Fragmento de una discusión en el blog de Pseudópodo.
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¿Tú consideras EN SERIO que merece la pena tomarse la molestia de buscar muchas “pruebas en contra” para llegar a la conclusión de que la hipótesis de que “el universo es el resultado de una digestión” no debemos considerarla como algo mínimamente verosímil?
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Yo te podría decir que “la ausencia de pruebas contra esa hipótesis no es una prueba en su contra, y que por lo tanto, no podemos rechazarla racionalmente”… pero no me tomarás en serio, y seguirás considerando que la “hipótesis de la digestión” es meramente una chorrada como la copa de un pino, y que la PROBABILIDAD de que se asemeje a “la verdad objetiva sobre el asunto” es poco más que infinitesimalmente pequeña.
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Pues LO MISMO pasa con la “hipótesis de la intención”, salvo que nuestra mente tiene unos sesgos que nos llevan a tomarla más en serio POR DEFECTO que la otra hipótesis.
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A bordo del Otto Neurath
10 de abril de 2014
9 de abril de 2014
4 de abril de 2014
Je ne regrette rien (1): On the neuropsychology of free will
Os dejo el enlace a la primera entrada de una serie (esta vez espero que cortita) sobre la neuropsicología del libre albedrío, que estoy sacando en Mapping Ignorance.
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2 de abril de 2014
Si todos los hechos son "hechos mentales" porque sólo podemos pensarlos pensando, ¿son todos los hechos "hechos papelísticos" porque sólo los podemos escribir en una hoja de papel si los escribimos en una hoja de papel?
Sigue el debate de las entradas anteriores
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Sigues haciendo una división entre fuera y dentro, si haces esa división, ¿me puedes decir que propiedades tiene la frontera entre lo físico y lo mental? ¿Qué puntos en común tienen? ¿Cómo interactúan?
La ciencia no estudia “interacciones” más que como correlaciones: “cuando ocurre tal cosa, ocurre tal otra”. Lo único que podemos averiguar sobre el mundo es que cuando pasan ciertas cosas, pasan ciertas otras cosas. En este caso, averiguamos qué sucesos físicos están correlacionados con qué sucesos mentales. Y eso es TODO lo que podemos averiguar sobre el tema, igual que sobre CUALQUIER otro tema no podemos averiguar más que si se dan o no se dan ciertas correlaciones.
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si no existe absolutamente ningún camino para llegar a tal sitio, eso es equivalente a decir, que no existe tal sitio
Bueno, no existe ningún camino que tú y yo podamos seguir para llegar con vida a la galaxia de Andrómeda, pero podemos averiguar un montón de cosas sobre ella gracias a las correlaciones físicas que se dan entre la materia de la que está formada, la luz que emite, y la materia de la que estamos formados nosotros. Hacemos la CONJETURA de que los procesos físicos que dan como resultado ciertas placas fotográficas obedecen ciertas leyes físicas que han funcionado muy bien en muchos otros terrenos, y vemos esa conjetura nos permite hacer muy buenas predicciones.
Otra de las dificultades que pones de manifiesto para entender esto es que asumes acríticamente (creo que ya lo dije más arriba) que “conocer” es “captar”, “demostrar”, “tener delante en la mente con certeza absoluta”, o algo así. Pero no: nuestro conocimiento del mundo es CONJETURAL. Simplemente nos IMAGINAMOS que suceden ciertos hechos no-mentales, y si esas conjeturas hacen buenas predicciones, tendemos a aceptarlas (sí,podemos tener el estado mental que consiste en pensar que suceden hechos que no son estados mentales, igual que podemos movernos de tal manera que ese movimiento consiste en creer que los números primos no tienen movimiento; no hay ninguna dificultad en hacer esto, si tiras a la papelera la errónea idea de que “conocer” es “tener delante de la mente con certeza absoluta”; de modo parecido, nuestro organismo “sabe” cuándo tiene que segregar más o menos insulina aunque no necesite estar en un determinado estado mental para ello, como el árbol “sabe” cuándo tiene que empezar a echar nuevas hojas; si ni siquiera hace falta tener un estado mental para saber algo -usando “saber” en el sentido del lenguaje corriente, no en el de una epistemología metafísica en particular-, mucho menos hace falta “tener certeza absoluta” -sino sólo hacer meras conjeturas más o menos bien corroboradas- para que podamos hablar de “conocimiento”).
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Por otro lado, hay un “camino” (en el sentido de un método de investigación, no de un “proceso causal que pone los hechos externos DENTRO de nuestra mente”) muy sencillo para “llegar” a la conclusión de que ocurren hechos físicos, no mentales, fuera de tu mente: basta con que consideres a la vez la mente de OTRA persona y el entorno de esa persona. P.ej., supón que tú sabes dónde has escondido algo, pero yo no; yo me pongo a buscarlo, y voy haciendo conjeturas sobre dónde puede estar; en una de ellas te digo “creo que está debajo de la tele”. Tú puedes distinguir perfectamente dos hechos distintos: el hecho de que lo que has escondido está debajo de la tele (o no esté), y el hecho de que yo creo que está debajo de la tele. No tienes absolutamente ninguna dificultad en pensar el hecho de que eso esté debajo de la tele como un hecho completamente distinto a cualquier hecho que ocurra en MI mente, y como un hecho externo a MI mente. Es decir, tú puedes pensar perfectamente que hay hechos que son externos a la mente de LOS DEMÁS. Es decir, que en caso de ser “hechos mentales”, no son mentales por pertenecer a MI mente en ningún sentido relevante de “pertenecer”. Pero ahora puedes aplicarte el mismo cuento a ti mismo sin ninguna dificultad: si hay hechos externos a la mente MÍA, también puede haber hechos externos a la mente TUYA. Es más, no hay ningún problema en generalizar esto y CONCEBIR que hay hechos que son externos a la mente de TODO el mundo, a TODAS las mentes, y que, por lo tanto, no tiene ningún sentido llamarlos “hechos mentales”.
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Otro error relacionado con ese es el de confundir el hecho de tener una cierta creencia, con el hecho de que lo que se cree sea verdad; tal vez digas que tienes claro que no son lo mismo, pero en el fondo piensas que, aunque sean hechos distintos, “tienen” que ser hechos “de la misma naturaleza” (en particular, hechos mentales). Y no, no tienen POR QUÉ ser hechos “de la misma naturaleza”. El hecho de que yo crea que la conjetura de Goldbach es verdadera es un hecho psicológico, no es un hecho aritmético (como lo sería la conjetura de Goldbach en caso de ser verdadera, que no se sabe si lo es), igual que el hecho de que esté escrito en un papel que “los dinosaurios no sabían escribir” no implica que el hecho de que los dinosaurios no sabían escribir fuese un hecho “papelístico” o algo así. Insisto: el carácter mental de nuestros actos y estados mentales no se “contagia” a aquello que pensamos al estar en esos estados mentales, igual que el hecho de que nuestros pensamientos impliquen necesariamente el movimiento de moléculas en ciertas sinapsis no se “contagia” a aquello que pensamos al mover las sinapsis así en vez de moverlas de otra manera.
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Estas obsesionado con el método hipotético-deductivo, y éste método (que por cierto es de origen mental), sólo dará resultados coherentes dentro del propio ámbito de ese método, piensa que ese método sólo es UNA VARA DE MEDIR, y como TODAS las varas de medir tienen limitaciones.
Por supuesto, pero para descubrir cómo es el mundo no ha habido NINGÚN método que se haya acercado ni de lejos a los logros del método hipotético-deductivo. Es como comparar la eficacia de los antibióticos con la de los conjuros a la hora de tratar las infecciones bacterianas. En cambio, tu obsesión por “el pozo sin salida de lo mental” no tiene para apoyarla más que la vaga sensación de certeza filosófica que no te sirve para descubrir absolutamente nada más sobre la realidad (bueno, eso tampoco).
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Más:
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¿Qué es conocimiento?
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¿Se basa la representación en la semejanza?
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La viagra de Hume
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Deflactando la verdad
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¿Cómo de bueno es el idealismo como hipótesis científica?
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Sigues haciendo una división entre fuera y dentro, si haces esa división, ¿me puedes decir que propiedades tiene la frontera entre lo físico y lo mental? ¿Qué puntos en común tienen? ¿Cómo interactúan?
La ciencia no estudia “interacciones” más que como correlaciones: “cuando ocurre tal cosa, ocurre tal otra”. Lo único que podemos averiguar sobre el mundo es que cuando pasan ciertas cosas, pasan ciertas otras cosas. En este caso, averiguamos qué sucesos físicos están correlacionados con qué sucesos mentales. Y eso es TODO lo que podemos averiguar sobre el tema, igual que sobre CUALQUIER otro tema no podemos averiguar más que si se dan o no se dan ciertas correlaciones.
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si no existe absolutamente ningún camino para llegar a tal sitio, eso es equivalente a decir, que no existe tal sitio
Bueno, no existe ningún camino que tú y yo podamos seguir para llegar con vida a la galaxia de Andrómeda, pero podemos averiguar un montón de cosas sobre ella gracias a las correlaciones físicas que se dan entre la materia de la que está formada, la luz que emite, y la materia de la que estamos formados nosotros. Hacemos la CONJETURA de que los procesos físicos que dan como resultado ciertas placas fotográficas obedecen ciertas leyes físicas que han funcionado muy bien en muchos otros terrenos, y vemos esa conjetura nos permite hacer muy buenas predicciones.
Otra de las dificultades que pones de manifiesto para entender esto es que asumes acríticamente (creo que ya lo dije más arriba) que “conocer” es “captar”, “demostrar”, “tener delante en la mente con certeza absoluta”, o algo así. Pero no: nuestro conocimiento del mundo es CONJETURAL. Simplemente nos IMAGINAMOS que suceden ciertos hechos no-mentales, y si esas conjeturas hacen buenas predicciones, tendemos a aceptarlas (sí,podemos tener el estado mental que consiste en pensar que suceden hechos que no son estados mentales, igual que podemos movernos de tal manera que ese movimiento consiste en creer que los números primos no tienen movimiento; no hay ninguna dificultad en hacer esto, si tiras a la papelera la errónea idea de que “conocer” es “tener delante de la mente con certeza absoluta”; de modo parecido, nuestro organismo “sabe” cuándo tiene que segregar más o menos insulina aunque no necesite estar en un determinado estado mental para ello, como el árbol “sabe” cuándo tiene que empezar a echar nuevas hojas; si ni siquiera hace falta tener un estado mental para saber algo -usando “saber” en el sentido del lenguaje corriente, no en el de una epistemología metafísica en particular-, mucho menos hace falta “tener certeza absoluta” -sino sólo hacer meras conjeturas más o menos bien corroboradas- para que podamos hablar de “conocimiento”).
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Por otro lado, hay un “camino” (en el sentido de un método de investigación, no de un “proceso causal que pone los hechos externos DENTRO de nuestra mente”) muy sencillo para “llegar” a la conclusión de que ocurren hechos físicos, no mentales, fuera de tu mente: basta con que consideres a la vez la mente de OTRA persona y el entorno de esa persona. P.ej., supón que tú sabes dónde has escondido algo, pero yo no; yo me pongo a buscarlo, y voy haciendo conjeturas sobre dónde puede estar; en una de ellas te digo “creo que está debajo de la tele”. Tú puedes distinguir perfectamente dos hechos distintos: el hecho de que lo que has escondido está debajo de la tele (o no esté), y el hecho de que yo creo que está debajo de la tele. No tienes absolutamente ninguna dificultad en pensar el hecho de que eso esté debajo de la tele como un hecho completamente distinto a cualquier hecho que ocurra en MI mente, y como un hecho externo a MI mente. Es decir, tú puedes pensar perfectamente que hay hechos que son externos a la mente de LOS DEMÁS. Es decir, que en caso de ser “hechos mentales”, no son mentales por pertenecer a MI mente en ningún sentido relevante de “pertenecer”. Pero ahora puedes aplicarte el mismo cuento a ti mismo sin ninguna dificultad: si hay hechos externos a la mente MÍA, también puede haber hechos externos a la mente TUYA. Es más, no hay ningún problema en generalizar esto y CONCEBIR que hay hechos que son externos a la mente de TODO el mundo, a TODAS las mentes, y que, por lo tanto, no tiene ningún sentido llamarlos “hechos mentales”.
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Otro error relacionado con ese es el de confundir el hecho de tener una cierta creencia, con el hecho de que lo que se cree sea verdad; tal vez digas que tienes claro que no son lo mismo, pero en el fondo piensas que, aunque sean hechos distintos, “tienen” que ser hechos “de la misma naturaleza” (en particular, hechos mentales). Y no, no tienen POR QUÉ ser hechos “de la misma naturaleza”. El hecho de que yo crea que la conjetura de Goldbach es verdadera es un hecho psicológico, no es un hecho aritmético (como lo sería la conjetura de Goldbach en caso de ser verdadera, que no se sabe si lo es), igual que el hecho de que esté escrito en un papel que “los dinosaurios no sabían escribir” no implica que el hecho de que los dinosaurios no sabían escribir fuese un hecho “papelístico” o algo así. Insisto: el carácter mental de nuestros actos y estados mentales no se “contagia” a aquello que pensamos al estar en esos estados mentales, igual que el hecho de que nuestros pensamientos impliquen necesariamente el movimiento de moléculas en ciertas sinapsis no se “contagia” a aquello que pensamos al mover las sinapsis así en vez de moverlas de otra manera.
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Estas obsesionado con el método hipotético-deductivo, y éste método (que por cierto es de origen mental), sólo dará resultados coherentes dentro del propio ámbito de ese método, piensa que ese método sólo es UNA VARA DE MEDIR, y como TODAS las varas de medir tienen limitaciones.
Por supuesto, pero para descubrir cómo es el mundo no ha habido NINGÚN método que se haya acercado ni de lejos a los logros del método hipotético-deductivo. Es como comparar la eficacia de los antibióticos con la de los conjuros a la hora de tratar las infecciones bacterianas. En cambio, tu obsesión por “el pozo sin salida de lo mental” no tiene para apoyarla más que la vaga sensación de certeza filosófica que no te sirve para descubrir absolutamente nada más sobre la realidad (bueno, eso tampoco).
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Más:
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¿Qué es conocimiento?
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¿Se basa la representación en la semejanza?
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La viagra de Hume
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Deflactando la verdad
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¿Cómo de bueno es el idealismo como hipótesis científica?
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1 de abril de 2014
Cerebros y telescopios
Sigue el debate en La máquina de von Neumann
Si todos nuestros recursos de investigación, que son todos, son también estados mentales, lo único que podemos inferir es que de un estado mental podemos pasar a otro Estado mental
Pero es que es OBVIO que lo único que podemos TENER son "estados mentales". Pero cuando nos planteamos si existen átomos o estrellas de neutrones, hay que distinguir dos cosas:
a) nuestro estado mental que consiste en CREER que hay estrellas de neutrones, átomos, etc. (y todos los otros estados mentales que han podido preceder a ese en nuestro proceso de deliberación para llegar a esa conclusión)
b) el hecho de si AQUELLO QUE CREEMOS al estar en ese estado mental es verdadero o falso; eso que creemos es una conjetura en el sentido de que A LO MEJOR ES VERDAD LO QUE CREEMOS, Y A LO MEJOR ES FALSO.
Lo que tenemos que hacer es procurar guiar nuestros procesos de deliberación de tal manera que sea más probable que tendsamos a creer una proposición cuando esa proposición es verdadera que cuando es falsa; naturalmente, no podemos hacer nada para GARANTIZAR que eso va a ser siempre así; lo único que podemos hacer es aplicar el método hipotético-deductivo y la lógica para hacer que sea menos PROBABLE que nos equivoquemos.
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Ten en cuenta que no hay ABSOLUTAMENTE ninguna diferencia esencial (en ese sentido) entre estas dos situaciones:
1) nuestras conjeturas acerca de lo que ocurre fuera de nuestro cerebro sólo podemos contrastarlas mediante la consideración de lo que pasa en nuestros estados conscientes, que son estados del cerebro; y
2) nuestras conjeturas acerca de lo que pasa FUERA del sistema solar sólo podemos contrastarlas mediante la observación de ondas electromagnéticas y otros fenómenos físicos que ocurren DENTRO del sistema solar (p.ej., la observación de una placa fotográfica de un telescopio).
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Supongo que no pondrás ninguna objeción a nuestra posibilidad de APRENDER qué pasa fuera del sistema solar, aunque todas nuestras observaciones ocurran DENTRO del sistema solar.
Pues lo mismo pasa con el cerebro: aunque todas nuestras observaciones (nuestros actos de observar) ocurren dentro de nuestro cerebro, eso no impide que gracias a ello averigüemos bastantes cosas de las que ocurren fuera de nuestro cerebro.
Si todos nuestros recursos de investigación, que son todos, son también estados mentales, lo único que podemos inferir es que de un estado mental podemos pasar a otro Estado mental
Pero es que es OBVIO que lo único que podemos TENER son "estados mentales". Pero cuando nos planteamos si existen átomos o estrellas de neutrones, hay que distinguir dos cosas:
a) nuestro estado mental que consiste en CREER que hay estrellas de neutrones, átomos, etc. (y todos los otros estados mentales que han podido preceder a ese en nuestro proceso de deliberación para llegar a esa conclusión)
b) el hecho de si AQUELLO QUE CREEMOS al estar en ese estado mental es verdadero o falso; eso que creemos es una conjetura en el sentido de que A LO MEJOR ES VERDAD LO QUE CREEMOS, Y A LO MEJOR ES FALSO.
Lo que tenemos que hacer es procurar guiar nuestros procesos de deliberación de tal manera que sea más probable que tendsamos a creer una proposición cuando esa proposición es verdadera que cuando es falsa; naturalmente, no podemos hacer nada para GARANTIZAR que eso va a ser siempre así; lo único que podemos hacer es aplicar el método hipotético-deductivo y la lógica para hacer que sea menos PROBABLE que nos equivoquemos.
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Ten en cuenta que no hay ABSOLUTAMENTE ninguna diferencia esencial (en ese sentido) entre estas dos situaciones:
1) nuestras conjeturas acerca de lo que ocurre fuera de nuestro cerebro sólo podemos contrastarlas mediante la consideración de lo que pasa en nuestros estados conscientes, que son estados del cerebro; y
2) nuestras conjeturas acerca de lo que pasa FUERA del sistema solar sólo podemos contrastarlas mediante la observación de ondas electromagnéticas y otros fenómenos físicos que ocurren DENTRO del sistema solar (p.ej., la observación de una placa fotográfica de un telescopio).
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Supongo que no pondrás ninguna objeción a nuestra posibilidad de APRENDER qué pasa fuera del sistema solar, aunque todas nuestras observaciones ocurran DENTRO del sistema solar.
Pues lo mismo pasa con el cerebro: aunque todas nuestras observaciones (nuestros actos de observar) ocurren dentro de nuestro cerebro, eso no impide que gracias a ello averigüemos bastantes cosas de las que ocurren fuera de nuestro cerebro.
31 de marzo de 2014
Proyecto #11
Una iniciativa para hacer del mundo y las redes sociales un sitio más amable:
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Cada día 11 (el próximo viernes de Dolores será el primero) súmate al reto de tuitir sólo en endecasílabos, (o al menos, mayormente).
Márcalo con el brevísimo hashtag #11
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Cada día 11 (el próximo viernes de Dolores será el primero) súmate al reto de tuitir sólo en endecasílabos, (o al menos, mayormente).
Márcalo con el brevísimo hashtag #11
28 de marzo de 2014
Sobre la coautoría en la ciencia (entrevista)
Transcribo la entrevista que me han hecho en DivulgaUNED con motivo de la publicación del artículo sobre co-autoría científica del que hablé en esta otra entrada.
Escribir artículos entre varios investigadores es una práctica habitual, sobre todo cuando la investigación abarca diferentes áreas científicas. Jesús Zamora Bonilla, catedrático de Filosofía de la Ciencia de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), ha analizado la naturaleza de esta colaboración en un estudio, en el que explica las malas prácticas que existen y propone nuevos formatos para que la coautoría sea más rigurosa.
Si un investigador escribe un artículo solo, ¿recibe más reconocimiento de agencias de evaluación como laANECA?
Depende de las especialidades. En las ciencias naturales e ingenierías no se penaliza la coautoría, o se hace mucho menos, porque ahí es bastante habitual esa forma de colaboración. En las humanidades es donde más se tiene en cuenta y se prima que los autores firmen sus trabajos en solitario.
¿Por qué se recurre a la coautoría?
En general, la coautoría refleja el hecho de que una gran parte de la investigación científica constituye un trabajo colaborativo, en el que hay que combinar distintas capacidades, y a veces también diferentes puntos de vista. La ciencia no es una actividad para solitarios a lo Robinson Crusoe.
¿Qué tipo de malas prácticas existen?
El tipo de mala praxis más habitual es la de que un científico con más prestigio y más poder académico obligue a los verdaderos autores de la investigación a incluir su nombre como autor, sin haber contribuido nada o casi nada. De todas formas, en todos los casos en los que hay quejas de esta práctica no ha ocurrido que la contribución del “jefe” sea tan escasa como les parece a los otros autores. Al fin y al cabo, el trabajo de concepción y organización de un proyecto de investigación es fundamental, y es razonable que los investigadores que lo dirigen sean considerados autores de pleno derecho de las publicaciones que resulten de ahí, aunque no hayan estado tan involucrados en el día a día como los otros autores.
¿Hay alguna mala práctica más?
También es posible que varios autores se pongan de acuerdo en firmar cada uno los artículos del otro o de los otros, aunque su contribución haya sido nula o escasa, pero mi impresión es que ese tipo de falsa coautoría es mucho menos frecuente que la anterior.
¿Cómo podría controlarse que la coautoría sea real y no un “hoy por ti, mañana por mí”?
Es difícil de controlar, pues las agencias de evaluación no tienen recursos para indagar a modo de detectives en los entresijos de las investigaciones. Pero, como decía, me parece que es una práctica bastante poco habitual, sobre todo porque cada científico suele pensar que su propia contribución es más importante que la de los otros, y tiende a parecerle que saldría perdiendo con el intercambio. Incluso aunque cada uno estimáramos con objetividad el valor de nuestra contribución, el científico ‘mejor’ pensaría que sale perdiendo si hace ese intercambio con uno ‘peor’.
En su estudio sugiere que los artículos incluyan al final unos créditos, como en las películas, donde se explique qué investigador ha hecho cada parte, ¿no es así?
Es una posibilidad para ayudar a las agencias y a los procesos de evaluación, ya que los méritos que hay que atribuir son, en último término, de los individuos, no de los artículos o de los grupos. En algunas disciplinas es relativamente habitual hacer algo parecido, sobre todo en aquellas donde la división del trabajo es más clara por tratarse de la combinación de disciplinas o técnicas muy diferentes.
En las conclusiones se refiere al concepto, ‘la magia de la lógica’. ¿En qué consiste?
Es otro de los motivos por los que puede ser razonable firmar un artículo entre varios autores. Lo importante de cada publicación científica son sus conclusiones: un artículo es un argumento que pretende apuntalar o fundamentar una determinada conclusión, y es según el valor de esa conclusión por lo que la publicación va a terminar recibiendo más o menos citas. La contribución de cada autor individual no suele ser conclusión misma, sino algunas premisas que sirven como elementos de la argumentación en la que el artículo consiste. O sea, cada autor contribuye con algunas premisas del argumento, pero lo que se valora es la conclusión, su capacidad de repercusión en las publicaciones de otros colegas, o por decirlo de otro modo, el volumen de citas esperable. Este valor suele ser mucho mayor que la suma del valor de cada una de las premisas por separado. Por tanto, en un argumento lógico, el todo (la conclusión) es más que la suma de las partes (las premisas), y ahí está ‘la magia de la lógica’.
26 de marzo de 2014
¿Qué es conocimiento?
Sigue el debate en La Máquina de von Neumann.
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creo que estáis cometiendo un error al aceptar acríticamente (y es muy probable que inconscientemente) la idea platónico-cartesiana de que "conocer es captar"; la teoría del conocimiento contemporánea ha reducido a escombros esa concepción, y ahora entendemos el conocimiento como un tipo de ACTIVIDAD DE INTERACCIÓN CON EL ENTORNO, igual que la digestión, las migraciones, o la caza en grupo.
La metáfora del conocer-como-captar insiste equivocadamente en el punto de vista del "yo inmanente" como si fuera el único punto de vista legítimo para discutir sobre el conocimiento, pero el conocimiento es un fenómeno NATURAL como cualquier otro, y como tal fenómeno natural debe ser estudiado. Podemos estudiar de qué modo conocen las ardillas en qué lugar han escondido las bellotas, o de qué modo se las apañó Jorgen Knudtzon para descifrar el hitita, y muy en especial, de qué modo se las apaña el sistema nervioso de las ardillas y el de los filólogos para permitirles hacer lo que hacen.
Desde esta perspectiva NATURALISTA, no es "mi" yo lo que tengo que tener en cuenta, sino el ORGANISMO de las ardillas (o el de los filólogos) por un lado, y el ENTORNO de las ardillas (o el de los filólogos), por otro lado, y estudiar las relaciones de causalidad que se dan entre ambas cosas. Y desde esa misma perspectiva, debemos tener claro que TODO lo que afirmemos sobre el conocimiento es (como todo lo demás que afirmamos sobre el mundo) una CONJETURA, que la única forma de contrastar será viendo si nos permite hacer predicciones mejores que las conjeturas rivales. Con respecto al "yo" y su posible relación con el "exterior" (que tantos dolores de cabeza parece que os causa), pues es, también, una conjetura: conjeturamos que la relación que hay entre MIS experiencias, pensamientos, etc., y el entorno, es LA MISMA RELACIÓN que la que hay entre las experiencias, pensamientos, etc., DE LOS DEMÁS INDIVIDUOS QUE OBSERVO (y que supongo que son la forma como ellos perciben "desde dentro" lo que yo percibo en ellos como sucesos neuronales) y ese mismo entorno. No podemos, obviamente, "captar la verdad de esa conjetura en sí misma", pero eso no lo podemos hacer con NINGUNA de nuestras conjeturas sobre el mundo: lo único que podemos hacer es aplicar el sano método hipotético-deductivo y ver, como decía, si de esa conjetura se siguen mejores predicciones que de las conjeturas rivales (p.ej., de la conjetura de que no existe nada "fuera" de mis percepciones).
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creo que estáis cometiendo un error al aceptar acríticamente (y es muy probable que inconscientemente) la idea platónico-cartesiana de que "conocer es captar"; la teoría del conocimiento contemporánea ha reducido a escombros esa concepción, y ahora entendemos el conocimiento como un tipo de ACTIVIDAD DE INTERACCIÓN CON EL ENTORNO, igual que la digestión, las migraciones, o la caza en grupo.
La metáfora del conocer-como-captar insiste equivocadamente en el punto de vista del "yo inmanente" como si fuera el único punto de vista legítimo para discutir sobre el conocimiento, pero el conocimiento es un fenómeno NATURAL como cualquier otro, y como tal fenómeno natural debe ser estudiado. Podemos estudiar de qué modo conocen las ardillas en qué lugar han escondido las bellotas, o de qué modo se las apañó Jorgen Knudtzon para descifrar el hitita, y muy en especial, de qué modo se las apaña el sistema nervioso de las ardillas y el de los filólogos para permitirles hacer lo que hacen.
Desde esta perspectiva NATURALISTA, no es "mi" yo lo que tengo que tener en cuenta, sino el ORGANISMO de las ardillas (o el de los filólogos) por un lado, y el ENTORNO de las ardillas (o el de los filólogos), por otro lado, y estudiar las relaciones de causalidad que se dan entre ambas cosas. Y desde esa misma perspectiva, debemos tener claro que TODO lo que afirmemos sobre el conocimiento es (como todo lo demás que afirmamos sobre el mundo) una CONJETURA, que la única forma de contrastar será viendo si nos permite hacer predicciones mejores que las conjeturas rivales. Con respecto al "yo" y su posible relación con el "exterior" (que tantos dolores de cabeza parece que os causa), pues es, también, una conjetura: conjeturamos que la relación que hay entre MIS experiencias, pensamientos, etc., y el entorno, es LA MISMA RELACIÓN que la que hay entre las experiencias, pensamientos, etc., DE LOS DEMÁS INDIVIDUOS QUE OBSERVO (y que supongo que son la forma como ellos perciben "desde dentro" lo que yo percibo en ellos como sucesos neuronales) y ese mismo entorno. No podemos, obviamente, "captar la verdad de esa conjetura en sí misma", pero eso no lo podemos hacer con NINGUNA de nuestras conjeturas sobre el mundo: lo único que podemos hacer es aplicar el sano método hipotético-deductivo y ver, como decía, si de esa conjetura se siguen mejores predicciones que de las conjeturas rivales (p.ej., de la conjetura de que no existe nada "fuera" de mis percepciones).
25 de marzo de 2014
24 de marzo de 2014
¿Se basa la representación en la semejanza?
Fragmentos de un debate que estamos manteniendo en el estupendo blog La Máquina de Von Neumann:
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Estás demasiado obsesionado con la “semejanza perceptiva”. Dos entidades no perceptibles pueden ser semejantes en muchas cosas, si entiendes “semejanza” en un sentido más amplio (p.ej. ¿en qué se “parecen” la suma y la multiplicación?; eso TAMBIÉN es semejanza). En el caso del semáforo, no son los colores, cada uno por separado, lo que “representa”, sino el SISTEMA formado por los semáforos y el CÓDIGO que usamos para interpretarlos (un semáforo que apareciera milagrosamente en el foro romano en tiempos de César no “representaría” nada relacionado con el tráfico de allí). Y la información contenida en ese sistema (no los meros colorines, que es en lo que parece que te estás centrando únicamente) sí que es ISOMÓRFICA (o relacionable mediante algún tipo de función matemática) con parte de la información de lo que el sistema pretende representar.
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¿En dónde puedes ver la isomorfía entre el código binario de dos símbolos luminosos y el tráfico de automóviles? ¿En qué patrón, estructura, forma lógica, estado de cosas, etc. puedes tú ver algo de parecido? Por favor, clarifícamelo en este ejemplo.
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Hay tanta información en el mundo, que lo difícil es NO ver isomorfía entre casi cualquier cosa y cualquier otra cosa. En el caso del semáforo es sencillísimo: en un cruce entre la calle A y la calle B, el tráfico bien regulado puede tener dos estados: (1) coches circulando por la calle A y parados en la calle B, o (2) coches circulando por la calle B y parados en la calle A. El semáforo que ve un coche que viene por la calle A tiene también 2 estados (obviemos el ámbar, que nos obligaría a introducir el elemento temporal en lo representado…; más información que “mapear”, simplemente): (3) luz verde, o (4) luz roja. El isomorfismo relevante es sencillamente la función que asigna el estado 1 al estado 3, y el estado 2 al estado 4. Fíjate que lo que REALMENTE LLEVA LA CARGA DE “REPRESENTAR” es esta FUNCIÓN, porque los colores podrían haber sido otros, o no haber sido colores en absoluto. La función necesita sencillamente que en el signo (el semáforo) haya tantos estados posibles como en lo significado o representado, para poder emparejarlos.
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El problema para el representacionismo no es que el emparejamiento o acoplamiento funcional entre nuestros símbolos y los estados del mundo dependa o no de algún tipo de semejanza, sino que un cruce de calles y su tránsito rodado solo es el mundo y sus estados después de haberlo convenido. El semáforo no representa estados del otro lado del espejo, sino de un mundo ya interpretado. Un mapa señala a otro mapa
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Pues claro que, en el caso del semáforo, éste refleja el funcionamiento del tráfico TAL COMO ES PORQUE HAY SEMÁFORO; justo de eso se trata. Pero el caso es que, represente lo que queramos que represente, la representación CONSISTE en que las SEMEJANZAS (o sea, “mappings”, “isomorfismos”, etc.) que hay entre lo representado y lo representante nos permiten sacar conclusiones sobre lo primero a partir de la información contenida en lo segundo. Otros “mapas” (teorías, representaciones, etc.), en cambio, no pretenden reflejar el funcionamiento de un sistema TAL COMO ES DEBIDO A LA EXISTENCIA DEL MAPA, sino tal como es INDEPENDIENTEMENTE de si tenemos un mapa o no. Por supuesto, que lo consigamos en mayor medida, o que el sistema representado cambie en alguna medida por el hecho de estar representado, pues dependerá de cada caso y ocurrirá en cada caso en un grado distinto. Pero eso es irrelevante para el punto en discusión: que toda representación lo es GRACIAS a los isomorfismos (o “semejanzas”) entre una parte de la información contenida en el sistema que usamos como representación y una parte de la información contenida en el sistema que queremos representar con él.
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Estás demasiado obsesionado con la “semejanza perceptiva”. Dos entidades no perceptibles pueden ser semejantes en muchas cosas, si entiendes “semejanza” en un sentido más amplio (p.ej. ¿en qué se “parecen” la suma y la multiplicación?; eso TAMBIÉN es semejanza). En el caso del semáforo, no son los colores, cada uno por separado, lo que “representa”, sino el SISTEMA formado por los semáforos y el CÓDIGO que usamos para interpretarlos (un semáforo que apareciera milagrosamente en el foro romano en tiempos de César no “representaría” nada relacionado con el tráfico de allí). Y la información contenida en ese sistema (no los meros colorines, que es en lo que parece que te estás centrando únicamente) sí que es ISOMÓRFICA (o relacionable mediante algún tipo de función matemática) con parte de la información de lo que el sistema pretende representar.
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¿En dónde puedes ver la isomorfía entre el código binario de dos símbolos luminosos y el tráfico de automóviles? ¿En qué patrón, estructura, forma lógica, estado de cosas, etc. puedes tú ver algo de parecido? Por favor, clarifícamelo en este ejemplo.
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Hay tanta información en el mundo, que lo difícil es NO ver isomorfía entre casi cualquier cosa y cualquier otra cosa. En el caso del semáforo es sencillísimo: en un cruce entre la calle A y la calle B, el tráfico bien regulado puede tener dos estados: (1) coches circulando por la calle A y parados en la calle B, o (2) coches circulando por la calle B y parados en la calle A. El semáforo que ve un coche que viene por la calle A tiene también 2 estados (obviemos el ámbar, que nos obligaría a introducir el elemento temporal en lo representado…; más información que “mapear”, simplemente): (3) luz verde, o (4) luz roja. El isomorfismo relevante es sencillamente la función que asigna el estado 1 al estado 3, y el estado 2 al estado 4. Fíjate que lo que REALMENTE LLEVA LA CARGA DE “REPRESENTAR” es esta FUNCIÓN, porque los colores podrían haber sido otros, o no haber sido colores en absoluto. La función necesita sencillamente que en el signo (el semáforo) haya tantos estados posibles como en lo significado o representado, para poder emparejarlos.
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El problema para el representacionismo no es que el emparejamiento o acoplamiento funcional entre nuestros símbolos y los estados del mundo dependa o no de algún tipo de semejanza, sino que un cruce de calles y su tránsito rodado solo es el mundo y sus estados después de haberlo convenido. El semáforo no representa estados del otro lado del espejo, sino de un mundo ya interpretado. Un mapa señala a otro mapa
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Pues claro que, en el caso del semáforo, éste refleja el funcionamiento del tráfico TAL COMO ES PORQUE HAY SEMÁFORO; justo de eso se trata. Pero el caso es que, represente lo que queramos que represente, la representación CONSISTE en que las SEMEJANZAS (o sea, “mappings”, “isomorfismos”, etc.) que hay entre lo representado y lo representante nos permiten sacar conclusiones sobre lo primero a partir de la información contenida en lo segundo. Otros “mapas” (teorías, representaciones, etc.), en cambio, no pretenden reflejar el funcionamiento de un sistema TAL COMO ES DEBIDO A LA EXISTENCIA DEL MAPA, sino tal como es INDEPENDIENTEMENTE de si tenemos un mapa o no. Por supuesto, que lo consigamos en mayor medida, o que el sistema representado cambie en alguna medida por el hecho de estar representado, pues dependerá de cada caso y ocurrirá en cada caso en un grado distinto. Pero eso es irrelevante para el punto en discusión: que toda representación lo es GRACIAS a los isomorfismos (o “semejanzas”) entre una parte de la información contenida en el sistema que usamos como representación y una parte de la información contenida en el sistema que queremos representar con él.
14 de marzo de 2014
10 de marzo de 2014
Sobre el sentido de la existencia y todo eso
Más fragmentos del debate sobre el libre albedrío en el blog de Pseudópodo.
¿Me estás diciendo que el “quienes somos, de donde venimos y a dónde vamos” no es algo que necesitemos plantearnos?
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De nuevo, si por "necesitemos" quieres decir que nuestra biología y nuestra cultura nos han determinado a que TENGAMOS MUCHÍSIMAS GANAS de plantearnos esas preguntas, y TANTAS ganas que mucha gente se dé por contenta con casi cualquier respuesta, por muy estúpida e injustificable objetivamente que esa respuesta pueda ser, antes que quedarse sin ninguna respuesta... pues depende: tal vez mucha gente sienta esas ganas, pero también hay mucha gente que no las sentimos (al menos, en aquello cuya respuesta consista por definición en algo imposible de determinar mediante la investigación científica objetiva sobre la naturaleza y sobre el ser humano como una parte de la naturaleza).
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Ahora bien, si por "necesitemos" quieres decir que la pregunta (de nuevo, entendida como algo intrínsecamente inalcanzable a los modos de conocimiento científico) es una pregunta con pleno sentido epistemológico (en vez de, p.ej., la pregunta "¿dónde está la raíz de menos tres en el espectro político del Cantar de Mío Cid?"), una pregunta que hay métodos claros, objetivos, de determinar exactamente qué formas habría de encontrar respuestas interesubjetivamente válidas... pues en ese caso, obviamente tu pregunta no es una que NECESITEMOS plantearnos.
¿Me estás diciendo que el “quienes somos, de donde venimos y a dónde vamos” no es algo que necesitemos plantearnos?
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De nuevo, si por "necesitemos" quieres decir que nuestra biología y nuestra cultura nos han determinado a que TENGAMOS MUCHÍSIMAS GANAS de plantearnos esas preguntas, y TANTAS ganas que mucha gente se dé por contenta con casi cualquier respuesta, por muy estúpida e injustificable objetivamente que esa respuesta pueda ser, antes que quedarse sin ninguna respuesta... pues depende: tal vez mucha gente sienta esas ganas, pero también hay mucha gente que no las sentimos (al menos, en aquello cuya respuesta consista por definición en algo imposible de determinar mediante la investigación científica objetiva sobre la naturaleza y sobre el ser humano como una parte de la naturaleza).
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Ahora bien, si por "necesitemos" quieres decir que la pregunta (de nuevo, entendida como algo intrínsecamente inalcanzable a los modos de conocimiento científico) es una pregunta con pleno sentido epistemológico (en vez de, p.ej., la pregunta "¿dónde está la raíz de menos tres en el espectro político del Cantar de Mío Cid?"), una pregunta que hay métodos claros, objetivos, de determinar exactamente qué formas habría de encontrar respuestas interesubjetivamente válidas... pues en ese caso, obviamente tu pregunta no es una que NECESITEMOS plantearnos.
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