29 de noviembre de 2007

OSCURANTISMO, CONFUSIONISMO, ABORTOS, EMBRIONES Y ASESINATOS

Estamos en una semana grande para esos oscurantistas que se llaman a sí mismos "provida". La noticia de la obtención de células madre por "marcha atrás" genética, primero, y la redada contra la red de clínicas abortistas sin escrúpulos, hace un par de días, se han juntado con el procesamiento de los científicos del Banco Andaluz de Células Madre por la acusación de una devota oyente de Radio María (que Dios guarde, pero que la guarde donde no la vea nadie, por favor).

La casual coincidencia en el tiempo de las tres noticias ha sido una excusa inmejorable para cometer el pecado favorito de los oscuros: las falacias. En concreto, la falacia de sugerir, o directamente afirmar, que "es lo mismo" el repugnante asesinato de un feto viable de siete meses (caso de que se haya cometido) que la investigación con células embrionarias como las de la foto, o el aborto en casos de embriones cuyas neuronas aún no han establecido conexiones entre ellas.


El mejor ejemplo de esta falacia, publicado sin ningún tipo de pudor en el ABC (el único ave que entra por debajo de las puertas, como se decía) es la infame viñeta de Puebla. Naturalmente, el mensaje de la viñeta es el mismo que el del editorial de este periódico (otras veces tan razonable, según con qué lo comparemos).

El editorialista desliza sin ruborizarse lindezas como
"se han podido frenar unos horrores más propios de un campo nazi de exterminio", o "estos actos delictivos presentan una vertiente legal y demuestran hasta qué punto la ley de 1985 se hizo con suficiente ambigüedad", o "hay una cuestión de fondo que la hipocresía de la sociedad actual mantiene en silencio cómplice: el aborto es la muerte dolosa de un ser humano con métodos cruentos", o finalmente "en España se practican al año casi 100.000 abortos; es una cifra terrible, pero también lo es la pasividad con que la recibe la sociedad, porque encierra una concepción nihilista de la vida".

Los antiabortistas no deben ser capaces de darse cuenta de algo tan sencillo como que a mucha gente no nos parece que un embrión sea "un ser humano" de pleno derecho (no un feto, digo, sino un embrión, es decir un conjunto de células que aún no se ha desarrollado lo suficiente como para ser capaz de experimentar sensaciones, y que biológicamente no tiene cualidades distintas de las de un embrión de cualquier otro mamífero, aunque tenga la potencialidad de desarrollarse de manera peculiar). El mismo derecho tenemos nosotros a pensar que eso es así, como ellos a pensar lo contrario, y no somos "hipócritas" por eso.

Y además, ¿qué concepción de la vida es la verdaderamente "nihilista"? ¿La que intenta "echar pa'lante" con el reconocimiento de que en el ser humano no hay más que la materia y su maravillosa organización, o la de quienes basan todo el sentido de su existencia (y el de la de los demás) en la glorificación de algo que NO EXISTE, que sólo puede llamarse una NADA, como es la supuesta "alma" que otro gran no-existente (Dios) habría puesto en el momento de la concepción (que tampoco está claro cuál es)? Creer en algo que no es nada, eso es ser nihilista, y no el tener valor de enfrentarse a la nada cuando se reconoce objetivamente que lo es.

27 de noviembre de 2007

LA CONSTRUCCIÓN MÁS FÁCILMENTE VISIBLE DESDE EL ESPACIO

¿Sabéis cuál es la construcción humana más fácilmente visible desde el espacio?
¿Las pirámides de Egipto? (frío, frío), ¿la Gran Muralla? (frío, frío), ¿los atascos de la M30? (templadito, templadito).
La verdad es que es algo caliente, caliente.

LA EDUCACIÓN COMO ESCALADA

"El Bachillerato debe dar a los alumnos la oportunidad de enfrentarse a lo que es difícil y hermoso. Les debe hacer entender que la vida tiene momentos que son como un paseo y momentos más parecidos a una escalada, y que al Instituto y a la Universidad se va a escalar, para algún día gozar de la mejor perspectiva posible de las cosas."

Del blog Filoblog.

26 de noviembre de 2007

PARANOIAS

"¿Qué porcentaje de personas pueden experimentar paranoia en algún momento de su vida?"
"Todo el mundo la vive en pequeños niveles. Pero si hablamos de un grado tan serio como para considerarlo un síntoma psiquiátrico, estudios epidemiológicos a gran escala han descubierto que entre el diez y el doce por ciento de la población tiene síntomas muy desarrollados."

Diario Público, hoy, entrevista a Richard Bentall, Psicólogo.
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25 de noviembre de 2007

LIBERTAD EDUCATIVA, UN CONCEPTO DEVALUADO


Entre los valores que deben inspirar el sistema educativo de un estado democrático, el de la libertad es, sin duda, el de más difícil encaje, pues, como un ácido que corroe cuanto le rodea, tiene la peculiaridad de entrar en conflicto con los demás valores a la menor ocasión. Al fin y al cabo la enseñanza, e incluso el “enseñar a ser libres”, consiste en buena parte en obligar a los niños y jóvenes a hacer una serie de cosas que en general no les apetecen lo más mínimo, y, en nuestras sociedades, consiste también en obligar a los padres a desprenderse de sus hijos durante una gran parte del día, si bien es cierto que uno se suele acostrumbrar a casi todo, y estos actos de fuerza los acabamos aceptando como algo natural. Esta naturaleza esencialmente problemática del valor de la libertad tiene como lamentable consecuencia el que se convierta muy fácilmente en un concepto comodín, que tendemos a utilizar sólo de manera retórica, cuando no puramente defensiva, es decir, exigiendo libertad cuando vemos la nuestra amenazada, pero no promoviendo la de los demás cuando tenemos la ocasión pero no nos va nada en ello.
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. La polémica sobre la llamada “libertad educativa” es un ejemplo paradigmático, pues a poco que nos molestemos en analizar lo que dicho concepto significaría si lo aceptáramos con honradez, llegaremos a conclusiones que nos enfrentarán, radicalmente y sin excepción, con las posturas que defienden todas las formaciones políticas relevantes de nuestro país.
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. La izquierda teme la libertad en la educación porque sospecha, con fundamento, que un sistema de libre elección sin control del Estado exacerbaría las diferencias sociales; la medicina recomendada tradicionalmente para fomentar la igualdad de oportunidades es que todos los niños reciban la misma educación, aunque, como se sabe, éste camino conduce fácilmente a la mediocridad.
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. Por su parte, la derecha se refugia en el principio de la libertad de elección prácticamente con el único fin de mantener los privilegios de ciertos centros de enseñanza y de una cierta confesión religiosa; o, dicho más claramente, para favorecer la libertad de los padres de elegir con qué tipo de compañeros no quieren que sus hijos estudien, y para respaldar a la Iglesia Católica (con cuantiosos fondos públicos) en su intento de dar formación religiosa a quienes, si no la recibieran en la escuela, muy probablemente decidirían con toda libertad no recibirla en ningún otro sitio.
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. Una propuesta que realmente se tomara en serio la libertad de elección por parte de las familias tendría que empezar fomentando, primero, la diversidad en el terreno educativo: ¿por qué tienen que decidir las Administraciones Públicas el currículo que obligatoriamente deben seguir todos los alumnos, e indirectamente los métodos de enseñanza? La alimentación no es más necesaria que la educación, y el Estado no nos impone (de momento) el menú de cada día, ni obliga a los restaurantes a ofrecer exactamente los mismos platos.
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. En segundo lugar, el sistema tendría que transmitir de forma transparente a las familias la información sobre las (verdaderas) cualidades y resultados de cada centro.
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Y en tercer lugar, el Estado debería garantizar que cualquier niño, con independencia de las condiciones sociales y económicas de su familia, pueda asistir al tipo de escuela que sus padres prefieran.
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Esto no debe interpretarse como una defensa de la privatización de la enseñanza: la diversidad también podría fomentarse, si se quisiera, en los propios centros públicos, donde la autonomía de los profesores suele ser mayor que en los privados. Tampoco afirmo que un sistema como este sería el mejor de los posibles, pues, como dije al principio, la libertad siempre tiene riesgos y costes. En este caso, el riesgo principal no lo veo en la posible merma del valor de la equidad (recuérdese el punto tercero), sino más bien en otro valor importantísimo, que los autoproclamados defensores de la libertad sistemáticamente ignoran: el derecho de los niños a recibir una educación que no consista sólo en un “lavado de cerebro” según la ideología de sus familias o de otros agentes. No hay que olvidar que una de las razones principales por las que la enseñanza es obligatoria y está controlada en mayor o menor medida por el Estado, es porque algunos padres no querrían (si lo pudieran decidir libremente) que sus hijos tuvieran una educación que, al común de la sociedad, le parece mínimamente razonable. Solemos pensar en los marginados al defender este argumento, pero es igual de válido referido a grupos fundamentalistas de todo tipo, por ejemplo.
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. Ahora bien, decidir cuál puede ser esta educación “mínimamente razonable” requiere una negociación abierta y profunda, en la que participen todos los estamentos de la comunidad educativa y de la sociedad, y que no se plantee como la búsqueda de una dieta ideal que se prescriba obligatoriamente a todo el mundo. Más bien se trata de ponerse de acuerdo en un catálogo de requisitos realmente mínimos, que dejen amplia libertad a los centros de enseñanza para ampliarlos en la medida y la dirección que consideren oportuna (al revés que con el método administrativo al que estamos acostrumbrados, en el que los currículos oficiales son tan mastodónticos que la decisión práctica que tienen que tomar los profesores es por dónde cortar).
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. El principal reto de la Administración sería, en tal caso, que sus aportaciones financieras, sobre todo en el caso de la escuela pública, estuvieran verdaderamenete a la altura de los proyectos que padres, estudiantes y profesores fueran capaces de diseñar.

23 de noviembre de 2007

FUIMOS PERVERTIDOS POR BARRIO SÉSAMO (gracias a Dios)


Ahora resulta que "Ábrete Sésamo" (sí, ¿qué pasa?, yo también soy de la primera generación sesamista en España) era una serie para adultos. En plena época de la censura, en la que lo más excitante que salía en la tele era Kojak relamiendo su chupachups (¡gran precursor del juez Bermejo!), en pleno horario infantil nos iban sorbiendo la sesera hacia la corrupción y el vicio. ¡Así hemos salido todos de obsesos y obesos!




Claro, que en EEUU han salido aún peor. Y es que, como dice la cita que hay en los pies del blog, contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano.





A ver si van aplicando la misma política a otros "programas educativos" (los que dan en las iglesias, por ejemplo").

¿CUÁNDO ROMPEREMOS RELACIONES DIPLOMÁTICAS CON ARABIA SAUDÍ?

¿Alguna asociación feminista (de izquierda o de derecha) y/o religiosa (de arriba o de abajo) va a presionar a nuestros partidos políticos para llevar esta obvia petición en sus programas electorales? Motivos no faltan, como se puede ver aquí.

(Perdón, olvidé que todas las asociaciones religiosas son "de arriba").

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22 de noviembre de 2007

NO SE CALLARÁN (LO LLEVAN EN LA PIEL)


. Es fantástico el reciente descubrimiento sobre cómo transformar células de la piel en células pluripotentes mediante modificación genética. Además de por el mérito científico, tiene también el mérito social de haber sido igualmente celebrado por todas las partes enredadas en el debate sobre la investigación con células madre. Enhorabuena.
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. Lo que ya no tengo tan claro es que el descubrimiento (protagonizado por James Thomson y Shinya Yamanaka) vaya a terminar con las polémicas morales. Desde mi absoluta ignorancia sobre los detalles del tema, se me ocurre preguntar: las células pluripotentes procedentes de células adultas, ¿podrían llegar a convertirse ellas mismas en células embrionarias con un tratamiento adecuado? Es decir, ¿podríamos crear un embrión utilizando células adultas? Al fin y al cabo, en principio tal vez sea posible al menos producir tejido ovárico a partir de esas células madre, y este tejido a su vez podría producir óvulos. En fin, las posibilidades están abiertas y son de momento puras esperanzas, aunque tal vez, repito, mi duda sea sólo fruto de mi peculiar ignorancia.
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. La cuestión es, por tanto: una célula madre no embrionaria, ¿es un ser humano distinto del adulto del que ha sido extraída? Y si lo es, ¿no recomenzaremos el debate sobre la creación y manipulación de estas células?
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. [MORALEJA: todo esto debería llevar a la conclusión de que, después de todo, experimentar con células embrionarias tampoco está tan mal éticamente hablando, porque no hay tanta diferencia con las células madre no embrionarias. En fin, sobre este debate, nada mejor que (re)leer a Lee Silver, sobre todo su Challenging nature].
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[Javier Armentia lo explica mejor que yo. Ver también el comentario de Tábula Rasa].
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21 de noviembre de 2007

LA RELIGIÓN COMO HOMEOPATÍA

Podéis descargar aquí la presentación de la charla que di el lunes en el Ateneo de La Laguna sobre "La religión como fuente de violencia: a propósito de El espejismo de Dios, de Richard Dawkins". Le he cambiado el título por el de "La religión como homeopatía contra la violencia", a raíz de una reflexión que hice en la discusión que seguí a la charla, y que, más que a partir del libro de Dawkins, se deriva de la lectura que estoy haciendo de La gran transformación, de Karen Armstrong: los grandes fundadores religiosos del primer milenio AC identificaron bien el problema (el círculo vicioso de violencia en el que vivía el ser humano), pero fallaron estrepitosamente con la solución propuesta (un "pacto de espiritualidad"). Lo único que ha sido realmente eficiente en la reducción de la violencia ha sido el establecimiento de un sistema de libertades civiles y de bienestar económico. La religión, en cambio, simplemente ha "coloreado" de espiritualidad tanto el rechazo de la violencia como la violencia misma.

20 de noviembre de 2007

"LA CIENCIA DE TODOS", DE DANIEL INNERARITY


. Muy buen artículo del filósofo Daniel Innerarity hoy en El País (y, en el fondo, muy en línea con el "positivismo humanista" que se defiende a bordo de nuestro navío, aunque Daniel se piense que él es un antipositivista). Únicamente le reprocharía el vicio típicamente filosófico de confundir lo metafórico con lo literal, cuando habla de "experimentos colectivos" queriendo referirse en general a las consecuencias de la actividad científica fuera de los laboratorios (eso no es un "experimento" más que metafóricamente; de hecho, lo de que la "extensión del laboratorio convierte a la sociedad en un ensayo general" es un "latourianismo" de los que suenan bien pero no resisten dos reflexiones sosegadas).
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. Pero a pesar de ello, estoy de acuerdo con el fondo del asunto: el problema no es si aquello por lo que protestan ecologistas, agricultores de países pobres, y demás, es "un ensayo científico" o no, sino la trivial cuestión de "de quién están en juego las lentejas".
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. Sí que pondría algunas pegas a la afirmación de que "l
a democratización de la ciencia no significa abolir la diferencia entre el experto y el que no lo es, sino en politizar esa diferencia". Lo primero, chapó (hasta el "sino"); lo segundo, me temo que no lo entiendo, y que Innerarity se deja caer aquí en el segundo vicio del filósofo: dejar las afirmaciones en un sobreentendido entre pedantes (¡ay!, me temo que nunca llegaré a ser un gran filósofo porque no consigo dominar esa técnica). Pues, ¿en qué consiste eso de "politizar la diferencia entre el experto y el que no lo es"? ¿Es que esa diferencia puede ser otra cosa que "política"? (recordar el mensaje del "positivismo humanista": la cuestión es de quién es la autoridad intelectual). Tal vez lo que quiere decir Daniel es "hacer explícito" ese carácter político; pero me temo que su afirmación suena más a otra cosa que un vulgar positivista como yo no atina a descifrar.
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. En fin, en todo caso, es una buena noticia no sólo el que El País incluya un artículo sobre ciencia y democracia en su sección de "Tribuna", sino que un filósofo tan distinguido, y nada sospechoso de cientificista, como Daniel Innerarity, otorgue esa importancia al tema.

IV CONGRESO DE COMUNICACIÓN SOCIAL DE LA CIENCIA


Desde hoy se está celebrando en Madrid (CSIC) el IV Congreso de Comunicación Social de la Ciencia.

14 de noviembre de 2007

¿A QUÉ JUEGAN LOS CIENTÍFICOS? (1)

La charla que daré el próximo sábado en el congreso de la EPSA es un resumen de los aspectos centrales de mi enfoque sobre la investigación científica como un juego.Fue Popper el primero que señaló (que yo sepa) la importancia filosófica de comprender las reglas del método científico, no como si fueran "reglas lógicas", sino más bien como las reglas de un juego (como el ajedrez, el fútbol, o el parchís), pero lo cierto es que han sido muy pocos los autores que se hayan preocupado de sacar las consecuencias que esta hipótesis puede tener, o al menos las interesantes preguntas que pueden formularse a partir de ella.
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Una primera cuestión es: "¿de qué va el juego?". El fútbol "va de" meter más goles que el otro equipo sin tocar el balón con las manos; el ajedrez, "va de" comerse el rey del contrincante moviendo las fichas según ciertas reglas, etc. Pues bien, a la vista de lo que hacen los científicos, propongo que interpretemos su actividad como un juego que "va de" conseguir que tus colegas reconozcan públicamente que lo que dices es correcto e importante. Como bien sabéis, los científicos se mueren por publicar sus trabajos en revistas "top" (y por ser invitados a seminarios y conferencias), pero, aun reconociendo la importancia de la "mera" publicación, lo que de verdad "les pone" a los investigadores es que sus trabajos sean citados (a ser posible, de modo aprobatorio) en los artículos de otros científicos, y tanto más cuanto más prestigio tengan estos últimos. La "lógica del descubrimiento" (la popperiana "logic of scientific discovery") consiste básicamente en la "lógica" de aquello que hay que hacer para que tus colegas consideren expresamente que lo que has hecho merece ser tomado como un descubrimiento.
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Así que los científicos desean descubrir la verdad (claro que sí), pero lo que les motiva sobremanera es el reconocimiento. No cualquier tipo de reconocimiento, sino el de ser considerados públicamente autores de una contribución que satisface unos ciertos estándares de calidad científica.
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El problema principal para quien se dedica a este juego (al contrario que el de los jugadores de ajedrez, fútbol o parchís - aunque en el fondo no es tan distinto) consiste en que el "premio" principal no depende en último término de lo que puedas hacer (tu investigación, digamos, lo que escribes en tus artículos), sino que depende de una decisión que toman tus colegas, a saber, la decisión de reconocer públicamente que tenías razón (es decir, de lo que escriben ellos en sus artículos). Es como si en el fútbol sólo contaran los goles en propia meta.
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La tesis principal del texto que presento en la EPSA afirma que un juego como éste sólo puede jugarse, es decir, a un científico sólo le interesará dedicarse a jugar a ese juego, si se cumplen (al menos) tres condiciones:
1) los demás científicos siguen ciertos patrones predecibles ("reglas") en sus decisiones acerca de qué resultados de los colegas considerar como "descubrimientos" (si no, ¿para qué vas a discutir con ellos?);
2) estos patrones favorecen que lo que llamamos "descubrimientos" tengan ciertas propiedades epistémicamente deseables; y
3) aceptas seguir esos patrones como parte de un "contrato social" con el resto de tus colegas.
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La cuestión relevante es: ¿cómo puede organizarse un juego así?, y ¿qué tiene de tan bueno? Lo veremos en próximas entregas (o en el documento que tenéis en el enlace, qué carajo).

SOCIEDAD EUROPEA DE FILOSOFÍA DE LA CIENCIA - PRIMER CONGRESO, MADRID

En los próximos días imagino que el Otto Neurath, aunque nunca puede tocar puerto, descansará en alguna zona de calma chicha. El motivo, afortunadamente, es que tenemos en Madrid (Universidad Complutense, Facultad de Filosofía A) el congreso fundacional de la European Association for Philosophy of Science. Se ha organizado gracias a los buenos oficios de unod e nuestros filósofos de la ciencia más internacionales, Mauricio Suárez, y constituye todo un impulso para que esta disciplina alcance en nuestro país el desarrollo que le corresponde. Así que, todos a la EAPS, a involucrarse en las conversaciones de los filósofos de todos los países (por supuesto, en inglés), y a ir contribuyendo a la elaboración de argumentos para la comprensión de la ciencia.
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Yo tengo mi charla el sábado 17 de noviembre a las 3. Se titula "¿A qué juegan los científicos?". La comentaré en otra entrada.

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¿CENSURA EN BLOGGER?

Compruebo atónito que la reproducción de las polémicas portadas de "El Jueves" que colgué en la entrada de ayer han desaparecido misteriosamente. Aquí van unas cuantas más: a ver cuánto duran.

13 de noviembre de 2007

DIOS EN CASA (DIGO EN EL AVIÓN) POR UN DÍA

Eso dice Melendi


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REY EN CASA (DIGO EN EL AVIÓN) POR UN DÍA

Eso dice Melendi

POR LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN


Hoy comienza el juicio contra el director y el caricaturista de El Jueves por la ingeniosa portada de el pasado verano sobre los príncipes. En el Otto Neurath estaremos siempre a favor de la libertad de expresión. Las palabras sólo merecen como respuesta más palabras (o el silencio). (Por supuesto, sólo cuando las palabras se limiten a manifestar una opinión, no cuando sean la orden para cometer un delito o pongan en grave peligro físico a personas concretas -no a "instituciones").
Así que, ánimo a los amigos del Jueves (y eso que la revista me gusta más bien poco).

12 de noviembre de 2007

GALILEO EN EL INFIERNO


Galileo en el infierno. Un diálogo con Paul Feyerabend. José Luis González Recio y Ana Rioja. Ed. Trotta, 2007. 90 páginas.

. Como sabrán muchos de los que han leído algunas cosas mías, a mí me chiflan los diálogos como forma literaria, sobre todo los que tienen un cierto matiz humorístico. Así que no puedo sino estar muy bien predispuesto hacia el reciente libro de José Luis González Recio y Ana Rioja, un verosímil imposible diálogo entre el filósofo anarquista Feyerabend y el que fue su principal bandera historiográfica, el científico Galileo. El librito se agradece (además de por su brevedad, que, con raras excepciones, es en sí misma un mérito) también por volver a poner en el candelero a Paul Feyerabend, figura que fue tan seductora para los filósofos de mi generación (y un poco más talluditos), pero que en los últimos ti
empos había perdido protagonismo como “martillo de racionalistas” frente a otros atacantes tal vez más académicos (v.g., Bruno Latour). La obra puede ser una muy buena lectura para que los más jóvenes experimenten algo de lo que dos o tres décadas atrás sentimos muchos al enfrentarnos a los poderosos argumentos feyerabendianos “contra el método”.

. El libro se divide en dos partes, una primera parte introductoria, muy bien elaborada y muy clara, y que a su vez se divide en una presentación general de la filosofía de la ciencia de Feyerabend y un resumen de sus argumentos sobre Galileo en Contra el método, y el cuerpo principal de la obra, que consiste en un diálogo (con una ambientación más bien digna de obra de teatro –eso sí, de vanguardia–) entre Feyerabend, recién ingresado en el infierno, y Galileo, quien lleva habitándolo varios siglos. Muy ingeniosamente, la mayoría de las intervenciones del filósofo consisten en citas textuales sacadas de su obra, lo que hace la discusión más viva. No desvelaré a los posibles lectores los numerosos y a veces muy sutiles matices de humor que salpican el diálogo, y que sólo por ellos hacen que merezca ser leído.



. Con respecto al contenido del libro, si bien es cierto que el estilo de diálogo se presta a no mostrar ninguna posición como definitiva, sino más bien jugar (en el buen sentido de la palabra) con los argumentos y los contraargumentos, todo buen lector de este género, y no digamos ya cada autor, sabe que la tentación de convertir al enemigo intelecual un hombre de paja es a menudo demasiado irresistible. El propio creador del género sucumbió a ella en plena madurez, Galileo hizo lo propio en sus Dos sistemas máximos, y Feyerabend no ha sido menos allá donde ha empleado este formato. Así pues, es comprensible que los autores del libro que comentamos manifiesten, desde mi punto de vista con demasiado ardor y candor, su punto de vista antifeyerabendiano dando la voz cantante a Galileo, en un afán por “rehabilitarlo” después del supuesto abuso que el filósofo anarquista cometió con él al presentar al italiano en Contra el método como el paladín de la argumentación retórica (en el mal sentido de la palabra). Comprendo que es difícil simpatizar con las tesis tan radicales de Feyerabend, y hay pocos filósofos de la ciencia serios de nuestra generación que no hayan hecho sus pinitos en sus años de formación intentando “refutar” los argumentos anarcometodológicos del austríaco (aunque muchos otros cayeran en la dulce tentación de creer que los argumentos les convencían). Pero creo que, puestos a criticar a Feyerabend y a defender una visión más racional de la ciencia (objetivo en el que, faltaría más, estoy totalmente de acuerdo), el personaje “Feyerabend” del diálogo habría merecido un guión un poco más lucido.

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8 de noviembre de 2007

DESIERTOS REMOTOS, MONTAÑAS LEJANAS


Desiertos remotos, montañas lejanas,
hieren mis oídos todas las mañanas;
tu semblante huidizo y estremecedor,
tu oscuro mostacho guardando los labios,
con la voz fingida de lúgubres sabios
y el índice erecto del acusador.
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Desiertos remotos, lejanas montañas,
tejiendo relatos con viles patrañas
y con la tramoya de la sinrazón,
burlando a tu pueblo sollozos y espantos,
y con los prelados de todos los santos
cubriendo con palio tu absurda ficción.
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Montañas lejanas, desiertos remotos,
lloran uno a uno tus perdidos votos
y gritan "¡queremos saber la verdad!".
Y la verdad sufre porque la escondisteis
los tres días y noches en que nos mentisteis
hasta que explotara nuestra indignidad.
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Montañas lejanas, remotos desiertos:
¿por dónde debemos meter nuestros muertos?
¡Ah, si los dejarais descansar al fin!
¡Que vuestro cinismo descienda del podio,
y acabe por siempre de sembrar más odio!
¡A nadie interesa vuestro folletín!

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7 de noviembre de 2007

EL CAMBIO CLIMÁTICO, EL CO2 Y EL FLAUTISTA DE HAMELÍN

. Uno de los problemas del actual debate sobre el cambio climático es el exceso de carga ideológica que llevan casi todos los participantes, y que además parece directamente proporcional a su nivel de presencia en los debates públicos. Como podéis suponer, uno de las cosas que no podemos consentir a bordo del Otto Neurath es el exceso de equipaje, por el peligro de hundimiento que conlleva. Así que vamos a intentar achicarlo un poquito.

. No sé si estáis enterados de una iniciativa curiosa para hacer frente al camb
io climático. Se trata de echar hierro al asunto, y no lo digo en broma, sino literalmente: arrojar partículas de hierro al océano, para que fomenten el crecimiento de ciertos tipos de algas del plancton que absorben el CO2. Por supuesto, es una actividad que tiene sus riesgos, pues no se comprenden aún muy bien los ciclos químicos y biológicos involucrados a tan gran escala, lo cual es necesario para calcular bien los costes, los riesgos, y los beneficios esperables, pero me parece que al menos se trata de algo digno de investigar, dada la gravedad de la situación.

. Lo malo es que el problema ha surgido no precisamente porque los riesgos y las ventajas no estén claros. Cualquiera que conozca la dinámica de la cien
cia sabe que hay una larga travesía desde los inicios de una investigación y de una hipótesis hasta un eventual consenso entre los especialistas; así que, como en todo lo demás, en este caso tendrán que investigarse mucho y discutir todo lo discutible.

. No: lo malo es que la iniciativa la están encabezando empresas privadas,
en particular, una compañía denominada Planktos, que pretende vender sus servicios de "compensación de carbono" (carbon-offset) a cambio del precio correspondiente en bonos de reducción de gases de efecto invernadero. (Recuérdese que, por el protocolo de Kyoto, los países que emiten más de la cuota que tienen establecida pueden comprar estos bonos a los países que han emitido menos).

. "¡Dios s
anto! ¡Hacer negocio con la ecología! ¡Hasta dónde vamos a llegar! ¡Que el capitalismo aparte sus sucias manos de la atmósfera herida!". Esta ha sido más o menos la reacción de los grupos ecologistas (véase, p. ej., el blog de Carmelo Ruiz), quienes sostienen todos sus argumentos desde el prejuicio de que todo aquello que se haga por intereses económicos es moralmente reprobable y socialmente dañino.

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Pero la posición de los ecologistas, ¿no recuerda a la del alcalde aquel del cuento del Flautista de Hamelín, que se negó a pagar lo acordado a quien les había librado de las ratas? El incentivo del beneficio muchas veces ha espoleado la imaginación que hace falta en la investigación científica más que los sueños planificadores. Pretender renunciar a una solución simplemente porque se les ha ocurrido a "los malos de la película" es claramente irracional.

. También es ilógico el argumento de que fomentar las medidas "lucrativas" contra el cambio reduce el grado de compromiso y de concienciación de la gente. No veo cómo se sigue una cosa de otra, la verdad. Es como si decimos que la contratación de guardaespaldas privados hace reducir la preocupación del público por el terrorismo.

. Por supuesto, la medida habrá que estudiarla con suficiente rigor, e intentando calcular todos los riesgos. (P. ej., la empresa renunció hace poco a realizar un experiencia piloto cerca de las Galápagos, aunque ahora inicia otra polémica siembra de hierro frente a Vancouver). Pero descartarla sólo porque está "manchada" con el deseo de riqueza es tan absurdo como lo era el impedir el acceso de la mujer a la enseñanza "porque ello perturbaría la concentración de los estudiantes y profesores". Al fin y al cabo, si la lujuria era el pecado capital más horrible para los curas y sus guardias de corps, ahora lo es la avaricia para los eco-oscuros.


[Nuevos datos en contra de la iniciativa: ver]

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LO QUE SON LAS COSAS

Gracias a la recomendación de algunos compañeros de navegación, acabo de añadir la posibilidad de "sindicarse" al blog; veréis un enlace para ello al final de cada página, siento que sea tan poco visible, pero en lo que respecta a las nuevas tecnologías, y el "nuevo" realmente soy yo.

Por cierto, parece que por fin me arreglaron la conexión ADSL y ahora me va muy bien (de momento). Démosle a Telefónica lo que es de Telefónica


Y una última cosa: el viernes 9 de noviembre tendremos una mesa redonda a las 6 de la tarde en el Centro Asociado de la UNED en Gijón, sobre "¿Cómo sabes en qué mundo vives?". Intervendremos José Carlos García Ramos (director del Museo Jurásico), Marcelo Palacios (presidente de la Sociedad Internacional de Bioética) y yo mismo.

5 de noviembre de 2007

ROMPER EL HECHIZO, DE DENNETT


ROMPER EL HECHIZO. LA RELIGIÓN COMO FENÓMENO NATURAL. Daniel Dennett. Ed. Katz, 2007.


Una de las cosas que me dan más envidia es el escribir libros gordos, interesantes y bien documentados. ¡Lo que daría yo por haber escrito Armas, gérmenes y acero! (pogamos por caso). Entre mis libros favoritos está La peligrosa idea de Darwin, de Daniel Dennet, que es también uno de mis filósofos preferidos, y con el entusiasmo de mi aprecio a este autor unido al de mis querencias por el ateísmo, me
compré la semana pasada su nuevo tocho: Romper el hechizo. Hay que decir que el libro no está mal, se lee con bastante facilidad (aunque la traducción tiene momentos absolutamente frikis), y sus argumentaciones y sus tesis son convincentes. Pero me ha quedado un cierto sabor a decepción tras la lectura. Y eso que Telefónica de España ha hecho todo lo posible por animarme a leerlo de un tirón, ya que he estado casi todo el puente (y todavía estoy) con la conexión de banda ancha haciéndose la estrecha.

Lo peor del libro es que, a pesar de que puede estar muy bien como una
primera lectura sobre la religión y el ateísmo, a los que ya llevamos unos cuantos miles de páginas leídos sobre el tema, la mayor parte de lo que dice nos resulta muy sabido. Así que, si ya eres un "experto", es mejor que dediques tu tiempo a leer otras cosas más refrescantes. De todas formas, hay algo que me ha parecido peor, y es que el subtítulo del libro ("La religión como fenómeno natural") es un tanto engañoso. Hace que esperes más un estudio realmente científico de la religión que un ensayo filosófico, y también que esperes relativamente pocas proclamas de orden político (o al menos, que estén confinadas a un capítulo aparte). Pero el caso es que la mayor parte de los capítulos se dedican a temas que tienen poco que ve con un "estudio naturalista" y mucho con especulaciones de todo tipo (de psicología evolutiva, meméticas, epistemológicas, etc.), aunque convenientemente apoyadas por argumentos basados en la ciencia. Y además, el tono político de la obra aparece, para mi gusto, demasiado a menudo. Insisto en que los argumentos y las conclusiones de Dennett me parecen acertados en su mayor parte. Mi crítica es sólo que el libro ofrece poco de nuevo en este aspecto, y poco de lo que el subtítulo (y las primeras páginas) sugerirían.

Ya que en este mismo blog comenté el libro de Dawkins, El espejismo de Dios, merece la pena comparar ambos. El contenido y los mensajes son muy parecidos, por supuesto. El de Dennet está posiblemente mejor construido y argumentado, y el tono es algo más respetuoso para con los creyentes (aunque debo decir que las explicaciones de Dawkins sobre qué merece respeto y qué no, al principio de su libro, me parecen incontestables; por otro lado, no sé si todos los creyentes considerarán que lo que Dennett entiende por "respeto" merece este nombre; en realidad, lo que hace es intentar detectar cada vez que dice algo que podría llevar a un creyente a dejar la lectura indignado, y explicarle por qué debe seguir). Pero, a pesar de todo, pienso que el libro de Dawkins transmite mejor esos mensajes, tal vez precisamente por ser más agresivo y menos intelectual. [Por cierto, que el 19 de noviembre daré una conferencia sobre "La religión como fuente de violencia: a propósito de El espejismo de Dios", en el Ateneo de La Laguna, Tenerife, a las 20:30. Estáis todos invitados].

Una de las cosas que más me han gustado de Romper el hechizo, aunque es un detalle muy circunstancial, es la información de que se ha puesto de moda en los EE.UU. llamar "bright" ("brillantes") a los defensores de la racionalidad escéptica (perdón por la tautología). Es un acierto, pues lo de "ateos", al fin y al cabo, es una definición negativa (por lo que rechazas, no por lo que crees). También me gusta porque el concepto hace pareja muy bien con el de "los oscuros". Yo propondría traducirlo aquí como "los claros", porque lo de brillante suena a demasiado pretencioso intelectualmente, y "luminosos" parece demasiado místico.

Por otro lado, lo más original del libro es seguramente su tesis sobre "la creencia en la creencia" (el prejuicio de que creer en Dios, o en lo espiritual, es de por sí bueno y deseable, aunque uno mismo sea un agnóstico) y su explicación mediante la memética. En particular me ha gustado el argumento de que la mayor parte de las creencias religiosas, no es que no se puedan transmitir intersubjetivamente, sino que, precisamente por culpa de esto, los individuos no las pueden entender, y sólo hacen que las entienden. En la vida cotidiana hacemos esto cada dos por tres: nuestros conocimientos lo son por delegación, pues aunque no entendemos las cosas, confiamos en que hay expertos que sí que las entienden. Por supuesto, la diferencia es que sobre las cosas de este mundo sí que hay expertos que pueden probar su comprensión y su conocimiento, pero sobre lo espiritual ninguna prueba es válida.

También es acertado el terminar el libro (sin contar apéndices) con la cuestión más delicada de todas: la de la educación de los niños. Plantear el debate de cuáles son los límites del derecho de los padres a lavar el cerebro de sus hijos con una ideología religiosa es algo que se debe hacer cuanto más mejor (sacaremos el tema en nuestro barco en los próximos días), y los argumentos que da Dennett a propósito son muy jugosos.

En fin, mi valoración general del libro es muy positiva (sobre todo pensando en lectores que se acercan al tema por primera vez), pero creo que si hubiera tenido nada más que ciento y pico de páginas, habría podido tener todo lo que merece la pena, y ser, de paso, más convincente para los no convencidos.

3 de noviembre de 2007

ESTA REFORMA DEL BACHILLERATO, ¿SERVIRÁ PARA ALGO?

[VAMOS A VER CUÁNDO PUEDO COLGAR ESTA ENTRADA, PORQUE NUESTRA BUENA AMIGA "TELEFÓNICA" ME TIENE TODO EL DÍA CON LA CONEXIÓN ADSL POR LOS SUELOS, LO QUE SUCEDE CON DEMASIADA FRECUENCIA; ¿ME PASA SÓLO A MÍ, O ES ALGO GENERAL? ¿FUNCIONAN MEJOR OTRAS COMPAÑÍAS?]

En los años que fui profesor de filosofía en secundaria (de 1988 a 2002) lo que más me gustaba era improvisar en las clases. Montábamos un debate socrático, y todos los temas habidos y por haber, tanto "de ciencias" como "de letras", pasaban por allí. Recuerdo que una vez unos alumnos me preguntaron extrañados que cómo era que sabía tantas cosas (no es que supiera tantas, en realidad, lo que pasa es que eran fáciles de impresionar, por lo que se veía). Tras pensar un poco en
ello, les respondí: "porque lo estudié en el bachillerato". Más tarde me di cuenta de que esto no era muy exacto, pues muchas de las cosas que les contaba las sabía por mis lecturas, no por haberlo estudiado en el instituto, pero en el fondo sabía que les había dicho una importante verdad: lo que aprendí en el bachillerato (el BUP y el COU, no necesariamente mejor que lo que tenemos ahora) fue lo que me dio la apertura mental que me permitiría ir encajando muchos otros nuevos conocimientos con facilidad. Debo decir, para evitar malos entendidos, que yo fui un estudiante de bachillerato más bien normalito: nunca me quedó ninguna asignatura para septiembre, pero solía aprobar con muchos "bienes" y "notables", y sin que faltaran los "sufis" (y los "sobres").

No soy de los que piensan que "cualquiera tiempo pasado fue mejor". Tal vez porque vivía en un barrio obrero y luego di clases en el mismo tipo de ambiente (a lo mejor en los colegios pijos era distinto, pero no creo que
mucho), siempre he visto que la mayoría de los alumnos van a trancas y barrancas en todos los niveles educativos. Pero, con independencia de si la educación ahora está "mejor" o "peor" que hace unas décadas, lo importante es que, estar, no está lo que se dice bien. El decreto que ha aprobado ayer el Consejo de Ministros intenta poner algún remedio, pero soy muy escéptico sobre las probabilidades de que lo consiga.

De las nuevas medidas, la que más me gusta es la introducción de una nueva asignatura de "cultura científica" ("Ciencias para el mundo contemporáneo", se llama; se hablará mucho de ella en el Otto Neurath). Creo sinceramente que es una buenísima idea presentar a los chavales la ciencia, no como un conjunto de fórmulas y datos que hay que aprenderse, sino como algo sobre lo que se puede discutir, y que es relevante para nuestra vida. Los críticos dicen que esto va a ser una
"maría" (como si eso fuera malo), que quitará horas de asignaturas más "serias". Pero hay que reconocer que a los que se dediquen a cualquier carrera científica, o en la que la ciencia desempeñe algún papel directo o indirecto, les será muy útil tener en el almacén de la mente la noción de que esos temas "sociales" y "filosóficos" están ahí, y que son relevantes a la hora de poner en práctica cualquier tipo de conocimiento. Si el bachillerato ha de servir para algo, es sobre todo para que los alumnos se enteren de en qué mundo viven, para que entiendan algo cuando lean un periódico o vean el telediario. Y para ponérselo un poco más difícil a los embaucadores de toda calaña, desde los mercachifles de lo paranormal, hasta los vendedores de conspiraciones, pasando por los intermediarios de la espiritualidad. Todo esto no es algo que se deba aprender necesariamente a base de problemas y exámenes.

Lo peor de la reforma es, en cambio, el invento del "semi- promocionado": alumnos que pasarán de curso parcialmente, repitiendo
sólo las asignaturas que suspendieron, pero matriculándose de algunas del curso siguiente (no es nada extraño: es sólo lo que se hace en la universidad habitualmente). Por mucho que lo pienso, no acabo de ver cómo se podrán organizar los horarios en los institutos para llevar a la práctica esta medida. Pero lo peor es la señal que se les manda a los alumnos de que todo es superfácil. Alejandro Tiana (padre de la reforma, colega de la UNED y Secretario General de Educación) insiste mucho en que el bachillerato es demasiado exigente (y en parte puede tener razón), y que debe facilitarse a los chavales el tránsito por tan duro valle de lágrimas (aunque en el MEC no han llegado a la generosidad de la Junta de Andalucía, que pagará un sueldo a los alumnos para que no se vayan). Pero en el fondo el problema surje por el "dogma central" de nuestro sistema educativo: la idea de que todos los alumnos deben pasar por los mismos cursos y contenidos.

Otro día me meteré con esta idea (que realmente me pone furioso); hoy terminaré comentando que la medida que habría necesitado el bachillerato es, pura y simplemente, la de un examen de ingreso o "prueba de madurez". No se trata de que al terminar 4º de ESO los alumnos hagan una reválida en la que tengan que volver a examinarse de los contenidos que han estudiado. No, es algo mucho más sencillo. Póngase a los chicos a hacer una redacción (sin faltas de ortografía ni de sintaxis) sobre un texto literario o periodístico, hagáseles un pequeño test de cultura general, y plantéeseles un problema matemático elemental. Alguien que no sea capaz de superar esta pequeña prueba (y estoy convencido de que tres cuartas partes de los alumnos de bachillerato actuales, e incluso muchos universitarios, no la pasarían) no merece realmente ingresar en el bachillerato, y lo más seguro es que en el fondo tampoco lo desee. Ábransele otras puertas, pues será mucho más feliz siguiendo otros caminos. Y ahora que está tan de moda la reforma de los títulos universitarios, y la idea de que la formación superior es una opción flexible a la que se debe poder acceder o regresar a lo largo de la vida para perfeccionarse, pues facilítese de verdad el paso a la universidad para aquellos adultos que, en lugar del bachillerato, siguieron otras vías académicas o laborales. Las universidades, hambrientas de alumnos, estarán encantadas.

La existencia de una "prueba de madurez" para ingresar en el bachillerato (prueba en la que, repito, sólo habría que demostrar que se sabe leer comprendiendo lo que se lee, que se sabe escribir con sentido y sin faltas, que se tiene unas nociones básicas del mundo en el que se vive, y que se sabe plantear y resolver un problema sencillo), tendría varios efectos beneficiosos:

1º.- Accederían al bachillerato, y de rebote a la universidad, únicamente alumnos que tuviesen una capacidad mínima de aprovechar intelectualmente dichos estudios.

2º.- Mejoraría el ambiente de trabajo en los institutos.

3º.- Serviría como incentivo a los alumnos de la ESO, que también mejorarían sus resultados.

4º.- Obligaría a los profesores de primaria y secundaria a ser más estrictos en el cumplimiento de los objetivos, ya que éstos se concretarían mucho más, y sería más fácil detectar si se han alcanzado.

A propósito de esto: imaginemos que uno va a sacarse un certificado médico, y, aunque tiene el tifus y no sé cuántas enfermedades contagiosas más, le certifican que goza de una excelente salud -a lo mejor hay países atrasados en donde los certificados médicos se dan así-; ¿no lo consideraríamos un fraude? Pues lo mismo ocurre con el certificado que se les da a la mitad -o más- de los estudiantes de España: el título de la ESO dice que "han superado los objetivos", pero si se lee en el BOE cuáles son éstos, y se comprueba si el poseedor del título los cumple o no, ya veremos lo que pasa; volveré también otro día sobre este tema.