien pocas "nuevas tecnologías" para discutir y votar).

No se trata sólo de un problema de "pasotismo" o de "alienación". Incluso las personas más entuiastas, activas y preparadas nos preocupamos por, como máximo, un miserable uno por ciento (y estoy exagerando) de las cuestiones que se deciden en los ámbitos políticos día a día. Sobre esos temas estamos deseando que nos dejen decidir, pero, además de que esas ganas no las vamos a tener toda la vida, hay muchísimos otros temas que no nos da la gana molestarnos en pensar.

A esto no podemos responder con la actitud de decir "¡al que no le interese, que se abstenga y punto!", porque no se trata de una cuestión de desinterés: se trata de que todos tenemos derecho a que nuestros valores, necesidades y opiniones sean tenidos en cuenta al decidir las leyes, pero no tenemos la obligación de participar activamente en la elaboración de esas leyes. Es decir, yo quiero tener (porque tengo derecho a ello) la capacidad de influir en el establecimiento de las leyes, pero eso no implica que tenga el deber de estar molestándome en informarme y reflexionar sobre cuestiones enormemente técnicas y/o enormemente aburridas. Por eso tengo derecho a delegar mi capacidad de decisión en personas que se especialicen en la creación de leyes.

Esto además es una simple consecuencia de la división del trabajo: del mismo modo que no todos tenemos la obligación de saber reparar el circuito eléctrico de casa, tampoco tenemos la obligación de dedicar un tercio de nuestras horas de vida a discutir de política (naturalmente, quien quiera, que lo haga, pero un sistema en el que el ciber-ciudadano puede participar directamente en la política no debe quitar el derecho que tienen a delegar su voto aquellos que no quieren vivir en el ágora todo el día).

La democracia directa corre el riesgo de convertirse en una tiranía de los ciberentusiastas,
igual que los sistemas electorales actuales se convierten en una tiranía de los grandes partidos. Aquélla tiene la ventaja de que, como los cibers son muchos y desorganizados, sería más difícil que se dedicaran a trincar a lo bestia. Y tiene la desventaja de que las leyes que surgieran serían seguramente bastante caóticas, e incompatibles entre sí. El sistema actual, naturalmente, tiene las ventajas e inconvenientes opuestos.

De nuevo, el sistema de democracia pluricameral (que se puede complementar con referendums más frecuentes) me parece un equilibrio razonable para satisfacer el deseo de los entusiastas de la democracia directa (pues habría un papel más amplio para los movimientos ciudadanos autoorganizados) y el de los que queremos dedicarnos a lo nuestro, y pensamos que la Atenas de Pericles era como vivir todo el día sometido a la continua vigilancia de un corral de vecinos. La experiencia de la democracia ateniense condujo, sabiamente, a la filosofía del más grande de los sabios de Grecia, Epicuro: late bioseas ("pasa desapercibido toda tu vida").

7 de febrero de 2008

YO VENDO UNOS VOTOS NEGROS, ¿QUIÉN ME LOS QUIERE COMPRAR? (2)

PROBLEMAS CON LA INMIGRACIÓN

Me han cabreado bastante las declaraciones de Miguel Arias Cañete defendiendo la última ocurrencia de los asesores de su jefe, el "Contrato con España" ése que tendrían que firmar los inmigrantes. No me ha sentado mal la broma de los camareros (aunque es una pena que los camareros españoles no sean ya tan buenos como los de antes), ni la de las mamografías (que ahora me entero que lo normal es hacérselas en urgencias). No, lo que me ha hecho hervir la sangre ha sido la referencia que ha hecho a los "problemas de integración" con los inmigrantes en los colegios. Cito literalmente:
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"A los que preguntan les diría que fueran a alguna escuela de la periferia de Madrid en el recreo. No hago más comentarios. Hay enormes problemas de integración cultural en este momento".
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Pero, ¡vamos a ver! Yo vivo en la periferia de Madrid (para ser más precisos, en Villaverde), y es cierto que en los colegios hay montones de hijos de inmigrantes (curiosamente, más en los públicos), pero de "problemas de integración" hay más bien poco. De hecho, en el instituto que he tenido debajo de casa tuvo hace pocos años bastantes problemas, pero fue más bien por la llegada a la ESO de chavales españoles de pura cepa, pero de esos que (por motivos de marginación social) son más difíciles de integrar. La realidad es que a los chicos españoles se les ve mezclados con los de otros orígenes sin mayores problemas; hay algunos grupos más cerrados y más macarras, pero también los había cuando yo iba al instituto, y eran tan españoles como yo.
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Es verdad también que la entrada de inmigrantes tiende a retardar levemente el aprendizaje de los grupos (lo que no es un "problema de integración"), pero lo retrasa desde un nivel que ya de por sí es de poco más que hacer la o con un canuto. Vamos, que el nivel de los alumnos pata negra por esta zona tampoco es para tirar cohetes. Es más, resulta que los alumnos de origen chino y eslavo suelen tener mejores resultados que los herederos del pasodoble (gran costumbre española), aunque los sudamericanos y africanos suelen tenerlo peor. Pero, de nuevo, esto no es ningún "prolema de integración".
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El caso es que no sólo es la mentira de que "hay problemas de integración en los colegios de la periferia de Madrid" lo que me ha soliviantado. Lo peor de todo ha sido el recordar las historias (que conozco muy de cerca) sobre los procedimientos de escolarización, controlados manu militari por la administración de doña Cuaresma, digo Esperanza Aguirre. Como diría mi tocayo más famoso, es más fácil que entre un camello por el ojo de una aguja, que se matricule un inmigrante pobre en un colegio religioso del centro de Madrid (o de los municipios "ricos" de la provincia). Si usted es un directivo de una empresa, buen católico, y a ser posible conocido de la orden religiosa que regenta el negocio, no se preocupe, que la dirección del colegio hará un hueco para sus hijos aunque tenga que pasar de 26 a 29 alumnos en la clase. En cambio, si usted acaba de llegar de Bolivia a buscarse la vida amasando cemento, no tendrá ni la suerte de que le reciban para decirle que "no hay plazas libres".
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Además, los gobiernos del PP han conseguido que los madrileños de clase media/media-alta no quieran oir ni hablar de escolarizar a sus hijos en colegios públicos, por el temor que les han metido en el cuerpo a que "van a estar con esos inmigrantes tan malos", y prefieren hacer todo lo posible porque sus retoños sólo se junten con los de su raza, aun a costa de matricularlos en centros donde la calidad del profesorado a veces deja mucho que desear (debido a la absoluta falta de control en su enchufamiento, digo contratación). Así ocurre que, como señala el Informe PISA, España es de los pocos países en los que el factor de estudiar en un colegio privado no influye en el resultado del aprendizaje. A la mayoría de los padres les trae al fresco que el colegio al que mandan a sus hijos sea "bueno o malo" en cuanto a la calidad de la enseñanza, si el tenerlo en cuenta les obliga a que sus hijos "se junten con esa gentuza".
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¡¡¡¡Y esto no es lo peor!!!!
Lo peor es que no hay nadie a quien votar que de verdad tenga el más mínimo interés en arreglar éste y otros problemas de nuestro sistema educativo.
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Amén.
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14 de febrero de 2008

YO VENDO UNOS VOTOS NEGROS, ¿QUIÉN ME LOS QUIERE COMPRAR? (3)

POR UNA DEMOCRACIA PLURICAMERAL

Tendría que ser obligatorio cambiar la ley electoral cada cierto tiempo. Una de las ventajas de la democracia es que se puede cambiar el partido en el gobierno si a la gente se le pone en las narices, pero también estaría bien que pudieran cambiarse a menudo otras cosas. En particular, las leyes electorales se suelen establecer pensando en una determinada situación, pero cuando la situación pasa, los ciudadanos preferiríamos otras. El problema es que, como la ley se hizo para favorecer cierto tipo de opciones y partidos, los que se benefician con ella no la quieren cambiar nunca. Debería ser una situación muy grave la que llevara a los "grandes" a proponer una modificación de la ley electoral, y a los partidos regionalistas a aceptarla. ¿Hay otra solución?
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Yo ya puse mi voto en venta en una entrada anterior para un partido que propusiera cambiar en serio el sistema electoral español. Pero no me llegan muchas ofertas (salvo de Izquierda Unida).
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No voy a machacaros con las ventajas y desventajas de cada sistema, que seguro que ya os las sabéis (y si no, ahí está la wikipedia). Indicaré, a modo de resumen, que hay una tensión entre estabilidad y representación (a mayor proporcionalidad en el reparto de escaños, más difícil es fomar gobiernos, y más inestables son -p.ej., Italia-; a menor proporcionalidad, más sabe cada ciudadano quién en su representante en el parlamento -p.ej., EEUU-). Aquí tenemos un sistema que intenta reunir lo mejor de los dos mundos, pero que puede estar uniendo lo peor de ambos (gobiernos poco estables, debido a mayorías muy exiguas, y representación por los suelos).
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Más que hablar del sistema que tenemos, y de alguna modificación aritmética que lo mejorase, prefiero inventarme uno totalmente distinto. Es lo que llamo democracia pluricameral.
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A ver: si voy a comprar a un híper, no se me obliga a comprar todos los productos de la misma marca; es más, ni siquiera tengo que comprar todo en el mismo esablecimiento. ¿Por qué no pasa lo mismo con la política? Es verdad que el gobierno produce bienes públicos, y que estos (simplificando un poco) deben proporcionarse iguales para todo el mundo. Aquí no hay generalmente nada que hacer, salvo cambiar de país (y según el caso, de comunidad autónoma, aunque a la vista de lo que tenemos, no hay mucha diferencia). Pero la uniformidad a la que me refiero no es la de los bienes públicos: cada uno de estos debe ser homogéneo (una carretera es igual para todo el que pasa por ahí), pero de aquí no se sigue que quien me ofrezca cada bien público deba ser el mismo que ofrece los demás. ¿Por qué tiene que hacer las carreteras el mismo gobierno que hace los hospitales?
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En parte, esta pregunta se responde con el sistema de división de competencias entre las autonomías y el estado (y Europa), pero cada uno de estos agentes políticos tiene, en mi opinión, demasiadas competencias concentradas en la misma unidad de decisión, sin contar con que, más que un reparto de competencias ("ésta para mí, esta para ti"), lo que tenemos es un descuartizamiento de cada competencia individualmente considerada ("sobre la sanidad, yo legislo estas cosas, y tú legislas otras").
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Lo que a mí me gustaría, en cambio, es poder coger los programas electorales de cada partido y decir: de éste me gusta esta propuesta, de éste me gusta esta otra, de aquél me gusta aquello, etc. Dicho así, es seguramente inviable (aunque los expertos en la teoría de la elección pública tendrán algo que decir, espero que no muy negativo), pues los paquetes políticos que resultarían serían en muchos casos bastante caóticos (aunque a lo mejor no estaría tan mal el que lo fueran; seguro que mi amigo Juan Urrutia encuentra más de una virtud en ese caos).
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Pero, puestos a elegir una solución menos drástica, propongo que se divida el parlamento en varias cámaras, no al modo actual (congreso y senado), sino más bien que hubiera, por ejemplo:
1) una cámara de asuntos económicos (finanzas, impuesos, trabajo, industria...),
2) una cámara de asuntos culturales (ciencia, cultura, universidades, formación profesional...),
3) una cámara de asuntos sociales (sanidad, educación primaria y secundaria, pensiones...),
4) una cámara de asuntos relacionados con la seguridad (policía, justicia, ejército...),
5) una cámara de asuntos políticos (cuestiones territoriales, relaciones exteriores, derechos fundamentales...)
Cada año podía elegirse a los miembros de una de estas cámaras consecutivamente, y cada una de ellas podría nombrar la parte del gobierno responsable de ejecutar las políticas de cada área. La cámara de asuntos políticos elegiría también al presidente del gobierno, con una función de coordinar todas las políticas en la medida de lo razonable.
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En fin, y ya no sigo, que es tarde y tengo sueño. Espero que la propuesta se pula (o se tale) con vuestros comentarios.
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POST-DATA (16-FEBRERO): Téngase en cuenta que la propuesta de la democracia pluricameral es en cierto sentido semejante a la idea de consultar todas las leyes en referendums. Quien piense que las consultas populares masivas son una buena cosa (yo mismo), tiene que aceptar que la democracia pluricameral es mejor que la que tenemos, pues en ella se tendría más en cuenta la opinión verdadera de los ciudadanos acerca de cada proyecto legislativo.
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19 de mayo de 2011

A LA PUERTA DEL SOL QUE MÁS CALIENTA


No he pasado estos días por la Puerta del Sol. Pueden contarse con los dedos de una pezuña las veces que en mi vida he acudido a una manifestación, sea en apoyo o en repulsa de lo que sea. Ni estuve en las concentraciones contra el atentado del 11-M, ni contra la guerra de Irak, ni en defensa de la familia de toda la vida, ni contra ETA, ni contra Bolonia, ni en mítines, ni en asambleas, ni en sentadas, ni en el entierro de Tierno Galván. Tampoco voy a fiestas populares, espectáculos de masas, encierros (ni taurinos ni los otros), botellones, o cualquier otro tipo de concentraciones en los que se pretende algo así como una comunión de sentimientos y voluntades. Debo de ser un poco autista, o tal vez meramente huraño. En parte también influye mi natural vagancia. Y mi individualismo. Eso sí, pienso que en esto soy como el noventa por ciento de la población, que tampoco suele ir a manifestaciones, mítines y demás, o como el setenta por ciento, que tampoco van a verbenas ni a procesiones.
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Pero, por supuesto, igual que pienso que quien participa en este tipo de "demostraciones" (como dicen los ingleses) no tienen derecho (ni creo que lo reclamen) a plantear las cosas en términos de "el que no está aquí está en contra de quienes estamos aquí", también valoro inmensamente el derecho de las personas a manifestarse, concentrarse, protestar y exigir. Y por lo tanto deploraré cualquier intento por parte del establishment político de restringir ese derecho, aunque sea con la burda excusa de que se interfiere en la campaña electoral (yo, ingenuamente suponía que la legislación electoral estar dirigida al control de las actividades de los partidos, no a la restricción de las libertades de los ciudadanos). Y del mismo modo he de confesar mi simpatía hacia los motivos y muchas de las reclamaciones de los miles de cabreados que han decidido salir a la calle para manifestar su indignación. Y no en menor medida, mi alegría por cuanto este movimiento pueda suponer de bofetada en la jeta de la "clase política", para que sean conscientes de que su repugnante palabrería (la cual, pese a ser crónica, se agudiza en los periodos electorales) es un insulto a la inteligencia de la gente, y de que su conducta como guardianes de la partitocracia y de sus cuotas de poder es una verguenza para los propios valores que presumen defender. Así que, si alguien anda leyendo el Otto Neurath por esas manifestaciones (lo que ya sería raro), vayan desde aquí mis saludos y mis buenos deseos.
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Esto no quiere decir, naturalmente, que esté de acuerdo con todas y cada una de las reclamaciones de los manifestantes (que cada uno tendrá las suyas, además, aunque el mecanismo de la gregarización asamblearia tiende a aplanar las diferencias para que terminen cabiendo por el embudo de quienes han nacido con mejor labia y con más don de gentes), y de que no tenga mis sospechas de que, llegados a la tesitura de tener que concebir e implementar medidas concretas para intentar lograr sus objetivos, no se acabe cayendo una vez más en la realpolitik, o todavía peor, en un ingenuo idealismo que se ciegue ante las verosímiles consecuencias catastróficas que podrían tener algunas de esas medidas. Tampoco me gusta la asociación de las manifestaciones con una parte del "movimiento anónimo" con sus horrendas y estúpidas caretas (¡qué carajo: seamos valientes y demos la cara, igual que yo estoy firmando esto con mi nombre y apellidos!), aunque esto es más una cuestión estética que de principio.
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Y hasta hace un par de días, también consideraba, como muchos otros, que este movimiento era una especie de suicidio electoral de la izquierda, pues muy escasos serán los posibles votantes del PP que se asocien con el movimiento (este del 15-M, no el otro con mayúscula, que parece que quiere seguir vivo en muchos barrios). Pero en las últimas horas este argumento me parece cada vez menos convincente, pues tal vez lo que necesitemos en la izquierda sea, efectivamente, un suicidio, o al menos una metamorfosis, y un buen batacazo el próximo domingo, y en las próximas elecciones generales, proporcionaría un caldo de cultivo excelente para que, de cara al medio plazo, los movimientos de izquierda (incluyendo hasta los liberal-progresistas con los que más puede simpatizar un servidor) empiecen una verdadera transformación que pueda dar sus frutos unos cuantos años después.
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Será una travesía del desierto, ciertamente, a la sombra, además, de un gobierno desmelenado de los del PP, casi seguro triunfador de las próximas generales, y que, inmune a cualesquiera atribuciones de responsabilidad por la mala situación económica (toda la culpa es de Zapatero, ya se sabe), se olvidará de tijeras y las sustituirá por la sierra mecánica, "no teniendo más remedio que aplicar medidas mucho más dolorosas de lo que imaginábamos, porque las cuentas públicas nos las hemos encontrado muchísimo peor de lo que decían los socialistas, que ya era malo". La política de comunicación que seguirá el gobierno del PP nos la podemos imaginar también (basta con extrapolar Telemadrid o Intereconomía a todos los medios convencionales), con Prisa y Mediapró hundidos hasta el cuello en sus deudas, así que no nos enteraremos por la tele, la radio o los periódicos de lo mal que va todo; aunque, por fortuna, es previsible que internet pueda seguir creciendo en su influencia como medio de información y de interconexión social (salvo que los cerebros del PP inventen algo que pudiera dejar como una mera aprendiz a la ley Sinde). Pero a pesar de la situación, y en parte por su gravedad, sería el momento idóneo para probar a una reconstrucción social, moral, institucional, y sobre todo intelectual, de la izquierda.
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Sería fantástico que, vistas las cosas desde dentro de treinta años, Europa y el mundo le pudieran agradecer al menos eso a la España de los tristes años diez. Yo seguiré sin poner mis insociables pies en manifestaciones, pero confío en contribuir a la creación y discusión de ideas, que buena falta hace.
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Más:
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7 de marzo de 2008

ETA, EL 9-M, Y LAS PROFECÍAS DE ALCARAMUS

LOS VOTOS DE ETA SÍ QUE SON NEGROS...

Con su la frialdad habitual, el fanatismo de ETA no ha querido dejar de hacerse oir en la campaña electoral, matando al exconcejal socialista de Mondragón, Isaías Carrasco. Será para confirmar las profecías de Alcaramus:

MADRID, 28 Feb. (EUROPA PRESS) -

El presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), Francisco José Alcaraz, cree que la organización terrorista ETA intentará ayudar al PSOE a ganar las próximas elecciones generales a través de la emisión de un comunicado de fin de la violencia o con una entrega simbólica de armas.

Alcaraz realizó hoy durante una conferencia pronunciada en la Universidad CEU San Pablo un vaticinio de la presencia de la ETA en las próximas elecciones y argumentó que, a su juicio, la banda "no se puede quedar cruzada de brazos" y "necesita" influir en el resultado electoral para "inclinar la balanza hacia el proyecto político que le beneficia".

Según advirtió el presidente de la AVT, ETA aprendió con los atentados del 11-M que "se puede cambiar el rumbo político", lo que Alcaraz considera "un peligro para la democracia, la libertad y España". Por ello, la banda "intentará" que Zapatero sea reelegido como jefe del Ejecutivo para poder desarrollar su "hoja de ruta" que, según su análisis, se alarga hasta el año 2012.

Alcaraz insistió así en que ETA "estará presente" el próximo 9 de marzo para "facilitar la destrucción del PP" porque el PSOE lleva en su programa electoral "la ruptura del Pacto Antiterrorista, la presencia de ETA en las instituciones, la no prescripción de los delitos de terrorismo y la voluntad de negociar" con la organización terrorista.

En este sentido, auguró que ETA formalizará su presencia haciendo público un comunicado de fin de la violencia o con una entrega simbólica de armas. "La banda es capaz de dejar doscientas pistolas encima de la mesa --argumentó--. Qué mas le dan doscientas pistolas si facilita ganas las elecciones al proyecto político que le interesa".

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Ahora, ¿qué es lo que debería hacer un votante que quiere que su voto ayude a conseguir lo contrario de lo que ETA pretende?
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Primero: olvidarse de ETA, y votar como si no existiera (pues lo que pretenden con su estúpidamente macabra violencia es poco más que no se nos olvide que están ahí). De cada partido, debemos tomar la parte de las propuestas electorales que no tienen que ver con el terrorismo (o sea, el 99 %) y decidir de acuerdo con lo que nos parezca.
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Segundo (si falla lo anterior): si Alcaraz tiene razón (y su opinión ha sido la palabra de Dios para muchos durante los últimos cuatro años), el nuevo atentado confirma que ETA piensa que conseguirá mejor sus objetivos con el PP que con el PSOE. El PSOE no ha podido ceder a las exigencias de ETA, en buena parte porque era tildado por media España de traidor. Como el PP no sufrirá ese lastre (él puede negociar con ETA cuando le parezca, y la AVT cantará sus alabanzas, igual que los grupos pro-vida se mantienen sumisamente callados cuando el PP gobierna), se podrá negociar con él tranquilamente.
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Así que, puesto que ETA ha demostrado que quiere que votemos al PP...