8 de noviembre de 2007

DESIERTOS REMOTOS, MONTAÑAS LEJANAS


Desiertos remotos, montañas lejanas,
hieren mis oídos todas las mañanas;
tu semblante huidizo y estremecedor,
tu oscuro mostacho guardando los labios,
con la voz fingida de lúgubres sabios
y el índice erecto del acusador.
.
Desiertos remotos, lejanas montañas,
tejiendo relatos con viles patrañas
y con la tramoya de la sinrazón,
burlando a tu pueblo sollozos y espantos,
y con los prelados de todos los santos
cubriendo con palio tu absurda ficción.
.
Montañas lejanas, desiertos remotos,
lloran uno a uno tus perdidos votos
y gritan "¡queremos saber la verdad!".
Y la verdad sufre porque la escondisteis
los tres días y noches en que nos mentisteis
hasta que explotara nuestra indignidad.
.
Montañas lejanas, remotos desiertos:
¿por dónde debemos meter nuestros muertos?
¡Ah, si los dejarais descansar al fin!
¡Que vuestro cinismo descienda del podio,
y acabe por siempre de sembrar más odio!
¡A nadie interesa vuestro folletín!

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