30 de abril de 2008
29 de abril de 2008
28 de abril de 2008
TELEVISIÓN IMPARCIAL
Andan debatiendo en Público sobre la parcialidad de las cadenas de televisión, poniendo el énfasis, claro, en las ciertamente impresentables Canal 9 y Telemadrid. Ninguna cadena pública está libre de pecado, naturalmente, pero la comparación entre Telemadrid y TVE (las dos públicas que puedo ver por estos lares) no permite dudar de cuál puede llamarse manipuladora con todas las letras: efectivamente, TeleEspe (también llamada TeleFacha), en general indistinguible de la COPE.
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Dándole vueltas al tema, se me ha ocurrido un mecanismo para poner remedio a esta vergüenza. Ya que conseguir una televisión imparcial es un sueño de cienciaficción (que decía Miguel Ríos), y además, nadie sabe qué querría decir tal cosa (bueno, en realidad, cada uno piensa que "imparcial" sería un informativo que dijera lo que él opina), creo que lo que hay que hacer es promulgar por ley el pluralismo informativo:
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Cuando se constituyeran los consejos de las cadenas públicas, con una representación proporcional a la de los parlamentos respectivos, cada grupo que forme el consejo (o cada coalición que se constituya) debería nombrar un equipo de informativos diferente (naturalmente, sin incrementar el presupuesto). Estos equipos trabajarían "en paralelo" durante toda la legislatura, y cada día, o cada semana, se echaría a suertes qué programas informativos le toca emitir a cada equipo (dando a cada uno una probabilidad proporcional a la representatividad que el grupo que lo ha nombrado tiene en el consejo).
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No me digáis que no sería chulo.
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27 de abril de 2008
24 de abril de 2008
23 de abril de 2008
POPULAR SCIENCE, ¿OS HA GUSTADO?
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Pero, incluso partiendo de esta premisa, la de que la tecnología de consumo (directo o indirecto) es el modo lógico en el que la ciencia ha de llegar a los ciudadanos, me da la impresión de que los artículos de la revista hacen demasiado poco caso a la comprensión del funcionamiento de los cacharros, y se fijan casi exclusivamente en sus efectos y sus usos, sobre todo los más espectaculares.
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En resumen, que me ha parecido, por decirlo con una frase, una especie de revista para pensar sin tener que pensar, que desprende el mismo aire de mentirijilla que tienen las revistas en las que se ilustra con chicas de cuerpos estupendos las bondades de dietas para eliminar los michelines, que ellas no tendrán que seguir jamás, o te cuentan como reflexiones profundas de estrellas del tres al cuarto lo que no son más que tópicos discutibles.
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Un dato más en esta dirección: hasta en la presentación del equipo que hace la revista, con una breve y desenfadada descripción de su papel en ella, se echa en falta la presencia de alguien de quien se diga algo así como "sabe un porrón de astrofísica", o "de biología", o de algo que no sean "gadgets" (que para mí siempre sonarán a inspector de policía con gabardina y sombrero).
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Claro, que es muy posible que lo que pase, realmente, sea que Popular Science no es una revista pensada para el lector habitual de libros de divulgación científica (mi caso), sino para esos adolescentes para quien la Wii es sólo una prótesis más. [Por cierto, que esto me da que pensar: estaria bien tener una encuesta que nos permitiera saber cuál es el rango de edad habitual de los lectores de aquellos libros... ¿La enseñanza media actual fomenta el gusto por su lectura, como vía principal para seguir el avance del conocimiento? (lo que fue el caso de mi generación de cuarentones, digo yo), ¿o más bien los chavales de ahora se alejan de ese tipo de libros?].
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Pese a todo ello, Popular Science no deja de tener contenidos interesantes, y habrá que darles un tiempo para ver hacia dónde evoluciona. Por lo que parece, no están demasiado obligados a ser una mera traducción de la célula madre americana... ¿tal vez en nuestro mercado habrá un huequecito mayor para la divulgación científica en una revista? ¡Yo creo que sí podéis, chicos!
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Además, no puedo sino felicitarme por el "fichaje" de Fernando Broncano, el mejor filósofo de la tecnología que tenemos en España, y que se anima a esta experiencia con la divulgación que, muy sugerentemente, han titulado "La máquina de pensar".
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RESPUESTA DEL DIRECTOR DE POPULAR SCIENCE
Querido Jesús:
Gracias por tu mensaje y por la sinceridad de tu reseña. Ya que me das la oportunidad de dialogar contigo, me animo a lanzarte algunas consideraciones para que las rebatas si quieres, que seguro que salgo aprendiendo algo como siempre contigo:
Asunto cachivaches (viva la sonoridad del castellano, a pesar de lo peyorativo del término): En la revista les dedicamos dos secciones, que probablemente te llamen más la atención por estar casi al principio del número, pero que en su conjunto son sólo una mínima parte del conjunto de reportajes y secciones dedicadas a materias bien distintas. Estas secciones son: 'Lo último', para presentar las innovaciones de tecnología de consumo que acaban de aparecer o aparecerán en el futuro, y 'A examen', análisis de las que han llegado al mercado español. Permíteme que niegue la mayor cuando mencionas que tu impresión es que es una revista para pensar sin pensar (¿Y Clarke, y Broncano?) porque precisamente Popular carece de ese tipo de supuestos anzuelos publicitarios, algo que, de paso, me gustaría que hicieran, desde la portada, otras publicaciones.
Esas 'chicas de anuncio' –valgan como metáfora de cualquier anzuelo banalizador- son las que aparecen hasta la extenuación en otras revistas y, sobre todo, en la única vía que tiene el ciudadano de conocer las novedades tecnológicas: la publicidad. Nuestra intención es contrarrestar con conocimiento técnico –y amable, no somos libros de instrucciones- ese avasallamiento. Te animo a visitar las secciones de análisis pagados por las propias marcas en otras revistas del sector. Es lo contrario a nuestra apuesta y, sin embargo, entiendo que tú las valorarías como revistas de divulgación 'propiamente científica'. (Como comparto contigo la afición por la frase larga, los guiones y los paréntesis, aquí va otra duda: ¿es divulgación 'científica' hablar del tamaño del pene, la crisis de los 25 o los problemas de pareja? ¿A qué campo del saber los adscribirías? Para mí, hay más ciencia en un iPod que en un reportaje sobre cómo llevarse bien con los hijos, otro ejemplo).
(Me das alguna idea muy buena, por ejemplo, al respecto del panel de colaboradores. Porque contamos con Mónica Salomone, que precisamente es especialista en divulgación de la astrofísica, aunque en este número escriba de neurociencia, otro de sus campos fuertes.)
Pero como no quiero terminar hablando 'de mi libro' a lo Umbral, todo esto me lleva a plantearte una cuestión de orden más general y seguro que menos inútil que mi observaciones. ¿No será que se atribuye a la ciencia básica el rango de saber elevado, frente al conocimiento tecnológico, más artesanal, 'desalmado', interesado, concreto y pecuniario? Creo que el actual paradigma de la ciencia –y si no, espera a ver lo que nos espera en los próximos años en la política científica en España y Europa- dibuja un panorama en el que ciencia y tecnología son imposibles de deslindar. Y, por encima de esa consideración, mi objetivo como director no es convencer a los ya convencidos –nosotros, los que profesionalmente nos dedicamos a la ciencia sea desde la investigación, el análisis o la comunicación-, sino a todos aquellos que, de antemano, conviven con la tecnología sin verla como una manifestación interesante –apasionante- del conocimiento humano. ¡A ver qué conseguimos!
Un fuerte abrazo y gracias por tus ánimos y tus observaciones,
José Manuel Abad
22 de abril de 2008
CIENCIAS PARA EL MUNDO CONTEMPORÁNEO: ADSCRIPCIÓN DE ESPECIALIDADES (LOS DE FILOSOFÍA NO MOJARÁN)
Según las últimas noticias, no va a haber ninguna variación en el borrador del Decreto de Adscripción de Especialidades que se presentó a mediados del año pasado. Esto significa que la asignatura "Ciencias para el Mundo Contemporáneo" será impartida por los profesores de Física y Química y los de Biología y Geología. Los profesores de Filosofía que aún tuviesen alguna esperanza de que iban a "pillar cacho" de esa materia, deben ir haciéndose a la idea de que se quedarán a dos velas (salvo recortes puntuales en algún instituto por necesidades de horario, como siempre).
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El argumento principal que da el ministerio es que con esta asignatura se pretende iniciar un cambio en la manera de enfocar la enseñanza científica por parte de los propios profesores de ciencias. Tal vez esto habría podido hacerse incrementando el número de horas de F&Q y B&G desde la ESO, e introduciendo en el programa de esas asignaturas los temas que están ahora en CMC, pero una decisión así corría el riesgo de que los temas "socioculturales" quedasen relegados en la práctica a una charla de pasada, o eliminados directamente para dedicar más tiempo al contenido "importante", y no digamos en el bachillerato. Así que la razón aportada por el ministerio parece razonable.
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La reivindicación de los profes de filosofía, de todas formas, también parece legítima, pues al fin y al cabo se han encargado durante los últimos años de la CTS, cuyo contenido no era muy diferente al de CMC (casi falta CQC -"Ciencias para Quien las Compre"). El problema viene dado por la rigidez crónica que sufren las meninges de las administraciones educativas, con la idea de que UNA asignatura la debe impartir UN SOLO profesor con un horario inamovible. En este caso, se habría podido hacer, o al menos permitir, que los temas los dieran "al alimón" profesores de varias asignaturas distintas.
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(Dicho sea de paso: en otra entrada tendré que profundizar en la tesis de los horarios educativos flexibles -p.ej., que, aunque cada grupo de alumnos tenga un horario cerrado durante todo el curso, o medio, cada mes los equipos docentes encargados de un grupo pudieran redistribuirse dentro de ciertos límites, algo natural si queremos tomarnos en serio lo de la autonomía organizativa de los centros).
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Se ha criticado también que, además de esta "pérdida" de la CMC, la Filosofía ha salido perdiendo porque las horas asignadas a la nueva asignatura salen directamente del horario de filosofía (p.ej., Lengua e Inglés tienen 210 horas en todo el bachillerato, mientras que Filosofía tiene 140, y CMC 70); pero hay que reconocer que una parte de estas horas se compensa con la atribución de la Educación para la Ciudadanía de 3º de la ESO (o, para ser más exacto, de un curso de los tres primeros de la ESO, siendo los otros dos para Geografía e Historia; la Educación Ético-Cívica de 4º sigue asignada a Filosofía). ¿Supone esto la "muerte de la filosofía", como han proclamado algunas voces? Yo, que soy de natural optimista (y pese a ello, filósofo), lo dudo. Confieso que me desagrada un poco, por deformación de mi especialidad, el que los nuevos programas se hayan centrado tanto en la cosa de la ciudadanía y la filosofía política, mientras que la teoría del conocimiento y la metafísica se quedan relativamente marginados (y ello a pesar de que Philip Pettit, el Platón del Diógenes Zapatero -el otro Philip P., o sea, P.P., ideólogo de la izquierda actual es Pullman, ya se sabe-, y ello a pesar de que Philip Pettit -decía- sea un filósofo analítico que ha hecho también contribuciones muy serias a la epistemología, además de su conocida defensa del republicanismo; y diréis, con razón, ¡joder cuánto rollo con Pettit ahora!, pero es que estos días he recibido en Madrid a un coautor suyo -más joven, pero no menos listo-, Christian List, y ayer mismo estuvimos hablando largo rato sobre P.P. mientras paseábamos por Madrid). Pero, por otra parte, esta es una cuestión de mis gustos personales, y hay que confesar que la "filosofía política" tiene su importancia en lo educativo. Además, todo aquel que conozca la práctica de la asignatura de filosofía reconocerá que, cuando llegue el momento, cada profe hará lo que le dé la gana (y su sentido común) con el programa... lo que tampoco está tan mal, bien mirado. ¿O no? Para muestra, el brikidans.
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21 de abril de 2008
EL MERCADO DE LAS IDEAS (1)
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Para ello, voy a ir colgando aquí, en las bodegas del Otto Neurath, lo que vaya escribiendo del artículo (de momento, en esta entrada, lo introducción provisional), y espero vuestros comentarios (supongo que mucho más incisivos y variados que los que uno suele tener en una presentación académica) para entre todos ir gestando los siguientes apartados.
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Supongo que los editores de la Revista verán esta iniciativa con una mezcla de terror y curiosidad: terror por el retraso que la experiencia puede suponer (pero, ¡tranquilos!, me comprometo a cortar por lo sano si la cosa no sale como espero en un breve plazo... aunque el trabajo quedará colgado para seguir creciendo, aun después de la publicación), pero curiosidad también porque, al fin y al cabo, este tipo de cosas son las que dan vida al tema de la revista propiamente dicha, ¿no?
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Así que, aquí va la introducción. Muchas gracias a todos por adelantado.
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¿ES LA CIENCIA UN MERCADO DE IDEAS?
Jesús Zamora Bonilla
UNED
1. INTRODUCCIÓN.
Naturalmente, la respuesta es “no”. La ciencia no es un mercado: si consideramos que el mercado es un sistema de interacción social cuyos elementos mínimos (sus “átomos”) son cada una de las acciones de compraventa de bienes o servicios, resulta obvio que los “átomos” principales del sistema de interacción social en el que consiste la ciencia no consisten en “comprar” o “vender” nada. Desde luego, hay que comprar muchas cosas para llegar a hacer buena ciencia: hay que equipar laboratorios, contratar investigadores, pagar el recibo del teléfono, satisfacer los royalties empleados, etcétera, etcétera; de la misma manera, antes de poner un producto en el mercado a disposición de los clientes, la empresa que lo produce ha tenido que comprar materias primas, pagar salarios, instalar fábricas, transportar bienes de un lado para otro, pagar impuestos, y mil cosas así. Pero la diferencia esencial entre lo que hace una empresa con los bienes y servicios que ha producido gracias a todos esos recursos, y lo que hace un “agente científico” con lo que ha producido con los suyos, es que la empresa pone en el mercado su producción, es decir, el producto final, un bien o un servicio, está destinado a ser vendido, mientras que el “productor científico” suele regalar sus productos finales: no los vende, sino que los publica –en general sin recibir ninguna compensación monetaria a cambio– en alguna revista especializada, o en un congreso, para que otros “productores” lo conozcan y lo puedan utilizar libremente.
Ya veo delante de mí las numerosas manos que empiezan a protestar, burlándose en muchos casos de la supuesta ingenuidad que transpira el párrafo anterior. “¡Pero si la ciencia de hoy en día está dirigida básicamente a conseguir resultados comercializables, o sea, a conseguir patentes!”, se me dirá, y soy del todo consciente de que ello es así. Cualquiera que haya echado un vistazo a la biografía de la recién nombrada ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmedia, tendrá esto en la cabeza a estas alturas. Pero no hay que olvidar que, por cada patente que se solicita (unos dos millones al año en todo el mundo) hay muchos más artículos que se publican gratis et amore. Además, en la mayoría de las disciplinas científicas, es rarísimo el que se produzcan resultados patentables, lo que no quiere decir que algunos productos de esas disciplinas no se puedan comercializar con provecho, aunque no el “producto científico final” propiamente dicho, es decir, el artículo (“paper”) y las ideas y datos nuevos que contiene. Otras manos insistirán en que también los artículos, o las revistas que los incluyen, o (no digamos) los libros, son mercancías que se compran y venden, y este mercado editorial es, con toda seguridad, un auténtico mercado. Pero el producto como tal de la investigación científica no es tanto la revista o el libro (estos son más bien “envoltorios”), sino la información que hay en ellos: en el caso de una patente, hay que pagar por utilizar la información revelada por la patente, no por acceder a ella (o no necesariamente), mientras que en el caso de una revista, una vez que uno (o su biblioteca) ha pagado la suscripción, no hay límites para el uso que puedas hacer del “contenido epistémico” de sus artículos.
No es inimaginable un futuro en el que toda la nueva información científico-tecnológica que se produjera fuese “de pago”, es decir, patentables: lo único que haría falta sería un sistema de control lo bastante efectivo como para averiguar quién ha empleado cada “descubrimiento” en su propia actividad investigadora o industrial. De hecho, a mí me han caído buenas broncas por imaginarme (¡que no proponer!) un sistema así (en mi libro Ciencia pública – ciencia privada). Pero el caso es que la ciencia actual, y no digamos la del pasado, aún está dominada cuantitativamente por la práctica de los descubrimientos regalados, si bien es cierto que la financiación de la investigación científica procede, en cada vez mayor medida, de los ingresos que las propias instituciones investigadoras (públicas o privadas) obtienen gracias a las patentes de aquellos descubrimientos que no regalan.
Pero, dicho esto (que la ciencia no es un mercado, aunque está relacionada intensa e intrínseca mente con muchos de ellos), hay que decir también que, por supuesto, la ciencia sí que es un mercado. La paradoja es posible porque, como todo economista sabe bien, la verdad es que el propio mercado tampoco es un mercado. Me explico: el conjunto de realidades sociales a las que nos referimos con la expresión “el mercado” están muy lejos de formar un conjunto homogéneo, pues los procesos de intercambio concretos son muy diferentes unos de otros. Además, lo que tenemos en la cabeza (nuestro “concepto” de mercado) son realmente diferentes modelos específicos de mercado (el mercado de competencia perfecta, el monopolio, y todos aquellos modelos abstractos que los economistas se dedican a desarrollar), ninguno de los cuales suele encajar exactamente con ninguno de los mercados “reales”. Es decir, para entender los mercados (reales) como mercados (modelos abstractos), es necesario “forzar” en cierta medida los primeros para que encajen en las categorías que definen a los segundos. O sea, que la interpretación de una realidad social como “un mercado” es siempre hastsa cierto punto metafórica. Entender la ciencia como un mercado no implica tal vez, por lo tanto, nada más que extender el alcance de la metáfora un poquito más: “vamos a ver qué cosas interesantes podemos decir sobre la investigación científica si la intentamos entender como si fuera un mercado”. Para ello, lo que tendremos que hacer es lo que hacemos con el resto de los mercados (desde el mercado de letras del tesoro, al mercado negro de armamentos, pasando por el mercado de abastos de mi barrio): ajustar nuestras categorías mentales para que encajen con los hechos que deseamos analizar.
Este análisis nos permitirá hacer fundamentalmente dos cosas: por una parte, arrojará alguna luz (o barro) sobre las interacciones en las que en el fondo consiste la actividad social que llamamos “investigación científica” (sección 2), y por otra parte, nos ayudará a enfrentarnos con armas conceptuales más poderosas a la creciente realidad social de la “mercantilización” de la ciencia (sección 3).
.19 de abril de 2008
18 de abril de 2008
FRIKICIENCIA
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Pues de todas estas cosas, y más, podréis satisfacer vuestra tan morbosa como voraz curiosidad visitando la lista de los diez artículos científicos más frikis del 2007 (es una información un poco pasá, pero bueno, es graciosa).
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La verdad es que la página de donde he sacado la noticia (Oddee.com) no tiene desperdicio.
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(Y, ¡oh, Dios mío!, se nos ha colado Bush aquí. ¿Qué diablos estará haciendo?).
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16 de abril de 2008
15 de abril de 2008
ULTRALIBERALISMO KEYNESIANO
Muy bueno el artículo de Ulrich Beck hoy en El País. En España se podría aplicar, más que a las sociedades financieras (que de momento no andan tan pedigüeñas como en otros lados), a las empresas constructoras. ¡Si hasta nuestra ultraliberal Esperanza está aplicando el intervencionismo del BOCM para salir al rescate de los "señores del ladrillo"! (esos sí que son señores por estas lides, por encima de los señores del aire que dice mi amigo Javier Echeverría).
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El mensaje del artículo de Beck es que los máximos prelados de la Iglesia del Liberalismo De Los Últimos Días Y Que Nos Quiten Lo Bailao parecen haberse retractado de su fe ciega en el mercado, o más bien, parecen haber caído en la cuenta de que la intervención del Estado en la economía, tanto estableciendo legislaciones intervencionistas, como inyectando dinero a cascoporro, puede no ser un pecado nefando, sino un auténtico bálsamo curalotodo, al menos cuando las heridas a curar son las de ellos.
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Las constructoras ibéricas, hasta anteayer más tirando al cerdo por su carácter de mina de oro, y hoy más tirando al lince por su lamentada proximidad a la extinción, piden ahora también socorro al gobierno ("señor, no soy digno de que mires mi declaración de la renta, pero una subvención tuya bastará para sanarme"). Lo que yo le recomendaría hacer en estos casos al tío Solbes, o a sus compis de otros países con este tipo de pordioseros pidiendo en las puertas, es ceder:
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-Hermanos míos, así dice el Señor: he contemplado vuestro sufrimiento, y los números rojos han ablandado mi corazón. Aquí tengo este cheque de nosecuantos ceros, sacado del sudor de vuestros esclavos, digo conciudadanos, y vamos a emplearlo en levantaros de la postración en la que habéis caído por culpa de vuestra prodigalidad. Y lo que haremos con estos dineros será comprar y comprar acciones y más acciones de vuestras empresas, acciones nuevas que vosotros deberéis emitir, para que paguen por vuestras pecaminosas deudas y resplandezcan de nuevo vuestros balances de liquidez. Y una vez que nosotros poseamos dichas acciones, ejerceremos el poder que nos corresponde en vuestros consejos de administración, para que vuestras estrategias tengan en cuenta los intereses de los ciudadanos, y para que de vuestros dividendos se nos dé una parte proporcional a lo que en vosotras hemos invertido (además, claro está, de lo que todos tengamos que pagar como impuestos, para que podamos otras veces ayudar a otros como ahora os estamos ayudando a vosotros).
A POR ELLOS, OÉ (QUE ESTÁN DESORIENTADOS)
Bueno, al final la competencia en universidades ha pasado al nuevo ministerio de Ciencia e Innovación (¿lo he dicho bien?). Confieso que la medida me ilusiona. El intento de Aznar de promover la investigación con un ministerio de ciencia y tecnología fracasó, en buena parte, precisamente porque el Sacro Imperio de las Taifas Rectorales quedó fuera de las manos de Anna Birulés y Juan Costa (a la sazón más metidos en economía y en política que en investigación propiamente dicha... otra de las posibles razones de que aquello no prosperase). Ahora, en cambio, Cristina Garmendia tiene bajo su mando al cuerpo que constituye las tres cuartas partes, o más, del personal investigador de nuestro país: los profesores universitarios, a los que ya nos ha dicho (¡qué bien suena!) que hay que investigar más y dar menos clases.
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La pregunta es, ¿podrá Garmendia con el lobby de la CRUE? (¿y pondrán Zapatero y Solbes, ahora que vienen mal dadas en lo económico, la pasta que haría falta para poner patas arriba la universidad española?) Convendría que la nueva ministra actuase pronto, ahora que parece que los rectores están desprevenidos. La universidad española, dentro de la que hay buenísimos profesores e investigadores y excelentes estudiantes, ha generado en las últimas décadas una gigantesca excrecencia de centros mal dotados en todos los aspectos, que funcionan poco más que como academias de cursillos que dan lustre a alguna que otra consejería de educación. Todo el sistema educativo español padece una deprimente mediocridad (con honrosas excepciones) que se pone de manifiesto en la universidad más claramente que otros ámbitos. Pero, como cualquier institución, su misma existencia genera una serie de intereses creados cuyos beneficiarios se ponen a defender como gato panza arriba en cuanto temen que pueden perder algo. Ríete tú de la guerra del agua y de los agricultores derramando la leche en la plaza de Atocha. Los rectores sí que tienen peligro. Y, o mucho me equivoco, dentro de poco pondrán su mira en la cabeza de Garmendia, si es que la ministra intenta hacer en serio lo que parece que quiere hacer. Algún ruido de tambores de guerra ya se empieza a oir...
http://cybereuskadi.com/blog/2008/04/14/las-implicaciones-del-nombramiento-de-cristina-garmendia/
http://www.elpais.com/articulo/espana/Ciencia/absorbe/universidades/elpepunac/20080413elpepinac_6/Tes
http://www.elmundo.es/elmundo/2008/04/15/ciencia/1208251884.html
P.D. En fin, hablé demasiado pronto; ya están propuestos los Secretarios de Estado, y parece que son muy "establishment". Veremos.
14 de abril de 2008
13 de abril de 2008
¿Y SI LA REPÚBLICA HUBIERA GANADO LA GUERRA?
Curioso documental de la Sexta, en el que se especula (otras veces ya se ha hecho) sobre cómo habría sido la historia de España si el bando republicano hubiera ganado la Guerra Civil. Por encima de las cuestiones de historia ficción (que reconozco que me privan, aunque más como ficción que como historia), me ha chocado el uso de las figuras de Aznar y Zapatero, como presidente de la República Española y jefe de gabinete, respectivamente.
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Lamento tener que arrojar un cubo de agua fría sobre tales ficcionalismos: si la república hubiera ganado la guerra, nadie nacido después de 1939 existiría ahora. Tengamos en cuenta que cada fecundación de un óvulo es una lotería con cientos de millones de papeletas (los espermatozoides); un simple cambio de postura en una arremetida hará que el espermatozoide que llegue al óvulo será otro, y no digamos si los cambios históricos hacen que la gente copule en momentos diferentes, o incluso con personas diferentes. Así que dudo que Aznar y Zapatero hubieran existido.
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Y, desde luego, no estaría yo aquí para escribirlo, ni la mayoría de vosotros para leerlo, ni tendríamos homenajes a la bandera republicana por parte de Agatha.
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Simple, cuestión de sexo (como casi todo).
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11 de abril de 2008
CRISTINA GARMENDIA, MINISTRA DE CIENCIA E INNOVACIÓN
De confirmarse la noticia que sacan esta tarde los medios, la apuesta de Zapatero en materia de política científica para esta nueva legislatura es fuerte, y en la buena dirección. Cristina Garmendia, catedrática, empresaria, científica, mujer y vasca, es uno de los ejemplos que deberían tomar nuestros niños y niñas (además de los futbolistas del Getafe) para construir un mundo mejor, por su pasión por el valor social del conocimiento.
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Es, sobre todo, una científica del tipo de las que admiro en mi libro Ciencia Pública - Ciencia Privada (por el cual, por cierto, no he cobrado un duro todavía -¿alguien de FCE a la escucha?-), científicos que, cuando ven lo caros que son los ratones modificados genéticamente, no se lamentan amargamente y piden subvenciones al ministerio, sino que ven una oportunidad para desarrollar ratones de esos y venderlos.
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Un brindis por ella.
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(Aunque, como buen homo academicus, aún me corre el escalofrío por el cuerpo de no saber cómo quedarán las relaciones de la universidad con la investigación y la educación.
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De hecho, esta es la principal novedad del ministerio, pues es la primera vez que universidades se separa de educación. Y a lo mejor esto no es tan malo, en definitiva).
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9 de abril de 2008
A LO LARGO DE LA VIDA, NUESTRA MENTE ACUMULA KILOS DE DESECHOS
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Por cierto, ¿indemnizará el Grupo Prisa a aquellos a los que ayudó a estafar con su bien pagada publicidad?
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8 de abril de 2008
7 de abril de 2008
TODA CIENCIA TRASCENDIENDO (4)
EL LEGADO DEL INDIO
de la inmensa pradera americana.
El águila marcial de testa cana,
sobre el manso rebaño del bisonte.
El indio noble, desde el alto monte,
ofrenda un sacrificio esa mañana
al águila, al bisonte, y a la plana
meseta donde aún pace el mastodonte.
Ciento cuarenta siglos conservaron
el legado del indio en su envoltorio,
hasta que unos científicos llegaron
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para estudiarlo en su laboratorio;
¡oh, indígena primero!, por tu mierda.
Toda ciencia trascendiendo:
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Quanticum quanticorum.
Al coffee break.
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El cuitado evaluador.
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¡Maldito roedor!
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6 de abril de 2008
LOS PROFESORES DE CIENCIAS DEBEN COBRAR MÁS
Público: ¿Es necesario aumentar el conocimiento científico general?
Anthony Legget: No es tan importante que el ciudadano medio comprenda la teoría de la relatividad como que aquellos que son buenos para la ciencia tengan la oportunidad de dedicarse a ello.
Público: ¿Y cómo se logra que los jóvenes elijan carreras de ciencias?
Anthony Legget: Es muy importante el papel de los profesores de secundaria, porque pueden ayudar a los alumnos a decidir sobre su futuro. Los profesores tiene que ser entusiastas y estar bien informados. Si pudiera, para aumentar el progreso científico lo que haría sería subir el sueldo de esos profesores(Entrevista a Anthony Legget, premio Nobel de física 2003, hoy en Público).
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P.D. No sé muy bien qué pensarán de esto los profesores de letras.
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5 de abril de 2008
¿CREEN EN DIOS LOS CREYENTES?
."Es curiosa la doctrina de que ”el infierno lo elige uno mismo”; vamos a ver: si uno supiera que cometiendo un pecado va a ir al infierno con al menos la misma certeza con la que sabe que si va a 300 Km/h por la carretera va a terminar mal (con picoletos de por medio o no), seríamos gilipollas si eligiéramos el pecado. Uno peca, nauralmente, porque CREE que no va a ir al infierno (como el que cree que se va a librar del RADAR).
.Esto me recuerda un argumento muy chulo contra la existencia de Dios: la mayoría de los creyentes no se masturbaría delante de su madre; si creen que Dios existe y que todo lo ve, entonces creerán que, cuando se masturban, Dios los está viendo; pero de hecho muchos se masturban; luego realmente NO CREEN que Dios los esté viendo."
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Por supuesto, lo mismo vale para cualquier "pecado" que un creyente pueda cometer.
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(Confesión: el argumento está plagiado de Romper el hechizo, de Dennet).
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4 de abril de 2008
YO VENDO UNOS VOTOS NEGROS, ¿QUIÉN ME LOS QUIERE COMPRAR? (8)
A los interesados en el problema de los sistemas electorales, les recomiendo el artículo de los amigos Diego Moreno y José Luis Ferreira, "Sistemas electorales e índices de poder en la España democrática", que puede consultarse en la página Sociedad Abierta (un lugar en donde los economistas académicos se mojan sobre temas importantes).
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Es también un baño de seriedad (nada complicado, por otra parte) para los acostumbrados a tantas propuestas y análisis un poco alocados (los míos, sin ir más lejos... aunque, sigo preguntando: ¿por qué en las elecciones sólo se nos pregunta "qué partido quiere que le represente en el parlamento"?... Me gustaría que las muchas y diversas opiniones de cada ciudadano tuvieran tanta importancia como las diversas opiniones de los ciudadanos comparados unos con otros).
3 de abril de 2008
INOCENCIA (O NO TANTO)
Inocencia. ¡Qué irónico el nombre de la alcaldesa de Arrasate-Mondragón! Sí, la del lavado de manos a lo Pilatos cuando las turbas independentistas piden (y toman) las vidas de sus convecinos.
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Con el ánimo de facilitarle las cosas, me permito redactarle una declaración en la que no veo nada en la que alguien mínimamente honesto e inocente pudiera no estar de acuerdo. Y también invito a sumarse a ella al resto de los "simpatizantes" a los que ya dediqué otra entrada.
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1) Afirmo públicamente que la independencia de Euskadi no merece el derramamiento de una sola gota de sangre, como tampoco la merece su permanencia en el estado español. Ninguna situación de injusticia que se haya cometido en el pasado contra el pueblo vasco justifica que la respuesta de este pueblo se fundamente en la lucha armada.
2) Soy consciente de que esta declaración mía no ayudará a resolver ni a responder en ninguna medida a las posibles injusticias que, en el pasado, hayan podido utilizarse para justificar las acciones de ETA. Pero el motivo por el que realizo esta declaración no es porque considere que con ello ayudo a resolver esas injusticias. Al fin y al cabo, limpiar los baños de mi casa, podar los árboles, o poner multas de tráfico, tampoco ayuda a resolver el conflicto vasco, pero tenemos otras razones importantes para hacer esas cosas. El motivo por el que hago esta declaración es, simplemente, porque deseo manifestar mi absoluto rechazo a la violencia como forma de conseguir mis objetivos políticos.
3) Me comprometo a denunciar ante los tribunales, nacionales o internacionales, todas aquellas acciones que, cometidas en mi municipio, constituyan una violación de los derechos humanos, en el momento en que tenga conocimiento de ellas. Esta denuncia la haré con total independencia de la simpatía o antipatía que yo, o las personas de mi grupo político, podamos sentir hacia quienes cometen dichas violaciones o hacia sus víctimas.
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2 de abril de 2008
¿QUÉ ES LA INCULTURA CIENTÍFICA?
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El problema es el siguiente: ¿puede considerarse "incultura científica" el hecho de que una persona sea ignorante sobre los procesos, principios y mecanismos "científicos" por los que se gobiernan los múltiples sistemas y cachivaches de los que depende nuestra vida en la sofisticada sociedad contemporánea? Todos admitimos que estos procesos y principios son imprescindibles, y, aquellos que nos consideramos "aficionados a la ciencia" tendemos casi instintivamente a sentir un poquito de disgusto cuando comprobamos que el conocimiento de tales cosas no está tan ampliamente difundido y comprendido como nos gustaría.
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Pero, y aquí surgía mi duda, también es verdad que la sociedad contemporánea ha conseguido alcanzar tan alto nivel de sofisticación y progreso técnico gracias, en buena parte, a la división del trabajo: unos hacen (y aprenden) unas cosas, y otros, otras. Gracias a dios, a la mayoría no nos hace falta saber cómo funciona cada cachivache que utilizamos, pues lo que nos hace falta es sólo saber a quién hemos de recurrir cuando deja de funcionar, o cuando queremos comprar uno. ¿Hay algo de malo en ello? ¿Es una señal de "incultura" el que yo no tenga ni idea de qué quiere decir que una tele de plasma sea "de plasma"? Lo único que me importa es que la tele se vea bien: yo pago por ella para no tener que saber hacerla.
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Naturalmente, también habrá otros conocimientos científicos por cuya ignorancia sí que se me podría tachar de "inculto" (e incluso "analfabeto"). ¿Alguien se anima a hacer una lista?
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Pero incluso dentro de esta categoría, aún podemos distinguir dos grupos de conocimientos:
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Creo que cuando se habla de "incultura científica" suelen mezclarse las dos cosas. Y estaría bien tener clara la diferencia. Así que me atrevo a preguntar a los internautas:
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¿qué conocimientos científicos o técnicos colocaríais en la categoría 1, y cuáles en la categoría 2? Y en este último caso, ¿qué problemas reales son los que le produce esa ignorancia al individuo ignorante y a la sociedad en la que éste vive (ojo: lo cual puede depender de qué otros individuos padezcan esa misma ignorancia)?
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Como veis, no son preguntas sencillas. Pero, ánimo..
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P.D. Diréis: leñe, ¿no hemos quedado en que el filósofo eras tú? ¡Pues piensa y responde, jodío, que para eso vivimos en una sociedad con división del trabajo!
Pero yo responderé: es que el blog no es trabajo, y además yo soy un filósofo socrático, al que le gusta más preguntar que responder.
Bueno, sobre todo me gusta criticar respuestas.
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P.P.D. No debe olvidárseme recomendar el maravilloso librito de Robin Dunbar, El miedo a la ciencia, publicado por Alianza, lectura básica sobre este tema.
1 de abril de 2008
EL JUICIO DEL "JUICIO FINAL"
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No entro a discutir (salvo si surge el tema en los comentarios) la seriedad de las estimaciones en las que se pueda basarse la querella. En todo caso, es un buen tema para reflexionar sobre la aplicación del famoso "principio de precaución" que debe orientar cualquier aplicación de la ciencia, y también para debatir sobre las relaciones entre ciencia y democracia (y justicia), para lo que puede ser interesante la lectura del artículo de Josep Casacuberta el miércoles pasado en El País.
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Tampoco me resisto a la tentación (fácil en general, y más en mí, que caigo en ella continuamente) de hacer un chiste, recordando los argumentos sobre las armas de destrucción masiva y las hazañas de ciertos salvadores de la democracia.
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Por otro lado, si los demandantes tienen razón y el planeta entero se colapsa en un apocalíptico agujero negro, tampoco tendríamos nada de lo que preocuparnos, literalmente.
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¿No?