8 de julio de 2008

LA REFORMA DE LA SELECTIVIDAD (GLOBO SONDA)

Anuncian los ministerios de Educación y de Ciencia que se están poniendo a trabajar sobre un nuevo decreto para el examen de Selectividad. Al parecer, las principales "novedades" se quedarán en dos o tres pasitos más en la misma dirección que los últimos cambios:
- reducción del número de exámenes por la vía de hacer opcionales todas las asignaturas de las que cada alumno se examina (se elegirán algunas entre las obligatorias, y algunas entre las optativas -esto último ya se hace-);
- introducción de una prueba oral de idioma extranjero (supongo que esto quiere decir que habrá una parte oral en el examen ya existente),
- posibilidad de examinarse de asignaturas no cursadas, para poder optar a carreras no asociadas a la rama del bachillerato elegida (esta es realmente la principal novedad).
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Lo que me parece más criticable de este primer "globo sonda" del gobierno sobre la materia es su altísimo grado de mojigatería. Se nos había anunciado solemnemente, con la puesta en escena de la LOE y de la "reforma" del bachillerato, que la selectividad llegaba a su fin, y ahora se constata que a lo máximo a que se atreven las mentes bicéfalas que tienen que decidir sobre la materia, es a dar un par de puntaditas en el tremendo siete (tan notable él, aunque no sea una calificación) que lleva en la misma pechera la prenda última de nuestro sistema educativo pre-universitario. Nos vamos a perder, así, la mejor oportunidad en cuatro décadas de acabar con un sistema que está desnaturalizando nuestra enseñanza secundaria. Teniendo en cuenta, además, que los decretos finalmente aprobados suelen ser, una vez que se negocia con todas las partes implicadas, mucho menos innovadores que lo que se proclama en los primeros anuncios.
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Puestos a proponer ideas, vayan aquí las mías sobre lo que debería caracterizar a una prueba de acceso a la universidad, una prueba que quisiéramos útil:
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1) Como "prueba de madurez", sería más que suficiente que los alumnos redactaran algunos textos sobre varios temas; p.ej., un tema histórico o artísitico, uno científico o filosófico, y uno de actualidad política, social o económica, con varias posibilidades a elegir en cada caso, y con toda una mañana por delante. De cada examen se juzgaría lo razonable del contenido y su corrección lingüística (ortografía, redacción, riqueza y corrección léxicas, caligrafía, etc.). No haría falta profesorado específico de ninguna asignatura para esta corrección: cualquier profesor de bachillerato o de universidad se supone que es capaz de hacerlo.
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2) Una prueba de idioma extranjero homologable al First Certificate británico o análogo, y convalidable automáticamente por esos títulos.
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Tan importante o más que el contenido de estas dos pruebas sería el que pudieran realizarse en los mismos centros en los que estudian los alumnos (eso sí, siempre por profesorado externo), y no estuvieran circunscritas al momento final del bachillerato, sino que hubiera, en cada centro, un par de convocatorias al año (siempre antes de final de curso), y los alumnos pudieran presentarse a cualquiera de ellas en cualquier momento a lo largo de los dos cursos del bachillerato (si un alumno sabe expresarse bien en español y en inglés a los 16 años, no va a habérsele olvidado a los 18), sin límite de convocatorias, y naturalmente, también en años posteriores a haber terminado esos estudios.
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3) Por último, la "prueba de madurez" se complementaría con una prueba específica que cada facultad establecería libremente (si lo desea), sobre un programa anunciado con antelación suficiente (y preferiblemente, estable a lo largo de muchos años), y aprobado por el ministerio de Educación para que sea lo más coherente posible (y razonable) con los contenidos del bachillerato.
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4) Como un modo de significar a los alumnos y a sus familias la importancia que para la sociedad tiene el que aquéllos terminen su enseñanza secundaria con una preparación óptima, las pruebas deberían complementarse con un sistema de premios generosos (en forma de becas para estudiar en cualquier país, o en metálico, o como se les ocurra a quienes tengan buenas ideas al respecto) para quienes obtengan mejores resultados; quiero decir, no sólo para los "cerebritos" que sacan un 9,5 de media, sino graduándolo para que incluso el obtener un 7 tuviera una recompensa razonable, y también con la posibilidad de que se diferenciasen los premios en función del origen social de los alumnos.
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5) Por último, el sistema tendría que tener en cuenta la incentivación de la formación profesional; p.ej., la prueba de madurez y la de idioma podría ser necesaria también para acceder a la FP superior, tal vez estableciendo algunas opciones más entre los temas a elegir para redactar la prueba.
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Un sistema como éste permitiría, por una parte, dejar a los profesores (y a los alumnos) de bachillerato hacer su trabajo de manera más tranquila, y sin interferencias académicas innecesarias. Fomentaría realmente la apreciación de las "competencias" más básicas en la ESO (leer y escribir) por parte de los alumnos (y de los profesores). Garantizaría de manera efectiva el interés por los idiomas extranjeros en los colegios e institutos (aunque, ¿cómo se concretaría esto último?... eso es tema ya para otro post).

3 comentarios:

  1. Salud:

    Como siempre, me muestro iconoclasta y en esta ocasión no iba a ser menos. Desde mi humilde punto de vista, sólo tendrían que existir dos asignaturas maestras a lo largo del ciclo estudiantil, tanto en primaria, como en secundaria y superior: matemáticas y lenguaje. Y eso es lo que se tendría que evaluar tan fuertemente como la edad de los alumnos sería exigible. El resto de asignaturas son un compendio de conocimientos accesibles desde esas dos materias maestras, a excepción hecha de las destrezas manipulativas y físicas, que requieren otro tipo de entrenamiento. De secundaria, ningún alumno, debería salir sin saber algún oficio (el que fuera), teniendo el título correspondiente para ejercer como tal. Si no, es un fracaso del sistema educativo. Tanto la educación Primaria como la Secundaria, en vez de convertirse en compartimentos estancos, han de ser más versátiles, permitiendo a los alumnos cursar elementos y créditos útiles en su vida profesional posterior. Así, campamentos de 3 meses, pueden servir para profesiones futuras en el ejército, policía, seguridad, etc. Servicios en la actividad civil como asociaciones, serán útiles en gestión y participación en proyectos. Esas cosas que hoy no están regladas, pueden ser útiles a la hora de incorporarlas a los currículos académicos en forma de créditos.

    Las Universidades lo tienen bien fácil: ponen un nº de créditos mínimos de ingreso a ellas (lenguaje y matemáticas aprobadas, por supuesto). El currículum de un alumno se examina individualmente y, si se necesita alguna prueba anexa, se le requiere para una fecha y hora sobre la/s temática/s en cuestión.

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  2. Totalmente de acuerdo con carlos-moreno.

    Y otra cosa: señor Zamora, ha escrito usted "mogigato". Supongo que habrá sido un lapsus y que lo que en realidad quería usted escribir era el término homófono "mojigato", que consta (éste sí ;-) en el diccionario de la RAE.

    ¡Un cordial saludo!

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