29 de diciembre de 2007
COMO EL SOL CUANDO AMANECE - LA ILUSIÓN DEL LIBRE ALBEDRÍO (5)
AUTONOMÍA Y CAUSALIDAD (EL MEOLLO DE LA COSA)
Seguiré discutiendo en esta entrada la idea de "autonomía" (o debería decir, mejor, "espontaneidad"), que es central en la concepción de quienes defienden la existencia del libre albedrío. La autonomía, resumo, consiste en el hecho de que nuestras acciones son "nuestras" en un sentido en el que no lo son las cosas que le pasan a nuestro organismo (e incluso a nuestra mente): "dependen de nosotros, de nuestra voluntad", y más en particular, dependen de nuestra voluntad racional, es decir, esas decisiones nuestras pueden ser la conclusión de un argumento, de una deliberación.
.
Ahora bien, ¿qué quiere decir que la causa de una decisión mía sea yo? Por ejemplo, estoy dudando si irme a acostar temprano, o quedarme escribiendo en el blog, y finalmente decido lo segundo. ¿Cuál ha sido la causa de mi decisión? ¿Puedo haber sido "yo"?
.
Esta posible respuesta encierra una grave confusión categorial (al menos entendida literalmente), que podemos poner al descubierto con la siguiente tesis de nuestra serie (a este paso, se nos va a terminar el alfabeto):
.
F) LA CAUSA DE UN HECHO, SIEMPRE ES ALGÚN OTRO HECHO (y no un "agente", pongamos).
.
Para apreciar las consecuencias que tiene esta tesis para el concepto de libertad, conviene fijarnos en varios de los conceptos que contiene: "causa", "hecho", y "otro".
.
Empezaré por el concepo de "hecho". Lo importante es tener en cuenta que una decisión es un hecho, algo que ocurre, algo que puede describirse con una oración que puede ser verdadera o falsa, y que sucede en un determinado momento. Pero, ¿cuál es el hecho en el que mi decisión consiste? Por lo que vimos en las entradas anteriores, este hecho ocurre en mi cerebro, pues consiste en una cierta actividad de mis neuronas, obviamente, pero, además, ese hecho está representado en mi cerebro: yo percibo mi decisión. Esta percepción o representación es un segundo hecho neuronal, que tiene lugar también en mi cerebro. Igual que cuando yo veo el ordenador que tengo delante, no es el ordenador lo que veo, sino la representación que el cerebro se forma de él (verlo es construir esa representación; recuérdese la entrada sobre el tema de la percepción que escribí en octubre), de igual modo, digo, lo que yo percibo de mi propia consciencia al tomar la decisión no es el tomar la decisión, sino la forma como mi cerebro (otra parte de mi cerebro) se representa el acto de decidir. Y gran parte de las confusiones sobre el libre albedrío se deben, como hemos visto en entradas anteriores y sus comentarios, a que hemos atribuido a la decisión real las cualidades "fenomenológicas" que colorean la decisión representada.
.
Pero lo importante ahora es que, tanto mi decisión como mi percepción de mi decisión son hechos, que consisten en ciertos patrones de actividad de mis neuronas. La pregunta es, ¿cuál es su causa?
.
Mi percepción de la decisión es, obviamente, incompleta. Igual que cuando veo el ordenador, no veo todas sus moléculas, ni la electricidad que circula por él, cuando percibo mi decisión real no percibo todos los elementos que realmente la constituyen; más bien, mi percepción es una representación construída con elementos que parecen estar diseñados evolutivamente para facilitar el proceso de deliberación, el cual se basa, entre otras cosas, en la atribución de responsabilidades. Yo percibo el mundo, sobre todo el mundo social, incluyéndome a mí mismo, como formado por "actores espontáneos", en los que las acciones "surgen de dentro", que están "vivos", diríamos. Es lo que los psicólogos evolucionistas llaman la "teoría de la mente".
.
Pero, ¿cómo puede funcionar un "actor espontáneo"? Mi decisión, que es un proceso físico-químico, una cierta configuración de corrientes eléctricas en mi red neuronal, es un HECHO, y debe tener una causa QUE SEA OTRO HECHO, NO UN "AGENTE". La causa de que se rompa este cristal no es la piedra que lo ha golpeado, sino el HECHO de que la piedra lo ha golpeado.
La causa de que llueva no es la nube, sino el HECHO de que la temperatura en la nube ha descendido hasta el límite en que las gotas que se condensan no pueden mantenerse flotando en la corriente de aire. A todo hecho le corresponde como causa otro HECHO.
.
Así pues, la causa del hecho de que la electricidad circule por mis neuronas de una manera determinada (en la que consiste mi decisión) será algún o algunos otros hechos: básicamente, la forma en que la electricidad circulaba previamente (mientras deliberaba), la forma en la que mis circuitos neuronales estaban desarrollados, y la forma en la que mis sentidos eran estimulados por factores externos (generando nuevas corrientes eléctricas en mi cerebro). A su vez, cada uno de estos hechos tendrá una causa anterior, o varias.
.
Es importante también la idea de que la causa de un hecho siempre es otro hecho (o, más generalmente, otros): ningún hecho físico puede "causarse a sí mismo", pues la causa es siempre anterior al efecto. Nuestra sensación de que "el yo" permanece constante en el tiempo choca con el hecho de que mi cerebro está cambiando permanentemente.
.
¿Qué queda de la idea de espontaneidad, pues? Por un lado, queda la noción de que la autonomía es un concepto aplicable a nuestra representación de las decisiones, más bien que a las decisiones mismas. Hacerme pensar en "sujetos autónomos" (y pensar que yo soy uno de ellos), ha sido un buen truco de la evolución para regular mi actividad cerebral.
.
Por otro lado, queda también el hecho de que el cerebro es un sistema complejo, en el que los estímulos externos no producen de manera "lineal" un efecto siempre igual, de manera determinista, sino que el estímulo producirá sus efectos según cuál sea el estado en el que el cerebro se encuentre cada vez (igual que el mismo disco sonará distinto cuando se ponga en tocadiscos mejores o peores, sólo que la diferencia será mucho mayor en el caso del cerebro). Nuestras acciones y decisiones dependen en gran medida del estado previo de nuestro cerebro, y como este estado cambia mucho de un momento a otro, es por eso que "en idénticas circunstancias el ser humano puede comportarse de maneras muy distintas"... sólo que las circunstancias no son idénticas, cuando tenemos en cuenta que el estado del cerebro también forma parte de ellas. Nuestras decisiones son "espontáneas", así, en el mismo sentido en que podemos decir que de una semilla brota la planta "espontáneamente" (no hay un duende tirando de las hojas, por así decir). Esto no quiere decir que la germinación de la semilla sea un proceso rebelde a las leyes naturales, sino que la semilla está constituída de tal manera que los procesos físicos que ocurren en su interior producen el mismo resultado en una gran cantidad de ambientes (aunque en otros no), por lo que no podemos ver "fuera" de la semilla fuerzas que "la obliguen a germinar".
.
Nuestras decisiones, por tanto, "surgen de nosotros", pero no de un "sujeto metafísico subyacente, permanente e intemporal", sino que surgen sencillamente del estado físico en el que nuestros complejos cerebros se hallaban justo antes de que tomaran la decisión (el cual estado, a su vez, surgió del que le precedió, etc., etc., todo ello con la correspondiente contribución causal de los necesarios y aleatorios estímulos externos que hayamos ido recibiendo a lo largo de nuestra vida).
.
En conclusión (por hoy): cuando se dice que el ser humano es libre porque "él es la causa de sus propias acciones", se está cometiendo un grave error categorial. La causa de una acción (que es un hecho) no puede ser nunca un "sujeto", un "individuo", una "entidad", más que si con ello queremos abreviar la expresión, más larga y engorrosa, "la causa de la decisión de Fulanito era el estado en que se hallaba Fulanito antes de tomar la decisión". Pero "Fulanito", entendido como un sujeto unitario, no puede ser la causa de nada, pues los hechos siempre son el resultado de otros hechos.
.
O dicho aún de otro modo, tal vez más didáctico: la causa de algo que pueda ser descrito con una oración, no puede ser más que otra cosa que pueda ser descrita con una oración (o varias), no con algo que pueda ser descrito exclusivamente con un sustantivo.
Como el sol cuando amanece (1) * Como el sol cuando amanece (7)
<<
Seguiré discutiendo en esta entrada la idea de "autonomía" (o debería decir, mejor, "espontaneidad"), que es central en la concepción de quienes defienden la existencia del libre albedrío. La autonomía, resumo, consiste en el hecho de que nuestras acciones son "nuestras" en un sentido en el que no lo son las cosas que le pasan a nuestro organismo (e incluso a nuestra mente): "dependen de nosotros, de nuestra voluntad", y más en particular, dependen de nuestra voluntad racional, es decir, esas decisiones nuestras pueden ser la conclusión de un argumento, de una deliberación.
.
Ahora bien, ¿qué quiere decir que la causa de una decisión mía sea yo? Por ejemplo, estoy dudando si irme a acostar temprano, o quedarme escribiendo en el blog, y finalmente decido lo segundo. ¿Cuál ha sido la causa de mi decisión? ¿Puedo haber sido "yo"?
.
Esta posible respuesta encierra una grave confusión categorial (al menos entendida literalmente), que podemos poner al descubierto con la siguiente tesis de nuestra serie (a este paso, se nos va a terminar el alfabeto):
.
F) LA CAUSA DE UN HECHO, SIEMPRE ES ALGÚN OTRO HECHO (y no un "agente", pongamos).
.
Para apreciar las consecuencias que tiene esta tesis para el concepto de libertad, conviene fijarnos en varios de los conceptos que contiene: "causa", "hecho", y "otro".
.
Empezaré por el concepo de "hecho". Lo importante es tener en cuenta que una decisión es un hecho, algo que ocurre, algo que puede describirse con una oración que puede ser verdadera o falsa, y que sucede en un determinado momento. Pero, ¿cuál es el hecho en el que mi decisión consiste? Por lo que vimos en las entradas anteriores, este hecho ocurre en mi cerebro, pues consiste en una cierta actividad de mis neuronas, obviamente, pero, además, ese hecho está representado en mi cerebro: yo percibo mi decisión. Esta percepción o representación es un segundo hecho neuronal, que tiene lugar también en mi cerebro. Igual que cuando yo veo el ordenador que tengo delante, no es el ordenador lo que veo, sino la representación que el cerebro se forma de él (verlo es construir esa representación; recuérdese la entrada sobre el tema de la percepción que escribí en octubre), de igual modo, digo, lo que yo percibo de mi propia consciencia al tomar la decisión no es el tomar la decisión, sino la forma como mi cerebro (otra parte de mi cerebro) se representa el acto de decidir. Y gran parte de las confusiones sobre el libre albedrío se deben, como hemos visto en entradas anteriores y sus comentarios, a que hemos atribuido a la decisión real las cualidades "fenomenológicas" que colorean la decisión representada.
.
Pero lo importante ahora es que, tanto mi decisión como mi percepción de mi decisión son hechos, que consisten en ciertos patrones de actividad de mis neuronas. La pregunta es, ¿cuál es su causa?
.
Mi percepción de la decisión es, obviamente, incompleta. Igual que cuando veo el ordenador, no veo todas sus moléculas, ni la electricidad que circula por él, cuando percibo mi decisión real no percibo todos los elementos que realmente la constituyen; más bien, mi percepción es una representación construída con elementos que parecen estar diseñados evolutivamente para facilitar el proceso de deliberación, el cual se basa, entre otras cosas, en la atribución de responsabilidades. Yo percibo el mundo, sobre todo el mundo social, incluyéndome a mí mismo, como formado por "actores espontáneos", en los que las acciones "surgen de dentro", que están "vivos", diríamos. Es lo que los psicólogos evolucionistas llaman la "teoría de la mente".
.
Pero, ¿cómo puede funcionar un "actor espontáneo"? Mi decisión, que es un proceso físico-químico, una cierta configuración de corrientes eléctricas en mi red neuronal, es un HECHO, y debe tener una causa QUE SEA OTRO HECHO, NO UN "AGENTE". La causa de que se rompa este cristal no es la piedra que lo ha golpeado, sino el HECHO de que la piedra lo ha golpeado.
La causa de que llueva no es la nube, sino el HECHO de que la temperatura en la nube ha descendido hasta el límite en que las gotas que se condensan no pueden mantenerse flotando en la corriente de aire. A todo hecho le corresponde como causa otro HECHO.
.
Así pues, la causa del hecho de que la electricidad circule por mis neuronas de una manera determinada (en la que consiste mi decisión) será algún o algunos otros hechos: básicamente, la forma en que la electricidad circulaba previamente (mientras deliberaba), la forma en la que mis circuitos neuronales estaban desarrollados, y la forma en la que mis sentidos eran estimulados por factores externos (generando nuevas corrientes eléctricas en mi cerebro). A su vez, cada uno de estos hechos tendrá una causa anterior, o varias.
.
Es importante también la idea de que la causa de un hecho siempre es otro hecho (o, más generalmente, otros): ningún hecho físico puede "causarse a sí mismo", pues la causa es siempre anterior al efecto. Nuestra sensación de que "el yo" permanece constante en el tiempo choca con el hecho de que mi cerebro está cambiando permanentemente.
.
¿Qué queda de la idea de espontaneidad, pues? Por un lado, queda la noción de que la autonomía es un concepto aplicable a nuestra representación de las decisiones, más bien que a las decisiones mismas. Hacerme pensar en "sujetos autónomos" (y pensar que yo soy uno de ellos), ha sido un buen truco de la evolución para regular mi actividad cerebral.
.
Por otro lado, queda también el hecho de que el cerebro es un sistema complejo, en el que los estímulos externos no producen de manera "lineal" un efecto siempre igual, de manera determinista, sino que el estímulo producirá sus efectos según cuál sea el estado en el que el cerebro se encuentre cada vez (igual que el mismo disco sonará distinto cuando se ponga en tocadiscos mejores o peores, sólo que la diferencia será mucho mayor en el caso del cerebro). Nuestras acciones y decisiones dependen en gran medida del estado previo de nuestro cerebro, y como este estado cambia mucho de un momento a otro, es por eso que "en idénticas circunstancias el ser humano puede comportarse de maneras muy distintas"... sólo que las circunstancias no son idénticas, cuando tenemos en cuenta que el estado del cerebro también forma parte de ellas. Nuestras decisiones son "espontáneas", así, en el mismo sentido en que podemos decir que de una semilla brota la planta "espontáneamente" (no hay un duende tirando de las hojas, por así decir). Esto no quiere decir que la germinación de la semilla sea un proceso rebelde a las leyes naturales, sino que la semilla está constituída de tal manera que los procesos físicos que ocurren en su interior producen el mismo resultado en una gran cantidad de ambientes (aunque en otros no), por lo que no podemos ver "fuera" de la semilla fuerzas que "la obliguen a germinar".
.
Nuestras decisiones, por tanto, "surgen de nosotros", pero no de un "sujeto metafísico subyacente, permanente e intemporal", sino que surgen sencillamente del estado físico en el que nuestros complejos cerebros se hallaban justo antes de que tomaran la decisión (el cual estado, a su vez, surgió del que le precedió, etc., etc., todo ello con la correspondiente contribución causal de los necesarios y aleatorios estímulos externos que hayamos ido recibiendo a lo largo de nuestra vida).
.
En conclusión (por hoy): cuando se dice que el ser humano es libre porque "él es la causa de sus propias acciones", se está cometiendo un grave error categorial. La causa de una acción (que es un hecho) no puede ser nunca un "sujeto", un "individuo", una "entidad", más que si con ello queremos abreviar la expresión, más larga y engorrosa, "la causa de la decisión de Fulanito era el estado en que se hallaba Fulanito antes de tomar la decisión". Pero "Fulanito", entendido como un sujeto unitario, no puede ser la causa de nada, pues los hechos siempre son el resultado de otros hechos.
.
O dicho aún de otro modo, tal vez más didáctico: la causa de algo que pueda ser descrito con una oración, no puede ser más que otra cosa que pueda ser descrita con una oración (o varias), no con algo que pueda ser descrito exclusivamente con un sustantivo.
Como el sol cuando amanece (1) * Como el sol cuando amanece (7)
<<
COMO EL SOL CUANDO AMANECE - LA ILUSIÓN DEL LIBRE ALBEDRÍO (5)
AUTONOMÍA Y CAUSALIDAD (EL MEOLLO DE LA COSA)
Seguiré discutiendo en esta entrada la idea de "autonomía", que es central en la concepción de quienes defienden la existencia del libre albedrío. La autonomía, resumo, consiste en el hecho de que nuestras acciones son "nuestras" en un sentido en el que no lo son las cosas que le pasan a nuestro organismo (e incluso a nuestra mente): "dependen de nosotros, de nuestra voluntad", y más en particular, dependen de nuestra voluntad racional, es decir, esas decisiones nuestras pueden ser la conclusión de un argumento, de una deliberación.
.
Ahora bien, ¿qué quiere decir que la causa de una decisión mía sea yo? Por ejemplo, estoy dudando si irme a acostar temprano, o quedarme escribiendo en el blog, y finalmente decido lo segundo. ¿Cuál ha sido la causa de mi decisión? ¿Puedo haber sido "yo"?
.
Esta posible respuesta encierra una grave confusión categorial (al menos entendida literalmente), que podemos poner al descubierto con la siguiente tesis de nuestra serie (a este paso, se nos va a terminar el alfabeto):
.
F) LA CAUSA DE UN HECHO, SIEMPRE ES ALGÚN OTRO HECHO.
.
Para apreciar las consecuencias que tiene esta tesis para el concepto de libertad, conviene fijarnos en varios de los conceptos que contiene: "causa", "hecho", y "otro".
.
Empezaré por el concepo de "hecho". Lo importante es tener en cuenta que una decisión es un hecho, algo que ocurre, algo que puede describirse con una oración que puede ser verdadera o falsa, y que sucede en un determinado momento. Pero, ¿cuál es el hecho en el que mi decisión consiste? Por lo que vimos en las entradas anteriores, este hecho ocurre en mi cerebro, pues consiste en una cierta actividad de mis neuronas, obviamente, pero, además, ese hecho está representado en mi cerebro: yo percibo mi decisión. Esta percepción o representación es un segundo hecho neuronal, que tiene lugar también en mi cerebro. Igual que cuando yo veo el ordenador que tengo delante, no es el ordenador lo que veo, sino la representación que el cerebro se forma de él (verlo es construir esa representación; recuérdese la entrada sobre el tema de la percepción que escribí en octubre), de igual modo, digo, lo que yo percibo de mi propia consciencia al tomar la decisión no es el tomar la decisión, sino la forma como mi cerebro (otra parte de mi cerebro) se representa el acto de decidir. Y gran parte de las confusiones sobre el libre albedrío se deben, como hemos visto en entradas anteriores y sus comentarios, a que hemos atribuido a la decisión real las cualidades "fenomenológicas" que colorean la decisión representada.
.
Pero lo importante ahora es que, tanto mi decisión como mi percepción de mi decisión son hechos, que consisten en ciertos patrones de actividad de mis neuronas. La pregunta es, ¿cuál es su causa?
.
Mi percepción de la decisión es, obviamente, incompleta. Igual que cuando veo el ordenador, no veo todas sus moléculas, ni la electricidad que circula por él, cuando percibo mi decisión real no percibo todos los elementos que realmente la constituyen; más bien, mi percepción es una representación construída con elementos que parecen estar diseñados evolutivamente para facilitar el proceso de deliberación, el cual se basa, entre otras cosas, en la atribución de responsabilidades. Yo percibo el mundo, sobre todo el mundo social, incluyéndome a mí mismo, como formado por "actores espontáneos", en los que las acciones "surgen de dentro", que están "vivos", diríamos. Es lo que los psicólogos evolucionistas llaman la "teoría de la mente".
.
Pero, ¿cómo puede funcionar un "actor espontáneo"? Mi decisión, que es un proceso físico-químico, una cierta configuración de corrientes eléctricas en mi red neuronal, es un HECHO, y debe tener una causa QUE SEA OTRO HECHO, NO UN "AGENTE". La causa de que se rompa este cristal no es la piedra que lo ha golpeado, sino el HECHO de que la piedra lo ha golpeado.
La causa de que llueva no es la nube, sino el HECHO de que la temperatura en la nube ha descendido hasta el límite en que las gotas que se condensan no pueden mantenerse flotando en la corriente de aire. A todo hecho le corresponde como causa otro HECHO.
.
Así pues, la causa del hecho de que la electricidad circule por mis neuronas de una manera determinada (en la que consiste mi decisión) será algún o algunos otros hechos: básicamente, la forma en que la electricidad circulaba previamente (mientras deliberaba), la forma en la que mis circuitos neuronales estaban desarrollados, y la forma en la que mis sentidos eran estimulados por factores externos (generando
nuevas corrientes eléctricas en mi cerebro). A su vez, cada uno de estos hechos tendrá una causa anterior, o varias.
.
Es importante también la idea de que la causa de un hecho siempre es otro hecho (o, más generalmente, otros): ningún hecho físico puede "causarse a sí mismo", pues la causa es siempre anterior al efecto. Nuestra sensación de que "el yo" permanece constante en el tiempo choca con el hecho de que mi cerebro está cambiando permanentemente.
.
¿Qué queda de la idea de "autonomía", pues? Por un lado, queda la noción de que la autonomía es un concepto aplicable a nuestra representación de las decisiones, más bien que a las decisiones mismas. Hacerme pensar en "sujetos autónomos" (y pensar que yo soy uno de ellos), ha sido un buen truco de la evolución para regular mi actividad cerebral.
.
Por otro lado, queda también el hecho de que el cerebro es un sistema complejo, en el que los estímulos externos no producen de manera "lineal" un efecto siempre igual, de manera determinista, sino que el estímulo producirá sus efectos según cuál sea el estado en el que el cerebro se encuentre cada vez (igual que el mismo disco sonará distinto cuando se ponga en tocadiscos mejores o peores, sólo que la diferencia será mucho mayor en el caso del cerebro). Nuestras acciones y decisiones dependen en gran medida del estado previo de nuestro cerebro, y como este estado cambia mucho de un momento a otro, es por eso que "en idénticas circunstancias el ser humano puede comportarse de maneras muy distintas"... sólo que las circunstancias no son idénticas, cuando tenemos en cuenta que el estado del cerebro también forma parte de ellas.
Seguiré discutiendo en esta entrada la idea de "autonomía", que es central en la concepción de quienes defienden la existencia del libre albedrío. La autonomía, resumo, consiste en el hecho de que nuestras acciones son "nuestras" en un sentido en el que no lo son las cosas que le pasan a nuestro organismo (e incluso a nuestra mente): "dependen de nosotros, de nuestra voluntad", y más en particular, dependen de nuestra voluntad racional, es decir, esas decisiones nuestras pueden ser la conclusión de un argumento, de una deliberación.
.
Ahora bien, ¿qué quiere decir que la causa de una decisión mía sea yo? Por ejemplo, estoy dudando si irme a acostar temprano, o quedarme escribiendo en el blog, y finalmente decido lo segundo. ¿Cuál ha sido la causa de mi decisión? ¿Puedo haber sido "yo"?
.
Esta posible respuesta encierra una grave confusión categorial (al menos entendida literalmente), que podemos poner al descubierto con la siguiente tesis de nuestra serie (a este paso, se nos va a terminar el alfabeto):
.
F) LA CAUSA DE UN HECHO, SIEMPRE ES ALGÚN OTRO HECHO.
.
Para apreciar las consecuencias que tiene esta tesis para el concepto de libertad, conviene fijarnos en varios de los conceptos que contiene: "causa", "hecho", y "otro".
.
Empezaré por el concepo de "hecho". Lo importante es tener en cuenta que una decisión es un hecho, algo que ocurre, algo que puede describirse con una oración que puede ser verdadera o falsa, y que sucede en un determinado momento. Pero, ¿cuál es el hecho en el que mi decisión consiste? Por lo que vimos en las entradas anteriores, este hecho ocurre en mi cerebro, pues consiste en una cierta actividad de mis neuronas, obviamente, pero, además, ese hecho está representado en mi cerebro: yo percibo mi decisión. Esta percepción o representación es un segundo hecho neuronal, que tiene lugar también en mi cerebro. Igual que cuando yo veo el ordenador que tengo delante, no es el ordenador lo que veo, sino la representación que el cerebro se forma de él (verlo es construir esa representación; recuérdese la entrada sobre el tema de la percepción que escribí en octubre), de igual modo, digo, lo que yo percibo de mi propia consciencia al tomar la decisión no es el tomar la decisión, sino la forma como mi cerebro (otra parte de mi cerebro) se representa el acto de decidir. Y gran parte de las confusiones sobre el libre albedrío se deben, como hemos visto en entradas anteriores y sus comentarios, a que hemos atribuido a la decisión real las cualidades "fenomenológicas" que colorean la decisión representada.
.
Pero lo importante ahora es que, tanto mi decisión como mi percepción de mi decisión son hechos, que consisten en ciertos patrones de actividad de mis neuronas. La pregunta es, ¿cuál es su causa?
.
Mi percepción de la decisión es, obviamente, incompleta. Igual que cuando veo el ordenador, no veo todas sus moléculas, ni la electricidad que circula por él, cuando percibo mi decisión real no percibo todos los elementos que realmente la constituyen; más bien, mi percepción es una representación construída con elementos que parecen estar diseñados evolutivamente para facilitar el proceso de deliberación, el cual se basa, entre otras cosas, en la atribución de responsabilidades. Yo percibo el mundo, sobre todo el mundo social, incluyéndome a mí mismo, como formado por "actores espontáneos", en los que las acciones "surgen de dentro", que están "vivos", diríamos. Es lo que los psicólogos evolucionistas llaman la "teoría de la mente".
.
Pero, ¿cómo puede funcionar un "actor espontáneo"? Mi decisión, que es un proceso físico-químico, una cierta configuración de corrientes eléctricas en mi red neuronal, es un HECHO, y debe tener una causa QUE SEA OTRO HECHO, NO UN "AGENTE". La causa de que se rompa este cristal no es la piedra que lo ha golpeado, sino el HECHO de que la piedra lo ha golpeado.
La causa de que llueva no es la nube, sino el HECHO de que la temperatura en la nube ha descendido hasta el límite en que las gotas que se condensan no pueden mantenerse flotando en la corriente de aire. A todo hecho le corresponde como causa otro HECHO.
.
Así pues, la causa del hecho de que la electricidad circule por mis neuronas de una manera determinada (en la que consiste mi decisión) será algún o algunos otros hechos: básicamente, la forma en que la electricidad circulaba previamente (mientras deliberaba), la forma en la que mis circuitos neuronales estaban desarrollados, y la forma en la que mis sentidos eran estimulados por factores externos (generando
nuevas corrientes eléctricas en mi cerebro). A su vez, cada uno de estos hechos tendrá una causa anterior, o varias.
.
Es importante también la idea de que la causa de un hecho siempre es otro hecho (o, más generalmente, otros): ningún hecho físico puede "causarse a sí mismo", pues la causa es siempre anterior al efecto. Nuestra sensación de que "el yo" permanece constante en el tiempo choca con el hecho de que mi cerebro está cambiando permanentemente.
.
¿Qué queda de la idea de "autonomía", pues? Por un lado, queda la noción de que la autonomía es un concepto aplicable a nuestra representación de las decisiones, más bien que a las decisiones mismas. Hacerme pensar en "sujetos autónomos" (y pensar que yo soy uno de ellos), ha sido un buen truco de la evolución para regular mi actividad cerebral.
.
Por otro lado, queda también el hecho de que el cerebro es un sistema complejo, en el que los estímulos externos no producen de manera "lineal" un efecto siempre igual, de manera determinista, sino que el estímulo producirá sus efectos según cuál sea el estado en el que el cerebro se encuentre cada vez (igual que el mismo disco sonará distinto cuando se ponga en tocadiscos mejores o peores, sólo que la diferencia será mucho mayor en el caso del cerebro). Nuestras acciones y decisiones dependen en gran medida del estado previo de nuestro cerebro, y como este estado cambia mucho de un momento a otro, es por eso que "en idénticas circunstancias el ser humano puede comportarse de maneras muy distintas"... sólo que las circunstancias no son idénticas, cuando tenemos en cuenta que el estado del cerebro también forma parte de ellas.
TRES RATONES (BASTANTE) CIEGOS
26 de diciembre de 2007
¡UN NOBEL ESPAÑOL, YA!
Eufemiano Fuentes, siempre con permiso de otros más altos el doctor Mengele del deporte español (y de ciertas sucursales), ha dicho que a lo mejor en 20 años lo que le dan es el premio Nobel. ¡Fantástico! Por fin vamos a tener un premio Nobel patanegra, después del de Ramón&Cajal (¿será éste el premio I3?). Por fin se va a reconocer la gran contribución española a la ciencia mundial: cómo subir el Angliru en bici, cantando Asturias patria querida y escanciando sidrina mientras tanto, y celebrar una orgía en la cumbre nada más llegar, si me apuras.
.
Lo que no queda claro es si será el premio Nobel de medicina (y fisiología, no olvidemos), el de química, el de física, el de economía (que de todo tiene el gran descubrimiento de Eufemiano), o, más probablemente, el de la paz, por eso de que el deporte contribuye al hermanamiento de los pueblos y a la mezcla de sangres.
.
Por todo ello, ¡gracias, Eufemiano!
>>
25 de diciembre de 2007
¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!
Los sabios de la humanidad siempre han sabido que el Señor recompensará a sus fieles haciendo que se jarten de reir toda la eternidad en el paraíso.
.
Si Mahoma tiene su edén lleno de huríes...
...los profetas del materialismo proponen un paraíso de partirse el pecho (aunque joint ventures con Mahoma no se descartarán a priori, con todas las bendiciones de Santa Teresa Fernández de la Vega para cumplir las cuotas de paridad y todo eso).
.
Si Mahoma tiene su edén lleno de huríes...
...los profetas del materialismo proponen un paraíso de partirse el pecho (aunque joint ventures con Mahoma no se descartarán a priori, con todas las bendiciones de Santa Teresa Fernández de la Vega para cumplir las cuotas de paridad y todo eso).
21 de diciembre de 2007
COMO EL SOL CUANDO AMANECE - LA ILUSIÓN DEL LIBRE ALBEDRÍO (4)
AUTONOMÍA Y CAUSALIDAD (aperitivo)
.
Muchos de los comentarios en las entradas anteriores tienen que ver con la causalidad, insisten en la cuestión de cómo influye sobre nuestra libertad el hecho de que nuestro organismo sea un sistema sometido a las leyes físicas. Otros comentarios se refieren más bien al concepto de autonomía, el hecho de que las decisiones sean fruto de nuestra racionalidad. Naturalmente, ambos conceptos están relacionados; un sistema filosófico como el de Kant se levantó (con gran éxito de público, aunque paradójimanete no tanto de "crítica") para intentar hacer compatibles ambos ámbitos de "racionalidad": el mundo objetivo, empírico, sujeto a leyes físicas que la investigación racional puede descubrir, y el mundo subjetivo, mental, sujeto a otro tipo de leyes, el de los principios de la razón, a los que nuestra razón se sujeta inevitablemente. El problema filosófico de la libertad, o del libre albedrío, viene precisamente de la aparente incompatibilidad de estos dos ámbitos, aunque ambos sean requisitos irrenunciables de nuestra racionalidad.
.
Nosotros experimentamos la gran diferencia entre nuestro comportamiento y el de los objetos materiales: éstos obedecen las leyes físicas "ciegamente", pasivamente. La piedra cae, las cargas eléctricas se atraen, el agua se evapora... todo esto son cosas que "les pasan" a la piedra, a las cargas eléctricas, y al agua; no son cosas que ellos hagan. Los seres humanos, en cambio, aunque también vemos que hay cosas que "nos pasan" (se nos cae el pelo, nos salen granos, nos hacemos papilla si caemos desde un décimo piso...), también vemos que hay hechos que ocurren porque son el resultado de nuestra voluntad. Son acciones, y por eso nosotros somos agentes, sujetos activos, y no meros objetos pasivos. Esta actividad es el primer elemento de nuestra autonomía.
.
Si comparamos a los seres humanos, no con los objetos, sino con los animales, las diferencias ya no son tan grandes: ellos también hacen cosas porque les da la gana (preciosa expresión, que muestra que quien actúa en la decisión voluntaria no eres tú, sino la gana: la gana es quien "te" da, no eres tú el que "le da" a tu gana). Por otro lado, también podríamos decir que el resto de los seres vivos (plantas, bacterias, etc.) tampoco son totalmente pasivos como los objetos, pues "hacen" cosas, aunque no voluntariamente (florecen, se reproducen, crecen, etc.). Esta última diferencia no está tan clara, de todas formas, porque, al fin y al cabo, podemos decir que esas "acciones" de las plantas y bacterias no son más que reacciones químicas muy complicadas, y tienen la misma espontaneidad que otras muchas reacciones químicas inorgánicas. (Hay un gran mito entre los negadores del materialismo, que afirma que la materia es "inerte"; nada más lejos de la realidad: la materia es fundamentalmente activa, los electrones no paran de moverse y de interactuar con otras partículas, los fotones no digamos, las estrellas generan enormes explosiones termonuclearess, los elementos dan lugar a compuestos y reacciones químicas, etc.; toda la realidad física es "pura actividad").
.
Claro, que siguiendo por este camino, podemos también decir que los animales no son, a fin de cuentas, otra cosa que reacciones químicas muy complicadas. O, dicho de modo más preciso: es cierto que los animales (algunos) tienen voluntad, pero esta voluntad es un tipo peculiar de reacción química (la que constituye las redes neuronales). Con respecto a esta voluntad, cabe decir lo mismo que decíamos en la entrada anterior: hay que distinguir con toda claridad entre lo que la voluntad es (esas reacciones químicas en mi cerebro) y lo que yo experimento al experimentar la voluntad (digamos, las ganas), y el parecido entre ambas cosas no tiene por qué llegar a que su contenido fenomenológico sea idéntico.
.
Hasta aquí no hemos visto nada, por tanto, que suponga un verdadero desafío para el materialismo y el determinismo. Pero la diferencia entre los seres humanos y los otros seres vivos, la diferencia que le preocupaba a Kant, va más allá del come-come de las ganas. La diferencia principal que hace que nosotros consideremos nuestras acciones como acciones, y no como "meros" resultados de reacciones físico-químicas, tiene que ver con el hecho de que nuestras acciones (y nuestros pensamientos también) las experimentamos como resultado de una deliberación, es decir, las acciones (y en parte nuestros pensamientos) no sólo proceden de "causas", sino de "razones".
.
En estas deliberaciones, las "ganas" desempeñan un papel importante, por supuesto (son una cierta clase de "razones", muy potentes a veces), pero no son lo único, y no actúan de modo mecánico, como las fuerzas que empujan un cuerpo en varias direcciones y se combinan de acuerdo con la ley del paralelogramo. Las "razones" son nuestras en un sentido en que no lo son las fuerzas que nos empujan, por mucho que se combinen en nuestro cuerpo para formar una sola. Y es este actuar "por razones" en lo que consiste básicamente la autonomía.
.
El problema para el materialismo es, por tanto: ¿cómo puede un sistema físico "actuar por razones"? No es un problema insoluble necesariamente, pero hay que reconocer que es difícil. En el fondo, los materialistas confiamos en el argumento de que, de hecho, el ser humano es un objeto físico (¿qué otra cosa si no? ¿y cómo, si no, iba a afectar nuestra deliberación al dedo que aprieta la tecla?), así que sabemos que alguna solución debe haber, y si no la encontramos, es más probable que ello se deba a que el cerebro es sumamente complicado (a lo mejor lo es tanto que no puede comprenderse a sí mismo), que a que haya algo "además" del cerebro que sea el "lugar inmaterial" de nuestra voluntad racional.
.
En fin, dejemos la pregunta en el viento, tal vez hasta después de Navidad (que hay que ir a comprar el turrón).
.
>>
.
Muchos de los comentarios en las entradas anteriores tienen que ver con la causalidad, insisten en la cuestión de cómo influye sobre nuestra libertad el hecho de que nuestro organismo sea un sistema sometido a las leyes físicas. Otros comentarios se refieren más bien al concepto de autonomía, el hecho de que las decisiones sean fruto de nuestra racionalidad. Naturalmente, ambos conceptos están relacionados; un sistema filosófico como el de Kant se levantó (con gran éxito de público, aunque paradójimanete no tanto de "crítica") para intentar hacer compatibles ambos ámbitos de "racionalidad": el mundo objetivo, empírico, sujeto a leyes físicas que la investigación racional puede descubrir, y el mundo subjetivo, mental, sujeto a otro tipo de leyes, el de los principios de la razón, a los que nuestra razón se sujeta inevitablemente. El problema filosófico de la libertad, o del libre albedrío, viene precisamente de la aparente incompatibilidad de estos dos ámbitos, aunque ambos sean requisitos irrenunciables de nuestra racionalidad.
.
Nosotros experimentamos la gran diferencia entre nuestro comportamiento y el de los objetos materiales: éstos obedecen las leyes físicas "ciegamente", pasivamente. La piedra cae, las cargas eléctricas se atraen, el agua se evapora... todo esto son cosas que "les pasan" a la piedra, a las cargas eléctricas, y al agua; no son cosas que ellos hagan. Los seres humanos, en cambio, aunque también vemos que hay cosas que "nos pasan" (se nos cae el pelo, nos salen granos, nos hacemos papilla si caemos desde un décimo piso...), también vemos que hay hechos que ocurren porque son el resultado de nuestra voluntad. Son acciones, y por eso nosotros somos agentes, sujetos activos, y no meros objetos pasivos. Esta actividad es el primer elemento de nuestra autonomía.
.
Si comparamos a los seres humanos, no con los objetos, sino con los animales, las diferencias ya no son tan grandes: ellos también hacen cosas porque les da la gana (preciosa expresión, que muestra que quien actúa en la decisión voluntaria no eres tú, sino la gana: la gana es quien "te" da, no eres tú el que "le da" a tu gana). Por otro lado, también podríamos decir que el resto de los seres vivos (plantas, bacterias, etc.) tampoco son totalmente pasivos como los objetos, pues "hacen" cosas, aunque no voluntariamente (florecen, se reproducen, crecen, etc.). Esta última diferencia no está tan clara, de todas formas, porque, al fin y al cabo, podemos decir que esas "acciones" de las plantas y bacterias no son más que reacciones químicas muy complicadas, y tienen la misma espontaneidad que otras muchas reacciones químicas inorgánicas. (Hay un gran mito entre los negadores del materialismo, que afirma que la materia es "inerte"; nada más lejos de la realidad: la materia es fundamentalmente activa, los electrones no paran de moverse y de interactuar con otras partículas, los fotones no digamos, las estrellas generan enormes explosiones termonuclearess, los elementos dan lugar a compuestos y reacciones químicas, etc.; toda la realidad física es "pura actividad").
.
Claro, que siguiendo por este camino, podemos también decir que los animales no son, a fin de cuentas, otra cosa que reacciones químicas muy complicadas. O, dicho de modo más preciso: es cierto que los animales (algunos) tienen voluntad, pero esta voluntad es un tipo peculiar de reacción química (la que constituye las redes neuronales). Con respecto a esta voluntad, cabe decir lo mismo que decíamos en la entrada anterior: hay que distinguir con toda claridad entre lo que la voluntad es (esas reacciones químicas en mi cerebro) y lo que yo experimento al experimentar la voluntad (digamos, las ganas), y el parecido entre ambas cosas no tiene por qué llegar a que su contenido fenomenológico sea idéntico.
.
Hasta aquí no hemos visto nada, por tanto, que suponga un verdadero desafío para el materialismo y el determinismo. Pero la diferencia entre los seres humanos y los otros seres vivos, la diferencia que le preocupaba a Kant, va más allá del come-come de las ganas. La diferencia principal que hace que nosotros consideremos nuestras acciones como acciones, y no como "meros" resultados de reacciones físico-químicas, tiene que ver con el hecho de que nuestras acciones (y nuestros pensamientos también) las experimentamos como resultado de una deliberación, es decir, las acciones (y en parte nuestros pensamientos) no sólo proceden de "causas", sino de "razones".
.
En estas deliberaciones, las "ganas" desempeñan un papel importante, por supuesto (son una cierta clase de "razones", muy potentes a veces), pero no son lo único, y no actúan de modo mecánico, como las fuerzas que empujan un cuerpo en varias direcciones y se combinan de acuerdo con la ley del paralelogramo. Las "razones" son nuestras en un sentido en que no lo son las fuerzas que nos empujan, por mucho que se combinen en nuestro cuerpo para formar una sola. Y es este actuar "por razones" en lo que consiste básicamente la autonomía.
.
El problema para el materialismo es, por tanto: ¿cómo puede un sistema físico "actuar por razones"? No es un problema insoluble necesariamente, pero hay que reconocer que es difícil. En el fondo, los materialistas confiamos en el argumento de que, de hecho, el ser humano es un objeto físico (¿qué otra cosa si no? ¿y cómo, si no, iba a afectar nuestra deliberación al dedo que aprieta la tecla?), así que sabemos que alguna solución debe haber, y si no la encontramos, es más probable que ello se deba a que el cerebro es sumamente complicado (a lo mejor lo es tanto que no puede comprenderse a sí mismo), que a que haya algo "además" del cerebro que sea el "lugar inmaterial" de nuestra voluntad racional.
.
En fin, dejemos la pregunta en el viento, tal vez hasta después de Navidad (que hay que ir a comprar el turrón).
.
>>
20 de diciembre de 2007
17 de diciembre de 2007
15 de diciembre de 2007
COMO EL SOL CUANDO AMANECE - LA ILUSIÓN DEL LIBRE ALBEDRÍO (3)
ES TARDE YA. ES HORA DE TOMAR UN VASO DE LECHE BIEN CALIENTE.
El argumento (en mi modesta opinión) más importante que existe contra el libre albedío está resumido al final de la entrada anterior de esta serie; la serie continúa, porque aún existen más razones, pero quiero insistir un poco más en el argumento; veámoslo con un poco más de detalle:
- primera premisa: todos los procesos de la naturaleza son, o bien deterministas (obedecen unas leyes en las que el estado del sistema en un momento dado determina el estado en el instante siguiente), o bien aleatorias (el estado "siguiente" sólo está determinado con una cierta probabilidad);
-segunda premisa: las decisiones humanas son procesos que tienen lugar en la naturaleza;
- por tanto, las decisiones humanas son, o bien procesos deterministas, o bien procesos aleatorios;
- ahora bien: si nuestras decisiones son procesos deterministas, entonces, dado el estado del mundo (incluido nuestro cerebro) en un momento anterior a la decisión, ésta sólo podrá ser aquella que se sigue de las leyes naturales que obedecen esos procesos, y no hay libre albedrío (no existe la posibilidad FÍSICA de que yo haya tomado otra decisión);
- igualmente, si nuestras decisiones son procesos aleatorios, entonces el hecho de que yo tome una decisión en vez de otra alternativa, es fruto del azar, no del libre albedrío.
- CONCLUSIÓN: no existe el libre albedrío.
.
Este argumento es clásico; básicamente lo que implica es que el proceso de "tomar libremente una decisión", la sensación fenomenológica de nuestra "autonomía" (otra forma habitual de llamar al libre albedrío), es, cuando se lo intenta pensar hasta sus últimas consecuencias, incompatible con el hecho de que "la decisión" es sencillamente una determinada acción de un ser vivo, y por lo mismo, un cierto proceso físico-químico. La "autonomía" sólo tiene sentido como un concepto que nos resulta útil para describir el proceso de toma de decisiones desde la perspectiva "macroscópica" con la que nuestro cerebro construye nuestra experiencia cotidiana.
.
Para entender lo que esto significa, es apropiado compararlo con otro caso más fácil de captar, y menos sujeto a nuestros prejuicios: la sensación de calor. Percibimos muy claramente en qué consiste esa sensación, la distinguimos sin problemas de la sensación de frío, y no digamos de la del sonido del violín; esta sensación nos resulta útil para manejarnos po rla vida, distinguiendo ciertas propiedades físicas de los objetos que nos rodean, pero no podemos pretender ingenuamente que el calor real (tal como es en sí mismo, su naturaleza física) tenga que ser idéntico a nuestra sensación de calor: un vaso de leche nos parece caliente porque sus moléculas vibran más rápidamente que las de nuestra piel, pero a nivel atómico, obviamente las moléculas de la leche no poseen como cualidad propia el contenido fenomenológico de nuestra sensación de calor.
.
Dicho de otro modo, la sensación de calor es un "invento" (muy inteligente, por cierto) de nuestro cerebro para representar el mundo externo de un modo que pueda incorporarse fácilmente y con provecho en el resto de nuestra actividad mental. Lo único importante desde el punto de vista biológico es que haya una conexión sistemática entre, por un lado, la realidad que la sensación representa (a saber, el calor como propiedad objetiva de los sistemas físicos), y por otro lado, la ocurrencia de dicha sensación en nuestra experiencia; es decir, lo importante es que la sensación de calor la tengamos en general cuando tocamos cuerpos calientes, y sólo en esos casos. Lo que no es importante en absoluto, en cambio, es que haya algún parecido "ontológico" entre el calor y la sensación de calor. De hecho, la "sensación de calor" puede muy fácilmente ser distinta en especies biológicas distintas, sobre todo si están muy separadas evolutivamente, porque tal vez se generen mediante mecanismos neurales totalmente distintos.
.
Para más abundamiento: si las sensaciones de calor y de frío se cambiaran una por otra de forma totalmente sistemática, eso sería tan insignificante para nosotros como si al calor lo llamáramos siempre "frío" y viceversa; en cambio, ¡ah!, si todas las cosas calientes se volvieran realmente frías, y al revés, entonces sí que iríamos de culo. Tal vez incluso la propia vida sería imposible, tal como la conocemos.
.
Hay sensaciones, en cambio, que no representan nada: el orgasmo, por ejemplo. El cerebro de ciertas clases de animales genera esa sensación, no para representar mediante ella un objeto determinado, sino sólo para que la sensación funcione como un estímulo que lleve a los animales a realizar con la mayor frecuencia posible una determinada actividad. O, dicho de otro modo: cuando un macho tiene la sensación visual de ver a una hembra (o viceversa), interesa en el juego de la replicación de los genes que la hembra esté realmente ahí (y no sea meramente imaginaria); en cambio, cuando el animal experimenta un orgasmo, no percibe con ello nada (ojo: claro que hay reacciones químicas que producen la sensción del orgasmo, pero esta sensación no es una representación de aquellas reacciones), ni falta que hace. Para ser más precisos: podemos estipular que la sensación del orgasmo constituye la "representación perceptiva" de aquellos cambios físico-químicos, pero en todo caso queda claro que la semejanza ontológica entre la primera y los segundos es nula. Podemos decir que el orgasmo es "imaginario", o "alucinante", en el sentido (literal) de que es una percepción sin objeto, aunque con una clara función biológica.
.
Hay, además, sensaciones que no son sólo "alucinantes" sino claramente inapropiadas para el sujeto: las alucinaciones, p.ej., o los mareos. Una especie que por una cierta mutación fuera extremadamente proclive a sufrir alucinaciones, sería rápidamente eliminada en la lucha por la reproducción (a no ser que las sensaciones alucinantes se correspondieran sistemáticamente con algo interesante desde el punto de vista biológico, en cuyo caso dejarían de ser alucinaciones, para ser percepciones).
.
La cuestión, obviamente, es qué pasa con la sensación del libre albedrío: ¿es como la del calor, como la del orgasmo, o como las alucinaciones?. Esta reflexión nos sugiere una nueva tesis:
.
E) Cuando hablamos del libre albedrío o autonomía, hemos de distinguir nuestra sensación de ser autónomos, por un lado, y la posible realidad objetiva que dicha sensación eventualmente pueda representar.
.
No hay ninguna razón para presuponer que las cualidades fenomenológicas de nuestra sensación de autonomía deban identificarse con las cualidades objetivas de aquello que pasa realmente en nuestro cerebro cuando tomamos las decisiones que nos hacen sentirnos autónomos. Que haya algún tipo de correspondencia sistemática entre ambas cosas (es más, que exista algo además del sofisticado baile de neurotransmisores en nuestro cerebro, a lo que podamos llamar "sujeto autónomo", y que tenga de modo objetivo propiedades análogas a las que nos parece tener cuando tomamos una decisión) es algo que en todo caso habrá que demostrar, y los fracasos en el intento de demostrarlo contarán como razones para no aceptar que haya tal correspondencia (por el principio de economía: si no se puede demostrar que algo existe, y no obtenemos ninguna ganancia explicativa suponiendo que existe, lo más razonable es vivir como si no existiera).
.
[CODA: En esta entrada tenía previsto hablar de la causalidad y su relación con el libre albedrío, a raíz de los muchos comentarios de la entrada anterior, pero creo que es mejor no alarga esto mucho, así que dejaré el tema para la próxima ocasión].
El argumento (en mi modesta opinión) más importante que existe contra el libre albedío está resumido al final de la entrada anterior de esta serie; la serie continúa, porque aún existen más razones, pero quiero insistir un poco más en el argumento; veámoslo con un poco más de detalle:
- primera premisa: todos los procesos de la naturaleza son, o bien deterministas (obedecen unas leyes en las que el estado del sistema en un momento dado determina el estado en el instante siguiente), o bien aleatorias (el estado "siguiente" sólo está determinado con una cierta probabilidad);
-segunda premisa: las decisiones humanas son procesos que tienen lugar en la naturaleza;
- por tanto, las decisiones humanas son, o bien procesos deterministas, o bien procesos aleatorios;
- ahora bien: si nuestras decisiones son procesos deterministas, entonces, dado el estado del mundo (incluido nuestro cerebro) en un momento anterior a la decisión, ésta sólo podrá ser aquella que se sigue de las leyes naturales que obedecen esos procesos, y no hay libre albedrío (no existe la posibilidad FÍSICA de que yo haya tomado otra decisión);
- igualmente, si nuestras decisiones son procesos aleatorios, entonces el hecho de que yo tome una decisión en vez de otra alternativa, es fruto del azar, no del libre albedrío.
- CONCLUSIÓN: no existe el libre albedrío.
.
Este argumento es clásico; básicamente lo que implica es que el proceso de "tomar libremente una decisión", la sensación fenomenológica de nuestra "autonomía" (otra forma habitual de llamar al libre albedrío), es, cuando se lo intenta pensar hasta sus últimas consecuencias, incompatible con el hecho de que "la decisión" es sencillamente una determinada acción de un ser vivo, y por lo mismo, un cierto proceso físico-químico. La "autonomía" sólo tiene sentido como un concepto que nos resulta útil para describir el proceso de toma de decisiones desde la perspectiva "macroscópica" con la que nuestro cerebro construye nuestra experiencia cotidiana.
.
Para entender lo que esto significa, es apropiado compararlo con otro caso más fácil de captar, y menos sujeto a nuestros prejuicios: la sensación de calor. Percibimos muy claramente en qué consiste esa sensación, la distinguimos sin problemas de la sensación de frío, y no digamos de la del sonido del violín; esta sensación nos resulta útil para manejarnos po rla vida, distinguiendo ciertas propiedades físicas de los objetos que nos rodean, pero no podemos pretender ingenuamente que el calor real (tal como es en sí mismo, su naturaleza física) tenga que ser idéntico a nuestra sensación de calor: un vaso de leche nos parece caliente porque sus moléculas vibran más rápidamente que las de nuestra piel, pero a nivel atómico, obviamente las moléculas de la leche no poseen como cualidad propia el contenido fenomenológico de nuestra sensación de calor.
.
Dicho de otro modo, la sensación de calor es un "invento" (muy inteligente, por cierto) de nuestro cerebro para representar el mundo externo de un modo que pueda incorporarse fácilmente y con provecho en el resto de nuestra actividad mental. Lo único importante desde el punto de vista biológico es que haya una conexión sistemática entre, por un lado, la realidad que la sensación representa (a saber, el calor como propiedad objetiva de los sistemas físicos), y por otro lado, la ocurrencia de dicha sensación en nuestra experiencia; es decir, lo importante es que la sensación de calor la tengamos en general cuando tocamos cuerpos calientes, y sólo en esos casos. Lo que no es importante en absoluto, en cambio, es que haya algún parecido "ontológico" entre el calor y la sensación de calor. De hecho, la "sensación de calor" puede muy fácilmente ser distinta en especies biológicas distintas, sobre todo si están muy separadas evolutivamente, porque tal vez se generen mediante mecanismos neurales totalmente distintos.
.
Para más abundamiento: si las sensaciones de calor y de frío se cambiaran una por otra de forma totalmente sistemática, eso sería tan insignificante para nosotros como si al calor lo llamáramos siempre "frío" y viceversa; en cambio, ¡ah!, si todas las cosas calientes se volvieran realmente frías, y al revés, entonces sí que iríamos de culo. Tal vez incluso la propia vida sería imposible, tal como la conocemos.
.
Hay sensaciones, en cambio, que no representan nada: el orgasmo, por ejemplo. El cerebro de ciertas clases de animales genera esa sensación, no para representar mediante ella un objeto determinado, sino sólo para que la sensación funcione como un estímulo que lleve a los animales a realizar con la mayor frecuencia posible una determinada actividad. O, dicho de otro modo: cuando un macho tiene la sensación visual de ver a una hembra (o viceversa), interesa en el juego de la replicación de los genes que la hembra esté realmente ahí (y no sea meramente imaginaria); en cambio, cuando el animal experimenta un orgasmo, no percibe con ello nada (ojo: claro que hay reacciones químicas que producen la sensción del orgasmo, pero esta sensación no es una representación de aquellas reacciones), ni falta que hace. Para ser más precisos: podemos estipular que la sensación del orgasmo constituye la "representación perceptiva" de aquellos cambios físico-químicos, pero en todo caso queda claro que la semejanza ontológica entre la primera y los segundos es nula. Podemos decir que el orgasmo es "imaginario", o "alucinante", en el sentido (literal) de que es una percepción sin objeto, aunque con una clara función biológica.
.
Hay, además, sensaciones que no son sólo "alucinantes" sino claramente inapropiadas para el sujeto: las alucinaciones, p.ej., o los mareos. Una especie que por una cierta mutación fuera extremadamente proclive a sufrir alucinaciones, sería rápidamente eliminada en la lucha por la reproducción (a no ser que las sensaciones alucinantes se correspondieran sistemáticamente con algo interesante desde el punto de vista biológico, en cuyo caso dejarían de ser alucinaciones, para ser percepciones).
.
La cuestión, obviamente, es qué pasa con la sensación del libre albedrío: ¿es como la del calor, como la del orgasmo, o como las alucinaciones?. Esta reflexión nos sugiere una nueva tesis:
.
E) Cuando hablamos del libre albedrío o autonomía, hemos de distinguir nuestra sensación de ser autónomos, por un lado, y la posible realidad objetiva que dicha sensación eventualmente pueda representar.
.
No hay ninguna razón para presuponer que las cualidades fenomenológicas de nuestra sensación de autonomía deban identificarse con las cualidades objetivas de aquello que pasa realmente en nuestro cerebro cuando tomamos las decisiones que nos hacen sentirnos autónomos. Que haya algún tipo de correspondencia sistemática entre ambas cosas (es más, que exista algo además del sofisticado baile de neurotransmisores en nuestro cerebro, a lo que podamos llamar "sujeto autónomo", y que tenga de modo objetivo propiedades análogas a las que nos parece tener cuando tomamos una decisión) es algo que en todo caso habrá que demostrar, y los fracasos en el intento de demostrarlo contarán como razones para no aceptar que haya tal correspondencia (por el principio de economía: si no se puede demostrar que algo existe, y no obtenemos ninguna ganancia explicativa suponiendo que existe, lo más razonable es vivir como si no existiera).
.
[CODA: En esta entrada tenía previsto hablar de la causalidad y su relación con el libre albedrío, a raíz de los muchos comentarios de la entrada anterior, pero creo que es mejor no alarga esto mucho, así que dejaré el tema para la próxima ocasión].
14 de diciembre de 2007
HAY QUE PROHIBIR LA LECTURA
"Para fomentar la lectura lo ideal sería prohibirla, desterrarla de los planes de estudio o, por lo menos, perseguirla todo lo posible. Hay que disuadir a los escolares, recomendarles que no lean, advertirles de los peligros de los libros. Quizá así los chavales se pondrían a leer como se hacen pajas: por iniciativa propia y sin poder evitarlo, con imaginación y ganas, a escondidas de sus padres y maestros, ensimismados y felices, un día sí y otro también."
Del blog de Rafael Reig en Público.
>><<
13 de diciembre de 2007
ALEX CAMPEÓN
Estamos de enhorabuena en el Otto Neurath. Uno de los contramaestres de nuestro curso de Periodismo y Comunicación Científica de la UNED, colaborador, y amigo a pesar de todo, Alex Fernández Muerza (y bilbaino de pro, además) acaba de ganar el premio periodístico Ecovidrio.
¡¡Felicidades, y que corra el champán a bordo!!
(Alex es el del jersey clarito)
¡¡Felicidades, y que corra el champán a bordo!!
(Alex es el del jersey clarito)
11 de diciembre de 2007
COMO EL SOL CUANDO AMANECE - LA ILUSIÓN DEL LIBRE ALBEDRÍO (2)
Los comentarios de unos cuantos lectores me obligan a ser más preciso en la definición de "libre albedrío", pues en la entrada anterior hablé más de la libertad. Allí decía básicamente que la libertad que es relevante desde el punto de vista moral es la que nos podemos quitar unos a otros, a saber, impidiendo a la gente hacer lo que quiere (p.ej., metiendo a alguien en la cárcel). Las personas podemos tener más o menos libertad, y luchar por ella, y por lo tanto, el "libre albedrío", como una supuesta capacidad que todos los seres racionales poseeríamos, sólo por el hecho de ser racionales, no puede ser la misma capacidad que esa por la que luchamos cuando pedimos más libertad.
.
.Algunos afirman, de todos modos, que el libre albedrío es una prerrequisito, una "condición de posibilidad" de la libertad, es decir, que si no tenemos libre albedrío, la libertad es una ilusión; lo que yo quiero defender es que la libertad es real, y es el libre albedrío el que es una ilusión.
.
Pero esto obliga, como veíamos, a definir con más precisión el libre albedrío. Podemos dar una definición más filosófica, y una más de andar por casa. La de andar por casa sería "la capacidad de tomar decisiones", o de "elegir" (no tanto la de llevar a cabo lo que uno ha elegido, que eso sería la libertad). Esa capacidad tampoco la niego. La definión más filosófica diría que el libre albedrío consiste en el hecho de que, cuando un ser racional toma una decisión, podría haber tomado otra, incluso aunque todas las circunstancias externas al sujeto hubieran sido las mismas.
.
Por ejemplo, si yo estoy decidiendo qué canal de la tele ver por la noche, puedo decidir pulsar un botón del mando a distancia u otro; definitivamente pulso el 9, p.ej.; la pregunta es, ¿habría podido pulsar el 7, en vez del 9? Lo que quiero mostrar es que la respuesta a esta pregunta es "no".
.
Esto no quiere decir que yo no haya decidido pulsar el 9 (claro que lo he hecho; la decisión no es una ilusión), y tampoco niega que haya sido yo quien lo haya decidido (claro que lo he sido, es decir, yo soy un agente real -aunque esto último podríamos discutirlo más). Tampoco niega que, si las circunstancias hubieran sido diferentes (p.ej., si hubieran puesto unos programas distintos en cada canal, o si la cena me hubiera sentado mejor o peor, o si tuviera más o menos sueño, o si me hubieran afectado más o menos los jaleos que tuve en el trabajo durante el día, etc., etc.), entonces yo habría pulsado el botón 9 "de todas maneras".
.
Lo único que niega mi proposición es que, en el proceso de tomar una decisión, las opciones no elegidas hayan sido posibilidades reales. Sé que suena raro, pero para eso voy a dedicar unos cuantos camarotes del barco a explicar el porqué.
.
Hechas estas precisiones (que no sé si habrán aclarado algo; espero que no), seguiremos con las tesis. Si en la entrada de ayer contraponíamos el libre albedrío con la libertad, en la de hoy quiero contraponerlo al azar y a la impredecibilidad. Admito que en el mundo puede haber, y hay, fenómenos aleatorios: los gobernados por la mecánica cuántica, al menos (la desintegración de una partícula subatómica, p.ej.). También admito que hay fenómenos deterministas aunque impredecibles (esto siempre hay que relativizarlo: p.ej., que haya un ciclón mañana en el Caribe se puede predecir fácilmente, que lo haya dentro de exactamente cien años, no). Pues bien, mis tesis segunda y tercera son las siguientes:
.
B) SI UNA DECISIÓN ES FRUTO DEL AZAR, NO ES PRODUCTO DEL LIBRE ALBEDRÍO.
.
C) QUE LA CONDUCTA DE UN INDIVIDUO SEA IMPREDECIBLE NO IMPLICA QUE SEA RESULTADO DEL LIBRE ALBEDRÍO.
.
.Prueba: A menudo identificamos el libre albedrío con el hecho de que los humanos toman decisiones que no podríamos haber predicho (ni siquiera quien toma la decisión), y es cierto que la conducta de las personas individuales es con mucha frecuencia tan imposible de predecir en la práctica como la de una partícula cuántica, si no más. Tal vez suceda incluso que el concepto de libre albedrío haya sido sugerido por esta experiencia de los humanos como no sujetos a las mismas regularidades mecánicas que el resto de los seres de la naturaleza (o que muchos de ellos); y al revés, los humanos hemos tendido a interpretar los fenómenos naturales impredecibles (tormentas, terremotos) como resultado de las libres decisiones de agentes divinos. Pero esto es un error: el significado del "libre albedrío" se refiere, no al hecho de que las decisiones sean aleatorias o impredecibles, sino al hecho de que es el propio sujeto racional quien las causa. Si hubiera una máquina conectada a mi mano, que me forzara a levantarla según una moneda saliera cara o cruz, los movimientos de mi mano no serían libres, por más que fueran aleatorios. Y si la máquina está conectada, no a mi mano, sino a la parte de mi cerebro donde surgen las decisiones, y me obligase a decidir mover la mano de una manera u otra según el resultado de la moneda, tampoco sería libre mi decisión, porque no sería racional (no quiero decir con esto que sea una decisión "buena" u "óptima", sino simplemente que es el fruto de la determinación de la voluntad de un agente racional).
.
Lo mismo sucede si mi decisión es el resultado de un proceso totalmente determinista (si mi cerebro estuviera sometido a leyes deterministas de la física clásica, p.ej.) pero caótico, es decir, impredecible. Que no seamos capaces de calcular el estado de un sistema clásico a partir de las posiciones iniciales (conocidas con un grado de incertidumbre positivo, aunque minúsculo), no significa que la evolución del sistema no esté totalmente determinada en sí misma. Esta evolución sólo tiene un estado posible en cada instante del tiempo, y por lo tanto, aunque no sepamos ahora en qué estado estará dentro de unos minutos, eso no quiere decir que pueda estar en varios estados: sólo puede físicamente estar en el estado en que estará (eso es lo que quiere decir que el sistema sea determinista), y cuando decimos que "puede" estar en varios estados, este "puede", este concepto de "posibilidad", sólo se refiere a nuestra ignorancia, no a una indeterminación real en las cosas mismas.
.
En conclusión: tanto si mis decisiones son fruto de factores aleatorios (no me refiero a los factores que constituyen "las circunstancias externas", sino a los procesos reales que tienen lugar en mi cerebro), como si son fruto de un proceso determinista pero caótico, entonces en ninguno de estos casos podemos decir que estas decisiones sean resultado del "libre albedrío".
.
Las dos tesis anteriores son consideradas por muchos filósofos suficientes para desmontar la creencia en el libre albedrío; tendríamos, así, la tesis cuarta:
.
D) NO EXISTE EL LIBRE ALBEDRÍO.
.
Prueba: Todos los fenómenos de la naturaleza son deterministas (ya sean predecibles o caóticos) o indeterministas (es decir, con elementos aleatorios). El proceso de toma de decisiones es un fenómeno natural, que ocurre en el interior de nuestro cerebro. Por lo tanto, por las tesis B y C, ese proceso no puede ser resultado de un supuesto "libre albedrío", pues, si es determinista, sólo tiene un resultado posible, y si es aleatorio, no es resultado de una determinación racional.
.
Pero aquí no queda la cosa.
Como el sol cuando amanece (1) * Como el sol cuando amanece (3)
><
.
.Algunos afirman, de todos modos, que el libre albedrío es una prerrequisito, una "condición de posibilidad" de la libertad, es decir, que si no tenemos libre albedrío, la libertad es una ilusión; lo que yo quiero defender es que la libertad es real, y es el libre albedrío el que es una ilusión.
.
Pero esto obliga, como veíamos, a definir con más precisión el libre albedrío. Podemos dar una definición más filosófica, y una más de andar por casa. La de andar por casa sería "la capacidad de tomar decisiones", o de "elegir" (no tanto la de llevar a cabo lo que uno ha elegido, que eso sería la libertad). Esa capacidad tampoco la niego. La definión más filosófica diría que el libre albedrío consiste en el hecho de que, cuando un ser racional toma una decisión, podría haber tomado otra, incluso aunque todas las circunstancias externas al sujeto hubieran sido las mismas.
.
Por ejemplo, si yo estoy decidiendo qué canal de la tele ver por la noche, puedo decidir pulsar un botón del mando a distancia u otro; definitivamente pulso el 9, p.ej.; la pregunta es, ¿habría podido pulsar el 7, en vez del 9? Lo que quiero mostrar es que la respuesta a esta pregunta es "no".
.
Esto no quiere decir que yo no haya decidido pulsar el 9 (claro que lo he hecho; la decisión no es una ilusión), y tampoco niega que haya sido yo quien lo haya decidido (claro que lo he sido, es decir, yo soy un agente real -aunque esto último podríamos discutirlo más). Tampoco niega que, si las circunstancias hubieran sido diferentes (p.ej., si hubieran puesto unos programas distintos en cada canal, o si la cena me hubiera sentado mejor o peor, o si tuviera más o menos sueño, o si me hubieran afectado más o menos los jaleos que tuve en el trabajo durante el día, etc., etc.), entonces yo habría pulsado el botón 9 "de todas maneras".
.
Lo único que niega mi proposición es que, en el proceso de tomar una decisión, las opciones no elegidas hayan sido posibilidades reales. Sé que suena raro, pero para eso voy a dedicar unos cuantos camarotes del barco a explicar el porqué.
.
Hechas estas precisiones (que no sé si habrán aclarado algo; espero que no), seguiremos con las tesis. Si en la entrada de ayer contraponíamos el libre albedrío con la libertad, en la de hoy quiero contraponerlo al azar y a la impredecibilidad. Admito que en el mundo puede haber, y hay, fenómenos aleatorios: los gobernados por la mecánica cuántica, al menos (la desintegración de una partícula subatómica, p.ej.). También admito que hay fenómenos deterministas aunque impredecibles (esto siempre hay que relativizarlo: p.ej., que haya un ciclón mañana en el Caribe se puede predecir fácilmente, que lo haya dentro de exactamente cien años, no). Pues bien, mis tesis segunda y tercera son las siguientes:
.
B) SI UNA DECISIÓN ES FRUTO DEL AZAR, NO ES PRODUCTO DEL LIBRE ALBEDRÍO.
.
C) QUE LA CONDUCTA DE UN INDIVIDUO SEA IMPREDECIBLE NO IMPLICA QUE SEA RESULTADO DEL LIBRE ALBEDRÍO.
.
.Prueba: A menudo identificamos el libre albedrío con el hecho de que los humanos toman decisiones que no podríamos haber predicho (ni siquiera quien toma la decisión), y es cierto que la conducta de las personas individuales es con mucha frecuencia tan imposible de predecir en la práctica como la de una partícula cuántica, si no más. Tal vez suceda incluso que el concepto de libre albedrío haya sido sugerido por esta experiencia de los humanos como no sujetos a las mismas regularidades mecánicas que el resto de los seres de la naturaleza (o que muchos de ellos); y al revés, los humanos hemos tendido a interpretar los fenómenos naturales impredecibles (tormentas, terremotos) como resultado de las libres decisiones de agentes divinos. Pero esto es un error: el significado del "libre albedrío" se refiere, no al hecho de que las decisiones sean aleatorias o impredecibles, sino al hecho de que es el propio sujeto racional quien las causa. Si hubiera una máquina conectada a mi mano, que me forzara a levantarla según una moneda saliera cara o cruz, los movimientos de mi mano no serían libres, por más que fueran aleatorios. Y si la máquina está conectada, no a mi mano, sino a la parte de mi cerebro donde surgen las decisiones, y me obligase a decidir mover la mano de una manera u otra según el resultado de la moneda, tampoco sería libre mi decisión, porque no sería racional (no quiero decir con esto que sea una decisión "buena" u "óptima", sino simplemente que es el fruto de la determinación de la voluntad de un agente racional).
.
Lo mismo sucede si mi decisión es el resultado de un proceso totalmente determinista (si mi cerebro estuviera sometido a leyes deterministas de la física clásica, p.ej.) pero caótico, es decir, impredecible. Que no seamos capaces de calcular el estado de un sistema clásico a partir de las posiciones iniciales (conocidas con un grado de incertidumbre positivo, aunque minúsculo), no significa que la evolución del sistema no esté totalmente determinada en sí misma. Esta evolución sólo tiene un estado posible en cada instante del tiempo, y por lo tanto, aunque no sepamos ahora en qué estado estará dentro de unos minutos, eso no quiere decir que pueda estar en varios estados: sólo puede físicamente estar en el estado en que estará (eso es lo que quiere decir que el sistema sea determinista), y cuando decimos que "puede" estar en varios estados, este "puede", este concepto de "posibilidad", sólo se refiere a nuestra ignorancia, no a una indeterminación real en las cosas mismas.
.
En conclusión: tanto si mis decisiones son fruto de factores aleatorios (no me refiero a los factores que constituyen "las circunstancias externas", sino a los procesos reales que tienen lugar en mi cerebro), como si son fruto de un proceso determinista pero caótico, entonces en ninguno de estos casos podemos decir que estas decisiones sean resultado del "libre albedrío".
.
Las dos tesis anteriores son consideradas por muchos filósofos suficientes para desmontar la creencia en el libre albedrío; tendríamos, así, la tesis cuarta:
.
D) NO EXISTE EL LIBRE ALBEDRÍO.
.
Prueba: Todos los fenómenos de la naturaleza son deterministas (ya sean predecibles o caóticos) o indeterministas (es decir, con elementos aleatorios). El proceso de toma de decisiones es un fenómeno natural, que ocurre en el interior de nuestro cerebro. Por lo tanto, por las tesis B y C, ese proceso no puede ser resultado de un supuesto "libre albedrío", pues, si es determinista, sólo tiene un resultado posible, y si es aleatorio, no es resultado de una determinación racional.
.
Pero aquí no queda la cosa.
Como el sol cuando amanece (1) * Como el sol cuando amanece (3)
><
OTRO POSITIVISTA IMPENITENTE
10 de diciembre de 2007
9 de diciembre de 2007
COMO EL SOL CUANDO AMANECE - LA ILUSIÓN DEL LIBRE ALBEDRÍO (1)
Inicio con esta entrada una serie de pequeñas (pero espero que interesantes) reflexiones sobre el problema del libre albedrío. En principio quiero proponerlas como tesis que se siguen sin necesidad de razonamientos muy enrevesados a partir de premisas fácilmente aceptables (aunque alguna puede haber que requiera un poco de gimnasia mental); en cualquier caso, prefiero que los argumentos complejos vayan surgiendo a partir de vuestros comentarios y críticas. La mayor parte de las tesis (en realidad, creo que todas menos una, y a lo mejor ni esa) no son originales, ni mucho menos, pero lo gracioso de la filosofía es filosofar, por supuesto. ¡Tampoco vamos a renunciar al sexo porque no sea uno mismo quien lo haya descubierto!
Algunas de estas tesis aparecen en una recensión que escribí el año pasado sobre el libro de Carlos Moya Moral Responsibility, y que está disponible en mi página de la UNED.
Pero bueno, a lo que vamos; empecemos con una reflexión que puede servir de pórtico a las tesis con verdadera enjundia metafísica:
A) LA DISCUSIÓN SOBRE EL LIBRE ALBEDRÍO NO TIENE NINGUNA RELEVANCIA MORAL EN LA PRÁCTICA.
Prueba: empezaré diciendo que, en mi opinión, la libertad es el valor moral más importante de todos, el que da sentido a los demás y les sirve de prerrequisito; ahora bien, el hecho de que sea importante luchar por la libertad y defenderla en la práctica contra los abundantes ataques que recibe, significa que ESA libertad por la que luchamos puede tenerse o no tenerse, que unos seres humanos pueden tener más que otros, que se puede perder o conquistar. El libre albedrío, en cambio, se postula como una característica que necesariamente posee todo ser humano racional; sería absurdo, por lo tanto, "luchar por el libre albedrío". La libertad que es importante desde el punto de vista moral y político, la que queremos que nuestra sociedad confiera a sus ciudadanos, esa libertad no es el "libre albedrío" del que estamos discutiendo aquí.
De hecho, podemos imaginar un mundo exactamente igual que el nuestro, en el que la gente hace y siente exactamente las mismas cosas que ha hecho aquí, pero en el que los seres humanos carezcan de libre albedrío (aunque no de nuestros sentimientos, repito). En ese otro mundo, habrá las mismas luchas por la libertad, las mismas revoluciones, las mismas víctimas y verdugos, la misma libertad o falta de libertad en sus sociedades, la misma ilusión y desesperación, pero no habrá en él ni una pizca de libre albedrío. (Tal vez pueda argumentarse que, si los "humanos" de ese mundo paralelo no tienen libre albedrío, no podrán hacer las mismas cosas que nosotros, pero esta es una cuestión que discutiremos en otra entrada).
Así pues, con independencia de si uno cree o no en el libre albedrío, la libertad (como ausencia de coacción o de dominación) sigue siendo algo que puede valorarse y por lo que tiene todo el sentido del mundo sentido seguir luchando, pues tenemos (sobre todo algunos de nuestros congénees) mucha menos de la que desearíamos.
Como el sol cuando amanece (2)
Algunas de estas tesis aparecen en una recensión que escribí el año pasado sobre el libro de Carlos Moya Moral Responsibility, y que está disponible en mi página de la UNED.
Pero bueno, a lo que vamos; empecemos con una reflexión que puede servir de pórtico a las tesis con verdadera enjundia metafísica:
A) LA DISCUSIÓN SOBRE EL LIBRE ALBEDRÍO NO TIENE NINGUNA RELEVANCIA MORAL EN LA PRÁCTICA.
Prueba: empezaré diciendo que, en mi opinión, la libertad es el valor moral más importante de todos, el que da sentido a los demás y les sirve de prerrequisito; ahora bien, el hecho de que sea importante luchar por la libertad y defenderla en la práctica contra los abundantes ataques que recibe, significa que ESA libertad por la que luchamos puede tenerse o no tenerse, que unos seres humanos pueden tener más que otros, que se puede perder o conquistar. El libre albedrío, en cambio, se postula como una característica que necesariamente posee todo ser humano racional; sería absurdo, por lo tanto, "luchar por el libre albedrío". La libertad que es importante desde el punto de vista moral y político, la que queremos que nuestra sociedad confiera a sus ciudadanos, esa libertad no es el "libre albedrío" del que estamos discutiendo aquí.
De hecho, podemos imaginar un mundo exactamente igual que el nuestro, en el que la gente hace y siente exactamente las mismas cosas que ha hecho aquí, pero en el que los seres humanos carezcan de libre albedrío (aunque no de nuestros sentimientos, repito). En ese otro mundo, habrá las mismas luchas por la libertad, las mismas revoluciones, las mismas víctimas y verdugos, la misma libertad o falta de libertad en sus sociedades, la misma ilusión y desesperación, pero no habrá en él ni una pizca de libre albedrío. (Tal vez pueda argumentarse que, si los "humanos" de ese mundo paralelo no tienen libre albedrío, no podrán hacer las mismas cosas que nosotros, pero esta es una cuestión que discutiremos en otra entrada).
Así pues, con independencia de si uno cree o no en el libre albedrío, la libertad (como ausencia de coacción o de dominación) sigue siendo algo que puede valorarse y por lo que tiene todo el sentido del mundo sentido seguir luchando, pues tenemos (sobre todo algunos de nuestros congénees) mucha menos de la que desearíamos.
Como el sol cuando amanece (2)
VACUNA DEL PAPILOMA Y RACIONALIDAD ECONÓMICA
Muy buen artículo esta semana en El País de la profesora de economía Beatriz Álvarez, ejemplo de lo que en este barco defendemos como "pensamiento positivista".
5 de diciembre de 2007
4 de diciembre de 2007
3 de diciembre de 2007
2 de diciembre de 2007
¿QUÉ (NO) ES SER ATEO?
En el blog de un reciente visitante aparece una serie de 21 afirmaciones que supuestamente caracterizan "lo que cree un ateo". En la mayoría de los casos son, desde luego, una serie de tópicos con poco fundamento. Por si a alguien le resulta de utilidad, copio aquí mi opinión (totalmente) sobre las tesis, agradeciendo al autor de la lista el trabajo de condensarlas.
Yo me considero ateo, pero eso no quiere decir mucho; diez ateos tienen veinte formas de ateísmo diferentes. Lo mismo dicen los judíos de sí mismos ("dos judíos, tres sinagogas"), y tampoco piensan lo mismo Lutero que Juan XXIII o que Napoleón, aun siendo los tres cristianos. En particular, yo no aceptaría la mayor parte de las 21 tesis:
1) El universo es ingénito o se ha autogenerado.
RESPUESTA: NO TENEMOS NI PUTA IDEA DE QUÉ HA "GENERADO" EL UNIVERSO; ES MÁS, NO TENEMOS NI IDEA DE SI "GENERAR" SIGNIFICA ALGO EN ESTE CASO. (EN LOS DEMÁS CASOS, SIGNIFICA QUE UNA COSA SIGUE A OTRA DE ACUERDO CON UN PROCESO REGULAR; COMO ESTE ES UN CASO ÚNICO, NO SABEMOS NI SIQUIERA SI HABRÁ UNA "REGLA").
2) El universo se expande hacia ninguna parte.
LO QUE SE EXPANDE NO ES EL UNIVERSO, SINO EL ESPACIO, DE MODO QUE NO HAY NINGÚN "LUGAR" HACIA EL QUE PUEDA EXPANDIRESE. POR OTRO LADO, LO ÚNICO IMPORTANTE CIENTÍFICAMENTE ES EL HECHO DE QUE LAS GALAXIAS SE ALEJAN UNAS DE OTRAS, QUE ES UN HECHO DE LA NATURALEZA COMO OTRO CUALQUIERA, SIN IMPLICACIONES TRASCENDENTES, EN PARTICULAR, SIN MÁS IMPLICACIONES PARA EL DEBATE SOBRE EL ATEÍSMO QUE EL HECHO NATURAL DE QUE LAS FRESAS SON ROJAS.
3) La percepción de las verdades matemáticas en tanto que tales depende de lo que uno ha comido y de en qué posición y estado de ánimo se encuentra, así como del peso de su cerebro.
POR SUPUESTO QUE NO DEPENDE DE "ESO", AUNQUE ES UN PROBLEMA CIENTÍFICO AÚN NO RESUELTO EL DE CÓMO DEMONIOS SE LAS APAÑA NUESTRO CEREBRO PARA DARSE CUENTA DE ESAS PROPOSICIONES (NO ES TAN RARO QUE NO LO SEPAMOS: TAMPOCO SABEMOS CÓMO NOS DAMOS CUENTA DE QUE EL MADRID GANÓ LA LIGA PASADA; EL PROBLEMA NO ES LA "REALIDAD METAFÍSICA" DE LAS VERDADES MATEMÁTICAS, SINO NUESTRO DESCONOCIMIENTO DEL FUNCIONAMIENTO DEL CEREBRO). PERO ESTO NO TIENE NADA QUE VER CON EL ATEÍSMO: ES UN PROBLEMA EPISTEMOLÓGICO SERIO CUALQUIERA QUE SEA TU POSICIÓN METAFÍSICA.
4) Todas las religiones son "per se" igual de falsas e igual de nocivas. Luego la más influyente y duradera ha de ser la peor.
LO DE IGUAL DE FALSAS, PUEDE SER (AL FIN Y AL CABO, SE BASAN EN LA PRESUPOSICIÓN DE QUE EXISTE ALGO "ESPIRITUAL", LO CUAL ES TOTALMENTE FALSO), PERO DE AHÍ NO SE SIGUE QUE SEAN TODAS IGUAL DE NOCIVAS. ALGUNAS SON MÁS CIVILIZADAS QUE OTRAS, OTRAS SON MÁS PACIFISTAS, OTRAS TOLERAN MÁS LA LIBERTAD. MUCHAS SECTAS MINORITARIAS SON PELIGROSÍSIMAS Y MALÍSIMAS (MUCHO MÁS QUE LA IGLESIA CATÓLICA O QUE EL ISLAM).
5) Para que un "hombre bueno" haga cosas malas debe tener ataques de religiosidad.
ESTO ES UNA FRASE FAMOSA DE STEPHEN WEINBERG, EL FÍSICO, PERO ES UN ESLOGAN QUE NADIE SE TOMA AL PIE DE LA LETRA, CON MÍNIMA SERIEDAD. TAMBIÉN SE PUEDEN TENER ATAQUES DE MUCHAS OTRAS COSAS PARA HACER COSAS MALAS (P.EJ., UN ATAQUE DE CELOS, DE AMOR, DE IRA, DE COMUNISMO...). POR OTRO LADO, ES MUY RELATIVO LO DE SER UN "HOMBRE BUENO" (UNOS DIRÁN QUE ES BUENO ACEBES, OTROS QUE ZAPATERO, Y SEGURAMENTE LOS DOS LO SON CUANDO ESTÁS CON ELLOS, AUNQUE OTROS DIGAN QUE SON MALÍSIMOS.
6) El "estado por defecto" del hombre es el ateísmo.
TAMPOCO: POR PURA ESTADÍSTICA, PARECE QUE LO MÁS "NATURAL" ES TENER CREENCIAS RELIGIOSAS; TAMBIÉN SON NATURALES LAS CARIES, Y NO QUIERE DECIR QUE SEAN BUENAS.
7) Nunca se han cometido crímenes en nombre del ateísmo.
NO SÉ SI ALGUIEN AFIRMARÁ ESTO MUY EN SERIO, PERO DESDE LUEGO, HA HABIDO TAN POCOS REGÍMENES POLÍTICOS "BASADOS EN UNA U OTRA CONCEPCIÓN ATEA DEL MUNDO" (MÁS QUE EN "EL" ATEÍSMO), QUE LOS EJEMPLOS DE CRÍMENES COMETIDOS POR ELLOS SON NECESARIAMENTE MENORES QUE LOS COMETIDOS POR REGÍMENES "BASADOS EN ALGUNA RELIGIÓN".
8) Creencia equivale a ignorancia.
NO: SOBRE LAS COSAS QUE EL CREYENTE CREE, TODOS IGNORAMOS IGUAL. LA DIFERENCIA ES QUE LOS ATEOS Y AGNÓSTICOS RECONOCEN ESA IGNORANCIA, Y LOS CREYENTES SE CONSUELAN CREYENDO QUE SABEN (O QUE "CREEN" EN EL SENTIDO DE POSEER UNA CERTEZA QUE VA MÁS ALLÁ DE LAS PRUEBAS EMPÍRICAS Y RACIONALES). EL ATEO Y EL CREYENTE SON COMO DOS PERSONAS ENCERRADAS CADA UNO EN UNA HABITACIÓN Y MASTURBÁNDOSE, SÓLO QUE EL CREYENTE SE PIENSA QUE LO QUE SE ESTÁ IMAGINANDO ES REAL.
9) La ciencia progresa hacia el ateísmo.
LA CUESTIÓN DEL ATEÍSMO ES TOTALMENTE IRRELEVANTE PARA LA CIENCIA: NO ENCONTRARÁS NINGÚN ARTÍCULO CIENTÍFICO SERIO EN UNA REVISTA PROFESIONAL (QUE NO SEA DE PROPAGANDA) QUE SE PLANTEE ESA CUESTIÓN. LO QUE OCURRE ES QUE LA CIENCIA HA IDO DANDO EXPLICACIONES NATURALES A MUCHAS COSAS QUE ANTES RECIBÍAN EXPLICACIONES MITOLÓGICO- RELIGIOSAS. ¿QUIÉN CREE HOY EN MILAGROS COMO LOS QUE PULULABAN EN LA ANTIGÜEDAD Y EN LA EDAD MEDIA? (P.EJ., SAN NICOLÁS RESUCITANDO A LOS NIÑOS QUE ESTABAN EN ESCABECHE).
10) El hombre busca siempre el mayor placer.
ESO ES UNA TEORÍA PSICOLÓGICA MUY SIMPLISTA, QUE UTILIZAN ALGUNOS CIENTÍFICOS SOCIALES, PERO QUE IGNORA LOS ABUNDANTES EJEMPLOS DE MASOQUISMO Y AUTODESTRUCCIÓN (ENTRE ELLOS, LOS PROPORCIONADOS POR LAS RELIGIONES) A LOS QUE NOS TIENE ACOSTUMBRADOS LA ESPECIE HUMANA. AHORA BIEN, MUCHOS ATEOS CREO QUE ACEPTARÍAN QUE NOS IRÍA MUCHO MEJOR SI NOS PREOCUPÁRAMOS MÁS DE ORGANIZAR LA SOCIEDAD DE TAL MANERA QUE LA MAYOR CANTIDAD DE GENTE PUEDA DEDICARSE LIBREMENTE A OBTENER LOS PLACERES QUE LES DÉ LA GANA SIN PERJUDICAR A LOS DEMÁS EN SU BÚSQUEDA. (P.EJ., A MÍ ME DA PLACER CONTESTAR A ESTE BLOG, Y SUPONGO QUE A TI ESCRIBIRLO).
11) La mejor moral es la que decide la mayoría de acuerdo con sus funciones de placer.
NO TIENE SENTIDO DECIR "LA MEJOR MORAL", PORQUE "MEJOR" SIGNIFICA SIEMPRE "LO QUE UNA CIERTA MORAL DICE QUE ES MEJOR". UNA MORAL SÓLO PUEDE SER JUZGADA DESDE ALGUNA MORAL (SEA LA MISMA U OTRA). YO SÓLO PUEDO JUZGAR CUÁL ES LA MEJOR MORAL PARA MÍ (O SEA, CUÁL ES MI MORAL). Y ESO SÍ: PARA MI, NO HAY NADA POR ENCIMA DE LA LIBERTAD DE CADA UNO PARA BUSCAR EL PLACER (ENTENDIDO AMPLIAMENTE). TAMPOCO PARA LOS CRISTIANOS, AUNQUE LLEVAN EL PLACER MÁXIMO AL REINO CELESTIAL.
12) La vida de los hombres es tan insignificante como la de los tubérculos, sólo que los primeros tienen la capacidad de engañarse sobre este extremo.
EN CIERTO SENTIDO, ESTO ES CORRECTO. HOMBRES Y PATATAS SON MEROS PRODUCTOS DE LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA. LA CUESTIÓN ES ¿"INSIGNIFICANTE" PARA QUIÉN? OBVIAMENTE UNA PATATA ES MÁS INSIGNIFICANTE QUE YO ¡PARA MÍ!, Y MIS CONCIUDADANOS SON MÁS IMPORTANTES PARA MÍ QUE LAS PATATAS. A LAS PATATAS NOSOTROS LES DAMOS IGUAL, ME TEMO.
13) Es imposible que Dios exista.
ESTO NO DEFINE EL ATEÍSMO: CREER QUE NO EXISTE UN PLANETA MÁS CERCANO AL SOL QUE MERCURIO NO ES LO MISMO QUE CREER QUE ES IMPOSIBLE QUE EXISTA. YO CONSIDERO ATEO MÁS BIEN AL QUE PIENSA QUE NO HAY RAZONES PARA CREER QUE DIOS EXISTA... Y POR LO TANTO, LO LÓGICO ES VIVIR COMO SI NO EXISTIERA. (DE LA MISMA MANERA QUE, COMO NO HAY RAZONES PARA PENSAR QUE EL MUNDO SE VA A ACABAR MAÑANA, LO RAZONABLE ES ACOSTARSE HOY COMO SI EL APOCALIPSIS NO FUESE A LLEGAR MAÑANA)
14) Es imposible que tengamos libre albedrío.
CREO QUE ESTA ES LA ÚNICA FRASE CON LA QUE ESTOY PLENAMENTE DE ACUERDO. EL LIBRE ALBEDRÍO ES UNA ILUSIÓN (SERÍA MUY LARGO EXPLICAR AHORA POR QUÉ, PERO ESPERO HACERLO EN EL BLOG EN UNAS SEMANAS). AHORA BIEN, DUDO MUCHO QUE LA MAYORÍA DE LOS ATEOS RECHACEN EL LIBRE ALBEDRÍO.
15) Es imposible que los organismos resuciten.
IMPOSIBLE, IMPOSIBLE..., NO SÉ. EN PRINCIPIO, PODRÍAMOS COGER TODAS LAS PARTES DE UNA HORMIGA MUERTA Y VOLVERLAS A COLOCAR EXACTAMENTE COMO ESTABAN CUANDO ESTABA VIVA, CON LO QUE NECESARIAMENTE VOLVERÁ A ESTAR VIVA. LO QUE OCURRE ES QUE ES BASTANTE IMPROBABLE QUE LO CONSIGAMOS. LO QUE SÍ ES IMPOSIBLE, CLARO ESTÁ, ES RESUCITAR POR MEDIOS "SOBRENATURALES" (A PESAR DE LO QUE DIGAN LOS ANTIGUOS EGIPCIOS Y SUS MOMIAS).
16) La teología es mitológica, no filosófica.
PARA VERGÜENZA DE LA FILOSOFÍA, LA TEOLOGÍA ES BASTANTE FILOSÓFICA (NO HAY MÁS QUE VER LA ÚLTIMA ENCÍCLICA), PERO ES QUE LOS FILÓSOFOS HAN DICHO MUCHAS TONTERÍAS A LO LARGO DE LA HISTORIA. LO QUE OCURRE ES QUE LOS TEÓLOGOS AÑADEN AL ROLLO ARISTOTÉLICO, CARTESIANO, MARXISTA, EXISTENCIALISTA O FRANFURKTIANO, UN PRESUPUESTO MÁS, TOTALMENTE SUPERFLUO, COMO ES LA FE.
17) Si los sabios cristianos de antaño vivieran hoy, se harían ateos.
HABRÍA DE TODO, SEGURAMENTE. SI LOS MÚSICOS DEL XVIII Y XIX VIVIERAN HOY, SE HARÍAN ROCKEROS EN MUCHOS CASOS. ESO SÓLO MUESTRA QUE AHORA HAY MÁS LIBERTAD PARA ELEGIR PUNTOS DE VISTA, Y MUCHOS MÁS DATOS.
18) El ateo no debe probar la verdad de sus asertos, ya que parte de "los hechos evidentes e intersubjetivos".
LOS HECHOS EVIDENTES E INTERSUBJETIVOS QUE PODEMOS RECOGER DE LA CIENCIA Y LA EXPERIENCIA COMÚN SON EL PUNTO DE PARTIDA DE LA DEMOSTRACIÓN DE LAS CONCLUSIONES QUE QUEREMOS SACAR. SI HAY ALGO QUE DISTINGUE LOS ARGUMENTOS DE LOS ATEOS Y AGNÓSTICOS DE LOS ARGUMENTOS DE LOS CREYENTES ES, PRECISAMENTE, QUE LOS PRIMEROS NO TOMAN NADA COMO "FUERA DE LA POSIBILIDAD DE LA CRÍTICA".
19) El materialismo es una doctrina unitaria y consistente.
NO HAY NINGUNA DOCTRINA ASÍ. ADEMÁS, EL MATERIALISMO NO ES UNA DOCTRINA (SI ACASO, SON MILES, PERO MÁS BIEN ES UNA FAMILIA DE CONCEPCIONES DEL MUNDO).
20) La religión católica ha ido cambiando sus dogmas según los descubrimientos científicos le enmendaban la plana.
NO: LA RELIGIÓN CATÓLICA (Y LAS DEMÁS) HAN CAMBIADO SUS DOGMAS A LO LARGO DE LA HISTORIA SEGÚN LES HA IDO DANDO LA GANA Y CONVENIENDO. (P.EJ., EN LA EDAD MEDIA ERA UN DOGMA QUE NO EXISTÍA LA BRUJERÍA DEMONIACA, Y EN EL RENACIMIENTO SE CONVIRTIÓ EN UN DOGMA AFIRMAR QUE SÍ EXISTÍA). SI LOS DOGMAS NO CAMBIARAN NUNCA, ¿PARA QUÉ TENER UN PAPA Y HACER CONCILIOS? CON TENER LOS LIBROS QUE HAN DEJADO ESCRITOS LOS PRIMEROS, BASTARÍA. POR DESGRACIA, LA CIENCIA HA INFLUIDO DEMASIADO POCO EN ESOS CAMBIOS.
21) San Pablo fue el fundador del cristianismo.
SAN PABLO LLEVÓ A CABO UNA GRAN EMPRESA "FUNDACIONAL", QUE POSIBLEMENTE NO TENÍA MUCHO QUE VER CON LAS ENSEÑANZAS DE JESÚS (QUE TAMPOCO SE SABE MUY BIEN CUÁLES FUERON), Y QUE TAMPOCO COINCIDÍA CON LAS DE OTROS "FUNDADORES" DE LA MISMA ÉPOCA, BASTANTE ENFRENTADOS ENTRE SÍ.
POR CIERTO, EL ATEO NO TIENE NINGUNA PREOCUPACIÓN EN PARTICULAR SOBRE SAN PABLO Y JESUCRISTO, MÁS QUE SOBRE MAHOMA, CONFUCIO, ZOROASTRO, MOISÉS, ETC.
BUENO: ESTAS DOS PRÓXIMAS SEMANAS TENGO UN MONTÓOOOOOON DE TRABAJO, ASÍ QUE NO SÉ SI PODRÉ POSTEAR MUCHO. LO QUE SÍ INTENTARÉ ES REDUCIR EL PORCENTAJE DE ENTRADAS "RELIGIOSAS", QUE YA HUELEN...
>>
Otras entradas:
.
.
TONTO EL QUE NO SE SALVE
En realidad no son tan malos (pincha la imagen).
¡Y hoy ha salido Spe Salvi! (que no es nada que Gallardón le haya llamado a Aguirre, sino la nueva encíclica del Papa, ¡y en abierto! A ver si a lo largo de Diciembre encuentro unos ratillos para comentarla aquí, que parece que tiene miga)
29 de noviembre de 2007
OSCURANTISMO, CONFUSIONISMO, ABORTOS, EMBRIONES Y ASESINATOS
Estamos en una semana grande para esos oscurantistas que se llaman a sí mismos "provida". La noticia de la obtención de células madre por "marcha atrás" genética, primero, y la redada contra la red de clínicas abortistas sin escrúpulos, hace un par de días, se han juntado con el procesamiento de los científicos del Banco Andaluz de Células Madre por la acusación de una devota oyente de Radio María (que Dios guarde, pero que la guarde donde no la vea nadie, por favor).
La casual coincidencia en el tiempo de las tres noticias ha sido una excusa inmejorable para cometer el pecado favorito de los oscuros: las falacias. En concreto, la falacia de sugerir, o directamente afirmar, que "es lo mismo" el repugnante asesinato de un feto viable de siete meses (caso de que se haya cometido) que la investigación con células embrionarias como las de la foto, o el aborto en casos de embriones cuyas neuronas aún no han establecido conexiones entre ellas.
El mejor ejemplo de esta falacia, publicado sin ningún tipo de pudor en el ABC (el único ave que entra por debajo de las puertas, como se decía) es la infame viñeta de Puebla. Naturalmente, el mensaje de la viñeta es el mismo que el del editorial de este periódico (otras veces tan razonable, según con qué lo comparemos).
El editorialista desliza sin ruborizarse lindezas como "se han podido frenar unos horrores más propios de un campo nazi de exterminio", o "estos actos delictivos presentan una vertiente legal y demuestran hasta qué punto la ley de 1985 se hizo con suficiente ambigüedad", o "hay una cuestión de fondo que la hipocresía de la sociedad actual mantiene en silencio cómplice: el aborto es la muerte dolosa de un ser humano con métodos cruentos", o finalmente "en España se practican al año casi 100.000 abortos; es una cifra terrible, pero también lo es la pasividad con que la recibe la sociedad, porque encierra una concepción nihilista de la vida".
Los antiabortistas no deben ser capaces de darse cuenta de algo tan sencillo como que a mucha gente no nos parece que un embrión sea "un ser humano" de pleno derecho (no un feto, digo, sino un embrión, es decir un conjunto de células que aún no se ha desarrollado lo suficiente como para ser capaz de experimentar sensaciones, y que biológicamente no tiene cualidades distintas de las de un embrión de cualquier otro mamífero, aunque tenga la potencialidad de desarrollarse de manera peculiar). El mismo derecho tenemos nosotros a pensar que eso es así, como ellos a pensar lo contrario, y no somos "hipócritas" por eso.
Y además, ¿qué concepción de la vida es la verdaderamente "nihilista"? ¿La que intenta "echar pa'lante" con el reconocimiento de que en el ser humano no hay más que la materia y su maravillosa organización, o la de quienes basan todo el sentido de su existencia (y el de la de los demás) en la glorificación de algo que NO EXISTE, que sólo puede llamarse una NADA, como es la supuesta "alma" que otro gran no-existente (Dios) habría puesto en el momento de la concepción (que tampoco está claro cuál es)? Creer en algo que no es nada, eso es ser nihilista, y no el tener valor de enfrentarse a la nada cuando se reconoce objetivamente que lo es.
La casual coincidencia en el tiempo de las tres noticias ha sido una excusa inmejorable para cometer el pecado favorito de los oscuros: las falacias. En concreto, la falacia de sugerir, o directamente afirmar, que "es lo mismo" el repugnante asesinato de un feto viable de siete meses (caso de que se haya cometido) que la investigación con células embrionarias como las de la foto, o el aborto en casos de embriones cuyas neuronas aún no han establecido conexiones entre ellas.
El mejor ejemplo de esta falacia, publicado sin ningún tipo de pudor en el ABC (el único ave que entra por debajo de las puertas, como se decía) es la infame viñeta de Puebla. Naturalmente, el mensaje de la viñeta es el mismo que el del editorial de este periódico (otras veces tan razonable, según con qué lo comparemos).
El editorialista desliza sin ruborizarse lindezas como "se han podido frenar unos horrores más propios de un campo nazi de exterminio", o "estos actos delictivos presentan una vertiente legal y demuestran hasta qué punto la ley de 1985 se hizo con suficiente ambigüedad", o "hay una cuestión de fondo que la hipocresía de la sociedad actual mantiene en silencio cómplice: el aborto es la muerte dolosa de un ser humano con métodos cruentos", o finalmente "en España se practican al año casi 100.000 abortos; es una cifra terrible, pero también lo es la pasividad con que la recibe la sociedad, porque encierra una concepción nihilista de la vida".
Los antiabortistas no deben ser capaces de darse cuenta de algo tan sencillo como que a mucha gente no nos parece que un embrión sea "un ser humano" de pleno derecho (no un feto, digo, sino un embrión, es decir un conjunto de células que aún no se ha desarrollado lo suficiente como para ser capaz de experimentar sensaciones, y que biológicamente no tiene cualidades distintas de las de un embrión de cualquier otro mamífero, aunque tenga la potencialidad de desarrollarse de manera peculiar). El mismo derecho tenemos nosotros a pensar que eso es así, como ellos a pensar lo contrario, y no somos "hipócritas" por eso.
Y además, ¿qué concepción de la vida es la verdaderamente "nihilista"? ¿La que intenta "echar pa'lante" con el reconocimiento de que en el ser humano no hay más que la materia y su maravillosa organización, o la de quienes basan todo el sentido de su existencia (y el de la de los demás) en la glorificación de algo que NO EXISTE, que sólo puede llamarse una NADA, como es la supuesta "alma" que otro gran no-existente (Dios) habría puesto en el momento de la concepción (que tampoco está claro cuál es)? Creer en algo que no es nada, eso es ser nihilista, y no el tener valor de enfrentarse a la nada cuando se reconoce objetivamente que lo es.
27 de noviembre de 2007
LA CONSTRUCCIÓN MÁS FÁCILMENTE VISIBLE DESDE EL ESPACIO
¿Sabéis cuál es la construcción humana más fácilmente visible desde el espacio?
¿Las pirámides de Egipto? (frío, frío), ¿la Gran Muralla? (frío, frío), ¿los atascos de la M30? (templadito, templadito).
La verdad es que es algo caliente, caliente.
¿Las pirámides de Egipto? (frío, frío), ¿la Gran Muralla? (frío, frío), ¿los atascos de la M30? (templadito, templadito).
La verdad es que es algo caliente, caliente.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)