Fragmento de una discusión en el blog de Pseudópodo.
.
¿Tú consideras EN SERIO que merece la pena tomarse la molestia de buscar muchas “pruebas en contra” para llegar a la conclusión de que la hipótesis de que “el universo es el resultado de una digestión” no debemos considerarla como algo mínimamente verosímil?
.
Yo te podría decir que “la ausencia de pruebas contra esa hipótesis no es una prueba en su contra, y que por lo tanto, no podemos rechazarla racionalmente”… pero no me tomarás en serio, y seguirás considerando que la “hipótesis de la digestión” es meramente una chorrada como la copa de un pino, y que la PROBABILIDAD de que se asemeje a “la verdad objetiva sobre el asunto” es poco más que infinitesimalmente pequeña.
.
Pues LO MISMO pasa con la “hipótesis de la intención”, salvo que nuestra mente tiene unos sesgos que nos llevan a tomarla más en serio POR DEFECTO que la otra hipótesis.
.
10 de abril de 2014
9 de abril de 2014
4 de abril de 2014
Je ne regrette rien (1): On the neuropsychology of free will
Os dejo el enlace a la primera entrada de una serie (esta vez espero que cortita) sobre la neuropsicología del libre albedrío, que estoy sacando en Mapping Ignorance.
.
.
2 de abril de 2014
Si todos los hechos son "hechos mentales" porque sólo podemos pensarlos pensando, ¿son todos los hechos "hechos papelísticos" porque sólo los podemos escribir en una hoja de papel si los escribimos en una hoja de papel?
Sigue el debate de las entradas anteriores
.
Sigues haciendo una división entre fuera y dentro, si haces esa división, ¿me puedes decir que propiedades tiene la frontera entre lo físico y lo mental? ¿Qué puntos en común tienen? ¿Cómo interactúan?
La ciencia no estudia “interacciones” más que como correlaciones: “cuando ocurre tal cosa, ocurre tal otra”. Lo único que podemos averiguar sobre el mundo es que cuando pasan ciertas cosas, pasan ciertas otras cosas. En este caso, averiguamos qué sucesos físicos están correlacionados con qué sucesos mentales. Y eso es TODO lo que podemos averiguar sobre el tema, igual que sobre CUALQUIER otro tema no podemos averiguar más que si se dan o no se dan ciertas correlaciones.
.
si no existe absolutamente ningún camino para llegar a tal sitio, eso es equivalente a decir, que no existe tal sitio
Bueno, no existe ningún camino que tú y yo podamos seguir para llegar con vida a la galaxia de Andrómeda, pero podemos averiguar un montón de cosas sobre ella gracias a las correlaciones físicas que se dan entre la materia de la que está formada, la luz que emite, y la materia de la que estamos formados nosotros. Hacemos la CONJETURA de que los procesos físicos que dan como resultado ciertas placas fotográficas obedecen ciertas leyes físicas que han funcionado muy bien en muchos otros terrenos, y vemos esa conjetura nos permite hacer muy buenas predicciones.
Otra de las dificultades que pones de manifiesto para entender esto es que asumes acríticamente (creo que ya lo dije más arriba) que “conocer” es “captar”, “demostrar”, “tener delante en la mente con certeza absoluta”, o algo así. Pero no: nuestro conocimiento del mundo es CONJETURAL. Simplemente nos IMAGINAMOS que suceden ciertos hechos no-mentales, y si esas conjeturas hacen buenas predicciones, tendemos a aceptarlas (sí,podemos tener el estado mental que consiste en pensar que suceden hechos que no son estados mentales, igual que podemos movernos de tal manera que ese movimiento consiste en creer que los números primos no tienen movimiento; no hay ninguna dificultad en hacer esto, si tiras a la papelera la errónea idea de que “conocer” es “tener delante de la mente con certeza absoluta”; de modo parecido, nuestro organismo “sabe” cuándo tiene que segregar más o menos insulina aunque no necesite estar en un determinado estado mental para ello, como el árbol “sabe” cuándo tiene que empezar a echar nuevas hojas; si ni siquiera hace falta tener un estado mental para saber algo -usando “saber” en el sentido del lenguaje corriente, no en el de una epistemología metafísica en particular-, mucho menos hace falta “tener certeza absoluta” -sino sólo hacer meras conjeturas más o menos bien corroboradas- para que podamos hablar de “conocimiento”).
.
Por otro lado, hay un “camino” (en el sentido de un método de investigación, no de un “proceso causal que pone los hechos externos DENTRO de nuestra mente”) muy sencillo para “llegar” a la conclusión de que ocurren hechos físicos, no mentales, fuera de tu mente: basta con que consideres a la vez la mente de OTRA persona y el entorno de esa persona. P.ej., supón que tú sabes dónde has escondido algo, pero yo no; yo me pongo a buscarlo, y voy haciendo conjeturas sobre dónde puede estar; en una de ellas te digo “creo que está debajo de la tele”. Tú puedes distinguir perfectamente dos hechos distintos: el hecho de que lo que has escondido está debajo de la tele (o no esté), y el hecho de que yo creo que está debajo de la tele. No tienes absolutamente ninguna dificultad en pensar el hecho de que eso esté debajo de la tele como un hecho completamente distinto a cualquier hecho que ocurra en MI mente, y como un hecho externo a MI mente. Es decir, tú puedes pensar perfectamente que hay hechos que son externos a la mente de LOS DEMÁS. Es decir, que en caso de ser “hechos mentales”, no son mentales por pertenecer a MI mente en ningún sentido relevante de “pertenecer”. Pero ahora puedes aplicarte el mismo cuento a ti mismo sin ninguna dificultad: si hay hechos externos a la mente MÍA, también puede haber hechos externos a la mente TUYA. Es más, no hay ningún problema en generalizar esto y CONCEBIR que hay hechos que son externos a la mente de TODO el mundo, a TODAS las mentes, y que, por lo tanto, no tiene ningún sentido llamarlos “hechos mentales”.
.
Otro error relacionado con ese es el de confundir el hecho de tener una cierta creencia, con el hecho de que lo que se cree sea verdad; tal vez digas que tienes claro que no son lo mismo, pero en el fondo piensas que, aunque sean hechos distintos, “tienen” que ser hechos “de la misma naturaleza” (en particular, hechos mentales). Y no, no tienen POR QUÉ ser hechos “de la misma naturaleza”. El hecho de que yo crea que la conjetura de Goldbach es verdadera es un hecho psicológico, no es un hecho aritmético (como lo sería la conjetura de Goldbach en caso de ser verdadera, que no se sabe si lo es), igual que el hecho de que esté escrito en un papel que “los dinosaurios no sabían escribir” no implica que el hecho de que los dinosaurios no sabían escribir fuese un hecho “papelístico” o algo así. Insisto: el carácter mental de nuestros actos y estados mentales no se “contagia” a aquello que pensamos al estar en esos estados mentales, igual que el hecho de que nuestros pensamientos impliquen necesariamente el movimiento de moléculas en ciertas sinapsis no se “contagia” a aquello que pensamos al mover las sinapsis así en vez de moverlas de otra manera.
.
Estas obsesionado con el método hipotético-deductivo, y éste método (que por cierto es de origen mental), sólo dará resultados coherentes dentro del propio ámbito de ese método, piensa que ese método sólo es UNA VARA DE MEDIR, y como TODAS las varas de medir tienen limitaciones.
Por supuesto, pero para descubrir cómo es el mundo no ha habido NINGÚN método que se haya acercado ni de lejos a los logros del método hipotético-deductivo. Es como comparar la eficacia de los antibióticos con la de los conjuros a la hora de tratar las infecciones bacterianas. En cambio, tu obsesión por “el pozo sin salida de lo mental” no tiene para apoyarla más que la vaga sensación de certeza filosófica que no te sirve para descubrir absolutamente nada más sobre la realidad (bueno, eso tampoco).
.
Más:
.
¿Qué es conocimiento?
.
¿Se basa la representación en la semejanza?
.
La viagra de Hume
.
Deflactando la verdad
.
¿Cómo de bueno es el idealismo como hipótesis científica?
.
.
Sigues haciendo una división entre fuera y dentro, si haces esa división, ¿me puedes decir que propiedades tiene la frontera entre lo físico y lo mental? ¿Qué puntos en común tienen? ¿Cómo interactúan?
La ciencia no estudia “interacciones” más que como correlaciones: “cuando ocurre tal cosa, ocurre tal otra”. Lo único que podemos averiguar sobre el mundo es que cuando pasan ciertas cosas, pasan ciertas otras cosas. En este caso, averiguamos qué sucesos físicos están correlacionados con qué sucesos mentales. Y eso es TODO lo que podemos averiguar sobre el tema, igual que sobre CUALQUIER otro tema no podemos averiguar más que si se dan o no se dan ciertas correlaciones.
.
si no existe absolutamente ningún camino para llegar a tal sitio, eso es equivalente a decir, que no existe tal sitio
Bueno, no existe ningún camino que tú y yo podamos seguir para llegar con vida a la galaxia de Andrómeda, pero podemos averiguar un montón de cosas sobre ella gracias a las correlaciones físicas que se dan entre la materia de la que está formada, la luz que emite, y la materia de la que estamos formados nosotros. Hacemos la CONJETURA de que los procesos físicos que dan como resultado ciertas placas fotográficas obedecen ciertas leyes físicas que han funcionado muy bien en muchos otros terrenos, y vemos esa conjetura nos permite hacer muy buenas predicciones.
Otra de las dificultades que pones de manifiesto para entender esto es que asumes acríticamente (creo que ya lo dije más arriba) que “conocer” es “captar”, “demostrar”, “tener delante en la mente con certeza absoluta”, o algo así. Pero no: nuestro conocimiento del mundo es CONJETURAL. Simplemente nos IMAGINAMOS que suceden ciertos hechos no-mentales, y si esas conjeturas hacen buenas predicciones, tendemos a aceptarlas (sí,podemos tener el estado mental que consiste en pensar que suceden hechos que no son estados mentales, igual que podemos movernos de tal manera que ese movimiento consiste en creer que los números primos no tienen movimiento; no hay ninguna dificultad en hacer esto, si tiras a la papelera la errónea idea de que “conocer” es “tener delante de la mente con certeza absoluta”; de modo parecido, nuestro organismo “sabe” cuándo tiene que segregar más o menos insulina aunque no necesite estar en un determinado estado mental para ello, como el árbol “sabe” cuándo tiene que empezar a echar nuevas hojas; si ni siquiera hace falta tener un estado mental para saber algo -usando “saber” en el sentido del lenguaje corriente, no en el de una epistemología metafísica en particular-, mucho menos hace falta “tener certeza absoluta” -sino sólo hacer meras conjeturas más o menos bien corroboradas- para que podamos hablar de “conocimiento”).
.
Por otro lado, hay un “camino” (en el sentido de un método de investigación, no de un “proceso causal que pone los hechos externos DENTRO de nuestra mente”) muy sencillo para “llegar” a la conclusión de que ocurren hechos físicos, no mentales, fuera de tu mente: basta con que consideres a la vez la mente de OTRA persona y el entorno de esa persona. P.ej., supón que tú sabes dónde has escondido algo, pero yo no; yo me pongo a buscarlo, y voy haciendo conjeturas sobre dónde puede estar; en una de ellas te digo “creo que está debajo de la tele”. Tú puedes distinguir perfectamente dos hechos distintos: el hecho de que lo que has escondido está debajo de la tele (o no esté), y el hecho de que yo creo que está debajo de la tele. No tienes absolutamente ninguna dificultad en pensar el hecho de que eso esté debajo de la tele como un hecho completamente distinto a cualquier hecho que ocurra en MI mente, y como un hecho externo a MI mente. Es decir, tú puedes pensar perfectamente que hay hechos que son externos a la mente de LOS DEMÁS. Es decir, que en caso de ser “hechos mentales”, no son mentales por pertenecer a MI mente en ningún sentido relevante de “pertenecer”. Pero ahora puedes aplicarte el mismo cuento a ti mismo sin ninguna dificultad: si hay hechos externos a la mente MÍA, también puede haber hechos externos a la mente TUYA. Es más, no hay ningún problema en generalizar esto y CONCEBIR que hay hechos que son externos a la mente de TODO el mundo, a TODAS las mentes, y que, por lo tanto, no tiene ningún sentido llamarlos “hechos mentales”.
.
Otro error relacionado con ese es el de confundir el hecho de tener una cierta creencia, con el hecho de que lo que se cree sea verdad; tal vez digas que tienes claro que no son lo mismo, pero en el fondo piensas que, aunque sean hechos distintos, “tienen” que ser hechos “de la misma naturaleza” (en particular, hechos mentales). Y no, no tienen POR QUÉ ser hechos “de la misma naturaleza”. El hecho de que yo crea que la conjetura de Goldbach es verdadera es un hecho psicológico, no es un hecho aritmético (como lo sería la conjetura de Goldbach en caso de ser verdadera, que no se sabe si lo es), igual que el hecho de que esté escrito en un papel que “los dinosaurios no sabían escribir” no implica que el hecho de que los dinosaurios no sabían escribir fuese un hecho “papelístico” o algo así. Insisto: el carácter mental de nuestros actos y estados mentales no se “contagia” a aquello que pensamos al estar en esos estados mentales, igual que el hecho de que nuestros pensamientos impliquen necesariamente el movimiento de moléculas en ciertas sinapsis no se “contagia” a aquello que pensamos al mover las sinapsis así en vez de moverlas de otra manera.
.
Estas obsesionado con el método hipotético-deductivo, y éste método (que por cierto es de origen mental), sólo dará resultados coherentes dentro del propio ámbito de ese método, piensa que ese método sólo es UNA VARA DE MEDIR, y como TODAS las varas de medir tienen limitaciones.
Por supuesto, pero para descubrir cómo es el mundo no ha habido NINGÚN método que se haya acercado ni de lejos a los logros del método hipotético-deductivo. Es como comparar la eficacia de los antibióticos con la de los conjuros a la hora de tratar las infecciones bacterianas. En cambio, tu obsesión por “el pozo sin salida de lo mental” no tiene para apoyarla más que la vaga sensación de certeza filosófica que no te sirve para descubrir absolutamente nada más sobre la realidad (bueno, eso tampoco).
.
Más:
.
¿Qué es conocimiento?
.
¿Se basa la representación en la semejanza?
.
La viagra de Hume
.
Deflactando la verdad
.
¿Cómo de bueno es el idealismo como hipótesis científica?
.
1 de abril de 2014
Cerebros y telescopios
Sigue el debate en La máquina de von Neumann
Si todos nuestros recursos de investigación, que son todos, son también estados mentales, lo único que podemos inferir es que de un estado mental podemos pasar a otro Estado mental
Pero es que es OBVIO que lo único que podemos TENER son "estados mentales". Pero cuando nos planteamos si existen átomos o estrellas de neutrones, hay que distinguir dos cosas:
a) nuestro estado mental que consiste en CREER que hay estrellas de neutrones, átomos, etc. (y todos los otros estados mentales que han podido preceder a ese en nuestro proceso de deliberación para llegar a esa conclusión)
b) el hecho de si AQUELLO QUE CREEMOS al estar en ese estado mental es verdadero o falso; eso que creemos es una conjetura en el sentido de que A LO MEJOR ES VERDAD LO QUE CREEMOS, Y A LO MEJOR ES FALSO.
Lo que tenemos que hacer es procurar guiar nuestros procesos de deliberación de tal manera que sea más probable que tendsamos a creer una proposición cuando esa proposición es verdadera que cuando es falsa; naturalmente, no podemos hacer nada para GARANTIZAR que eso va a ser siempre así; lo único que podemos hacer es aplicar el método hipotético-deductivo y la lógica para hacer que sea menos PROBABLE que nos equivoquemos.
.
Ten en cuenta que no hay ABSOLUTAMENTE ninguna diferencia esencial (en ese sentido) entre estas dos situaciones:
1) nuestras conjeturas acerca de lo que ocurre fuera de nuestro cerebro sólo podemos contrastarlas mediante la consideración de lo que pasa en nuestros estados conscientes, que son estados del cerebro; y
2) nuestras conjeturas acerca de lo que pasa FUERA del sistema solar sólo podemos contrastarlas mediante la observación de ondas electromagnéticas y otros fenómenos físicos que ocurren DENTRO del sistema solar (p.ej., la observación de una placa fotográfica de un telescopio).
.
Supongo que no pondrás ninguna objeción a nuestra posibilidad de APRENDER qué pasa fuera del sistema solar, aunque todas nuestras observaciones ocurran DENTRO del sistema solar.
Pues lo mismo pasa con el cerebro: aunque todas nuestras observaciones (nuestros actos de observar) ocurren dentro de nuestro cerebro, eso no impide que gracias a ello averigüemos bastantes cosas de las que ocurren fuera de nuestro cerebro.
Si todos nuestros recursos de investigación, que son todos, son también estados mentales, lo único que podemos inferir es que de un estado mental podemos pasar a otro Estado mental
Pero es que es OBVIO que lo único que podemos TENER son "estados mentales". Pero cuando nos planteamos si existen átomos o estrellas de neutrones, hay que distinguir dos cosas:
a) nuestro estado mental que consiste en CREER que hay estrellas de neutrones, átomos, etc. (y todos los otros estados mentales que han podido preceder a ese en nuestro proceso de deliberación para llegar a esa conclusión)
b) el hecho de si AQUELLO QUE CREEMOS al estar en ese estado mental es verdadero o falso; eso que creemos es una conjetura en el sentido de que A LO MEJOR ES VERDAD LO QUE CREEMOS, Y A LO MEJOR ES FALSO.
Lo que tenemos que hacer es procurar guiar nuestros procesos de deliberación de tal manera que sea más probable que tendsamos a creer una proposición cuando esa proposición es verdadera que cuando es falsa; naturalmente, no podemos hacer nada para GARANTIZAR que eso va a ser siempre así; lo único que podemos hacer es aplicar el método hipotético-deductivo y la lógica para hacer que sea menos PROBABLE que nos equivoquemos.
.
Ten en cuenta que no hay ABSOLUTAMENTE ninguna diferencia esencial (en ese sentido) entre estas dos situaciones:
1) nuestras conjeturas acerca de lo que ocurre fuera de nuestro cerebro sólo podemos contrastarlas mediante la consideración de lo que pasa en nuestros estados conscientes, que son estados del cerebro; y
2) nuestras conjeturas acerca de lo que pasa FUERA del sistema solar sólo podemos contrastarlas mediante la observación de ondas electromagnéticas y otros fenómenos físicos que ocurren DENTRO del sistema solar (p.ej., la observación de una placa fotográfica de un telescopio).
.
Supongo que no pondrás ninguna objeción a nuestra posibilidad de APRENDER qué pasa fuera del sistema solar, aunque todas nuestras observaciones ocurran DENTRO del sistema solar.
Pues lo mismo pasa con el cerebro: aunque todas nuestras observaciones (nuestros actos de observar) ocurren dentro de nuestro cerebro, eso no impide que gracias a ello averigüemos bastantes cosas de las que ocurren fuera de nuestro cerebro.
31 de marzo de 2014
Proyecto #11
Una iniciativa para hacer del mundo y las redes sociales un sitio más amable:
.
Cada día 11 (el próximo viernes de Dolores será el primero) súmate al reto de tuitir sólo en endecasílabos, (o al menos, mayormente).
Márcalo con el brevísimo hashtag #11
.
Cada día 11 (el próximo viernes de Dolores será el primero) súmate al reto de tuitir sólo en endecasílabos, (o al menos, mayormente).
Márcalo con el brevísimo hashtag #11
28 de marzo de 2014
Sobre la coautoría en la ciencia (entrevista)
Transcribo la entrevista que me han hecho en DivulgaUNED con motivo de la publicación del artículo sobre co-autoría científica del que hablé en esta otra entrada.
Escribir artículos entre varios investigadores es una práctica habitual, sobre todo cuando la investigación abarca diferentes áreas científicas. Jesús Zamora Bonilla, catedrático de Filosofía de la Ciencia de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), ha analizado la naturaleza de esta colaboración en un estudio, en el que explica las malas prácticas que existen y propone nuevos formatos para que la coautoría sea más rigurosa.
Si un investigador escribe un artículo solo, ¿recibe más reconocimiento de agencias de evaluación como laANECA?
Depende de las especialidades. En las ciencias naturales e ingenierías no se penaliza la coautoría, o se hace mucho menos, porque ahí es bastante habitual esa forma de colaboración. En las humanidades es donde más se tiene en cuenta y se prima que los autores firmen sus trabajos en solitario.
¿Por qué se recurre a la coautoría?
En general, la coautoría refleja el hecho de que una gran parte de la investigación científica constituye un trabajo colaborativo, en el que hay que combinar distintas capacidades, y a veces también diferentes puntos de vista. La ciencia no es una actividad para solitarios a lo Robinson Crusoe.
¿Qué tipo de malas prácticas existen?
El tipo de mala praxis más habitual es la de que un científico con más prestigio y más poder académico obligue a los verdaderos autores de la investigación a incluir su nombre como autor, sin haber contribuido nada o casi nada. De todas formas, en todos los casos en los que hay quejas de esta práctica no ha ocurrido que la contribución del “jefe” sea tan escasa como les parece a los otros autores. Al fin y al cabo, el trabajo de concepción y organización de un proyecto de investigación es fundamental, y es razonable que los investigadores que lo dirigen sean considerados autores de pleno derecho de las publicaciones que resulten de ahí, aunque no hayan estado tan involucrados en el día a día como los otros autores.
¿Hay alguna mala práctica más?
También es posible que varios autores se pongan de acuerdo en firmar cada uno los artículos del otro o de los otros, aunque su contribución haya sido nula o escasa, pero mi impresión es que ese tipo de falsa coautoría es mucho menos frecuente que la anterior.
¿Cómo podría controlarse que la coautoría sea real y no un “hoy por ti, mañana por mí”?
Es difícil de controlar, pues las agencias de evaluación no tienen recursos para indagar a modo de detectives en los entresijos de las investigaciones. Pero, como decía, me parece que es una práctica bastante poco habitual, sobre todo porque cada científico suele pensar que su propia contribución es más importante que la de los otros, y tiende a parecerle que saldría perdiendo con el intercambio. Incluso aunque cada uno estimáramos con objetividad el valor de nuestra contribución, el científico ‘mejor’ pensaría que sale perdiendo si hace ese intercambio con uno ‘peor’.
En su estudio sugiere que los artículos incluyan al final unos créditos, como en las películas, donde se explique qué investigador ha hecho cada parte, ¿no es así?
Es una posibilidad para ayudar a las agencias y a los procesos de evaluación, ya que los méritos que hay que atribuir son, en último término, de los individuos, no de los artículos o de los grupos. En algunas disciplinas es relativamente habitual hacer algo parecido, sobre todo en aquellas donde la división del trabajo es más clara por tratarse de la combinación de disciplinas o técnicas muy diferentes.
En las conclusiones se refiere al concepto, ‘la magia de la lógica’. ¿En qué consiste?
Es otro de los motivos por los que puede ser razonable firmar un artículo entre varios autores. Lo importante de cada publicación científica son sus conclusiones: un artículo es un argumento que pretende apuntalar o fundamentar una determinada conclusión, y es según el valor de esa conclusión por lo que la publicación va a terminar recibiendo más o menos citas. La contribución de cada autor individual no suele ser conclusión misma, sino algunas premisas que sirven como elementos de la argumentación en la que el artículo consiste. O sea, cada autor contribuye con algunas premisas del argumento, pero lo que se valora es la conclusión, su capacidad de repercusión en las publicaciones de otros colegas, o por decirlo de otro modo, el volumen de citas esperable. Este valor suele ser mucho mayor que la suma del valor de cada una de las premisas por separado. Por tanto, en un argumento lógico, el todo (la conclusión) es más que la suma de las partes (las premisas), y ahí está ‘la magia de la lógica’.
26 de marzo de 2014
¿Qué es conocimiento?
Sigue el debate en La Máquina de von Neumann.
.
creo que estáis cometiendo un error al aceptar acríticamente (y es muy probable que inconscientemente) la idea platónico-cartesiana de que "conocer es captar"; la teoría del conocimiento contemporánea ha reducido a escombros esa concepción, y ahora entendemos el conocimiento como un tipo de ACTIVIDAD DE INTERACCIÓN CON EL ENTORNO, igual que la digestión, las migraciones, o la caza en grupo.
La metáfora del conocer-como-captar insiste equivocadamente en el punto de vista del "yo inmanente" como si fuera el único punto de vista legítimo para discutir sobre el conocimiento, pero el conocimiento es un fenómeno NATURAL como cualquier otro, y como tal fenómeno natural debe ser estudiado. Podemos estudiar de qué modo conocen las ardillas en qué lugar han escondido las bellotas, o de qué modo se las apañó Jorgen Knudtzon para descifrar el hitita, y muy en especial, de qué modo se las apaña el sistema nervioso de las ardillas y el de los filólogos para permitirles hacer lo que hacen.
Desde esta perspectiva NATURALISTA, no es "mi" yo lo que tengo que tener en cuenta, sino el ORGANISMO de las ardillas (o el de los filólogos) por un lado, y el ENTORNO de las ardillas (o el de los filólogos), por otro lado, y estudiar las relaciones de causalidad que se dan entre ambas cosas. Y desde esa misma perspectiva, debemos tener claro que TODO lo que afirmemos sobre el conocimiento es (como todo lo demás que afirmamos sobre el mundo) una CONJETURA, que la única forma de contrastar será viendo si nos permite hacer predicciones mejores que las conjeturas rivales. Con respecto al "yo" y su posible relación con el "exterior" (que tantos dolores de cabeza parece que os causa), pues es, también, una conjetura: conjeturamos que la relación que hay entre MIS experiencias, pensamientos, etc., y el entorno, es LA MISMA RELACIÓN que la que hay entre las experiencias, pensamientos, etc., DE LOS DEMÁS INDIVIDUOS QUE OBSERVO (y que supongo que son la forma como ellos perciben "desde dentro" lo que yo percibo en ellos como sucesos neuronales) y ese mismo entorno. No podemos, obviamente, "captar la verdad de esa conjetura en sí misma", pero eso no lo podemos hacer con NINGUNA de nuestras conjeturas sobre el mundo: lo único que podemos hacer es aplicar el sano método hipotético-deductivo y ver, como decía, si de esa conjetura se siguen mejores predicciones que de las conjeturas rivales (p.ej., de la conjetura de que no existe nada "fuera" de mis percepciones).
.
creo que estáis cometiendo un error al aceptar acríticamente (y es muy probable que inconscientemente) la idea platónico-cartesiana de que "conocer es captar"; la teoría del conocimiento contemporánea ha reducido a escombros esa concepción, y ahora entendemos el conocimiento como un tipo de ACTIVIDAD DE INTERACCIÓN CON EL ENTORNO, igual que la digestión, las migraciones, o la caza en grupo.
La metáfora del conocer-como-captar insiste equivocadamente en el punto de vista del "yo inmanente" como si fuera el único punto de vista legítimo para discutir sobre el conocimiento, pero el conocimiento es un fenómeno NATURAL como cualquier otro, y como tal fenómeno natural debe ser estudiado. Podemos estudiar de qué modo conocen las ardillas en qué lugar han escondido las bellotas, o de qué modo se las apañó Jorgen Knudtzon para descifrar el hitita, y muy en especial, de qué modo se las apaña el sistema nervioso de las ardillas y el de los filólogos para permitirles hacer lo que hacen.
Desde esta perspectiva NATURALISTA, no es "mi" yo lo que tengo que tener en cuenta, sino el ORGANISMO de las ardillas (o el de los filólogos) por un lado, y el ENTORNO de las ardillas (o el de los filólogos), por otro lado, y estudiar las relaciones de causalidad que se dan entre ambas cosas. Y desde esa misma perspectiva, debemos tener claro que TODO lo que afirmemos sobre el conocimiento es (como todo lo demás que afirmamos sobre el mundo) una CONJETURA, que la única forma de contrastar será viendo si nos permite hacer predicciones mejores que las conjeturas rivales. Con respecto al "yo" y su posible relación con el "exterior" (que tantos dolores de cabeza parece que os causa), pues es, también, una conjetura: conjeturamos que la relación que hay entre MIS experiencias, pensamientos, etc., y el entorno, es LA MISMA RELACIÓN que la que hay entre las experiencias, pensamientos, etc., DE LOS DEMÁS INDIVIDUOS QUE OBSERVO (y que supongo que son la forma como ellos perciben "desde dentro" lo que yo percibo en ellos como sucesos neuronales) y ese mismo entorno. No podemos, obviamente, "captar la verdad de esa conjetura en sí misma", pero eso no lo podemos hacer con NINGUNA de nuestras conjeturas sobre el mundo: lo único que podemos hacer es aplicar el sano método hipotético-deductivo y ver, como decía, si de esa conjetura se siguen mejores predicciones que de las conjeturas rivales (p.ej., de la conjetura de que no existe nada "fuera" de mis percepciones).
25 de marzo de 2014
24 de marzo de 2014
¿Se basa la representación en la semejanza?
Fragmentos de un debate que estamos manteniendo en el estupendo blog La Máquina de Von Neumann:
.
Estás demasiado obsesionado con la “semejanza perceptiva”. Dos entidades no perceptibles pueden ser semejantes en muchas cosas, si entiendes “semejanza” en un sentido más amplio (p.ej. ¿en qué se “parecen” la suma y la multiplicación?; eso TAMBIÉN es semejanza). En el caso del semáforo, no son los colores, cada uno por separado, lo que “representa”, sino el SISTEMA formado por los semáforos y el CÓDIGO que usamos para interpretarlos (un semáforo que apareciera milagrosamente en el foro romano en tiempos de César no “representaría” nada relacionado con el tráfico de allí). Y la información contenida en ese sistema (no los meros colorines, que es en lo que parece que te estás centrando únicamente) sí que es ISOMÓRFICA (o relacionable mediante algún tipo de función matemática) con parte de la información de lo que el sistema pretende representar.
.
¿En dónde puedes ver la isomorfía entre el código binario de dos símbolos luminosos y el tráfico de automóviles? ¿En qué patrón, estructura, forma lógica, estado de cosas, etc. puedes tú ver algo de parecido? Por favor, clarifícamelo en este ejemplo.
.
Hay tanta información en el mundo, que lo difícil es NO ver isomorfía entre casi cualquier cosa y cualquier otra cosa. En el caso del semáforo es sencillísimo: en un cruce entre la calle A y la calle B, el tráfico bien regulado puede tener dos estados: (1) coches circulando por la calle A y parados en la calle B, o (2) coches circulando por la calle B y parados en la calle A. El semáforo que ve un coche que viene por la calle A tiene también 2 estados (obviemos el ámbar, que nos obligaría a introducir el elemento temporal en lo representado…; más información que “mapear”, simplemente): (3) luz verde, o (4) luz roja. El isomorfismo relevante es sencillamente la función que asigna el estado 1 al estado 3, y el estado 2 al estado 4. Fíjate que lo que REALMENTE LLEVA LA CARGA DE “REPRESENTAR” es esta FUNCIÓN, porque los colores podrían haber sido otros, o no haber sido colores en absoluto. La función necesita sencillamente que en el signo (el semáforo) haya tantos estados posibles como en lo significado o representado, para poder emparejarlos.
.
El problema para el representacionismo no es que el emparejamiento o acoplamiento funcional entre nuestros símbolos y los estados del mundo dependa o no de algún tipo de semejanza, sino que un cruce de calles y su tránsito rodado solo es el mundo y sus estados después de haberlo convenido. El semáforo no representa estados del otro lado del espejo, sino de un mundo ya interpretado. Un mapa señala a otro mapa
.
Pues claro que, en el caso del semáforo, éste refleja el funcionamiento del tráfico TAL COMO ES PORQUE HAY SEMÁFORO; justo de eso se trata. Pero el caso es que, represente lo que queramos que represente, la representación CONSISTE en que las SEMEJANZAS (o sea, “mappings”, “isomorfismos”, etc.) que hay entre lo representado y lo representante nos permiten sacar conclusiones sobre lo primero a partir de la información contenida en lo segundo. Otros “mapas” (teorías, representaciones, etc.), en cambio, no pretenden reflejar el funcionamiento de un sistema TAL COMO ES DEBIDO A LA EXISTENCIA DEL MAPA, sino tal como es INDEPENDIENTEMENTE de si tenemos un mapa o no. Por supuesto, que lo consigamos en mayor medida, o que el sistema representado cambie en alguna medida por el hecho de estar representado, pues dependerá de cada caso y ocurrirá en cada caso en un grado distinto. Pero eso es irrelevante para el punto en discusión: que toda representación lo es GRACIAS a los isomorfismos (o “semejanzas”) entre una parte de la información contenida en el sistema que usamos como representación y una parte de la información contenida en el sistema que queremos representar con él.
.
Estás demasiado obsesionado con la “semejanza perceptiva”. Dos entidades no perceptibles pueden ser semejantes en muchas cosas, si entiendes “semejanza” en un sentido más amplio (p.ej. ¿en qué se “parecen” la suma y la multiplicación?; eso TAMBIÉN es semejanza). En el caso del semáforo, no son los colores, cada uno por separado, lo que “representa”, sino el SISTEMA formado por los semáforos y el CÓDIGO que usamos para interpretarlos (un semáforo que apareciera milagrosamente en el foro romano en tiempos de César no “representaría” nada relacionado con el tráfico de allí). Y la información contenida en ese sistema (no los meros colorines, que es en lo que parece que te estás centrando únicamente) sí que es ISOMÓRFICA (o relacionable mediante algún tipo de función matemática) con parte de la información de lo que el sistema pretende representar.
.
¿En dónde puedes ver la isomorfía entre el código binario de dos símbolos luminosos y el tráfico de automóviles? ¿En qué patrón, estructura, forma lógica, estado de cosas, etc. puedes tú ver algo de parecido? Por favor, clarifícamelo en este ejemplo.
.
Hay tanta información en el mundo, que lo difícil es NO ver isomorfía entre casi cualquier cosa y cualquier otra cosa. En el caso del semáforo es sencillísimo: en un cruce entre la calle A y la calle B, el tráfico bien regulado puede tener dos estados: (1) coches circulando por la calle A y parados en la calle B, o (2) coches circulando por la calle B y parados en la calle A. El semáforo que ve un coche que viene por la calle A tiene también 2 estados (obviemos el ámbar, que nos obligaría a introducir el elemento temporal en lo representado…; más información que “mapear”, simplemente): (3) luz verde, o (4) luz roja. El isomorfismo relevante es sencillamente la función que asigna el estado 1 al estado 3, y el estado 2 al estado 4. Fíjate que lo que REALMENTE LLEVA LA CARGA DE “REPRESENTAR” es esta FUNCIÓN, porque los colores podrían haber sido otros, o no haber sido colores en absoluto. La función necesita sencillamente que en el signo (el semáforo) haya tantos estados posibles como en lo significado o representado, para poder emparejarlos.
.
El problema para el representacionismo no es que el emparejamiento o acoplamiento funcional entre nuestros símbolos y los estados del mundo dependa o no de algún tipo de semejanza, sino que un cruce de calles y su tránsito rodado solo es el mundo y sus estados después de haberlo convenido. El semáforo no representa estados del otro lado del espejo, sino de un mundo ya interpretado. Un mapa señala a otro mapa
.
Pues claro que, en el caso del semáforo, éste refleja el funcionamiento del tráfico TAL COMO ES PORQUE HAY SEMÁFORO; justo de eso se trata. Pero el caso es que, represente lo que queramos que represente, la representación CONSISTE en que las SEMEJANZAS (o sea, “mappings”, “isomorfismos”, etc.) que hay entre lo representado y lo representante nos permiten sacar conclusiones sobre lo primero a partir de la información contenida en lo segundo. Otros “mapas” (teorías, representaciones, etc.), en cambio, no pretenden reflejar el funcionamiento de un sistema TAL COMO ES DEBIDO A LA EXISTENCIA DEL MAPA, sino tal como es INDEPENDIENTEMENTE de si tenemos un mapa o no. Por supuesto, que lo consigamos en mayor medida, o que el sistema representado cambie en alguna medida por el hecho de estar representado, pues dependerá de cada caso y ocurrirá en cada caso en un grado distinto. Pero eso es irrelevante para el punto en discusión: que toda representación lo es GRACIAS a los isomorfismos (o “semejanzas”) entre una parte de la información contenida en el sistema que usamos como representación y una parte de la información contenida en el sistema que queremos representar con él.
14 de marzo de 2014
10 de marzo de 2014
Sobre el sentido de la existencia y todo eso
Más fragmentos del debate sobre el libre albedrío en el blog de Pseudópodo.
¿Me estás diciendo que el “quienes somos, de donde venimos y a dónde vamos” no es algo que necesitemos plantearnos?
.
De nuevo, si por "necesitemos" quieres decir que nuestra biología y nuestra cultura nos han determinado a que TENGAMOS MUCHÍSIMAS GANAS de plantearnos esas preguntas, y TANTAS ganas que mucha gente se dé por contenta con casi cualquier respuesta, por muy estúpida e injustificable objetivamente que esa respuesta pueda ser, antes que quedarse sin ninguna respuesta... pues depende: tal vez mucha gente sienta esas ganas, pero también hay mucha gente que no las sentimos (al menos, en aquello cuya respuesta consista por definición en algo imposible de determinar mediante la investigación científica objetiva sobre la naturaleza y sobre el ser humano como una parte de la naturaleza).
.
Ahora bien, si por "necesitemos" quieres decir que la pregunta (de nuevo, entendida como algo intrínsecamente inalcanzable a los modos de conocimiento científico) es una pregunta con pleno sentido epistemológico (en vez de, p.ej., la pregunta "¿dónde está la raíz de menos tres en el espectro político del Cantar de Mío Cid?"), una pregunta que hay métodos claros, objetivos, de determinar exactamente qué formas habría de encontrar respuestas interesubjetivamente válidas... pues en ese caso, obviamente tu pregunta no es una que NECESITEMOS plantearnos.
¿Me estás diciendo que el “quienes somos, de donde venimos y a dónde vamos” no es algo que necesitemos plantearnos?
.
De nuevo, si por "necesitemos" quieres decir que nuestra biología y nuestra cultura nos han determinado a que TENGAMOS MUCHÍSIMAS GANAS de plantearnos esas preguntas, y TANTAS ganas que mucha gente se dé por contenta con casi cualquier respuesta, por muy estúpida e injustificable objetivamente que esa respuesta pueda ser, antes que quedarse sin ninguna respuesta... pues depende: tal vez mucha gente sienta esas ganas, pero también hay mucha gente que no las sentimos (al menos, en aquello cuya respuesta consista por definición en algo imposible de determinar mediante la investigación científica objetiva sobre la naturaleza y sobre el ser humano como una parte de la naturaleza).
.
Ahora bien, si por "necesitemos" quieres decir que la pregunta (de nuevo, entendida como algo intrínsecamente inalcanzable a los modos de conocimiento científico) es una pregunta con pleno sentido epistemológico (en vez de, p.ej., la pregunta "¿dónde está la raíz de menos tres en el espectro político del Cantar de Mío Cid?"), una pregunta que hay métodos claros, objetivos, de determinar exactamente qué formas habría de encontrar respuestas interesubjetivamente válidas... pues en ese caso, obviamente tu pregunta no es una que NECESITEMOS plantearnos.
9 de marzo de 2014
Letanía de nuestro señor don Quijote
que de fuerza alientas y de ensueños vistes,
coronado de áureo yelmo de ilusión;
que nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre, toda corazón.
Noble peregrino de los peregrinos,
que santificaste todos los caminos
con el paso augusto de tu heroicidad,
contra las certezas, contra las conciencias
y contra las leyes y contra las ciencias,
contra la mentira, contra la verdad...
¡Caballero errante de los caballeros,
varón de varones, príncipe de fieros,
par entre los pares, maestro, salud!
¡Salud, porque juzgo que hoy muy poca tienes,
entre los aplausos o entre los desdenes,
y entre las coronas y los parabienes
y las tonterías de la multitud!
¡Tú, para quien pocas fueron las victorias
antiguas y para quien clásicas glorias
serían apenas de ley y razón,
soportas elogios, memorias, discursos,
resistes certámenes, tarjetas, concursos,
y, teniendo, a Orfeo, tienes a orfeón!
Escucha, divino Rolando del sueño,
a un enamorado de tu Clavileño,
y cuyo Pegaso relincha hacia ti;
escucha los versos de estas letanías,
hechas con las cosas de todos los días
y con otras que en lo misterioso vi.
¡Ruega por nosotros, hambrientos de vida,
con el alma a tientas, con la fe perdida,
llenos de congojas y faltos de sol,
por advenedizas almas de manga ancha,
que ridiculizan el ser de la Mancha,
el ser generoso y el ser español!
¡Ruega por nosotros, que necesitamos
las mágicas rosas, los sublimes ramos
de laurel! Pro nobis ora, gran señor.
(Tiembla la floresta de laurel del mundo,
y antes que tu hermano vago, Segismundo,
el pálido Hamlet te ofrece una flor)
Ruega generoso, piadoso, orgulloso,
ruega casto, puro, celeste, animoso;
por nos intercede, suplica por nos,
pues casi ya estamos sin savia, sin brote,
sin alma, sin vida, sin luz, sin Quijote,
sin pies y sin alas, sin Sancho y sin Dios.
De tantas tristezas, de dolores tantos,
de los superhombres de Nietzsche, de cantos
áfonos, recetas que firma un doctor,
de las epidemias de horribles blasfemias
de las Academias,
líbranos, señor.
De rudos malsines,
falsos paladines,
y espíritus finos y blandos y ruines,
del hampa que sacia
su canallocracia
con burlar la gloria, la vida, el honor,
del puñal con gracia,
¡líbranos, señor!
Noble peregrino de los peregrinos,
que santificaste todos los caminos,
con el paso augusto de tu heroicidad,
contra las certezas, contra las conciencias
y contra las leyes y contra las ciencias,
contra la mentira, contra la verdad...
Ora por nosotros, señor de los tristes,
que de fuerza alientas y de ensueños vistes,
coronado de áureo yelmo de ilusión;
¡qué nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre, toda corazón!
Rubén Darío. Cantos de Vida y Esperanza. 1905
7 de marzo de 2014
Filosofía y fútbol: el estilo de la Roja y el monismo anómalo
.
Y para los escépticos, este enlace (o este otro).
Así que a Donald Davidson es al que le debemos los títulos de la selección.
En fin, pongo este homenaje a nuestro filósofo del fútbol a propósito de la discusión que estamos teniendo en esta otra entrada, sobre libre albedrío, causación mental, reduccionismo y demaás.
5 de marzo de 2014
El Evangelio y el Corán: entre el mito y el documento histórico
Ése es el título de la charla que daré el próximo sábado 8 de marzo en el ciclo de "Escépticos en el Pub" de Madrid.
.
Prometo hablar sólo un poquito sobre Regalo de Reyes (que se lanza en Ediciones Click -y con ello en Amazon y todas las plataforams- sólo 3 días después; aprovechad para comprarla en Ediciones Tagus ahora que todavía cuesta un euro menos).
.
Espero poder colgar dentro de unos días el vídeo de la charla. De momento, os dejo las diapositivas y alguna foto.
3 de marzo de 2014
26 de febrero de 2014
El libre albedrío y la diosa telúrica
Fragmento de una conversación en el blog de Pseudópodo
.
Emilio
No hay ninguna contradicción en lo que te he dicho; si DOS partículas ejercen sendas fuerzas sobre otra, ya tienes DOS causas del movimiento de la tercera. Lo que digo es que sería una violación de las leyes físicas (y en particular, de la ley de conservación de la energía) que un OBJETO pudiera moverse de una forma diferente a la que implican las fuerzas determinadas por la disposición de las partículas y campos físicos que lo rodean (naturalmente, esa disposición puede ser tan compleja que NOSOTROS seamos incapaces de predecir el movimiento resultante a partir del conocimiento del estado de cada partícula; pero, aunque no sepamos predecirlo de esa manera, SABEMOS que, tratándose de MOVIMIENTOS DE OBJETOS FÍSICOS, cualquier influencia causal que no consista en fuerzas físicas ejercidas por unas partículas sobre otras es una violación de la ley de conservación de la energía). Al fin y al cabo, tampoco podemos predecir cuándo va a haber un terremoto en Toledo, ni siquiera podemos deducir matemáticamente a partir de las leyes fundamentales de la física la existencia de un planeta capaz de experimentar una tectónica de placas, pero eso no nos hace llevarnos las manos a la cabeza cuando alguien dice que las causas de los terremotos se reducen en última instancia a las interacciones físicas entre partículas, y no a la voluntad de de una diosa telúrica que actúa saltándose a la torera las leyes físicas.
.
Emilio
No hay ninguna contradicción en lo que te he dicho; si DOS partículas ejercen sendas fuerzas sobre otra, ya tienes DOS causas del movimiento de la tercera. Lo que digo es que sería una violación de las leyes físicas (y en particular, de la ley de conservación de la energía) que un OBJETO pudiera moverse de una forma diferente a la que implican las fuerzas determinadas por la disposición de las partículas y campos físicos que lo rodean (naturalmente, esa disposición puede ser tan compleja que NOSOTROS seamos incapaces de predecir el movimiento resultante a partir del conocimiento del estado de cada partícula; pero, aunque no sepamos predecirlo de esa manera, SABEMOS que, tratándose de MOVIMIENTOS DE OBJETOS FÍSICOS, cualquier influencia causal que no consista en fuerzas físicas ejercidas por unas partículas sobre otras es una violación de la ley de conservación de la energía). Al fin y al cabo, tampoco podemos predecir cuándo va a haber un terremoto en Toledo, ni siquiera podemos deducir matemáticamente a partir de las leyes fundamentales de la física la existencia de un planeta capaz de experimentar una tectónica de placas, pero eso no nos hace llevarnos las manos a la cabeza cuando alguien dice que las causas de los terremotos se reducen en última instancia a las interacciones físicas entre partículas, y no a la voluntad de de una diosa telúrica que actúa saltándose a la torera las leyes físicas.
24 de febrero de 2014
Lo que la coautoría nos dice sobre la epistemología de los artículos científicos
Una muestra de las cosas extrañísimas a las que me dedico últimamente.
21 de febrero de 2014
18 de febrero de 2014
"Mentiras a medias", gratis en pdf
Esta mañana he pasado por fin a pdf mi libro Mentiras a medias, por recomendación de mi amigo David Teira. Es el libro que (sustancialmente modificado en su segunda parte -los dos últimos capítulos) procede de mi primera tesis doctoral, sobre la cuestión de la verosimilitud (o aproximación a la verdad) de las teorías científicas. Podéis descargarlo libremente en este enlace.
.
Los seis primeros capítulos ofrecen un panorama del problema, de los principales enfoques con que se intentó resolver, y de las dificultades no superadas por ellos. Los dos últimos ofrecen mi propuesta, e indican cómo con ella se resuelven dichas dificultades.
.
Mentiras a medias fue el primer libro que publiqué, allá por 1996 (la tesis la había defendido en 1993), aunque, en honor a la verdad, sigo teniendo más o menos la misma cantidad de pelo que entonces (vaaale, sólo un poquito menos), y me sigue valiendo la misma ropa, aunque las canas predominan ahora mucho más y la piel se me nota más arrugada. Lo peor de todo es que no me da la impresión de que haya pasado tanto tiempo...
.
En fin; el archivo es muy grande (33 megas), porque son fotocopias. Si alguien quiere el libro en papel, tengo todavía varias docenas en el despacho y se lo puedo enviar por correo.
14 de febrero de 2014
¿Por qué nos fascina tanto el Apocalipsis?
No me refiero al último libro de la Biblia (que sólo es uno de los muchísimos "libros apocalípticos" que se escribieron en la Antigüedad y después, y ni siquiera es el único presente en la propia Biblia), sino a la idea del "fin del mundo" en general. Y más en concreto, ahora que las posibles causas que podrían hacer que realmente se acabase de la noche a la mañana el propio universo físico, me refiero a la idea del fin de la humanidad.
.
Catástrofes naturales (choque de la tierra con un asteroide, p.ej), despropósitos humanos (una guerra nuclear o bacteriológica), o una mezcla de ambos tipos de cosa (el cambio climático), son los sospechosos habituales en la literatura (a menudo de ficción, pero no sólo) acerca de nuestro final. En cierto sentido, es natural la preocupación (yo también quiero que mis libros se sigan leyendo dentro de varios siglos, faltaría más), pero a lo que me refiero en esta entrada no es tanto a la preocupación, cuanto a la fascinación que nos provoca la idea de que la humanidad se acabe (o al menos, la "civilización"). (Por cierto, ¿habéis visto alguna vez una concentración de paréntesis tan densa en un solo párrafo, eh?).
.
Quiero lanzar en este blog la tesis de que la principal causa de esa fascinación es nuestra incapacidad para imaginarnos un futuro "masivamente largo", por así decir; un futuro de muchos cientos de miles, de muchos millones de años. Nos resulta sencillamente más fácil pensar que la especie humana se termina cuando aún vive una época parecida a la nuestra, que concebir una sociedad tan radicalmente distinta de la actual como la actual puede serlo de las de hace cientos o miles de años. Y eso mismo ha sucedido siempre.
.
Al pensar en el futuro, tendemos también a aplicar una especie de "principio de aumento de la entropía social": cuantos más años o siglos pase la gente viviendo en una sociedad en la que nada cambia radicalmente, más irá estropeándose todo, del puro "uso" y del puro aburrimiento, de modo que al final, la gente "es que incluso tendrá ganas de acabar de una vez con la historia, y aquí paz y después gloria". O eso pensamos intuitivamente.
.
Por supuesto, hay obras de ciencia-ficción en las que se habla de "futuros profundos" para la civilización. Recuerdo, p.ej., la saga de las Fundaciones de Asimov, y también su novela El fin de la eternidad (una de las mejores sobre viajes en el tiempo), pero incluso en ese caso el panorama de una persistencia millonenaria (válgame el neologismo) es retratado en esas obras de manera bastante pesimista, como una especie de estancamiento permanente (lo que no deja de recordar a la tesis del otrora famoso libro de Francis Fukuyama, El fin de la historia).
.
Por lo tanto, pensar en el "fin del mundo" es algo que en realidad, nos tranquiliza. Nos quita de encima, o de dentro, muy dentro, la preocupación de pensar en lo impensable. Y también nos da la tranquilidad de pensar que nuestra propia sociedad es la más avanzada y perfecta posible.
.
Así que, vaya desde aquí mi pronóstico anti-agoreros: la civilización humana (o mejor, las civilizaciones) no durarán sólo unos cientos de años, ni siquiera unos pocos milenios, sino más bien muchos millones. ¿Cómo serán esas sociedades de nuestros tátara-tátara-tátara-...-tátara-nietos? Pues no tengo ni pajolera idea, pero seguro que, algunas de ellas, al menos tan distintas de la nuestra como la nuestra lo era de la de los iberos.
.
Catástrofes naturales (choque de la tierra con un asteroide, p.ej), despropósitos humanos (una guerra nuclear o bacteriológica), o una mezcla de ambos tipos de cosa (el cambio climático), son los sospechosos habituales en la literatura (a menudo de ficción, pero no sólo) acerca de nuestro final. En cierto sentido, es natural la preocupación (yo también quiero que mis libros se sigan leyendo dentro de varios siglos, faltaría más), pero a lo que me refiero en esta entrada no es tanto a la preocupación, cuanto a la fascinación que nos provoca la idea de que la humanidad se acabe (o al menos, la "civilización"). (Por cierto, ¿habéis visto alguna vez una concentración de paréntesis tan densa en un solo párrafo, eh?).
.
Quiero lanzar en este blog la tesis de que la principal causa de esa fascinación es nuestra incapacidad para imaginarnos un futuro "masivamente largo", por así decir; un futuro de muchos cientos de miles, de muchos millones de años. Nos resulta sencillamente más fácil pensar que la especie humana se termina cuando aún vive una época parecida a la nuestra, que concebir una sociedad tan radicalmente distinta de la actual como la actual puede serlo de las de hace cientos o miles de años. Y eso mismo ha sucedido siempre.
.
Al pensar en el futuro, tendemos también a aplicar una especie de "principio de aumento de la entropía social": cuantos más años o siglos pase la gente viviendo en una sociedad en la que nada cambia radicalmente, más irá estropeándose todo, del puro "uso" y del puro aburrimiento, de modo que al final, la gente "es que incluso tendrá ganas de acabar de una vez con la historia, y aquí paz y después gloria". O eso pensamos intuitivamente.
.
Por supuesto, hay obras de ciencia-ficción en las que se habla de "futuros profundos" para la civilización. Recuerdo, p.ej., la saga de las Fundaciones de Asimov, y también su novela El fin de la eternidad (una de las mejores sobre viajes en el tiempo), pero incluso en ese caso el panorama de una persistencia millonenaria (válgame el neologismo) es retratado en esas obras de manera bastante pesimista, como una especie de estancamiento permanente (lo que no deja de recordar a la tesis del otrora famoso libro de Francis Fukuyama, El fin de la historia).
.
Por lo tanto, pensar en el "fin del mundo" es algo que en realidad, nos tranquiliza. Nos quita de encima, o de dentro, muy dentro, la preocupación de pensar en lo impensable. Y también nos da la tranquilidad de pensar que nuestra propia sociedad es la más avanzada y perfecta posible.
.
Así que, vaya desde aquí mi pronóstico anti-agoreros: la civilización humana (o mejor, las civilizaciones) no durarán sólo unos cientos de años, ni siquiera unos pocos milenios, sino más bien muchos millones. ¿Cómo serán esas sociedades de nuestros tátara-tátara-tátara-...-tátara-nietos? Pues no tengo ni pajolera idea, pero seguro que, algunas de ellas, al menos tan distintas de la nuestra como la nuestra lo era de la de los iberos.
13 de febrero de 2014
Cómo cambió con Darwin nuestra visión del mundo
Reproduzco el articulín (¡que no me entere yo de que ese articulito pasa hambre!) que me sacaron ayer en DivulgaUNED, con motivo del aniversario de Darwin.
.
La concepción del mundo que nuestros antepasados tenían durante la Edad Media y la Antigüedad entendía la historia universal como un relato, cuyos protagonistas eran los seres humanos (por supuesto, algunos más que otros) y ciertos seres sobrenaturales, que cambiaban según la religión de cada grupo o sociedad. La naturaleza sería, en esa concepción, poco más que un mero escenario de la tragedia o tragicomedia en la que consistía la historia humana, un escenario construido por dios o por los dioses según el plan de la obra que se representaba en él.
En la Edad Moderna, esta concepción se fue modificando hasta comprender la naturaleza como un sistema que obedecía ciegamente, pero de forma determinista, un puñado de leyes, seguramente establecidas por dios en la creación del universo, y que el ser humano era capaz de descubrir mediante su razón. Este elemento, la razón era lo único que podía verse como algo no natural, y que seguía conectando al hombre con una realidad trascendente; algo que seguía, por lo tanto, estableciendo un sentido a la existencia y a la historia humana, aunque dicho sentido ya no pudiera ser considerado como un relato literario al modo de los mitos clásicos o medievales sino, más bien, como algún otro tipo de fórmula filosófica.
El descubrimiento darwiniano de la evolución mediante selección natural fue el golpe de gracia a estas cosmovisiones: independientemente de si el origen del universo y de sus leyes son o dejan de ser fruto de una mente divina (algo que la ciencia y la filosofía han terminado considerando básicamente indemostrable), el caso es que la evolución del hombre hay que dejar de verla como resultado de un “plan”, y nuestra racionalidad hay que comprenderla como una mera capacidad biológica más, desarrollada por modificación y selección a partir de las capacidades de nuestros antepasados no humanos.
En cierto sentido, la aceptación de la teoría de Darwin (y no la mera llegada de la Ilustración, como quería el filósofo Immanuel Kant) es lo que ha supuesto verdaderamente la entrada de la especie humana en su mayoría de edad, al hacernos comprender que no tenemos a nadie que nos lleve de la mano, ni hay un plan trascendente ni sobrenatural marcado en ningún sitio (o en un no-sitio) que establezca adónde tenemos que llegar y por dónde tenemos que ir, sino que estamos completamente solos en la naturaleza (salvo el resto de la naturaleza, animales y plantas incluidas, por supuesto), y todo lo que hagamos es pura responsabilidad nuestra. Pero, sobre todo, que no hay nadie más que nosotros para juzgar nuestras acciones. La historia, ni la humana ni la natural, no tiene algo así como un sentido, y hemos de acostumbrarnos a vivir con esa nueva certeza.
.
La concepción del mundo que nuestros antepasados tenían durante la Edad Media y la Antigüedad entendía la historia universal como un relato, cuyos protagonistas eran los seres humanos (por supuesto, algunos más que otros) y ciertos seres sobrenaturales, que cambiaban según la religión de cada grupo o sociedad. La naturaleza sería, en esa concepción, poco más que un mero escenario de la tragedia o tragicomedia en la que consistía la historia humana, un escenario construido por dios o por los dioses según el plan de la obra que se representaba en él.
En la Edad Moderna, esta concepción se fue modificando hasta comprender la naturaleza como un sistema que obedecía ciegamente, pero de forma determinista, un puñado de leyes, seguramente establecidas por dios en la creación del universo, y que el ser humano era capaz de descubrir mediante su razón. Este elemento, la razón era lo único que podía verse como algo no natural, y que seguía conectando al hombre con una realidad trascendente; algo que seguía, por lo tanto, estableciendo un sentido a la existencia y a la historia humana, aunque dicho sentido ya no pudiera ser considerado como un relato literario al modo de los mitos clásicos o medievales sino, más bien, como algún otro tipo de fórmula filosófica.
El descubrimiento darwiniano de la evolución mediante selección natural fue el golpe de gracia a estas cosmovisiones: independientemente de si el origen del universo y de sus leyes son o dejan de ser fruto de una mente divina (algo que la ciencia y la filosofía han terminado considerando básicamente indemostrable), el caso es que la evolución del hombre hay que dejar de verla como resultado de un “plan”, y nuestra racionalidad hay que comprenderla como una mera capacidad biológica más, desarrollada por modificación y selección a partir de las capacidades de nuestros antepasados no humanos.
En cierto sentido, la aceptación de la teoría de Darwin (y no la mera llegada de la Ilustración, como quería el filósofo Immanuel Kant) es lo que ha supuesto verdaderamente la entrada de la especie humana en su mayoría de edad, al hacernos comprender que no tenemos a nadie que nos lleve de la mano, ni hay un plan trascendente ni sobrenatural marcado en ningún sitio (o en un no-sitio) que establezca adónde tenemos que llegar y por dónde tenemos que ir, sino que estamos completamente solos en la naturaleza (salvo el resto de la naturaleza, animales y plantas incluidas, por supuesto), y todo lo que hagamos es pura responsabilidad nuestra. Pero, sobre todo, que no hay nadie más que nosotros para juzgar nuestras acciones. La historia, ni la humana ni la natural, no tiene algo así como un sentido, y hemos de acostumbrarnos a vivir con esa nueva certeza.
11 de febrero de 2014
La república de la ciencia (4ª entrega de The Grand Bazaar of Wisdom)
Os dejo el enlace a la siguiente entrega sobre "El gran bazar de la sabiduría" que estoy publicando en Mapping Ignorance.
3 de febrero de 2014
La viagra de Hume
(Advertencia: cualquier parecido de los personajes de este diálogo con la realidad es pura coincidencia)
HUME: No te lo vas a creer, Otto, pero hoy he ligado.
NEURATH: ¡Venga, ya! David. A tus años, y sin salir de esta cochambrosa residencia para filósofos ancianos en la que estamos confinados tú y yo.
HUME: ¡Que sí, que sí! Es una filósofa existencialista alemana, que por lo visto tiene bastante experiencia en hacer guarrerías con un tal Heidegger.
NEURATH: Pues chico, enhorabuena. Pero, ¿tú tienes el organismo en condiciones para darle batalla a la teutona?
HUME: Por eso vengo a hablar contigo. Estoy pensando si salir a la farmacia y comprarme un paquete de viagra.
NEURATH: Eso es peligroso; tienes que controlarte el corazón, la presión arterial, y por lo que recuerdo, no andabas muy bien en ese aspecto.
HUME: Bobadas, eso es lo que menos me preocupa. Si hay que morir por una buena causa, pues se muere y ya está.
NEURATH: Quién te ha visto y quién te ve: tú hablando de causas.
HUME: Estoy de positivistas y de sus jueguecitos de palabras hasta el gorro. En fin, a lo que iba; lo que yo venía a preguntarte es si tienes alguna idea sobre cuáles pueden ser los efectos más probables de la pastillita.
NEURATH: ¡Uy, lo que me pregunta! Aquí el principal experto en inferencias sobre el futuro eres tú, amigo mío. Y, si no recuerdo mal, lo que tú afirmas es que no es posible predecir nada.
HUME: Exacto. Cualquier inferencia que tome como premisa un conjunto limitado de hechos particulares, y tenga como conclusión una ley general, u otro hecho no recogido en las premisas, es una inferencia falaz. Así que, en concreto, no podemos deducir lógicamente lo que va a ocurrir en el futuro a partir de lo que sabemos (o creemos) que ha ocurrido en el pasado.
NEURATH: Entonces, ¿cómo quieres que seamos capaces de predecir el efecto que va a tener en ti la viagra?
HUME: Es que me ha parecido escuchar en la sala del dominó que habías encontrado no sé qué fallo a mi argumento, y me he dicho... "a lo mejor el bueno de Otto es capaz de sacarme de mi escepticismo, hoy que lo necesito más que nunca".
NEURATH: ¡Ah, es por eso! Bien, bien; pues te explicaré mi argumento. Vamos a ver, tú afirmas que, como el futuro no se sigue lógicamente del pasado, de ahí se deduce que tenemos una ignorancia absoluta sobre el futuro, es decir, que todo lo que podamos concebir que ocurrirá en el futuro es, para nosotros, exactamente igual de probable, pues no podemos decantarnos más por una cosa que por otra.
HUME: Exactamente.
NEURATH: OK. Quede claro que "igual de probable" no quiere decir "con la misma probabilidad objetiva", pues, según tú, sobre las probabilidades objetivas futuras tampoco podemos saber nada. Es más bien lo que nuestros amigos los bayesianos...
HUME: Con amigos así...
NEURATH: Lo que tú digas, David. Lo que nuestros amigos los bayesianos, digo, llaman "probabilidades subjetivas". Es decir, para nosotros es igual de probable una cosa que otra. Sólo podemos afirmar con seguridad aquello que sea una tautología, pues eso es verdadero pase lo que pase. Pero cualquier hecho futuro será compatible con todas las tautologías, así que saber que van a seguir siendo verdad lo que tú llamas "relaciones de ideas" (que 4 es menor que 5, que el modus ponens es correcto, etc.), eso no nos ayuda en nada a la hora de poder descartar algunas cosas que podrían ocurrir y que no son tautológicas.
HUME: Muy bien resumido, sí señor.
NEURATH: Por ejemplo, es imposible para nosotros inferir qué longitud va a alcanzar esta noche tu pene cuando te tomes la pastilla de viagra. Cualquier cosa que podamos inferir sobre la longitud de tu pene será igual de probable que cualquier otra.
HUME: Eso pienso yo. Y mi pensamiento no ayuda precisamente a que la cifra real vaya a ser muy alta. Snif.
NEURATH: Pues bien. Considera ahora cuántas longitudes posibles a priori podría tener tu pene.
HUME: ¿Cómo que cuántas?
NEURATH: A ver, por ejemplo; podría tener entre 0 cm y 1 cm; podría tener entre 1 cm y 2 cm; o entre 2 y 3 cm; etc., etc.
HUME: Sí.
NEURATH: ¿Y cuántas posibilidades de esas hay?
HUME: Obviamente, infinitas.
NEURATH: Y cada una de ellas sería, según tú, igual de probable para nosotros.
HUME: Exactamente. Y como son infinitas, la probabilidad de cada una de ellas sería exactamente... cero patatero.
NEURATH: Muy bien calculado. P.ej., la probabilidad de que la longitud de tu pene cuando esté bajo el efecto de la viagra esté comprendida entre 16 y 17 cm es... cero.
HUME: También es cero la de que esté entre 1 y 2 cm. Es un pequeño consuelo.
NEURATH: ¡Hay un consuelo mucho mejor! Intenta calcular cuál es la probabilidad a priori, sobre la base de tu probabilidad subjetiva uniforme para todos los casos, de que la longitud de tu pene sea mayor que 20 cm.
HUME (pensando): Hummm, ....., esteeee....., ¡Cáspita! ¡Me da uno! La probabilidad de que sea menos que 20 es el número de centímetros que hay por debajo de veinte, partido por el número de centímetros total (o sea, infinito); es decir, cero. Luego la probabilidad de que sea más que 20 es uno menos cero, o sea, uno. ¡Es totalmente seguro que la viagra va a hacer que mi pene mida más de 20 centímetros! ¡Caramba, me has dado un alegrón, viejo Otto!
NEURATH: Más contenta se pondría la teutona, David. Pero no te alegres tan deprisa. ¿Te das cuenta de que el argumento que hemos formulado para 20 cm es exactamente igual de válido para cualquier otra longitud, p.ej., para 50.000 km?
HUME: ¿Qué me estás diciendo? ¿Que es absolutamente seguro que mi pene va a medir más de 50.000 km de largo cuando me tome la viagra?
NEURATH: Me temo que el argumento lleva a esa misma conclusión.
HUME: Pero eso es absurdo.
NEURATH: Es una posibilidad; mejor dicho, es un conjunto infinito de posibilidades, y la probabilidad a priori de que el verdadero estado de tu pene esta noche caiga en ese conjunto infinito, en vez de caer en el conjunto finito (y por tanto, infinitamente más pequeño) de centímetros que hay entre 0 y 50.000 km es cero. Si aceptamos tu premisa de que todas las posibilidades futuras concebibles son igual de probables, no hay más remedio que aceptar esta conclusión.
HUME: No sé, no sé.
NEURATH: Es más. Tu tesis es que no podemos hacer ninguna predicción no tautológica sobre nada relativo al futuro. Pero acabamos de hacer una: que es absolutamente seguro que tu pene medirá esta noche más de 50.000 km de largo. No sólo es que sea absurda esa predicción (sabía que tú eras un poco fantasma, pero no tanto), sino que el hecho de que hayamos podido hacerla contradice tu premisa de que no es posible hacer predicciones no tautológicas.
HUME: Caramba, parece que tienes razón.
NEURATH: Y como la única premisa no tautológica que hemos utilizado en el razonamiento es tu tesis de que todas las posibilidades futuras concebibles son igual de probables para nosotros, hemos de concluir que esa tesis es falsa. No es verdad que todas las posibilidades futuras concebibles sean igual de probables para nosotros.
HUME: Pero mi argumento demostraba justo eso. ¿Por qué te crees que tengo una de las suites de lujo de la residencia para filósofos decrépitos? Porque mi argumento es uno de los más importantes de la historia de la filosofía.
NEURATH: No dudo de que sea importante. Digo que es incorrecto, porque conduce a contradicciones. Lo que te acabo de demostrar es que, del hecho de que (A) el futuro no se siga lógicamente del pasado, no se puede inferir que (B) todas las posibilidades futuras concebibles sean igual de probables para nosotros. B es una tesis diferente de A, no se sigue de ella, y por tanto, puede ser falsa aunque A sea verdadera.
HUME: Entonces, ¿cómo de probables son a priori para nosotros los acontecimientos futuros?
NEURATH: Para eso no tengo una respuesta. Sospecho que, aplicando la navaja de Occam (por cierto, hace tiempo que no veo por aquí al bueno de Guillermo) podríamos decir algo así como que lo razonable es suponer que las probabilidades futuras son la proyección más simple posible de las predicciones pasadas, pero no tengo un argumento demasiado convincente sobre el tema. Mis amigos Hans Reichenbach y Rudolph Carnap andan trabajando en ello. Si me entero de que llegan a alguna conclusión, diré que te lo cuenten.
HUME: Bueno, pero entonces, ¿qué pasa con mi viagra?
NEURATH: Yo que tú, extrapolaría la experiencia pasada de la manera más sencilla posible, y eso da más o menos un 70% de probabilidad de que vayas a tener una buena noche de juerga con tu heideggeriana.
HUME: Dios te oiga, Otto... Perdón, qué cosas digo: lo más probable es que dios no exista.
NEURATH: Ve con él, David, y buena suerte.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)